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☄️ Nɪɢʜᴛ Tᴡᴇʟᴠᴇ ☄️

Gon abrió los ojos sorprendido, tal vez había escuchado mal. Si debía ser eso, sin embargo la mirada de Killua sobre él le decía todo lo contrario.

Comenzó a reírse con nervios alejándose un poco de Killua.

— ¿Gon? —la voz del albino le hizo verlo —. Sé que es súper extraño y que te puedes confundir.

— ¿Confundir? —preguntó, bueno tal vez le confundió ¿qué tipo de salir?

— Es —nego con la cabeza, sus labios también tenían una sonrisa nerviosa, Killua era tierno —. Es solo que quiero conocerte más... No solo con un celular en mano, quiero conocerte.

Gon entendía, porque sentía lo mismo. Pero, tenía miedo.

— Salgamos, no como pareja —rió y movió las manos —. Cómo ¿amigos?, no lo sé, solo quiero conocerte más.

Amigos, ¿no eran eso?, pero tenía sentido; él tampoco se lanzaría a pedirle una relación a una persona con la que apenas se conoce. Tenía miedo, si; pero quería intentar, saber si este sentimiento de perdida, de emoción se iba una vez estando más tiempo con el albino.

No confiaba en hombres.

Jamás lo hizo, porque cuando era niño entendía que su padre lastimaba a su madre, lo lastimaba a él. Fue la primer experiencia con un hombre, con un padre que simplemente lo lastimo con su falta de interés, ser doncel no era fácil.

Para una mujer y un hombre doncel no era fácil sobrevivir en la sociedad, siempre siendo esa personas que vivían con miedo, miedo a encontrar un idiota por la calle que les hiciera daño.

Y Gon, lo entendió desde que era un niño, cuando se salió de su casa lo único que le pasaba por la cabeza era tener cuidado con hombres y llevar dinero al pequeño departamento que tenía.

Siempre fue así, un constante miedo, y una sensación agria por saber que su madre ni siquiera le prestó atención al salir de su casa.

Conoció muchas personas, y aprendió a la mala quienes eran verdaderas amistades, quienes no se podía llamar parejas. Y aún así los aguantaba, porque era más fácil decir tengo novio y que esos idiotas se alejaran.

Porque claro, le hacían más caso a un "tengo novio" que a un "no". Era la única forma que tenía para alejarlos.

Hizo cosas que sus inseguridades y falta de autoestima le obligaron a realizar, no estaba orgulloso de ello.  Buscaba cariño tan solo un poco; siempre lo busco en malos brazos.

Y ahora era el mismo sentimiento, porque tenía miedo de Killua, tenía miedo de sus emociones. Tenía miedo de descubrir porque sentía a esa persona tan cercana pero a la vez tan desconocida, tenía ganas de saber lo que de verdad su corazón le gritaba.

¿Podría hacerlo?

Mito siempre decía que para obtener algo siempre se debe sacrificar otra cosa; un intercambio.

Y aquí... ¿Sería lo mismo?

¿Qué quería obtener?

¿Qué quería sacrificar?

Haría caso a esa mujer, necesitaba saber a dónde llegaría esa extraña relación que tenía con este chico.

— Killua, yo... —pero las palabras no salón porque estaba nervioso —. Si, yo... Yo también quiero conocerte más.

Y fue cuando vio esa sonrisa, de nuevo. Killua sonriendo era de verdad una de las cosas más lindas que había visto. Quería aventurarse, quería ver más matices de ese albino que estaba poniendo su mundo patas arriba.

— Bien —contesto sonriendo.

Pronto las risas de sus amigos se hicieron sonar cada vez más fuertes hasta que llegaron con ellos.

Aquella noche, los corazones de todos se mostraban cálidos y felices.

Kurapika no hubiera sido conocido por si solo si no fuera por su hermano Arata. Y él lo sabía, era un doncel que no podía entregar nada más que morbo y una buena noche.

O eso era lo que escuchaba en los pasillos de la universidad, el rubio de verdad creía que ya estaban bastante grandecitos para estos estúpidos e inútiles juegos que no llegaban a ningún lado. Pero claro, ser hermano de un idiota también lo convertía en un idiota e incluso era peor, ¿por qué? no tenía ni idea.

Y lo peor es que el mismo creía esas palabras, porque una cosa era parecer estoico, sin ninguna reacción a tales comentarios y otra muy diferente era lo que llevaba dentro, como se sentía que era la peor parte. A Kurapika no le gustaba su vida, odiaba ser un doncel, odiaba ser patético, odiaba ser tan deseado por su cuerpo y no por su ser.

Odiaba las miradas de esos idiotas y los rumores de esas estupidas, y aún así se mostraba serio y amable, porque todo era más fácil dando una linda sonrisa.

Su hermano era un idiota, que siempre menospreciaba tanto con mujeres como con donceles y sin embargo nadie se metía con su hermanito. Idiota, siempre escucho como lo hacía menos solo por poder engendrar y aún así su hermano se ponía ese estúpido disfraz de "protegeré a mi hermanito". Lo sentía pero él no podía querer a un hombre que lastimo a muchas chicas y que... Le arruinó la vida a ese chico.

Él no podía ser cómplice de él, su hermano no lo quería y tampoco sabía porque hacía su teatrito. Culpaba a su padre, por haberle educado de esa manera, todo hubiera sido más fácil si él de hubiera quedado con su madre y ella no hubiera muerto.

Él sería más feliz, él sería menos desconfiado, él se amaría; pero no, dos personas vinieron y le hicieron odiarse a si mismo y aceptar cada uno de los insultos que le daban. ¡Gracias papi, gracias hermano!

Siempre fue así, hasta que los conoció, suena a un cliché bastante común pero, así fue. Era lo único que le agradecía a Arata, haber conocido a Gon, había escuchado hablar de él, si eres doncel claro que tú nombre anda por todas las bocas de la escuela y él no era la excepción, sin embargo fue hasta que su estúpido hermano menciono que quería intentarlo con él, sus instintos le dijeron que algo malo pasaría como con el otro chico.

No pudo evitar ese suceso, fue demasiado tarde... No quería que otra persona pasará por lo mismo y que él lo supiera. No podía vivir con otra carga más, con esa culpabilidad; así que corrió y corrió hasta encontrar al muchacho que obviamente lo vio rarisimo.

Y aún así, estar con él... Con ellos, fue lo mejor.

No confiaba en nadie.

Ni en mujeres, por qué ellas podían ser igual que malas que los hombres, siempre inventando sus patéticos rumores y chismes, alentando a qué haya más burlas.

Lo vio en secundaria con esa pobre niña, lo vio en un juego de niños en primaria y lo veía ahora.

En esta vida no podía confiar en nadie, ni siquiera en si mismo. Y eso último le dolía mucho.

Pero, luego llegan estás personas a darte una cachetada y decirte claro que puedes y podrías hacerlo en nosotros ya no sentía esa sensación de hogar desde la muerte de su madre. Ese sentimiento que te hace querer verlos, abrazarlos, reír con ellos y platicarles cómo estuvo tu día. Porque ellos se preocupaban por eso, ellos querían saberlo, ellos se interesaban en él, no por su cuerpo, por su bonita carita o por qué tan inteligente es.

Simplemente por ser él.

Y no saben cuánto lo agradecía, porque ese círculo al que llamaba hogar solo se hacía más grande, con la llegada de Bisky, Yoshio y Killua.

Disfrutaba estar con ellos y sinceramente... Disfrutaba estar con él.

Jamás escucho hablar de él, y como se conocieron fue hasta cierto punto gracioso. Palm había mandando la dirección de dónde se tenían que ver, el llegó unos minutos más temprano porque el muchacho era muy puntual y prefería esperar a que le esperarán.

Cuando llegó a la parada de autobuses, notó que había otro chico ahí, alto jeans negros y un abrigo largo que no dejaba ver su demás ropa, veía su celular mientras se recargaba en el tubo de la señal de autobuses.

Vio que el banco largo de metal que estaba ahí era perfecto para descansar por lo que sin más se sentó en el cruzando las piernas y esperando a que la chica llegará.

Hacía frío ese día, llevaba una bufanda de color blanco que le tapaba parte del rostro y orejas, colocó sus audífonos solo en oído mientras esperaba, vio que el chico se sentó a su lado y bueno él era desconfiado estaba esperando algo que le hiciera marcharse y decirle a Palm que lo veía en otro lugar.

— ¿En serio Palm?, porque tardas tanto —su voz era aburrida, espera, ¿dijo Palm? —. Ya estoy aquí, okey si, si, aquí te espero.

Sabía que seguía con el celular en mano porque se escuchaba una leve voz hablar.

— ¿Ah?, aquí hay un chico, si, es rubio, oh qué si, espera —el alto le tocó el hombro haciendo que el rubio volteara con un sonrisa amable fingiendo que no había escuchado una conversación ajena.

— ¿Qué pasa? —preguntó cordialmente

— De pura casualidad ¿No te llamas Kurapika y conoces a una molesta u gritona Palm? —el rubio casi se echa a reír por como le dijo a su amiga, se aguanto las ganas y asintió con la cabeza.

— Si es él, estamos aquí esperándote, llega ya que hace frío —colgo su celular y todo fue incómodo, al menos para el rubio.

— Estabas escuchando ¿verdad? —era una afirmación.

— No, llevaba los audífonos —hablo el rubio.

— ¿Si?, porque cuando te hablé no llevabas ningún audífono —el de lentes tomo el audífono que caía de su lado con una ceja alzada.

Y el rostro de Kurapika se puso rojo de la vergüenza, tal vez se puso el audífono dónde no debería ir.

— Lo siento —respondió sin alzar la mirada.

— No te preocupes, yo también lo hubiera hecho. Es mejor escuchar conversaciones ajenas a morir del aburrimiento y frío aquí —dijo llevando sus manos a su boca para sacar aire caliente de su boca y luego frotarlas entre sí —. Cierto, que idiota soy, me llamo Leorio.

— Bueno, ya sabes mi nombre —hablo con una sonrisa que no se veía del todo por la bufanda que después removió para charlar a gusto con el chico mientras la pelinegra se dignaba a llegar.

Fue muy grato sentirse cómodo con el alto, por lo general cuando conocía nuevas personas siempre se sentía incómodo porque no sabía de qué hablar y cometía muchos errores, es por eso que agradecía que Leorio pudiera hablar de cualquier cosa y así podía seguirle el ritmo a la conversación sin preocuparse por llevar el liderazgo de la misma.

Era tan espontáneo y divertido, ya le había sacado unas cuantas risas reales, no esas que das por educación a cualquier chiste que no daba risa pero que aún así tenías que reír.

Fue así unos minutos hasta que Palm llegó corriendo y agitada.

— Hasta que te dignaste a venir —el algo se levantó.

Okey, si era muy alto, cuando lo vio recargado no lo vio tanto pero ahora totalmente parado era muy alto.

— No te quejes —la mujer rodó los ojos y luego se acercó al rubio —. Oh perdona por hacerte esperar con este idiota, Kurapika.

— No hay problema —respondio con una sonrisa.

El rostro de Leorio se convirtió en sorpresa y luego en una indignación falsa.

— ¿Perdonen? —preguntó.

— Oh, lo siento Leorio, no fue mi intención —el rubio trato de disculparse, sin embargo el chico solo rio y movió la cabeza.

— Bueno, es momento que me acompañen —la única mujer engancho sus brazos a los de los dos chicos, quedando en medio y comenzando a caminar juntos.

Kurapika rió al recordar aquel día, haciendo que Leorio lo mirara con una ceja alzada.

— ¿De que te ríes? —preguntó en un susurro.

— Nada —contesto cambiando de hoja.

— Dimee —el alto alargo la última vocal haciendo que Kurapika lo viera con diversión.

— De tu sufrimiento, sigue estudiando, ¿no dijiste que ibas a hacer eso? —el rubio era más abierto cuando estaba con él, eran amigos después de todo.

— Te odio —el estudiante de medicina rodó los ojos llevando su mirada al gran libro que tenía frente a él.

— Uy si, se ve muy creíble —el rubio le hizo burla haciendo que Leorio sonriera mientras leía.

No lo molestaría más, mañana tendría un examen importante y él solo estaba ahí para acompañarlo. Se sentía bien estar a su lado, se sentía seguro.

Era así con todos, pero con Leorio era algo... un poco más diferente. No lo entendía, pero le gustaba el sentimiento, siguió leyendo aquella historia que tenía entre sus manos.

Los días habían pasado, después del cumpleaños de Yoshio todo había vuelto a ser lo mismo, la misma monotonía atrapaba una vez más a las personas que circulaban esto llamado vida.

Las calles poco a poco se coloreaban de colores cafés, los árboles perdían sus hojas verdes y comenzaban a adornarse con hojas de colores naranjas y matices cafés, la brisa era cada vez más gélida.

Otoño había llegado.

Alessandra amaba ese clima, le recordaba a su madre, aquella hermosa mujer que ya no vivía en Italia si no en Australia.

La extrañaba, mucho. Pero, ahora mismo tenía un trabajo que hacer.

Vio que el joven Yoshio caminaba por los pasillos revisando algunos papeles y con un café en mano, la italiana camino tras él, hasta que el joven volteo y casi choca con la peliroja.

— ¡Lo siento Alessandra! —el japonés la vio con terror, el café estaba demasiado caliente si se lo hubiera arrojado a ella hubiera estado muy arrepentido.

— No te preocupes, no paso nada —hablo con una sonrisa —. Creo que fui yo, ya sabes me pare justo detrás de ti.

— ¿Ne-necesitabas algo? —preguntó.

— Sip, ¿te parece comer algo? —le cuestionó aún con esa sonrisa amable.

— Oh, ¿cenar?, ¿te parece?, tengo una comida con Gon y... —el chico hablaba mientras veía su reloj.

— ¿Gon? —preguntó curiosa.

— Ah, un amigo, entonces ¿Una cena, te parece? —preguntó con apuro.

— Por supuesto si —contesto

— Bien, me tengo que ir. Linda tarde Alessandra —el muchacho literal corrio hacia la sala de juntas.

Alessandra miro por dónde se había ido, ¿Gon?, ese nombre se le hacía conocido y no recordaba porque. No me restaría impotencia, esas pequeñas cosas eran las que significaban más. Los tacones se escucharon por el pasillo, caminaba a su oficina recordando cada momento dónde era muy posible que estaba ese nombre.

Entro en ella, Bianca veía su celular con aburrimiento.

Te suena el nombre de Gon —preguntó a su mejor amiga.

Mmm, lo escuché de Bisky, varias veces, ¿por qué?  —la castaña bajo el celular viéndola, su amiga sonrió.

Por nada, solo preguntaba —hablo la chica con una gran sonrisa en sus rojos labios.

Yoshio estaba esperando a que la junta terminara mientras tanto hablaba por teléfono con el moreno que no dejaba de preguntarle cosas.

— No, Gon, tienes que ir —hablo con cansancio.

— Me da pena, ¿y si le digo me enferme? —la voz detrás de la cabina sonaba nerviosa, y él solo podía reír con ello.

— Te vio hace tres días, no te va a creer —contesto con burla.

— Esque vamos a ir solos, es como una cita —escucho el chillido detrás del teléfono y sonrió con ternura.

— Ya era hora, me encantaba como para verse llevaba a Palm o a Bisky o a mi —el pelinegro rió con burla al recordar todas las salidas de amigos dónde Killua y Gon era protagonistas.

— Es que da pena, y él comenzó no yo, es más fácil cuando hay más personas con nosotros —suspiro.

— Lo sé, pero creo que todos sabemos que hay algo más entre ustedes dos, créeme hasta un ciego lo vería —

— Claro que no —

— Claro que si, no es por nada pero cuando los veo juntos siento que estoy invadiendo algo muy íntimo —

— Tonterías, a penas nos conocemos —

— Nop, ustedes no se conocen de apenas —rio, sin embargo esa sola frase le hizo sentir escalofríos a ambos. Era una afirmación tan real que llevaba otro significado, uno que parecía ser conocido por ellos... Tres.

— Como sea, me tienes que ayudar a elegir lo que me voy a poner —

— Obviamente —

— Oh y no olvides que me debes una muy grande, por tu culpa mi madre no para de decirme que le presente a su supuesto yerno —

Yoshio soltó una risotada, contagiosa y alegre.

— Increíble, fue increíble. Debo de adelantar las cosas, porque si no ustedes dos estarían todavía en las citas dobles que no eran citas —

— Muy gracioso, me tengo que ir suerte en tu trabajo y te vienes con cuidado, te quiero —

Yoshio sonrió, era verdad que no esperaba tener una conexión tan grande con Gon (mucho menos con Kurapika), lo sentía muy cercano y esperaba que fuera así por siempre.

Esperaba seguir sintiéndose cercano a Gon y Killua, que esa conexión que tuvo con ambos desde el inicio jamás se acabe.

Holaaaaa ❤️

Si me tarde un poco en actualizar butt estuve de viaje y no tenía bien internet además de que cuando regrese me enferme horrible y apenas me estoy componiendo.

X, ¿Les gustó?

¿Cómo están?

Lxs extrañe.

Está vez quise que viéramos un poquito a nuestra segunda parejita Leopika, que no había puesto nada de ellos.

Además de que ya necesitaba más interacción entre Yoshio y Gon.

Pero buenooo, lxs quiero mucho, tomen agua y cuidense.

Nos vemos la siguiente actualización.

Bye bye ❤️

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