𝑼𝒏𝒂 𝒗𝒊𝒅𝒂 𝒅𝒊𝒇𝒆𝒓𝒆𝒏𝒕𝒆
Nos encontramos de nuevo…
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Seúl, Corea del Sur. Año 2024.
¡Mierda!
¡De nuevo tarde!
Revisó la hora en el reloj de su muñeca, de nuevo, pero por más que quisiera lo contrario estaba llegando tarde al trabajo… una vez más.
La suerte nunca estaba de su lado para ser puntual, alarmas que no escuchaba porque el celular caía de la mesita de noche, olvidar cargar el celular, perder por pocos segundos el transporte y mucho mas. Pero era increíble que el día que al fin estaba llegando a tiempo, el transporte se descompusiera diez cuadras antes de llegar a la oficina.
En serio el universo no lo ayudaba.
Ahora llegaría tarde por unos minutos, cansado de correr y ni siquiera quería pensar en lo desalineado que se vería porque ya había pasado la mano por su cabello más de una vez y había aflojado su corbata cuando a media carrera se sintió sin aire.
No quería dejar mal a su primo, Namjoon no solo había ido en su ayuda en cuanto su padre lo corrió de la casa, también era su mejor amigo, al único que le había confiado su secreto y quien lo apoyaba. Y justo hoy, en el primer día de trabajo de Namjoon en la empresa de su padre, él, su primo, estaba llegando tarde. Y no solo quedaría mal ante el personal habitual que ya lo conocía, ese día ingresarían los nuevos universitarios que comenzarían sus prácticas en la empresa.
Si, no estaría dando una buena primera impresión.
Pero igual ya era tiempo de que se acostumbrara a ello, era mucho mejor que volver a lo que era antes. Antes de salir del estricto yugo de su padre, fingir ser alguien que no es. Terminó con más dificultades de las esperadas, apenas le alcanzaba su sueldo para vivir y pagar por los recibos del pequeño y destartalado, y muy pequeño departamento que habitaba, pero yacía un pensamiento que lo mantenía fuerte en cada circunstancia.
Él lo había logrado, cada una de las veces, las condiciones en las que vivió él una vez habían sido peores y aún así había mantenido su sonrisa y optimismo. Cada vez que lo recordaba entonces estaba seguro de que podría hacerlo también.
Aún ahora tú me das fuerzas sin estar a mi lado.
Sonrió por el rostro que llegó a su mente tan claramente como si lo acabará de ver por la mañana y se dijo que podía hacerlo.
Al menos ya había llegado a la empresa. Corrió con lo último de sus fuerzas cuando notó a la gente subiendo al ascensor, ese se día ni siquiera saludo a nadie en su camino, quizás si lograría llegar a tiempo, si solo alguien amable hiciera que el ascensor se detuviera unos segundos…
Pero por supuesto eso nunca le pasaba. Se quedó mirando las metálicas puertas cerradas, su reflejo recordándole que está despeinado y su corbata no estaba bien colocada.
Con un nada elegante bufido presionó el botón del ascensor y comenzó a intentar arreglar el desastre que era, ya que no llegaría a tiempo al menos no quería quedar como un completo desastre frente a los nuevos.
— Sabía que estarías aquí, Yoongi-hyung. — Namjoon se acercaba con esa sonrisa de hoyuelos ya extendida en todo su rostro, burlándose. — Me quedé en el auto por veinte minutos, sabía que estarías llegando tarde aún cuando tu primo favorito inicia hoy su primer día en la empresa.
— Mi primo favorito es Taehyung, él es tierno, tú no.
— Auch. — El más alto, porque claro, a pesar de que Namjoon era menor, el maldito era muy alto, se agarro el pecho con una exagerada mueca dolida. — Y yo que espere en el auto para encontrarme contigo y fingir que llegabas tarde por mi culpa.
— Lo ves, por eso eres mi primo favorito — dijo con una sonrisa exagerada y parpadeando tan dulcemente como para dar nauseas.
— Agh, no hagas eso, Yoongi-hyung.
Namjoon fingió un escalofrío… o quizás era real porque aunque se querían mucho nunca se comportaban así entre ellos. El tierno y el bebe de la familia era Taehyung y ellos estaban bien con ello. De hecho les gustaba que fuera así, aunque eso no evitaba que fingieran solo para molestarse entre ellos dos.
— Me hieres ahora tu a mi. Te estoy dando mi mejor y más sincero agradecimiento.
Namjoon solo sonrío.
Al menos sus días en la empresa ya no serían tan monótonos ahora que su primo estaría ahí.
Aunque tampoco le disgustaba demasiado esos días rutinarios que comenzaba a tener desde que dejó la casa de sus padres. Despertar tarde, apresurarse por llegar a tiempo al trabajo, trabajar un turno completo y casi siempre horas extras para poder conseguir suficiente dinero para mantenerse, cenar solo en casa y, su parte favorita, dormir… porque así podía verlo.
O más bien recordarlo.
Esa sonrisa, la alegría que parecía envolverte cuando estabas a su lado, esa aura atrayente que impedía que pudieras dejar de verlo por solo dos segundos, y sus cálidos sentimientos que habían hecho latir su corazón a ese acelerado ritmo que solo podía significar enamoramiento… ¿o amor?
Oh, le encantaría volver a verlo, pero solo ocurrirían cosas malas si eso sucedía. No podía permitir que algo malo le pasara, no a él, no cuando finalmente las suertes parecían ir a la inversa y él era feliz y no tenía nada reteniéndolo para tener un futuro brillante.
Cuando Namjoon le dijo dónde encontrarlo, por momentos, pensaba en que podía ir y verlo a la distancia, pero era demasiada tentación.
Él era un radiante y cálido sol, terminaría no soportando la tentación y solo iría a él como cualquier otro insecto atraído por esa brillante luz.
No quería verlo… porque no resistiría acercarse y eso solo podía terminar mal.
— Yoongi-hyung, ¿ese señor de casualidad es tu jefe?, porque a penas te vio comenzó a venir hacía aquí con rostro molesto.
Suspiró como hacía siempre que su jefe tenía esa cara, eso solo podía significar un largo regaño donde repetiría exactamente las mismas palabras de siempre.
— Min, justo hoy era el único día que le pedí que llegara a tiempo, no solo tenemos a los nuevos pasantes, también vendrá alguien importante, porque no me escuchó cuando le pedí-
— Lo siento, fue mi culpa, no de Yoongi-hyung. — Casi rueda los ojos. Su primo si que sabía ser encantador con las personas, mostrando una brillante y encantadora sonrisa y modales impecables, un talento del cual carecía por completo. — Le dije que pasaría por él en mi auto y se me hizo un poco tarde.
— ¿Y usted, joven, es…?
— Kim Namjoon, — aunque pareciera imposible, Namjoon extendió aún más esa sonrisa de hoyuelos haciendo que unos pocos empleados que caminaban por la oficina miraran embobados — desde hoy comienzo a trabajar aquí.
Su primo dio una elegante reverencia que se veía malditamente bien en su largo cuerpo y, mientras tanto, el rostro de su jefe pasó de molestia a sorpresa y después a una exagerada mueca feliz.
— ¡Oh, joven Kim! ¡Nuestro futuro CEO!
Su jefe, lame zapatos, se inclino más de lo normal y puso su voz toda melosa e insoportable.
— Bueno solo seré un empleado por ahora.
Mierda, ¿cómo hacía eso Namjoon, no poner cara de incredulidad cuando se notaba a metros de distancia que lo estaban anulando esperando tener beneficios de ello?
Estaba seguro de que su propio rostro expresaba desagrado e incredulidad, pero la sonrisa de Namjoon no vaciló.
— Claro, claro. — Su jefe comenzó con ese tono que disfrazaba su búsqueda de agradar con un tono feliz. Namjoon se toparía con muchas personas así desde ese momento, personas que buscarían una oportunidad de volverse cercanos a quien sería el futuro presidente de la compañía. En el pasado fue igual, parece que Namjoon está destinado a tener que lidiar con personas así. — Es un gusto finalmente conocerlo. No sabía que conocía al joven Min. ¿Son amigos?
Namjoon frunció el ceño sin entender. Quizás debió de advertirle antes que nadie más que recursos humanos sabía sobre su parentesco con la familia Kim. Y que quería seguir manteniendo lo de esa manera.
— Pues somos-
— Si, desde hace mucho tiempo — interrumpió con su tono feliz, o al menos uno que fingía serlo.
Su jefe no lo miró de manera agradable por interrumpir a Namjoon, de hecho le dio esa mirada que prometía un regaño cuando el menor se fuera.
— Eso es bueno, joven Kim — y vuelve a tener esa sonrisa odiosa y ojos solo para Namjoon —, tendrá un amigo en el trabajo.
Namjoon resopló.
— No se que tan bueno sea, mi primo no es el más alegre del mundo.
Agh.
Gracias Namjoon por ser tan poco perceptivo con la situación actual.
— ¿Primo?
Bueno, si, tenía que admitir que fue un poco satisfactorio mirar a su jefe gruñón hacer un rostro que era mezcla de incredulidad y sorpresa.
— Si. — Namjoon miró su teléfono, ajeno al desastre que había creado, para él. Su jefe no apartaba los ojos y ya se estaba volviendo muy incómodo. — Oh, lo siento, mi padre me busca, creo que ya voy muy tarde. Me retiró.
— Por supuesto, lamento entretenerlo — dijo el hombre mayor con una pronunciada reverencia.
— No hay problema. ¿Nos vemos para almorzar, Yoongi-hyung?
Namjoon regresó al ascensor sin esperar su respuesta y solo se fue después de revelar lo que tanto se había esforzado por ocultar los meses que había trabajado ahí.
Siempre evitaba mirar a los ojos de los demás, pero fue su jefe quien no lo miró cuando quedaron a solas.
— Los pasantes ya están en la sala de descanso, vaya a su escritorio, joven Min, iré por ellos.
Agh, que desastre.
Ahora su jefe lo trataría diferente y no le sorprendía para nada que en unos días toda la empresa supiera que era sobrino del CEO.
Gracias Namjoon.
Espero a que el hombre mayor avanzará para hacerlo él también. El camino a su escritorio fue corto, la mayoría se demoraba en saludos y conversaciones triviales, pero desde su primer día huía de las invitaciones a almorzar, los saludos por la mañana y cualquier acto social innecesario, eso lo aisló del resto, justo como le gustaba. Se sentía mas cómodo de esa manera.
Incluso mientras se acomodaba en su escritorio, ninguno de los que estaban al lado pregunto nada, sabían que él prefería el silencio.
— Muy bien, atención. — Al parecer su jefe ya había ido por los pasantes. — Permitan presentarles a los nuevos jóvenes que estarán con nosotros los siguientes meses.
Más gente, que molesto.
No solo eso, eran jóvenes universitarios llenos de energía y ganas de quedar bien, serían unos meses difíciles, pero igual tenía que al menos verlos. Aunque quizás no recordaría sus nombres en cinco minutos.
Levanto su mirada. Sólo tres jóvenes sonrientes estaban al lado de su jefe. Y uno de ellos resaltaba ante sus ojos.
La persona que había estado evitando.
Con quien no quería encontrarse por que eso solo terminaría mal.
Ese sol radiante que del que ya no podía apartar su mirada.
Hoseok…
Nos encontramos de nuevo…
¿Por qué huye?
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— Disculpe, Yoongi-sunbae, podría ayudarme con-
— Estoy ocupado.
De nuevo, Yoongi lo había evitado. No importaba lo que fuera a preguntar, de todas maneras la mayoría de las veces ni le dejaba terminar una oración, y, en todo caso, tampoco importaba si intentaba hablarle durante el trabajo o en el descanso.
En cada ocasión no dejaba de preguntarse porque parecía como si el mayor estuviera huyendo de él.
Y no quería ser insistente, pero había algo que quería confirmar.
…Aunque no sabía que era ese algo.
Solo quería acercarse a Yoongi.
Era un tipo de corazonada. Similar a lo que sintió cuando conoció a Taehyung, su mejor amigo. Similar a ese sentimiento de nostalgia que estaba ahí cada vez que miraba al hermano mayor de Taehyung, aunque solo intercambiaban saludos. Algo que no sabía explicar.
Y, sin embargo, nunca había sido tan intenso como cuando miró a Yoongi por primera vez.
Había querido dar la mejor de las impresiones en su primer día como pasante, pero su sonrisa vaciló en su rostro cuando sus ojos se encontraron con los pequeños ojos de ese mayor que en ese momento desconocía.
Fue tan intenso que incluso quedó en vergüenza cuando su jefe tuvo que agitar la mano frente a él indicándole que era su turno de presentarse y causando risita de los empleados por su obvia distracción.
Aunque eso solo le hizo hacer amistad más rápido con los mayores. Los mismos a su alrededor que ya lo miraban y reían por otro fallido intento de conversación con Yoongi. Más de una vez escuchó que se diera por vencido, que Yoongi no era alguien sociable y que era incluso un poco amargado. Pero no se dejó desanimar por ninguna de esas palabras ni por las tantas evasivas. Estaba seguro de que sólo hacía falta un poco más de insistencia y la suerte de que Yoongi estuviera en el humor correcto para hablar con él.
O a solas.
Desde el lugar en que estaba pudo ver que Yoongi estaba yendo a la sala de empleados.
Era su oportunidad de preguntarle directamente.
Esperó hasta que la espalda del mayor desapareciera detrás de la puerta y se apresuró a ir él también. Solo le tomó unos segundos pero estaba tan ansioso que por un momento pensó que no alcanzaría aquella puerta.
Estaba todo tan silencioso cuando entró. Y pudo notar que era verdad lo que tanto había escuchado de Yoongi, ni siquiera levantó la mirada para ver quien había entrado, solo siguió de espaldas a la puerta como si tuviera por objetivo no llamar la atención. Y eso jugó a su favor para poder poner seguro por donde había entrado y al mismo tiempo cubrir esa que era la única salida, pero también lo hizo sentirse triste. Era una manera muy solitaria de pasar tu día a día.
Tomó una profunda respiración.
— ¿Podemos hablar, Yoongi-sunbae?
Claro, porque es bueno preguntar eso cuando ya cerraste la puerta.
Mordió su labio un poco avergonzado por su impulso de cerrar la puerta, ya era suficiente que estuviera parado frente a la única salida sin darle oportunidad al mayor de escapar o negarse.
Pero cuando esos ojos triangulares lo vieron y se abrieron al punto de la sorpresa supo que el mayor huirá de nuevo y por ello su vergüenza pasó y su valor regreso.
— Ten-… Tengo trabajo, no es buen mome-
Momento, completo en su mente, al parecer, para el mayor nunca era un buen momento cuando se trataba de él.
— Yoongi-sunbae, tengo una semana siendo pasante aquí.
Esos ojos pequeños no dejaban de buscar un lugar para mirar que no fuera su rostro.
— Lo sé.
La voz baja fue apenas audible y cada palabra fue remarcada con un nervioso movimiento de las manos que sostenían ese vaso de café que el mayor se había preparado antes.
— Ya se más sobre como funciona y lo que hace cada uno. Y también se lo rápido que es usted para terminar con su parte del trabajo, todos lo dicen durante las comidas, pero usted no se une a ninguna.
— No quie… — Él mayor lo miró por un fugaz momento. — No soy bueno con la gente…
— También se eso, pero, Yoongi-sunbae, el día anterior vi cómo ayudaba a alguien aunque usted tenía trabajo, ni siquiera lo pensó para responder y sin embargo cada vez que yo me acerco a usted ni siquiera me deja terminar de hablar cuando ya se está negando… — ahora que lo decía en voz alta, en realidad se sentía un poco molesto, pero aún más lleno de incertidumbre — ¿yo hice algo… mal?
— N-No, solo… — ¿Finalmente estaba obteniendo una respuesta de parte de Yoongi? — Tengo que irme.
Al parecer no.
Una vez más trataba de huir de él como si la convivencia entre ellos fuera imposible… como si simplemente él fuera lo suficientemente desagradable como para tener que evitarlo.
Entendía la timidez, y casi toda la semana fue positivo al pensar que no era nada en su contra, pero su paciencia se había roto cuando lo vio hablando con esa otra persona, no estaba del todo relajado y sonriente, pero tampoco tan alerta como cada vez que él se acercaba y eso ya se sentía personal aunque solo habían cruzado palabras relacionadas con el trabajo entre ellos, o más bien de su parte porque la respuesta de Yoongi siempre era la misma; “estoy ocupado”.
No era una persona que gritara o se enfadara fácilmente, pero el constante rechazo y las evasivas de Yoongi dolían. No como a alguien que pensaba que él tenía que agradarle a todo mundo. Era algo más doloroso e inexplicable que lo llevaba a sentir esa fea emoción agria en la boca de su estómago y dolor en el centro de su pecho. Algo que parecía vagamente familiar.
Culpaba a todas esas confusas emociones en su pecho y pensamientos intrusivos en su cabeza por como sus palabras explotaron tan fuerte como un grito.
— ¡¿Por qué insistes en alejarte?!
— Porque no quiero causarte una tragedia, de nuevo.
— ¿Qué?
¿Había escuchado bien?
Parpadeo confundido, pensando que el mayor había empleado mal las palabras o que su oído de alguna manera había captado de manera errónea el bajo susurro que Yoongi pronuncio.
Pero las mejillas altas del mayor se tiñeron de un rubor rosa y esos ojos finalmente lo miraban, más abiertos de lo normal y sorprendidos por las palabras que acababa de decir.
— Na-Nada, olvídalo, no dije nada, solo déjame salir.
El mayor dio un paso adelante, pensando que él se haría a un lado y lo dejaría irse tal y como pidió, pero más preguntas estaban ahora en su mente y estaba aún más intrigado que antes.
Ese algo, ¿era familiaridad?
¿Por eso le dolían las evasivas del mayor?
… ¿Se conocían?
— ¿“De nuevo ”? — Yoongi se puso aún más nervioso, si eso era posible porque antes ya había estado evitando su mirada y moviendo los dedos frenéticamente alrededor del vaso con café, tanto que temió que el contenido se caería en algún momento. — ¿Ya nos conocíamos?... Pero, nunca he perdido la memoria, ¿por qué no lo recuerdo?
— Solo olvida lo que dije.
¿Cómo podría hacerlo?
— No, quiero saber la verdad.
Se planto con firmeza, esperando a que el mayor le dijera lo que estaba pasando.
Yoongi mordió su labio, con más fuerza esta vez, casi podía ver las marcas de dientes que eso dejaría y se preocupo un poco por ello… y esa breve distracción de su parte fue suficiente para que el mayor la aprovechará y lo empujara levemente para apartarlo de enfrente de la puerta.
Se alegró de haber puesto el seguro antes, eso fue de ayuda para retener unos segundos al mayor y que él alcanzara a tomar el antebrazo ajeno para evitar que huyera.
Pero no estaba preparado para esa descarga eléctrica que erizó su pie en cuanto toco a Yoongi.
Estaba tan sorprendido que no notó cuando el mayor logró abrir la puerta, y tampoco pudo hacer mucho para el momento en que el mayor se soltó de su agarre.
Se quedo ahí parado observando su mano y recordando esa sensación que aún cosquilleaba en su palma.
— ¿Estas bien, Hoseok? — Una mano paso frente a su rostro. — Llevas unos minutos aquí.
Parpadeo a la voz que le hablaba… alguien que conocía pero de quien no podía recordar su nombre en ese momento porque su mente se sentía tan confundida y su pecho apretado.
¿Qué está pasando?
¿Por qué me siento tan triste?
¿Quién es Min Yoongi?
¿Qué significa él para mí?
Cada vez tenía más preguntas que respuestas. Pero cuando salió de esa sala, sin recordar si le había contestado o no a aquella persona que le preguntó si estaba bien, su mirada fue directamente al hombre sentado ocultando su rostro detrás de su computadora tanto como le era posible sin verse demasiado extraño, aunque si se veía un poco tierno.
Tenía muchas preguntas, pero estaba seguro de algo.
Yoongi era lo que faltaba.
No podía decir que había sufrido de alguna manera en sus veintidós años de vida, sus padres solo le habían dado amor, su mejor amigo era increíble, su posición económica, o bueno la de su familia, nunca lo había hecho pasar dificultades y las cosas siempre parecían irle bien. Con todo esto aun sentía un extraño vacío, algo que siempre estuvo ahí existiendo y sin tener nunca una explicación.
Estaba casi seguro de que la respuesta la tenía Yoongi.
El mayor podía ser bueno para evadirlo y quizás lo haría con más esfuerzo después de lo que acababa de pasar.
Pero Min Yoongi no tenía idea de lo insistente que él podía ser cuando se lo proponía.
Y estaba mas que decidido a obtener respuestas.
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