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05

Dicen que el embarazo afecta mucho más a los omegas que a cualquier otro, debido a sus instintos, que hacen que su sentido de protección hacia su cría sea mucho más fuerte.

Jisung había estado raro esas últimas semanas. Se comportaba más sensible y cariñoso de lo usual, y sólo iba el tercer mes de embarazo. Esa vez, Minho no sabía porqué, pero Jisung se había encerrado en su habitación toda la mañana, e incluso le había prohibido la entrada hasta que "terminara".

—¿Terminar qué?

—¡Solo no entres! — y le cerró la puerta en la cara.

No salió para desayunar ni almorzar, y eso lo preocupó. Sabía que por su embarazo necesitaba comer bien, y largos periodos de ayuno no le harían bien ni a Jisung ni al cachorro. Minho suspiró, y guardó un plato de Kimchi casero para el omega y decidió ir a revisar cómo estaba.

—Jisunggie, ¿Puedo pasar? — Preguntó tocando suavemente la puerta.

El omega emitió un leve gimoteo en respuesta, que Minho tomó como un "sí". Al entrar, encontró su habitación hecha un desastre; había ropa tirada por todos lados y sobre su cama había un montón de enormes mantas, peluches, más ropa y demás cosas suaves y lindas. Se acercó al montón, y descubrió que en el centro de todo ese desorden, se encontraba Jisung, prácticamente hecho bolita y dormitando dulcemente.

El alfa se acercó a su omega lo más callado que pudo, intentado no despertarlo de su - aparentemente - agradable sueño. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, Jisung lo tomó del brazo y lo jaló para que también se acostara a su lado. El alfa, por mero instinto, rodeó la cintura del omega con su brazo y lo acercó más a él.

—¿Hannie, qué es esto? — Preguntó Minho.

—Es nuestro nido — murmuró, sonriendo con los ojos cerrados — de amor.

Minho se dio cuenta que esa pila de cosas era una mezcla de ropa suya, peluches y demás, impregnada con ambos olores, por lo que por un lado olía a café y chocolate por él, y a durazno y limón por Jisung. El omega se acurrucó entre sus brazos al sentir el aroma de su alfa intensificarse.

—¿Te gusta?

Minho no tuvo que pensarlo ni un segundo.

—Me encanta.


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