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Multimedia: Itoshi Sae de incógnito.

Escenario: Mientras que algunas Strikas estaban pasándola bien con los jóvenes, Rhaenyra se encontraba ocupada con algunos pendientes antes de tener que volver a dejar Japón. Una salida familiar no le hace daño a nadie.

Basado en los capítulos del manga #150: Día Libre y #152: Reinicio.

Personajes: Itoshi Sae, Itoshi Rin, Rhaenyra Luck, señor Itoshi, Giraud Dabadie.

°Hoy presentamos: Día Libre (parte 2).°

⚠️ADVERTENCIA: Capítulo largo.⚠️

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RHAENYRA's POV:

Para muchos, el tener a ambos padres vivos era más que una bendición.

Para otros les resultaba muy molesto porque eran regañados, pero en el fondo sabía que era por que los amaban.

Gracias a los padres existimos, gracias a sus sacrificios podemos tener una buena vida, gracias a ellos tenemos amor.

Pero a veces ese amor puede llegar a ser algo enfermizo e incluso asfixiante. Retorcido y doloroso. Estricto y cortante.

Y vaya que en el sentido estricto cumplió con toda la extensión de la palabra.

Mi madre fue la encargada de emplear bien esa palabra en mi vida, haciendo que en mi espalda cayera una responsabilidad que en aquel entonces no sabía que me costaría llevar. No la culpo de nada, solo de no atenderse a tiempo.

Por otro lado, mi padre fue mi salvación y mi refugio cuando más lo necesitaba. Aunque había veces en que no podía serlo siempre. No era un mal hombre, es solo que el carácter de mi madre podía con el cuando menos se lo esperaba.

Mis hermanos menores, Sae y Rin, aquellos dulces niños que siempre me alegraban mis tardes cuando llegaba a la casa toda exhausta todavía seguían conmigo, aunque no como antes.

Suspiré un poco mientras tomaba mi aún caliente té de manzanilla que había pedido en aquella cafetería.

Miré mi reloj de mano y marcaban las doce con cuarenta y tres de la tarde, creo que llegué un poco antes de lo acordado.

Habia citado a mi padre el día de hoy para ponernos un poco al día. A veces las cartas no eran suficientes para comunicarse y expresar todo lo que sentía en esos momentos.

Al marcar las doce con cincuenta vi a lo lejos una figura de mediana estatura con un saco de color marrón y pantalones negros que se acercaba con un poco de prisa y pasar por aquellas puertas de vidrio para mirar hacia los lados.

Me levanté de mi asiento y levanté la mano para que pudiera ubicarme, una vez que me miró se dirigió hacia mi con una sonrisa en el rostro.

Yo le correspondí y antes de darme cuenta ya me estaba abrazando.

—Te extrañé tanto. —seguía abrazándome fuerte y yo le correspondía de igual forma.

—Y yo a ti, papá.

Nos tuvimos que separar y tomamos asiento. Una mesera vino hacia nosotros y tomó la orden de mi papá que solamente pidió un café con leche y yo aproveché para pedirle una rebanada de pastel de fresa.

—¿Cómo has estado, hija? —se acomodó mejor en su asiento mientras me sonreía paternalmente.

Sabía que esa pregunta no era solamente por preguntar, después de todo el desastre que se realizó aquel día papá me ha estado informando de como ha estado mamá sin que se dé cuenta.

—He estado bien, mejor que nunca si te soy sincera. Por fin siento que todo lo que he estado trabajando durante años no fue en vano.

—Yo sé que tu madre no te lo hizo fácil, pero sigue siéndolo hija, aunque lamento mucho que ya no te permita pasar a la casa. Te prometo que seguiré trabajando con ella.

—Solo no dejes que se comporte mal con Sae, ¿si?

—De eso no te preocupes, Sae me ha dicho que no tiene pensado ir a la casa y que se seguirá hospedando en el mismo hotel.

Como siempre mi lindo hermano menor no quiere que nadie sepa en donde era su antigua casa. Igual que cuando éramos niños.

Suspiré rendida ante ello, la verdad es que no tenía planeado arreglar las cosas con ella ya que precisamente fue la responsable de que esto pasara a mayores. Yo solo le expliqué mi situación actual de mis decisiones de mi vida como la persona legal que soy.

Seguimos hablando sobre otras cosas y llegó nuestro pedido. Feliz de disfrutar mi pastel de fresa en mis vacaciones. Gracias a Dios.

—¿Ya te dije tienes un nieto?

Creo que no usé bien mis palabras porque mi pobre padre casi se ahoga con su café. Le tuve palmear la espalda porque comenzó a toser demasiado fuerte.

Pudo volver a respirar mejor y luego me miró atónito.

—¿Qué? —su rostro lucia entre asombrado y asustado.

—Rae, ya te había hablado de él, papi.

—Ah, claro. —nuevamente su rostro tomó otra forma, una más calmada y aliviada. Me reí levemente por eso. —Adorable criatura.

—¡Si! Hasta te traje fotos de él para que lo vieras mejor.

De mi bolso saqué algunas polaroids en donde aparezco con Rae entre mis brazos y se las pasé.

—¿Verdad que está hermoso?

Papá no dejaba de ver las fotos y luego me miró de manera tierna.

—Si hija, muy bonito y todo. Pero ya que estamos hablando sobre esto... ¿Cómo va tu vida sentimental?

Ahora fue mi turno de casi ahogarme pero con mi pastel, tuve que beber de mi té para que se me pasara ese malestar en mi garganta.

—¿Qué? —pareciera que me devolvió el mal momento que le hice pasar sin querer.

—Si hija, ya me habías contado algo sobre eso pero jamás me pudiste decir más por... Bueno ya sabes porqué.

Si, ya sé porqué. Viendo todo lo que se me había impedido probar desde niña era más que claro que estaba más que sumergida en las expectativas de mamá.

—Ese aspecto con mi vida ha estado muy bien papá, creo que ya lo había mencionado en casa, claro, después de hacerme escuchar en ese lugar.

Y no era mentira, recuerdo haberle dicho a mamá en medio de su histeria que estaba muy bien acompañada y le especifiqué de quien se trataba. Que ella no me haya querido escuchar no era asunto mío.

Creo que la influencia de Kyrie ya me estaba afectando más de lo que pensé.

—¡Oh, cierto! Creo que ya sé a quien te refieres. Buena persona. —me dijo papá.

Seguimos hablando de distintas cosas hasta que el reloj marcaba cerca de las tres, ya debíamos irnos hasta donde sería mi siguiente diligencia.

La platica con jóvenes sin apoyo para el cumplimiento de sus sueños.

Ya le había estado informando a papá el como se constituía mi fundación y a pesar de que no lo entendió al principio no le disgustó para nada mi idea innovadora de que mujeres cumplen sus objetivos sin temor a nada.

La plática se iba a realizar en un pequeño local ubicado en Tokio, en la zona sur de este. Nosotros no estábamos muy lejos de ahí por lo que optamos por ir caminando.

Papá me contó que Rin tenía días libres de ese proyecto y se me ocurrió una idea de como me iba a encontrar con el una vez que haya acabado con mi agenda. Llegando al lugar se veía alrededor de más de 20 jóvenes de entre 14 a 17 años.

Se tenía pensado que la duración de la plática constaría de 2 horas aproximadamente. Papá escuchó cada uno de los testimonios de las niñas que no tenían el apoyo de sus padres y que buscaban alguna forma de hacerlo sin recibir la desaprobación de estos e incluso llegó a opinar respecto a eso para poder darles más opciones.

Gracias a eso la mayoría lo tomaron como una motivación para no renunciar a sus principios y seguir avanzando en su vida como quienes deseen ser sin la intervención de aquellos que no dejan que sus alas se muestren como tal.

No solo pueden ser padres, también puede ser alguna pareja que estaba dispuesto a opacarlas con tal de verlas mal y vanagloriarse de su sufrimiento tanto físico como mental.

Puede que tarden un tiempo de forjarlo pero no era imposible de lograr.

Lo aprendí bien estando en el equipo y con el entrenador.

Marcando cuarto para las cinco de la tarde tuve que despedirme de papá en la estación del tren, no sin antes darle un suéter que yo misma le diseñé para las temporadas frías.

Papá tomo el tren y yo me despedí con la mano al verlo irse, una vez que ya no estaba en mi campo de visión salí corriendo hacia las escaleras para dirigirme hacia donde creí que se encontraría.

Si yo fuese Sae, ¿dónde estaría en un día como este?

Pues claro, en el centro de la ciudad donde las tiendas de marca estaban lanzando nueva mercancía de la temporada.

Y como a mi también me gusta la nueva colección que se lanzó hace algunas semanas no iba a desaprovechar la oportunidad de matar dos pájaros de un tiro.

La zona estaba a reventar de gente por todas las tiendas comerciales y en las calles, algunos locales tenían adornos de luces por las barras de metal para poder atraer a más clientes.

Yo tenía pensado ir a solo 3 lugares pero con mi improvisado plan de toparme con Sae ya no sé que podría pasar.

Y hablando del rey de Roma, ingresé a la tienda con solo dar 15 pasos y ya lo veía eligiendo ropa con su atuendo poco convencional para no ser reconocido. Debo admitir que se me hizo algo ridículo verlo así, pero en parte lo entiendo.

Incluso yo vestía una blusa de manga larga color beige y una falda a la solo tres dedos arriba de la rodilla con unas medias negras para el frío junto con unos botines de tacón bajo de color negro, junto a un abrigo color blanco que me llegaba a a cubrir parte de la falta.

Mi cabello estaba recogido en una cola de caballo alta y mi fleco quedaba libre sin ningún problema y mis lentes estaban encima de mi cabeza. Sae por otro lado vestía muy bien, pero una gorra negra y unos lentes era lo único que usaba para intentar tapar su rostro junto el chandal blanco que le cubría gran parte de su cuerpo.

Vaya, hasta en gustos somos iguales.

Me le acerqué desde atrás sin que se diese cuenta mientras él observaba una camisa de manga larga de color azul claro.

Ese azul no, hermano.

—Te quedan mejor los colores vivos y fuertes, siéndote sincera. Aunque los neutros también te sientan bien.

Puede que haya sido mi imaginación pero creo que lo vi sobresaltarse levemente ante mi aparición. Me miró frunciendo el ceño y yo le sonreí como si nada.

Caminé directo hacia donde estaban las camisas pero con mejores colores para él, el blanco no era opción ya que presentía que tenía demasiadas de esas entonces vi una de color rojo oscuro, parecido a su cabello.

—Este te sienta mejor. —le mostré la camisa y sin darle tiempo de que me contestara se la di. —Pruébatela.

Y pobre de él si me dice que no.

Capaz y supo lo que pensé ya que la tomó sin rechistar. Así me gusta, al instante.

Sae se fue a los probadores y yo seguí buscando más cosas para él y de paso cositas para Rin. Vi de lejos una camisa de cuello de tortuga y de manga larga de color negro que sabía que le quedaría bien y de paso un traje color gris.

Pero que buenos gustos tengo, Dios mío.

Además de esas prendas me tomé la libertad, más de lo que ya lo hacía, de tomar algo más para él.

—Sae. —me responde con un sonido proviniendo de su garganta detrás de la cortina. —¿Tienes una gabardina o saco marrón en tu guardarropa?

—No, ¿porqué?

—Perfecto. —abrí la cortina que nos separaba tomándolo por sorpresa por segunda vez en el día y le di las prendas. Lo observé bien con la camisa puesta y me gustó. —¿Ves? Ese si es tu color. Ya vuelvo.

Sae cerró la cortina mientras que yo fui directamente hacia el área de los sacos para hombre y vi el saco que le vendría bien y de paso la gabardina del mismo color.

¿Porqué conformarme con una sola prenda si le puedo dar los dos y más si le queda bien?

A veces tener un hermano guapo era muy entretenido cuando se deja vestir por mi.

Le pasé el saco y la gabardina, sin abrir la cortina esta vez, para que las tomara y así fue.

Esperé frente al banco que estaba delante del probador mientras leía los mensajes del chat grupal con el equipo.

Me daba algo de risa leer los comentarios tan ocurrentes de Matadora que visitaba Roppongi, todavía recordaba que en la mañana nos pidió informes a Kyrie, a Gresa y a mi sobre el lugar diciendo que tenía que visitarlo antes de irnos.

Escuché el sonido de la cortina correrse y levanté mi mirada para poder admirar mi creación.

Me llevé mi mano a mi boca simulando impresión.

Estaba usando el primer conjunto que le di y se veía fenomenal.

—A ver una vueltecita. —con mi dedo hice la seña de un giro y este aunque me miró raro me hizo caso. —Qué guapo~. Espera, deja te tomo una foto.

—No creo que eso sea...

No lo dejé de terminar porque ya me encontraba fotografiándolo desde todos los ángulos.

—No finjas que no te gusta esto. Puede que no te agrade llamar la atención de otros pero la mía es totalmente distinta.

Bajé mi celular para poder mirarlo a los ojos.

—Así que si, es totalmente necesario porque en primera eres mi hermano y te amo con todo mi ser y en segunda no nos hemos visto desde hace 6 años.

Me giré para volver a sentarme en el banco.

—Yo quiero pasar tiempo con mi gemelo y sé que en el fondo tú también quieres recuperar el tiempo perdido conmigo.

Al parecer di en el blanco porque no me respondió, dicen por ahí que el que calla otorga así que tomé su silencio como una afirmación.

Él siempre fue de pocas palabras, en cambio Rin era el que más hablaba pero supongo que eso cambia desde de estar 6 años ausente. Sae volvió a cerrar la cortina para probarse el siguiente conjunto que le escogí.

Pocos minutos después sale con lo que era un saco negro y debajo de este era la camisa blanca de botones y un chaleco del mismo color de cabello.

—No cabe duda de que tengo un hermano muy guapo. —tomé la foto antes de que se volviera a cambiar.

Miraba mi celular si había tomado bien la foto y mientras hacía eso, no me di cuenta que Sae se había acercado a mi y colocó sus manos en mi rostro para levantarlo levemente.

—Tu también eres muy guapa, siempre lo he pensado y lo sigo pensando ahora. Con o sin lentillas. —sus ojos brillaban tenuemente mientras me decía aquello.

Me avergoncé un poco, Sae no era el de los cumplidos lindos así que me tomó por sorpresa. Ese día había decidido quitarme las lentillas para que mis ojos pudieran descansar un momento, dejando mis verdaderos ojos expuestos.

Verde azulado brillante, como los de mis hermanos.

—Puede que tengamos un rostro parecido, pero desde niños siempre he creído que eras la niña más hermosa de todas. Más que esas bobas de mi clase que no paraban de molestarme.

—Vaya manera te refieres a tus compañeras de tu antigua clase. —me burlé de su comentario tan despectivo.

—Eran muy molestas y más porque algunas querían ser tus amigas solo para acercarse a mi. Eso solo las hace ver que no tienen modales, a diferencia de ti.

Le golpeé levemente en el hombro mientras solté una risa nasal. Aunque no decía mentiras.

—Me probaré el siguiente, ¿de acuerdo? Solo si me dejas escogerte algo para ti. —me ofrece un buen trato y yo no lo iba a desaprovechar.

—Por mi encantada.

Sae regresa hacia el vestidor y yo me quedo esperando más ansiosa.

Se probó todo lo que le di y naturalmente le tomé las fotos que tanto quería. Después de eso era turno de Sae que me escogiera la ropa.

Nunca dudé que tiene buenos gustos. Entre unas blusas color pastel y unos suéteres muy bonitos fueron los que lo convencieron para que me los probara. Agregando unas faldas del mismo corte que la que usaba y por si fuera poco nuevos zapatos junto a unos lindos aretes de una piedra color del mismo tono que nuestros ojos.

Claro, cualquiera se compraría eso cuando juega en el Real Madrid. Había olvidado que gana más que yo.

En cada conjunto que yo le mostraba también me tomaba una foto, que porque "lo lucía como se debe", esa fue su excusa. Que tierno.

Después de eso tuve que ir nuevamente al área de caballeros y buscarle algo a Rin que le quedara bien al instante.

Sin olvidar que ahora era más alto que yo.

Una vez que ya tenía todo lo de Rin, fui a la sección de damas para buscar un vestido de color negro algo ajustado y un perfume.

Sae miró lo que llevaba y no tuve de otra que decirle.

—Es para una amiga.

—¿Y esa amiga es buena?

No me sorprendió la pregunta.

—Cuando la conozcas lo sabrás. Ella es mi compañera de compras, tiene un buen gusto.

Supongo que con eso le convenció. Fuimos a la caja y dejé que el pagara todo.

Que buen servicio.

Teníamos muchas bolsas en mano por lo que no era de sorprenderse que algunas personas nos miraban. Algunos fans me saludaron a lo que yo correspondí y Sae tuvo que bajar más su gorra para que no le vieran la cara.

A lo lejos estaba una pequeña cafetería, perfecto, ya me estaba dando hambre.

Le di las bolsas a Sae mientras yo pedía algo para ambos. Sae le gustaba mucho la privacidad así que optó por irse al segundo piso del lugar donde no había nadie.

Esta vez  yo pagué lo de los dos.

Ya estando sentados solo era cuestión de esperar un café descafeinado y un aperitivo bajo en grasas para él y yo otro té con el mismo aperitivo pero con una rebanada de pastel aparte.

Cuando llegaron nuestros pedidos no pude evitar soltar lo mismo que con papá.

—Tú y Rin son tíos.

Casi me quedo sin gemelo. Se estaba ahogando con el café y tuve que palmear su espalda, lo mismo que hice con nuestro padre.

Una vez que pudo estar bien, me miró exigiendo más detalles.

—¿Quién es el desgraciado? —me preguntó seriamente.

—Nadie, lo cuido sola junto con las del equipo. —intenté no reírme de esto para no delatarme.

—¿¡Eres madre soltera?! —me preguntó exaltado.

—Antes si, pero ahora cuento con alguien que me ayuda a cuidarlo y otra persona me deja quedarme en su casa mientras tanto. —Dios, esto era tan divertido.

Sae se pasó ambas manos por su cabello mientras resoplaba. No sé cuanto tiempo vaya a aguantar.

—¿Cómo pudiste ser tan descuidada? —me mira a los ojos mientras me toma por los hombros. Yo me mordí el labio. —¿Nuestros padres lo saben?

—Solo papá. Recuerda que mamá me botó de la casa.

Llevó sus manos a su rostro, pensando en qué decir después.

—Bien, esto es lo que haremos. Yo me lo llevo a España y diré que es hijo de mi mánager y nadie sospechará. Así tu carrera no se verá afectada y después... —dejó de hablar cuando me vio reteniendo una risa a lo que alzó la ceja. —... ¿De qué te ríes?

—De ti. —solté una carcajada sin más. —¿Creíste que hablaba de un hijo mío? —ahora era yo quien alzaba una ceja mirándolo burlonamente.

Sae entró en confusión a lo que este solo asintió. Volví a reír. Saqué las polaroids que le enseñé a papá para que lo viera.

—Se llama Rae, ¿verdad que está bonito? —se las di para que las viera bien y me burlé de su expresión.

—¿Un gato? —asentí y este resopló. —¿Porqué demonios no me lo dijiste antes? —frunció el ceño mientras se cruzaba de brazos.

—Por que era muy divertido verte entrando en pánico por mi. Eso fue muy dulce.

Volteó la cara para ya no verme y solo se dedicó a ver por la ventana que estaba cerca de nosotros. Ya se me ofendió.

—Pero no te enojes~. —le picaba la mejilla para que me hiciera caso.

Este ni se dignó a hablarme. Pero que grosero.

—Bueno puede que si fue mi culpa por no ser específica, pero tus reacciones fueron un deleite para mi. —le tomo el rostro para que me mirase, seguía con el ceño fruncido. —¿Me perdonas? —le hice ojitos aprovechando mis pestañas largas para que funcionase.

Y al parecer si fue así porque me dio un beso en la frente y recargó su cabeza en mi hombro. Yo solo le acaricié el cabello.

—No me vuelvas a asustar así, casi me infarto al creer que eras madre tan joven. —solté una leve carcajada al oírlo. —No te rías, lo digo en serio.

—Lo siento, no pensé que fueses a reaccionar así, me pareció muy lindo de tu parte.

Saca su cabeza de mi hombro y me mira directamente.

—Como no me iba a preocupar, eres mi hermana mayor. Lo que sea que te pueda a llegar a pasar no dudes en que no me voy a preocupar. —su tono de voz era más seria que de costumbre.

Coloqué una de mis manos en su mejilla y la acaricié, este solo disfrutó del tacto.

Estuvimos así unos pocos minutos hasta que él decidió romperlo.

—¿Porqué? —me preguntó a lo que yo la miré confundida. Ser más específico no lo iba a matar. —¿Porqué escogiste el fútbol?

Ya se me hacía extraño que no me lo preguntara hace rato. Sabía que este día iba a llegar y me preparé mentalmente para esta conversación.

Quité mi mano de su rostro para poder sentarme bien.

—Por que quería comprenderlos. —le expliqué, este solo frunció su ceño y se recargó en la mesa para escuchar mejor. —No hay mucho que decir más que eso y el saber porqué estaban tan obsesionados con ese deporte.

—Había otros deportes que podrías a ver hecho, ¿porqué precisamente el fútbol? —creo que no le convenció mi respuesta. Solo suspiré ante ello.

—Como sabrás, nuestra madre se dedicó expresamente a que me ocupase de la gimnasia pero yo no estaba de acuerdo. —asintió a lo que dije. —Y al verlos a Rin y a ti jugar en los pocos partidos que llegué a presenciar los veía muy cómodos al patear una pelota. Siéndote sincera no lo entendía. ¿Qué tan entretenido podía llegar a ser el fútbol? Incluso lo llegué a odiar porque me quitó a mi hermano de mi lado.

Todo era cierto, no me gustaba el fútbol porque hizo que ficharan a Sae a un equipo en otro país, pero jamás dije nada para que no lo afectase.

Aunque yo fui la primera en irme de casa a la edad de 12 años para competiciones de gimnasia, mientras que Sae se fue a España a los 13, según lo que me contó Rin en una de las cartas que me mandó hace tiempo.

—Pero me disgustaba más hacer algo que mamá me pedía y no me sentía cómoda con eso. Tanto que llegué a pensar que era tiempo de renunciar. Dejé la gimnasia a los 15 y un año después recibí una invitación para realizar unas pruebas para un equipo. El resto es historia como puedes ver. —me encogí de hombros, era un resumen de todo lo que he hecho en estos 6 años fuera de Japón.

Sae me escuchó atentamente mientras apoyaba su rostro en su mano recargada en la mesa, procesando lo que le acababa de decir. No esperaba que lo entendiera por muy gemelo mío que fuese, no siempre pensábamos igual.

—¿Te tratan bien? —no me esperaba eso después de todo lo que le dije.

—Si, todas son buenas conmigo, también el entrenador y el mánager. —le comenté algo extrañada. Este solo asintió mirando la mesa, meditando.

—Entonces está bien. —me dice y se levanta para quedar a mi lado, justo como yo lo hice antes con él. —Si tu estás feliz, entonces yo también. Pero prométeme que te cuidarás y me llamarás cuando tú quieras. —le sonreí al escuchar decirme eso.

—Oye se supone que yo debo de decirte eso. —le miro alzando una ceja. Sae solo volteó su cabeza en dirección contraria.

—Solo prométemelo, ¿de acuerdo? Y quiero saber en donde vives ahora y con quien te estás quedando. —ni papá era así conmigo, Dios Santo. —Y mándame fotos de mi sobrino.

Le pegué en el hombro mientras me reía de su sobre protección. Se supone que yo era la mayor y mi responsabilidad era cuidarlos, no que ellos me cuidasen a mí.

—Cómete su panini y cállate. —Sae se cambia de asiento para quedar frente a mi.

—Tengo una hermana mandona. —le pateé la pierna. —¡Auch!

—Merecido lo tienes.

Ya una vez acabamos vi la hora en mi reloj de muñeca. Eran las seis con cinco. Casi dos horas, todavía alcanzaba a ver a Rin.

Sae y yo fuimos a su hotel y me ofreció quedarme pero le dije que tenía unas cosas por hacer a lo que a regañadientes aceptó pero que su mánager me ofrecería transporte, eso si lo acepté.

Giraud Dabadie, el mánager de Sae era un hombre algo tímido pero amable. Le sonreí para que no se sintiera incómodo conmigo a lo que parece ser que funcionó.

Me despedí de Sae con un beso en la mejilla y este me abrazó tomándome por sorpresa y también a su mánager que estaba con la mandíbula abierta. Creo que nunca lo había visto abrazar a una mujer por lo que veo.

—Llámame, ¿si? —a lo que yo asentí enternecida. Me dio un beso en la mejilla y antes de que este se fuera lo detuve.

—Sae. —se detiene pero sin mirarme. —No te resfríes.

Creo que no se esperaba eso, pero tampoco se quejó. Se volteó un poco y me sonrió levemente.

Le sonreí devuelta y salí junto al señor Dabadie al auto junto con mis cosas y le dije a donde quería ir.

—Jamás había visto a Sae-kun actuar así con una chica, debes de ser muy especial para él. —me dice mientras conducía, a lo que yo simplemente sonreí.

—Si así es, y él es especial para mi, señor. —sonreí con suficiencia ante mi propio comentario.

—¿Eres su mejor amiga? Aunque eso me sorprendería. —continuó con la plática y yo estaba tan sumergida que no me di cuenta que le dije algo que creo que Sae quería mantener en secreto.

—No señor, soy algo mejor que eso, soy su hermana mayor. —casi me voy de boca cuando frenó de repente al estar el semáforo en rojo.

—¿¡Su hermana mayor?! —me miró impresionado, lo siento Sae, tu hermana habló demás.

—¿Podría guardar el secreto? Por favor. —junté mis manos en forma de rezo. —No quiero que Sae se entere que solté la lengua demás.

Este solo asintió y volvió a conducir hacia donde le dije. Pobre creo que le saqué un susto pero él también me espantó por su forma de frenar.

—Jamás pensé que la conocería tan pronto, señorita. —eso si que se sorprendió.

¿Sae me ha mencionado antes con él? ¡Qué lindo hermano tengo!

Más razones para molestarlo y avergonzarlo. Gracias señor Dabadie, no sabe lo que ha hecho por mi.

—Y yo jamás pensé que me mencionaría en su estancia en España.

—Oh él la ha mencionado una que otra vez, pero me dijo que usted se dedicaba a la gimnasia y que era muy buena. —ay Sae, me sonrojas sin saberlo.

Y así fue como por parte del señor Dabadie me enteré sobre lo que piensa mi hermano de mí. Quizás la ropa que le escogí no fue suficiente como regalo por nuestro cumpleaños. Después pensaré en otra cosa.

Al ver de lejos el lugar le indiqué en donde estacionarse y recogí mis cosas que se encontraban en los asientos de atrás. Le agradecí por el gran favor y se fue de regreso a hotel.

Crucé la calle para poder llegar a donde estaba aquel barandal para impedir que la gente se caiga y ahí lo vi. Tal y como lo imaginé.

Se encontraba sentado en el mismo lugar donde Sae y él veían el atardecer después de entrenar junto a su celular en la mano que a mi parecer estaba viendo alguna noticia o algo por el estilo.

Parece que Rin estaba muy pensativo que ni siquiera me escuchó brincar el barandal y así colocarme a sus espaldas.

—¿Sabías que estar mucho tiempo con el celular podría perjudicar la vista? —le dije colocando mi cabeza entre su hombro y su cuello causando que se asustara en el acto.

Creo que soy muy buena haciendo esto entre los hombres de mi familia.

—¡Nee-chan! —me dijo y casi saltó hacia mi para poder abrazarme.

Basta, me causarán una diabetes entre estos dos sin saberlo. Le correspondí el gesto y este se colocó mejor para poner su cabeza en mi pecho mientras le acariciaba su cabello oscuro.

—¿Cómo has estado, Rin? ¿Haz sido un buen niño? —le pregunté suavemente mientras no dejaba de acariciarlo.

Rin asintió a lo que pregunté. Mentiroso, yo sé que ha sido grosero con sus compañeros.

Al soltarme le mostré sus bolsas correspondientes, me miró algo confundido a lo que le tuve que aclarar.

—Son para ti. —se las di y este miró su interior. —Sé que Kyrie te dio mi regalo de cumpleaños al final del partido pero pensé que no era suficiente y terminé comprándote ropa de temporada. Espero que te guste.

Sacó de una en una las prendas que le di y vi que si le quedaban al ver hasta donde le llegaban por encima de su cuerpo. Perfecto.

Y eran colores que si le beneficiaban.

Vestir a mis hermanos como muñecas Barbie es mi pasión.

Parece que a Rin le gustaron tanto como a mi. Las guardó en sus bolsas y me volvió a abrazar y besó mis mejillas sacándome una risa por eso.

No me importa que tenga 16, sigue siendo mi niño.

—¿Cómo supiste que estaba aquí? —me pregunta una vez que me vuelve a soltar.

—¿Y como no saberlo? Siempre te gustó ver el atardecer. —le mencioné pero su cara cambió un poco. —¿Pasa algo? —el negó con la cabeza.

Yo sé que pasa algo y esperaba que él me lo confesara. A diferencia de Sae, Rin suele contarme las cosas que le molestaban y esta no iba a ser la excepción.

—Soy tu hermana, puedes contarme lo que tu quieras y sabes que no me enojaré contigo. —intenté persuadirlo sutilmente para que entrara en confianza.

Rin se lo pensó un rato a lo que me acomodé mejor y doblando mis piernas las palmee para que pusiera su cabeza en ellas, cosa que no dudó en hacerlo y gateó hasta ellas. Era algo que siempre le hacía cuando era un niño.

Se recostó en ellas y procedí a darle caricias en su cabello, eso siempre funcionaba.

—¿Te sientes mejor? —Rin asintió. —Bien, entonces cuéntame como has estado en estos años.

Rin comenzó a decirme todo, desde el día que yo me fui hasta sus partidos en la escuela, también el como entrenaba para superarse y de ves en cuando jugaba sus dichosos videojuegos de terror que no me agradaban del todo.

Pero también me contó que 4 años después de que Sae se fuera a España, este volvió y tuvieron una "pequeña" riña. Rin me confesó algo apenado que tuvieron un partido 1 vs 1 y que él perdió. Sae le dijo muchas cosas ese día y no pude evitar sentirme mal por ello.

Si no me hubiera ido, tal vez habría evitado que se pelearan y ahora cada uno está por su cuenta con la mentalidad de que deben destruirse en la cancha.

Suspiré. Por esto y más era que en un principio aborrecía este deporte, no solo le bastó con quitarme a Sae, sino que hizo que ambos tuvieran problemas.

El como Rin tuvo que aprender a jugar sin Sae cerca, en sus partidos siempre pensaba "si mi Nii-chan estuviera aquí podría darle ese pase", "si mi Nii-chan jugara a mi lado...", esto y otro.

Sabía que Rin dependía en ese sentido de Sae, pero jamás creí que tanto.

Rin siguió comentándome y hubo una parte en donde tuve que detenerlo ya que me pareció raro.

—Espera. —le detuve y este me miró. —¿Cómo que te enfrentaste al quinteto mundial? —le alcé la ceja por lo que me acababa de confesar.

Si mal no recuerdo el entrenador dijo que habíamos sido invitadas a jugar un amistoso en las instalaciones de Blue Lock, y solo eligió a 5 de nosotras y al final terminaron ganando, según me comentó Gresa.

Pero no creí que ellos siendo tan jóvenes y que en ese entonces tenían relativamente poco tiempo estando encerrados se enfrentasen a profesionales.

Ese hombre a cargo de ese proyecto si que le gustaba hacer cosas fuera de lo normal.

—Fue en la quinta etapa de la segunda prueba, el primer equipo que anotara 5 goles ganaba pero... —cortó un momento mordiéndose el labio. —Yo solo pude anotar 1.

—Eso es más de lo que cualquiera haría Rin, te has vuelto muy fuerte. —le dije con toda la sinceridad del mundo. No me gustaba verlo así.

Rin siempre se presionó a sí mismo para cumplir con sus propias expectativas para ser mejor y poder estar al nivel de Sae, o en este caso, superarlo.

—No lo suficiente. —no me gustaba que pusiera esa cara de frustración. —Le di una oportunidad a ese tipo y pasó el balón entre mis piernas, me dijo que eso me hacía ver una "persona fácil". No soy fácil. ¿Crees que soy fácil, Nee-chan? —me mira expectante a mi respuesta.

—Claro que no Rin pero, ¿quién fue el que te dijo eso? —¿Porqué siento que no me va a gustar lo que dirá?

—Fue Leonardo Luna. —¿Qué él hizo qué? —También mencionó que conocía a Nii-chan. —no me digas...—Dijo que esperaba cosas buenas de mi así como con Nii-chan.

Procesé todo lo que me dijo. Si mal no recuerdo, Matadora mencionó una vez que no le agradaba Leonardo por algo que le hizo en el pasado pero no sé qué le hizo ya que no se lo puedo preguntar gracias al mandamiento 3 del precepto del equipo.

"Ninguna Strikas preguntará o cuestionará el pasado de otra miembro, a menos que esta lo diga por su propia voluntad."

Puede que se lo pregunte a Lisa pero dudo que pueda conseguir algo ya que ella no estaba muy ligada al Real Madrid como lo estaba Matadora.

—Nee-chan. —dejé de pensar cuando escuché su voz. —Hay algo que he estado pensando desde hace tiempo.

—Claro, dime que es lo que te atormenta, Rin. —debía de dejar de sobrepensarlo por ahora, ya después me encargaré. —Soy toda oídos.

—¿Tú ya conocías esa parte de mi? —¿Esa parte de él? Lo miré confundida. —En el partido contra la Sub-20 hubo algo dentro de mi que hizo que yo le ganara por un momento a Nii-chan.

Creo que ya sé a qué se refería, fue antes de que Isagi Yoichi anotara el gol ganador.

—Dijo que aún puedo hacer ese tipo de cara, realmente no entiendo ese lado mío pero me pareció que ya lo había sentido antes. Y si Nii-chan sabía de ese lado mío entonces significa que tu también, ¿no?

Llevé una mano a mi mentón pensando en lo que dijo Rin. Es cierto que él estuvo a un nivel temporal para poder quitarle el balón a Sae y gracias a eso pudieron ganar, pero si tuviera que hacer memoria en donde hizo eso por primera vez sería...

—En el primer toque del balón. —dije a lo que le llamó la atención. —Rin, es cierto que no fue la primera vez que te pasó eso. ¿Recuerdas cuando te metiste a la cancha para poder patear el balón en el partido de Sae? —este asintió. —Ese fue el primer momento en donde surgió su talento.

Rin pareció meditarlo un rato y yo continué junto a todo lo que me había dicho hasta ahora.

—Rin, Sae se dio cuenta de esto y es por eso que te invitó a jugar al fútbol aunque yo estaba en desacuerdo pero, hizo bien en hacerlo.

Fruncí un poco el ceño al recordar ese día.

—Además, no es por defenderlo pero, todo lo que te dijo fue para que pudieras ser consciente de esto. Pero no esperes que te diga esto en bandeja de plata, parece que Sae quería que te dieras cuenta de esto por ti mismo. Aunque no de la manera correcta. —hice una mueca al saber que Sae continuaba siendo un completo torpe en expresarse mejor.

—Pero él no... —lo tuve que cortar.

—Rin. —hice que me mirara a los ojos. —Lo único que quería Sae para ti era que jugaras a tu manera, no a la suya. Puede que desconozcamos lo que le pasó allá pero te prometo que yo misma cobraré nuestra venganza, ¿quedó claro?

Rin solo asintió a lo que dije. Le sonreí mientras le acariciaba sus mejillas, estaban algo frías por lo que debíamos de irnos.

Le mandé un mensaje a Gresa para que pudiera recogernos, aunque me dijo que estaba en una competencia de bolos.

¿Bolos?

Pero me dijo que en un momento llegaba así que le mandé mi ubicación.

—A propósito Nee-chan. —al momento de levantarnos me llamó a lo que lo miré. —Felicidades por tu premio.

Le sonreí tiernamente por ello, no pensé que le tomaría tanta importancia como a mí.

—Gracias Rin. Te prometo que el próximo año conseguiré otro, ¿te parece? —asintió a lo que me dio su dedo meñique.

¡Tan tierno mi lindo hermanito!

Yo también alcé mi meñique cerrando mi promesa con él. Tenía que esforzarme mucho para poder destacar como en este año.

—¡Oh cierto Rin! —casi se me olvidaba. —Tú y Sae son tíos. —ahora quería ver su reacción.

Rin quedó en blanco al escuchar mis palabras y poco después vi que sus ojos brillaban pero no de felicidad, sino de tristeza.

Ay no.

En sus ojos pude ver rastros de lágrimas. Yo me espanté con eso.

—¡No Rin! ¡Deja que te explique! —rápidamente saqué mis fotos. —¡Su nombre es Rae! ¡Es mi gato! ¿Verdad que está bonito? —le puse la foto casi en el rostro para que pudiera verlo bien.

Rin miró la foto de mi gato cálico y yo suspiré al ver que se calmó.

Nunca volveré hacerle eso a Rin, ya me di cuenta que él no quiere que tenga hijos.

—Perdóname Rin, no creí que te pondrías así. —intenté alcanzarlo estando de puntitas para parle palmadas en su cabeza a lo que este se agachó un poco. —Ya, ya pasó. Ahora dame una sonrisa, ¿si? Por tu hermana mayor.

Afortunadamente este me la dio tal y como cuando era niño.

—¡Eso es! ¡Así me gusta! Una linda sonrisa proveniente de un chico lindo. —le besé la mejilla para que se sintiera mejor.

Esta no me la perdono ni aunque me muera.

—Puede que tarden un poco en venir por nosotros pero en compensación a lo que hace un momento, ¿te parece que te cuente una historia? —Rin asintió y nos pasamos al otro lado del barandal con nuestras bolsas.

Rin esperó a que yo iniciase.

—Se llama: "La flor que se convirtió en mariposa".

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¿Sabías que?

El nombre de gato de Rhaenyra: Rae, fue inspirado en la combinación de los nombres de sus hermanos: Sae y Rin.

Fue porque extrañaba tanto a ambos que cuando adoptó al gato lo primero que pasó por su mente fue si darle el nombre de alguno de ellos, pero como los ama por igual decidió unirlos creando así su nombre actual.

Al fin pude terminar este capítulo.

Me llevó más tiempo del que creí y eso que ya estaba adelantado.

Rhaenyra entró en pánico, pobrecita.

Espero que les haya gustado el día narrado por Rhae.

Díganme, ¿Les gusta la historia? Los leo.

Y ya mañana salen los spoilers del pasado de Kaiser y Ness.

¡Qué emoción! Actualizaré mi libro de teorías.

Nos vemos en otro capítulo o en el otro libro, lo primero que pase.

-Alessa.

Ropa de Sae:

Ropa de Rin:

Rhaenyra tiene buenos gustos, no por algo es diseñadora ^^.

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