XI
Tan pronto como pude caminar y las enfermeras me permitieron salir de la cama de hospital, me arrastré como una anciana a la unidad de cuidados intensivos neonatales para sentarme con Eun Ji. Era lo más hermoso que había visto jamás. Pero mirarla me asustaba demasiado. Era tan pequeña, tan frágil y delicada. ¿Cómo se supone que debía protegerla y cuidar de ella? No parecía importar cuántos artículos de paternidad leí, nada me había preparado para esto. Se había vuelto real.
Una enfermera entró mientras me hallaba sentada en la mecedora, con mi brazo apoyado en el interior del agujero para la mano de la incubadora acariciando suavemente sus dedos miniatura.
—Debería regresar a su habitación y descansar un poco. Ha estado aquí bastante tiempo. No queremos que tenga un contratiempo.
Apenas la miré mientras estudiaba el pequeño mechón de la línea del cabello de mi bebé. ¿Cómo diablos había Jin acertado con eso?
Tal vez simplemente imaginé la descripción que me dio de ella. Había un montón de manchas difusas en mis recuerdos de la noche en que nació.
—Estoy bien. —le dije a la mujer. Todavía no quería dejarla. No creía que fuera posible amar tanto. Mi pecho se sentía lleno. Me podría haber sentado en esa silla y solo mirarla dormir y respirar durante el resto de mi vida—. ¿Necesita una manta? Parece como si tuviera frío.
—Ella está bien. Pero usted debe volver a su habitación; dijeron que acaba de salir de diálisis.
—Solo un poco más. —pedí como una escolar sin tiempo para terminar su examen.
Con un gruñido se dio media vuelta y se alejó. Cuando escuché la frase. —... típica madre soltera. Creen que lo saben todo... —Me quedé mirándola mientras ella se marchaba en una rabieta enojada.
No sé por qué dejé que ese comentario me afectara. Tal vez fue por las hormonas del embarazo sobrantes en mis venas, el inicio de alguna depresión puerperal o problemas normales de inseguridad de una típica madre primeriza; pero las lágrimas llenaron mis ojos de inmediato. Giré hacia mi hija, pequeña e indefensa, luchando por su vida. ¿Qué diablos pensaba que estaba haciendo? Había seguido en esto con mi falsa confianza de costumbre, pensando que podía criar a un ser humano. Millones de mujeres daban a luz bebés cada año. ¿Por qué iba yo a tener un problema con ello? Y mira, casi había hecho que Eun Ji muriera.
Lloré aún más, con mi pecho agitado. Tuve que sacar mi mano de la incubadora y enterrar mi cara en ambas palmas para amortiguar el desgarrador sonido para no despertarla.
Ella se encontraba aquí, así, porque yo no estaba en condiciones, porque...
—Hola —interrumpió mi fiesta de lástima una voz alegre—. Mira quien ya está levantada de la cama.
Sonaba tan aliviado y feliz. Me enderecé para mirar a Jin. Permaneció de pie en la puerta con la sonrisa más grande y una bolsa de regalo color rosa que colgaba de su mano. Cuando vio mi cara, su sonrisa desapareció.
—¿Qué pasa? ¿Es Eun Ji? —Dejó caer la bolsa mientras se apresuraba a la incubadora.
—No, ella está bien. Mejora cada día. —Un profundo suspiro se le escapó mientras colocaba su mano sobre el plástico transparente que lo separaba de mi hija. Parpadeé, aún asombrada por lo preocupado que había estado. —¿Cómo llegaste aquí? Ni siquiera le han permitido pasar a SiYeon.
—Coquetear viene muy bien a veces. Las enfermeras me aman. —Finalmente se volvió hacia mí, sin embargo, su sonrisa fue breve. Su preocupación regresó casi de inmediato cuando se agachó para levantarme de la silla— Princesa, ¿qué sucede? ¿Por qué lloras?
No me di cuenta de que me iba a sentar en su regazo hasta que ya estaba acomodada ahí. Me sentí aún más joven, y más estúpida de lo que había estado cuando empecé mi ataque de llanto. Una niñita tonta necesitando sentarse en un buen regazo reconfortante para calmarse.
—No sé —murmuré, limpiando las gotas de mis mejillas y sintiéndome impotente—. Estoy tan... abrumada. —Junto con asustada, preocupada, perdida e insegura; ¡ugh! ¿Qué había pasado con la engreída Im Nayeon que era hace un año? Me gustaría tener una gran dosis de ella.
Jin rio y me besó la frente provocando un nido de mariposas en mi estómago. O tal vez fueron las grapas quirúrgicas allá abajo las que crearon esa sensación; quién sabe. Incapaz de evitarlo, puse mi cabeza sobre su bonito y amplio hombro reconfortante. Digo, él lo estaba ofreciendo. No me pude resistir. Y se sentía bien, increíblemente bien dejar que alguien me abrazara tan solo por un minuto.
—Lo siento. Solo ignórame.
—No voy a ignorarte. Nunca voy a ignorarte. Tienes toda la razón del mundo para tener un momento de miedo. Acabas de dar a luz. Eso por sí solo sería poner suficiente presión sobre las emociones de alguien. Joohyun lloró por tres semanas después de que nació Bon-hwa.
Si me hubiera mirado en ese segundo, él habría visto una arruga entre mis ojos. Yo no quería saber nada de su esposa en este momento, no cuando me acurrucaba en su regazo, dejándolo consolarme y deseando cosas de él que nunca podría darme. Pero supongo que no me molestó lo suficiente como para alejarme. Se necesitaría usar tenazas para sacarme del regazo de Kim Seok Jin.
Jugueteé con los cordones de su sudadera mientras él seguía hablando.
—Aunque quieras hacerme creer que no, sé que has pasado por un gran lodazal de mierda. También me quebraría si estuviera en tus zapatos. No tienes que ser valiente y fuerte todo el tiempo, Princesa.
—Nunca vas a olvidar ese apodo, ¿verdad? Una chica usa un pijama con letras en diamantina una vez y...
—Acéptalo. —Sonrió antes de acariciar su nariz contra mi sien—. No conseguirás que deje que decirte así. Sin importar el estampado de tu ropa te habría llamado princesa. Para mí lucías como una.
Reí apenas. —Eres un tonto. ¿Cómo puede decir eso? Así me veo cuando voy a la cama, estaba enormemente embarazada y la verdad no recuerdo si ese día había lavado mi cabello o no.
—Oye, no juzgues a un hombre por su habilidad por apreciar la belleza. Lo que te digo es verdad.
—Pero enserio, mi hija y yo te debemos nuestras vidas, Jin. No voy a olvidarlo jamás.
Me miró, y algo cayó con pesadez en mi estómago.
—Princesa... —susurró.
—Eres mi héroe. De los pocos que...Quizá el único que...—Suspiré. —Tú eres la excepción, SeokJin. Gracias por haber aparecido.
Si alguien hubiese querido acabar con la humanidad en un solo parpadeo, no me habría inmutado. Toda mi atención estaba en este hombre. El brillo de sus ojos me dijo que quería darme un beso. Y, oh diablos, yo de verdad quería devolvérselo.
Pero él apartó la mirada hacia Eun Ji.
—Lo importante es que estén bien y puedan seguir con sus vidas.
El momento se estaba volviendo demasiado profundo. Recordando que me hallaba sentada sobre las piernas de un hombre casado, me abstuve de insistir con el tema. No le pregunté si le gustaría seguir formando parte de la mía. Como...amigo, quizá. En su lugar, me centré en el tatuaje que él tenía en el costado del dedo índice, una rosa que nunca le había visto.
Tomé su mano entre las mías. —¿Qué es esto? ¿Cómo es que no lo había visto antes?
—No es nada. —Zafó su mano. —Una tontería.
Yo insistí. —Vamos, dímelo. Nadie se tatúa sólo porque sí; por muy "tonto", significa algo. Si es un secreto prometo no decirle a nadie.
—Mi madre adoptiva favorita. Esta rosa... —carraspeó. — A ella le gusta la jardinería.
—Eres...¿eres huérfano?
Jin sopló una risa vaga.
—¿No te lo había dicho ya? —Sólo parpadeé. Ni siquiera me atrevía a respirar. Así que agregó —: ¿Qué, ahora me tratarás como si tuviera lepra?
—¡Qué! ¡No! —chillé. —No, no, claro que no. Es solo que...bueno...no sé, no creí que...quiero decir...
—¿Que una bella cara como la mía haya sido abandonada a su suerte al nacer?
—Bueno...sí. En parte.
—Fui de un lado al otro, pero básicamente mi hogar fue el orfanato. Hubo personas más amables que otras, pero nadie se preocupó por mí o los demás chicos, salvo la señorita Choi quizá. —Volvió a suspirar, pero debió darse cuenta de que había sonado triste, por lo que recompuso la postura y me dio una sonrisa, que yo sabía, era falsa. —Ella era buena. Me enseñó a cultivar rosas, me alimentó tres veces al día y me dio el único abrigo que alguna vez recibí.
—La verdad es que no sé cómo funciona todo eso, pero ¿por qué no te quedaste con ella?
Aspiró con fuerza, como cuando el aire gélido alcanza tu pecho. Miró a Eun Ji y luego a mí.
—Choi Sol-i era muy joven cuando entró al programa de guardianes; estaba recién casada cuando la petición fue aprobada y eso a su esposo no le agradó. Pero supongo que la quería lo suficiente como para permitir que un niño desconocido se mudara con ellos un tiempo. —se detuvo, escudriñó mi rostro anticipando cualquier posible reacción de mi parte, y finalmente llevó un mechó de mi cabello detrás de mi oreja. —Su suegra era una mujer pretenciosa a la que le preocupaba mantener una imagen y el qué dirán. Presionó a la señorita Choi hasta que su esposo la "convenció" de tener un hijo propio; eso, claro, implicaba que yo era un estorbo. Te lo juro, Princesa, ella peleó con uñas y dientes para quedarse conmigo. Pero la verdad es que su papel como guardián era temporal, y en este mundo patriarcal la adopción no podía llevarse a cabo si su esposo no firmaba. Al final, la suegra llamó al orfanato, servicios infantiles vino por mí. Lloramos mucho, ella y yo. Recuerdo verla correr detrás de la van, gritando, hasta que sus piernas no pudieron más.
—Jin...—quizá tuvo que ver mi ahora esplendoroso instinto maternal, pero no pude evitar intentar cobijarlo entre mis brazos, salvo que, él no me lo permitió. Atrapó mis manos de camino a su rostro, y en cambio, besó el dorso de una.
—Nunca he querido la compasión de nadie, Princesa. Cuando la he tenido me la han arrebatado. Me cansé.
—Pero...
—A esa familia le siguieron tres más, y nadie me quiso. —agregó. —¿Sabes que es lo que pasa con un niño al que nunca adoptan? Al cumplir 19, cuando te corren del orfanato y te sacan del sistema, te dan una patada en el culo y un millón de wones gracias a los impuestos que cobra el gobierno. No tienes a donde ir, te dejan a tu suerte. No eres un niño pero tampoco un adulto. Te dan trabajos de mierda, pero no te permiten abrir una cuenta de banco. —Aire pesado silbó entre sus dientes. —¿Universidad? Ni siquiera imaginarlo. Si aguanto a la torpe de Krystal es porque su padre me recibió cuando nadie más lo hizo. Por eso sigo trabajando en Bangtan como un mediocre barman. ¿Quién querría a alguien como yo?
YO, estuve a punto de decir; pero ciertamente me lo guardé para mi misma, porque la rapidez y la franqueza con la que lo pensé me provocaron nauseas. Y ya que Jin no iba a dejar que lo consolara con mi tacto, hablé.
—Estoy segura de que ella te quiso. —Jin agachó la cabeza como si no terminara de creerme. —Debió ser difícil para ambos. ¿Por qué no la buscaste después?
—Lo hice —confesó casi en un susurro, tragó saliva como si el simple recuerdo le fuera doloroso—, pero había fallecido. No quisieron decirme cuándo o cómo. Fue el único y verdadero intento de madre que tuve, y no tengo lugar a dónde llevarle flores. Por eso la llevo conmigo. Fue mi forma de honrarla.
—¿Por qué ahí? ¿Por qué tatuarte el dedo?
—Antes de llevarme a la cama, ella me bañaba y luego de ponerme el pijama besaba cada uno de mis dedos, pero éste —lo alzó para que pudiera verlo bien. —, lo besaba dos veces. Decía que al ser el que conducía directo al corazón, merecía recibir doble amor.
Mentiría si dijera que mi labio no tembló y que no suspiré con tristeza después de que explicó todo lo que simbolizaba. No me gustaba esa expresión de desolación; lo quería de vuelta con su característica sonrisa o su envolvente coqueteo. No así. Nunca más.
—Me gustaría tener un tatuaje algún día —le dije, pensativa, sabiendo exactamente qué era lo que más me importaba mientras miraba a mi hija.
—Vas a tenerlo —Jin trazó apenas con la yema de su dedo la piel desnuda detrás de mi oreja izquierda—. Justo aquí. Vas a ponerte mi nombre.
Rodé los ojos luchando contra una sonrisa, porque sabía que no debería alentar su actitud coqueta, y también aliviada, porque el Jin que conocía comenzaba a volver.
—Siempre tan seguro de ti mismo, ¿verdad?
Sonrió. —Por supuesto. No digo mierda que no sea en serio.
Sonaba horriblemente serio. Pero yo solo negué, y, finalmente, dejé que se filtrara una sonrisa. Apoyando la cabeza en su hombro, continué acariciando sus manos.
—Tu esposa probablemente me mataría si supiera que estoy dejando que me abraces de esta manera.
—Nah —Se inclinó y hundió su nariz en mi pelo. Mientras lo escuchaba inhalar profundamente, de nuevo algo extraño envolvió mi estómago—. Ella no es así.
Bueno, tal vez debería serlo, porque no sentía una compañía amistosa con él en este momento. Experimentando algo mucho más profundo, abrí mi boca para discutir. Aceptándolo, esposa celosa o no, esto todavía estaba mal. Él pertenecía a otra persona, no debía dejar que siguiera llegando a mi rescate. Podría no significar mucho para él, pero para mí, significaba mucho más de lo que debería.
—En cualquier caso, realmente aprecio que estés aquí hablándome para salir de mi ataque de llanto. Siempre sabes apareces en el momento justo para salvarme.
Sus brazos se apretaron, de inmediato supe que él pensaba acerca de lo que Seohyun había hecho.
—Lo digo en serio, Jin. Mírame — Levantó la cara, y yo, lo juro por mi hija, quería presionar mi boca contra la suya. —. No cometiste ningún error esa noche. Deja de preocuparte por ello.
—Justo después de que dejes de leer mi mente, Princesa. Es demasiado sexy.
Abrí la boca para decirle que encontraba sexys las cosas más extrañas, pero la enfermera que me había hecho llorar regresó. Una línea irritada se profundizó entre sus ojos antes de que ella se centrara en la cara de Jin. Y al instante, sus mejillas se iluminaron con placer.
—Oh, por dios. No pensé que volvería a ver tu magnífica cara, muchacho.
Jin le sonrió. —Enfermera Jo. ¿Ha estado cuidando bien de mis dos chicas?
Ella me miró, luciendo un poco culpable antes de volverse hacia él. —No tenía ni idea de que eran tuyas, pero por supuesto que lo hemos hecho. Ahora ven aquí y dame un poco de dulzura.
Cuando la mujer se inclinó por delante de mí, Jin, obedientemente, la abrazó. Enderezándose hacia atrás con un brillo feliz, la enfermera Jo sacó la cabeza de la habitación y llamó la atención del resto de sus compañeras. En cuestión de segundos, toda la habitación se hallaba llena de mujeres que se arrastraban por todos lados, exigiendo abrazos y saludos. Me deslizó suavemente de su regazo y me puso de nuevo en la silla para poder acceder a ellas, diciéndole a la señorita Choo que le gustaba su nuevo corte de pelo, y a la jefa Yang que se veía como si hubiese perdido demasiado peso. A cambio, lo colmaban de adulaciones y le preguntaron cómo se encontraba Bon-hwa.
Bon-hwa, cierto. Por eso debían conocerlo. Tenía que haber estado aquí cuando su esposa dio a luz.
Otra ronda de envidia me mordió en el culo al verlo convertirse en el centro de toda la atención de mis enfermeras. Sacó su teléfono para mostrar fotos de su hijo, y negué con asombro. El hombre ciertamente sabía cómo trabajar en un cuarto lleno de mujeres.
Cuando él me miró, me guiñó un ojo y señaló preguntándole a las damas—: Mi Princesa no les está dando ningún problema, ¿verdad? Sé cómo puede ser de descarada.
Todas le aseguraron que era una paciente perfecta, aparte del hecho de que necesitaba más descanso. Después de eso, se encargó de acompañarme personalmente a mi habitación para una siesta. Toqué los dedos de Eun Ji en señal de despedida esperando que pronto fuera capaz de besarla en la frente o las mejillas, o en sus deditos de los pies, o en realidad tenerla en mis brazos.
Una vez que me metió en la cama, donde todo el mundo parecía quererme, sacó su bolsa de regalo. El cerdo rosado de peluche que trajo para Eun Ji era perfecto. Le di las gracias y lo acerqué a mi pecho mucho después de que se fue, diciendo que se había quedado más allá de su hora de almuerzo.
Las enfermeras fueron mucho más agradables conmigo después de eso. Una observaba el cerdo que yo abrazaba y sonrió con complicidad.
—¿De Jin? —supuso. Asentí, acurrucando el animal de peluche en mi barbilla. —Así que, ¿cuánto tiempo hace que conoces a nuestro papá favorito?
—Oh —Sonreí—. No mucho. Mi primo trabaja con él en el club nocturno Bangtan.
—Bueno, él es único en su clase, eso es seguro. Creo que todas las enfermeras se enamoraron de él cuando estaba aquí por esa muchacha. Él era increíble con el bebé de ella. Paciente, amable. Muy natural para esto.
Sonreí vacilante cuando me di cuenta de que había dicho bebé "de ella", no "su" bebé. Raro.
—Apuesto a que lo era. Todavía no he conocido a Bon-hwa. Solo he visto una foto que Jin me enseñó.
La jefa en turno chasqueó la lengua. —Estaba tan orgulloso de ese chico. Es una pena que no sea suyo.
Parpadeé. —Espere, ¿qué? ¿Qué quiere decir con que no sea suyo? — Dios mío. No había otro significado para esa frase. Pero eso debía significar...—¿Jin lo sabe?
—Preciosa, ese bebé es más rubio de lo que tú y yo jamás seremos. No hay forma de que el bebé pudiera ser suyo. Y todo el mundo lo sabía.
—Pero...Oh... vaya. Yo... yo asumí que la mamá era...no sé, de decendencia... No puedo creer que su esposa lo engañó.
—¿Esposa? —chilló haciendo una pausa dejando caer la sonda—. Oh, cariño no me digas que se casó con esa chica —Sacudió la cabeza con tristeza—. La peor paciente que he tenido. Te diría que —se acercó más y bajó la voz—, no has oído esto de mí, pero a nadie le agradaba. Mm-hmm. Ella era una perra con P mayúscula. Y yo ni siquiera maldigo.
Mi boca se abrió. Mi mayor preocupación había sido que su esposa fuera dulce, hermosa y asombrosa. Pero saber que no era tan buena como me temía, era casi peor. No quería saber que Jin estaba atado a una perra que lo había engañado.
Mi pobre, pobre Jin. Quería arrancarle los ojos a esa mujer.
—¿Sabía que el bebé no era suyo antes de nacer?
—Por supuesto. Él y la chica nunca habían tenido ese tipo de relación, si sabes lo que quiero decir. Eran más como hermanos. Creo que dijo que habían estado en el mismo hogar de acogida una vez. Él ha estado cuidándola durante años. Y si se casaron, es solo a causa del niño.
Mi pecho de repente se sintió estrecho. Un sujeto como Jin, que golpeó a Seo Hyun porque él había tratado de matar a mi bebé, que se había hecho cargo de un niño que sabía que no era suyo, que me sostuvo en sus brazos para consolarme, merecía un verdadero matrimonio por amor, una esposa que lo adorara. Una familia real.
Mi enamoramiento por él se hizo aún más fuerte. Si solo lo hubiera conocido la noche que conocí a Seo Hyun...
Pero incluso si lo hubiera hecho, probablemente aún habría ido tras Seo Hyun, porque era estúpida y prejuiciosa. Todo lo que hubiera visto en Jin habría sido la ropa sin marca y la actitud de tonto. Lo habría etiquetado como un perdedor de mala calidad incluso aunque fuese apuesto. Pero Seo Hyun había resultado ser el verdadero perdedor y Kim SeokJin parecía ser el hombre más dulce y honorable que he conocido jamás.
En cuanto como pudo respirar y comer por su cuenta, EunJi fue dada de alta del hospital. Veintidós días después de su nacimiento, por fin pude llevarla a casa.
Yo solo había tenido que quedarme un par de días. Después de que mis riñones decidieron volver a funcionar, me echaron. Irme del hospital sin mi bebé fue lo más difícil, así que por lo general acababa atrapada por ahí todo el día, molestando a las enfermeras con todas las preguntas. Creo que fueron muy pacientes conmigo solo porque sabían que era amiga de Jin.
El diagnóstico fue favorable. Su médico no preveía ningún problema a largo plazo; sin embargo, me advirtió que probablemente tendría algunos retrasos en el desarrollo cognitivo, tal vez un poco de problemas en la escuela. Pero físicamente estaba bien. Era todo lo que yo pedía.
Esa primera noche con ella en casa fue dura, y no porque la niña fuese quisquillosa. De hecho fue un sueño hecho realidad en comparación con las historias de terror de bebés que había leído. Lo que la hizo dura fue que no podía dejar de preocuparme. Salía de la cama para ver cómo estaba cada vez que se movía o respiraba un poco demasiado fuerte. Antes de que terminara la noche, moví la cuna hasta que estuvo aplastada contra mi cama, así ya no se encontraba al otro lado de la habitación. Solo pude conciliar el sueño cuando deslicé la mano por los listones de la cuna y descansé los dedos sobre ella. Si no hubiera temido que pudiera girarme y asfixiarla por accidente, la hubiera mantenido en la cama conmigo.
Llegó la mañana antes de darme cuenta, y me desperté a lo que yo juré era el sonido de la risa de Jin. Al principio pensé que era parte del hermoso sueño que tenía: Sostenía a Eun Ji diciéndole lo hermosa que era justo antes de que ella soltara un gas.
En mi fantasía, él echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada. Pensé que añadiría algo burlón, pero en lugar de eso dijo—: Jungkook. No puedo creer que conservaras este pedazo de chatarra.
Mis pestañas se abrieron, y mi dormitorio entró en foco. Luz diurna brillaba en las paredes claras, las cortinas se movieron dejando entrar una brisa cálida de primavera porque dejé la ventana abierta toda la noche. La ráfaga de luz rozó mis mejillas haciéndome sonreír.
Estas últimas horas fueron las que más dormí en toda la noche. Me dolía el cuerpo y tenía que tomar mis medicamentos, además de que mis pechos de leche ardían y se encontraban duros como piedras. Estaba en la peor condición física de mi vida, no obstante, no podía recordar haberme sentido tan contenta.
Entonces oí la voz de Jin de nuevo. —Tan sólo míralo. Montarlo sería un suicidio.
Me senté erguida en la cama de golpe. ¡Dios mío! Jin se hallaba aquí, justo afuera de mi ventana.
Oh mi Dios por dos. Eso me dolió. Oh, diablos... Auch.
Envolviendo mi cintura con el brazo cuando un dolor candente pasó a través de la cicatriz de mi cesárea, jadeé y traté de respirar a través de las olas de agonía. Pero, vaya. Sentarse demasiado rápido después de que te hubieran abierto los intestinos no se sentía bien. No ayudaba que mi abdomen siguiera molido desde donde me había golpeado Seo Hyun, pero esto... esto había venido directamente de esa línea de grapas.
—Los padres de Siyeon lo compraron...creo. —La voz de Jungkook también flotó a través de la ventana—. No sé, tampoco lo entiendo.
— No importa si fue un regalo de sus padres. ¿Acaso la querían muerta? Debiste agradecerles y botarlo al reciclaje. Francamente me sorprende que la cosa siga funcionando. ¿Has mirado el motor?
—Eh...¿sí? —murmuró Jungkook— Una vez.
—Qué bueno que pensaste en pedir ayuda, novato. Esta cosa enserio es...bueno. Como sea, ¿quieres...?
Pero no llegó a terminar la pregunta, porque otra voz interrumpió, ésta fuerte y desagradable:
—¡Buenos días, pareja de idiotas! ¿Qué hacen?
Escuchar el recién llegado me hizo inclinar la cabeza con curiosidad. Quienquiera que fuera sonaba vagamente familiar.
Jungkook obviamente no esperaba más compañía, porque había dicho—: ¿Qué diablos están haciendo aquí? —Supuse que más de una persona acababa de entrar.
—Escuché que Jin consiguió una invitación dorada a tu casa y me sentí excluido.
—Solo estoy aquí porque Jimin me llevó en su auto al partido de fútbol esta mañana —intervino otra voz—, así que me arrastraron sin mi consentimiento. No te preocupes, voy a irme pronto. Van a pasar por mí.
—Lo siento —interrumpió una tercera voz—. Jimin dijo que íbamos a juntarnos en tu casa hoy, así que lo seguí. No sabía que no estábamos invitados.
—Está bien —respondió Jungkook—, no me importa que ustedes dos estén aquí.
—¡Oye! —gritó Jimin, claramente ofendido, lo que solo hizo reír a Jungkook.
—Nam —lo llamó Jin—. Pásame esa llave inglesa a tus pies, ¿quieres?
—No vas a golpear a un tipo en la cara con ella como la última vez que estuvimos aquí, ¿verdad?
¿Cómo? ¿En realidad golpeó a Seohyun en la cara con una llave? A pesar de que hice una mueca por la cantidad de dolor que debió de haber sentido mi ex, una sonrisa incontrolable apareció en mi cara. Ojalá que le haya dejado una cicatriz; Seo Hyun había estado siempre tan orgulloso de su cara bonita.
—Muy gracioso. El bastardo se lo merecía. Oye, oí que recuperaste a la novia profesora.
—Gracias —le respondió el otro sonando bastante orgulloso—. No tengo idea de por qué volvió a aceptarme; le hice perder su trabajo y luego básicamente le cargué la responsabilidad de tres hijos cuando me traje a mis hermanos, pero no voy a preguntar. Está aquí y la voy a apreciar durante el tiempo que decida quedarse conmigo.
—Sí, también me enteré que tus hermanos se mudaron contigo. Eso es una mierda, hombre.
—En realidad no. Ahora estoy menos preocupado por ellos, además de que estamos en un lugar mejor. Es mejor para todos nosotros... Excepto para ella quizá, que está tomando la responsabilidad de hacer que se establezcan y se matriculen en la escuela de aquí. Ha sido un ángel para ellos.
—Oye, ¿de quién es esta cerveza? —Jimin regresó a la conversación.
—Mía —contestó Jin con voz ahogada, como si acabara de deslizarse bajo el coche de Si Yeon.
Oí el clic y la efervescencia de una lata siendo abierta. —Tienes gusto barato.
—Si vas a servirte entonces mantén tu maldita boca cerrada.
—Oye, no me quejo. También tomo cerveza barata. Y hablando de barato, ¿recuerdas la chica que entró en el bar para verte la otra noche? Le diste algo de dinero y la enviaste a casa.
—Sí —respondió Jin con suspicacia—. ¿Qué pasa con ella?
—Esa sí era barata, y fácil. Te lo digo, todo lo que le hice fue comprarle un cono de nieve porque me dijo que quería uno y me dio sexo oral allí mismo, en el callejón que da al restaurante de barbacoa. Entonces me siguió a casa y dormí con ella. Algo desviada la chica.
—Tú... —Jin no parecía saber qué decir a eso. Entonces, finalmente, le preguntó—: No le diste droga, ¿verdad?
—¿Qué? —La voz de Jimin parecía llena de confusión—¡No! ¿Estás demente? ¿Por qué siquiera preguntas eso? Mierda, eso es ilegal. Espera, ¿por eso fue a Bangtan a verte? ¡Hyung! ¿Eres un vendedor de drogas?
—¿Ahora quién es el loco? No seas imbécil. Si yo fui el que le dio dinero, ¿por qué iba a ser el traficante?
—¿Entonces ella es la que maneja las drogas?
—No. Maldita sea. Solo... Cállate. Ninguno de los dos traficamos drogas.
—Entonces, ¿por qué has traído las drogas a la conversación y por qué le dabas dinero? ¿Quién demonios es ella? —el chico empezaba a sonar alarmado.
—Hablé de drogas porque ella era una adicta. Sólo me aseguraba de que no le diste nada. Y le di dinero porque es mi esposa.
Me puse la mano sobre mi boca, ya que se abrió en shock. Definitivamente no esperaba esa respuesta. Tampoco ninguno de los chicos, al parecer. Una pausa embarazosa flotó a través de la ventana antes de que Jimin explotara.
—¡¿Me follé a tu mujer?!
Entonces Jungkook, Namjoon y Hoseok gritaron juntos—: ¡¿Estás casado?!
—No me jodas. Sabía que tenías un hijo, pero ¿desde cuándo estás casado? ¿Cómo diablos puedes estar casado? Eres como el mujeriego más grande que conozco.
—No es cierto. —Jin sonaba insultado—. Tú eres el mujeriego más grande que conoces. Todo lo que ves es que me llevo a chicas borrachas a casa desde el bar todas las noches. No me acuesto con ninguna. ¿Qué clase de idiota se aprovecha de una mujer en estado de ebriedad?
—Hay un montón de idiotas por ahí, hyung —murmuró Namjoon pensativo.
—Me siento muy ofendido. ¿Por qué no sabía sobre nada de esto?
—Cierra la boca, Jimin —intervino Jungkook—. ¿Todo es una broma para ti? Acabas de enterarte que le pusiste los cuernos a Jin.
—No. Joo y yo no tenemos ese tipo de matrimonio. Es más como una hermana para mí. Solo la estoy ayudando con el seguro hasta que ella y su hijo salgan adelante.
—¿Por lo tanto, el niño no es tuyo? —preguntó Jimin.
—No... Técnicamente. Pero probablemente voy a ser el único padre que va a conocer, por lo que en realidad no importa quién donó el esperma para hacerlo.
—¿Y nunca la has follado? Por lo tanto, todavía no he tenido ninguna de tus sobras ¿cierto?
Guau, ¿eso era lo que más le preocupaba? Resoplé. Ese tipo, Jimin, era un cerdo.
—No —La respuesta de Jin sonaba mucho más bondadosa de lo que la mía hubiera sido—. Ella y yo nunca lo hemos hecho... Y nunca lo haremos. Francamente me sorprende incluso que tú la quieras. No es exactamente...
—Amigo, yo follaré a cualquier cosa con tetas que, voluntariamente, abra las piernas para mí. No me importa como luzca. Y la culpa es tuya por preocuparte tanto por la apariencia. Es un milagro que todas las damas se pongan tan locas contigo, prejuicioso malparido.
—No hablaba de su aspecto, idiota. Iba a decir que no es muy agradable como persona.
—Oh. Eso. Bien... Tu amiga-esposa está tan escasa de atención que a la primera que la hice reír se echó sobre mí. ¿Lo entiendes? La chica claramente tiene necesidades.
—Está bien, está bien. Basta de hablar acerca de dormir con la esposa de Jin —regañó Namjoon—. Ten decoro. —Debió de haberse girado hacia Jungkook porque, dijo—: Jungkook, ¿Qué ha estado pasando contigo? ¿Cómo estás con tu novia después de que esa vieja vino al bar?
Contuve la respiración, porque yo ni siquiera había pensado en la señora Yoon desde que Jungkook y SiYeon se comprometieron. Había estado un poco preocupada por mi nuevo pedazo de cielo en la tierra. Comprobándola, me incliné para verla dormir en su cuna, y vaya... Era tan preciosa.
—Me dejó poner un anillo en su dedo —decía Jungkook fuera—, así que diría que estamos bien.
El orgullo en su voz me hizo sonreír. Era tan agradable saber lo mucho que amaba a SiYeon. Me gustaba verla feliz. Extendiendo la mano, acaricié la mejilla suave de Eun Ji. Se movió y empezó a despertarse. Ya era hora de darle de comer de todos modos, así que me incliné sobre la barandilla y la atraje a mis brazos antes de abrirme la camisa para darle un poco de desayuno.
La voz aturdida de Namjoon flotaba en el ambiente.
—¿Te vas a casar? Maldición, chicos. Solo estuve fuera de combate durante un par de semanas. Sabía que Jimin se mudaría con Hobi desde que lo dejé sin hogar para irme a vivir con SeMi. ¿Pero Jin está casado, con un hijo, Jungkook comprometido, y Jimin empezó a acostarse con mujeres casadas? Mierda. Muy pronto estarán diciéndome que Hoseok perdió su virginidad. —Después de un momento de silencio, Namjoon explotó—: ¡No! ¿Qué? ¿Jung Hoseok perdió la virginidad?
Cuando una ronda de risas le respondió, Namjoon se les unió. —Bueno, felicitaciones, amigo. ¿Qué opinas?
—¿Que qué piensa? —resopló el tarado de Jimin—El chico tuvo sexo por primera vez. Pudo haber sido el polvo más asqueroso en la tierra; Si él acabó fue porque le gustó.
—Cállate. Ella es genial. —Hoseok sonó ofendido, lo que me hizo sonreír. Fue agradable escuchar a un tipo defender a una chica en lugar de basurearla con sus amigos.
—¿Oh, sí? ¿Subió encima tuyo y tomó el control o dejó que pensaras que estabas a cargo?
—Basta —Reganó Jin con voz autoritaria—. Deja de fastidiarlo.
—Pero quiero saberlo todo. Cuándo, dónde, por cuánto tiempo, qué posiciones. Cuántas veces le hiciste venir.
—Yo no... —empezó Hoseok, solo para cortarse abruptamente.
—Bueno, escúpelo —exigió Jimin—, no nos dejes colgados ahora. ¿Tú no qué?
Casi podía sentir al pobre Hoseok sonrojándose. Su voz era más bien un murmullo cuando al final admitió—: No sé si en realidad le hice... Quiero decir, ¿cómo lo sabes?
El silencio respondió a su pregunta. Por último, Jimin dijo en un tipo de voz horrorizada y escandalizada—: ¿No hiciste que acabara?
Más silencio. Entonces: —No lo sé.
—Confía en mí, Hobi. Si hubiese pasado, lo habrías sabido —dijo Namjoon.
—Pero... ¿Cómo?
Jimin rió. —¿Gritó tu nombre? ¿te arañó la espalda al canto de "ohmiDios, ohmiDios, ohmiDios, más duro, más rápido. Allí mismo, Hobi. ¡Fóllameeee!"?
—Lo cual es la prueba de que las chicas fingen contigo —añadió Jungkook secamente.
—Váyanse a la mierda los dos. ¿Cómo sabes cuando sucede entonces, oh gran y poderoso Jeon Jungkook, rey de todos los dioses del sexo?
—Se puede sentir —respondió el novio de Sisi—. Ese dulce pequeño músculo que se contrae alrededor de tu pene justo en el momento en que sus ojos ruedan a la parte de atrás de su cabeza, su espalda se arquea y sus muslos se sujetan a tu alrededor.
Me atraganté un poco, porque no quería pensar en SiYeon teniendo un orgasmo. Sorprendida por mi reacción, Eun Ji se separó de mi pezón pareciendo confundida. Estaba tan ocupada tratando de ayudarla a que se sujete de nuevo, que casi me perdí cuando Jin respondió:
—Tiene razón. Sin duda puedes sentirla como se tensa a tu alrededor y se entrega a ti.
Inmediatamente me dio calor por todas partes, imaginándolo de esa manera. Conmigo. Dios... Pensé que eran las hormonas del embarazo lo que me pusieron loca por él. Pero ya no estaba embarazada, por lo que debería haber superado esto.
—Sí —añadió Namjoon con una sola afirmativa mientras la conversación continuaba.
Jimin resopló. —Están exagerando. No puedes sentir esa mierda.
—Tal vez tú no eres lo suficientemente bueno como para sentirlo.
—Oh, ¿mira quién está presumiendo de su tamaño ahora?
—¿En qué momento hablamos del tamaño? Se trata de habilidad y conexión. El sentimiento de pertenencia.
—No sean ridículos.
—Ignóralo. Parece que necesitas poner a trabajar tu lengua. —La sugerencia de Jin tornó mis mejillas en rojizas. Qué maldita vergüenza.
—¿Eh? —Hoseok estaba obviamente confundido.
Jin aclaró. —Tú debes lamerla.
—¿Lamerla?
—Claro que sí. Detrás de la oreja, por el cuello, entre los pechos, justo en su...
—Su... ¿qué?
Puse la mano sobre mi boca para no reírme en voz alta sobre el tono horrorizado de Hoseok.
—Ponerle jalea y lamerlo también funciona bien.
Hice una mueca. Oh, no, no, no. Eso definitivamente no era algo que hubiese querido saber acerca de Jungkook. Iuuuuuhg. Tenía la esperanza de que no estuviera hablando de algo que hizo con SiYeon. Nunca sería capaz de comer un panecillo con jalea de nuestra cocina de nuevo.
—Ah, Jungkookie. Te pusiste creativo por allí.
De nuevo puse la mano sobre la boca para no reír. Guau. No tenía idea que los chicos tenían este tipo de discusiones con los demás.
—Así que, ¿en serio la lames?... ¿allí? ¿A ella no le importará?
—¿Importarle? Pues...podrías preguntarle. La mayoría de las chicas lo aman.
—Pero...
—Mira —comenzó Jin—. La próxima vez que estén juntos no tengas miedo de explorar. Si ella está dejando que la toques, entonces lame, besa y mordisquea cada pequeño lugar. Lo apreciará. Confía en mí. Baja a nivel de la vista con todo y solo... mira un poco. Pruébalo. Te hará saber lo que le gusta y lo que no.
—En voz alta —agregó Namjoon.
Suspiré un poco, deseando haber conocido hace años a Jin. Parecía un amante muy considerado y cuidadoso. Dudo que incluso me dejara estar en las nubes y tratar de escapar a mi entumecido lugar seguro. Apuesto a que sería capaz de mostrarme lo que se suponía que era el buen, puro y honesto sexo.
El remordimiento quemó mi garganta porque nunca había tenido eso, nunca disfruté de un momento íntimo con un chico.
—Escucharía a Jin hyung si fuera tú. El hombre sabe de lo que está hablando.
—¿Qué demonios? —respondió Jin—. ¿Park Jimin acaba de darme un elogio? ¿Estás bien? ¿Te estás muriendo?
—Cállate.
La risa de SeokJin me abrazó desde adentro, mientras Namjoon habló—: Shh, chica a la vista. La señorita Jeon está viniendo hacia acá.
Los hombres se calmaron al instante. Unos segundos más tarde, Jungkook—: ¡Hey! ¿Cómo estás? ¿Dónde estabas?
Podía imaginarlo enganchándola alrededor de la cintura y dándole un beso en la mejilla.
—¿Acaso fuiste de compras? —preguntó Jimin— ¿Se quedaron sin jalea?
Mi boca se abrió con la esperanza de que SiYeon no tuviera ni idea de a qué se refería. Pero cuando ella dijo—: ¿De qué está hablando?
Sabía que había sido pillada y le enviaba a Jungkook una mirada fulminante por compartir demasiado con sus amigos.
Debió poner la perfecta cara de inocente, porque después respondió—: No tengo ni idea.
SiYeon dejó el tema. Me la imaginé apartándose del grupo para llevar las bolsas de comida hacia la puerta.
—¿Dónde está Nayeon? —preguntó, y sí, su voz sonó mucho más cerca.
—No la he visto esta mañana —respondió su novio—. Debe estar todavía en la cama. Sé que yo lo estaría. Juro que esa bebé se levantó a cada hora.
Rodé los ojos. Había pasado cada dos horas, no una.
—¿Por qué no vas a ver si está despierta? —sugirió Jin— Si lo está, arrástrala aquí afuera. Todavía no he tenido mi dosis de Princesa en el día.
Al instante sonreí. Él quería verme. Eso era tan...
Me mordí el labio para matar la sonrisa. Nayeon mala. Tenía que dejar de pensar en él de esta manera, a pesar de que su esposa era como una hermana para él y solo se había casado con ella por el seguro. Este era el peor momento para desarrollar sentimientos sinceros por un chico. Tenía equipaje, asuntos y problemas por todas partes. Y a pesar de que a Jin no le importaba abrirse paso entre aquella clase de mierda por una mujer, ya que él se había casado con una ex-drogadicta solamente para echarle una mano, yo todavía no quería acumularle algo de mi mierda.
Era demasiado increíble para hacer frente a la gente como yo.
—Claro. La iré a ver —accedió mi prima—. Oigan, chicos ¿se quedan a comer? Podríamos hacer un poco de carne.
—¿La que compramos para nuestro aniversario? —gimoteó Jungkook en un puchero.
Y Jimin silbó—: Comida gratis, ¡sí! Cuenta conmigo.
—Gracias, pero mi familia me va a recoger pronto —dijo Namjoon.
A lo que SiYeon comentó—: Ellos también pueden quedarse. Haremos una fiesta. Cuantos más, mejor.
—Bueno, está bien entonces. Cuenten conmigo. Pondré unas cuantas cervezas.
—Yo podría ayudar a cocinar —añadió Hoseok.
—Y no voy a dejar que digas que no, Jin. Después de la forma en que salvaste a nuestra Nayeon, te alimentaria todos los días por el resto de mi vida.
—En realidad, no puedo quedarme mucho tiempo. El sábado usualmente lo paso con mi hijo. Ya estoy perdiendo algo de tiempo de papá.
—Está bien, no hay problema —SiYeon no parecía muy convencida.
—Sin embargo, todavía quisiera ver a Nayeon y Eun Ji antes de irme —gritó justo cuando oí abrirse la puerta de la casa.
Ya que Eun Ji terminó de comer, me bajé de la cama y la llevé a la cocina, haciéndola eructar mientras iba.
—¡Ahí estás! —SiYeon aplaudió cuando entré en la habitación. Dejó dos bolsas desbordantes sobre la mesa antes de volverse hacia mí y arrebatar a la bebé de mis brazos—. Justo iba a verte.
—Lo sé. Lo oí. Mi ventana estaba abierta, y oh Dios mío... —Me incliné, bajando la voz—. Las cosas que hablan los hombres cuando creen que una mujer no escucha. Nos hacen pensar que es todo coches, deportes, y sexo con ellos. Bueno, quiero decir, hubo un montón de charla sobre sexo pero...
SiYeon se quedó sin aliento y dejó de palmear la espalda de Eun Ji para agarrar mi brazo. —¡Lo sabía! Jungkook se fue de la lengua sobre la jalea, ¿no?
Me mordí el labio, pero mi expresión me delató. Su boca se abrió. —Voy a matarlo.
—No creo que tuviera intenciones de decirlo, si eso sirve de consuelo. Le daban consejos a Hoseok porque él acaba de acostarse con su primera chica y...
—¿Qué? ¿Jung Hoseok era virgen? Pero es tan guapo y envía ondas fuertes.
—¡Lo sé! Al parecer él es como súper tímido.
Coloqué a Eun Ji en la hamaca de la mesa y ayudé a mi prima a preparar nuestra reunión improvisada. Le decía cómo Namjoon y su novia profesora estaban de nuevo juntos cuando la puerta se abrió y Jungkook vino a la cocina.
—Hola —le dijo a SiYeon mientras iba tras ella para ponerle los brazos alrededor de su cintura y besarla en el costado del cuello—. La parrilla está lista, y apareció la familia de Nam. —Una extraña expresión cruzó su rostro antes de que agregara—: Estuvieron de acuerdo en quedarse para el almuerzo, lo cual nos hace once y una bebé. —Soltó a su novia para acudir a Eun Ji, sacarla de su silla, y frotar la nariz en su vientre—. Hola, tú.
Todavía me sorprendía lo afectuoso que era con ella, y lo dispuesto que estaba a sostenerla. Mientras la acunaba y le hacía gorgoritos, miré a SiYeon. Había presionado sus labios y sostenía ambas manos en su corazón mientras lo observaba con una sonrisa de enamorada. Cuando me encontró mirándola, se abanicó la cara con una mano y pronunció las palabras: "¿No es increíble?"
Rodé los ojos, pero sonreí, porque sí, había encontrado a un hombre increíble.
—¿Te importa si me la llevo fuera y se la muestro a los chicos? — preguntó Jungkook mirándome— Creo que Jin está a punto de morderse el brazo si no ve pronto a una de ustedes.
No había manera de que pudiera negar tal deseo, así que le hice un gesto con la mano. Pero en la puerta se detuvo y se volvió de nuevo a SiYeon. — Oh, y la Doctora Lim está aquí. Ella y Nam están juntos de vuelta.
—Oh, lo sé. Nayeon estaba... —Al darse cuenta de que iba a revelar la fuente de sus chismes, ella apretó los labios con fuerza y luego exageró a lo grande un jadeo—. ¿En serio? Guau, eso es genial. Ella me agrada.
—Sí, pero él nos advirtió que no la llamáramos Dra. Lim. No quiere espantarla y recordarle que solíamos ser sus alumnos.
—Claro. Claro. ¿Espera? ¿Cuál es su nombre?
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