IX
Cuando llegó el sábado, me encontraba jodidamente ansioso.
Jungkook y yo no acordamos una hora en específico, así que no quería llegar demasiado temprano, pero cuando dieron las cinco de la tarde, no pude esperar más tiempo. Luego de cambiarme y ponerme algo que luciera bien, pero que no me moriría si se llenaba de grasa, llevé a Luchador a la sala y lo recosté en su mecedor, ya que Joohyun se encontraba ocupada en su portátil.
—Vendré en un rato —le dije, tomando mis llaves.
Su rostro se arrugó mientras el horror iluminaba sus ojos. —¿Vas a salir?
Sacudiendo las llaves, abrí la puerta, dejándole saber que, demonios sí, iba a salir. Y nada de lo que dijera me lo impediría. —Voy a ayudar a un amigo con su auto.
—Pero... —Miró con impotencia a Luchador, quién mordía felizmente un juguete que le di. Ya lo había alimentado, bañado y cambiado su pañal; estaría bien por un rato.
Al ver cómo ella lo miraba, cual si la estuviese abandonando con una tribu de caníbales que iban a quemarla en la hoguera, cambié mi peso de un lado al otro con inquietud. No le permitiré hacerme esto. No permitiré que me haga sentir culpable por salir de la casa un par de horas. Jungkook contaba conmigo para que lo ayudara con el auto de su novia.
Mierda, eso era mentira. No hacía esto por el chico. Tenía que ver a Nayeon de nuevo, y esa era una verdad egoísta que hizo que aumentara mi culpa.
Froté mi cabello, suspirando. —Solo serán unas horas, Joo. Además, es la primera vez que realmente saldré del apartamento desde que nació el niño.
—Sales todos los días.
—A trabajar —espeté—. Tengo que trabajar. Este apartamento no se pagará solo. Y necesitamos comida, y otras cosas, más el seguro del auto.
—Ay, por favor. ¿Parezco idiota? Sé que irás a encontrarte con una chica y a acostarte con ella.
Tensé mi mandíbula, esperando que no viera nada en mis ojos. — ¿Acaso luzco como si fuera a encontrarme con una chica? ¿En esto? De todos modos ¿en qué te afectaría?
Sorbió su nariz y levantó la barbilla. —No lo hace. Para nada. Tuve sexo apenas la semana pasada.
—¿En serio? —Cuando me miró con un desprecio desafiante, me encogí de hombros. — Bueno, bien por ti. Te veré después.
Al intentar salir del apartamento, la escuché lloriquear mi nombre.
—Maldición, si solo irás a casa de un amigo a arreglarle su auto, ¿podrías al menos llevarlo contigo?
Miré a Luchador. Con toda la barbilla y el juguete que mordía con sus encías llenos de baba. Una sonrisa iluminó mi rostro. Me encantaría llevar a Bon-hwa, sacarlo un rato de este lugar, y quizá dejar que Nayeon lo conociera mientras relevaba a Joohyun por un par de horas. Pero en verdad planeaba trabajar en el auto de SiYeon.
—No puedo tenerlo en un taller lleno de grasa. Probablemente estaré debajo de un auto la mayor parte de la noche. Ese no es exactamente un lugar seguro para un bebé.
Joo refunfuñó y se giró, ignorándome. Estuve tentado a invitarla para que no se sintiera desplazada. Pero lo último que quería era que ella y Nayeon se mezclaran. Resignado, repetí—: Te veré más tarde.
Luego de lanzarle un beso al bebé, estuve libre y trotando por las escaleras hacia la entrada principal del edificio. Cuando mi teléfono sonó tan pronto como encendí el motor, gruñí. Alguien quería atrasar mi encuentro con mi Princesa, ¿cierto?
Luego de saber que Jimin, contesté quejumbroso—:¿Qué?
—Hermano, necesitamos tu ayuda. Urgente.
Joder. —No —dije instantáneamente—. No haré tu turno de esta noche.
—Entonces, pásate por mi departamento y vigila a Namjoon, ¿podrías? Los novatos y yo estamos jodidamente preocupados por él. Eso que está pasando con su chica en verdad lo tiene arruinado, y tanto Hoseok como yo tenemos que atender la barra hoy, de otra manera nos quedaríamos con él.
No contesté inmediatamente. Mi consciencia luchó consigo misma. Tenía tantas ganas de ver a Princesa que mi pulso no se desaceleraba. Pero el hecho de que Jimin me llamara preocupado decía mucho. Inquieto por Namjoon, maldije en silencio.
—¿Qué tan mal está? ¿Casi... homicida? ¿Suicida? ¿O simplemente listo para matarte a ti?
—Aún no llega a esos extremos, pero diría que definitivamente tiene algo. No se lo pensaría dos veces en participar en un acto extremo de locura en este momento.
—Mierda. —Apreté los dientes con frustración.
—Oye, si estás tan ocupado, puedo llamar a Jungkook y preguntarle si puede ir.
—No —murmuré—. Era a casa de Jungkook a dónde me dirigía.
—¿En serio? ¿Entonces eres todo íntimo con Jungkook ahora pero nunca pasas tiempo conmigo después del trabajo? Me siento herido, hyung.
—Quiere que revise el motor de su novia.
El inmaduro de Park resopló. —Yo hubiera revisado el motor de su chica sin problema.
—El motor de su auto, idiota.
—Bueno, como sea —murmuró como respuesta—. Lleva a Nam contigo. Así tanto tú como Jungkook podrán mantener un ojo sobre él.
No se me ocurría una razón por la que eso fuera mala idea, así que estuve de acuerdo y usando las instrucciones a medias que me dio para llegar allí, me dirigí al apartamento de ellos.
Namjoon abrió la puerta, luciendo horrible. Podía entender la razón de por qué sus compañeros estuviesen tan preocupados por él. Kim Namjoon nunca se veía tan malhumorado.
Fue sorprendentemente fácil convencerlo de que viniera conmigo, lo cual era bueno, pero todo el desvío me atrasó casi una hora de ver a Nayeon.
Golpeteé los dedos impacientemente en el volante de mi auto en tanto nos acercábamos a casa de Jungkook. Pero mientras más nos acercábamos, más lejos se sentía ella.
Necesitando una distracción, me giré hacia a Namjoon, quién miraba en silencio por la ventana, con el codo descansando en el marco de la ventana y su frente hundida en la palma de su mano.
—Entonces, ¿qué pasa contigo y la Novia Profesora? —pregunté—. Supongo que están separados y por eso hemos tenido que reorganizar todos nuestros horarios y ahora estoy en vigilancia de suicidio.
Me miró e hizo una mueca. —Tú no tienes que... que cuidarme, no voy a hacerme nada. Estoy bien. Pero sí, nosotros... —Hizo una pausa, mientras su rostro palidecía—. Terminamos. Hace casi dos semanas, pero ya lo superé.
Sí, seguro. Ya lo superó, mi trasero. —¿Entonces por qué ese trío de idiotas sigue preocupado por ti?
—¿Cómo diablos voy a saberlo? —se encogió de hombros—. Ni siquiera sé cómo Jungkook se enteró.
Rodé los ojos. Era más difícil sacarle información a este chico que una muestra de sangre a una roca. —Bueno, ¿qué pasó?
Comenzó a golpetear los dedos contra su rodilla, así como yo había golpeado los míos contra el volante. Debe ser algún hábito inducido por las chicas. Cuando se giró de nuevo a mirar por la ventana del pasajero, resoplé. No me ayudaba para nada con mi propia distracción.
—Puedes decirme. Voy a molestarte hasta que lo hagas.
Suspiró profundo. —Alguien anónimo le envió a mi entrenador una foto de nosotros juntos, y ella fue despedida.
—Joder —exhalé—. ¿Por qué no tuviste problemas también? —Cuando su rostro palideció aún más, tragué con fuerza—. ¿O sí los tuviste?
La desolación llenó su mirada. —La fotografía solo revelaba su rostro. El mío fue recortado.
—Espera. ¿Entonces cómo sabían que estaba con un estudiante? Si no podían verte, ella podría estar follando con alguien más.
Él se descubrió el brazo para mostrarme un tatuaje que ni siquiera sabía que tenía. —En octubre, unos cuantos, nos hicimos esto la noche antes de nuestro gran partido por el campeonato nacional. Era lo único que se podía ver de mí en la foto.
Vi el tatuaje, lo leí cuidadosamente y solté una risotada. —¿Campeonato nacional? ¿Que no perdieron ese partido?
—¿Y no dije que los hicimos la noche anterior? —gruñó, volviendo a bajar su manga para cubrir la marca.
—Entonces, la chica se llevó toda la atención, y tú... ¿la dejaste caer... sola?
—¡Claro que no! Para el momento en que descubrí lo que pasó, ella ya se había ido. Jimin y Hoseok lograron convencerme de no confesarle al entrenador. Y eso es lo que debía haber hecho, maldición. En lugar de eso fui con el jefe de SeMi. Es más, tuve la puta mala suerte de que el rector también se encontrara ahí. Traté de hablar con ellos para que la volvieran a contratar. Fue un error. El entrenador sólo me habría echado del equipo y anulado mi beca
—Pero esos malparidos no.
Namjoon sacudió la cabeza, luciendo más homicida que suicida. —No. Cuando se enteraron de que yo era el chico de la foto, no solo se negó a reincorporarla, sino que también se negó a reprenderme. Es un fanático de futbol, ya ves. Entonces amenacé con dejar la escuela y abandonar el equipo si no la traía de vuelta, a lo cual él me amenazó con hacerlo público, si incluso, me comportaba como si fuera a irme. Ahora ella se fue, y yo estoy atascado aquí bajo amenaza, para salvar su reputación y asegurarme que no pierda toda oportunidad de conseguir un trabajo en otra parte del país. Pero mientras tanto, sí, parezco un completo imbécil por dejarla asumir toda la culpa por nuestra relación.
—Hombre. —Sacudí la cabeza y dejé salir un silbido bajo—. Eso es cruel. Es horrible ser tú en estos momentos.
—Síp. —Una vez más, se giró para mirar por la ventana.
—Y ¿no has sabido nada de ella desde que todo se arruinó?
—No. Estoy bastante seguro de que dejó la ciudad. No responde a su puerta, y su correo está acumulado.
—No crees que ella se haya hecho daño a sí misma, ¿o sí?
—¿Qué? ¡No! Bueno, no lo había pensado... hasta ahora. No, ella no lo haría. Si estuviera en casa, su auto seguiría allí. Ella está bien. Deja de asustarme. Se encuentra bien. Solo necesita algo de tiempo.
Yo no estaba muy seguro. —Bueno, si necesitas entrar a su casa, solo para asegurarte, sé cómo desbloquear una cerradura.
—¿Dónde aprendiste un truco tan útil como ese? ¿En la cárcel?
Así es, dile a un chico que estuviste un tiempo en prisión y pensará de inmediato que eres un rudo exconvicto. Supongo que eso era lo que me ganaba por golpear hasta el cansancio a los torturadores de Joohyun.
—Nunca he estado en la cárcel, idiota. Me tuvieron en un reformatorio preventivo como por dos semanas. Y, no, no lo aprendí ahí. Conoces toda clase de niños interesantes cuando creces en un hogar del sistema de acogida.
Sus cejas se elevaron. —No sabía que creciste en una casa de acogida.
—Así es. Desde que nací hasta que me gradué del bachillerato. —Y esa era exactamente la razón por la que nunca, nunca, ni siquiera por una noche, quería que Bon-hwa fuese puesto en el sistema de adopción. Sabía exactamente a qué tipo de mierda podría enfrentarse.
Llegando a la dirección que Jungkook me había dado, me detuve en frente, y mi estómago comenzó a saltar de emoción. —Aquí estamos.
De la anda me sentía tan hiperactivo y lleno de vida, listo para verla, que la gente pensaría que estaba preparándome para correr en una competencia de las Olimpiadas.
Casi me olvidaba de Namjoon, mientras salía del auto y caminaba hasta la puerta abierta de la estación adherida a un complejo decente de apartamentos doble.
Ella estaba aquí, en algún lugar de este edificio. No podía esperar para verla otra vez.
Pero mientras me acercaba a la entrada, pude ver a un tipo de pie en la cochera con su espalda hacia mí. No era Jungkook, eso era seguro. Iba a decir algo para hacerme notar, y asegurarme de que no fuera ningún extraño aterrador acechando el lugar cuando dijo:
—Santa mierda, te pusiste gorda.
Ahí fue cuando divisé a Nayeon en la cochera, intentando depositar la bolsa del reciclado en el contenedor Su trasero apuntaba hacia nosotros, el cual no parecía para nada gordo, en mi opinión. Demonios, ni siquiera podía darme cuenta que estaba embarazada hasta que se levantó y giró para mirar al visitante.
Su rostro de inmediato palideció mientras decía—: Por Dios. ¿Seo Hyun? ¿Qué haces aquí? ¿Cómo me encontraste?
Mierda.
Saqué la cabeza de la entrada y sostuve a Nam cuando intentó pasar a mi lado para entrar a la cochera. Luego lo tiré hacia abajo mientras me arrodillaba.
No tenía idea de por qué quería esconderme mientras hablaba con el dichoso Seo Hyun, pero conocer al papá de su bebé no se hallaba muy arriba en mi lista de prioridades. Quería entrar allí y sacarle las bolas de la manera más dolorosa que pudiera, lo cual dudé que Princesa apreciara.
Esto no era para nada de mi incumbencia. Esa no era mi mujer, y ese jodido idiota probablemente significaba más para ella de lo que yo alguna vez podría. Sin embargo, cuando Seo Hyun se acercó demasiado a ella, casi me abalancé. Namjoon tuvo que sostener mi brazo porque debió saber que estaba a punto de perder la cabeza.
—No —advirtió en mi oído—. Esa es su pelea. Obviamente tienen asuntos que resolver. Si te ves involucrado y rompes tu libertad condicional, volverás directo a la cárcel.
Sí, pero Nayeon estaba en problemas, y la libertad condicional era lo último que me preocupaba.
Miré su rostro detalladamente. No enviaba señales de ansiedad o miedo. Parecía estar acostumbrada a discutir así con él. Pero odié la forma en que la tomó y la acercó. Si Namjoon no me sostenía de nuevo, intervendría.
Dado todo lo que sucediódespués, ¿Por qué demonios simplemente no intervine cuando aún estaba a tiempo?
¡Iba a verlo de nuevo! En cualquier momento.
Había sido una oleada de ansiedad durante todo el día. Desde que SiYeon me dijo que Jungkook le había pedido a Jin revisar su carcacha, no había sido capaz de calmarme. Era patético. Debería haber estado decidiendo lo que iba a hacer con mi vida después del nacimiento de Eun Ji, o buscando lugares para vivir, investigando sobre padres primerizos o buscando un empleo. Cualquier cosa. En cambio, mi mente seguía regresando a su rostro, a sus labios, su cuerpo entero.
Sus músculos habían sido empacados en un conjunto de hombros anchos y un marco cónico que llevaba a la cintura más delgada de todos los tiempos. Su sonrisa, añadida a ese tono juguetón, había sido demasiado. Me había derretido en sus brazos al momento en que me forzó a bailar.
Y su melodiosa voz. Oh, Dios. El tipo en serio podía llevar una melodía.
Tarareando en voz baja, abrí la puerta de la cochera. Había venido aquí con el pretexto tirar el reciclaje, pero en realidad lo esperaba a él.
Podría estar aquí en cualquier momento.
No sé por qué lo anhelaba tanto. Conquistar a un hombre no se hallaba en mi lista de cosas por hacer, además de que era la última clase de persona para ser elegida, incluso si yo estuviera en el mercado. Y no nos olvidemos de que estaba casado, cosa que siempre parecía olvidar, maldita sea. Además, no tenía ni idea de qué le diría cuando llegara o... No puede ser, ¿por qué tardaba tanto?
Me había vestido para Jin. Era estúpido, lo sé. Tenía siete meses y medio de embarazo, no era exactamente el momento más glamoroso de mi vida. Además, él estaba prohibido, por así decirlo. Tener que recordarme constantemente su estado civil comenzaba a parecerme aterrador. Definitivamente hacer que SiYeon me pintara las uñas de los pies esta tarde, ya que yo no podía llegar a ellas, solo para impresionarlo, estaba mal.
Intentando agacharme por encima del contenedor, apreté mi vientre contra la apertura, haciendo a Eun Ji saltar por la presión.
—Lo siento. —Me acaricié el borde de mi vientre esperando no haberle hecho daño. Era hora de pedirle ayuda a Sisi.
—Santa mierda, te pusiste gorda.
Ante la voz familiar, me di vuelta y me quedé sin aliento. Un zumbido caótico llenó mi cabeza mientras veía delante de mí. No parecía posible que mi ex de Busan, quien vivía a cientos de kilómetros de distancia, se encontrara de pie en la cochera de Jungkook y Si Yeon. Pero allí estaba, mirando mi estómago horrorizado.
Parpadeé dos veces. Luego sacudí la cabeza para negarlo. —Por Dios
—al final encontré el aire para jadear—. ¿Seo Hyun? ¿Qué haces aquí? —Miré detrás de él para asegurarme de que mis padres o cualquier otra persona de casa no hubieran venido con él, pero estaba solo, afortunadamente. Las últimas palabras que nos habíamos gritado el uno al otro habían sido bastante terminantes. No podía pensar en otra cosa que necesitara decirme para el cierre—. ¿Cómo me encontraste?
Deslizando una mano en un bolsillo de sus pantalones caqui, se paseó cerca, con sus labios curvados en una mueca burlona mientras me miraba de arriba abajo. —Jungkook me dijo que te encontrabas aquí.
Siguiente ítem en mi lista de cosas por hacer: asesinar al entrometido novio de SiYeon.
Deteniéndose delante de mí, Seo Hyun dejó escapar un suspiro y sacudió la cabeza como si estuviera decepcionado. ¡De mí! —Hablé con tus padres, Nayeon...
—Oh, ¿sabes qué? Yo también hablé con mis padres. Y sé exactamente cuál es su postura en esto. No estaría en medio de Seúl, viviendo a costa de mi prima si no me hubieran echado porque me negué a hacerme un aborto. Y dado que sigo aquí, tan gorda como sugieres, supongo que eso significa que no cambié de idea. Lo siento, idiota, has venido por nada. Puedes dar media vuelta y regresar a Busan.
Seo Hyun apretó los dientes, su expresión mostraba toda su frustración. No me importó; no iba a decirme qué hacer con mi bebé. Había renunciado a su derecho a tomar una decisión en el momento en que me dijo que era una puta embaucadora, después de que le dije del embarazo.
Pero luego su rostro se quedó en blanco.
—Vas a seguir con esto hasta el final ¿verdad? Bien, estoy dispuesto a jugar. ¿Qué es lo que quieres?
En cuanto tomó mi brazo en un fuerte apretón, mis señales de advertencia se dispararon por las nubes. Seohyun nunca fue abusivo físicamente. Pero, hoy, algo no estaba bien con él.
Los hombres que se encontraban al borde de la desesperación, por lo general lo manifestaban de formas terribles. Lo había aprendido por el carácter duro de mi padre. Y bueno, mi ex se veía extrañamente desesperado.
Sabiendo que tenía que manejar esto con cuidado, dado que su presencia me seguía asustando a lo grande, traté de mantener esas razones para sentirse desesperado lejos de él.
—Esto no es un juego de poder para que yo ceda a cambio de "algo bonito"—le aseguré—. Lo único que quiero es a mi hija.
—¡Mientes! —Señaló con un dedo acusador en mi dirección—¿Qué pasó con la chica que conocí, la que decía que los niños le aterrorizaban?
—La dejaste embarazada, imbécil. Así que me voy a quedar aquí y cuidaré de mi bebé como una buena madre.
—¿Buena madre?¨—Dejó escapar una risa degradante—¿Estás escuchándote? No seas ridícula. No eres capaz de ser madre o cuidar de nadie, Nayeon. Eres una zorra mimada.
Auch.
¿Y si él tenía razón? Era una tonta chica soltera que había abandonado la universidad; no tenía trabajo o casa, y estaba a punto de traer a un pequeño e inocente humano al mundo para intentar ser totalmente responsable de ella. Un mareo repentino me hizo tropezarme. Pobre Eun Ji, parecía magníficamente jodida y ni siquiera había nacido. Con un idiota como padre y una zorra mimada como madre, mi bebé no tenía ninguna posibilidad.
Pero todavía estaba dispuesta a darle una. No importaba lo que pensara cualquier persona, amaría esta niña y encontraría una maldita manera de ser una buena madre, aunque fuera lo último que hiciera.
—¿Y? Al final decidí quedarme con ella; así que no hay nada que tú o mis padres puedan hacer al respecto.
Seo Hyun hizo una mueca significativa, como si supiera un secreto. —No deberías tentar a tu suerte. Más te vale que te deshagas de esa cosa o la botes en adopción, porque no pienses que te dejaré conservarla para que me jodas la vida. —Se me acercó más. —¿Cuán estúpido crees que soy? Eres una puta tramposa, sabes que la ley estará de tu lado y vas a aprovechar para sacarle dinero a mi familia.
—Seo Hyun... —Suspiré, cansada e incluso rodé los ojos tan dramáticamente como pude, a pesar de que mi corazón estaba acelerado. Por alguna razón irracional, creía que dejarle ver mi miedo lo haría saltar sobre mí—. Créeme.
—¿Creerte? —sacudió la cabeza y se rió en voz baja— Te conozco ¿recuerdas? Sé la perra conspiradora y manipuladora que eres. Me rehúso a dejarte continuar con esto.
Por favor, POR FAVOR, créeme— No quiero nada de ti, entiéndelo. Me importa una mierda tu familia, tú o tu dinero. Te firmaré un papel si eso quieres. Ahora suéltame.
—No hasta que aceptes deshacerte del bebé.
¿Estaba loco? Era demasiado tarde para un aborto, incluso aunque estuviera de acuerdo con la idea.
Levanté mi barbilla. —Nunca.
—Entonces no me dejas otra opción.
Bueno...veamos: Me di cuenta de que cometí un gran error al enfrentarme a él, e incluso al incitar su temperamento, una fracción de segundo antes de que me empujara contra la pared.
Cuando mi espalda golpeó contra la plancha de yeso agrietado y luego mi cabeza, el miedo se apoderó de mí. Me agarró por la garganta, mi instinto fue gritar; sin meter las manos para defenderme, solo gritar tanto como pudiera con la esperanza de que fuera lo suficientemente fuerte para llamar la atención de Jungkook y SiYeon.
Este demente iba a tratar de hacerle daño a mi bebé. No sentí el dolor al principio; me sentía demasiado asustada por Eun Ji y lo que Seo Hyun trataba de hacer con ella. Pero entonces me dio un puñetazo en el estómago.
Creo que seguí gritando. No estoy segura. El sonido resonó en mis oídos mientras trataba de acurrucar mis brazos a mi alrededor y proteger a mi hija. Pero él me abrazó por el cuello, fijándome en el lugar, lo suficientemente flojo para que pudiera continuar gritando, pero no para que pudiera escapar. Apenas podía respirar, y mucho menos proteger mi estómago. Mis piernas se agitaban, pero las fracturas que sentía en mi interior eran tan graves que era difícil concentrarse en nada más allá de cada golpe.
Tan abruptamente como atacó, Seohyun se detuvo. La presión sobre mi garganta desapareció, y caí al suelo. No podía detenerme, no podía sostener mi caída, solo pude tomar aire. Era como si no tuviera control sobre mis propias extremidades. Aterricé con un ruido sordo discordante, lo que me lastimó aún más. Pero al menos el asalto había terminado.
Pensé que tal vez el loco lo había pensado bien y retrocedió.
Pero luego dijo—: ¿Qué dem... —justo antes de que el ruido de algo agrietándose contra el hueso hiciera eco en toda la cochera. Un gemido ahogado le siguió.
—Acabas de meterte con la chica equivocada —alguien gruñó.
Desde el interior de mi caparazón de agonía, los sonidos apagados de los puños contra la piel siguieron, junto con gritos y amenazas. Sabía que alguien me estaba defendiendo, pero en ese momento no me importaba. Me encontraba demasiado ocupada tratando de no morir en el suelo. Las lágrimas rodaban por mis mejillas mientras acunaba mi estómago.
Eun Ji no se movía. Ella siempre se movía o saltaba cuando algo la asustaba. ¿Por qué no se movía?
Apoyé la mejilla en el suelo mientras mi abdomen se sentía como si estuviera explotando y destrozándose por dentro. Más gritos inundaron el lugar. Creo que por fin oí la voz de Jungkook en el cuerpo a cuerpo, pero de repente SiYeon estaba conmigo, con su mano en mi hombro y su voz llena de pánico en mi oído.
—¿Nayeon? ¡Nayeon! ¿Puedes oírme?
Traté de asentir, o responder, o incluso parpadear, pero lo único que pude hacer fue soltar un gemido de dolor cuando otra ronda de terror constriñó mi abdomen.
—¿Cariño? —SiYeon intentó de nuevo, con voz temblorosa—. ¿Qué pasó? ¿Te encuentras bien? Oh, por Dios. ¡Jungkook! ¡Está sangrando!
La ola de agonía pasó, dejando un leve latido de dolor. Respiré; de nuevo, otro rayo de dolor curvó mi vientre. Me acurruqué alrededor de mi bebé.
—¡No! No, no, no. —Una de las voces masculinas se volvió ronca cuando se agachó a mi lado. Pensé que era Jungkook hasta que graznó—: ¿Princesa?
Mientras cálidos y tiernos brazos me envolvían, abrí mis pestañas y alcé la mirada para un par de ojos devastados. —¿Jin?
Me apretó contra su pecho. Por fin había llegado. Justo a tiempo.
Me besó la frente. —Hola, preciosa. ¿Quieres dar un paseo conmigo? Tengo un auto muy rápido, y puedo hacer que cuiden de ti en un segundo.
Por un momento estaba confundida. ¿Por qué hablaba sobre coches y paseos cuando parecía que todo dentro de mí se estuviera fragmentando y mi bebé estuviera en problemas? Pero entonces comprendí lo que quería decir.
Hospital.
Fue entonces cuando supe que era malo. Tal vez si hubiera sonado tan calmado y confiado como siempre, podría haberme quedado tranquila. Pero parecía asustado, así que me asusté.
¿Qué si... qué si Eun Ji no sobrevivía?
¿Y si ese desgraciado había conseguido...?
Lloré un gemido y hundí mi cara en la camisa de Jin, agarrándola en puñados con mis dedos. Estaba tan agradecida de que estuviera aquí conmigo.
—Duele —le dije. Estaba tan, tan asustada. Algo andaba mal con mi bebé.
—Lo sé. Lo sé. —Canturreando, Jin me acercó más y cargándome en brazos, me levantó consigo.
Las náuseas me llenaron mientras otra banda de dolor apretaba mi abdomen. Probé la técnica de respiración que había usado cuando mi padre me lastimaba. Largas respiraciones. Pero no era capaz de calmarme lo suficiente para detener los jadeos rápidos y poco profundos. Pensé que iba a vomitar.
Peor, pensé que iba a morir.
—Tenemos que llevarla a un hospital —espetó la voz de Jin. Ni idea de a quién le hablaba.
La gente hablaba a mi alrededor, pero en realidad no registraba lo que decían. Centrarme en palabras sería centrarme en el dolor y en lo que podría estar sucediendo con el bebé dentro de mí. Cerré los ojos acurrucándome más en Jin. En ese momento, él era la única cosa en mi universo.
—Oye, todo va a estar bien —murmuró en mi oído, su voz finalmente fuerte, con confianza y tranquilidad.
Me aferré a eso. Me aferré a él.
Me empujó lo suficiente para hacerme saber que nos metíamos en un coche, luego me encogí en su regazo y sus brazos se reajustaron para sostenerme cerca. No podía dejar de apretar el frente de su camisa. Arranques ocasionales de dolor violarían mi conciencia, pero era buena bloqueando las cosas desagradables. Lo había hecho durante años.
No fue hasta que viramos bruscamente en una esquina que otro choque de dolor me sacó de mi lugar seguro.
—Cuidado —ladró Jin a quien sea que conducía.
—Lo siento —respondió una voz masculina que no reconocí.
Gemí y los labios de Jin al instante se cernieron sobre mi oído, su aliento era cálido y relajante. —Nos estamos acercando, Princesa. Solo un poco más.
—Mi bebé —me las arreglé para gruñir.
—Nada va a pasarle. Te lo prometo.
—¿Cómo...? —No había manera de que pudiera hacer tal promesa.
—Ella está bien. La he visto. Y es hermosa. Tan...—susurró antes de ahogarse en lo que podría haber sido un sollozo—tan perfecta. Tiene tus increíbles ojos, y su carita es una especie de forma de corazón. Va a tener un remolino en el flequillo, aquí mismo—Presionó los labios en el lado derecho de mi frente, justo en el nacimiento de mi pelo, donde no tenía un mechón—. Su labio inferior más lleno que el superior y su nariz volviéndose ligeramente fina, como la tuya.
Si hubiera utilizado todas mis características para describirla, me hubiera sido más difícil creerle. Pero la mención de un remolino en el pelo y el tamaño diferente de sus labios hizo que imaginara a la niña que describió, hasta que se convirtió en una criatura viva, respirando de nuevo. Se encontraba viva y se quedaría de esa manera.
Esta vez, en lugar de bloquear al dolor, lo abracé. Sin soltar la camisa de Jin con una mano, agarré mi vientre con la otra.
—No voy a perderla —le prometí.
—No, no lo harás —dijo—. Vas a luchar por esta niña y ella va a lograrlo. Ambas lo harán.
—Jin...
—Tenemos una canción quebailar, Princesa. Esto no ha terminado. Acabo de encontrarte. No ha terminado.
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