Capítulo 11: Una sorpresa Española
Salgo del hospital y el viento otoñal de octubre me deja la nariz helada en menos de cuatro segundos.
Pongo rumbo a mi casa. Paso por varias calles hasta que por fin llego. Cuando entro por la puerta no me puedo creer lo que veo.
—¡Papá!— grito emocionada y corro a abrazarlo. Él me abraza también y luego se acerca mi madre.
—Creí que volvíais dentro de dos semanas— añado abrazando a mi madre.
—Las cosas se complicaron y no parecían ir a mejor, así que... Decidimos venir— me dice mi padre.
—Queremos preguntarte una cosa—me dice mi madre mientras se sienta en el sofá y mi papá la sigue.
—¿Qué he hecho ahora?— pregunto preocupada, siempre que dicen que tienen algo que decirme o preguntarme es por que algo hice mal. ¿Por qué hoy sería diferente?
—Dos palabras. Blair Larwen— tenía que sacar el tema...
—¿Qué pasa con él?— pregunto desinteresada, no me apetece que alguien como él salga en un tema familiar.
—¿Qué te traes entre manos con él?— pregunta mi padre aclarando las cosas.
—Nada, solo somos compañeros de clase— digo mirando a un punto fijo del salón.
—Las noticias no dicen eso, querida— Marcela sale de la nada y pone la televisión. A ver que mentira barata se inventaron ahora los del telediario.
Hoy vimos a la hija de la jueza Carla , salir del coche del hijo de la presidenta del grupo comercial de Washington. Se rumorea que están saliendo...
—Mentirosa— salto del sofá y apunto a la tele como una niña pequeña. —Eso es mentira.
—No se que te traerás entre manos Rebeca, pero como tenga algo que ver con él... Sabes que nuestra familia tuvo problemas con su madre... Así que, mantente alejada de él, sabes cómo es su madre, en un abrir y cerrar de ojos nos deja en la calle.
—No tengo nada con él, y si, se como es su madre, de hecho el otro día me despachó de su casa— escupo las palabras con tal desprecio que se me olvidó que no tuve que decir eso.
—¿¡Entraste a su casa?!— grita mi madre.
—Fue culpa de Blair, el me quitó el diario— me defiendo—tuve que hacerlo— cruzo los brazos.
—¡Bueno ya basta!—grita mi padre para que no sigamos discutiendo—Carla, ¿Ya te has olvidado de la sorpresa que le hemos traído?— pregunta mi padre entre dientes mirando a mi madre.
—¿Qué sorpresa?— pregunto emocionada.
—Cierto, sube arriba a tu habitación y lo verás— dice mi madre y yo sin pensármelo dos veces subo arriba, tal y como me dijeron.
¿Qué será? ¿Un iPhone? ¿Un coche? Nah, no cabe en mi habitación, bueno sí que cabe pero no hay manera de subirlo por las escaleras.
Llego arriba.
—¡Tyler!— grito y corro a abrazar a mi primo.
—Bequi, ¿Me has echado de menos?— pregunta él abrazándome también.
—¿Cuándo y como has llegado?— pregunto emocionada y alegre.
—Tus padres me han traído, me expulsaron del instituto de Madrid y me vine aquí.
—¿Por qué te expulsaron?—pregunto en tono acusador temiendo lo peor.
—Una simple broma. Hice una mini explosión en la cara de la profesora de Física y Química y se enfadó— contesta
—¿Y ya está?— pregunto decepcionada— pensé que le ibas a tirar un cubo de agua helada a la profesora
—Hey, para el carro Bequi, no soy como tú— me dice levantando las manos en alto.
—Lo se Ty, es por eso que te amo.
—Y como dicen, la alumna superó al maestro—comenta haciendo voz de un viejo sabio lo que provoca que nos riamos a carcajadas los dos. De repente, mi teléfono suena.
—El novio—dice y le golpeo suave en el hombro.
—Si ¿Quién es?— pregunto dejando de reírme.
—El amor de tu vida—contesta alguien desde la otra línea .
—Nah, los ositos Haribo no hablan— contesto y se escucha la risa de Ty.
—¿Quién es ese?— preguntan— Bueno, no importa ¿Qué tal en el médico?
—¿Blair?— frunzo el ceño.
—El mismo— dice con un tono de arrogancia inconfundible.
—¿Qué quieres?—pregunto seca. Ves, ya me ha amargado el día aún más.
—Tranquila, sólo era para ver que tal est...— corto la llamada.
—¿Por qué has cortado?— me grita Ty
—No quiero hablar con él—contesto dejando el móvil sobre la cama
—¿Y eso?— pregunta otra vez.
Le conté todo lo que pasó con él. Desde que me tuvo que acompañar a clases el primer día hasta hoy en el coche.
Si, también lo que pasó en mi habitación y lo que pasó en su casa. Ty es una persona en la que confío mucho.
—Qué imbécil—dice él mirando a un punto fijo.—Pero creo que lo que hizo en su casa no lo hizo por que él quiso— añade Ty
—¿Qué quieres decir?— pregunto confusa.
—Él no creo que actuase así por que quiso. Piénsalo, pudo soportar todo lo que hiciste antes de eso sin ninguna queja y cuando justamente está su madre y esa Emily delante, te trata mal. Tiene que haber alguna explicación—dice él
—No la hay, fin— zanjo el tema. —¿Estudiarás conmigo en el mismo instituto?—pregunto cambiando de tema.
—Claramente— me contesta— Empiezo mañana y estoy en tu clase— añade Ty.
—¡Si!— grito eufórica.
—Créeme, mañana será un día muy divertido— dice él con una sonrisa maliciosa.
—Huelo a broma de bienvenida.
—Que bien me conoces— responde Tyler y se tira en mi cama.
—No podré ayudarte, tengo que ir al médico.
—Te acompaño—responde levantándose al instante— Creo que me necesitarás.—Cuanta razón tienes Ty
—No, no hace falta, gracias.
—Si que me necesitarás—me mira a los ojos y sigue hablando— ¿Te van a pinchar verdad?—abro los ojos como platos.
—¿Cómo lo sabes?— le pregunto sorprendida.
—Te conozco lo suficiente como para saber que esa cara de horror es por el pánico que le tienes a las agujas—dice él y me sorprendo más.
—No se lo digas nada a mis padres— le digo— sino me interrogarán y no me apetece contestarles nada—añado mirando al suelo.
—No lo diré, puedes confiar en mí, pero.. —dice— voy contigo—condiciona. Asiento y bajamos a cenar.
A la mañana siguiente alguien entra en mi habitación.
—Bequi—me llaman— Levántate— añaden. Abro un poco los ojos y veo que es Tyler
—No me molestes— le digo enfadada por interrumpir mi sueño. Los pasos se alejan y sonrío satisfecha. Después de tres segundos un peso cae encima mío como una vaca.
—¡Tyler!—grito—¡Quítate que me voy a morir de lo que pesas!—añado y el me hace caso.
—Levántate perezosa que llegamos tarde al médico—dice él y yo me levanto a regañadientes.
Vamos en el coche de Ty al médico y cada vez que nos acercamos más me dan ganas de salir del coche por la fobia que tengo a las agujas.
—¿Estas bien?— me pregunta él sin apartar la vista de la carretera.
—La verdad... Estoy nerviosa—contesto y me seco mis manos sudadas.
—Lo harás bien—me tranquiliza y sonríe amablemente.
Cuando llegamos al frente de la puerta del médico me paro en seco. Ya vuelven las ganas de salir corriendo.
—Inhala y exhala antes de entrar— me aconseja Ty. Le hago caso y entramos.
El doctor no está, solo hay una enfermera esperándome en una sala aparte. Me invita a pasar y yo sonrío nerviosamente. Me siento en una silla y Ty me pone unos cascos con mi música favorita.
No se que magia tenía aquel aparato pero la cuestión es que no me enteré ni del pinchazo. Después de varios minutos la enfermera trae los resultados.
—¿Puede ir al grano?— pregunta Ty—Llegamos tarde a clase.
—Eres anémica—dice la enfermera.
—¿Qué?—le pregunto sorprendida—Pero, eso, ¿Cómo puede ser?—añado preocupada.
—Los síntomas de la anemia se ven claramente en tu sangre, faltan glóbulos rojos.— dice y yo no puedo hablar. Tyler lo hace por mí.
—¿Cómo se combate eso?— pregunta mirándome preocupado.
—Con unas pastillas—dice la enfermera—son píldoras especiales para la anemia. Te proporciona el hierro necesario para aumentar el número de glóbulos rojos en la sangre—añade y nos entrega una caja.
—Gracias, enfermera— se despide Ty y me ayuda a levantarme. Salimos afuera y nos montamos en su coche.
—¿Estas bien?—me pregunta cuando llegamos al instituto. No
—Si—le contesto— tenemos que ir a clase—digo saliendo del coche.
—Debo ir a dirección a por los papeles ¿Estarás bien sin mi?—pregunta sonriendo.
—Si, no te preocupes— sonrío para tranquilizarlo. Lo veo alejarse hacia dirección. Y entonces recuerdo.
¿Anémica?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro