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𝗼𝗼𝗼. ▎ › ❛ 𝒫𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐔𝐄 ❜. ៹ ં


・ 。゚🩸⦙ 𝐏𝐀𝐈𝐍𝐊𝐈𝐋𝐋𝐄𝐑 。˚🔪 ᵎ
000.┊ PRÓLOGO.
꒰# prólogo.

MADISON ARGENT ESTABA DE PIE DELANTE DE OAK CREEK, con sus botas de cuero retumbando contra el pavimento. El aire frío de noviembre soplaba en su pelo castaño rojizo, que le caía por la espalda en cascada, y se estampaba contra la cazadora de cuero negra que llevaba puesta.

Su mano se crispó con magia azul y saltaron chispas mientras luchaba por mantener sus poderes a raya. La joven bruja era incapaz de contener sus poderes, sobre todo cuando se sentía ansiosa o asustada.

La sensación desapareció tan rápido como surgió, una vez que su mano se entrelazó con la de Allison Argent. Las uñas pintadas de rojo de la chica de pelo castaño oscuro apretaron las de su hermana, un movimiento que había hecho muchas veces en el pasado para calmar los nervios de ambas.

Madison le devolvió el apretón con la misma fuerza, los ojos de las hermanas se encontraron y asintieron.

A su alrededor estaban las figuras de Scott McCall, Stiles Stilinski, Isaac Lahey y Kira Yukimura. El grupo estaba solemne, la ansiedad plagaba a cada adolescente.

—Hemos hecho esto antes. Hace un par de semanas estábamos justo igual que ahora, y salvamos a Malia, ¿os acordáis? —La atención de Scott se dirigió a Allison, que asintió en señal de confirmación.

—Y era una completa desconocida. Ahora es Lydia —dijo Scott en un intento de animar a su manada a mantener el optimismo y la determinación.

—Estoy aquí para salvar a mi mejor amiga —dijo Allison con orgullo, mirando hacia abajo a su hermana pequeña.

—Yo para salvar al mío —Scott estuvo de acuerdo, mirando a Stiles con una leve sonrisa.

—Yo es que no tenía ganas de hacer los deberes —confesó Isaac con sinceridad, haciendo que Madison le diera una patada en la pierna al arruinar el momento.

Él se limitó a esbozar una sonrisa como respuesta, sacudió la cabeza y se dio la vuelta para entrar por las verjas. El grupo lo siguió, y Madison no pudo evitar la pesada sensación en su corazón de que algo terrible estaba a punto de ocurrir.

Nada más entrar, Madison se encontró cara a cara con Noshiko Yukimura. Ella frunció el ceño mientras que Madison miraba preocupada a los Oni.

—Kira, da la vuelta y vuelve a casa. Y llévate a tus amigos contigo.

—No puedo. Cuando he visto el juego, me he dado cuenta contra quién estaba jugando... tú.

Madison tragó saliva, mirando a Allison, que apretó su mano en un movimiento estimulante. Su mano soltó la de Madison después de un momento, para levantar su arco y apuntar firmemente a Noshiko.

—Que se vayan —advirtió ella.

—¿Creéis que podéis atraparlo con vida? ¿Creéis que podéis salvarlo? —se burló Noshiko.

—¿Y si podemos? —desafió Kira, la chica de pelo castaño rojizo animando en silencio a su mejor amiga.

—Intenté algo así hace setenta años. Vuestro amigo se ha ido.

A Madison le dolió el corazón al oír esto. Stiles Stilinski era la razón por la que había entrado en la manada, además de ser la hermana de Allison, por supuesto. Él había empezado como tutor de la joven Argent, y ambos habían formado un estrecho vínculo platónico durante el último año y medio.

La idea de perder a otra persona a la que quería le escocía y se sentía como un fuerte puñetazo en las tripas.

—¿Estás segura? ¿O es que si Stiles no tiene que morir, tal vez Rhys no tendría que haber muerto?

Al oír esto, los Oni se pusieron en posición de combate, alzando sus espadas y moviéndose bruscamente.

Madison hizo aparecer una pequeña bola de magia, apuntando sus manos hacia los Oni. Antes de que pudiera abrir fuego, Allison la detuvo.

Madison sonrió, agradecida de que su hermana mayor estuviera allí para detenerla cuando se ponía irracional. No sabía qué haría sin ella.

—Veo que ahora ya no soy el zorro, Kira. Eres tú. Pero el Nogitsune sigue siendo mi demonio al que enterrar.

Los Oni desaparecieron de repente en un humo negro, y la manada junto con Noshiko permanecieron allí en silencio. No menos de un momento después, la señora Yukimura jadeó, la palma de su mano se abrió para revelar una luciérnaga moribunda, siendo convertida en cenizas.

—¿Mamá?

—¿Qué es eso? ¿Qué significa? —preguntó Isaac, con voz vacilante, mientras miraba entre las hermanas Argent, haciendo contacto visual con su joven mejor amiga y novia.

Madison sacudió la cabeza y las chispas parpadeantes en la punta de sus dedos se transformaron en una auténtica bola de fuego.

Esto era nuevo, el color naranja nunca se había mostrado hasta este momento. Antes, su magia era azul o no tenía ningún color.

—Significa que ha habido un cambio de propiedad. Ahora me pertenecen a mí —habló el Nogitsune, con un tono a la vez desconcertante y condescendiente.

Los Oni estaban detrás de él, desenvainando sus espadas mientras la manada sacaba sus armas y otras formas de protección.

Los ojos de Kira se habían tornado de un color naranja intenso, mientras usaba su espada para defenderse de los Oni. Isaac se había transformado en lobo, gruñendo y atacando a cada uno de los Oni con sus garras.

Allison estaba usando su arco y flechas, sin fallar un solo tiro. Los Oni eran buenos esquivando sus flechas, ¿pero Madison? No tanto. Desvió una flecha que se deslizó más allá de ella, Allison jadeó y corrió hacia su hermana.

—Por Dios, Mads. ¿Estás bien? —habló preocupada, con la voz en un susurro mientras se metía con los pelos iniciales en la cara de Madison.

—Estoy bien, Alli. Pero a decir verdad, estoy asustada. Muy asustada —admitió la joven de catorce años, con el corazón acelerado mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

—¡Oye, no, no, no, está bien! Vamos a estar bien. Después de esto, te prometo que tomaremos un helado de chocolate, tu favorito —prometió la Argent mayor, entrelazando su meñique con el de Madison.

—¿Podemos ver también una pelí?

—Absolutamente.

Madison asintió con la cabeza, y las hermanas Argent se levantaron de su posición agachada y siguieron luchando. Madison logró dar a uno de los Oni con su magia, que hizo una mueca de dolor pero se levantó rápidamente.

—¿Cómo los detenemos? —preguntó Isaac, quedándose sin motivación ni energía para seguir peleando.

—¡No podéis! —contestó Noshiko, y un Oni atravesó la camiseta de Isaac con su espada y la sangre brotó.

Madison no tardó en ponerse al lado de Isaac, intentando ayudarle a esquivar los golpes de la espada para limitar más derramamiento de sangre. Madison fue agarrada por un Oni, con su espada en el cuello para evitar que se moviera.

Otro Oni estaba cerca de Isaac, con la espada en alto para acabar con su vida. Antes de que pudiera, Allison atacó con su arco y flecha, apuntando justo a su pecho.

Su movimiento se tambaleó, antes de desaparecer en el aire y desvanecerse. Su espada se estrelló contra el suelo mientras caía a su muerte.

Madison vitoreó a su hermana y una sonrisa se dibujó en su rostro. Los ojos de Allison se encontraron con los suyos, sonriendo también. El dulce momento entre las hermanas terminó rápido, demasiado rápido, ya que la cara de Allison cambió a una de conmoción.

Madison miró hacia el cuerpo de su hermana, para ver la espada de un Oni atravesando su pecho. El resto de los Oni desaparecieron después de esto, ella quedó libre de su agarre y echó a correr.

Madison fue a atraparla mientras caía, la joven Argent chocó con la mayor. La cabeza de Allison aterrizó en el regazo de Madison, y la castaña oscura cayó en sus brazos mientras se apretaba la herida.

—Allison.

—¿Sa.. Sabes si la han encontrado? ¿Está bien? ¿Lydia está a salvo? —exhaló ella, su aliento llegó con fuerza áspera.

—Sí, está bien —respondió Madi, con lágrimas goteando de su cara mientras trataba de aplicar presión sobre la herida de su hermana.

—Está bien... —intentó decir Allison, asintiendo entristecida con la cabeza. Las lágrimas también se deslizaron de los ojos de Allison, Madison acercó sus dedos para limpiarlas de la cara de su hermana.

—No. Allison... —susurró Madison.

—Está bien. Está bien. Está bien. Es perfecto. Estoy en los brazos de mi mejor amiga. Mi hermana. La persona que más quiero en este mundo. Yo.. te quiero, te quiero tanto, tanto, mi Madi-bear.

Allison sollozó, la sangre se encontró con sus labios mientras parpadeaba para apartar las lágrimas. Ese apodo era uno viejo, Allison sólo lo usaba en momentos de necesidad o desesperación.

Su mano manchada de sangre estaba en la mejilla de Madison, secando sus lágrimas con una sonrisa melancólica. Madison se mordió el labio inferior, intentando ser fuerte por su hermana mayor, pero en vano.

—¡No! Por favor, no. Allison, no, por favor. Dijiste que iríamos a por un helado. Lo prometiste... —dijo Madison, sollozando entre sus palabras a medida que más lágrimas seguían cayendo.

—Y lo haremos. Te lo prometo, algún día lo haremos. Tienes que prometerme algo más, ¿vale? Tienes que decírselo a papá —dijo Allison, asintiendo frenéticamente mientras Madison la instaba a continuar—. Díselo a papá. Dile, dile... —empezó, intentando terminar la frase antes de que el beso de la muerte se la llevara para siempre. Se detuvo a mitad de la oración, sus ojos y su boca se cerraron y Madison gritó.

—¡No! —sollozó, la mano que una vez agarró la de su hermana cayó al suelo. Madison pasó una mano por el pelo de Allison mientras la abrazaba. El calor que sentía Madison antes al abrazar a su hermana había desaparecido. Su cuerpo permaneció inmóvil y ella continuó manteniéndolo cerca del suyo.

Sollozos sacudían su cuerpo mientras Allison yacía en sus brazos. La historia de Allison y Madison Argent había terminado, acabando demasiado pronto de lo que jamás debería haberlo hecho.

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