
𝓢𝓲𝓻𝓮𝓷𝓪𝓼 - 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐭𝐫𝐞𝐬
Cuando todo se calmó, Mélodie decidió volver a su casa con Ben. Mientras caminaban por los oscuros pasillos en un silencio envolvente, fue Ben quien habló.
- Gastón siempre actúa... ¿Así?
- así como? - preguntó algo a la defensiva.
- como... Ya sabes, ¿Acostumbra a molestarse seguido?
- A veces - murmuró con una mueca para mirar a Ben quien la miraba con atención, pero con esa mirada tierna, esos ojos que demostraban la pureza de su alma - que? - preguntó algo brusca al sentir nervios, llevando su vista al frente nuevamente.
Ben dudó por un momento, pero finalmente decidió ser honesto.
-Es... complicado -murmuró, bajando la vista. No quería iniciar un conflicto, no aquí, no ahora, pero tampoco podía fingir que estaba bien.
-¿Complicado? -repitió Mélodie, arqueando una ceja. Su tono ya no era festivo, sino inquisitivo.
-Él... -Ben miró en dirección a Gastón, que ahora se pavoneaba ante todos, como si fuera el rey del lugar-. Él intentó matar a mis padres. Sé que para ustedes es diferente, pero para mí... No puedo ver esto como ustedes lo ven.
Mélodie lo miró durante unos segundos, y Ben no pudo descifrar lo que pensaba. ¿Ira? ¿Entendimiento? Su expresión era difícil de leer. Después de un momento, suspiró y se sentó a su lado, relajando su postura.
-Aquí en la Isla, todos somos villanos -dijo finalmente, sin mirarlo directamente-. Para nosotros, Gastón es... -hizo una pausa, buscando las palabras correctas-. Es quien es, y lo admiramos porque no se rinde. No porque sea un héroe en el sentido tradicional, sino porque sobrevivió. Como todos nosotros.
Ben la escuchó en silencio. Entendía lo que decía, pero no lo hacía más fácil. Sabía que la vida en la Isla de los Perdidos era dura, y que para sobrevivir, todos habían tenido que adaptarse. Pero eso no justificaba las acciones del pasado.
-Pero eso no cambia lo que hizo -respondió suavemente.
Mélodie lo miró por un instante más, y luego se encogió de hombros.
-No, no lo cambia -admitió-. Pero aquí... las cosas son diferentes. No todo es tan blanco y negro como en Auradon.
Esa última frase resonó en Ben. Era cierto que en Auradon, todo parecía dividido en bien y mal. Pero en la Isla de los Perdidos, esa línea no era tan clara. Todo el mundo luchaba por sobrevivir, y para algunos, eso significaba tomar decisiones moralmente grises. Incluso él, al estar allí, estaba fuera de su zona de confort, en una situación en la que no podía confiar en nadie plenamente.
-Esta también es tu gente -concluyó la pelinegra abriendo la puerta de su casa y esperando a que Ben entre.
Dentro de la pequeña habitación, la atmósfera era más cálida. Mélodie se sentó frente a su espejo, cepillando su largo cabello oscuro. Ben, por su parte, se dejó caer sobre la cama, mirando al techo, todavía sumido en sus pensamientos. Su atuendo de cuero, propio de la Isla, contrastaba con el gorro de lana que llevaba, una especie de recordatorio de quién era y de dónde venía.
Mélodie dejó el cepillo sobre la mesa y, después de unos momentos de silencio, salió de la habitación. Ben apenas notó su ausencia, atrapado en sus propios pensamientos. Cuando ella regresó, traía consigo una camiseta blanca y un pantalón negro.
-Cámbiate y avísame cuando estés listo -dijo, lanzándole la ropa con un gesto casual.
Ben atrapó la camiseta en su regazo, sorprendido por el pequeño gesto de amabilidad de su parte. Miró la prenda entre sus manos, una sonrisa leve curvando sus labios. Había algo en ese momento, en esa pequeña interacción, que lo hizo sentir más cerca de ella, como si por un instante Mélodie hubiera bajado sus defensas.
Mientras se levantaba para cambiarse, Ben no podía dejar de pensar en lo enigmática que era. Esa mezcla de dureza y vulnerabilidad, de belleza que lo hipnotizaba y una fuerza interna que lo impulsaba a querer saber más de ella.
Cuando Mélodie entró soltó una risa al ver a Ben con esa ropa gigante y sosteniendo sus pantalones. Fue a su escritorio y tomó un poco de lana para envolverlo en la cintura del rey simulando un cinturón.
-Es de papá esta ropa, prometo pedirle algo de ropa a Gil mañana - comentó levantándose para verlo.
- Gracias Mélodie - sonrió levemente el castaño e inclinó su cabeza en busca de la mirada de la chica.
Mélodie sostuvo su mirada durante unos segundos antes de voltear hacia un lado - vamos a dormir.
A la mañana siguiente Mélodie se levantó, se vistió y se peinó. Cómo de costumbre se puso un vestido más abajo de las rodillas, color verde y su cabello estaba adornado con caracoles.
Cuando Ben despertó, Mélodie estaba en el balcón de su habitación viendo el paisaje hacia Auradon. El rey se levantó y caminó con lentitud hasta su lado.
- Buenos días - sonrió el castaño con ternura y Mélodie solo lo miró de reojo - ¿Que miras?
- Auradon -suspiró - siempre deseé saber que había más allá del océano, en la tierra de los que si tienen su final feliz.
Ben volteó a verla - Tu no crees que tendrás un final feliz?
- ¿Una villana? - volteó a mirarlo - los villanos no tenemos finales felices, solo nos conformamos con lo que nos tocó. No existen los príncipes ni reyes aquí Ben
Ben titubeó antes de darle una sonrisa cálida - Yo estoy aquí - Mélodie lo recorrió con la vista unos segundos - y tu no necesitas ser una princesa para tener tu final feliz
Mélodie asintió - no lo entenderías - la pelinegra volteó para ir hacia su habitación pero Ben la frenó.
- puedes explicarme - sugirió - muéstrame tu vida aquí
Mélodie lo miró frunciendo el ceño pero segundos después suspiró - ponte los zapatos y baja.
Ambos adolescentes bajaron las escaleras de la casa y salieron en dirección al océano. En la orilla, Mélodie comenzó a quitarse el vestido.
- quítate la ropa - dijo desabrochando los botones del vestido.
- Que? - Ben ensanchó sus ojos.
- ¿No querías ver mí vida? Vamos, quítatela
Ben la miró unos segundos antes de comenzar a quitarse la ropa en silencio. Cuando Mélodie volteó en su dirección soltó una carcajada.
-¿Tienes coronas en tus shorts?
Ben sonrió un poco avergonzado - Quizá - contestó encogiéndose de hombros. Después de unos segundos viéndose con una pequeña sonrisa, volvió a hablar - Y que hacemos aquí? - miró a los lados.
- Oh! Cierto, lo había olvidado.
Mélodie tomó la mano del chico y comenzó a caminar hacia el agua, pero yendo hacia un pequeño bosque. Habían árboles dentro del agua, estos crecían ahí, eran algo mágico como así decirlo.
Al adentrarse en el pequeño bosque, con el agua llegándoles hasta el pecho a Mélodie y un poco más arriba del ombligo a Ben fue que vieron un poco de tierra firme a lo lejos, aunque no se veía mucho detrás de ella gracias a la cantidad de árboles.
- Hay que subir ahí - informó Mélodie ya nadando por tener el agua hasta el cuello.
Ben, quien iba detrás suyo, tomó los brazos de la chica y la levantó un poco para que no se hunda. Ambos caminaron hacia la tierra y al llegar, Ben miró todo extrañado.
- No hay nada - habló viendo a Mélodie algo desilusionado.
- A veces lo que vemos no lo es todo, lo mejor se revela cuando aprendemos a mirar más allá - sonrió y volteó dándole la espalda a Ben - inténtelo otra vez majestad.
Los ojos de Ben comenzaron a viajar por su alrededor hasta que se detuvieron en una pequeña flor, la única que vió en la isla. Caminó hasta ella y se encontró con que había una pendiente con otras pocas flores y al final de esta una cortina de hojas. Ben comenzó a bajar con lentitud, pero se detuvo para voltear hacia Mélodie y ofrecerle su mano.
- Podrías caerte.
- Prefiero caerme - contestó viéndolo con una mueca, a lo que Ben inclinó levemente su cabeza hacia ella, esperando que tome su mano. Mélodie bufó y tomó su mano para comenzar a bajar.
Al pasar la cortina de flores Ben quedó boquiabierto. Parecía el paraíso, ni en Auradon había visto un lugar así, era hermoso.
- que es...?
- Es el Valle de las sirenas - contestó volteando a darle una pequeña sonrisa. Seguidamente Mélodie se quitó su collar con un caracol y miró a Ben - confío en que vas a cuidarlo - se puso detrás de Ben y enganchó su collar en el cuello del chico.
Mélodie retrocedió unos pasos y corrió para lanzarse, convirtiéndose de manera casi inmediata en una sirena al tocar el agua.
Ben abrió la boca sorprendido y se agachó en la orilla - Mélodie? - preguntó buscándola en el agua.
La pelinegra salió con lentitud y comenzó a nadar hacia el - ven, entra - extendió su mano hacia el.
El Rey la miraba sorprendido - como es que-
- mí madre es una sirena, una de las que vivía en nunca jamás - le sonrió levemente - acaso tu no puedes convertirte en bestia? -se burló
-no, no puedo... - sonrió un poco - es increíble, nunca había visto una sirena real - se inclinó hacia ella.
- Pero no conoces a Ariel?
Ben se encogió un poco de hombros - si, pero no como sirena.
Antes de que Mélodie contestara, un par de chapoteos comenzaron a escucharse, el agua se movió levemente y Mélodie intentó mirar a traves de ella. Unos ojos de asomaron en el agua y ahí fue cuando Mélodie sonrió.
- Ava, me asustaste - los ojos claros de la chica bajo el agua viajaron hacia el rey y nuevamente a Mélodie - ven, te presentaré a mí amigo.
Ava comenzó a nadar hasta Mélodie bajo la atenta mirada de Ben, y se puso detrás de la chica para salir del agua dejando ver su rostro y parte de su pecho. Era hermosa, y Ben sintió un leve mareo al verla, similar a la primera vez que vió a Mélodie pero no tan intenso.
- Ben, ella es mí amiga Ava - miró a la sirena - Ava, el es-
- es el rey del que nos hablaste? - interrumpió a su amiga.
- nos? - preguntó Ben confundido y fue entonces que otra voz se sumó a la charla.
- si, nos - contestó una chica de tez negra y ojos azules saliendo de las profundidades - el rey de Auradon, ¿No? Mí nombre es Zarina, yo gobierno el Valle - sentenció seria.
Ben, quien sentía que se le bajó el azúcar al ver a la chica, tomó una bocanada de aire y se presentó - es un placer, así es, soy Benjamin - extendió su mano.
Zarina le dió una mirada a su mano y miró a su amiga - Por qué Uma no se hace cargo de sus asuntos?
- Porque yo lo hago - suspiró la pelinegra.
Zarina miró nuevamente a Ben y tomó su mano estrechandola - un placer.
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