I
Me había sacrificado mucho en los últimos años para ayudar a mis amigos. Había repartido mi propio dinero duramente ganado para sacar a la gente de problemas. Había terminado congelado algunos inviernos por asegurarme que otros tuvieran cobijo. Me había quedado despierto la noche entera con un bebé, así alguien podría echarse un sueñito antes de que yo tuviera que ir a trabajar al amanecer de la mañana siguiente. Pero tuve que admitir, que lo que estaba a punto de hacer, debía entrar en mi top tres de cosas que debí haber pensado dos veces.
Sentado fuera el despacho del juez en el juzgado, tamborileé la punta de mi zapato contra el suelo mientras Joohyun y yo esperábamos a que dijeran nuestros nombres. A mi lado, estornudó y se frotó un área en su hombro. Suele rascarse los brazos todo el tiempo cuando ha recaído. Las drogas habían hecho que ella hiciera todo tipo de cosas raras.
Con la esperanza de que no hubiera empezado eso de nuevo, le lancé una mirada severa mientras ella dejaba caer la mano. Pensé que había sido cuidadoso, manteniendo una estrecha vigilancia. Dijo que había estado limpia durante los últimos seis meses. Pero sabía que no la podía ver todo el tiempo, no cuando trabajaba en dos empleos de tiempo completo y prácticamente solo iba a casa a dormir.
Capturando mi mirada, frunció el ceño. —¿Qué?
Sacudí la cabeza y me alejé. Me aseguró que había dejado las drogas, así que opté por creerle. Pero era mejor que no me joda con ese tema, porque estaba sacrificando mucho -mi vida sexual incluida- para ayudarla a salir.
Mis amigos en Bangtan, el bar donde trabajaba, creían que cada noche me acostaba con cualquiera al alcance. Mientras que eso pudo haber estado bien, no era verdad. Diez de cada diez veces, no tocaba a las chicas que ellos me veían llevar a casa del bar, nada más allá de un abrazo o un beso en la frente, porque estaban borrachas cuando llevé sus lindos culos a casa. Ningún chico digno toma ventaja de una chica borracha.
Ni siquiera podía recordar la última vez que había estado dentro de una mujer, hacía cuánto tiempo o siquiera con quién, así que por supuesto mi mente buscó una imagen que nunca olvidé. Y fue como si yo todavía tuviera dieciséis años, sustentado por la visión de esa vieja bruja. Vi ojos grandes y marrones brillantes, después, cabello caramelo, su sonrisa, el toque de lavanda.
Un suspiro salió de mis pulmones.
Mi Princesa.
Ni siquiera yo sabía por qué mi subcontinente le había dado un apodo tan asquerosamente cursi, pero en ella funcionaba. Aunque pensarla como una ilusión solo me hacía doler el pecho. Si la señora Yeo siguiera viva, buscaría a esa mujer y la maldeciría. Habían pasado trece años. Trece años, y aún quería que Princesa fuera una persona real que pudiera conocer. Trece años de mierda, y todavía pensaba que mi felices para siempre podría hacerse realidad.
Pura mierda.
Deseando que la anciana se estuviera tostando en un pozo de fuego en el infierno, abrí los ojos cuando un pequeño gemido salió del piso entre Joohyun y yo. La sillita comenzó a balancearse cuando despertó el bebé en el interior.
Joo Hyun refunfuñó y miró al niño. —Ash... Maldita sea. Acababa de dormirse. ¿Por qué no puede estarse quieto por diez minutos?
Le fruncí el ceño antes de inclinarme hacia adelante. —Yo me ocupo. — No intentó detenerme mientras apartaba del camino el mango y lo desabroché de su cargador. Cuando él me miró y pataleó como si estuviera contento de verme, no podía dejar de sonreír. —Hola, Luchador. ¿Tuviste una buena siesta?
—Como si fuera a responderte. —resoplo la madre a mi lado.
—¿Tienes hambre?
Afortunadamente ella no me regañó de nuevo por hacerle una pregunta cuando me incliné hacia delante y rebusqué dentro de la pañalera la botella que había puesto allí antes de que hubiéramos dejado el apartamento. Probablemente le hubiera gritado algo grosero, pero los novios no deberían gritarle a sus novias, especialmente el día de su boda.
Ella ya estaba en un mal estado de ánimo. No tenía idea de lo que la había tenido tan cabreada. Tal vez todas las mujeres pasaban por una etapa de mal humor justo antes de dar el sí. No es que hubiera algo convencional sobre el trozo de papel que estábamos a punto de firmar, uniéndonos legalmente.
Con un bebé que requería de chequeos médicos regulares, esta chica necesitaba un seguro. No había pasado la aprobación gubernamental para la cosa gratis, y ya que mi jefe en el taller donde trabajaba durante el día me había firmado recientemente un plan de seguro donde podría poner a Joohyun y su hijo -si fuéramos marido y mujer-, se me vino la idea de casarme con ella.
Sabía que era solo de nombre y no un matrimonio real. A ella no le importaría si yo iba a una cita con alguien más, salvo que no parecía justo para con la que pudiera tener una cita. Además, ante los ojos de la ley, esto era auténtico, así que decidí que sería célibe hasta que ella reencaminara su vida y pudiéramos anular las cosas de forma amistosa. Era una incógnita cuando sucedería eso, pero había estado limpia y haciéndolo bien desde que dio a luz. Esperemos un par de meses, medio año, y ella podría salir por su cuenta.
Joohyun en realidad había quedado embarazada dos veces antes. Los dos primeros habían terminado en abortos involuntarios porque no había estado lo suficientemente dispuesta a mantenerse limpia. Pero esta vez, yo había tenido suficiente. La había observado como un halcón para mantenerla lejos de las drogas, y solo había tenido un par de contratiempos. Sorprendentemente, la tercera vez fue la vencida. Este bebé sobrevivió, y ahora, estaba por casarme con su madre.
Le llamaba mi pequeño Luchador. Tenía que apodarlo de alguna forma porque me molestó que JooHyun lo hubiera nombrado Bon-Hwa. Ella le había gustado el nombre desde que me lo tatué en mi pecho hace años, justo al lado de los nombres de Eun Ji, Haneul, y Princesa. Aunque, sinceramente, no sé por qué importaba cómo llamó a su hijo. Yo nunca iba a conocer a Princesa, por lo que nuestros tres hijos juntos nunca iban a existir.
Si mi conocida de la infancia quería robar el nombre de mi bebé... como sea. No importaba. Tanto. Por lo menos.
¿Por qué seguía pensando en esa mujer y nuestro futuro inexistente juntos? Quizá porque estaba a punto de casarme, incluso si era un matrimonio de conveniencia, y ella era la única persona que había imaginado como mi esposa. Quería dejar de pensarla. Quería dejar de sentirme culpable, como si la estuviera traicionando por ayudar a una amiga. Quería... mierda, quería que ella atravesara la puerta en este mismo segundo para que pudiera darme el felices para siempre y dejar esta vida de mierda atrás.
Pero la única mujer que asomó la cabeza por la puerta fue una pequeña regordeta de cabeza gris. La recepcionista, que dijo—: ¿Kim Seok Jin? ¿Bae Joon Hyun?
—Somos nosotros. —Le sonreí al ponerme de pie, manteniendo al bebé acunado en el hueco de mi brazo.
—Ahh —sonrió—. No hay nada más precioso que ver a un hombre joven y guapo cuidando de un bebé.
Cuando le envié a la anciana un pequeño guiño coqueto, Joo Hyun resopló y pasó junto a ella, al despacho del juez.
Irritado porque ella no me ayudó a llevar nada sin importarle que mis manos estuviesen llenas con bebé y pañales, apreté los dientes. "Gracias, cariño", tuve la tentación de decir. Pero me aguanté y metí al niño de nuevo en su silla, traté de sostener el biberón en su boca para que siga comiendo y colgué la correa de la bolsa por encima de mi hombro antes de recoger el cargador.
Luego seguí a la dulce anciana a la pequeña sala donde Bae Joo Hyun y yo nos casamos.
Se había hecho y acabado casi tan pronto como empezó. Después mi estómago se revolvió. Desde esa maldita visión, o lo que demonios había sido, yo siempre había pensado en el matrimonio como algo eterno, como un acto de amor. Pero esto no había sido nada de eso. Me dejó vacío e inquieto. Atrapado.
Joohyun y yo ni siquiera nos hablamos el uno al otro durante el viaje de vuelta al apartamento. Los dejé ahí para regresar a trabajar en el taller. Cuando eran las cinco en punto, sellé mi tarjeta de tiempo y regresé a casa, solo para encontrarla sentada en el sofá escribiendo en la computadora portátil que le había conseguido. Un programa de chismes de la tarde que se emitía en la televisión apenas silenciaba a Bon-hwa que se agitaba en la mecedora.
Lo saqué y encontré que su pañal casi goteaba de estar tan lleno. Después de cambiarlo lo traje conmigo a la cocina donde preparé una cena rápida y calenté una botella para el pequeño. En la sala de estar, Joo Hyun tomó su sopa con un gruñido a medias, Bon-hwa y yo nos sentamos en la silla mecedora. Mientras comíamos, observé a la delgada pálida escribir locamente haciendo una pausa cada pocos segundos para leer algo en la pantalla.
—¿Qué estás haciendo? ¿Escribiendo un libro?
Me lanzó una breve mueca antes de que ella fuera derecho a teclear de nuevo. —Estoy hablando con alguien.
—¿Con quién?
—No es de tu incumbencia.
La verdad dejé el tema ahí y aproveché los únicos diez minutos que tenía como mi descanso de hoy
—Tengo turno en el bar esta noche —le recordé.
Ella gimió enviándole a su hijo una mirada llena de asco. —¿No puedes llevarlo contigo mientras te preparas? Lo he tenido todo el puto día.
Apreté los dientes, pero reconocí su solicitud con un tenso—: Claro.
Luego de mi ducha rápida y haber estado balbuceando con el bebé, porque él era demasiado lindo como para no hacerlo, además de que siempre me miraba hipnotizado, como si cada palabra de mi boca fuera divina y yo alguien importante, me puse mi uniforme del club Bangtan -que era en realidad solo una camiseta negra ceñida y pantalones vaqueros azules- y comprobé el pañal del niño una vez más antes de llevarlo de regreso a la habitación delantera.
—Aquí tienes —le dije a Joo—. Está limpio, alimentado y listo para ir a dormir.
Traté de darle a Luchador directamente en las manos, pero ella me lanzó una mirada asesina. Así que suspiré y lo instalé de nuevo en su mecedora. Apuesto a que odiaba esa maldita silla.
No perderé los estribos. No perderé los estribos. No importa cuánto ella descuide a su propio hijo, no le gritaré.
Ese se había convertido en mi mantra en estos últimos meses.
Besando a Luchador en la frente, le deseé una buena noche, luego me despedí de mi esposa de seis horas la cual se quedó sentada con las piernas cruzadas en el mismo lugar en el sofá que había estado cuando entré por la puerta, y me fui a empezar mi segundo trabajo del día.
Como de costumbre, se me hizo tarde.
—Oye, mira quien decidió unirse a nosotros —dijo mi compañero de trabajo, Kim Namjoon, cuando entré. Él y el chico nuevo, Jungkook, ya estaban detrás de la barra, lo que significaba que tendría que atender mesas durante esta noche de chicas.
—Pensé en lo mucho que me extrañarías si no me presentaba —le grité a Namjoon. Enviándole un beso al aire, golpeteé mi pecho con las manos y luego extendí los brazos—. Así que aquí estoy, cariño. Solo para ti.
Él resopló y sacudió la cabeza. —Necesitarías tetas más grandes para interesarme.
Riéndome, me volví para hallar a un completo desconocido intentando atar un delantal alrededor de sus caderas, pero echándolo a perder tanto que tuvo que empezar de nuevo.
—Oye, oye. Espera —Lo tomé de él—. Es así.
Después que le mostré cómo atar correctamente la cosa, él alzó la mirada y sonrió con aprecio. —Gracias.
—¿Quién rayos eres tú?
El chico se alejó de mí claramente intimidado. Tal vez mi altura o lo ancho de mis hombros, o quizá la expresión estoica en mi rostro fue lo que lo desanimó. ¿Quién sabía?
—Uh... Soy Jung Hoseok. Esta es mi primera noche.
—Ajá —Mordiendo un lado de mi labio, lo estudié de pies a cabeza—. Entonces, ¿dónde diablos te encontró Krystal? ¿Oculto bajo un banco en la iglesia?
El tipo parecía un maldito niño del coro, de esos hiperactivos que se la pasan corriendo en la fiesta de año nuevo pero se mean en los pantalones cuando truena la pirotecnia.
Me sorprendió que Krystal, la jefa temporal, pudiera encontrar un chico como él.
—Namjoon lo contrató —dijo Park Jimin apareciendo junto a Hoseok para acariciarle los hombros por detrás. Mochi tenía un círculo oscuro alrededor de su párpado; Me pregunté de dónde había sacado el ojo morado. —. Él está en el equipo con nosotros.
—¿En serio? —Un muchacho de la universidad. Lo imaginé. Sin embargo, ¿un jugador de fútbol? Tenían que estarme tomando el pelo—. Se ve como un maldito virgen de secundaria.
Jimin solo se rió y golpeó los hombros de su compañero de nuevo cuando el pobre novato virgen se sonrojó.
—No tomemos eso en su contra. El chico sabe cómo cubrir la zona. Además, es tan hábil, que puede meter casi tantos goles como Namjoon.
Chico. Eso era correcto. Aunque no estaba tan lejano de ellos en edad, eso todavía me hacía el viejo. Fuera del trabajo nunca me juntaba con ninguno de ellos, pero los consideraba algo como mis amigos más cercanos. Y aun así no me molesté en decirle a ninguno de ellos que hoy me casé. No parecía algo para presumir.
Atando mi propio delantal, me puse a trabajar, y le mostré al chico Jung cómo desbloquear la puerta para que entraran las masas. Esta noche había mucha gente. Más ocupado que de costumbre, el lugar explotó con el ruido, pero afortunadamente, Virgen había trabajado en una pizzería antes, por lo que era decente atendiendo mesas.
Noté cierta inquietud en el bar cuando Jimin se hallaba allí tratando de conseguir unos pedidos. Namjoon le envió una breve mirada antes de ignorarlo por completo, y éste tuvo que esperar hasta que Jungkook estuvo libre para conseguir sus bebidas. Jimin y Namjoon eran compañeros de apartamento, así como también de fútbol, por lo que, al ver la tensión entre ellos, le pregunté al mayor que rayos ocurría.
—Los tortolitos tuvieron una pelea, o ¿qué? —Sólo hasta ese momento se me ocurrió. Demonios, tal vez Namjoon le había dado el ojo negro a Jimin.
Nam simplemente atravesó al chico con una mirada antes de negarse a responderme. Lo dejé pasar, pero los observé a los dos por un tiempo hasta que vi a una sexy bajita, que sabía le interesaba a Namjoon, entrar al bar. Cuando Jimin la vio, se dio media vuelta y se alejó en la dirección opuesta.
Interesante. Me pregunté si los dos se pelearon por ella. Metiendo mis narices donde no me llamaron, me acerqué a ella, a pesar de que acababa de voltearse hacia Hoseok para tomar una bebida. Oye, necesitaba algo más estimulante en mi vida que las conversaciones con un niño de tres meses. Así que husmeé en la vida de mis compañeros de trabajo.
—Hola, dama hermosa. ¿Puedo conseguirte un trago? —Entonces miré a sus ojos y esperé a que mi impresión de mirarla otra vez pareciera genuina cuando la señalé—. Espera, estuviste aquí hace unas pocas semanas coqueteando con nuestro Nam, ¿cierto? Él está trabajando en la barra esta noche.
La llevé hasta allí y llamé a Namjoon para atraer su atención. Cuando él la vio, sus ojos se iluminaron, confirmándome que, si su amigo y él estuvieron peleando, fue por ella, y él definitivamente ganó la lucha.
Era como ver un drama de televisión. Jimin evitando el bar mientras ella estaba allí, y Namjoon decidiendo que coquetear con ella era un requisito de trabajo. Ya que aún no conocía a Jung Hoseok, me acerqué al lado de Jungkook para inclinar mi barbilla hacia Namjoon y la mujer.
—Así que, ¿qué pasa con esos dos?
Esperaba una historia tipo Jimin y Namjoon: pelea a muerte, pero Jungkook me sorprendió cuando dijo—: Ella es su profesora de literatura.
—¿En serio? —Una cosita linda como ella no se parecía a ninguna profesora de literatura que haya visto antes. Pero entonces entrecerré los ojos—. Él no está haciéndolo con ella por una nota, ¿verdad? —No tenía paciencia para los hombres que utilizaban, manipulaban, irrespetaban, o de alguna manera, perjudicaban a una mujer.
Jungkook solo sonrió y negó con la cabeza. —No que yo sepa. Creo que le gusta de verdad.
—Hmm —Eso era bueno, por lo menos—. ¿Cuál es el problema de entonces? ¿A él también le gusta?
—No lo creo. —recogió una hilera de vasos usados posados en la barra—. Supongo que él sabe más acerca de su relación de lo que debería, y eso pone nervioso a Namjoon hyung.
Conociendo a Jimin y su arrogante boca, me imaginé que el mocoso tenía que estar en lo cierto. Mochi, sin duda, dijo algo lo bastante ofensivo como para sacar de quicio a Namjoon para que éste le diera un ojo negro.
Mis hombros cayeron ahora que sabía lo que pasaba. Bueno, eso resultó ser un fastidioso callejón sin salida en el departamento de animación.
Pasadas las dos de la mañana cerramos y sacamos a todos, excepto a la novia profesora de Namjoon. Estaba un poco reacio a ir a casa así que me tomé un momento barriendo el piso. Tenía un mal presentimiento de que encontraría a Bon-hwa desmayado en su mecedora, justo donde lo había dejado antes de irme a trabajar. Y no sería la primera vez.
Sabía que Joohyun tenía problemas con lo ser una madre primeriza, pero demonios, algunas veces desearía que lo sostuviera, o hiciera muecas frente a él, o cambiara su maldito pañal más que una sola vez al día.
Estaba tratando de ayudarla a salir y ser paciente, porque al momento que dijera algo que la molestase, iba a perder los estribos y probablemente volver a los malos hábitos, recurrir a las drogas, y luego no sé qué. Cada día que pasaba era más difícil meterle su hijo en la cara y demandar que lo ame hasta cansarlo.
Una conmoción en el bar me sacó de mis pensamientos. Otra mujer apareció luego del cierre. Ella era un poco vieja, tal vez a la mitad de sus cuarenta y parecía rica y fina. Sin duda no era una clienta típica.
El modo en que le prestó atención a Jungkook me dijo que ella no estaba aquí para divertirse, sino que era exclusivamente para verlo a él.
—Bien —gruñó ella—, ya que me fuerzas a hablar delante de tus amigos, entonces lo haré. Estoy embarazada. Y eres el padre.
Me encontraba a unos nueve metros detrás así que no pude ver qué revelaba cuando abrió su abrigo, pero lo asumí de inmediato por la manera en que la boca de Jungkook se abrió mientras la miraba con horror.
De repente, lamenté haber esperado que hoy pasara algo un poco más emocionante porque no quería pensar en Jungkook como un infiel. Él había hablado bastante embelesado sobre su novia como si fuese un chico devoto. Me había gustado eso de él. Pero se apartó de la mujer, y se marchó por el pasillo hasta el cuarto de baño en un tipo de trance culpable. Él sin duda había tenido sexo con ella.
Lo seguí para ver si estaba bien, y con suerte encontrar que no había estado engañando a su novia. Tal vez todo esto era un gran malentendido y...
Mierda. Él estaba demasiado ocupado vomitando para hablarme. Oí las arcadas desde el interior de la cabina y me di la vuelta.
El virgen abría la puerta principal para que la mami del bebé de Jungkook se fuera cuando yo volvía a la gran habitación.
—Bueno, está vomitando —le dije a Namjoon, pensando que el traidor del mocoso se lo merecía—. La inminente paternidad no debe sentarle bien.
La novia profesora hizo un sonido como si quisiera estar en desacuerdo conmigo, pero terminó mordiéndose la lengua.
Nam la miró. — ¿Qué?
Ella sacudió la cabeza y le dio una sonrisa tensa. —Nada.
Tuvieron una especie de conversación silenciosa que solo una pareja en una relación comprometida podría tener, lo que me hizo querer atragantarme porque hoy no era el día en que quería revestirme en el amor verdadero y las almas gemelas.
Un celular junto a la caja registradora comenzó a sonar.
Jimin inclinó la barbilla hacia él. —¿Es ese el teléfono de Jungkook?
Todos los que quedaban en el club se miraron entre sí. Sabíamos que la mierda de Jungkook iba a explotar. Nada en el otro extremo de la línea podía ser buenas noticias.
Namjoon, el líder de nuestro grupito alegre, caminó hacia él. —Es SiYeon.
Mierda. —Ese es el nombre de su novia.
Hoseok miró a cada uno de nosotros. —¿Deberíamos contestar por él?
Bufando una carcajada, Namjoon levantó las manos. —¿Y decir qué? Lo siento, pero tu hombre no puede ponerse al teléfono en este momento; acaba de descubrir que va a convertirse en papi... con otra mujer.
Así que nadie atendió el teléfono. Su sonido parecía hacer eco por las paredes, diciéndome con cada vibración que la novia de Jungkook sabía lo que había pasado.
Me preguntaba si ella estaba violentamente loca, o tan dolida que su espíritu se sentía aplastado. Pobre chica. Quería patearle el trasero al mocoso por ella.
Cuando paró el sonido de llamada, continuó rebotando en mi cabeza haciéndome sentir culpable. Ella se merecía saber lo que pasó.
Cuando el teléfono comenzó de nuevo, no pude soportarlo. —Tengo el presentimiento de que va a seguir llamando —le dije a Namjoon—. Debe saber que algo sucede. —Si él no respondía, yo lo haría.
Me hallaba a punto de saltar y agarrar el maldito teléfono cuando por fin actuó Namjoon. Pero tan pronto como contestó, el maldito Jimin aulló:
—¿Qué haces? ¿Estás loco? ¿De verdad vas a decirle que una vieja acaba de venir reclamando que Jungkook la embarazó?
Namjoon le envió a Jimin una mirada de muerte y colgó el teléfono de inmediato.
—Idiota —golpeé la parte trasera de su cabeza—. Ya había contestado el teléfono, seguro escuchó todo lo que dijiste.
—Oh... lo siento. Mi error.
Esto iba a terminar mal. Y solo podía imaginarme a una persona resultando herida: La novia de Jungkook.
Cuando el chico finalmente salió del baño, estaba listo para sujetarlo a la pared por el cuello y demandar respuestas.
Todos nos volvimos a él, se detuvo bruscamente.
—¿Qué? —su cara se transformó en blanco papel—.No se fue, ¿verdad?
—Um —Namjoon se encogió de forma culpable—. No, ella se fue, pero... eh, nosotros tal vez... accidentalmente le dijimos a tu novia lo que pasó. Tu teléfono sonó... y luego volvió a sonar. Solo le iba a hacer saber que te fuiste por un minuto, pero... sí... lo siento.
Jungkook corrió a su teléfono como un imbécil que iba a derramarle todas las excusas a su confiada novia. Pero tan pronto como dijo—: ¿SiYeon? —Las puertas principales se balancearon al abrirse.
—Déjame adivinar —una chica de largo cabello oscuro habló desde la entrada—. La señora Yoon acaba de aparecer para anunciar que le hiciste un bebé.
Estaba tan ocupado mirando boquiabierto a la novia de Jungkook que no me di cuenta que alguien vino con ella. Y cuando lo hice, no miré de inmediato a la segunda persona porque estaba muy ocupado tratando de estimar la reacción de SiYeon. Sorpresivamente, no parecía tan molesta o dolida como pensé. Lucía más resignada, como si hubiese esperado a que esto ocurriera.
Por la esquina del ojo, me di cuenta que la persona que la seguía tenía un estómago enorme. Levanté la cabeza para ver a una castaña vistiendo una brillante polo con letras en brillantina impresas a la tela. Comencé a mirar a otra parte, rechazándola, pero la palabra en su camiseta hizo estallar mi subconsciente, así que me volví hacia ella, estudiando el diseño.
Princess.
¿Princesa?
Un extraño zumbido llenó mi cabeza, y de repente mi piel se sintió cerca de cinco veces más pequeña. Alzando la cabeza de la palabra en diamantina y el dibujito de corona en su camisa, me topé con su cara.
Estupefacto, me quedé como una maldita estatua mirando a la muy familiar visión que seguía a la novia de Jungkook hasta el bar. Por un segundo, me pregunté si deliraba o imaginaba cosas. No había manera de que esa mujer fuese real. Pero entonces vi a Jimin mirándola. Él levantó las cejas mientras sus ojos viajaban a su estómago.
Mierda. Si él también la veía, entonces ella debía ser real. ¿Cierto?
Me congelé mientras ella pasaba a mi lado sin siquiera darme un vistazo. Cuando el olor a lavanda flotó fuera de ella, me mareé por la conmoción.
De ninguna manera. Esto no era posible.
Traté de conseguir que mi visión se aclarara, porque no podía estar viendo lo que en realidad estaba viendo. Pero mi visión se empapó en cada detalle de la hermosa castaña embarazada de ojos marrones. Los más grandes y brillantes ojos marrones.
No me equivocaba. Cada centímetro de ella era tal como la recordaba.
Incluso su olor a lavanda.
La Princesa de mis visiones era real.
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