
Epílogo.
Elton Makris.
Cuatro meses y medio transcurriendo.
Un año sin Love.
Sonríe y algo en mí se parte porque acaricia su cabello mientras toca su vientre hinchado. Sin embargo, yo prefiero mirar hacia otro lado, donde hay mujeres desnudas pidiendo sexo.
El dragón y Cho están a nada de tener a su primogénito y siguen en fiestas.
—¿Quieres un trago, guapo? —inquiere Rose.
—Estoy bien, preciosa —beso su cabello y el Yakuza se la lleva a bailar.
Todos parecen haber olvidado que falta alguien aquí, o dos. Realmente dos, porque Ostin fue un gran amigo, y ella era el alma de la fiesta.
Han pasado casi veinte semanas desde que se fue, y no tengo idea de adónde fue. No quise saber, porque claramente iría por ella, porque me escucharía para contarle que Ellie me dejó, y sale con Miller. Viven juntos en España desde hace un mes y no me habla, de hecho no lo hizo cuando volvió. Sólo la acaparé e hice lo que quise con ella creyendo que con eso se quedaría pero simplemente quedé pero como payaso cuando me empujo y dijo: "me folla mejor que tú"
Te extraño, Lovely.
—¡Bufón! —grita una voz grotesca.
Giro y me encuentro con la versión de Aragon más despechada que podrán imaginar. Lleva a dos mujeres de lado a lado, las trae gateando en un maldito club, mientras tiene cara de no haber dormido desde el año 2020.
—¿Adónde vamos?
—¿Adónde está mi chofer? —gruñe.
—Félix y uno de mis soldados salieron...
Se carcajea tambaleándose de ebrio. Huele a licor, drogas, fluidos y demás. Es una catástrofe.
—Tu maldito gato y el mío están en una cita, pero a ti tu hermana-mujer te dejó por ese. —se burla.
Ruedo los ojos y le quito las llaves del cinturón de armas.
—Al menos no tuvo que fingir su muerte para no volver a verme.
Suspira confundido.
—¿Qué?
—Que tengo ganas de morir y no volver a verte —gruño.
Salimos y las tipas siguen arrastrando las cadenas...
—Ustedes márchense —les ordeno y no obedecen. Tayler tiene un juego de miradas conmigo y simplemente se carcajea dejándolas allí, ellas no se mueven—. ¿No se van a mover?
—No hasta que yo diga —dice Aragón yendo hacia el auto—. Esperen allí treinta minutos y después se van.
Les pide que se callen poniéndose en dedo índice de en los labios y yo me limito a largarme. La carretera se ve sola a estas horas en Berlín pero realmente es por el hombre que tiene el teléfono en la mano mirando fotografías de una pelirroja.
—¿Cómo te siéntes? —pregunto y bloquea el teléfono—. ¿Has pensado en Love?
—¿Quién?
Cree que fingiendo que no existió quitara el hecho de que se está muriendo y debe ver cada dos segundos sus fotos.
—Love.
—No conozco a nadie con un nombre tan horrible.
—Ajá.
Llegamos a su casa que está de fiesta todo el día aunque él no esté. Hay mujeres por doquier, hombres y urgías, pero mis ojos van a la castaña que sale de una recámara con bata blanca.
—Yo me hago cargo, Makris.
—¿Qué haces aquí? —gruñe Aragon.
Ella me lo quita de los brazos aprovechando que el pasillo de los cuartos está vacío y con menos ruido.
—Dale una taza de café con 2% de agua y 98 de cafeína —aconsejo.
Aragon se aferra a mi camisa y me mira con el ahora cabello largo cubriendo su rostro susurrando:
—Ella me dejó.
—Duerme —le palmeo el hombro.
Jamás lo vi así de... miserable.
Selinne me lo quita y le quita la camisa, lo besa y él responde con furia apartándola del beso para empujarla contra la pared para que no lo bese. Mi amigo se fue al infierno y yo acabo de salir.
Ocupo mis días liderando un reinado que he odiado toda mi vida, y en cada día llamo su número, pero nuevamente me evade. Salgo a juntas del consejo hablando sobre la muerte de Love. Pocos dentro del círculo saben que realmente está viva, y sólo el ministro sabe adónde está, así como su agente a cargo. Yo tiré el acceso que me podía enviar directo a ella con el localizador, por lo que sé está sin ningún tipo de dispositivo de rastreo.
Trato de no pensar, los meses se me agotan. La bebida es poco, las urgías se vuelven aburridas. Mi soldado me deja solo y Coddy es un lobo solitario que aparece para darme información de la pelinegra que ahora viste como mujer casada.
Hace una semana me intercepto para advertirme con un cañón en la sien que la dejara en paz, no hice casi e hice jodidamente lo que quise nuevamente con ella, y al terminar sólo dijo:
—Le diré que me follé a un insípido.
Acto seguido me mostró un anillo de compromiso y mi orgullo pudo más, así que, la dejé irse.
Hace unos meses atrás usaba mini faldas, ya ha pasado más de un año desde que Lovely no está y ella sigue sin hablar, ahora estoy solo, lo único que hago es beber, y salir a matar con el loco que ahora sólo sabe matar, vaciar el bares, así como destrozar el bajo mundo, volviéndose el hombre más peligroso debido a que mata a lo que se le atraviesa, mata a los socios que lo traicionaron y se divierte haciéndolo.
Un año y algo más, me toma entre las paredes de un club del Yakuza. La música retumba, en lo que las mujeres son azotadas, folladas, mutiladas y golpeadas por placer así como los hombres. Nada me apetece.
Mi amigo está con una botella de ron al fondo, tambaleándose de ebrio, lleva una semana sin soltar la bebida por lo cual azota y da pasos que apenas él controla. Duele verlo así.
Me levanto tomando mi botella y me despido del Yakuza. Pago por la mujer que estaba sobre mis piernas y resoplo.
—¿Nos vamos? —le pregunto cuando llego hasta él.
Se detiene y avienta la botella haciéndola añicos.
—¡Maldita mentirosa! —me mira y...
Cierro los ojos para no ver la mierda que es ahora, trae una camisa blanca llena de sangre, no se ha duchado en dos días, ha matado a no sé cuántos, cazado a calaveras, ex socios que lo traicionaron como Richard. Los ha matado de maneras que apenas puedo digerir al igual que familias.
Lo acompaño porque aunque confío en su capacidad, siempre está ebrio. Suficiente tengo con perderla a ella como para dejar que mi único amigo se vaya a la mierda.
—Déjalo estar —le digo—. Vamos a beber e ir a la casa. Prepare buenas sumisas para ti.
Niega empujándome pero me las apaño para jalarlo. No hemos salido de Berlín porque tiene la loca idea de que volverá, y ya paso un año. Ella no lo hará.
—No quiero sumisas —dice y saca una pulsera de cuencas brillantes—. La quiero a ella, bufón. Quiero ir por ella, joder... no puedo sin...
Vuelve a guardarla y se endereza. La piel se me eriza y me preparo para algún mal golpe. Siempre hace estas cosas.
—Ha terminado —susurra y me mira—. Expandiré cenizas hasta que aparezca, y si no lo hace entonces la cazaré yo mismo.
—Ella se ha ido... —trato de hablar pero me frena.
—Tu hermana mujer se largó y ahora vive con otro —contesta rabioso—, en lugar de lamentarte deberías hacer lo que está en tus venas. Sabes que vas a ir por ella sin importar que sea tu hermana, y yo lo haré sin importar que sea mi maldito karma.
Truena los dedos llamando a un tal Omar y éste le entrega las llaves del auto a la fuerza cuando lo manda al suelo de un golpe.
Me dirijo a mi jet después de que mi soldado termine su cita, y voy directo a España. Conseguí su paradero en exacto y sólo quería largarme para verla, no la he visto, no deja que la vea pero me importa muy poco.
El vuelo dura dos horas y Coddy me acerca a su nueva casa, el dinero de Lovely fue dividido a sus amigos y eso implica a mi hermana. Lo demás desapareció, y claramente lo usa ella.
Tomo los binoculares que rescate de las cosas de Love, yo me quedé con las cosas significativas.
Acomodo mi cabello detrás de mi oreja para que me deje ver desde el edificio gemelo al lado. Coddy entra con la comida y tomo mi teléfono para hacer la llamada que hace que su habitación se ilumine y deje ver su cuerpo envuelto en una bata.
—¿No sería mejor pedirle hablar, majestad? —inquiere Coddy.
—¿No escuchaste del dicho: es mejor pedir perdón que pedir permiso?
Le hago con el dedo que se calle poniendo mis dedos en los labios. Ella toma el teléfono refregándose los ojos, y deja que suene, su pecho se eleva pero no responde. Vuelo a llamar y maldice para responder.
—¿Qué quieres? —gruñe—. Te pedí que no me volvieras a hablar.
Su cabello espeso cubre su rostro pero lo acomoda para dejarme ver su nerviosismo.
—¿Qué haces con él?
Escucho su respiración agitada y acto seguido esconde el teléfono detrás de ella haciéndolo caer.
—¿Quién es, bebé? —escucho la voz del tipo Miller.
—Nadie.
Veo al tipo levantarse de la cama y se arrodilla ante Ellie. Avienta el teléfono discretamente con el pie y el pecho se me abre por la mitad al ver cómo levanta su bata y deja ver el estómago mínimamente hinchado de Ellie.
—¿Cómo está mi pequeño? —consiente su estómago con besos...
No puedo escuchar más porque el pitido me zumba los tímpanos haciendo que el teléfono caiga de mis manos, el corazón se me acelera ahogándome la garganta impidiendo que pueda seguir respirando.
Me levanto a tientas y veo que Coddy habla pero no puedo enfocarme, simplemente voy al suelo con la vista nublada y el asco abrumándome los sienes.
«Las perdí a ambas»
No.
Persona omnisciente.
Nuevas heridas se abren, nuevas muertes, y nuevos enemigos se construyen.
Mientras un cazador arranca la piel de la cara de un calavera; un rey grita hasta el grado de dañarse las cuerdas vocales, sabiendo que tienen corona, pero no mujer a la cual amar.
Una mujer esbelta llena las calles del bajo mundo con terror. Los caza, seduce y exparse su sangre riéndose mientras su piel se eriza al dejarlos sin vida.
Los mismos que la usaron y lastimaron son esos que están siendo arrastrados al infierno. Se escuchan gritos de calaveras por piedad, y esta vez no es el cazador quien los hace pagar. Es la presa, y su nuevo apodo retumba el los tímpanos de todo aquel que le debe algo. «Un poco de alma»
—La viuda negra —la saluda rebelión.
La sonrisa de la mujer se ensancha con ojos seductores que lo dejan sin aire. «Una deidad ante mis ojos», saborea. Esa misma que acaba de matar a más de treinta de sus hombres para llegar hasta él y con un fin más atractivo.
—¿Qué quieres? —le pregunta la mujer.
Él es cautivado por el ojo que cuelga de sus garras y lo arroja a su pantera azabache.
—Dame al cazador.
Ella curvea una sonrisa.
«¿Qué planea la pequeña y tierna Love con tal de derramar más sangre?»
Nota:
Nos vemos en Estocolmo.☠️⚠️
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