Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Prólogo Nayeon

Todos los hombres son unos bastardos.

Así es como era; así es como seguiría siendo.

Mientras observaba como el novio de mi prima comenzaba a perder los estribos, froté mi hinchado estómago aliviada de que el bebé que crecía en mí fuese una niña. Quiero decir, lo habría amado sin importar su sexo, pero al menos estaba aliviada de no tener que verlo crecer para convertirse en uno de los bastardos.

—Solo estoy diciendo —masculló Jungkook entre dientes en tato se paseaba por la pequeña cocina—, no podemos permitirnos seguir comprando todas estas cosas para Nayeon. ¿Para qué necesita un cambiador de pañales? ¿Por qué no puede cambiar un maldito pañal en el sofá, o la cama, o demonios... en cualquier lado?

Le concederé esto; él había durado con su paciencia más de lo que yo esperaba. Pero eventualmente, cada chico tenía un punto de ruptura dónde no podía aguantar más. No podía esconderlo por siempre.

Cruzando los brazos sobre mi pecho, lo miré mientras SiYeon -mi prima, mejor amiga, heroína personal y la novia de Jungkook- se sentaba en la mesa luciendo culpable y se acurrucaba en la silla abrazándose a sí misma. Odié lo mal que la estaba haciéndose sentir cuando yo fui la culpable por rogarle que me comprara el estúpido cambiador de pañales porque hacía juego con la cuna que ellos me habían comprado, y yo... demonios, solo quería lo mejor para mi bebé.

Pero seguía olvidando que ya no era una mimada niña rica, y el dinero en este hogar no fluía cual el agua como lo había hecho en mi antigua casa. Me tomaría tiempo darme cuenta de que ya no tenía el dinero de papi para desperdiciar. Excepto que deseé apurar el paso y enderezarme a mí misma porque odiaba ver como SiYeon asumía la culpa por mis transgresiones derrochadoras.

Abrí la boca para defenderla, pero ella me cortó con una mirada rápida y mortal. Prometí antes de mudarme que jamás interferiría en ninguna pelea que tuviese con su novio, promesa que no había sido difícil de mantener, porque en general SiYeon y Jungkook eran asquerosamente felices juntos. No parecía normal que rara vez pelearan. Y por eso confiaba en Jungkook menos que en nadie. Justo como mi padre, él podía mostrar una buena fachada. Podía sonreír y batir sus pestañas de niño bonito y la gente lo adoraba. En público, no cometía ningún error. Incluso SiYeon lo idolatraba como si fuese una especie de maldito santo.

Pero sabía que debía tener un bastardo escondido dentro de él. Tenía un pene; era inevitable. Y ya que era tan bueno escondiendo su interior podrido, era especialmente cautelosa con él. Incluso había sido todo un caballero conmigo una noche en una fiesta cuando traté de meterme en sus pantalones... tiempo antes de que SiYeon lo conociera, por supuesto.

Había escuchado los rumores. La gente decía que era un gigoló, tenía sexo con las mujeres por dinero. Eso por si solo lo iluminó en mi radar como un candidato para sacarme de mi lugar seguro y entumecido. Pero luego él me rechazó. Me dijo que estaba demasiado borracha, e incluso me ofreció llevarme a casa. Ahí fue cuando supe que era el peor de todos. Él era otro Im TaeWoo. Tal cual, como mi papá, un bastardo escondiéndose bajo la máscara de un caballero.

Había estado viviendo aquí con SiYeon y Jungkook desde hace tres meses. Y cada noche me quedaba despierta hasta tarde esperando por ese inevitable momento cuando Jungkook trataría de entrar en mi habitación y se pondría manoseador. Como solía hacerlo mi padre. Incluso apilé latas de soda vacías frente a mi puerta para que hicieran un escándalo y despertaran a SiYeon. Ella podría pillarlo en el acto y patear su trasero de una vez.

Pero él jamás había hecho algo contra mí.

Después de todo este tiempo ocupando el mismo apartamento que él y teniendo en cuenta de que no había intentado ninguna maldita cosa, me hacía comenzar a preguntarme si quizás, después de todo, estaba la posibilidad de que existieran chicos buenos.

Pero luego ocurrió lo de esta noche. Cuando Jungkook abrió la factura de la tarjeta de crédito, enloqueció, y ahora estaba solo a minutos de revelar su idiota interno. Una vez que lo hiciera todo estaría bien en el mundo otra vez. Volvería a saber algo de lo que estaba segura: todos los hombres eran unos bastardos.

—Lo siento —dijo SiYeon, sus ojos nadaban en miseria cuando ella lo miró—. Podemos devolverlo, lo juro. Me dejé llevar. Quería que su bebé tuviera de todo, quería consentirla.

Esa era otra razón por la que amaba a SiYeon. Ella ya adoraba a mi bebé tanto como yo.

—Pero no es nuestro bebé —murmuró Jungkook—. Es de ella. —Me dedicó una mirada de desprecio, y podía sentir cuanto le molestaba tenerme aquí.

Nunca sabré cómo fue que SiYeon lo convenció de permitirme mudarme con ellos. Él jamás me había hecho sentir bienvenida, aunque no lo culpaba. Había invadido su nidito de amor y arruinado su "felices para siempre". También estaría resentida conmigo misma. Me ignoraría cada vez que fuese posible. Y cuando estuviese obligada a tratar conmigo, también lo haría con frío desdén.

Eso me parecía bien; él podía odiarme todo lo que quisiera. Pero no tenía permitido tratar a SiYeon con nada menos que absoluta adoración. Excepto que no me gustaba a donde se dirigía esta conversación.

Ella debería ser quien se preocupe de esa mierda. Ya estamos dándole un techo sobre su cabeza, comida, cubriendo sus necesidades, todo. Y ni siquiera podemos permitirnos eso.

—Lo sé. Lo sé —Mi prima comenzó a retorcer sus manos. Hacía que mi piel picara de ver lo apaciguadora que estaba siendo—. Quizá puedo...

—¿Puedes qué?

—Encontraré un trabajo. Algo que pague.

Ella ya cuidaba a la hermanita de Jungkook en medio de sus cursos de la universidad, pero luego de que comenzaron a salir y se mudaron aquí desde Busan, jamás había cobrado por cuidar a HeeJin.

—No —murmuró su novio con un gruñido enojado—. Tu tiempo ya está tan ocupado como puede estarlo. No quiero que nada más interfiera con tu escuela.

Oooh, ahí iba, tratando de actuar como un chico bueno, pretendiendo querer lo mejor para SiYeon. El hipócrita.

Determinada a dejar salir su monstruo interior, finalmente hablé.

—Bueno, creo que yo podría encontrar un trabajo —Abrí los brazos, para poner mi grande y embarazado vientre en escena—. ¿Qué opinas? Si hiciera como tú y me vendiese a mí misma en la calle, ¿compraría alguien una hora conmigo en estas condiciones?

Me di cuenta de mi error un segundo muy tarde, en el momento en que SiYeon jadeó y puso las manos sobre su boca. La cosa es que una de las reglas más importantes que ella había adherido antes de dejarme vivir con ellos era que nunca, jamás, mencionara en lo que su precioso novio había trabajado antes de que se mudaran aquí.

Jungkook me cortó con la mirada. Me miró tan intensamente que aguanté la respiración esperando a que él por fin perdiera los estribos. Mi cerebro revisó la cocina preguntándose qué tipo de artefacto usaría para defenderme si se pusiera violento. Su ceño fruncido me dijo lo mucho que quería torcerme el cuello.

Pero en lugar de hacer o decir algo, se alejó. Con los hombros rígidos y las manos empuñadas en sus costados, se marchó de la cocina, a la pequeña sala de estar y abrió la puerta principal.

SiYeon saltó de su asiento. —¿Jungkook?

Él se detuvo como si el temblor en su voz asustada lo mantuviera cautivo, pero no se dio la vuelta. Levantó una mano sobre su hombro, y dijo—: Tengo que irme. —Luego huyó del apartamento.

Tanto mi prima como yo nos quedamos boquiabiertas en la puerta cerrada. Bueno, sin duda no esperaba que él hiciera eso. Lo empujé más allá del límite. Lo enojé lo suficiente como para que dejara salir a su bastardo, pero él eligió alejarse en vez de responder. Eso no era bueno. Sin dudas un bastardo hubiese respondido. ¿Por qué no había peleado conmigo? ¿Por qué no me había llamado perra? ¿O golpeado? ¿O echado?

Todo estaba mal.

SiYeon se volvió hacía mí con los ojos desorbitados. Di un paso atrás.

—¿Por qué hiciste eso? —gritó— Te dije que jamás mencionaras algo que tuviese que ver con eso. Sabes cuánto le molesta.

Envolví los brazos protectoramente alrededor de mi estómago a pesar de no tener idea del por qué. SiYeon no haría nada para dañar a mi bebé, simplemente no pude evitarlo. Los viejos hábitos tardan en morir.

—Él... estaba siendo un idiota contigo.

—No, no es así. Estaba molesto por la factura de la tarjeta de crédito y tenía razón de estarlo, el dinero es un asunto delicado para él.

Ya sabía eso. Ella me había confiado hace unos meses por qué Jungkook se había convertido en un trabajador sexual, cómo había sentido la necesidad de velar por la seguridad de su familia y como su casera lo había chantajeado para que le sirviera.

El modo en que lo decía sonaba heroico, haciéndolo parecer un chico muy bueno. Salvo que yo estaba tan inmersa en mi teoría de que dentro de cada chico había un despiadado y malvado despreciable, que no podía pensar en él en términos nobles. Pero ahora que el chico había optado por no liberar su ira en mí, me sentía confundida.

—Nunca debí haber traído ese estúpido cambiador. Ni siquiera tenemos pañales. ¿Cómo vamos a usar un cambiador si no tenemos pañales?

Mi garganta se sintió raposa mientras la miraba descomponerse. Eso no era su culpa. Era mía. Cada asunto estresante para ella en los pasados meses era mi culpa porque yo me encontraba aquí, invadiendo su espacio y molestándola a ella y a su novio.

Pero prefería empujar culpa a un lado porque saber exactamente lo que se suponía de debería hacer: dejarla y tratar de arreglármelas por mi cuenta, me asustaba demasiado.

—No puedo creer que se fuera —dije aún sorprendida.

—Yo tampoco — su rostro me inmovilizó con una mirada extraña como si una nueva idea la hubiese llegado justo antes de que todo el color abandonara su rostro—. Ay, no. Y si... ¿Y si nunca regresa?

Comencé a negar con la cabeza. Imposible. Jungkook era tan adicto a SiYeon como ella a él. Nunca la dejaría. Aunque, quizá, hoy había sido un punto de ruptura para él. Tal vez no podría perdonarla por dejarme vivir con ellos. ¿Y si, por mí, no pudiera seguir con esto?

Ella debió haber visto la preocupación en mi rostro porque dejó salir un gemido y se hundió en la silla del desayunador cubriéndose la boca.

Yo ya sabía lo mucho que ella odia que las personas la vieran sintiéndose ansiosa, así que retrocedí para respetar sus deseos, me retiré a la puerta donde había visto su pelea con Jungkook. Pero eso no era suficiente para ella.

—Vete... lejos —ordenó.

Corrí alrededor de la esquina y presioné mi espalda en la pared en cuanto ella no me veía. Luego me deslicé hacia abajo hasta que estuve sentada y la escuché llorar en sus manos. Abrazándome a mí misma, solo me quedé ahí sintiéndome como la mierda y acariciando mi estómago para mi propio confort.

SiYeon había ido más allá por mí; jamás debí haber roto sus reglas. Por otra parte, probablemente no estaríamos en esta situación si ella no hubiese venido a Busan.

Yo tenía un plan. Algunas de mis cosas se hallaban empaquetadas, había escondido el dinero y casi todo estaba listo. Tan pronto como me graduara de la secundaria, iba a dejar la casa de mis padres. Iba a ser libre. Pero luego SiYeon se metió en problemas. Su novio de aquellos tiempos -otro bastardo por supuesto-, trató de matarla, y ella necesitaba un lugar seguro hasta que todo terminara y él fuese puesto finalmente tras las rejas.

Me había reído cuando escuché eso. ¿Lugar seguro? ¿Aquí? Lo que sea. Pero mi mamá ya había hecho planes con su hermana, la madre de SiYeon, y ella llegó a la casa de las apariencias para quedarse con nosotras lo aprobara yo o no.

Honestamente mi respuesta fue un rotundo no. Es que no quería a la dulce, inocente y amante de la diversión SiYeon cerca de mi padre. De alguna manera convencí a mi mamá para que ella se instalara en el cuarto sobre la azotea, así por lo menos no se quedaría bajo el mismo techo que él. Y luego retrasé mis planes de marcharme. Yo era probablemente la peor seguridad entre ella y el señor Im, pero no la dejaría sola con ese monstruo.

Así que me matriculé en la universidad local y tomé clases con ella, y seguí saliendo con Seo Hyun, el imbécil egoísta con el que había tenido una aventura de verano. No planeé que ella conociera a Jungkook y se enamorara de él. Y no planeé haber quedado embarazada de mi entonces novio. Y ciertamente no planeé ser disparada por el ex de SiYeon, el psicópata que finalmente la había encontrado. Pero pasé por un montón de mierda que no había planeado. Así que tuve que crecer y lidiar con lo que tenía.

Cuando SiYeon se mudó de vuelta a Seúl y llevó a Jungkook con ella, Seo Hyun, que resultó ser el típico cobarde, me abandonó, y mis padres demandaron que me deshiciera de la pequeña vergüenza que había creado con él. Eso era algo que no podía hacer. Jamás había pensado tener niños. Nunca quise ser mamá. Estaba muy jodida para ello, sin embargo, ahora que tenía a este bebé creciendo dentro de mí, nada más importaba que cuidar de ella. Jamás la heriría; al contrario, la amaría y alimentaría. Le daría mi vida a esta niña y me aseguraría de que nada malo le pasara.

Así que renuncié al aborto que mami y papi habían tratado de exigirme. En lugar de eso, corrí hacia SiYeon rogándole que me llevara con ella.

Sentada en el suelo, escuchando a mi prima llorar, me pregunté por qué no me echaba ahora. Parecía que cada vez que trataba de ayudarla jodía más la situación. El ayudar a alguien además de mí no me funcionaba. Era una completa idiota.

No sé por cuánto tiempo me quedé ahí escuchándola sollozar y sonarse la nariz por el problema que había causado, pero me hizo polvo. Mis manos comenzaron a temblar mientras frotaba círculos sobre mi estómago un poco más rápido. Cuando la puerta principal se abrió, salté por la sorpresa haciendo que la bebé hiciera lo mismo.

—¿SiYeon? —La preocupación en la voz de Jungkook fue evidente al cerrar la puerta— ¿Qué ocurre?

Me estiré lo suficiente para asomarme por la esquina de la sala y la cocina. Jungkook se arrodilló frente a su novia y recogió sus manos en las de él.

—¿Qué quieres decir con que qué ocurre? — Lágrimas frescas brotaron de los ojos de ella. — Tú me dejaste.

Aire siseó de los pulmones de Jungkook. Negando con su cabeza firmemente, dijo—: No. No, no te voy a dejar. Nunca te dejaría, SiYeon. Lo siento. Lo que pasa en que no quería que siguiéramos discutiendo. Estaba tan enojado que no podía pensar con claridad. Si me quedaba un segundo más, le hubiese dicho algo a ella y sé que eso te hubiese enojado. En realidad trataba de no angustiarte a ti.

—No sabía...No sabía si volverías.

La acercó más a él y presionó su mejilla contra su sien —Nunca te dejaría —repitió—. Iba a volver. Siempre voy a volver. Solo necesitaba calmarme. Te amo, SiYeon. Lo eres todo para mí. Lo siento.

—No me dejes así otra vez.

—De acuerdo. Lo prometo. Nunca más. Es sólo que...Cuando dijo eso...

—Lo sé —murmuró SiYeon—. Lo siento. Yo...

—No, tú no hiciste nada malo. Y tampoco Nayeon en realidad.

Mis ojos saltaron. ¿Qué dijo qué? Por supuesto que yo había hecho algo malo. Yo fui el catalizador de toda su pelea.

—Ella no dijo nada que no estuviéramos todos pensando ya, ¿verdad? "¿Por qué Jungkook no vuelve a hacer lo que hacía antes? No tendríamos problemas de dinero entonces."

Espera, no dije eso. Ni siquiera lo pensé. ¿Por qué asumió que sugeriría algo así? Probablemente porque era yo, y usualmente decía cualquier cosa que hiriera más a una persona.

Herirlos antes de que me hirieran.

—Jamás pensé eso —SiYeon se escandalizó—. Dios mío, Jungkook. Estabas... ¿lo consideraste?

—No. Nunca te haría eso, pero la idea estaba ahí. Tal vez solucionaría todos nuestros problemas en una noche. Podría cuidar de ti y... y parece que es la única cosa en la que soy bueno, porque apesto como mesero. Si no me dan más horas en Bangtan, tendré que encontrar otro trabajo, pero lo único que he hecho que paga mejor que trabajar es...

—Para —ordenó ella, su voz suave pero firme—. Basta ya de pensar en eso. Ahora. Hay mucho más en lo que eres bueno, Jeon Jungkook. Literalmente un montón de cosas. Lo que te pasó no te define. Eres un increíble y maravilloso hombre y me siento afortunada de despertar cada mañana en tus brazos. Ahora solo admite que eres fabuloso demonios, porque lo eres. Desearía que pudieras verte como yo te veo. Esa perra, la señora Yoon, te lavo al cerebro al hacerte pensar que eras bueno para solo una cosa cuando te violó y te forzó a ser algo que odiabas.

Mis ojos se abrieron ante las palabras de Si Yeon que hicieron eco en mi cabeza.

<<Te violó. Te forzó a ser algo que odiabas.>>

Inhalé cuando me di cuenta: Él fue violado por la mujer que lo chantajeó para tener sexo con ella. Y fue convertido en algo que odiaba por eso. Como yo. Éramos como dos guisantes en una vaina. Bueno, excepto porque yo me convertí en una perra pretensiosa que actuaba como si fuese mejor que todos para poder ocultar mis secretos, y él siguió siendo un buen chico. Pero, como sea; ambos sufrimos formas similares de abuso.

Lágrimas rodaron por mis mejillas sin previa anticipación. Maldición. Jeon Jungkook realmente no era un bastardo, ni siquiera sabía cómo procesar eso. Todos estos meses había estado esperando que mostrara sus verdaderos colores, y los había estado mostrando todo el tiempo.

En la cocina, el sonido de los besos se detuvo justo antes de que SiYeon preguntara en voz baja—: ¿Quieres echarla?

Mi interior se apretó, y el miedo se apoderó de mi garganta cuando me di cuenta de que hablaba de mí.

—¿Qué? —Jungkook sonaba despistado.

—A Nayeon —susurró, haciéndome temblar.

Ella lo había hecho. Todos estos meses, nunca había tomado partido. Tenía más razones para odiarme que nadie, sin embargo, había permanecido siendo mi amiga y se había enfrentado a su novio para ayudarme. Pero ahora... lo elegía sobre mí. Si ellos me echaban, no sabía a dónde iría, o lo que haría. Yo no estaba capacitada para cuidarme. Ni siquiera sabría cómo empezar. Y con una bebé en camino, no estaba lista para iniciar esa tarea. Cerca de mi prima era el único lugar en el que me sentía segura.

SiYeon siguió hablando. —: Sé cómo te sientes sobre ella. Yo...me he sentido tan culpable después de que Jae Wook le disparara que pensé que le debía algo. Tú has sido tan solidario al respecto, a pesar de que sabía que odiabas la idea y probablemente incluso a ella. Y sé que tiene sus problemas, pero es mi prima y... En serio, Jungkook, si tenerla aquí es demasiado para ti, voy a hacer que se vaya. No voy a perderte a causa de ella.

Cubriéndome la boca para ocultar el sonido de mi llanto, esperé con ansiedad a que Jungkook decidiera mi futuro. No los culparía por hacer que me fuera. Ya me habían mantenido más de lo debido, pero todavía le oraba misericordia, que él me diera una oportunidad más. Yo podría ser una mejor persona, sabía que podía.

Toqué mi vientre. Por este pequeño paquete de alegría, sería lo que tenía que ser.

—¿De verdad la echarías? —sonaba aturdido— ¿Por mí?

—Por supuesto. Significas para mí más que nadie.

Me lavé las lágrimas de mis mejillas y respiré hondo. Podría sobrevivir a esto. Pasara lo que pasara, sobreviviría, incluso si eso me llevaba a mí y a mi bebé a la calle.

—SiYeon, no pongas esto sobre mí. Sabes que no la quiero aquí, pero quiero hacerte feliz. Además...

—¿Qué?

—Mierda, ¿dónde más se supone que va a ir? ¿No dijo tu mamá que ella no participaría en esto?

—Sí, pero tal vez mi hermana o uno de sus amigos... —se desvaneció como si se diera cuenta de que ninguna de esas opciones podría funcionar.

—Independientemente de lo que ha dicho hoy, ella parece estar cambiando — argumentó Jungkook como si estuviera, en realidad, viniendo en mi defensa—. Tú me enseñaste que todo el mundo merece una segunda oportunidad. Eso es algo que me gusta de ti. Lo malditamente indulgente que eres.

Asentí, dándole la razón. La chica perdonaba demasiado fácil. Ella ya me había perdonado por cosas que no merecía ser perdonada. Eso me partió el corazón. Traté de ahogar mi llanto, pero me di cuenta demasiado tarde de que me habían oído. Antes de que pudiera ponerme de pie para escapar a mi habitación, ambos aparecieron en el umbral. Cuando me vieron llorando en el piso, mi cara se calentó sin piedad. Alcé una mano a modo de disculpa tratando de excusar mi comportamiento.

—Lo siento. Ignórenme. Son las hormonas del embarazo.

—Oh, diablos, Nayeon —SiYeon se arrodilló a mi lado y me dio un abrazo—. ¿Cuánto escuchaste?

—Todo —admití, limpiando mis mejillas y abrazándola antes de mirar a Jungkook—. Lo siento. Y no lo digo solo para tratar de conseguir que dejes quedarme. Si quieres que me vaya, me iré. Lo entiendo, pero yo... realmente lo siento. No debería haberlo dicho. No lo entendía. No creo que quisiera entenderlo. Pero ahora lo hago, lo entiendo, y nunca pasará otra vez.

Él cerró los ojos y dejó escapar un suspiro.

—Maldita sea —gruñó por lo bajo. Acto seguido, se hincó en el suelo barriéndonos en sus brazos para un abrazo familiar—. Está bien.

En ese momento él se convirtió en el único hombre que he considerado no maligno. Y por primera vez desde que SiYeon y él habían comenzado su romance, estaba celosa de ella. Había encontrado un diamante en bruto. Se lo merecía más que nadie, pero una parte de mí todavía se sentía codiciosa. Ahora que sabía que había tal cosa como un tipo bueno, también quería uno. Quería que un caballero blanco fuera mi héroe.

Yo no era fuerte. No era nada. Necesitaba ayuda.

Una gran cantidad de ayuda.

— Puedo irme ahora —ofrecí. Era lo menos que podía hacer. No tenía ni idea de dónde iría porque SiYeon era la última persona con la que podía recurrir, pero tenía que haber algún tipo de refugio en esta ciudad donde pudiera pasar la noche. ¿Verdad?

—No tienes que irte. Dijimos que te ayudaríamos hasta que pudieras valerte por ti misma. Y lo haremos.

—No sé cuánto tiempo va a hacer falta. Voy a buscar un trabajo tan pronto como nazca el bebé, y voy a pagar las facturas y...

Jungkook cubrió brevemente mi mano. La calidez y la compasión en sus dedos me sobresaltaron. —Solo cuida a tu hija. El resto vendrá cuando deba hacerlo. Te ayudaremos.

Su amabilidad y disposición a darme una segunda oportunidad me pulverizaron. Por primera vez en muchos años por fin me sentí libre. No tenía que preocuparme porque algún hombre tratara de tocarme en mi propia casa. Podría solo existir, concentrarme en mi bebé y comenzar el resto de mi vida. Excepto que, ahora que por fin podía ser yo, me sentía perdida.

Verdaderamente no tenía niidea de quién era Im Nayeon en realidad.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro