
Capítulo 10: Intento de secuestro
Una vez que acaba el partido voy al vestuario de chicos rezando para que no haya ninguno desnudo.
—¿Matt?— pregunto dudosa y abro la puerta del vestuario. Comienzo a caminar al interior y oigo unos murmullos en otra sala. Voy a dirigirme hacia allí cuando alguien me coge de la muñeca .
—Hey guapa... ¿Qué haces aquí?— dice un tipo y me empuja contra la pared. —¿Cómo es que una chica como tu no va acompañada de su novio por aquí?— añade y el aliento le huele a alcohol.
—Suéltame—le digo con el puño apretado e intento zafare de su agarre.
—Vamos, no seas aguafiestas, preciosa—añade y se acerca poco a poco a mí. Me remuevo para evitar que se acerque más . El intenta buscar mis labios, pero yo lo esquivo.
—¡Te he dicho que me sueltes!—grito y le remuevo el brazo. Al ver que no se inmuta le doy un puñetazo en la boca, lo que hace que esta sangre al instante.
—Maldita perra—dice él con rabia y me suelta. Intento salir corriendo pero el me coge del pelo y me tira al suelo de frente dejándome con un fuerte dolor de cabeza. Sobo la parte afectada. Duele.
—¡¡No la toques!!— grita alguien a mis espaldas , inmediatamente el chico que antes me pegó cae al suelo de espaldas, junto a mi.
—Esto no quedará así perra— dice levantándose rápidamente. Lo veo irse. Me giro rápidamente para ver quien me había ayudado, pero no veo a nadie.
—¿Rebeca?—me llama Matthew desde algún lado de la habitación. Me seco las lágrimas que comenzaron a correr por mis mejillas después de impactar con el suelo y me levanto rápidamente.
—¡Ganamos!— grita Matthew y me levanta del suelo mientras me abraza y comienza a darme vueltas.
—¡Si—grito yo también intentando hacerme la emocionada. Me alegro por él. Pero aun estoy procesando lo que acaba de ocurrir. Creo que el tipo no se pegó a él mismo, alguien fue... ¿Pero quién?
—¿Te ocurre algo?—me pregunta Matthew. Se ha dado cuenta
—N-no— tartamudeo y me arrepiento al instante de ello.—Es solo que... Tengo que hacer una cosa antes de irnos. Puedes celebrarlo con tus amigos si quieres, yo estaré bien—digo recordando al tipo de los mensajes.
—¿Segura?—pregunta—Pareces algo preocupada, estás pálida...— le corto
—Matt, estoy bien—sonrío para tranquilizarlo. Él asiente no muy convencido y se va a la sala donde sus amigos han estado celebrando su victoria.
Me dirijo al sector 8. Cuando llego allí veo a un hombre parado mirando para todos lados. Entonces me ve y sonríe. Rápidamente me doy la vuelta para irme pero él corre hacia mí.
—Rebeca— me llama y yo trago saliva— ¿Eres Rebeca Philm no?— añade sonriendo más.
—S-si— tartamudeo.
—Ah, al final has venido— me dice—me llaman Flo—añade extendiéndome la mano. La estrecho y me relajo.
—¿Cómo sabes mi número de teléfono?— le pregunto intrigada soltando su mano.
—En internet se sabe todo— me contesta y me guiña un ojo.
—¿Para qué lo quieres?—le pregunto asustada.
—Me he enterado de que hacías patinaje artístico ¿Me equivoco?—sonríe.
—Si, pero no veo cómo eso te afecta— le digo clavando mi vista en sus ojos.
—Resulta que soy un tipo de "cazatalentos". Miré por internet a los que abandonaron esto y en tu caso...- se detiene allí y le hago una señal de que siga—no abandonaste.
—Si, me echaron—escupo las palabras demasiado secas.
—Al contrario, les obligaron para que te echasen—me informa y yo frunzo el ceño.
—¿Que?
—Sobornaron a los entrenadores—me informa. Espera ¿¡Que?!
—¿Quién?—pregunto sorprendida.
—Eso intento averiguar. Si vuelves a competir y vuelves a ser la mejor, tal vez esa persona quiera sobornar también a tu entrenador. Cuando lo hagan denunciaré. Fin del juego— sonríe. Me lo pienso. La verdad es que quiero saber quien fue esa persona, pero... ¿Estaré preparada para hacer tantas cosas a la vez?
—No sé, me encantaría encontrar a quien hizo eso pero tengo que estudiar , tengo trabajo...
—Te pagaremos— suelta rápidamente -sería injusto que tu nos ayudaras a nosotros a dar con esa persona y tu no recibas nada-añade.
—No se, tengo que comprar un equipo...
—Te lo damos—me corta—os trajes de exhibiciones también— añade. Tardo en darle una respuesta concluyente así que me entrega una tarjeta con su nombre y un número de teléfono.
—Llámame cuando tengas una respuesta—me guiña un ojo y se va.
A la mañana siguiente, en el instituto me dolía la cabeza. No sabía por qué pero el caso es que me dolía. Suerte que era última hora. Pero lo malo es que no traje mi coche. Y además, Vane no está.
—¿Por que las mitocondrias tienen ese nombre? Rebeca— me pregunta el profesor Alejandro, de biología.
—¿Porque son un mito?— respondí agarrándome la cabeza, me dolía demasiado. La clase se empezó a reír ante mi falta de atención pero el profesor no. Solo se limitó a fulminarme con la mirada.
—No me encuentro muy bien—digo y me apoyo en el hombro de María, ya que la cabeza me daba vueltas.
—¡Ojo no te desmayes!—me dijo Emily sarcástica.
—María ¿Me haría el favor de acompañar a Rebeca a la enfermería?— pregunta el profesor. María asiente y me apoya en ella.
—¿Puedes caminar?—me pregunta. Yo asiento y comenzamos a caminar hacia la enfermería. Cuando llegamos, la enfermera me atendió y le dijo a María que vaya a clase, que yo estaría bien.
—¿Desde hace cuanto tienes bajones?— me pregunta mientras me toma la tensión.
—Desde hace...—pienso— una semana o dos, pero nunca tanto como el de ahora— añado. Ella introduce todos los datos obtenidos en el ordenador y cuando pasan unos minutos habla.
—¿Has ido al medico o te has hecho algún análisis de sangre últimamente?—me pregunta mirándome a los ojos.
—No— contesto segura. No me había hecho ningún análisis de sangre desde que entré a la secundaria. No me gustan las agujas. Las odio.
—Deberías ir al médico—me dice.— Al salir de clase, no creo que sea tan urgente pero de todas formas deberías ir— añade y sonríe amablemente— ¿Puedes volver a clase sola?
—Si, claro, gracias.— contesto devolviéndole la sonrisa. Me despido de ella y me voy a clase.
Después de todo el rollo del profesor de que no dejara salir a nadie de clase a no ser que sea una emergencia...acaba por fin la clase.
—¿Por qué tanta prisa?— me pregunta María
—Debo irme a casa a estudiar—invento. No quiero preocuparla.
—¿Estas bien para ir andando a casa?—me pregunta ella.— Puedo llevarte si quieres— se ofrece . Es verdad, hoy no he traído el coche.
—Me vendrá bien tomar el viento, no te preocupes— le digo— Si eso te llamo—sonrío para tranquilizarla. Ella asiente no muy convencida
—Llámame cuando llegues a casa— asiento y María se marcha.
Salgo a la calle. El frío viento roza mi cara y creo que mi nariz se está empezando a poner roja. Camino por las frías calles de Washington. Cruzo las avenidas y me detengo a mirar el escaparate de una tienda de zapatos. Veo unos tacones rojos de 15 cm. Los quiero. Miro en mi mochila en busca de dinero. Rebusco en todos los bolsillos pero no doy con nada de nada. ¿Por qué las cosas nunca aparecen cuando las necesitas y cuando no las necesitas siempre aparecen? Bufo.
De repente alguien me agarra del brazo y me levanta del aire. Miro a ambos lados y no es una persona, sino dos.
—¡Soltadme!— grito. Unos tipos de negro me agarran y me llevan casi volando en sus brazos—¡Os he dicho que me soltéis!— les vuelvo a gritar y les doy una patada en su espinilla, este inmediatamente me suelta. Levanto mi puño y le doy en la nariz al otro hombre que casi se me lleva. Los dos están en el suelo gimiendo de dolor.
Voy a darles otra vez cuando otro hombre de ese mismo coche me detiene, me lleva al coche y me mete allí cerrando la puerta para que yo no pudiera salir. Forcejeo para abrir la puerta. Nunca creí que me secuestrarían en un coche tan lujoso. Estoy a punto de soltar un puñetazo cuando una voz a mis espaldas me sorprende.
Narra Blair Larwen.
—Eh, tranquila—le digo para que se calme.
—¿Qué haces aquí?—me pregunta seca mientras se sacude la ropa.
—De verdad que los puñetazos en la nariz son tu especialidad— le digo y sonrío.
—De verdad que ser un idiota es tu especialidad— dice ella bruscamente—¿Por qué me has metido aquí, estúpido?—añade.
—Vi que en clase no estabas bien—empiezo .
—Si, pero esa no es excusa para secuestrarme— me interrumpe
—Pasaba por aquí y te vi un poco solitaria y sin coche además, asi que... ¿A dónde vas?
—No veo por que deberia responderte— dice cruzando los brazos y mirando hacia adelante.
—¿Por que estas en mi coche? y además, podrías aprovecharte de mi inexplicable amabilidad—digo— y podrías darme las gracias, allí afuera hace un frío que pela— añado y ella gira la cabeza rápidamente para mirarme.
—¿Darte las gracias? ¿Por qué? ¿Por dejarme como una niña enamorada he indefensa delante de tu queridísima Emily y tu amable madre?—escupe con sarcasmo. Tenía que mencionar eso...
—Sobre lo que pasó esa vez... —comienzo a hablar pero ella me interrumpe.
—Nada, solo me dejaste bien claro que no tenía posibilidades contigo y la verdad es que ni las quiero tener. Y ahora si me disculpas, tengo que irme—dice e intenta abrir la puerta.
—No puedes salir, no tienes más opción que dejar que te lleve—le digo a duras penas. Qué difícil eres Rebeca. Bufa.
—Idiota—dice y se limita a mirar para adelante. Una curva hace que Rebeca caiga encima mío y yo sonría, pero ella me lanza una mirada de "Te acercas más y mueres". Ella es la primera en alejarse.
—¿Entonces, a dónde vas?—digo rompiendo el silencio.
—Al hospital— dice al fin y le indico al chofer que vaya allí. Cuando llegamos, Rebeca se baja del coche sin decir una palabra y se va. Desagradecida.
—¿A casa señor?— pregunta el chofer.
—Antes quiero pasar por un sitio otra vez, de la vuelta— ordeno y él sonríe.
Nada mas llegar a casa escucho la irritante voz del mayordomo.
—Señorito Larwen, su madre le espera en la sala principal—me informa Paco. Cuando llego mi madre está viendo la televisión.
—¿Para qué me necesitabas?— le pregunto despreocupado. Ella suspira y cambia a otro canal de las noticias.
—¿Podrías explicarme qué es esto?— me pregunta y sube el volumen del televisor.
"Hace un rato se vio a la hija de la jueza Carla Marrow Ipas salir del coche del hijo del presidente del grupo comercial más potente en todo Washington. Se sospecha que mantienen una relación más que amistosa... También se rumorea que la presidenta del grupo comercial, Mariana Lopez Larwen, dijo que ya habían puesto la fecha de la boda entre la hija del otro grupo comercial, Emily, y su hijo, Blair Larwen, el heredero. Entonces si esto es así.... ¿Cómo es que Blair y Rebeca tienen una relación que es más que amistad? ¿Es por amor o simplemente pura rebeldía de parte de los dos? Creemos que lo mas seguro es asegurarnos más sobre el tema. Les mantendremos informados."
Oh, no.
—¿Creo que te prohibí volver a estar con esa chica no?—pregunta ella. Mi mandíbula se tensa y mis puños se cierran—Sabes lo que puedo hacerle a esa chica, no me obligues—añade sonriendo maléficamente. Se levanta de su sillón y pasa al lado de mí.
—Recuerda, depende de ti que la vida de esa joven siga como hasta ahora— susurra en mi oído y se va a su habitación.
¡Estúpida!
Le pego un puñetazo a la puerta y subo a mi habitación enojado, con ganas de esconderme en algún lugar y no volver a ver a esa vieja bruja en mi vida.
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