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Mientras un frenético equipo de emergencias llevaba a Nayeon en una camilla, me desplomé en el banco más cercano que vi y presioné mi espalda contra la pared, cerrando los ojos. Sin poder sostenerla más, mis manos comenzaron a temblar, así que me aferre al borde del banco como si se me fuera la vida en ello.
SiYeon se paseaba a mi lado mientras hablaba por teléfono, hablando a un millón de kilómetros por hora con una docena de personas diferentes. Namjoon, quien nos trajo al hospital, se encontraba parado cerca, y Jungkook, quien se quedó en la casa para encargarse del tipo al que estuve jodidamente cerca de matar por tocar a mi Princesa, seguía ausente. Mientras tanto, no podía dejar de sentir la humedad de la sangre de Nayeon a través de mi franela empapada.
¿En qué demonios pensaba? Me quedé afuera como un idiota escuchando la conversación con su ex, y no hice nada. ¡Nada! No importaba que Namjoon me siguiera diciendo que no interviniera; que no era mi problema. En cuanto sentí la violencia rezumando de él, supe que se encontraba a punto de desatarla sobre ella.
¿Por qué demonios no entré y me hice notar? Podría haber evitado que llegara más lejos. Pero mierda, dejé que Namjoon me convenciera de que era mejor dejar que tuvieran ese momento. Y ese bastardo logró dar demasiados golpes antes de que yo fuera capaz de alcanzarlo.
Pegarlo contra la pared por la garganta, golpearlo en la cara con una llave inglesa, y patearlo en las pelotas no fue ni de cerca lo suficiente, antes de que mi acompañante se las arreglara para quitarme de encima. Justo ahora me arrepentía de haberlo traído conmigo. Kim Namjoon podía estar destrozado por la pérdida de su mujer, pero su ayuda convenciéndome de que no me metiera, quizás me haya costado la mía.
Me llevé las manos a la cabeza, tragué saliva, y traté de no enloquecer.
—Hyung. —Namjoon se acercó a mí, agarró mi hombro, pero me aparté y le di una mirada envenenada.—¿Te encuentras bien? Déjame ver tus manos.
—Están bien. Apenas conseguí darle dos golpes al idiota ese.
—...De acuerdo.
Todo en mi cuerpo se encontraba perfectamente bien. Lo que necesitaba era drenar algo de mi rabia y miedo.
—¿Por qué demonios seguiste reteniéndome? ¿Por qué...? —Cuando me di cuenta de que acusarlo no iba a resolver nada más que hacer que me arrepintiera de mis palabras más tarde, suspiré frustrado y me alejé.
Sintiéndome perdido, deambulé por los pasillos, mirando ciegamente a imágenes enmarcadas en las paredes de estúpidas flores rosadas. No paré de caminar hasta que me encontré en la entrada de la capilla del hospital.
Adentro se encontraba extrañamente silencioso, con las luces tenues; y una estatua de una virgen espeluznante inclinaba su cabeza hacia un lado y cruzaba las manos contra su pecho mientras me daba una mirada comprensiva. Nunca antes había entrado en una iglesia, pero lo hice ahora, necesitando algo. Cualquier cosa.
Me senté en el último banco en la parte de atrás y me quedé mirando la estatua. Sabía que no debería sentirme tan destrozado por esto. Conocía a Nayeon por cuánto tiempo, ¿dos semanas? No era la chica con la que soñé durante diez años. Era una completa extraña, y si ella o su bebé no sobrevivían esta noche, no sería el final de mi vida. Pero convencerme de eso era imposible.
No quería que muriera. No quería que esa bebé que pateó mi mano a través de su vientre muriera. Quería mirarla a los ojos de nuevo. Solo quería más tiempo con ella.
Mirando a la Virgen preocupada, le envié un respetuoso asentimiento.
—Es momento de que empieces a pagar tus deudas conmigo —le dije, y salí de la capilla. No fue hasta que estuve caminando junto a la tienda de regalos cerrada y vi exactamente el mismo cerdito de peluche que Eun Ji sostenía en mis visiones, que realmente me calmé. Era como una señal, diciéndome que iba a estar bien. Todavía tenía a un cerdito esperando por su amor.
Mi celular sonó mientras regresaba a la sala de espera. Con un suspiro, respondí—: Joo, no puedo hablar ahora.
—No deja de llorar —gritó completamente frenética—. No sé qué hacer.
Rechiné los dientes, dividido entre quedarme y averiguar que le ocurrió a Nayeon, y la necesidad de ayudar Joohyun y Luchador. Podría escuchar los lamentos a través del teléfono.
—¿Revisaste su pañal?
—Se lo acabo de cambiar.
—¿Y lo alimentaste?
—¡Sí! No soy idiota.
Me mordí la lengua para no responder a eso. —Joo, no puedo ir a casa ahora. Alguien resultó herido; estoy en el hospital. ¿Por qué no lo intentas de verdad? Sácalo de la puta andadera y cárgalo. Le encanta que lo lleven en brazos.
Me llamó por un nombre poco apropiado, pero dejó de hablar por un momento porque, como sospeché, él había estado en su columpio para bebés y ella por fin lo sacaba. Sus gritos se calmaron casi inmediatamente.
—¿No es una locura cómo perdiste toda lógica de lo fácil que era? —murmuré en el teléfono, con mi voz ácida.
—No tienes que ser un imbécil al respecto —se quejó antes de añadir—: Todavía está un poco quisquilloso.
—Muy bien, de acuerdo. Pon el teléfono en su oreja.
—¿Qué?
—Deja que escuche mi voz.
—Eso es estúpido.
—¿Podrías callarte e intentarlo? Lo ha tranquilizado antes.
—De acuerdo. —Un segundo después, escuché una respiración pesada y movimientos contra el altavoz antes de que lo arrullara.
Sonreí. —Oye, chico. Escuché que le estás dando trabajo a tu mamá. ¿Crees que podrías calmarte por ella hasta que pueda ir a casa? Juro que cuando llegue, te meceré en la silla el doble del tiempo que normalmente lo hago.
—No me jodas, está funcionando. —Escuché la voz de Joohyun en el fondo—. Sigue hablando.
Así que comencé a cantarle. A mitad del segundo verso, vi a Namjoon dando la vuelta en la esquina a toda prisa. Cuando me vio, comenzó a agitar su mano frenéticamente.
Deben haber tenido noticias de Nayeon y la bebé.
—Debo irme —le dije, cortando mi propia canción.
—Está bien. Se ha quedado dormido.
—Bien. —Colgué y corrí por la esquina para seguir a Nam.
—... Y hubo varios traumas en el útero como para provocar un desprendimiento de la placenta —le decía un doctor a SiYeon y a Jungkook, quien debió haber llegado mientras yo trataba de no volverme loco. Envolvió sus brazos alrededor de su novia y la atrajo hacia sí mientras el doctor seguía hablando.
No tenía idea de lo que era un desprendimiento de placenta, pero no sonaba bien. Sintiéndome con nauseas, me desplomé de nuevo en el banco en el que me senté anteriormente para poner mis codos en las rodillas y enterrar mi cara en las manos.
Le prometí que la bebé estaría bien. Le describí como sería Eun Ji y le di mi palabra de honor.
—Tuvimos que hacer una cesárea de emergencia. La buena noticia es que la placenta se encontraba baja en el útero cuando se desprendió. Por eso tuvo tanta pérdida de sangre externa, pero redujo el sangrado interno y todo fue un éxito cuando sacamos a la bebé.
Alcé mi cara en sorpresa justo cuando SiYeon exclamó—: ¿Quiere decir que la bebé está viva?
Con un lento asentimiento, el doctor lo confirmó. —Está en la unidad de cuidados intensivos neonatal, pero tendrá que consultar a su pediatra para que le informe sobre el estado de la bebé.
SiYeon se desplomó junto a mí, con lágrimas brillando en los ojos. —Oh, Dios. Gracias. —Luego dejó escapar una risa de alegría—. Las dos lo lograron. Las dos... Espere. ¿Las dos lo lograron? ¿Cierto? ¿Nayeon también está bien?
El aire en mis pulmones se estancó cuando el doctor titubeó. Tragué saliva y quise vomitar por todo el piso. No, esto no podía estar pasando. Apenas la acababa de conocer. Después de todo este tiempo esperándola, la vi dos veces y ¿muere? No. Joder, de ninguna manera.
—Un caso de conmoción afectó su riñón —admitió el doctor finalmente—. Está presentando signos de necrosis cortical difusa, así que la hemos puesto en diálisis. Sin embargo, su estado se mantiene estable.
Una vez más, no tenía idea de lo que algo de eso significaba. Todo lo que escuché fue estable, y para mí, eso decía aún viva.
Viva era bueno. Era malditamente increíble.
SiYeon se abrazó a sí misma, y le tembló la voz cuando preguntó—: ¿Podemos verlas? ¿A cualquiera de las dos?
—Estoy seguro de que pueden mirar a la bebé a través de la ventana de la sala de maternidad, pero tendré que enviar una enfermera cuando la madre esté lo suficientemente estable para visitantes.
Todos asentimos en entendimiento, y el doctor se fue. Namjoon se fue no mucho después de eso, habiendo escuchado todo lo importante. Pero yo no me iba a ninguna parte hasta que tuviera una vista completa de las dos chicas. Necesitaba una prueba visual de que las dos se encontraban bien.
Seguí a la pareja hacia la sala de maternidad, y luego a una ventana, donde abrieron las persianas para dejarnos ver a Eun Ji.
Acostada en la incubadora, un pequeño ser humano rojo tenía un tubo respiratorio enchufado en su boca mientras las vías y los parches de monitoreo la hacían ver como si estuviera al borde de la muerte.
Contuve el aliento. A mi lado, SiYeon gimió y se tapó la boca con ambas manos. —Es tan pequeña. ¿Cómo algo tan pequeño se las arregla para poder sobrevivir?
Me tambaleé, un poco mareado por la preocupación. SiYeon tenía razón. Era tan pequeña y frágil. ¿Qué ocurriría si Eun Ji aún no lo lograba?
Tratando de no entrar en pánico, cerré los ojos y apoyé mi frente contra el vidrio.
Jungkook puso una mano en mi hombro y lo apretó. —Oye, Seo Hyun y yo hicimos un trato. No le va a decir a nadie lo que le hiciste... no si no quiere que les digamos a las autoridades lo que le hizo a Nayeon. Así que, no tienes que preocuparte por meterte en problemas ni nada. ¿De acuerdo?
Meterme en problemas por culpa de ese imbécil era lo último en lo que me preocupaba. Ir a la cárcel por tratar de matarlo por lo que le hizo a Nayeon habría sido un honor.
Señalé a la venta, sintiéndome resentido. —Así que, ¿él se escapa sin ni siquiera un regaño por hacer esto?
—Créeme, lo dejaste en mal estado. Estoy muy seguro de que va a estar escupiendo y orinando sangre por un buen tiempo.
No era suficiente. Ni de cerca de ser suficiente, pero dije—: Bien.
No nos dejaron entrar para que viéramos a Nayeon durante otra hora. Su prima y yo acampamos afuera de la ventana y miramos a la bebé la mayor parte de ese tiempo. Las enfermeras chequearon sus signos vitales frecuentemente, la mayoría del tiempo la pequeña se mantuvo bastante tranquila.
Princesa seguro se sentía molesta porque no podía verla. Y eso fue exactamente lo primero que preguntó cuando entramos en su habitación.
—¿La has visto?
Me congelé en la entrada. Se veía amarilla e hinchada, jodidamente hinchada. Sus ojos, su rostro y su cuello se hallaban morados en proporciones ridículas y parecía que se le hacía difícil ver. Todo tipo de tubos y máquinas se encontraban conectados a ella, manteniéndola viva.
El pánico arañó mi garganta, pero me lo tragué y silenciosamente seguí a SiYeon, aunque me paré al final de la cama, incapaz de moverme más cerca.
Ella agarró la mano de Nayeon y sonrió. —Es tan pequeña. Como una perfecta forma de ser humano en miniatura.
Lágrimas corrían por las mejillas hinchadas de Nayeon mientras sonreía. —¿Sí? ¿Está bien entonces? Siguen diciéndome eso, pero no puedo ir a verla. No puedo...
—Shh —SiYeon se inclinó y le besó la frente—. Tienes el resto de tu vida con ella. Solo recuéstate y relájate para que puedas sanar.
Las palabras de su prima parecieron hacerle efecto porque se calmó después de eso. Jungkook se quedó atrás conmigo, mirándolas con preocupación. Cuando atrapó mi mirada, se tragó una expresión de culpa.
—Me siento como un pedazo de mierda —murmuró en voz baja—. Le dije a ese idiota donde se encontraba ella. Juro que no tenía idea de que haría esto. Pensé que iba a hacerle frente a la situación y ayudarla.
Contento de que no era el único que cargaba con la culpabilidad, apreté su hombro. —Al menos tú no esperaste hasta que estuviera golpeando su estómago para meterte.
Jungkook abrió la boca para responder, pero de repente Nayeon dijo—: ¿Jin?
Me giré en su dirección. Quería ir y ponerme de rodillas y rogarle que me perdonara. Quería demostrarle lo mucho que me dolía verla así, lo asustado que estuve por las dos. Pero me atraganté.
—Él mismo en persona. —Me acerqué y gentilmente tomé su mano la cual tenía una aguja pegada mientras me la ofrecía. Mierda, su agarre era débil. —Lo hiciste bien, Princesa. Ella es hermosa. Te dije que lo sería. —Me incliné y le besé la frente.
Girándose hacia mí, rozó el lado de su cara contra el mío. —Gracias. Gracias por haber estado allí. Nos salvaste.
Una respiración temblorosa salió de mis pulmones. Presioné mi frente contra la suya, por fin dejando que algunos de mis sentimientos salieran.
—Casi consigo que te maten, eso fue lo que hice. Los escuché hablando, y no intervine. No hasta que fue tarde. Lo siento tanto, No debí dejar que se acercara tanto a ti.
Una mano tocó mi cabello. Cerré los ojos.
—Escúchame, Kim SeokJin. Eres mi héroe, no tienes nada por lo que disculparte. —Debió haber percibido que no le creía porque apretó su agarre. —Lo eres. Eres mi héroe.
—Aun así lo siento —susurré, incapaz de luchar contra el sentimiento de culpa.
—Yo no. Si no hubieras venido esta noche, estaría muerta en este momento. Mi hija estaría muerta. ¿Por qué no puedes entender eso?
Abrí mis pestañas y me encontré con su mirada. Quizás esta era la razón por la que tuve esas visiones. Si no la hubiese visto en mi cabeza, no hubiera estado fascinado con ella por los últimos diez años, y no habría estado tan ansioso por visitar a Jungkook hoy. Y si no hubiera ido, nadie habría estado para evitar que su ex novio la matara.
Inclinándome, besé nuestras manos entrelazadas, muy agradecido de que estuviera viva.
—Nunca voy a dejar que vuelva a pasarte nada malo. Lo juro.
Esa, era una promesa que verdaderamente hacía desde el fondo de mi alma.
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