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Capítulo 66

Lovely Walker.


Resignación.

Creí que experimentar el dolor iba a disminuir cuando afrontarás todo, pero no es verdad, no sirve, y no funciona. Porque después de salir de ese tribunal mi vida se fue directo a un pozo lleno de recuerdos, lleno de todo lo que quiero y en cada uno de ellos está él. Sin embargo, no me puedo largar.

Ostin me trajo a un departamento bien equipado a las afueras de Berlín. Un vecindario tranquilo y aquí he estado las últimas semanas, encerrada, sin querer responder llamadas y mensajes. Las noticias no hacen más que hablar de la captura del líder. Por eso sólo tengo a mi pantera y una pantalla en negro frente a mí.

Ostin llega cada día a las 3 de la tarde, trata de hacerme sentir bien pero no funciona porque las ganas de algo más me están aniquilando. No he dormido, todo lo que como lo vomito, lo que pruebo vuelve a salir, y no sé porque lo que bebí en la isla me hace estragos en el pensamiento.

La alarma suena y me levanto acomodando mi sonrisa, me dirijo a la cocina soltando un poco de comida en un plato y un vaso de agua. Comienzo a lavarlo para hacer como que he comido y el click de la puerta me hace girar con una sonrisa.

—Hola, guapo.

Ostin entra con uniforme militar y me agrada que sea normal.

—Hola, preciosa. —suelta las llaves en la barra que divide la cocina.

Se acerca a la sala y mi pantera le gruñe para que jueguen.

—¿Cómo está todo allá afuera? —le pregunto.

Resopla quitando su camisa y me giro ante las ganas que me atraviesan.

—Te buscan, pero no saben adónde fuiste y ya no tienen la obligación de buscarte —dice levantándose. Se acerca a la cocina y saca una botella de agua del refrigerador—. Me iré a dar una ducha y comparamos algo de comer o, ¿te parece si pedimos unas hamburguesas?

—Oh, sólo café. Ya comí.

—¿Segura?

Asiento aguántame las ganas que tengo de sexo y beberme un maldito bar.

—Sí.

—Ok. —me besa en cabello y me sujeto del fregadero—. ¿Has sabido algo de Ellie?

—No, ¿y tú?

Limpio mis manos en el trapo que cuelga del refrigerador mientras él se va quitando los pantalones haciendo ruido con su hebilla.

—¡No, pero creo que escapó con un hombre! Elton se volvió loco, dice que necesita encontrarla.

Mi teléfono vibra. «Hablando del rey de Romá»

Una foto de Eliot temporal donde está comiendo papilla con el soldado que tiene comida en la camisa, pero dura tres segundos y desaparece.

Camino hacia la sala y me dirijo a mi habitación previa. Saco ropa para darme la quinta ducha del día porque está ya estoy bañada de sudor. Todo el tiempo tengo un nudo en la garganta, y el sabor de la pastilla que me dió Damon sigue en mi lengua haciendo que sea peor.

Ostin sale del baño y me lo encuentro húmedo con la toalla en la cintura.

—¿Tienes pastillas para el dolor de cabeza? —le pregunto ya que el botiquín está vacío.

—No, pero puedo hacerte un té.

Esa mierda no la necesito.

—Déjalo —digo y me sumerjo al baño.

He tenido que tratar de masturbarme en la ducha pero no puedo, no me basta, las ganas de verlo me carcomen tanto que nublan todo lo que hizo, pero eso no tiene sentido, porque aún duele, las lágrimas aún brotan recordando el movimiento de sus labios:

—Estoy embarazada.

Saber que yo no podré decir esas palabras en... quizá nunca, y que de hecho no podría. Porque le pedí a Ostin una prueba de embarazo casera sólo por dudas, porque creí que el destino le estaba queriendo decir algo pero no, salió negativo arrebatándome la dignidad.

Hoy voy a ir con un ginecólogo a que me revise, porque necesito que me calmen estas ganas, necesito poder pensar.

La furia aún corre por mis venas y siento que quiero matar.

—¡Malditasea! —golpeo la loseta sacándome un chillido por el dolor que ejerce en mis nudillos.

Ya parezco hombre.

—¿Estás bien? —grita Os.

—¡No, os! —le grito—. ¡Me siento como una idiota! ¿Sabes lo que pasará si salgo? Tengo tres putas opciones —abre la puerta—; el idiota de Damon, las calaveras, o el maldito que me engañó como quiso, usó y exhibió a su conveniencia para no ir preso.

—De hecho, Love...

Se queda con la palabra en la boca y salgo de la ducha deslizando la cortina. Me escanea y tomo una toalla para cubrir los moretones, mordidas y la herida en la pierna.

—¿Qué?

—Está semana y media...

—¿He estado aquí una semana y media?

Se siente como un mes.

—Sí —aclara la garganta y sale del baño. Pero lo sigo porque algo está ocultando—, resulta que Elton convocó un juicio cerrado, y eso le dará pruebas para que lo suelten de inmediato.

Caminamos hasta la sala de estar y me siento sobre el sofá, él se sienta en el de enfrente aún con toalla.

—Quiero salir de aquí —expreso—, ayúdame a irme.

No quiero ser el juguete de nadie nunca más.

—¿Cómo te ayudo?

—Necesito lo que te pedí.

Rebusca en la mochila militar que dejó a un lado del sofá, así como la camisa sobre el sofá... él no es así. Es ordenado, y limpio...

—Se los robé a Elton. —me muestra la inyección a presión y algo me seca la garganta con ansias.

Es como un dulce u algo que se te antoja, algo que hueles y no puedes probar. Esa desesperación.

—En mi brazo —lo extiendo y noto que estoy temblando. Sudando de ganas.

Sin embargo, uso mi mente para bloquear un poco los síntomas, hundiéndome en cualquier otra cosa.

Me recuesto un poco y destapa uno haciendo que jadee, es algo que me quita las ansias pero me eleva, es un droga que aniquila a otra, y eso duele.

Sostiene mi brazo y lo pone... suelta el botón haciendo que la punzada me arda el antebrazo. El aire se siente fresco, respiro hondo cerrando los ojos.

—¿Estás bien? —sujeta mi rostro.

—Mucho mejor —sus ojos brillan, y su cabello gotea mi rostro—, necesito verlo, Ostin. Lo necesito.

—Está bien, ven —me pone el brazo sobre su cuello y me arrastra a la recámara.

Me sienta en mi cama, veo los estantes de pared que contienen ropa de mi casa, de mi casa real, así como fotografías que se tomo la molestia de ir a buscar para que me sintiera normal.

Hundo mi cabeza entre los hombros para mirar mis pies.

—Te pondré ropa, y después te llevaré al ginecólogo. ¿Qué color de peluca quieres?

—Me gusta el castaño —sonrío enfocando su rostro cuando alzo la vista.

—¿Puedes vestirte sola?

Asiento y me pone la ropa sobre mi regazo.

Cierra la puerta y me sacudo para enfocarme, necesito ir a rehabilitación, no puedo dejar que esta mierda me gane, y sólo él sabe cómo sacar la droga de mi sistema pero eso no importa.

Más tarde nos dirigimos al ginecólogo, Ostin me deja dos calles antes para no levantar sospechas. Y pienso en lo mucho que me gusta estar sola.

Me cambio cuando me hacen pasar al consultorio y me subo sobre la camilla abierta de piernas para no hacerla más larga.

—¿Qué anticonceptivo usas?

—Inyección trimestral.

El hombre de cabello castaño y ojos oscuros asiente.

—¿Qué sucedió contigo?

—Un daño colateral —simplifico.

Introduce la el aparato y comienza a checarme, la pantalla se iluminan mostrándome la ecografía.

—¿Todo bien? —pregunto.

—Sí, no entiendo porque dices que no puedes fecundar —me escanea—, tiene un utero perfecto. Aparentemente todo luce bien.

Me sonrojo pero las lágrimas brotan.

—Me embarace una vez —le digo—, es que lo perdí.

—Los abortos son normales, pero necesitaría más para diagnosticar bien qué sucede en la caja de pandora —me hace reír y saca la sonda—. ¿Te parece?

—Sí.

—Te tomaré unas muestras y te lo haré llegar por correo para no tengas que volver antes. —simplemente asiento y me acomodo para irme a vestir detrás de las puertas plegables.

Me explica las posibilidades y me receta una vitaminas, me prohíbe cualquier producto químico que dañe mi sistema.

No tabaco, marihuana, alcohol, estrés y sin sexo brusco porque hay riesgo de desgarre. Sólo asiento y me aplica la inyección nuevamente.

—Nos vemos en tres meses.

—Gracias.

Salgo del consultorio y me topo con mujeres embarazadas, sus panzas redondas, y chicas asustadas sentadas esperando.

Limpio las lágrimas y salgo abriendo las puertas de cristal sintiendo que me asfixian. El auto negro de Ostin me detiene y siento como me cubre con sus brazos mientras las rodillas me tiemblan.

—Embarazó a otra —me desahogo—. Me engañó con ella, y yo... yo nunca lo hice, no lo hice...

—No necesitas explicarme —me acaricia el cabello, y me aferro a su cuerpo rodeándolo con mis brazos.

—Damon fue a la casa, y le apuntó a Eliot en la cabeza obligándome... sólo le di lo que quería... sabía que si actuaba como en Grecia se enojaría —sollozo frustrada—. Planeé un escape para que cuando el juicio pasara nos fuésemos juntos, yo...

—Shhh...

—Yo conseguí un amparo para ser libre y así decidir estar con él —me levanta la cara acunandola. Mis ojos se topan con el avellana de los suyos—. Quería que si algo salía mal pudiésemos... pero, me engañó y la embarazó. —golpeo el pecho de Ostin sintiendo que me voy a morir—. ¡Se acostó con ella y después volvía en la noche! Me besaba, y... —el recuerdo de cuando se volvió loco me remueven la piel.

—Mírame —me sacude—. A la mierda ese idiota, no eres u un juguete. Eres fuerte, inteligente, y poderosa. Tienes el poder de su mafia, y sus hombres te deben respeto.

Tiene razón.

—¿Cómo? —frunzo el ceño saliendo de la hipnosis.

—Eres su Dama, oficialmente es un criminal y tú eres su dama, así él esté en prision —besa mi frente—. Usa tu cabeza, y has que se arrepientan todos.

—¿Por qué lo dices?

Antes de que pueda hablar una voz aparece haciéndome brincar.

—Porque no hay líder, señora —habla Felix.

Giro y veo su rostro golpeado.

—¿Qué haces aquí?

—He venido por usted, necesito que nos reunamos y hablemos o Angela tomará el control —su nombre me retuerce.

—Vamos al apartamento.

Nos damos prisa largándonos antes de llamar la atención. Ostin pasa por la receta y de allí nos vamos directo al apartamento.

Verifica que no haya movimientos extraños y cierra las cortinas de la pared de cristal que deja la luz entrar. Ostin prepara café mientras Felix me comenta por encima lo que ha pasado esta semana y media con las producciones.

Sobre el Yakuza y un ejército nuevo que eligió a Aragon aparte de sus hombres, se llaman comando X, son entrenados para matar y torturar sin corazón. Lo cuál han estado haciendo con las órdenes previas que dejó Aragon. Se está extendiendo, comiendo todo como larva, abarcando la mitad del Europa, pero Rusia está a cargo de los calaveras osase el vikingo, y aliados que ha creado a lo largo de los años.

—¿Hasta ahora se sabe quién es el aliado? —pregunto.

Ostin nos da café para apaciguar el frío que acoge el invierno.

—No, pero sabemos que todo Chicago le pertenece, y se dice que el atentado del hospital provino de allí...

—Olvidemos ese tema —hablo tajante—. Dame cifras y orden.

—Ha bajado desde que se corrió el rubor sobre la presa y el cazador enamorado, eso en el bajo mundo se ve como debilidad —explica y Ostin me mira—, claramente ahora es un blanco fácil, porque saben que podrían doblegarlo.

—Aragon no demostraría debilidad —digo—, demostraría poder, si algo me pasa los mataría, y no porque le importe si no para hacerles saber que con él no se juega.

—Por eso es tan importante para nosotros que usted nos represente —me dice Felix y Ostin asiente—. El poder, y protección caería sobre sus hombros, estamos en su territorio pero no podemos darlo por hecho. Usted nos conoce y ya lo ha hecho, incluso es colega del Yakuza.

—¿Qué quieres? —voy al grano.

—Preséntese hoy en el bajo mundo como su dama, y deje claro quién manda.

—Pero necesito un favor.

Me remuevo en mi lugar y asiente pensativo.




Elton Makris.
👑

Paso por el protocolo de revisión y me escoltan al pasillo frío con rejas, no hacen escándalo porque aquí no se ponen a criminales, si no a psicopatas.

Unos pintan en lienzos y otros escuchan música clásica, hacen yoga o simplemente se obsesionan con algo.

La persona que busco se gano el aislamiento el segundo día cuando se enteró de que desapareció, y la estaría buscando si no estuviese ocupado buscando a otra. Vanessa volvió ayer, le pedí traslado a Berlín para tenerla cerca. Los padres de Love no están interesados, sólo su padre pero sabe que no pueden hacer escándalo. Es una regla. Y más cuando pidió exilio, para ellos el día que salió de casa significó que estaría muerta.

—Le recomiendo que permanezca alejado del cristal —indica el guardia de seguridad que me abre paso a una celda restringida con llave de escaner.

Se abre y me abre paso a una vitrina de cristal. Lo que veo no es lo que conozco.

—¿Qué buscas, bufón? —el sonido oscuro y desolado me hace tragar.

Está con un pantalón oscuro, calcetines blancos y sucios, camisa blanca arrugada, lleno de sangre por golpear el cristal infinidad de veces, su cara con una barba de casi dos semanas.

—Hermano pero... —no puedo articular mirándolo así.

—¿Vienes a burlarte? —dice desde le esquina, tirado en el suelo.

La cama integrada de roca es un desastre. Su pequeño comedor también, y el baño integrado está despegado del suelo.

—Tendrás un juicio interno.

—¿Para? —me acerco mirando el sinfín de fotografías despedazadas de ellos.

«¿Para eso me pidió que viajara a Londres?»

—Te dejarán en libertad —le comento—. Sólo debo demostrar lo que ellos no saben.

—¡Ilumíname bufón! —río arioso.

—Te culpan por no matarla, ¿no? —me acerco al cristal y me coloco los brazos en la espalda.

—¿Quieres que saque mi bola mágica? —se levanta y rebusca en su desastre... me avienta un marco de fotografía de ellos dos. «También le saqué esa foto de ellos bebiendo Coca-Cola y ahora la tira»—. ¡Habla de una puta vez y no me hagas perder la paciencia que ya no me queda!

—Si sigues así mejor me voy —digo dándome la vuelta.

—¿Se fue con ese? —estalla arremetiendo contra el cristal, enviándome al borde de la paciencia—. ¡Dime! ¡Haz que me olvide de su puta existencia! Ella no puede estar sin mí o drogas, y es claro que yo no estoy con ella.

Me giro harto de su ego.

—¡Lovely es más fuerte de lo que crees! —exclamo—. Y no está con Damon, él ni siquiera pregunta por ella, porque es claro que el problema es porque está contigo.

—¿El vikingo...? —se echa hacia atrás.

—No lo sé —paso las manos por mi cabello—, sé que no ha salido de Berlín. Pero no hay rastro de ella.

—¿Cuánto es ese puto juicio?

—En tres días, pero hoy seguiré una pista.

—¿Cuál?

—Reunión de mafias.

Asiente como si recordara con la mirada perdida.

—Es oficialmente mi dama —sonríe pasando mano por su cabello.

Ruedo los ojos.

—Te avisaré si la veo.

—Tiene que ir —se arregla la camisa—, y encárgate de organizar algo para navidad.

—¿Por qué haría algo así?

—¡Porque se me pega la maldita gana! —me grita y mejor me largo—. ¡Ve a hacer tu trabajo que si traes de vuelta te digo adónde está tu hermana-mujer!

Algo hace que el pecho me revienten y giro encontrándome con su sonrisa.

—¿Sabes adónde está?

—Estoy encerrado, pero no soy inútil, ni ciego, y ni aunque eso —alardea—, seguí una pista, y están aquí. Sólo que, no en Berlín.

—¿Están? —algo me enciende la médula.

—Está con dos hombres, y más te vale que te des prisa, bufón —ríe mostrando los colmillos.

Es un maldito gato astuto.

—Dime algo, Aragon... ¿Qué se hace para sacar a la presa?

—Un blanco —se encoge de hombros.

—Lovely saldrá y la atraparé para encontrar a mi chica —le digo—, y compraré una puta isla largarme con ella.

—A mí que me cuentas, yo no soy tu doctor corazón. —me manda a volar en dos por tres—. ¡A mí tráeme a esa mocosa y ya!

—Espero que tus disculpas sean globales, Tayler.

—La única disculpa que daré será por tenerla tanto tiempo en abstinencia.

—¿Crees que realmente lo esté? Lovely siempre ha sido abierta, directa y le gusta el sex...

Arranca la mesa que está incrustada con una fuerza descomunal y me carcajeo. Cuando salga no me le acercaré. Ya mató a diez reclutas en el comedor por sabrá Dios que, al igual que a un guardia.

—¡Sácame de aquí pero ya!

Si no tuviese la certeza de que es inquebrantable ese cristal el miedo que me recorre la columna estaría justificado pero verlo así significa que a Love le espera la muerte o definitivamente la embarazara.

—La hubieras embarazado —simplifico.

—La maldita está embarazada —suelta y me giro sabiendo de quién habla.

—¿Eso no fue hace 5 meses o más?

—¿Crees que me quede a preguntarle los meses cuando la maldita de Love se largaba con ese...? —se echa hacia atrás. Truena los dedos tratando de recordar—. Ella se fue un un soldado, la vi cuando me llevaban, estaba...

—¿Nombre?

—¿Cómo voy a saber el jodido nombre de esos imbeciles?

—¿Ostin? —pregunto—. Ostin creo que está en una misión, Andersson me lo notificó.

—¿Quién es Ostin? —hierve de rabia pasando la mano por el cabello revuelto—. No quiero saber, mejor lárgate antes de que me suelten para volver a reparar la maldita jaula.

—¿Cuántos guardias mataste? —me cruzo de brazos ya que eso tendrá represalias.

—No tengo una maldita lista, bufón. ¡Sácate de aquí de una puta vez!

Me lleno de alegría al verlo lloriquear como nena. Pido que me abran mientras vuelta a tirarse en su desastre.

—Me dijo que me quería —suelta con ironía—, y la muy maldita gemía mientras él le metía los dedos en mi casa, en la casa que hice para ella.

—Love no haría eso, créeme cuando te digo que te está odiando tanto como tú a ella.

Alza la mirada y mejor cruzo los barrotes. No lo vi directamente pero en la grabación del juicio y se veía como besaba a Damon abriéndose para él. Pero en la bofetada se corta, y eso me hace saber que está incompleto, lo cual quise conseguir pero las cámaras se dañaron y no hay grabaciones de ese día.

—Quisiera.

Me dirijo al complejo después de estar allí, y lo primero que veo es a Damon besando a una pasante mientras entran al cuarto de de limpieza.

Abro la puerta caminando por el pasillo y me cruzo de brazos mientras la chica avergonzada se viste y se disculpa para irse corriendo, él se acomoda la polla y rueda los ojos.

—¿Se puede saber qué diablos haces aquí? —digo tajante. Está prohibido hacer esta mierda.

—¿Qué quieres, payaso? —me empuja saliendo.

—¿Has visto a Love?

—Si la hubiera visto no estaría bajándome la maldita erección con otra —dice tajante y comienza a caminar. Hago lo mismo llenándome de paciencia.

—No he sabido de ella desde el juicio.

—¿Y eso a mí que?

Me freno sintiendo que puedo arrancar cabezas.

—¿Todo lo que hiciste no fue porque la querías?

Voltea y me mira burlón.

—Siempre me ha gustado, es verdad pero vendrá a mí —acorta espacio—, lo sé, y no necesito a una loca ahorita.

—Creí que la querías, Armstrong —sacudo la cabeza irónico.

—Lo hago, pero no olvido. Lo que hizo... —se frena mientras los ojos se le cristalizan—; prefiero verla muerta, perdida a verla a con él.

Asiento y palmeo su hombro.

—Me arrepiento tanto de haberte apoyado, pero siempre supe que el brillo que había en sus ojos cuando hablaba de ti, no era tanto como el fuego que emana al verlo a él —lo empujo mientras aprieta la mandíbula—, y eso es lo que te va a pesar. Porque no se me olvida que enviaste a Ellie como si fuese tu zorra para que se acostara con Aragon. ¡Y mientras estuviste en Greacia no parabas de follarla e ignorar a Love! Pero apareció él y por arte de magia la volviste a querer.

—La quiero... pero lejos de él.

—Suerte con ello —lo aparto—, la enviaste justo al mundo donde él está. Sólo por demostrar que el que se la follo fuiste tú, y no él, sin embargo, él que la humilló como zorra fuiste tú.





Nota:

Estoy triste.

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