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IV

Mis compañeros de piso me volvían loca.

Una semana después de que la bruja malvada de Busan dejó un desastre en la vida de mi prima y su novio, la incomodidad en nuestro apartamento se puso tan espesa que estaba segura de que nos asfixiaría a los tres.

Y era todo culpa de Jungkook.

SiYeon lo intentó. Enserio que lo hizo, trató de dejarlo en el pasado, de hacer caso omiso a la visita de la señora Yoon y seguir adelante con su vida. Pero él simplemente no se lo permitió; siguió actuando como un perro maltratado que fue pateado en las costillas. Se alejó de ella, no podía mirarla a los ojos, dejó de tocarla por completo. Su culpa era tan tangible que dejó un sabor desagradable en mi boca. A pesar de su personalidad normalmente optimista, incluso SiYeon dejó de esforzarse por estar alegre.

Ambos eran muy infelices; lo odiaba. Así que una tarde cuando Jungkook entró en la cocina mientras me preparaba una merienda, dejé caer la cuchara en el mostrador y agarré su brazo, acercándolo. Ya había tenido suficiente de esta mierda.

—Esto tiene que parar —siseé, mirando con cautela la entrada de la cocina con la esperanza de que Si Yeon no llegara en cualquier momento y me atrapara regañándolo.

—¿Ahora qué? Sólo entré en la cocina. —Apartando su brazo, se las arregló para liberarse mientras fruncía el ceño.

Bufé. —Tu depresión ininterrumpida está chupándole la vida a SiYeon. Espero que te des cuenta de eso.

Su rostro palideció, diciéndome lo mucho que lo había notado... y que también lo odiaba. Por la forma en que apretó su mandíbula podía notar que estaba enojado porque toqué el tema.

—¿Qué demonios se supone que haga? No puedo borrar lo que pasó. Ya sucedió.

—Sí, sucedió. Pero dalo por terminado. Todo lo que puedes hacer es controlar cómo reaccionar ante ello. Y estás teniendo una mala reacción. Estás arrastrando a SiYeon contigo.

Sus ojos se llenaron de tormento. —¿Crees que no lo sé? Me está matando verla cada día con todo ese dolor en su rostro. Pero no sé cómo detenerlo. No hay suficientes disculpas en la tierra para compensar lo que pasó. No hay forma de arreglarlo. Ninguna manera de...

—Escúchame. —Rodando los ojos, puse mi mano sobre su boca para callarlo—. Te equivocas. Buscar que te perdone no es lo que necesitas, porque noticia de última hora, idiota: ella ya te perdonó. Eso es lo increíble acerca de SiYeon. Ella perdona. Y algo incluso más asombroso es que sigue adelante. Solo piénsalo. ¿Serías capaz de decir que su exnovio intentó matarla solo cuatro meses antes de conocerla? No, porque tiene este súper poder de dejar en el pasado los eventos horribles, inquietantes y traumáticos. Todo es parte de la belleza de quien es. También habría logrado superar este último episodio con la señora Yoon, pero tú no la dejas. Cada vez que te alejas, te niegas a mirarla o esquivas una conversación, la lastimas.

Jungkook cerró los ojos y se cubrió la cara con ambas manos. Tragó audiblemente, tomándose un momento para recuperar la compostura. Luego dejó escapar un suspiro y bajó los dedos.

—Te lo juro, Nayeon; lo último que quiero hacer es lastimarla, pero simplemente no puedo... Dios—Golpeó las palmas de sus manos sobre sus ojos—. No sé cómo superar esto. No merezco su perdón. Yo no... ¿cómo diablos voy a tocar algo tan puro y sorprendente cuando estoy tan sucio?

Me mordí el labio cuando las lágrimas comenzaron a nadar en mis ojos. Las estúpidas hormonas del embarazo. No me dejarían en paz, ¿verdad? Pero mi corazón se rompía por el pobre Jungkook. El hombre no podía perdonarse por lo que fue.

Mientras él intentaba no desmoronarse emocionalmente frente a mí, agarré una rodaja de manzana y comencé a masticarla tratando de actuar serena.

—He estado leyendo artículos en línea acerca de "Esperando tu primer bebé" para mamis primerizas. Y son geniales. Van semana a semana a través de tu embarazo diciéndote cuán grande es tu bebé comparándolo con un pedazo de fruta. —Poniendo las manos sobre mi bultito, sonreí—. Por cierto, en este momento la mía tiene casi el tamaño de una piña.

Jungkook parpadeó y me miró como si hubiera perdido la cabeza. Pero tenía un argumento, y estaba a punto de llegar a ello.

—La asesoría en su mayoría me ayudó a dejar de enloquecer por cómo voy a lidiar con todos los errores que naturalmente cometeré como madre. Dicen que es inevitable, ¿sabes? Sin importar lo buena que deseé ser, voy a acabar siendo un desastre. Y me voy a preocupar de que esté destruyendo la vida de mi hija. Pero leí esta cosa que decía que mientras más la ame y trate de hacerla feliz, el resto caerá en su lugar. Disciplina, berrinches, todo. En vez de ahogarme en mis errores, aprenderé de ellos. Y mientras más alegría lleve a su vida, más traeré a la mía.

Estirando mi mano, agarré con fuerza la de Jungkook.

—¿Entiendes lo que digo? Sólo tienes que amar a SiYeon para hacerla feliz. Y cuando lleves alegría a su vida, traerás alegría a la tuya. En lugar de revolcarte en todo lo que hiciste mal, te perdonarás y lo superarás, porque hacerla feliz es la única prioridad. Todo lo demás es solo mierda.

Apretó suavemente mis dedos como respuesta.

—Quiero hacerlo —me aseguró, en voz baja y llena de sinceridad—. En serio. Solo quiero demostrarle lo mucho que la amo y poner una sonrisa a su cara, pero yo... —Sacudió la cabeza con impotencia—. En este momento ni siquiera soy capaz de pensar en qué hacer para lograr eso.

Mis labios se extendieron cuando se me ocurrió una idea. —Te diré lo que vas a hacer. Vas a desenterrar ese anillo de compromiso que tienes escondido en el fondo de tu cajón de camisetas, y vas a proponérselo. Esta noche.

—Qu... —Boquiabierto, Jungkook balbuceó un par de segundos antes de fruncirme el ceño. Acercándose, echó un rápido vistazo hacia la entrada de la cocina antes de girarse y sisear en voz baja—: ¿Cómo demonios sabes lo que hay en mi cajón de camisetas?

Bufé y agité una mano, indiferente. —Oh, por favor. Si quieres ocultarle algo a tu novia, la próxima vez guárdalo en un lugar mejor. A SiYeon le encanta usar tus camisetas cuando no estás aquí. Encontró el anillo hace meses.

—Ella... —Sacudió la cabeza, negándolo, y luego trató de hablar, pero nada comprensible salió.

—Debiste haberla escuchado —continué—. Acababa de quedarme dormida cuando el grito resonó en todo el apartamento. Pensé que alguien la estaba matando. Para cuando entré a su habitación, bailaba por todos lados y trataba de ponérselo, pero sus dedos temblaban tanto que seguía fallando. Se puso tan feliz que lloraba. No sé si antes en mi vida la he visto así de extasiada.

Jungkook definitivamente se quedó sin aliento. Sus ojos se llenaron de asombro.

—¿Le gustó? —Sonaba esperanzado y aun así inseguro, así que le di un puñetazo en el brazo.

¿Le gustó? —arremedé. — ¿Eres tonto o qué? No, no le gustó. Lo amó. Y para tu información, Jeon, tienes buen gusto para la joyería. ¿Quién hubiera imaginado que escogerías un anillo tan hermoso? Estoy impresionada.

Sonrió tanto que toda su cara se iluminó. —¿En serio?

—Sí. Así que desentierra a ese chico malo y hazlo oficial, ¿quieres? Eso, lo sé con seguridad, hará feliz a mi SiSi.

—De acuerdo. —Asintió, luego empezó a alejarse como si fuera a seguir mis instrucciones en ese mismo momento, pero de pronto se detuvo—. Espera. No puedo. Todavía no he planeado la propuesta perfecta. Sigo pensando que tengo que llevarla a un restaurante lujoso y de alguna manera conseguir que el mesero lo traiga en su comida, o...

—No te atrevas a ser tan cliché. Estamos hablando de SiYeon. Preferiría algo simple, incluso privado, solo entre los dos. Tal vez un picnic... oh, oye; a ella le encanta tumbarse en la hierba. Hay un parque al otro lado de su universidad, ¿no? Lo menciona todo el tiempo. Dice que hay un árbol enorme, podrías extender una manta debajo, preparar una pequeña merienda romántica, y luego, ya sabes... hacer lo tuyo.

Mordiéndose el labio, pareció considerar mi sugerencia. —Quizá. Pero, sigo sin saber cómo pedírselo.

—Oh, da igual. Cada vez que te he escuchado decirle que la amas, siempre has escupido un gran discurso de palabras complicadas que pondría a un drama romántico en vergüenza. Sólo abre la boca, las palabras saldrán. Te lo prometo.

—Pero quiero que sea perfecto.

Suspiré. —SiYeon no lo quiere perfecto, te quiere a ti. Así que entrégate a ella.

Se debatió mentalmente un momento más. El tipo parecía emocionado por la idea, sin embargo, completamente asustado por ello. Hizo que mi propio estómago aleteara con anticipación. Estaba a punto de empujarlo de nuevo y exigirle—: Solo hazlo ya —cuando asintió.

—Está bien. Voy a hacerlo.

Casi me oriné por tanta emoción. Pero la ansiedad en su expresión me hizo desconfiar.

—Esta noche —le ordené.

—Sí —dijo aspirando con fuerza—. Sí. Bien. Esta noche.

Estuve a punto de abrazarlo, pero eso habría sido muy incómodo porque la última vez que traté de tocarlo, había ido demasiado lejos en la línea del espacio personal al moverme por la zona pélvica.

¡Oye! Era para demostrarle a SiYeon que era un bastardo infiel como cualquier otro imbécil de ahí afuera. Pero resultó no serlo; apartó mi mano, y SiYeon me dio la espalda como si yo fuera la puta traicionera del siglo. Sin querer revivir ninguno de esos recuerdos, me aclaré la garganta y pasé los dedos por mi pelo, alegre cuando nuestra chica entró en la cocina.

—Así que, ¿qué vamos a hacer para cenar? —preguntó, completamente desorientada sobre lo que Jungkook y yo acabábamos de discutir.

Jungkook saltó ya que se encontraba de espaldas a la puerta y no la había visto entrar. Cuando se giró hacia ella, luciendo tan culpable, resoplé. Era hora de que pusiera las ruedas en movimiento antes de que lo arruinara.

—Ustedes dos me están volviendo loca —dije, tomando el control—. Ambos han estado deprimidos por la casa toda la semana, y ya es suficiente. Voy a echarlos oficialmente por la tarde. Me iría yo, pero... odio caminar demasiado lejos en esta condición, por lo tanto, ustedes tienen que irse. Les empacaré la cena para un picnic, pero es mejor que no vuelvan hasta que ambos estén de mejor humor. ¿Entendido?

Las cejas de SiYeon se arquearon en señal de molestia.

—Oh, vaya. Siento mucho que nuestro drama esté metiéndose con tu vida.

—Si Yeon. —Jungkook se acercó a ella y pasó un brazo alrededor de su cintura, haciendo que su mirada cambiara a una sorprendida. —Vamos... vamos a escucharla y salir por un par de horas. Solo los dos. ¿Sí?

Ella comenzó a asentir de inmediato, pero le tomó unos segundos decir—: Oh... bueno. Sí, eso suena bien.

—Genial. —Su sonrisa fue lenta y lo bastante devastadora para hacer que ella se derritiera visiblemente. Juro que la chica casi dejó escapar una sonrisa soñadora.

Entonces besó su frente y la soltó. —Voy a agarrar mi... mi gorro de la habitación. Ya vuelvo.

Tan pronto como se fue, una sonriente SiYeon se giró hacia mí.

—¿Acabas de ver eso? —comenzó a rebotar de puntillas— Me tocó. OhDiosmío, Nayeon. Creo que está empezando a entrar en razón de nuevo.

Tenía que alejarme antes de soltar toda la sorpresa, pero estaba tan feliz por mi mejor amiga. No podía esperar para ver su cara cuando regresaran de su picnic.

—Entonces, ¿qué les empaco? —pregunté, ya abriendo el refrigerador y sacando los fiambres. —No te pongas toda exigente, sabes que la cocina y yo apenas comenzamos a llevarnos bien.

Traté de hacer un par de emparedados, y ella realmente intentó ayudarme a empacar la comida, pero estaba tan ansiosa por ponerse en marcha y demasiado ocupada parloteando acerca de lo que podría haber animado a Jungkook, que en su mayoría solo me siguió por ahí mientras guardaba algo de fruta y verduras, junto con algunas de sus galletas con chispas de chocolate favoritas.

Cuando Jungkook volvió a la cocina, deslizó una mano en su bolsillo y apoyó un hombro contra el marco de la puerta. Noté que había olvidado ponerse un gorro como dijo que iba a hacer, pero Si Yeon no lo notó. Solo lo miró con adoración.

Una sonrisa astuta iluminó su rostro mientras estudiaba el resplandor brillante en los suyos. —¿Casi lista?

—Síp —respondí por ella, agitando una mini botella de vino a espaldas de SiYeon para que Jungkook pudiera ver lo último que metí en la descomunal bolsa de almuerzo antes de cerrar la cremallera—. Creo que están listos para irse. Diviértanse. No regresen hasta que sea tarde, y alimenten a las ardillas por mí mientras estén allí.

Colgando la correa del bolso sobre mi hombro, puse mi mano en la base de la espalda de SiYeon y la empujé hacia Jungkook. Se enderezó a tiempo para atraparla por la cintura y jalarla hacia él. Entonces me sonrió y tomó la bolsa de almuerzo.

—Gracias.

SiYeon de repente lanzó una mirada sospechosa entre nosotros. Tragué, esperando que no entendiera lo que pasaba. Pero entonces se giró hacia mí.

—Estás muy ansiosa por deshacerte de nosotros. ¿Piensas hacer una fiesta salvaje mientras estamos fuera?

Bufé. —Sí, mi novio secreto va a venir y vamos a practicar para hacer el bebé número dos—Tan pronto como lo dije, una imagen del compañero de trabajo de Jungkook, Jin, apareció en mi cabeza. Pero lo alejé y le rodé los ojos a mi prima mientras palmeaba mi vientre—. Cálmate. ¿Por qué eres tan paranoica?

—Sí—Jungkook deslizó la mano por su brazo y entrelazó sus dedos con los suyos—. ¿A quién le importa por qué quiere que nos vayamos? Solo vamos a divertirnos.

Me alegré de que ya llevara puesto un atuendo bonito. Nunca me habría perdonado el dejarla salir de la casa para su propuesta usando algo descuidado y viejo. Pero incluso su pelo parecía adorable en una alegre coleta.

Los seguí a la entrada de la cocina mientras cruzaban la sala de estar de la mano. Ninguno miró atrás mientras se iban. Pero extrañamente, en lugar de sentirme excluida, me sentí plena y contenta. Supongo que ese artículo que leí sabía de lo que hablaba. Haz feliz a otra persona y la sensación regresará a ti multiplicada por diez. Qué maravilloso descubrimiento.

Aún deseando tener una bola de cristal para poder espiar su picnic y ver la gran propuesta, me acomodé en el sofá puse la computadora de SiYeon en mi regazo para poder buscar más sitios web sobre bebés. Desde que finalmente entendí que no podía salir y comprar todo lo que mi corazón malcriado deseaba, comencé a hacer todo tipo de cosas lindas que necesitaba para mi bebé de una forma asequible.

SiYeon me dio uno de sus viejos bolsos de imitación para transformarlo en un bolso para pañales. Era de color negro y dorado, pero pensé que le vendría bien un toque rosado junto con un par de bolsillos para todas las necesidades que tendría que llevar a todas partes.

Mientras cosía, mi mente vagó de regreso al compañero de Jungkook. De alguna manera todavía me molestaba que hubiera adivinado mi pasado. Como una picazón constante bajo mi piel, odiaba ser consciente de lo que sabía sobre mí. Y tampoco estaba tan segura de que me gustara la forma en que afectó mis hormonas. Acababa de acostumbrarme al hecho de que nunca tendría que volver a usar a un chico para que fuera a mi lugar insensible. Quería borrar el sexo de mi vida por completo. Así que, ¿por qué me preguntaba cómo se vería Jin sin camisa, o la anchura de su espalda, o qué tipo de besador sería?

Deseaba que hubiera un modo de borrar completamente de la existencia mis sentimientos y sus conocimientos sobre mí. Meditando, seguí cosiendo y pensando pero sin llegar a ningún buen plan. No es que importara lo que me cuestionaba sobre Seok Jin. ¿A quién le importaba lo que sabía acerca de mí?

A menos que se lo dijera a Jungkook.

Oh, mierda. No podía decirle a Jungkook. Él le diría a SiYeon. Y si ella sabía...

Tenía que convencerlo de que asumió mal las cosas, que lo que pensó no era cierto. Sí. La próxima vez que lo viera -porque y encontraría una manera de volver a verlo- eso era exactamente lo que haría.

Cuando la puerta principal del apartamento se abrió, salté, sorprendida al darme cuenta de cuánto tiempo pasó. SiYeon y Jungkook entraron en la sala de estar, llenos de sonrisas y risas.

Tenía una montaña de materiales, tijeras, aguja e hilo apilados en el sofá a mi alrededor. Me encontraba tan absorta cosiendo una i, la última letra, a un lado del bolso, que grité y me pinché el dedo cuando la puerta se abrió de golpe.

—¡NAYEON! OhDiosmío OhDiosmío. ¡Mira! ¡Mira! —SiYeon se lanzó hacia mí, con la mano extendida y moviéndola mientras el diamante brillaba en su segundo dedo—. ¿Puedes creerlo? ¡¿Puedes creerlo?! ¡Nos vamos a casar!

Hice un espectáculo al estudiar el anillo que ya habíamos mirado y admirado hace meses. Luego levanté la mirada y con sequedad informé—: Estoy... sorprendida.

Ella retiró su mano y me frunció el ceño haciendo un puchero. —Oye. No eres divertida. Ésta es una noticia feliz. Una noticia increíble.

—Y estoy feliz por ti. En serio. Felicitaciones.

Cuando Jungkook cerró la puerta del apartamento y se apoyó en ella para vernos en el sofá, le eché un vistazo y arqueé una ceja.

—Bien hecho, señor Jeon.

—Señor Jeon. —SiYeon suspiró el nombre mientras sacaba su mano de la mía y saltaba del sofá hacia él—. Voy a ser la señora de Jeon Jungkook. Señora Park SiYeon, esposa de Jeon Jungkook. Oh por Dios, ¡me encanta!

Lo abrazó y comenzó a besarlo por toda la cara. Él se rió y agarró su cabeza con las manos para poder mantenerla quieta el tiempo suficiente para presionar un suave y prolongado beso en sus labios.

—¿Qué? ¿De verdad dudabas que esto iba a pasar?

—No —Suspirando, se derritió contra él y apoyó la mejilla en su hombro—. En de hecho no. Pero aún no puedo creer que está pasando ahora, y por fin es real.

—Por supuesto que es real. Te amo, SiYeon—Cerró los ojos y apretó la boca en su sien—. Haría cualquier cosa para demostrártelo.

Un gran nudo de celos se atascó en mi garganta. La única manera de la que fui capaz de tragarlo fue al pensar en cuán satisfecha estuve después de interpretar a Cupido para ellos. Hacer buenas obras era una sensación increíble. Y me sentía aún más satisfecha porque era a SiYeon a quien ayudé a ser feliz. Pero, ¿por qué yo no podía también ser feliz?

Porque no lo merecía, me recordé.

—Dame dos minutos —le dijo a su prometido mientras se alejaba; la mirada en sus ojos hizo obvio lo que planeaba.

Su mirada se calentó y mantuvo sus dedos todo el tiempo que pudo antes de que ella saliera de su alcance.

—Sí, señora —murmuró antes de sonreír como un chico a punto de tener sexo.

Cuando SiYeon se rió, bufé. Creo que olvidaron que yo existía. Mientras SiYeon se alejaba saltando desde la sala de estar, él suspiró con satisfacción y encontró mi mirada. Al verme, templó su ánimo al instante. Se aclaró la garganta y trató de quitar el deseo de su expresión, pero no lo logró.

—Así que... —dijo, empujando la punta del pie en un trozo de tela que había caído al suelo—. Gracias.

Me encogí de hombros como si mi intervención no hubiera sido gran cosa y volví a coser mi i. —Es lo menos que podía hacer.

—Sí, pero... nos salvaste. Si Yeon y yo estábamos ahogándonos hasta...

—No seas tan dramático. Se aman. Nada iba a cambiar eso. Solo le di un poco de claridad a tu cabeza.

—Bueno, era lo que necesitaba, y siempre te estaré agradecido —Se acercó y ladeó la cabeza para ver lo que cosía—. ¿Es el nombre de la bebé?

Jadeé y cubrí la palabra con la mano, a pesar de que ya la había leído... y lo sabía.

—No te atrevas a decirle a nadie —le advertí—. Especialmente a SiYeon. Ha estado tratando de adivinarlo.

Sus ojos de conejo brillaban como la plata cuando me sonrió. —Mis labios están sellados. Pero solo porque te debo una —Luego miró hacia la puerta que daba al pasillo, la que dirigía a su habitación y a la de SiYeon—. ¿Crees que ya han pasado dos minutos?

—Creo que solo han pasado treinta segundos, cachondo.

—Lo siento, no puedo esperar más. Adiós. —Entonces se fue corriendo por el pasillo en busca de su prometida.

Sonreí y sacudí la cabeza. Me gustaba su forma de amar. Disfruté de verlos superar este obstáculo, y me gustó saber que iban a vivir felices para siempre. Pero también me deprimió.

Sabía que tenía a mi bebé. Una vez que ella naciera, probablemente estaría demasiado ocupada criándola para querer lo que SiYeon tenía con Jungkook, pero una parte de mí aún sufría, una parte de mí también quería ser amada así.

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