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🎐 一 ⠘ ¹🎐

1552. Dinastía sur.
Periodo Muromachi.

El joven Killua caminaba por los jardines del palacio sur, hoy se cerraba el trato de "paz" cosa que lo tranquilizaba un poco, al menos podían tener esa fingida paz.

Aunque eso significará perder su libertad, perder al amor de su vida y casarse con una supuesta mujere. Kito, su hombre más leal caminaba a su lado pendiente de cualquier movimiento. Pronto llegaron a una de las habitaciones grandes de aquel palacio, donde el líder de los Yoshino se encontraba sentando en una de las almohadillas, la mesa lo esperaba con un té verde que extendía su olor por toda la habitación.

- Buenos días Yoshino Hayate -la voz grave del albino lo hizo alzar la mirada dándole una sonrisa, el joven heredero de la dinastía norte hizo una reverencia para después entrar y sentarse frente a él.

- Es un gusto tenerlo aquí Ashikaga Killua -hablo el anciano con una sonrisa - Y como parte de nuestro convenio, la mano de mi hija es toda suya me honra saber que nuestra hermosa Sayuri tendrá como marido a un exelente hombre.

- Gracias, es gusto es mío -respondió con una sonrisa falsa, esto solo era para una alianza, ni siquiera quería estar aquí. El hombre miro a una de las mujeres que estaban ahí, quien se acercó hizo una reverencia y escucho la orden que su señor le hacía.

- Quiero que vayas a los aposentos de nuestra heredera y la prepares para que reciba a su futuro esposo en la cena -con elegancia la mujer camino hacia donde le mandaron, paso por el gran jardín de flores sakura encontrando así a la joven de cabellos negros y largos que caían en cascadas por la ligera bata de seda que tenía, estaba sentada con un lienzo frente a ella y que con pinceladas elegantes pintaba el árbol de sakura que se encontraba frente a él.

- Señorita -hablo con calma, a veces era bastante... Territorial y temperamental.

- No -dijo volteando - No señorita, no soy una mujer.

La mirada que le daba era una con evidente furia.

- Perdone, pero sabe que mientras haya personas ajenas a la familia todos debemos llamarlo así -dijo con casi un susurro. Escucho una leve risa del chico aún sentado sobre sus rodillas, dejo aquel pincel en el recipiente dónde la tinta negra se encontraba. Se levantó con elegancia y volteo para mirarla con una sonrisa ladina.

- Mi queridísimo futuro esposo -el sarcasmo en su voz hizo reír a la chica que lo veía atenta - Sabrá que soy un hombre, si ya vamos a hacer familia no veo porque no se entere. Vamos a mis aposentos.

- Como ordene Gon -sama -la chica del yukata blanco le contesto con una reverencia y acompaño a su querido doncel a sus aposentos.

Tanto ella como en la familia amaban a su doncel, para ellos era un regalo, sin embargo no podían aventurarse a hablar de él como quisieran, además su querido Gon no salía mucho de las puertas del palacio, por lo que también querían tenerlo de esa forma, hasta este momento. En dónde literalmente lo obligaron a casarse con el heredero de la dinastía del norte.

Las horas pasaban y Gon se sentía en la miseria al ver que su amiga comenzaba a vestirlo.

- Pero que lindo te ves -respondió con una sonrisa la chica que le ponía el kimono.

- Estaría mejor con un yukata -dijo haciendo un puchero, cosa que no pasó desapercibida por Kumiko.

- El Kimono no es tan malo Gon -dijo la castaña con una risa, mientras tomaba el obi de color blanco adornado de pequeñas flores rojas.

- Eso dices, tu lo ocupas todo el día por el contrario yo no -respondió con los brazos alzados mientras Kumiko amarraba el obi en su pequeña cintura y ajustaba todo el kimono.

- Y lo deberías de utilizar -dijo ella en modo de regaño, recibiendo a cambio otro puchero y un ceño fruncido - Hayate -sama es muy considerado contigo.

- Mi padre me ama -el muchacho vio como la joven se levantaba y colocaba los demás accesorios en su cuerpo con calma - Por eso me consiente mucho, además esta cosa pesa demasiado, ¿cómo podría pintar con está cosa todo el día?

- ¿No querrás decir entrenar? -la chica rió ante la mirada del moreno, quien se dejaba hacer dócilmente, tomo su cabello negro como la tinta y comenzó a moldearlo para hacer un chongo bajo.

- Shh -se llevo un dedo a la boca y comenzó a hablar más bajo - Se supone que nadie sabe, ni siquiera mi padre.

- Lo sé, lo sé -la chica asintió tomando algunas horquillas en forma de flores colocó cada una en aquel lindo cabello, mientras Gon seguía quieto.

- No quiero ver a ese idiota -se escucho la voz del joven, lo que hizo sonreír tristemente a Kumiko.

- ¿Por qué no? -estupidamente preguntó, sabiendo la respuesta.

- Es un hombre, que será casado con otro hombre y estoy seguro que ni siquiera es homosexual -el muchacho suspiro - Además, ¿has escuchado los rumores?, Porque yo si, si no fuera por aquel maldito tratado de paz y que se hubieran quedado acorralados no lo hubieran aceptado, además de que no confío mucho y si la verdad sale a la luz yo estaré acabado.

Kumiko se quedó callada, Gon tenía razón, muchas cosas hubieran pasado si ellos no estuvieran a punto de ganar, si se hubieran enterado que Gon era un doncel le habrían hecho de lo peor, la humillación y el dolor que hubiera vivido sería horrible. Por fortuna eso no pasaría, y, el voto de silencio ante la verdadera forma de Gon sería sentenciada, todos pensarían que la nueva emperatriz sería eso: una mujer. El secreto sería enterrado con el que ahora juraba paz y proteger a la hija heredera de la dinastía sur. La puerta de abrió, dejando ver a una mujer de mirada fría, llevaba un kimono negro que acentuaba su rostro pálido, su mirada se fue hacia el joven que estaba siendo arreglado.

- Buenas noches Aneko -san -dijo el joven moreno, esperaba todas esas palabras de desprecio que siempre le hacía saber está mujer.

- Te ves... Bastante bien -sonrió con orgullo al verlo, esto era... Raro, ¿Aneko lo había halagado? - Gon, recuerda todo, tu nombre Sayuri hija de la dinastía del sur y absolutamente no puedes hablar. No ahora.

- Si

- Debes comportarte, ser obediente, hacer las cosas con gracia y elegancia, debes dar una buena imagen de ti ante tu futuro esposo y ante una nueva nación que con esta alianza se deberá gobernar como una -la mujer caminaba hablando de cada punto con la elegancia y porte que le caracterizaba.

- Entiendo

- No olvides que un solo error puede costarte la vida a ti y a tu pueblo bastante problema tenemos con que seas un doncel y tengamos que cuidarte.

El moreno bajo la mirada avergonzado, él no quiso nacer así. La castaña quien daba los últimos retoques a Gon sentía su sangre hervir odiaba a esta mujer.

- Si

- Bien, Kumiko -la mujer alzó su mirada esperando la orden de esa maldita bruja - Llévalo al comedor el principe Killua ya debe estar ahí con los invitados que ahí llegaron, me adelantaré no quiero problemas. ¿Escucharon?

- Si -ambos respondieron, la mujer con una sonrisa satisfecha salió del lugar.

- Odio a esa bruja -dijo la castaña viendo una vez más a Gon quien estaba callado, se veía hermoso. Aún recordaba a la difunta emperatriz usando ese kimono.

- Vámonos, no quiero causar más problemas -la mirada siempre alegre de su niño cambio a una más triste, por eso la odiaba siempre haciendo que Gon tuviera inseguridades de él mismo.

La castaña asintió y camino a lado de ella, ahora ella. Cuando lo tenían que presentar siempre era ella, la joven heredera, como una dulce mujercita, para formar pechos no tan grandes pero que se notarán debían utilizar relleno, debían de utilizar todo lo posible para que su joven doncel pasará como una mujer, que tampoco era muy difícil siempre había tenido ese cuerpo más delicado que el de un hombre y un rostro fino que con las atenciones justas podían hacerlo aún más fino y más femenino.

Así era, como Gon un chico doncel, con espíritu alegre y viajero, risueño y tierno, seguro de si mismo pasaba a ser Sayuri, el pequeño lirio de la dinastía del sur. Sayuri joven, hermosa y sumisa.

Tan diferente al real.

Eran dos personas diferentes en el mismo cuerpo.

Al llegar a la habitación donde se escuchaban las voces Gon paro en seco, tomo la mano de Kumiko con fuerza y esta lo miro. Su rostro estaba asustado, sus ojos que eran los más expresivos que tenía miraban la habitación con terror, no lo había visto así desde... La emperatriz.

- Tengo miedo -susurro.

- Estoy contigo -dijo la castaña, por lo que el azabache volteo - No te dejare solo, ni ahí adentro ni nunca. Estate siempre contigo, y puedes apoyarte en mi al entrar ahí.

Las lágrimas comenzaron a formarse en el rostro de Gon, la castaña lo abrazo con fuerza y susurro en su oído es una promesa.

Con más valentía entro en aquella habitación alado de su amiga y compañera.

- La Heredera de la Dinastía Sur ha llegado, Sayuri Yoshino -la voz de uno de los hombres resonó en la habitación haciendo que todos los presentes lo reverenciarán, y, como le había enseñado sonrió e hizo una leve reverencia.

Killua miraba a la joven que había entrado con una mueca.

- Es linda, ¿No lo crees? -la voz de Retz sonó como un susurro.

- Lo es, si -dijo - Aunque hay otra señorita que roba mi atención.

Retz sonrió y nego con la cabeza, le dió un pequeño golpe.

- No es bueno que mires a otras mujeres teniendo a tu futura esposa aquí -dijo con una sonrisa leve.

- Retz, si tú aceptas casarte conmigo dejo todo -el albino la miro con seriedad - Lo sabes.

- Killua ya hablamos de eso yo no -pero antes de que pudiera seguir el emperador de la dinastía sur se acercó a ellos con una sonrisa junto a aquella azabache que llevaba una sonrisa cálida en el rostro.

- Principe Killua, Princesa Retz -hablo el hombre con una reverencia.

- Emperador -dijeron ambos con una reverencia pequeña.

- Les presento a Sayuri, mi hija -la rubia pudo ver un atisbo de tristeza al decir lo último.

- Mucho gusto princesa -dijo la rubia con una sonrisa, pronto ella sería su emperatriz. Curioso fue que la joven, no hablo y con una sonrisa asintió.

Killua miro a la joven, había... Algo extraño en ella, al ser alguien entrenado para saber más de lo que las personas aparentaban podía ver qué está chica tenía mucho que hablar, el Kimono era uno muy hermoso, ajustado a su esbelto cuerpo, de color rojo y blanco, las mangas que eran sueltas dejaba ver mejor la piel tostada.

- Hija, el compromiso está hecho -dijo el hombre con una sonrisa, lo cual hizo a Gon abrir los ojos, ¿entonces esta cena era para decir la verdad?, ¿por eso no habían tantas personas en la habitación?

- ¿Algún problema mi Emperador? -pregunto Killua con sospecha.

- Para nada, Killua -kun -dijo el señor con una sonrisa, giro para ver a las personas que estaban ahí, y , con una orden de mano las puertas fueran cerradas, el hombre carraspeó su garganta y tomo la mano de su hijo con fuerza, sin antes susurrar al oído de Gon.

"Te ves igual que tú madre, Gon."

Bueno, tomando en cuenta que ahora mismo parecía una auténtica mujer, podía entender su parecido con su... madre aunque cuando vestía como siempre lo hacía siempre se lo recordaba.

- Hay algo que quiero decir, una vez que el matrimonio entre ambos herederos ha sido aceptado es de vital importancia que sepan lo siguiente.

La voz de su padre sonaba fuerte, Gon sentía su corazón palpitar como loco, se sabría la verdad aunque mucho no cambiaría sería tratado como una mujer. Aneko miraba con atención lo que su señor diría, era el momento.

- Como todos saben hay rumores acerca de mi hija -hablo con lentitud, Killua tuvo que aceptar eso, pues había el rumor en sus tierras que decían que la heredera en realidad era hombre. Ya que jamás había salido de las puertas del palacio, aunque los pocos afortunados que la conocían habían dicho que era hermosa, cosa que evidentemente fue así. Killua estaba enamorado si, pero no por eso no podría aceptar cuando alguien era bella. Cómo con la heredera, volteo a ver a la joven que parecía nerviosa eso lo descolocó un poco - Muchos de los rumores hablan de que es un hombre -el hombre suspiro para después continuar - Una alianza se ha hecho posible y como nosotros los hemos decidido mi heredera de convertiría en emperatriz de ambas dinastías y gobernaría alado del heredero del norte, una nueva época estar por empezar si no fuera porque... Mi hija, es en un doncel.

Las personas de la dinastía norte se sorprendieron y abrieron los ojos sorprendidos ante aquello, Killua fue el primero en quedarse en blanco, miro a la "chica" que con los ojos cerrados se aferraba de la mano de su padre.

- ¡Esto es traición! -rugió uno de los hombres - ¡Ustedes escondieron esa información!

- ¡No lo fue!, ¡Deberían saber que sucede cuando un doncel se revela, no podía permitirlo! -con autoridad el hombre hablo, Aneko miraba con atención la situación, si era necesario ella entraría para salvar aquella alianza.

- ¡Eso no estaba dentro de esta alianza!, ¡Nosotros casaríamos a nuestro príncipe con una mujer no con un monstruo! -los gritos de aquel hombre dejaron ver lo poco tolerantes que eran antes los doncel, Gon no quería escuchar más, Kumiko apretaba los puños con rabia contenida - Jamás podrá gobernar de buena forma, además nuestro principe no es un asqueroso homosexual.

- ¡Pero que tonterías estás hablando! -esta vez uno de los ancianos concejales de su reino gritó con la mirada llena de furia.

- Lo que escucharon son unos enfermos -dijo otra mujer.

- Su pueblo debe estar lleno de esas porquerías, son un asco. Definitivamente la alianza no se hará -otro anciano gritaba con furia.

Retz no lo podía creer, era un hombre... Había escuchado de ellos más nunca creyó que conocería a uno.

Y Killua, no sabía que hacer, su padre le había dicho que escogiera bien y que no hiciera una estupidez para entrar de nuevo en guerra. ¿Pero... Un hombre?

Gon se sentía aterrado, pero haber escuchado esas tonterías lo hacía sentir furioso, odiaba esa sensación, ¿Cómo era posible?

Si él... Estuviera aquí, que hubiera hecho. Esto era una tontería.

- ¡Silencio! -gritó y con la cabeza alta miro a cada uno de ellos, su voz fue escuchada. Aneko lo miraba curiosa, ¿Qué haría? - ¡No voy a permitir que hablen de mi pueblo de esa forma!

- ¡Cómo te atreves a dirigirnos la palabra maldito ...! -el anciano se había acercado con enojo hacia el moreno, pronto se escuchó a alguien desenvainar su espada, un azabache colocó la espada entre el emperador y ese hombre que se acercaba peligrosamente.

- Mucho cuidado con lo que vaya a hacer si no quiere que lo mate aquí mismo -hablo con frialdad, mostrando sus ojos rojos, Gon trago saliva.

- Baja el arma Takeshi -la voz del emperador sonó, viendo que todos estaban listos para la batalla ahí adentro.

- No están en posición para decir algo como eso -la voz de Gon se hizo sonar en la habitación - La alianza se ha hecho, el matrimonio seguirá y además su mismo señor sabe de esto y acepto, ¿Acaso son tan estúpidos para pensar que el emperador Ashikaga no sabía de esto?, Son patéticos, además están en territorio enemigo y son pocos, para nosotros no sería difícil matarlos.

- Harías una nueva guerra -hablo está ves Killua quien lo miraba con los ojos más fríos que alguna vez pudieran ver en su rostro. Gon sonrió y lo enfrento, no tendría miedo, no ahora que no podía volver a atrás, había tomado una decisión y la llevaría hasta el final.

- Que no se te olvide que si no fuera por esta alianza ustedes hubieran perdido -dijo Gon con una sonrisa, sorprendiendo tanto al albino como a todos ahí, Aneko lo miro con una sonrisa orgullosa, el emperador igual y Kumiko sonreía con alegría.

- Para ser una escoria sabes muy bien nuestra posición -un hombre de cabellos blancos que jamás se levantó de la mesa lo miro con curiosidad en si mirada.

- Por suspuesto que la se -dijo el joven - En todo caso la alianza está hecha, el matrimonio se hará, soy un hombre que tiene la capacidad de embarazarse así que por un heredero no se deben preocupar, soy capaz de ser la emperatriz de dos naciones y a menos que ustedes nos den una mejor postor para gobernar yo no daré mi puesto.

Retz lo miraba con curiosidad, ahora que había quitado esa máscara de calidez y sumisión parecía que este... Chico era muy capaz.

- ¿Y cómo le diremos al mundo que eres un doncel, que un monstruo como tú está gobernando? -preguntó Killua, mirándolo con ojos sospechosos, Retz quería hablar, no es de buena forma que le llamara así.

- No me llames monstruo -dijo el chico con un rostro imperturbable, aunque en realidad quería salir de ahí, encerrarse en su habitación y llorar - No, lo haremos, yo... Me presentaré como mujer, para poder preservar el trono y el pueblo no quiera quitarnos y así preservar la paz en ambas naciones.

- Ocultarlo es una buena forma -dijo Aneko - Además mi príncipe es lo más capaz para gobernar aquí la verdadera pregunta sería ¿Qué tan capaz es el suyo para gobernar alado de otro hombre?, ¿Acaso te da miedo?

Killua la miro con el ceño fruncido y los puños cerrados.

Gon se sorprendió, al escucharla ¿defendiendolo?

- Mi nombre real es Gon, pero ante los demás seré Sayuri, ya que hemos aceptado cada uno de los puntos les invito a cenar que hay muchas cosas que mañana debemos hablar -asi fue como el joven se sentó y comenzó a comer con elegancia, todos los miraban entre sorprendidos y el anciano de cabellos blancos con una sonrisa.

Todos los presentes de la dinastía sur estaban felices, contentos y orgullosos de su princesa... No de su príncipe, todos tuvieron una cosa en la mente, la emperatriz debería estar totalmente feliz.

Y, Killua, estaba... Sorprendido, confundido en realidad no sabía que pensar o esperar de su futuro... ¿Esposo?

Retz quien miraba con emoción al moreno, pudo pensar que Killua no la tenía fácil menos con un chico que se veía tenía mucho carácter. Sería divertido, y ella juraría lealtad eterna a su emperatriz.

El kimono que usaba Gon.

Holaaaaa ❤️.

¿Les gustó?

Me emociono mucho escribir este capítulo y aunque lo iba a publicar hasta después decidí hacerlo ahora.

Pronto sabremos más acerca de esta línea temporal, y el verdadero pasado de Killua y Gon.

Bueno, nos leemos la siguiente actualización ❤️.

Bye bye ❤️.

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