Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XVI

Esto era una locura. Una total y completamente estúpida locura.

Prácticamente accedí a mudarme con un tipo al cual sólo conocía después de unos pocos meses. Jamás aclaramos cuánto tiempo aceptaba quedarme. No estoy segura de si eso hacía que la situación mejorara o empeorara. Tal vez solo me quería por otro mes o dos. Tal vez para siempre.

Tenía la esperanza de que así fuese, aunque no debería estar esperando eso, ¿no? ¿Qué pasaría si su esposa volvía a casa? ¿Qué si él empezaba a salir con otras? ¿Qué si...?

—Creo que deberías llamar a SiYeon para decirle que no regresarás. —sugirió, cargando a ambos niños, siguiéndome de regreso por las escaleras hacia su departamento.

Mordí mi labio, pero no me volví para dejarle ver mi repentina inquietud.

—Sí, supongo que debería. Sólo que...no sé en qué bolso dejé mi teléfono.

—¿Quieres usar el mío?

—Ajá.

Pero la verdad es que no quería llamar a SiYeon. Sabía lo iba a decirme. Se convertiría en mi conciencia y me diría lo terrible y absurda que era esta idea. Y luego, ¿qué si ella de alguna forma me convencía de no quedarme? No quería que me hiciera entrar en razón. Yo me quería quedar aquí, con ellos.

Jin dejó a ambos en el sillón y sacó el teléfono de su bolsillo. En tanto me lo entregaba, buscaba mi mirada con la suya. Cuando me di cuenta de que trataba de leerme y ver si yo quería cambiar de opinión, mi decisión de quedarme se consolidó aún más. Me quería aquí, pero jamás haría nada para obligarme.

Tomé el teléfono y marqué mi cumpleaños para ingresar a la pantalla de inicio, lo que me recordó que él guardaba secretos.

Demonios, tal vez sí actué precipitadamente.

Pero el tono de llamada ya sonaba en mi oreja, y yo, todavía deseaba quedarme. Mis instintos confiaban en este hombre. Qué curioso, Im Nayeon raramente confiaban en alguien.

Se me revolvió el estómago. Jin se inclinó hacia los bebés para hacerles mimos, pero me envió miradas cada tanto, así que digamos que entré en pánico, di media vuelta y corrí por el pasillo hacia la habitación.

Cuando mi prima contestó, un sudor frío se vertió sobre mí.

—Oye —se me ahogó la voz—, yo, eh, supongo que no voy a regresar esta noche después de todo.

Sisi no sonaba sospechosa. —¿De verdad? ¿Qué pasó ahora? ¿Los vecinos contrajeron varicela?

—No. No. En casa de la señora Choi están todos sanos ya. Con Jin solo... decidimos que debería quedarme, ya sabes, en el futuro inmediato, como... como su niñera permanente.

Cuando mi prima no me contestó, me mordí el labio.

—¿En el futuro inmediato?

—Sí. —Me encogí de hombros, haciéndolo sonar como si no fuera gran cosa—. Solo estamos improvisando. Él necesita una niñera, y yo todavía necesito un trabajo. Esto funciona bien para nosotros de esta forma. Además, Jungkook y tú tienen que mantener su nido de amor sin ser molestados.

—Cierto —SiYeon alargó la palabra—. Porque todo esto es sobre Jungkook y yo.

Su tono mordaz me hizo fruncir el ceño. Abrí la boca para decirle que quería que ella y Jungkook consiguieran algo de libertad -incluso si esa no era la razón principal- pero SiYeon explotó.

¿Qué estás haciendo, Nayeon? Tú eres la que me convenció de que no pueden estar juntos. ¿Por qué te torturas de esta forma? Vas a terminar enamorándote de él, luego su esposa va a regresar a casa, y serás echada; quedarás sin hogar, sin trabajo, y malditamente desconsolada con el corazón roto.

Suspiré al tiempo que cerraba los ojos. No podía decirle que una parte de su predicción llegó demasiado tarde.

Ya me encontraba enamorada de él.

—Claro que no. Ni siquiera nos hemos besado.

—Yo ya estaba enamorada de Jungkook incluso antes de que alguno de los dos pudiera pensar en poner nuestros labios juntos. El amor no comienza con besos o sexo. Comienza con sentimientos. Y tanto tú como Seokjin...—SiYeon suspiró. Fue un gigantesco suspiro. —... Cariño, no puedes decirme que no hay sentimientos ahí.

Mis labios temblaron y mi corazón...vaya, lo sentí caer hasta el estómago. —No puedo irme, Sisi. Yo solo... no puedo.

—Nayeon.

—Sé que no lo entiendes, pero...

—Lo hago. Lo entiendo perfectamente, y por eso estoy preocupada. Quiero que seas feliz, casi más que cualquier otra cosa, y jamás te he visto tan feliz como lo eres cuando estás con él. Pero yo...lo siento, voy a seguir preocupándome, porque te amo.

—Pero...

—Nada de peros. Entiendo. Solo soy desconfiada. Y ahora que expresé mis preocupaciones, me callaré. Recuerda, si me necesitas, siempre estaré aquí. Puedo al menos prometerte que no estarás sin un hogar.

—Gracias. Tan poco es para tanto. Solo para estar segura, tal vez todavía no traiga todas mis cosas de tu casa.

—Decisión inteligente.

Al colgar, sus palabras resonaron en mi cabeza. Caminé lentamente desde el pasillo a la sala de estar, donde Jin se paseaba con Eunji en brazos. Se dio la vuelta abruptamente hacia mí, con una mirada ansiosa.

—¿Y bien?

—¿Qué? —Maldita sea, sabía que yo era una charlatana.

—¿Te convenció de no quedarte?

La balanza se inclinó a su favor de nuevo, y una luz me iluminó desde el interior cuando negué con la cabeza. Le preocupaba mucho que lo dejara. Se sentía bien ser así de necesitada.

Corrección: Se sentía bien saber que él me necesitaba.

Su mirada se estrechó. —Pero aún estás a tiempo de liberarte de esto, lo sabes, ¿verdad?

Tragándome mi emoción, asentí. Me acerqué hasta donde estaba, fijé mis manos en sus antebrazos y me incliné para besar la cabeza de Eun Ji. Mientras mis labios todavía presionaban su suave piel, mi mirada se encontró con la de él. Calor se imprimió en mi interior cuando me di cuenta de que solamente nos encontrábamos a centímetros de distancia.

Sus ojos marrones fueron atentos, cuidadosos, y llenos de deseo.

—Así que, ¿vamos a hacer esto?

Me aparté lentamente. —Sí. Vamos a hacerlo.

Alivio salió de sus pulmones, y una lenta sonrisa se propagó en su rostro.

—Bien. Hagámoslo.

Nayeon me tranquilizó, pero aun así nos quedamos en silencio por el resto de la noche. Después de colocar a los niños en la cuna, nos sentamos en el sofá y encontramos un drama para mirar.

A la hora de ir a la cama seguíamos sin hablar mucho mientras nos preparábamos para dormir. Una tensión nerviosa vibró a través de mis huesos. Apagué la luz y esperé hasta que se subió al colchón para seguirla debajo de las sábanas; una vez ahí, por fin liberé el suspiro nervioso que contenía, un poco más seguro de que se quedaría realmente.

La luz de noche de la cuna iluminaba la habitación lo suficiente para poner un brillo romántico en la atmósfera. Con Nayeon yacíamos en nuestros lados, frente a frente, las manos debajo de nuestras mejillas. Nos estudiamos el uno al otro durante un rato sin hablar. Me preguntaba qué pensaba, pero tenía mucho miedo para preguntar, así que dejé que mis pestañas se cerraran.

Casi inmediatamente, pude sentir su mente comenzando a girar, y mis tripas se anudaron con preocupación. Si cancelaba nuestro nuevo acuerdo, no sabría cómo sobrevivir a ello.

—¿Jin?

Maldita sea.

Abrí los ojos con cautela. —¿Si?

—¿Esto es incorrecto?

Negué con la cabeza, tratando de no perderla.

—¿Por qué lo sería? No es diferente a lo que hemos venido haciendo en las pasadas dos semanas.

—Pero me encontraba aquí solo porque tú necesitabas ayuda. Ahora... ahora estoy aquí porque... quiero.

—Todavía necesito ayuda. Bon-hwa aún necesita una hermana.

—Pero es diferente ahora, ¿no lo ves? El hecho de que yo decida quedarme cambió cosas.

Tomé valor para alcanzar su mano y envolverla.

—Lo veo, y lo siento —admití—. No quiero que te vayas.

—Tampoco quiero irme. —A pesar de que dijo eso quitó su mano de la mía, poniendo distancia emocional entre nosotros.

Maldita sea. Odiaba la distancia emocional.

—Sé en mi interior que esto está mal, pero creo que encontré mi propósito en la vida estando aquí. Quiero decir, ¿es estúpido que de verdad me guste ser ama de casa? ¿Qué me guste mirar a los niños? Te lo juro, me siento realizada cuando los veo aprender a hacer cada cosita nueva. Me gusta. Se siente tan satisfactorio cuando logro que dejen de llorar después de que están enojados. Me gusta alimentarlos, limpiarlos y vestirlos. Son solo esos perfectos seres en miniatura que todavía no tienen idea de cómo ser personas. Cuando los calmo, es cómo si usara mi súper poder. Como si de verdad yo fuera útil para ellos y sirviera de algo en este mundo.

Arrugué la frente con confusión. —¿Por qué sería eso estúpido? Creo que es increíble.

—No lo sé. Es que... Donde creí, las mujeres que se quedaban en el hogar, cuidando de la casa y mirando a los niños, eran menospreciadas. Si querías llegar a alguna parte del mundo, te ibas de la universidad y conseguías un trabajo real o te casabas con alguien rico, así podías pagarle a quien sea para que cuidara de tus hijos si alguna vez tenías uno. Pero el estar aquí las pasadas semanas me hizo darme cuenta de que es un trabajo difícil. Toma esfuerzo, paciencia, perseverancia y mucha más maldita energía de la que alguna vez creí que poseía. Y aun así, al final de cada día, me siento más llena, más... No lo sé... solo más satisfecha de mi vida y de mí misma de lo que me sentí antes.

Cubrí su mano de nuevo, deteniendo su nervioso temblequeo.

—Creo que lo que haces con esos niños es tan importante como cualquier trabajo "real". Ese otro tipo de vida estaría bien, si es lo que quisieras. Pero no tienes que ser algo ostentoso e importante para el mundo, no cuando eres el mundo entero para Eun Ji y Bon-hwa.

—No digas esas cosas. —hundió su rostro en la almohada.

—Nunca tuve una madre. Ella me abandonó en el hospital donde nací. Ni siquiera me nombró. Un par de enfermeras me apodaron como sus maridos —Trayendo su mano a mi boca, besé su palma con reverencia—. No tienes idea de lo que hubiera dado para tener una madre tan atenta como tú, alguien que rondara su vida a mi alrededor. Tú haces una diferencia, y es una enorme. No hay nada tonto o insignificante al respecto.

—Tienes una habilidad con las palabras, Kim Seok Jin.

—Por supuesto que sí —Sonreí suavemente.

Ella sorbió y limpió su mejilla. —¿Es malo de mi parte decir que espero que tu esposa no vuelva nunca?

Solté un largo suspiro antes de susurrar mi terrible confesión—: Espero lo mismo.

Y entonces, sucedió.

Nayeon se adelantó, moviéndose hasta el borde de su almohada y cerrando la brecha entre nosotros. Un calor instantáneo me inundó. La erección que siempre tenía cuando me acostaba con ella en la cama se volvió furiosamente fuerte. Solté su mano para apretar mis dedos en el colchón para no tocarla.

—Princesa... —Empecé, pero decir ese nombre se sintió mal en este momento. Princesa era una fantasía, un sueño de una mujer que nunca conocí, alguien que quería que viniera y me salvara de mi estúpida y jodida vida. Im Nayeon era una realidad y mucho mejor que cualquier visión que tuve a los dieciséis. Así que agregué—: Nayeon...

Mi voz era mucho más vacilante y recelosa que el resto de mí. Quería que se moviera más cerca. La quería contra mí, encima de mí, debajo de mí, toda sobre mí. Pero parecían haber todo tipo de razones por las que eso era una mala idea.

—Solo quiero besarte.—dijo.

—Tú sabes que esto no puede ir a ningún lado.

—Lo sé —alzó su mano y la colocó sobre mi mejilla—. Pero aun así quiero hacerlo. Solo una vez.

Me derrumbé. —¿Solo una vez?

Asintió.

Deslizando mis temblorosos dedos en su nuca, levanté su cara en tanto mi otra mano se cerraba alrededor de su cintura y la atraía hacia mí.

—Tienes que ser la que pare cuando tengas suficiente, porque... —Yo no sería capaz de hacerlo.

—Lo haré. — Me volvió loco cuando se lamió los labios. Maldita sea, esto podría matarme.

¡No lo hagas!, gritaba una partecita racional de mi cabeza. Pero ni siquiera la escuché.

Bajé mi cara y me detuve a milímetros de tocarla, dejando que la anticipación se construyera entre nosotros hasta que crepitó malditamente cerca con electricidad. Nayeon gimió y se tensó, acabando con su impaciencia cuando cerró la brecha y presionó su boca con la mía.

Mis dedos se tensaron en su cabello, en la base de su cuello, sin dejarla acercarse más. Esperé más de diez años por esto, de ninguna manera me apresuraría. Pero su suave cuerpo deslizándose contra el mío hizo más difícil contenerme.

Sus dedos se apretaron alrededor de la tela de mi camisa, justo sobre mi corazón donde su nombre se encontraba tatuado en mi pecho y dentro de mi alma.

Aumenté la presión contra sus labios. Su boca era suave y flexible, y cuando su aliento se deslizó entre ellos, mezclándose con el mío, gemí. Sabía a... ni siquiera lo sé, pero sabía a un hogar.

Agarró mi hombro con una mano y soltó mi camisa con la otra para enterrar los dedos en mi pelo. Me moví más cerca hasta que sus pechos se aplastaron contra mí y mi excitación se apretó contra ella. Sujetando mi cabello con más fervor cuando apliqué más presión a su boca, ladeó sus caderas. Mi palma se deslizó hasta tu trasero para ayudar su movimiento.

Para el momento en que nuestras bocas se abrieron y nuestras lenguas se tocaron, nos estábamos tocando por todas partes, yendo tan lejos como podíamos con nuestras ropas puestas y nuestras manos quedándose encima de la tela.

Pero mierda, juro que tuve un orgasmo sin siquiera eyacular cuando su lengua se deslizó contra mi cuello y mordisqueó la zona. Mis músculos se tensaron. Acostándola, me subí encima de ella y acomodé mis piernas entre las suyas en tanto nuestras bocas se movían una contra la otra. Entrelazando nuestros dedos, coloqué sus manos sobre la cabeza y la besé, destrozando sus labios, con el corazón palpitando, y los dientes chocando.

Esto lo era todo.

Ella. Princesa. Im Nayeon; lo era todo.

Besé detrás de su oreja y su pelvis chocó contra mi dolorido miembro.

—Jin —jadeó, apretando sus dedos en mis manos.

—Lo sé. Estoy en ello. —volví a besarla.

Pero cuando mi mano se deslizó hacia abajo sobre su cadera alrededor de su muslo, dirigiéndose a la dulzura entre sus piernas, mi hijo decidió despertarse.

—Tienes que estar bromeando —gruñí, levantando mi cara roja y caliente.

Debajo de mí, Nayeon se rio.

—Él es más efectivo que un cinturón de castidad.

Gemí y rodé sobre mi espalda a su lado, lanzando mi brazo sobre mi cara y tratando de controlar mis hormonas en ebullición. Pero Nayeon continuaba riéndose.

Volví el rostro para fruncirle el ceño. —No hay nada gracioso en esto.

Lo cual la hizo reír más fuerte.

Mujeres.

Cuando se sentó para levantarse de la cama, tomé su brazo. —Yo iré. —Necesitaba una razón para salir de esta cama y, con suerte, enfriarme.

Sonrió en agradecimiento, y su sonrisa era tan hermosa que me tentó a volver encima de ella. Pero resoplé y me giré. Frunciéndole el ceño al niño, lo levanté y lo llevé de nuevo a la cama, donde Nayeon lo alcanzó con los brazos abiertos para tomar el control. Después de subirme y sentarme, gemí con amargura mientras ella abría su pijama y sacaba un pecho desnudo, con el más brillante pezón rosado antes de colocarlo dentro de la boca del bebé.

—Pequeño bloqueador de penes —murmuré—. No podrías haber tenido un pañal sucio para ayudarme a enfriarme, ¿verdad? Oh, no. Tenías que tener hambre así yo podía ver eso—Agité mi mano con irritación al pecho expuesto—. Muchas jodidas gracias.

—Déjalo en paz. Él solo se está asegurando de que trabajo para ganarme el sueldo.

Mis hombros cayeron. Recordar que se encontraba aquí por un trabajo mató mi estado de ánimo. Observé miserablemente como alimentaba a Bon-hwa.

—Realmente eres mi empleada, ¿no es así?

Sus ojos se abrieron al darse cuenta lo que eso significaba

—No — reprendió—. Sé lo que estás pensando y tú no hiciste nada mal. Te rogué que me besaras.

—No, yo te besé porque lo quería más que a mi próximo aliento, incluso cuando debería haber reprimido mis deseos egoístas y negarme—Tiré de mi cabello, queriendo dejarme un ojo negro—. ¿En qué demonios pensaba? No te voy a hacer esto. No voy a empezar algo que no puede ir a ninguna parte. No es justo para ti. En absoluto.

Ella abrió la boca, pero luego la cerró y asintió silenciosamente antes de agregar—: Entiendo.

Cerré los ojos. Escucharla decir eso debería haberme liberado de mis preocupaciones, pero solo me hizo sentir más mierda, culpable, dolido.

Y me hizo amarla incluso más.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro