💕Doce.
Había solo una cosa la cual Jimin pedía con todas sus fuerzas, y esa era que fuera aceptado en su próximo trabajo.
Se había levantado temprano; la alarma que dejó la noche anterior fue de suma utilidad, eso y los gritos de sus hermanos para que se levantara y estuviera a tiempo para la entrevista.
Hyuna se había ofrecido a ayudarle a escoger su atuendo; según la omega, una buena presentación era la clave del éxito y Jimin quería tener éxito, es por eso que a pesar de no estar tan seguro acerca de las ideas de moda que la mayor tenía, aceptó que le ayudase con su más difícil tarea.
El pequeño rubiecito debía admitir que los resultados le gustaron. La mayor había escogido una camisa de un tono rosado pálido con unos pantalones de tela negros; como él no tenía zapatos formales, la omega compró un par, alegando que si no era de aquella manera todo el conjunto se echaría a perder. Aunque Jimin sabía que la insistencia de la omega era porque él se había mostrado reacio en un principio a aceptar unos zapatos tan bonitos y sobre todo tan caros.
Había agradecido el bonito gesto, teniendo muy presente devolver el favor algún día. Ahora, por fin había llegado a la dirección de la casa, y un revoltijo en su estómago le hizo fruncir el ceño.
La casa quedaba en el mismo residencial que la mansión del señor Kim.
¿Sería alguien conocido? Jimin esperaba que no, aún no podía superar del todo la vergüenza que vivió en la empresa del empresario Min, y lo menos que quería era tener roces con personas de aquel tipo.
La seguridad con la que había llegado poco a poco se iba desvaneciendo; de pronto, en su mente se empezó a formar la idea de un trabajo donde le trataban mal por ser un mocoso sin educación, haciendo que el miedo provocara leves temblores en su pequeño cuerpo.
Sin embargo, el recuerdo de la radiante sonrisa de sus pequeños hermanos le brindó aquella fortaleza de hierro que había adquirido en tan poco tiempo; recordándose una vez más que no habría nada ni nadie que le impidiera el tener éxito y por fin respirar y dormir tranquilo al saber que tendría un sustento sólido.
—¡Tú puedes! —exclamó para si mismo, con la fuerte convicción de que estaba preparado para lo que viniera.
Observó la elegante casa de tonos marrones y blancos, con grandes cristalerías y un camino de piedra bien elaborado. El pequeño omega pensó que la casa del señor Kim sería la más lujosa que vería en su vida, pero al ver a aquel monumento supo que se había equivocado y, por primera vez le pareció gracioso el hecho de que una casa tan bonita y tan lujosa hubiera tenido pegado un letrero en su momento con letra descuidada y borrosa.
Asintió convencido, ya que si el dueño de la mansión había decidido recurrir a aquel tipo de métodos para buscar trabajo significaba que se trataba de una persona humilde, sin ningún tipo de complejo referente a clases sociales.
O al menos eso se decía para no perder el poco valor que había conseguido.
Tocó el pequeño botón que estaba sujeto al portón de la entrada, y solo fueron algunos segundos los que transcurrieron cuando las verjas se abrieron dejando pase libre al rubiecito.
Caminó unos cuantos metros, observando con una mueca el jardín descuidado. Jimin no sabía en qué se basaría su nuevo trabajo (porque sí, estaba bastante seguro de que lo conseguiría) pero en ese momento que sus ojitos se detuvieron en las plantas marchitas se prometió a sí mismo que encontraría un tiempo para dedicárselo solamente a ellas, con la esperanza de que volvieran a florecer y llenar de un poco de vida a la enorme construcción que, con tantos lujos había adquirido frialdad.
Cuando por fin llegó a las grandes puertas de madera tocó el timbre y esperó en silencio; escuchando tenues ruidos provenientes del interior de la casa, causando que nuevamente los nervios le atacaran.
¿Y si era una casa lujosa y llena de locos? O peor aún, ¿Y si su Noona tenía razón y se trataba de un ogro come omegas?
El color se esfumó del rostro de Jimin, y cuando la puerta fue abierta el rubiecito quiso desaparecer por completo.
Del otro lado, una omega perfectamente arreglada y con una sonrisa que Jimin solo la podría catalogar como psicópata le observaba atentamente. El pequeño rubiecito se sintió intimidado ante la profunda mirada de la mujer, ella lo analizaba con ojo crítico y de pies a cabeza, en un silencio tan denso que el rubio podía asegurar pronto lo ahogaría.
<<Hasta aquí llegué>> Fue el pensamiento que cruzó por la mente del omega cuando la mujer lo jaloneó con fuerza hasta hacerlo entrar al interior de la mansión.
—¡Eres tan lindo! —el chillido de la mayor entorpeció su sentido auditivo por breves instantes.
¿Quién era la señora enérgica? Jimin no lo sabía, y si era sincero, tenía miedo de averiguarlo.
—Mi nombr... —no pudo terminar su presentación cuando un nuevo chillido de la omega le hizo saltar del susto.
—¡Tú eres perfecto! —exclamó la mujer, completamente sumergida en su mundo de entusiasmo—. Eres un jovencito tierno, bonito y educado, ¡por supuesto que eres el indicado!
A esas alturas Jimin ya tenía miedo.
Observó a la mujer con cautela, a la espera de que nuevamente empezara a chillar, pero parecía que por fin se había calmado; ahora solamente le observaba con aquella amplia sonrisa que le estaba resultando escalofriante.
—Soy Jimin —hizo una reverencia profunda, encantando más a la mayor—. Ayer me enteré de que buscaba un trabajador y es por eso que estoy aquí, señora...
—Min Chaerin —se presentó, ofreciendo una de sus delicadas manos al menor, la cual fue tomada de manera inmediata.
Jimin frunció el ceño, aquel apellido lo conocía muy bien.
—¿Min? —preguntó más temeroso que confundido—. ¿Es usted familiar del an... digo, de Min Yoongi?
La sonrisa que la mujer le dió le causó tremendo escalofrío.
—Soy su madre —reveló, tras una leve carcajada divertida.
Y ahí Jimin supo que el mundo lo odiaba.
Tenía que ser una broma, una muy mala y cruel por parte del destino. ¿Cómo podía una mujer tan sonriente ser la madre de aquel anciano gruñón? Había cosas que el pequeño omega nunca podría entender, y esa era justamente una de ellas.
¿Que haría? Si era sincero, salir corriendo de aquel lugar y mandar todo al carajito era una idea muy atractiva; pero en su mente terca se había propuesto la meta de tener aquel trabajo; además, su situación no estaba para darse el lujo de elegir.
Maldijo mil veces en su interior cuando la decisión a la que había llegado le provocó náuseas.
—¿Qué es lo que tendría que hacer? —preguntó, fingiendo una sonrisa tan amplia que le hizo doler sus mejillas.
Jimin supuso que la señora Min había notado la tensión que se había apoderado de su cuerpo, ya que borró toda sonrisa extravagante de su rostro para solo dejar una tenue expresión llena de calidez.
—Jimin, ¿Cierto? —el mencionado asintió—. Tranquilo ¿si? No es un trabajo complicado y no son muchas las exigencias, tan solo necesito que cuides de mi hijo.
Ah, solo eso.
Espera, ¿¡Qué!?
—¿C-cuidar de él? —preguntó anonadado. Aquel trabajo le estaba resultando de lo más extraño.
Chaerin rió divertida, aquel chiquillo le resultaba de lo más encantador.
—En teoría, te encargarás de las necesidades básicas que cualquier ser humano haría por su cuenta —trató de explicar—. Mi hijo es alguien muy ocupado, su trabajo es su única prioridad y es por eso que se descuida mucho —hizo una mueca de inconformidad—; es por eso que necesito que alguien se encargue de sus alimentos, y que le dé un poco de vida a esta casa —dijo—, hasta el momento la señora Lee se ha encargado; pero su asistencia no es diaria y Yoongi aprovecha sus días de soledad para provocar más daño a su salud —bufó con irritación—. Necesito que alguien esté presente todos los días, y que se asegure de que tan siquiera coma una tostada antes del trabajo.
Entre más escuchaba, más se asustaba. ¿Qué clase de persona era Min Yoongi?
—Agradezco mucho la explicación, señora Min —sonrió con incomodidad—. Pero el trabajo de niñero no se me da bien, y su hijo es lo suficientemente mayor como para que yo pueda hacer ese tipo de cosas por él.
Y ahí estaba, aquella lengua filosa y llena de veneno que tanto lo metía en problemas.
Una fuerte carcajada resonó en las paredes de la sala, el omega observó con sorpresa el auténtico rostro divertido de la mujer; llevándole a preguntarse si ella también pensaría lo mismo de su hijo.
—Definitivamente eres alguien singular, pequeño Jimin —comentó con diversión—. Eres perfecto para este trabajo, ¿Te animas?
Pero Jimin no estaba tan seguro.
Hizo una mueca. —No creo poder controlar a la perfección los malos hábitos de su hijo —se sinceró—. Él es un alfa, y yo soy un omega que no podría imponer algo en contra de su voluntad.
—Eres capaz de eso y mucho más —aseguró y Jimin frunció el ceño confundido—. Quizá no llevemos mucho tiempo conociéndonos, sin embargo, en tus ojos puedo ver la seguridad que tus palabras no expresan; y sé que toda esa determinación oculta saldrá con creces para cumplir de manera perfecta con tu trabajo —asintió para sí misma—. Mi hijo puede ser difícil en muchas ocasiones, pero realmente necesito que alguien esté para él.
—Créame cuando le digo que por mí no habría problema alguno para aceptar este trabajo —comentó el omega con franqueza—. Aquí el problema es su hijo —dijo de manera cuidadosa, observando detalladamente los cambios en el semblante de la mayor.
—¿Qué pasa con mi hijo? —preguntó sin comprender.
Una mueca cruzó por las facciones delicadas del rubio. —Quizá no le vaya a agradar tanto.
—No pienses de esa manera, cariño. El carácter de mi hijo es amargo, pero nada con lo que no puedas tratar —restó importancia—. Tan solo no tomes en serio cualquier cosa que diga y todo estará bien —le regaló una sonrisa juguetona mientras lo codeaba suavemente—. Recuerda siempre, palabras necias oídos sordos.
Eso Jimin lo sabía, pero he aquí la otra interrogante. ¿Y el freno para su lengua?
—Te pagaremos semanal la suma de dos millones de wons.
Los ojitos del rubio se ampliaron, ¿Había escuchado bien?
—D-dos m-millones —tragó en seco, tratando de recobrar un poco de compostura.
Ella pareció preocuparse. —¿Te parece poco? —interrogó mientras rascaba su larga cabellera con duda—; es que es mi primera vez en esto de contratar personal pero, ¡puedo mejorar la oferta!
Jimin se alarmó. —¡No! —gritó asustado—. Es más que suficiente lo que ofrece.
Y no mentía, aquella cifra era ridículamente grande; llegando a sobrepasar por mucho sus propias expectativas.
Chaerin suspiró aliviada; los días anteriores había vivido en constante estrés por la ausencia de interés en su bonito cartel y por el mal humor de su hijo. Ahora que por fin alguien había llegado preguntando por el empleo que ofrecía estaba dispuesta a pagar lo que fuese necesario para que aquel tierno omega se quedara.
—Es un alivio —susurró ella, y con mirada tímida preguntó—. ¿Aceptas?
El rubiecito no lo pensó mucho, aquella paga valía todos los malos ratos que seguramente viviría al lado del anciano. Asintió con una pequeña sonrisa, desencadenando nuevos gritos escandalosos por parte de la mayor.
—¡Grandioso! —exclamó la omega con felicidad—. Te aseguro de que no te arrepentirás.
Jimin esperaba que aquello fuese real. —Uh, ¿Cómo serían mis horarios? —preguntó, mientras jugaba con sus deditos.
—Lunes a viernes —respondió automáticamente—. Empiezas a las ocho de la mañana y finalizas a las cuatro de la tarde —se lo pensó un poco—. Si quieres puedes venir los sábados a realizar trabajo en el jardín y la piscina sería grandioso ya que están bastantes descuidados; por supuesto que, si decides venir sería un pago extra por tomar uno de tus días de descanso.
A Jimin se le iluminaron los ojitos, él se encargaría de convertir aquel jardín en un lugar lleno de vida.
—Está bien —murmuró, cuidando que en su tono de voz no se evidenciara la gran emoción que le causaba trabajar con la tierra y las plantas—. ¿Cuando empezaría?
—Mañana mismo —respondió ella, su cuerpo apenas y podía contener la enorme felicidad que sentía.
Jimin asintió decidiendo que lo que quedaba de ese día lo dedicaría para hacerse a la idea de que su nuevo trabajo nuevamente estaba ligado a aquel alfa.
Se despidió de la señora Min con una respetuosa reverencia; ella, a diferencia de su hijo le había agradado mucho. Le resultaba una mujer brillante y encantadora, con una energía audaz que llegaba a marearlo, pero que sin duda contenía aquella chispa de vigor que su alma, pese a ser tan joven tanto necesitaba.
Iba de camino hacia su hogar cuando una sonrisa de burla hacia sí mismo nació de sus rechonchos labios.
—¡Bien, Jimin! No te tocó un ogro, pero volviste a caer en las manos del anciano —dijo para si, a sabiendas de que su comportamiento tenía que mejorar un poquito con el alfa sí quería mantener el empleo.
Solo esperaba que el "señor Min" reaccionara mejor a la noticia.
—¡Pollito! —el grito de Hyuna fue lo primero que obtuvo apenas cruzó la puerta de su pequeño hogar—. ¡Tienes que decirme como te fue!
Y hasta ese momento fue que Jimin supo la nueva realidad de su vida.
Tenía trabajo, un trabajo relativamente sencillo con una paga extraordinaria. Los horarios eran justos, y la señora que lo había contratado era sumamente encantadora, pareciéndole cada vez que lo pensaba más y más irreal.
Todo era tan perfecto que el omega tenía que preguntarse, ¿Dónde está el truco? Llegándole la respuesta en cuestiones de segundos.
<<Debo cuidar del anciano>> He ahí el pequeño sacrificio que tendría que hacer. Sin embargo, ese pequeño detalle no era suficiente para opacar su felicidad.
Observó a la mayor con una sonrisa de ojos brillantes. —¡Tengo el trabajo!
Gritos de felicidad inundaron la pequeña sala; Jimin observó con pequeñas lágrimas en sus ojitos de cielo la alegría que emanaban sus pequeños hermanos; los cachorros saltaban de un lado para otro, sintiéndose muy felices y sobre todo orgullosos por lo que su amado hermano mayor había logrado.
Hyuna y Dawn le regalaron una sonrisa llena de orgullo, haciéndole sentir cálido y agradecido por la pequeña y perfecta familia que tenía.
—Estoy muy orgullosa —afirmó la pelinegra—. Da todo de ti y llénales de tu encanto —le tomó de las manos y sonrió ampliamente—, estoy completamente segura de que transmitirás luz y felicidad a todos aquellos que te rodeen.
El rubiecito hizo un puchero. —Realmente espero durar en este trabajo, Noona.
—¡Por supuesto que lo harás! —dijo ella con tono obvio—. ¿Por qué siquiera lo dudas?
—Es que... —una pequeña mueca angustiosa cubrió su rostro, siendo tan obvia que logró detener la celebración de los cachorros—, mi trabajo será un poco ¿Raro? —dudó—; no lo sé, pero siento un poco de miedo.
Hyuna entrecerró los ojos con sospecha. —Define raro.
—Básicamente tengo que cuidar de un adulto —respondió el menor—. Vigilar su alimentación y cosas así, la señora que me contrató me dijo que mañana me daría una lista ordenada con los deberes que debía cumplir.
—¿Cuidar de un adulto? —preguntó la omega, Jimin asintió—, ¿Se trata de un anciano o algo parecido?
La carcajada que salió de los labios del rubiecito no pudo ser detenida.
—Algo así, Noona —respondió, pareciéndole divertida la ironía.
—¿Y cómo se llamará la persona a la que cuidarás? —la voz del alfa se escuchó por primera vez, sorprendiendo un poco a Jimin.
Dawn era un hombre de pocas palabras. A pesar de ser un alfa de apariencia intimidante, era muy tranquilo aunque extremadamente callado. De todo el tiempo que Jimin llevaba de conocer a la pareja, eran muy pocas las veces que el mayor había hablado con él o con alguno de sus hermanos. Al inicio pensó que no era del agrado del pelinaranja, pero luego de haberlo conversado con Hyuna, ésta le explicó que su pareja era alguien de pocas palabras, y el rubio decidió no insistir.
—Min Yoongi —arrugó su naricita al pronunciar aquel nombre.
El alfa mostró confusión. —¿No es el alfa empresario del que hablas? Porque si es él luce bastante joven como para ser catalogado de anciano.
—Es una larga historia, Hyung —respondió el omega con un sonrojo—. Pero sí, es él.
El pequeño Hoseok corrió a los brazos de su hermano y con ayuda de sus bracitos pidió ser alzado.
—¿Cuando empiezas, Minie Hyung? —preguntó cuando estuvo entre los brazos de su hermano.
—Mañana —respondió con una sonrisa, para luego recordar un detalle importante—. Noona...
—No te preocupes —le interrumpió la omega con un guiño cómplice—. Yo me encargaré de cuidar de los enanos mientras tú no estas.
Jimin le brindó una sonrisa agradecida, sabiendo que si no fuera por ella sería imposible el poder trabajar de aquella manera.
El resto de la tarde lo pasaron entre juegos y comidas de celebración; estando todos emocionados por lo que depararía el día de mañana para el pequeño omega.
Sonrisas y momentos inolvidables era lo que ellos apostaban para el rubio, y Jimin realmente quería creer que aquello pasaría.
Aunque con Yoongi bajo el mismo techo nunca se sabría con exactitud.
¿Qué sucedería cuando volvieran a verse? ¿Cómo reaccionaría el alfa al enterarse que su madre lo había contratado a él? ¿Sería difícil tratar con él? ¿Cómo lograría que el cabezotas del mayor le obedeciera?
Estaba a pocas horas de averiguarlo.
Tuve un problema serio con mi computadora y por poco cancelo las actualizaciones.
Este capítulo es hecho desde mi móvil, así que lamento mucho cualquier error ortográfico o alguna errónea colocación en los guiones. :(
Aún así, espero que les haya gustado aunque sea un poco.
💕YOONGLH.
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