Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XIII

La mañana del domingo, justo cuando SiYeon y yo le dimos a Eun Ji su primer baño en la mesa de la cocina, Jungkook recibió una llamada.

—Mierda —le murmuró a la persona en la línea—.Ok. Sí, puedo hacer el de esta noche y el del martes. Ya estoy trabajando miércoles y jueves. ¿Puedes tomar el viernes? Bien. Le prometí a mi hermana una cita.

Cuando colgó y frotó su rostro cansado, mi prima se enderezó para darle una mirada curiosa.

—¿Qué sucede?

Jungkook me miró preocupado antes de decir—: Era Namjoon. La niñera de Jin tiene influenza, o sus hijos o... alguien. No sé. Estarán todos contagiados por las siguientes dos semanas, así que tiene que quedarse en casa con su hijo hasta que encuentre a alguien en quien pueda confiar para cuidarlo.

Fruncí el ceño. —¿Y su esposa?

Era su hijo. ¿Por qué él buscaba niñeras? ¿Y por qué ella no dejaba su trabajo de lado para cuidarlo?

—Ella, eh... se fue —murmuró incómodo, rascándose la cabeza mientras respondía.

—¿Qué? —chillamos SiYeon y yo al unísono.

—Sí. Cuando llegó a casa luego de nuestra reunión, ella se había ido.

—¿Y dejó al bebé allí? ¿Solo?

Me sentía enferma del estómago. Jin había tratado más de una vez de llamar a casa ese día sin obtener respuesta. Probablemente Bon-hwa estuvo solo todo el tiempo.

Jungkook sacudió la cabeza. —No tengo idea de cuánto tiempo estuvo solo. Y estoy bastante seguro de que Jin ni siquiera quiere pensar en ello. Namjoon dijo que sonaba muy molesto.

—Seguro que sí. —Puse una mano sobre mi corazón, y comprobé a mi propia hija, todavía envuelta en su toalla mientras trataba de quitársela.

Me sentía como una basura. Jin estuvo aquí, hablando conmigo, preocupándose por mí, mientras su hijastro era abandonado por su propia madre. Probablemente nunca querría volver a verme.

Pero incluso con esepensamiento, solté—: Yo lo cuidaré.

Aún me sentía en un estado de shock, ira y pena cuando alguien golpeó mi puerta temprano por la mañana el lunes. Incluso aunque Joo pudiera mejorar sus habilidades como madre, no pensé que en realidad haría esto. Aún me perseguía el recordar cómo encontré a Luchador gritando en su cuna, lanzando sus puños al aire, su rostro rojo con angustia mientras atravesaba la entrada y lo encontraba en casa, solo.

Muchas cosas podrían haberle pasado. De solo pensarlas siento ganas de vomitar. Mis manos temblaban de miedo. Si alguna vez veía a Bae Joo Hyun de nuevo, la verdad es que tenía miedo de lo que yo sería capaz de hacerle.

¿Cómo pudo abandonarlo? A su propio hijo.

Con él en brazos y los dedos apretados en puños, caminé hacia la puerta, medio esperando que no fuera ella porque no tenía el ánimo de aguantar su justificación, y medio esperando que sí lo fuera, así podía decirle exactamente lo que quería.

Al abrir la puerta retrocedí debido a la sorpresa cuando Park Si Yeon me sonrió desde mi umbral.

Extendió una mano. —Teléfono. Por favor.

—¿Qu...? —Confundido, fruncí el ceño y saqué el teléfono de mi bolsillo trasero sin pensarlo— ¿Qué estás haciendo aquí? —Me sentía tan pasmado que le tendí el teléfono sin siquiera preguntarle qué planeaba hacer con él.

—Clave —ordenó.

Con un suspiro, lo cogí de nuevo y puse la contraseña antes de volver a entregárselo.

—Gracias —Centrando su atención en la pantalla, pulsó unos números en la agenda—. Aquí está mi número. Llámame cuando termines con ella, y vendré a recogerla inmediatamente. Y por favor, cuida de mi chica. No es solo mi única prima, sino también mi mejor amiga.

Tomé el teléfono cuando me lo regresó. Sacudiendo la cabeza y sin entender nada, dije—: ¿Eh?

Allí fue cuando una jadeante Im Nayeon llegó detrás de ella, arrastrando a Eunji en un enorme asiento de auto con una bolsa de pañales en su hombro.

La novia de Jungkook fue olvidada al instante. Parpadeé repetidamente para asegurarme de que veía lo que veía.

—¿Princesa?

Sonrió, y todo mi pecho se llenó de calidez.

—Jungkook dijo que necesitabas una niñera. Así que... ¡aquí estoy!

—¿Tú...? —Negué con la cabeza, confundido, incluso aunque aclaró perfectamente por qué se hallaba allí—. ¿Qué?

No funcionaría; porque si entraba a mi casa, yo no iba a poder irme. Nunca querría irme. Nayeon utilizó la silla de auto para bebé como apoyo, inclinándose hacia adelante y forzándome a hacerme a un lado. Sí, tendría que llamar y renunciar a mi trabajo. Ambos trabajos. No tenía otra opción. Podría convertirme en un vago y solo babear cada vez que ella pasara. Esa sería mi nueva meta.

—Bien, adiós. Te quiero. —Detrás de mí, la chica de Jeon hizo sonidos de besitos. Pero no le presté atención. Nadie más existía actualmente en mi universo, excepto tal vez por Bon-hwa y Eun Ji.

Pero Nayeon se inclinó más allá de mí para sonreírle a esa otra molesta persona, y le envió un beso de vuelta. —Yo también te quiero. Gracias por el aventón.

Su prima debía haberse ido al instante porque Nayeon me dio una mirada divertida. —¿Vas a cerrar la puerta?

—¿Eh?

—Ve a ducharte y alistarte para el trabajo. —Su voz sonaba seca, pero divertida—. No querrás llegar tarde.

—¿Trabajo? —repetí. Pensé que ya habíamos decidido que mi nuevo trabajo sería ponerle un altar.

Girándose, puso la silla portatil en el suelo y colocó esta sofisticada cartera con el nombre de Eun Ji a un costado junto a él. Luego fue a desabrochar a su bebé. Todo el tiempo que estuvo arrodillada, mi mirada permaneció fija en su trasero, debo admitirlo. Y la única razón por la que podría creer que estuvo embarazada hace tan solo un mes era porque lo vi con mis propios ojos.

En lugar de sacar a su bebé del asiento, se enderezó y me atrapó mirándola. —Por todo lo santo; puedes mirar mi trasero más tarde. No se irá a ninguna parte. Ahora muévete. —Alargó una mano y comenzó a sacar a Luchador de mis brazos.

Fue bastante obvio lo mucho que me gustaba cuando no intenté alejar sus dedos tratando de tocarlo. Pero después del sábado, tenía algunos graves problemas de apego; otra razón por la que no podía trabajar hoy. Dejar a Bon-hwa se sentía mal. En realidad, necesitaba sentarme allí y sostenerlo mientras me comía con los ojos a la niñera.

Y luego Princesa lo hizo incluso peor al arrullarlo en cuanto lo tuvo en sus brazos.

—Oh. Es tan lindo. Mira esas perfectas mejillas. Será un modelo algún día.

Bon-hwa se removió y abrió los ojos. Me tensé, listo para quitárselo, porque Nayeon era una extraña y probablemente lo asustaría. Pero apenas y le parpadeó unas cuantas veces.

—Hola, guapo. Eres incluso más adorable cuando abres esos enormes ojos. Sí que lo eres. Mi nombre es Nayeon. —Me dio una sonrisa—Pero algunas personas molestan me llaman Princesa.

Regresando su atención a mi hijo, continuó hablando, explicándole cómo iba a pasar el rato con ella y Eun Ji, y cómo iban a tener un montón de diversión. Por mi parte, solo seguí mirando. Princesa le hablaba; Joohyun se quejaba porque no podía responderle, excepto que eso fue exactamente lo que hizo. Le respondió rompiendo en una de sus famosas sonrisas y haciéndola derretir.

—Aww. —Mirándome, dijo—: Creo que acabo de enamorarme.

Estuve bastante tentado a responder: "Yo también". Pero era estúpido, ¿No? Maldición, tenerla aquí, cuidando de mi hijo, era demasiado peligroso para mi paz mental.

Nayeon me dio un extraño ceño fruncido, como si supiera lo que pensaba. Me removí incómodamente.

—¿Qué estás haciendo? —se quejó. —¡Vete! Si llegas tarde te descontarán y no tendrás con qué pagarme.

Finalmente sonreí. —Te debo una enorme.

—Creo que saldaste tu deuda el día que salvaste la vida de mi hija.

Tuve que trabajar en mi hora de descanso. Lo cual apestó. Toda la mañana ansié llegar a casa y comprobar a Bon-hwa. Ver a Nayeon. Acurrucarme con Eun Ji.

Mi atención permaneció más tiempo en el reloj que bajo el capo de cual fuera el auto que arreglaba. Entonces algún idiota con dinero y un sofisticado traje se presentó con una rueda desinflada. No éramos exactamente una tienda de repuestos, pero la única cosa que mi jefe vio fueron los billetes, así que sí, me pidió que arreglara el neumático del Bentley. No estaba seguro de qué hacía un maldito Bentley en nuestro vecindario, pero lo que sea.

Alguien debía haber pensado que tampoco pertenecía allí, porque fue el corte de un cuchillo lo que lo había desinflado. Definitivamente no fue por un pinchazo fortuito.

El estúpido dueño no se me despegó ni un solo segundo, con los brazos plegados sobre su pecho escrudiñaba cada pequeña cosa que hacía, pero al menos no hizo ninguna crítica. Cuando le tendí la boleta para que entrara y pagara, diciéndole que ya todo estaba listo, finalmente sonrió, las arrugas profundizándose alrededor de una pequeña y blanca cicatriz a lo largo de su mejilla izquierda. Pero no era una sonrisa amigable. Sus ojos decían sus verdaderos pensamientos. Me miraban con menosprecio, a mí y a las manchas en mi rostro, a mi ropa del mercado de pulgas, a mis deportivas rotas; diciéndome en silencio el pedazo de mierda que pensaba que era.

Estúpida gente rica.

Amaría verlo tratar de sobrevivir como lo hice yo. Trabajar noches y días enteros por sueldos de mierda. De repartidor, volantero o recolector de basura. Lo más lejos que pude llegar fue gracias a mi apariencia que me consiguió un puesto de asistente/mayordomo/esclavo en un club de campo, uno como donde seguramente Nayeon había pasado sus veranos.

Al recordar que se encontraba en mi apartamento, rodeada por mis cosas de baja calidad, la llamé por teléfono.

—Hola —dije tan pronto como atendió; su melodiosa voz hizo que mi pulso se acelerara.

—¡Hola! —Sonaba animada y despierta. Cuidar de dos pequeños aún no parecía haberle afectado— ¿Qué sucede?

—Solo comprobaba. Iba a pasarme por allí en mi descanso, pero a último segundo recibimos un auto. —Me aparté del Bentley mientras el dueño se alejaba del escritorio del cajero y sacaba las llaves de su bolsillo. Su mirada permaneció en mí mientras abría la puerta, por lo que le di un respetoso asentimiento—. Uno bueno.

Su sonrisa era un poco demasiado arrogante para mi gusto, así que lo seguí mirando en lo que entraba en su auto.

—Estamos bien aquí —respondió Nayeon mientras yo lo miraba—. Bon-hwa acaba de almorzar y se durmió, por lo que Eun Ji se aburrió y también se durmió. No sé cómo hice que ambos se durmieran al mismo tiempo, incluso me impresioné a mí misma.

Sonreí. —No me sorprende para nada; sabía que serías así de buena. Parece que lo tienes bajo control. Sé que puede ser problemático a veces.

Bae Joo Hyun siempre se quejaba de que lloraba sin parar.

—Bueno, no lo ha sido. Este chico es un encanto. No ha llorado ni sola una vez, al contrario, parece que le encanta sonreír.

Mi rostro se estiró mientras crecía mi propia sonrisa. —Sí.

—Aunque he aprendido una gran diferencia entre géneros en lo que respecta a cambiar pañales. Esa fue una... experiencia húmeda.

Mis ojos se ampliaron. —¿Te orinó encima?

—Un poco, sí. —Su risa sonaba feliz, dejándome saber que no estaba para nada molesta—. Espero que no te importe que usara tu lavadora.

Mi cabeza se llenó con imágenes de ella paseándose por mi apartamento, quizá usando mi ducha, andando por ahí en topless mientras su camiseta se secaba.

Oh, diablos. Una erección en el trabajo. No era bueno.

—No —gemí; mi voz ronca y mis pantalones demasiado ajustados—. No, para nada. Lamento que lo haya hecho. Supongo que debí haberte advertido que podría hacer eso. Después de abrir su pañal, por lo general solo lo levanto lo suficiente como para dejar que le dé el aire y pueda hacer lo suyo antes de desenvolverlo completamente.

—Qué buen consejo. Gracias. Definitivamente mantendré eso en mente para mañana.

—¿Mañana? —hice eco estúpidamente, mientras mi corazón se aceleraba.

—Bueno, sí. Pensé que tu niñera estaría enferma por unas dos semanas.

Me sentí en una nube. Im Nayeon iba a estar en mi apartamento, cuidando a mi hijo por... ¿dos semanas? ¿Cómo sobreviviría a ello, siempre sabiendo que se encontraría allí, cuidando a mi hijo, caminando a través de mis habitaciones, sentándose en mis muebles, lavando sus camisetas orinadas en mi secadora? Ya deseaba lo suficiente salir del trabajo así podía ir a casa y solo disfrutar de su presencia. ¿Pero dos semanas de este lujo? Dios, podría tener una sobredosis.

—Oh, oye. Tengo una pregunta antes de que te vayas.

¿Vayas? Había estado planeando alargar esta conversación por tanto tiempo como fuera posible.

—¿Qué sucede?

—Bon-hwa tiene cuatro meses, ¿cierto?

—Sí.

—Eso fue lo que pensé. Así que tomé prestada tu computadora y busqué en unos cuantos sitios sí no había nada que se me estuviera pasando sobre cuidar a alguien de esa edad. Y decía que los cuatro meses es un buen tiempo para darles comida sólida. Pero no vi nada en los gabinetes, así que...

—Guau, no había pensado en eso. Pero sí, me aseguraré de comprar algo la próxima vez que vaya a la tienda. ¿Qué necesitan?

—Internet dice que está bien esperar un par de meses más, pero él parece comer un montón, así que pensé... Sé que estoy sobrepasándome. Lo siento, yo...

—¡No! Eso es... en realidad, estoy feliz de que trajeras el tema a colación, pero no tengo idea de lo que necesita. He estado dándole lo mismo los pasados cuatro meses. Cualquier consejo que tengas es apreciado.

—En ese caso, puedes empezar a darle sólidos en porciones pequeñas. Creo que también podría usar esta crema para rozaduras que tengo para Eunji. El pobre y pequeño trasero de nuestro niño parecer estar recuperándose de un horrible sarpullido.

Antes que nada, me quedé sin aire cuando ella denominó como "nuestro niño" a luchador. Pero no podía decirle que ese enrojecimiento era porque su madre nunca lo había cambiado y muchas veces había pasado la mayor parte del día con el miso pañal sucio. Ya era lo suficientemente humillante saber que mi hijo había pasado por eso y que no hubiera podido estar allí para mantenerlo constantemente cambiado, pero escuchar a Nayeon señalar lo obvio era más que vergonzoso.

Tan triste como era admitirlo, era una bendición que Joohyun se hubiera ido. Bon-hwa finalmente recibiría un auténtico cuidado.

Y vaya, las cinco no pudieron llegar lo suficientemente pronto. Le di a mi tarjeta de control y me apresuré a casa. Mientras desbloqueaba y abría la puerta principal de mi apartamento, la risa de un bebé sorprendió mis oídos.

Congelado en la entrada, observé a Nayeon dándome la espalda sentada sobre una sábana en el suelo. Se inclinaba hacia Bon-hwa quien movía las piernas y balanceaba los brazos, riendo incontrolablemente mientras ella hacía sonidos extraños.

Cuando se detuvo, el niño dejó de sonreír, dejó de patear y la miró con una expresión seria. Pero luego Nayeon volvió a comenzar, comenzó nuevamente e incluso su cabello castaño le daba en el rostro, haciéndolo reír y patear de nuevo.

Junto a él en la otra mitad de la manta, la pequeña Eun Ji se encontraba tumbada sobre su estómago mientras trataba de levantar la cabeza del suelo y su cabecita diminuta bamboleaba por el esfuerzo que le tomaba.

Los tres juntos así era lo más increíble que había visto.

Me quedé en la puerta, incapaz de hacer otra cosa que mirar a esta mujer cautivando a mi pequeño. En ese momento, la amé. La amé tan condenadamente tanto que dolía todo mi pecho. Incluso las lágrimas pueden haberse reunido en mis ojos porque todo el asunto me puso muy emocional.

Estaba haciendo reír a mi hijo. ¿Cómo podría no amarla?

No me importaba quién era o cuántos años había soñado con conocerla, preguntándome como sería en la vida real; Amaba a esta mujer. A la mujer que se encontraba aquí en mi piso. La amaba por lo que ella era en este preciso momento.

Sintiendo mi presencia, Nayeon finalmente alzó la vista y miró por encima del hombro. Lanzó un gritito de sorpresa antes de poner una mano sobre su corazón y reír.

—Oye, mira quién está en casa —Recogiendo a Luchador, lo acunó cerca para que sus mejillas se aplastaran juntas. Entonces le agarró la mano y le ayudó a saludarme—. Hola, papi. ¿Cómo estuvo el trabajo?

Sorbí mis emociones y entré en el apartamento, sintiéndome casi desconectado de mi cuerpo porque estaba completamente sumergido en este momento. No quería que terminara nunca. Quería enmarcarlo y colgarlo en el techo sobre la cama, para que pudiera verlo y revivirlo una y otra vez, cada noche por el resto de mi vida antes de irme a dormir.

Luego de que la puerta principal se cerrara detrás de mí, me acerqué y me deslicé hacia abajo en el suelo para sentarme en el borde de la manta con la espalda apoyada en el sofá.

—El trabajo estuvo bien, pero dudo que haya tenido tanta diversión como parecen estar teniendo ustedes.

—La hemos pasado de maravilla —sus labios se presionan en toda la cara de Luchador. Pequeño mocoso con suerte. Él se regodeaba también, sonriendo y entornando los ojos para luego agarrarle puñados de su pelo y jalarlo.

—Oye, amigo. No tires. —Me estiré hacia adelante para ayudar a desenredar el lío.

—Está bien. —Nayeon se rió mientras los dos trabajábamos para liberar sus mechones sedosos—. Definitivamente le encanta agarrarse a las cosas.

Me encantaba que ya supiera lo que a él le gustaba... después de un solo día de observarlo.

Cuando Eun Ji chilló, frustrada por ser incapaz de levantar la cabeza, la recogí y apreté mi nariz en su mejilla para poder inhalar su aroma limpio y fresco de bebé.

—Hola, pequeña. ¿Esa era tu manera de conseguir mi atención? Lo lograste, cariño.

—Creo que no se ha olvidado de que todavía le debes un baile.

—Eso es correcto. Le debo un baile, ¿no? —Coloqué a Eunji en el hueco de mi brazo y me puse de pie para poder tararear "Baby Blue" de George Strait en su cabello y balancearla por la sala de estar.

Al notar lo contenta que parecía su mamá al vernos juntos, le guiñé un ojo y luego hice un gesto a la manta.

—Me sorprende que estén en el suelo. Debe estar sucio.

No podía recordar la última vez que lo limpié. Tal vez no desde que nació Luchador. Había estado tomando tantas horas extras como podía para pagar por todas las cuentas que vinieron con su nacimiento. Así que por lo general me encontraba demasiado ocupado con la ropa sucia, la cocina, cuarto de baño o en el trabajo para preocuparme por embellecer la sala.

—Hay algo curioso acerca de eso —me dijo Nayeon con una sonrisa maliciosa—. Encontré una cosa en el armario de allí. Creo que se llama aspiradora. Limpió el piso enseguida.

—¿Pasaste la aspiradora? —La maravilla en mi voz solo le hizo rodar los ojos.

—Estos dos disfrutaron de su sueño de belleza, así que tuve un montón de tiempo libre.

—Sí, pero... No tienes que hacer todo esto, Princesa. Con solo estar aquí por Bon-hwa... De verdad, no sabes lo mucho que aprecio que hayas venido hoy para cuidarlo. Salvaste mi culo.

El cumplido la hizo resplandecer. Coqueteé con ella numerosas veces, incluso le dije que era preciosa; pero agradecerle parecía tener un efecto todavía mejor. Se veía tan satisfecha. En su elemento. El brillo de complacencia en sus mejillas la hacía más hermosa de lo habitual.

Un pitido agudo que provenía de la cocina interrumpió el momento y me hizo fruncir el ceño. ¿Qué diablos era eso? Por un segundo, pensé que podría ser una alarma de humo. Pero Nayeon se sentó de golpe, llevando a Bon-hwa con ella.

—La comida está lista.

Mi boca se abrió. —¿Cocinaste? —¿Ella cocinó?

—No te emociones demasiado. Es solo arroz y dumplings congelados. De verdad que no tienes nada en este lugar. Estoy pensando en que mañana tienes que dejarme un poco de dinero, así puedo comprar comestibles para ti. Ah, y Bon-hwa ya casi no tiene pañales.

—Hecho. Si quieres ir de compras, yo estaré más que feliz de financiarlo. —Estaría feliz de besar el suelo que pisaba ella.

¿Pero limpiar? ¿Cocinar? ¿Ir de compras? Empezaba a preguntarme si la influenza podría tener una variante que pudiera mantener a la familia de la señora Choi alejada por más tiempo, de esa manera Nayeon podría ser la niñera temporal para siempre.

—Ten, ¿puedes sostenerlo por mí?

Parpadeé porque esa era por lo general la pregunta que yo le hacía a Joohyun. —Sí. Por supuesto.

Después de transferir a Eun Ji a un brazo, extendí el otro para Bon-hwa. Nayeon nos sonrió a los tres después de que me lo entregó. Luego se alejó, balanceando sus caderas con un ritmo natural que me hizo agua la boca.

No solo me gustaba Im Nayeon. No solo estaba fascinado por su belleza y actitud.

Carajo, ni siquiera era quesólo estuviera acrecentando mi enamoramiento por una fantasía al transferirlaen ella. No. Quería cada partecita de esta mujer, mucho más que cualquier otracosa que alguna vez haya existido.

Ok,ok. Es aquí cuando empiezo a sentir akgjdhajacdjdoakx con estos dos. Es que, digo, ¿cómo no hacerlo? 

Han sido un par de días raros para mí, venir acá me ha dado un escape. Gracias, supongo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro