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Capítulo 79

Elton Makris.

Renacimiento.

Me decían que por ser de la realeza iría al cielo, que cuando muriese vería la luz, que me esperaría para estar con mis ancestros.

No vi absolutamente nada cuando sucedió, no sentí nada. Sólo el peso de mis acciones egoístas. Pero, nunca fui débil, quizá sea un narcisista, egocéntrico, caprichoso y parezca que no tengo una pizca de inteligencia humana, sin embargo, por eso soy tan letal como para que me mandasen a matar.

Mis padres no son estúpidos y por eso hicieron lo que hicieron, a los ojos del mundo me mataron, incluyendo los de Ellie, mi corazón dejo de latir. Tetrodotoxina, para ser exactos.

—¿Cómo te sientes mi pequeño zafiro? —me madre me talla la cabeza y suspiro.

—Necesito salir de aquí —le pido—. Prometo que no haré ruido, necesito averiguar algo importante.

—¡Casi te matan, Ryan! —espeta mi padre—. No vamos a permitir que te arriesgues por nadie

—¡No es por nadie! —le grito y mi madre se asusta—. Es Eleonor, la amo. ¡Malditasea!

—¿Te escuchas? —se acerca mi padre—. Dejarte hacer lo que se te antojará trajo consecuencias como que te involucraras con la concubina de Aragon. ¡No vas a ir a ningún lado!

Arranco el suero de mi brazo y me levanto haciendo que mi madre lleve su manos a la boca.

—Llevo más de tres semanas aquí —espeto—. Voy a buscarla a Eleonor, salvaré a mi amiga y juro por Dios que si no las encuentro vivas matare a quien se me atraviese.

—Mi... —trata de hablar mi madre.

—¡Hablé! —grito. Mi padre se endereza—. La ley me permite tomar mi corona con o sin mujer, vivos o muertos, y la tomare ahora. ¿Quieren un escándalo? Lo tendrán, pero piénsenlo bien —acorto espacio con mi padre—. Darme lo que me pertenece los salvará de un infierno futuro, porque si algo le pasó, los únicos responsables serán ustedes.

Mi madre sale despavorida llorando, el rey me escanea y respira hondo para salir del cuarto.

Cuando llegué al hospital estaba muriéndome por la bala en mi clavícula, no tocó arterias y la que iba al pecho quedó en mi chaleco antibalas. Soy un príncipe, siempre llevo uno conmigo.

Mis padres no son estúpidos, ellos se percataron de que Vanessa ocultaba algo, mi muerte no era el objetivo, era un obstáculo y lo eliminaron, porque con Tayler en la cárcel sólo faltaba yo. Sabían que no nos quedaríamos de brazos cruzados, y notaríamos lo que no encaja en un segundo.

Lo engañaron y manipularon, espero que haya entrado en razón. Pero por ello mis padres fingieron mi muerte apoyando a Vanessa con que según creía que su amiga estaba perdida. Que la ayudaran a buscarla.

Mis padres se enteraron pero no es mío el hijo y yo sé los dije al despertar del coma. No puedo salir porque sigo débil, pero mi mente no descansa y cada segundo que pasa es una pesadilla. Necesito contactar al loco de Aragon y alertarlo.

Pero primero me aseguraré de que nadie pueda decirme que no.

Me largo saliendo con ayuda de mis guardias, al que no he visto es a Martín por obvias razones. Es un guardia real, sabe cuidarse, sabe cubrir sus huellas pero Ellie estuvo aquí. Mi bella Ellie.

Muevo todo despidiéndome de mi madre que hizo un disfraz para pasar desapercibido en las calles de Berlín. No puedo ir a la cárcel porque sabrían que estoy vivo, y aunque aún me duele el brazo necesito concentrarme.

Voy a dar a una de mis fortalezas en Berlín, cerca de Märkische el cual se expandió más.

Aquí nadie viene, y tendré tiempo de pensar. Es lo que hago por cuatro días consecutivos sin dormir. Busco, alineo, salgo a rodear las áreas.

Jonson dijo algo sobre el localizador. No pueden estar en un territorio que sea de Aragon. Hay puntos donde podría estar, y así pasó otro día, porque Lovely no ha parecido según mis guardias. Dicen que traicionó a la mafia y se fue.

Hablan y rumorean sobre algo que no tiene sentido para mí. Ellie sigue oculta y si iba a huir con Lovely ya sabría de ellas, mi reino habría avisado sobre el movimiento de Ellie.

Su localizador no me dice adónde está, sólo me hace saber que está en Berlín.

Armo un pergamino de lugares, claves, códigos. Encierro y verifico las zonas infiltrándome como cualquier plebeyo.

Entro a un bar y todos tienen tatuajes. Yo tengo uno en el hombro y por ello llevo camisa sin mangas, soy un Ranger X, y quien los conoce sabe que son casi un mito.

El silencio abruma el lugar cuando me miran pero me siento en la barra.

—Tequila —ordeno.

Termino mi bebida con los murmullos y escaneo el lugar. Podría matarlos a todos, pero no quiero eso, quiero a mi Ellie de vuelta.

—¿Algo más X? —habla el del bar.

—Dos porciones —digo y me inclino hacia adelante—, y un resumen de lo que ha hecho la mafia calavera la última semana.

Traga saliva y eso me da una pista. Esperanza. Sirve y me los bebo ambos.

—Supe que cazaban algo —dice discretamente preparando tragos—. Me enteré de que tienen a algo que es más valioso que el mismo oro para el líder de la pirámide.

—¿Zona?

—No se sabe nada de ellos, son como la niebla.

«Son como la niebla».

—Y esto que es tan valioso —susurro—. ¿Qué es?

—Dicen que una hechicera —entrega otro trago—, aún sigue con vida, y nadie dura tanto en la Bratva.

—¿Algo más?

—Austria está siendo esculcado hasta los cimientos —susurra y abre una cerveza entregándosela el hombre que se acerca—. Buscan algo. Pero llevan semanas persiguiendo esta pista.

—Gracias por el trago —saco el fajo de billetes que le entrego.

Salgo del lugar y respiro hondo. «Está viva»

Elleonor jamás podría ser encontrada a menos que ella quiera, si están siguiendo a alguien, no es a ella.

Mi última arma es el único ser en el he confiado después de Elleonor. Timbro su número alejándome del bar.

—¿Majestad? —inquiere con un aire de satisfacción.

—¿Quién más?

—¿Qué se le ofrece?

—Infíltrate con los calaveras —ordeno—. Mata a quien tengas que matar, pero entra a ese lugar.

—Estoy en eso, majestad —susurra—. ¿En qué zona está?

—M —respondo y cuelga.

Regreso al lugar con la esperanza avivada. Reparo la fotografía de Ellie y sonrío porque ese día tuvo una misión saliendo ilesa. Me enorgullece hasta la muerte.

No me cabe duda que persiguen a alguien pero no sé qué pasa. No sé qué más pistas seguir y estoy al borde del colapso.

Paso los días yendo a zonas donde podría estar la guarida y llego casi a la frontera, no puedo pasar porque el territorio es peligroso, los alemanes perdieron esta zona. Es la única parte de Alemania que no les pertenece. «Rostock...»

«Ortsamt», me digo.

El pecho me brinca y tomo el jet volviendo a mi escondite. El bosque ayuda así que, no me preocupo en hacer ruido. Fabrico audífonos especializados para ese tipo de zonas, drones con rastreo y les pongo un chip. Con pequeños pero la vista que dan será esencial.

Le pongo al pergamino instrucciones, marcas clave y respiro hondo. Hago la llamada que me rechaza, y es que mandar un mensaje sería demasiado estúpido.

Envío el pergamino a la última fortaleza donde se supone que estaríamos cuando iniciáramos la guerra. Tardará unos días en llegar pero mientras me escabulliré cerca hasta saber que todo está bien.

Recibo un mensaje de Coddy días después donde me avisa que acaba de entrar como comprador. Eso quiere decir que necesita efectivo y le hago llegar un paquete a uno de nuestros puntos.

No puedo hacer envíos de dinero, claramente nos descubrirían.

Una vez en la zona intento acercarme pero no me atiende. Por lo que sé, salió de prisión hace unos días.

Duermo en mi auto y me ducho en un motel de mala muerte que está con todo equipado, porque al parecer aquí si hay economía. Paso dos días pareciéndome a lo que dice él que tanto soy. Un vagabundo.

El pergamino debió llegarle, pero se mueve como veleta y siempre va con el yakuza, el dragón o soldados. Me quedo dormido y saco los binoculares térmicos, vigilo su hogar y la seguridad que hay. Me van a matar antes de que camine tres metros dentro del área.

Mi mandíbula cae al suelo cuando un auto blanco se estaciona en frente y veo salir al diablo vestido del mismo color.

Saco el audífono de sensor a distancia y lo coloco. Los grillos se escuchan más pero arreglo el sonido intensificando las voces. He escuchando gritos en estos días pero con ese nunca se sabe si azota o mata.

Escucho voces pero no identifico. Siempre que dice despacho y se cierra todo queda en silencio.

Más tarde los lamentos de una mujer. Me hacen abrir los ojos y uso los binoculares. Hay una mesa en el patio delantero, hay velas, y platos de comida. Sophia Graham está gritando y vomitando pero Tayler vuelve a meterse comida a la boca. «Tengo hambre»

No he comido bien en días. A un lado hay una cámara en un tripié y entonces escucho su voz causándome náuseas.

—Así como la hice comerse su bastardo, reventare el mundo en llamas hasta que devuelvan lo que es mío —espeta golpeando el rostro de la mujer y cae al suelo.

Su rostro no aparece por lo que veo, pero no hace falta para saber quién diablos es el hombre que acaba de darle a una mujer de comer a su hijo.

—¡Eres un monstruo! —le grita la mujer.

—Y por primera vez —susurra quitando la cámara—, dejó viva a la mensajera. Así que, lárgate antes de que me arrepienta.

Sale corrigiendo a su auto pero llena de sangre y sé que es la guerra. La piel se me eriza, está allí, podría silbar, podría dispararle un dardo dando entender que soy yo pero primero necesito ser yo.

Viajo a Grecia con un sabor amargo. Toda mi vida he huido de lo que soy, y cuando creí que era mentira que por amor aceptas la muerte por gusto creí que era mentira. Tayler lo hizo y en su momento lo creí tonto, pero ahora estoy firmando un papel que consta lo idiota que fui y seré.

Me paro firme ante el consejo de la Aristocracia, escanean mi uniforme y hacen referencia. No los veo porque no me importan, los gritos afuera en alabanza me hace arreglarme el traje, mi madre besa mi mejilla y limpio el labial caminando al balcón porque así lo quiero yo. Quiero elegir esto.

Los flases inundan mi rostro así como las lagrimas quieren escurrir. Los asientos de los respectivos reyes de posan en mis lados laterales. Ahora son mis consejeros.

—Jura solemnemente proteger y servir a su reino —comienza el obispo—. Ver por el bien del legado y cumplir las reglas de la aristocracia.

Respiro cuando me colocan la corona, hago sonar el bastón real y miro a los plebeyos como a la aristocracia del mundo.

—¡Juro solendemente proteger y surgir a mi reino! —declaro—. Juro ver por el bien de mi reinado hasta el día de mi deceso, exponer leyes que prevalezcan nuestra gobernación y abolir la ley marcial de la jerarquía. ¡Mi voz es el mando y mi mando es la ley!

El obispo indica que se levanten haciendo su juramento.

—Juro solemnemente —hablan todos mientras estoy de pie—, proteger y servir a mi rey. Declaro que es mi único gobernador y sólo su voz obedeceré, ningún otro príncipe, persona o reinado será escuchado. Porque mi fidelidad está con Grecia y el soberano.

Los plebeyos gritan y me alaban mientras en mi mente solo están los ojos azules que necesito ver, necesito que jamás vuelva a pasar algo así, y por ello hago una reverencia hacia mi padre cuando me entrega la corona de zafiros que se amolda a mi graneo.

Mi madre me eleva el mentón y en ese momento una lágrima desliza por mi rostro.

—¡Larga vida al rey! —gritan todos.

Inundan mis oídos y tiemblo apretando los puños. «Mi Ellie», es en lo único que pienso. Nunca más volveré a dejar que te persigan así.

Los truenos de los fusiles se hacen sonar, y camino dentro de un puente de espadas mientras sigo siendo alabado. El poder me gusta, es verdad pero mi libertad no tenía precio, no hasta que la conocí, y entendí que el amor podría ser un maldito problema.

Mis padres siguen siendo los soberanos, pero yo soy el rey, yo soy el que elijo, así es y será. Mi nombre retumba entre en genterio, los reporteros estarán inundando con la noticia pero quiero ser yo el que le de la sorpresa a mi pelinegra.

La fiesta seguirá, pero camino hacia el patio de mi palacio rumbo al jet después de horas saludando y recorriendo mi zona.

Se supone que ser rey se siente como el todo poderoso, pero está lleno de reglas, de trabas y trampas.

No soy nada más que medallas e insignias, con ella soy más que eso. Nada me duele más que protegerla así, porque si antes no podía tenerla, ahora menos.

—¡Mi pequeño! —grita mi madre desde el balcón y detrás aparece mi padre—. Te amamos.

Asiento una vez y me abre un guardia el Jet. Fijo mi ruta y dejo mi corona en el asiento de copiloto.

El jet asciende y es allí donde mis pulmones dejan ir el aire retenido por todo el día. El llanto me avasalla y respiro hondo pero no puedo hacer nada más que cubrir mi boca para que el sollozo no me ahogue.

—¡Dios! —grito frustrado.

Jamás debí enamorarme de Ellie, nunca debí cruzar esa línea, pero supongo que siempre fue así.

Me preparo para recibir la advertencia cuando cruzo el área restringida de Tayler, así que me apresuro a hackearla. No quiero hablar, sólo quiero a Ellie y saber que no le ha pasado nada a Love.

Se sabe que soy aliado, pero la aristocracia es ahora lo único que evita que vengan a declararle una guerra a este loco que probablemente no ha salido de su despacho.

Descender es fácil lo difícil es cuando veo que un sinfín de soldados salen apuntándome y me percato de que uno tiene un maldito lanza cohetes.

Una vez en tierra coloco mi corona y abro la compuerta que le abre paso a más de veinte soldados apuntándome.

—¡Manos donde pueda verlas! —espeta.

—¡Soy tu rey! —espeto.

Elevo la mirada hacia los soldados y Stuart está petrificado.

—¿Makris?

—¿Quién más? —sonrío.

—¡Bajen las armas!

Bajos los escalones.

—¿Adónde está?

—Bebiendo la quinte botella de ron —dice mientras ordena a los soldados que se vayan—. Dijo que derribáramos a lo que sea que quisiera entrar.

—Menos mal no disparaste.

—Se atascó —dice y tira el artefacto.

«Vaya, que sorpresa»

Entramos y no veo nada de lo que creí, no hay sumisas, ni música, no huelo a sexo, ni a alcohol.

—¿Qué estás sucediendo?

—Entra —palmea mi hombro y abre la puerta.

El aire frío de la habitación me pica la nariz, escaneo el lugar, sonrío cuando lo veo con unos planos en mano, y eleva la vista levantándose. El Yakuza está junto a él...

—¡Elton! —un grito femenino me hace girar la mirada.

Se me quiebra el pecho cuando viene corriendo hacia mí, sus ojos me llenan y quito mi corona para abrazarla y dejar que sus manos se anclen a mi cuello.

—Estás vivo —solloza—. Lo sabía, lo sabía —reparte besos por mi rostro y respondo igual acariciando su rostro—. Lo sabía.

—Lo siento —susurro.

—También yo —dice y su aliento choca con el mío.

«Eres un rey ahora», me digo cuando busca un beso que con el nudo en la garganta rechazo.

—¡Hola, hola! —saludo.

Ellie no se me despega y todos sigues escaneándome.

Tayler me mira con el ceño fruncido y ve mi corona.

—¿Qué diablos...? —finalmente habla el Yakuza.

Camina hacia mí y me da un apretón de manos.

—¿No habías muerto? —inquiere.

Veo a Cho mirar y sonríe por debajo mientras el dragón no deja de ver mi corona a igual que la nueva insignia de posesión.

Tayler se vuelve a sentar y me pierdo en sinfín de fotografías que veo sobre el escritorio. Aparto a Ellie y es allí donde me quiebro.

La muñequita siendo torturada, con marcas, siendo... «No»

Miro a Tayler que replica el pie en el suelo mientras yo tomo la fotografía donde está en una cama, el contraste es fuerte, puedo ver con claridad su espalda, cabello, y palma con el antebrazo lleno de quemaduras.

—¿Qué diablos, Tayler? —es lo único que puedo articular—. ¿Qué diablos te pasa? ¡Te he estado enviando información para que vayas por ella desde hace más de una semana y no has hecho nada!

—¡Se te ocurrió morirte cuando me encerró! —se levanta—. ¡Todo lo jodieron y me la quitaron como un mísero trapo!

Ver a Lovely así no me inquieta, me entristece, luchó para jamás terminar así y es justo adónde cayó. La derrumbaron en la porquería que nunca quiso tocar.

—¡Pendejo tú por no ir por ella cuando te lo pedí! —espeto—. ¡Y vengo aquí por ella, porque no podría hacerlo después de que básicamente declararas la guerra, desapareciste a Angela, le diste de comer a una de las cabecillas de la jerarquía a su hijo, y por si no fuera poco mataste al mexicano!

Se burla.

—Hice lo que tenía que hacer —me escanea—. Así como tú.

Se vuelve a sentar y termina de acabar con mi paciencia.

—No vamos a discutir —Ellie me toma del brazo—. Necesitamos ir por Lovely, llegará la mercancía, es nuestro momento, han estado trayendo embarcaderos, y podemos agarrarlos con las manos ocupadas.

Resoplo tallando el puente de mi nariz.

—Tenemos todo listo —dice el dragón lanzando un dispositivo electrónico—. Bloquearemos todas sus entradas, cuando pasemos los sensores no seremos detectados y entonces deberemos elegir luchar.

—Te envié un pergamino —le digo an Aragon—, también te estuve llamado.

No responde...

Las puertas se abren haciéndome girar.

—¡Elton está vivo! —Jonson está pálido.

Me mira y veo que trae el teléfono en las noticias. «Mierda»

—¡Lo que sea que vayamos a hacer debemos hacerlo ya! —espeto—. Lanzaré un llamado para distracción y mientras nos moveremos al punto. ¿Alguien tiene un maldito aeronave?





Tayler Aragon.
🥃🗡️

Me palpita la sien de tanto grito, de tanta furia y el licor no sana mi pesar, no me quita en ardor de pecho. No sé qué más hacer, sólo quiero verla.

Cómo era de esperarse, el bufón está vivo, el pergamino que envió lo estoy estudiando mientras habla y parpalotea. Localizo puntos y trazo líneas.

—Tengo a alguien allí —habla el bufón—. Sólo necesitamos estar en el punto y cuando nos diga entraremos...

—¡Silencio habla el Yakuza! —se quita el teléfono del oído y lo pone en alta voz—. ¿Que decías?

Se escucha una voz agitada y atragantada.

—Soy amigo de la presa —susurra jadeando y el pecho me aprieta el aire—, no creemos que aguante más, hemos sobrevivido y un chico entregó unas sustancias que la mantienen bien pero está muriendo... dijo que llamará a este número.

El bufón comienza a localizar la llamada.

—¿Quién habla? —enquiere el Yakuza.

—Sólo dijo que hablaba con el Yakuza —suelta—. Está secuestrada, ella no escapó, sigue aquí... ¡Tengo que irme!

Me levanto tomando el teléfono.

—¿Adónde está? —grito pero el pitido me hace saber que corto. Me arde la piel—. ¡Al aeronave!

—Vamos a ciegas —espeta el amigo—. No sabemos qué nos espera.

—Estamos entrenados para esto —habla el bufón y toma foto de lo que hay en el escritorio como yo—. Haremos un plan en el aire.

Todos salen detrás de mí y Félix se pone a mi disposición.

—Trae a la pantera —ordeno—. Acabo su encierro.

La encerré sin el aroma de su madre y la mantuve sin su dieta, necesito que mate a lo que se le cruce hasta llegar a ella.

Subimos al aeronave y los soldados toman otro con Stuart.

—Necesito que estén alertas —habla el bufón y yo me concentro en el área—. Cuando desperté mis padres fueron los primeros en verme, diciendo que sospechaban de alguien —cuenta sin dejar de armar un sensor de sonido—, acordamos que debía morir ante el mundo, y así fue, estuve en coma después de la inyección, y así mismo me despertaron. Todo fue una cortina de humo. Conmigo muerto y Aragon en la cárcel podían tomar algo que para el líder de la pirámide es tan valioso como su puesto. Me infiltré e investigué. Dando con el dichoso informante que le dio la ubicación de Sergei a Lovely.

—Andersson —habla la mujer.

—Fue uno de los mejores soldados en Chicago y lo transfirieron a Londres, muchas veces los vi juntos pero ella sabía guardar secretos —suspira—, nunca imagino que ese sería el hermano del enemigo número uno de Aragon, al parecer Andersson no quiere nada a cambio y eso es más peligroso porque la quiere a ella y con eso su liderazgo.

No escucho pendejadas, ya lo había sopesado, sólo no quiero pensar en lo que le hace ahora en cómo la tiene ahora y como me la están destruyendo.

—Quiere algo que yo tengo —digo tajante—, y Lovely sabe sobre él.

Miro a la mujer y me niega la vista.

—Ella no sabe... —suspira—, y Martín no me responde desde hace dos días.

Mis oídos zumban y no hago más que levantarme directo a ella porque estoy harto de que me jodan, todo esto lo hizo para protegerlo de ese maldito, y no valió la pena, no lo valió y me la dañaron, me la están destruyendo y me martiriza que no sea yo, porque al menos sé que es un maldito juego entre su cerebro y su autocontrol pero ahora está sufriendo y eso no me causa placer, me infringe dolor...

Pierdo la vista cuando envuelvo su cuello con mis manos y algo frío cae en mi cuello. «Maldito bufón»

Saco el dardo y con la poca visión que tengo le doy un puñetazo enviándolo al suelo y con eso me voy yo.


Tercera persona omnisciente.

La nieve cae en aquel bosque que se esconde en lo más profundo de Berlín. El territorio de un cazador, aquel que perdió dió a su presa y tesoro más valioso.

Ha luchado tempestades más adversas, pero ahora sólo siente que le arrancan el alma con cada minuto que pasa inconsciente en el aeronave, cegado por sus pesadillas y martirizado por el deseo de quemar al mundo si no la vuelve a tener.

El soberano lo mira y ve un reflejo de lo que jamás se puede permitir ser, por eso mientras está inconsciente comienza a trazar el plan para la extracción de la muñeca.

Todos están callados, interesados en que todo acabe, y así como uno de los hermanos Jonson llegó a ser la mayor razón de esta desgracia deberá cumplir con su objetivo que es salvarla.

Por ello toma su francotirador mejorado gracias al Dragón que no deja de ver a un líder dormido porque las emociones lo atraviesan si se trata de ella, así como el Yakuza. No aprecian a Love como amiga, pero si como guerrera y si ha sobrevivido tanto es porque merece el nombre que le han dado en lo más profundo del bajo mundo.

—Colóquensela —el guardia de seguridad entrega una insignia en el aeronave de guerra.

La insignia que ella fabricó, una rosa roja siendo atravesada por una daga. Es una representación de quién es y por quién luchan.

Mientras los soldados hacen caso debido a que saben de quién es, la pobre presa está siendo esclavizada nuevamente. Sus moretones ya no duelen, pues la droga aniquila el dolor y en cada embestida sólo puede pensar que será otra dosis al acabar.

—Te amo —le susurra al oído.

La palabra no significa nada porque no viene al hombre que tanto dice odiar, no significa nada porque quién está dentro de ella no es lo que busca. Y por ello ruega que vuelva a administrarle una dosis.

—Lo imploro —gime para él, no porque lo sienta, si no porque sabe que sólo así lo conseguirá.

Mientras tanto el demonio de Ámsterdam es buscado por su padre que no ha parado de indagar, cayendo al suelo cuando los días fríos lo atrapan en las calles. El suelo tiñe de rojo y no es por nadie más que el vomito de la pequeña y tierna Love que no resiste una inyección más de aquella sustancia.

El aeronave aterriza y para cuando el cazador despierta le dicen que deben estar en marcha. No pelea porque sólo quiere encontrarla, y por se dividen. Rodeando todo el bosque y los Ranger X con su uniforme siendo los que van directo adónde el minidron se lo indica.

—Encuéntrala —dice el cazador pasando unas bragas de su presa a la niebla que es su protectora.

El animal sale volando entre la nieve. Sus pasos apenas se escuchan y el teléfono de espía vibra en el pantalón del soberano.

—¿Posición? —pide a su infiltrado.

—No pude sacarla, llevo a uno de los rehenes, ella se encuentra en el comedor —avisa—. Debe darse prisa.

—Aquí estamos —indica y cuelga.

El cazador respira hondo cuando su respiración sabe a hierro y sus ojos ven rojo.

—¡Ahora! —ordena al francotirador a través del radio.

Con ello Jonson le da de baja a más de seis hombres camuflajeados desde un claro en el relieve más lejano. «Es por ti, Love», piensa y mata a otro. Tiros certeros, siempre en el oído o entre las cejas. Uno de los mejores francotiradores de Londres o quizá de la historia.

—Voy con el animal tú no dejes que ese maldito escape —ordena el cazador al soberano, pero él jamás lo considerará su rey.

El soberano le da la indicación por la radio al dragón con un «¡Dragón!», que le abre paso a los fuegos artificiales y con ello le da la entrada a la explosión que mueve la tierra a sus pies.

Con eso alertan a todo aquel que esté bajo el techo del vikingo, pero para esto, nuestra querida Lovely está agonizando. Vanessa se asusta; se asusta porque sabe que la van a destripar viva, y así como le dió de comer un feto a una de las mujeres más poderosas del mundo podría hacerlo con ella.


Nota:

¿Listos?

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