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5

Subimos en el ascensor hasta su piso. El silencio es absoluto. Abren la puerta y entramos adentro. Los padres de Rebeca al parecer ya se han ido así que me imagino que solo vendrían a darles una visita de las que yo llamo exprés.

—Aquí puedes dormir— Blair me ofrece una habitación. Es bastante amplia y está muy limpia. Un haz de luz entra por la ventana lo que hace que me deslumbre.

—Muchas gracias— sonrío ante su gran hospitalidad y le revuelvo el pelo como a un niño pequeño.

—Oye que ya no soy un niño— su expresión se vuelve alegre y nostálgica. Me río en su cara

—Siempre serás mi hermanito ¿No?— sonríe al recordar sus propias palabras que me dijo hace mucho tiempo. 

—Claro— me da un pequeño abrazo de hombre y me invita a descansar un rato. Asiento agradecido, entro y me cierra la puerta.

Flashback

Desperté muy nervioso por lo que me esperaba aquel día pero a la vez estaba un poco triste. Abandonaré a la familia que me ha criado por tantos años solamente por perseguir un sueño. No puedo evitar sentirme mal al saber que no es mi único motivo. Sé que la familia de sangre necesita su espacio y por eso debo irme. No puedo estar metido en medio de ellos siempre. Ellos son una familia unida y feliz, y si yo me quedo puedo arruinárselo. 

Me levanto y hago la cama. Cojo mi maleta y bajo al recibidor de la gran mansión que ha sido mi hogar por diez años. Voy a echarlo de menos. Mariana ya está esperándome al igual que todos los demás.

El señor Larwen lleva su camisa para eventos especiales y no puedo reprimir una sonrisa. Mariana sonríe alegre y Blair tiene una expresión de tristeza profunda. Llego hasta ellos.

—Bueno ya ha llegado la hora— Mariana rompe el silencio y sonríe amablemente.

—Si— soy lo único capaz de decir.

El señor Larwen me abraza y posteriormente los demás. Evito ceder a las lágrimas.

—No me voy para siempre— hago una broma para disipar la tristeza del ambiente pero Blair sigue sin sonreír. No dice nada.

—Ma te vale— Jane alza una ceja y me sonríe.

Todos me acompañan al taxi y después de colocar mi equipaje en el maletero me subo al coche. Blair se me acerca tímidamente.

—Volverás ¿Verdad?— su voz suena temerosa de mi respuesta. Le sonrío.

—Claro bro. ¿No me olvidarás ¿Cierto?— trato de disipar la tristeza que desprenden mis ojos. 

—Siempre serás mi hermanito— pasa su brazo a través de la ventanilla bajada y me revuelve el pelo.

Fin del Flashback

Al día siguiente me despierto por culpa de la luz del sol que se filtra por mi ventana. Es increíble como se me ha olvidado cerrar la persiana.

Me levanto y voy hasta la cocina. Como antes me pasaba la mayor parte del tiempo aquí, se donde está cada cosa, así que me preparo el desayuno y ya que estoy, para los dos anfitriones también.

Tortitas americanas con sirope de arce. Definitivamente lo mejor del mundo. Tras unos minutos, escucho unos pasos acercándose. Por la lentitud de estos puedo notar que es Rebeca.

—Buenos días— sonrío amablemente cuando la veo aparecer por la cocina toda adormilada. Es realmente adorable.

—Buenos días— me devuelve la sonrisa y abre los ojos como platos. —Ay dios mío—mira a las toritas con deseo.

—¿Quieres?— pregunto señalándole el plato que es para ella con tres tortitas. Asiente hambrienta. Se lo pongo delante y comienza a engullir como una loca. Sonrío satisfecho.

Sigo haciendo más tortitas y cuando voy a ponerlas en un plato me sorprendo. ¡¿En qué momento se ha terminado todas las tortitas?!

—Oye ¿Y mis tortitas y las de Blair?— le pregunto frunciendo el ceño. 

—Es que tenía mucha hambre y con esto de los antojos...— sonríe inocente —¿Puedes hacerme mas?— pregunta amablemente. 

—Claro— me giro y pongo mas preparado en el sartén. Ella se levanta y se coloca a mi lado. Tras unos minutos rompe el silencio

—Vamos Damon, tengo hambre— su voz suena irritada

—Ya voy, no puedo hacerlo más rápido, toma su tiempo

—Hazlo a fuego más rápido— mueve la ruleta que controla el calor de la vitrocerámica. 

—No espera Rebeca...— inmediatamente el sartén se prende en fuego violentamente lo que provoca que mi cuerpo instintivamente se aleje de allí.
Rebeca suelta una exclamación de sorpresa y miedo que se ha podido oir por todo el pasillo.

Rápidamente mojo un trapo de la cocina y lo tiro encima del fuego. Este comienza a apagarse pero no es suficiente. Una vez que se ha reducido la llama bastante, lo pongo debajo del grifo. Se apaga.

Suspiro de alivio y me siento en el suelo apoyando mi espalda en el lavavajillas.
Cierro los ojos. Mi corazón late a mil por hora y mi respiración es entrecortada.

Tras unos segundos aparece Blair por la puerta preocupado.

—¿Qué ha pasado? — pregunta mirando a Rebeca —¿Estás bien? — la examina por todos lados y toca su enorme vientre.

—Si, estoy bien. Ha sido solo una equivocación mia— comienza a reírse pero Blair sigue preocupado. Inspira varias veces y seguramente huele a trapo a quemado. Mira a la cocina, el sartén en el fregadero y el fuego alto de la vitro. Parece que lo entiende y comienza a reírse también.

—Casi quemáis la casa ¿A que sí? — pregunta entrecortadamente por la risa.
Ambos asentimos.

Después de volver a hacer más tortitas para el hambre insaciable de Rebeca y para Blair y para mi, logro sentarme en el sofá.
Al fin. Blair se ha ido a trabajar y nos ha dejado a ambos aquí.

Yo sigo sorprendido y confuso por lo de Lisa. ¿Ha sido capaz de fingir una violación de verdad? Sigo sin creerlo.
Amanda sigue sin contestarme al teléfono y ni siquiera me ha devuelto una mísera llamada, lo cual es raro en ella.

—¿Estás bien? — Rebeca me mira preocupada.

—Si, es solo que sigo pensando en lo de ayer— mi mirada vuelve a estar perdida. Parece mentira que todavía eso ronde por mi cabeza.

—¿En Amanda o en Lisa? — ella alza una ceja pícara y entiendo a lo que se refiere.

—No, esto es serio Bequi— sonrío— vale, en las dos— confieso. Ella ríe.

—Te llamará— contesta despreocupada

—No estoy tan seguro. Me miró tan decepcionada que... — aun siento su mirada de miedo, dolor y decepción sobre mí.

—Lisa es una mentirosa y ella recapacitará y verá que tu no eres capaz de matar ni a una mosca

—Eso espero— no me había dado cuenta de lo que me afecta lo que Amanda piense de mi hasta ayer. No me había dolido tanto una mirada de desconfianza y terror en mi vida.

—Te importa mucho ¿No? — Rebeca rompe el silencio que se ha formado entre nosotros.

—A mi me importa mucha gente Bequi — la miro a los ojos.

—Lógicamente, pero ella de una forma especial ¿O me equivoco? — alza una ceja.

—La verdad ni lo se. Tengo una confusión muy grande

—¿Por qué? — me mira preocupada. Parece mentira que no sepa que es por ella. Es como si me hubiera olvidado completamente el tiempo que estuve en coma. Como si hubiera desaparecido completamente ese tiempo y ahora sólo fuera un producto de su imaginación.

Niego y me levanto del sofá.

—Olvídalo— camino hacia mi habitación pero cuando voy a desaparecer por el pasillo ella habla.

—¿Sigues enamorado de mí? — su voz suena tímida e insegura. Me detengo en seco y la miro. No se que contestar pero solo se que no puedo decirle que sí.

Primero porque no se si aun siento algo por ella y segundo porque Blair es mi hermano y no puedo hacerle sentir un mínimo de inseguridad al dejarme a solas con su mujer. Es su mujer y eso es sagrado para mi. Por lo tanto no puedo tocarla.

Ella se levanta del sofá y se acerca a mí. Está a centímetros de mi rostro y no deja de mirarme a los ojos. Primero a uno y luego al otro esperando una respuesta sincera o como si de esa forma va a saber lo que pienso. Noto su respiración en mis labios y mi corazón vuelve a latir rápidamente.
Suspiro.

—No eres el centro del mundo Rebeca


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