cero
𝓡𝓮𝓬𝓾𝓮𝓻𝓭𝓸𝓼 𝔂 𝓛𝓪𝓶𝓮𝓷𝓽𝓸𝓼
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Sakura veía con una pequeña sonrisa el árbol de flores de cerezo, sabiendo que eran los favoritos de Gisei, aquella mujer de hebras oscuras.
Suspiró bajando su mirada a las bolsas de las compras que había hecho y se mordió el labio inferior al pensar en lo emocionada que estaría Gisei al ver esos árboles. Negó, no debía pensar en eso si es que quería mantener su serena actitud.
Volvió a retomar la caminata hacia la casa en que vivía, sabiendo que Sarada estaría esperándola para comenzar a hacer la cena. Al llegar a la casa, notó a su hija mirando un retrato que tenía en sus manos y delineaba el contorno del rostro que estaba en ese papel, tragó saliva al observar quién era esa persona y corrió a sacarle ese objeto de las manos de su hija, dejando en el suelo las bolsas de compras.
—¿Qué hacías con esto, Sarada? —cuestionó frunciendo levemente el ceño la fémina a la vez que ponía el retrato en su pecho, protegiéndolo.
—Tenía curiosidad, siempre en las noches te veía abrazando el retrato y quise saber si conocía a la persona que estaba retratada —se encogió de hombros la menor agarrando las bolsas blancas y llevándolas a la cocina. Sacando cada producto y dejándolo en su lugar, preguntó—: ¿Quién es ella, mamá?
Sakura cerró sus ojos y tragó el nudo que se había formado en su garganta para después caminar de manera lenta a la cocina, sin soltar el objeto que tenía en sus manos. No creía que ese momento había llegado, no estaba preparada para ni siquiera nombrar el nombre de ella, solo decirla en su mente.
—¿Mamá?
—Se llamaba Gisei —pronunció luego de unas bocanadas de aire y dejó el retrato arriba de la mesa, dejando a la vista la belleza simple de Gisei pero encantadora para la Haruno.
—¿Y quién era ella para ti?
—¿Sabes? Tu padre fue mí primer amor, pero ella fue, es y será el amor de mí vida —sonrió con nostalgia y delineó el rostro de la mujer que le hizo feliz durante varios años.
—¿En serio? Nunca creí que te haya gustado una mujer —murmuró la menor viéndola de reojo, notando los brillosos ojos jades de su madre—. Me gustaría que me cuentes de ella.
—¿Segura? ¿No te incómoda saber que me enamoré de una mujer?
Eso era lo tenía si es que llegaba el momento de confesarle a su hija quién fue Gisei para ella.
—Para nada; escuché por parte del Hokage que el amor era algo hermoso, pero solo con la persona indicada y que no importaba que esa persona sea del mismo sexo.
Haruno sintió temblar su cuerpo, era lo que Gisei siempre decía cuando ambas escuchaban los comentarios despectivos de los aldeanos que le dirigían a ellas. Suspiró con una ligera sonrisa y se sentó en la silla, dispuesta a contarle a su pequeña luz los momentos que pasó con el amor de su vida.
—Gisei era mayor que yo por dos años, pero parecía que tuviera más edad. Ella... —soltó una leve risa que intrigó a la menor—, me había pedido una cita luego de haberme graduado de la academia. Yo la había visto varias veces por la aldea, pero nunca creí que ella se hubiera fijado en mí, en una frentesota.
Una sonrisa escapó de sus labios, sintiendo sus mejillas calentarse levemente y viendo a su hija sentarse frente a ella prestando atención a su relato.
—Usó la psicología inversa luego de que yo la haya rechazado y terminé aceptando luego que de ella usara eso —se acomodó en su asiento, sabiendo que iba para rato—. Aún recuerdo cuando me fue a buscar a mí casa, me había llevado un ramo pequeño de Margaritas y me explicó el significado para después sonreír apenada al notar a mis padres detrás de mí mirarla con una ceja alzada.
Llevó una mano a su boca, tratando de retener la carcajada que quería soltar al recordar esa escena, Gisei había querido que la tierra la trague y la mande a otra parte.
Sarada sonrió.
—Me llevó al bosque, en donde tenía preparado un picnic que realizó con ayuda de su abuela, y me impresionó bastante que ella me haya preguntado sobre si me sentía cómoda o si le gustaba la comida que había preparado.
—Se nota que trataba de hacerte sentir bien —espetó ajustándose los lentes Sarada, recibiendo un asentimiento por parte de su madre—. Continúa.
—Luego de eso me llevó a arriba de los rostros de los Kage's y me hizo ver el atardecer, en ese preciso momento creí que estaba en el paraíso.
Sarada la observó atentamente, viendo nuevamente aquel brillo en los ojos de su madre el cual nunca vio cuando hablaban escuetamente de su padre.
Ella en verdad amaba a esa chica, pero aún no encontraba sentido el cómo su madre estaba ahí y no con la mujer que amaba, y tampoco el porqué hablaba de ella en tiempo pasado.
Pero tenía una leve sospecha de eso.
—Después de eso me pidió más citas, pero yo siempre le recalcaba que yo estaba "enamorada" de Sasuke, tu padre, y ella solo sonreía ligeramente asintiendo, como si aceptara que mí corazón no tenía espacio para ella —hizo una nueva ante eso, en esos momentos se arrepentía de haber hecho eso—. Y llegó el momento de los exámenes Chunnin.
—¡Sakura! ¡Espérame! —gritó la adolescente de hebras negras corriendo hacia donde estaba la peli-rosa, deteniéndola.
—Gisei —musitó la menor viéndola posicionarse adelante suyo—. ¿Sucede algo?
—¿Quieres que sea tu sensei para los exámenes?
Sakura la vio confundida, no estaba informada de eso.
—Fui informada sobre los exámenes Chunnin, y creí que podría entrenarte para... tu sabes, para que yo no esté preocupada por tu bienestar —murmuró lo último mientras rascaba su nuca con vergüenza.
—¿En serio? Me encantaría, muchas gracias, Gisei-sensei —hizo una reverencia logrando sonrojar a la mayor, la cual era una Jōnnin a pesar de su corta edad.
—¡N-No es nada, S-Sakura!
Sakura sonrió al recordar aquello, aunque se lamentaba no haber ganado el combate contra Ino así la hacía sentir orgullosa, pero se había dejado llevar por los comentarios y su rivalidad.
—Mamá.
Volvió a la realidad y sonrió ligeramente para contarle lo que sucedió en los entrenamientos de Gisei y en los exámenes que no pasó, obteniendo una mirada cálida por parte de su hija.
—Entonces, ella era una Jōnnin a la edad de catorce, casi quince.
—Así es, era un prodigio en el combate y poseía el elemento hielo, por ese motivo había entrenado lo suficiente para haber sido considerada como una de las mujeres más fuertes de la aldea —sonrió con orgullo Sakura apoyando su rostro en la palma de su mano.
—¿El elemento hielo no era un kekkei genkai?
Sakura negó.
—Ella logró dominar el elemento agua y el aire y pudo juntarlos, formando así el elemento hielo, le costó bastante tiempo dominarlo pero lo logró.
La Haruno se levantó llamando la atención de la menor y fue a la heladera para sacar unas cosas y así comenzar a cocinar.
—Mañana te puedo seguir contando de ella —le dijo la de hebras rosas a la de cabellera oscura, obteniendo una respuesta afirmativa por parte de ella.
Solo esperaba que recordar a Gisei no le trajera tantos lamentos.
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