~Capítulo 9~
General Point of View:
—!Pelea conmigo!— exclamó eufórico el chico jabalí, de pie, sobre la cama de la albina mientras se reía con locura y portaba sus dos espadas dentadas.
La oji-celeste abrió lentamente los ojos, sus ojos conectaron con la máscara de Inosuke y un signo de interrogación apareció sobre su cabeza.
—¡Inosuke! ¡Baja de ahí por favor!— espetó Tanjiro mientras jalaba a Inosuke para tratar de bajarlo de la cama de la albina que se frotaba los ojos para tratar de espantar el sueño.
—Tranquilo chico, le robaré algo más tarde para ajustar cuentas— contestó la joven para tranquilizar al solecito, al mismo tiempo que se levantaba de la cama y comía del plato de onigiri al lado de la cama.
Hasta que una mano invasora se poso sobre su comida.
—Tienes 3 segundos para correr, puerco— amenazó la joven chica albina antes de contar hasta 3 y lanzarse sobre Inosuke y clavarlo en el suelo. Lamió lentamente su cuchillo que portaba en caso de emergencias haciéndolo arder al rojo vivo.
Cambio de estado: Quemadura y escozor
—¿Se puede saber qué le hiciste a Inosuke?— preguntó la pilar de insecto con una vena saltándole en la frente y una peligrosa sonrisa, mientras vendaba el torso de Inosuke para cubrir las quemaduras que le había dejado el cuchillo, mientras este se quejaba escandalosamente del intenso ardor que estas le provocaban y no dejaba de moverse para que la pilar pudiera vendarlo como era debido.
—Niña mariposa, los secretos son secretos justamente porque no se saben.— contestó la oji-celeste con una sonrisa astuta y entrecerrando literalmente los ojos al sonreír —Además, si el puerquito toco mi comida, es porque está deseoso de una muerte lenta y dolorosa, solo le estoy dando una pequeña muestra para que lo piense mejor la próxima vez— explicó con una sutil amenaza escondida entre palabras melosas.
El herido jabalí que descansaba en la cama tuvo un presentimiento. Sus ojos brillando con locura representaban peligro y esa dulzura en sus palabras era veneno.
—¡Es una serpiente albina!— gritó Inosuke levantándose de la cama de golpe y apuntándole a la ladrona con una de sus katanas.
—No querido, soy algo mucho, mucho peor— sonrió antes de susurrarle unas palabras al oído mordisqueandole levemente el lóbulo de la oreja al chico que se quedó estático en ese momento.
Cambio mental: sueño forzado
La albina se encontraba en su habitación de la finca mariposa reposando. Sus piernas yacían entendidas hacia arriba sobre la pared mientras que su torso reposaba sobre el colchón. Era una firme creyente de que más sangre en la cabeza ayuda a pensar mejor.
Y tenía mucho que pensar después de ese ataque de agresividad y seducción hacia el niño jabalí, el cual se encontraba en examinación después de que colapso repentinamente y cayó en un sueño profundo.
¿Esa era su intención original?
No
¿Fue lo que pasó?
Sí
¿Estaba pensando claramente en ese momento?
No
¿Entonces a qué se debió ese impulso?
Se levantó de la cama con un giro completo de su cuerpo hasta quedar de pie en el piso. Esa era su incógnita: ¿Qué estaba causando cambios en su comportamiento?
Se detuvo un momento, respiro profundamente y se sentó bruscamente en su cama mientras observaba sus manos temblar por el pavor que le provocaba ese pensamiento que asaltaba su mente implacablemente y estremecía cada parte de sí.
Había usado una frase recientemente que sonaba como la mejor pista que tenía de sus cambios mentales:
"Incluso puede que su comportamiento sea afectado directamente por ese espacio en mi mente..."
El cambio en el comportamiento era un camino de dos vías.
Sí, definitivamente el comportamiento de Muzan había cambiado, de eso no había duda, era menos hostil y violento.
Sin embargo ella se había vuelto hostil y violenta de golpe. ¿Le gustaba robar? Sí, por supuesto, pero nunca había lastimado a nadie y no llevaba un cuchillo más que por su propia seguridad y en caso de tener que defenderse.
¿En qué momento pasó a dejar quemaduras en la piel de un chico solo por tocar su comida?
Su mente la estaba volviendo loca, sus pensamientos revoloteando la atormentaban y la idea de volverse agresiva y despiadada como el señor de los demonios era aún peor. El miedo se apoderó de sus actos, hundió la cabeza entre sus piernas y...
Gritó
Gritó tan fuerte que su dolor fue escuchado en cada habitación y pasillo de la finca mariposa.
A un par de habitaciones de distancia se encontraba sentada la pilar de insecto, sostenía un pincel en su mano que escribía pulcramente sobre un trozo de papel que informaba lo siguiente:
"T̶e̶n̶g̶o̶ ̶l̶a̶ ̶f̶o̶r̶t̶u̶n̶a̶ ̶d̶e̶ ̶i̶n̶f̶o̶r̶m̶a̶r̶l̶e̶,̶ ̶p̶a̶t̶r̶ó̶n̶,̶ ̶q̶u̶e̶ ̶h̶a̶y̶ ̶a̶v̶a̶n̶c̶e̶s̶ ̶e̶n̶ ̶l̶a̶ ̶r̶e̶c̶u̶p̶e̶r̶a̶c̶i̶ó̶n̶ ̶d̶e̶ ̶l̶a̶ ̶c̶h̶i̶c̶a̶ ̶q̶u̶e̶ ̶e̶s̶c̶a̶p̶ó̶ ̶d̶e̶ ̶M̶u̶z̶a̶n̶ ̶K̶i̶b̶u̶t̶s̶u̶j̶i̶ . Me apena de todo corazón, patrón, pero tengo que informarle que mis capacidades médicas están especialmente dedicadas a heridas en el cuerpo, pero la ladrona aparenta tener un estado mental delicado. Me tomo la libertad de recomendar ponerla bajo custodia de algún otro pilar para tenerla bajo una vigilancia más exclusiva y evitar molestar a los otros pacientes
—Atentamente Shinobu Kocho, pilar de insecto."
Sí, estaba escribiendo sobre sus mejorías físicas cuando escuchó el gritó perturbado y se dió cuenta de que su estado mental se salía de su campo.
Y también quería quitarse de encima a esa loca, con Inosuke era suficiente.
Un par de días después, el sol brillante se colaba por la ventana de la albina y la iluminaba en su tarea: empacar sus cosas. Un trío de katanas y una peineta sucia y oxidada que brillaba débilmente con su resplandor opaco a la luz del sol.
En la puerta estaba parado como una estatua un hombre de cabello azabache con un haori de diseños anómalos. La miraba en silencio mientras la albina tomaba sus pocas posiciones y tendía torpemente la cama en un intento de dejar ordenada la habitación donde la habían recibido, aunque después de un ataque de agresividad y un grito doloroso la habían echado.
Tenía sentido, no los culpaba, ella no estaba bien y tampoco estaba ahí para hacer el bien.
—Estoy lista— su voz rota y monótona rompió el silencio entre el azabache y la albina. Sus katanas colgaban, una a cada lado de su cadera y otra envuelta en una tela estaba colocada en su espalda con un cariño especial. No tenía otra cosa en la mano más que la vieja peineta y lo miraba como si no estuviera ahí, y pudiera ver la pared a través de su cuerpo.
Giyū Tomioka sabía quién era ella, era una ladrona, y lo sabía porque era su propia katana la que colgaba del lado derecho de la cadera de la albina, aquella que le había sido robada desde hace ya un tiempo atrás.
Aún así, su mirada se desvió de la katana robada a sus ojos, y al ver tanta tristeza y vacío, solo calló. Calló y tomó su brazo con suavidad, como si tuviera una última oportunidad de indicarle a Sabito y Makomo el camino a su hogar.
Después de todo verlos a ambos le causaba la misma tristeza, aunque a sus difuntos amigos ya solo podía verlos en sueños.
Así, ambos seres rotos emprendieron camino a la finca del agua, dejando atrás dolores pasados, y la sonrisa hipócrita del pilar insecto que los observaba caminar desde una ventana.
"Buena suerte con eso, Tomioka-san." —dijo al haberse librado de lo que ella consideraba un problema, para volver a su trabajo—
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Bueno, me inspiré y tenía un poco de tiempo libre. Espero que les haya gustado el capítulo después de tanto tiempo. Alguna teoría sobre el poder extraño de la protagonista?
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