cinco
𝓡𝓮𝓬𝓾𝓮𝓻𝓭𝓸𝓼 𝔂 𝓛𝓪𝓶𝓮𝓷𝓽𝓸𝓼
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La mirada verde de la mujer peli-rosa estaba clavada en la noche estrellada, sobre sus hombros estaba una chaqueta grande de color negro que pertenecía a la pelinegra, y una sonrisa se formó en sus labios al sentir como el aire se removía alrededor suyo y la acariciaba con cariño, suponía que era Gisei, ya que tenía un gran lazo con el aire. Miró detrás suyo encontrándose con su hija que la miraba con serenidad y por un momento creyó ver a Gisei poniendo una mano en el hombro de su hija con esa misma mirada que, sorprendentemente, ambas portaban.
Tragó saliva volviendo su mirada al cielo nocturno y sintió la presencia de Sarada a un costado suyo, ambas contemplando la noche y las estrellas.
—Gisei fue la persona que me demostró que el amor no se reclamaba ni se exigía, se esperaba —dijo la mayor soltando un suspiro y sin sacar su mirada verdosa del cielo—. Y por ese mismo motivo, ella me había esperado por unos largos años y me encontró, fue ahí cuando, a pesar de que yo aún amaba a tu padre, me esperó hasta que mis sentimientos por ella aparecieran.
—¿Cuánto tiempo esperó?
—Según lo que dijo ella, me conoció cuando yo tenía diez años y ella doce, desde ese entonces supo que yo iba a ser el amor de su vida y esperó hasta que cumplí trece —sonrió la mayor recibiendo una mirada sorprendida por la menor, Gisei había esperado mucho tiempo—. Y cuando por fin me di cuenta de mis verdaderos sentimientos y me le confesé ella me pidió formalmente ser su novia.
—Mamá, ¿cómo te diste cuenta de tus sentimientos?
—Oh, pues...
La Haruno caminaba por la aldea con tranquilidad, sin ser consciente de que adelante suyo estaba un grupo de chicas que charlaban de alguien en voz alta, pero que al final escuchó. Alzó una ceja al identificar el nombre de Gisei en la conversación y no pudo evitar escuchar la charla.
—¿Escuchaste lo que están diciendo de Gisei?
—No, ¿por qué? ¿A caso alguien ya se le declaró?
—¡Eso no, tonta! Están diciendo que ella se le confesó a una chica pero que terminó siendo rechazada —se sintió mal al escuchar eso y desvió la mirada a la planta que estaba al costado—. Es una lástima, si por mí fuera yo la hubiera aceptado hasta desnuda.
Frunció el ceño clavando sus orbes verdes en el trío de muchachas que estaban frente suyo pero caminando hacia quién sabe donde.
—¡¿Cómo puedes decir eso?! ¡Por Kami!
—¿Qué? Ella está más buena que Sasuke, ¿ya le viste sus brazos o su abdomen? ¡Está como para lavar la ropa con el cuerpo de ella!
«¡Están hablando del cuerpo de Gisei! ¡Hay que matarlas!» Exclamó su yo interior y por un segundo se vio tentada en confirmarle a su consciencia pero se retractó, Gisei y ella no tenían nada por lo que no debería meterse.
—Pues, a eso no te lo niego, pero aún así está mal —asintió concordando con la desconocida, había tenido la dicha de ver el majestuoso cuerpo de la fémina mayor cuando habían ido a las aguas termales pero aún así estaba mal pensar esas cosas.
—Por favor, es la mujer más ardiente de toda Konoha, hasta oí que varias mujeres y hombres querían tener en su cama a Gisei.
Y un tic se vio en su ojo, apretó sus puños con fuerza bajando su mirada oscurecida.
—Hasta yo quiero tenerla.
Y su paciencia se acabó, hizo un clon de sombras y ambas asintieron para golpear al trío fuertemente y desaparecer antes de que las tres chicas reacciones. Corrió hacia la florería de los Yamanaka, su amiga rubia la recibió con extrañez y la sentó en una de las sillas a la vez que iba en busca de un vaso de agua al notar lo roja que estaba la peli-rosa.
—¿Qué sucede, frente de marquesina?
—Ellas estaban hablando del cuerpo de Gisei y yo no aguanté —apretó sus puños mientras que en su interior bailaba al recordar que les dio una lección a las chicas—. ¡Me hicieron molestar más que Naruto!
Ino sonrió de lado, ya sabiendo lo que le sucedía a su amiga.
—Estás celosa —canturreó la rubia arreglando unas flores mientras la miraba de reojo, viéndola atragantarse con el agua—. Ay, frentesota, lo que hace el amor.
—¡¿Q-Qué?! ¡Para nada! ¡Yo no estaba celosa, Ino cerda!
—Entonces le diré a Gisei que te olvide para siempre y que espere a que una mujer que sí aprecie sus sentimientos venga y se le declare —sonrió burlona al escuchar los balbuceos de Sakura—. Sakura, te gusta Gisei pero no lo quieres aceptar.
—¡No estoy enamorada de ella!
—Lo estás, ¿entonces por qué te dolió escucharme decir que Gisei te olvide?
Sakura se quedó en silencio bajando su mirada, pensando en lo dicho por parte de la rubia.
—Piénsalo, anota algunas cosas que te gusten de Gisei por día y cuando se cumplan unos tres meses te fijas en lo que escribiste y ahí verás si en verdad te gusta Gisei o no —para ese entonces, habían pasado dos meses luego del rechazo.
La Haruno la miró sin decir nada, pero asintiendo en silencio ante esa idea; sin saber que esa idea había sido la detonante para un sin fin de emociones.
—Entonces la tía Ino fue la que te ayudó a descubrir tus sentimientos —murmuró mirándola, recibiendo un asentimiento por parte de la doctora—. Debo felicitarla, sino no hubieras sido pareja de Gisei.
—Así es —sonrió débilmente la Haruno pasando un brazo por los hombros de la menor y apoyando su cabeza en la de ella—. A parte, Gisei le agradeció a Ino por ayudarme.
Sarada sintió nuevamente una corriente de aire pasar entre ellas y rodearlas, miró a los costados alerta pero solo recibió una acaricia en su mejilla que logró que su corazón salte emocionado. Tragó saliva viendo a su madre, encontrándola con sus ojos verdes brillosos.
—¿Lo notaste, verdad? —preguntó con una sonrisa la mayor—. Gisei está con nosotras ahora mismo.
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