
🎄•¿𝙿𝚞𝚎𝚍𝚎 𝚚𝚞𝚎𝚍𝚊𝚛𝚜𝚎?•✨
—¡¿Quién eres tú y que estás haciendo en mi casa?! —preguntó el pelinegro, empujando con fuerza al pobre maniquí.
Este hizo un puchero —S-Soy... bueno, yo soy tu novio y te am--
—¡¿Qué?! — Gulf frunció el ceño, con la furia desbordando de su rostro. —¡Estás loco! ¡Lárgate de mi casa! ¡¿En dónde está Mild?! ¡Mild!
—P-Pero... escúchame, yo soy t--
—¡¡Cállate y lárgate de mi casa!! Maldito ebrio —Bufó furioso.
—¿E-Ebrio? — Mew frunció el ceño. —¿Eso... eso se come? —preguntó ingenuo. Gulf lo miró extrañado.
—¡No! ¡No te hagas el desentendido, y LÁRGATE DE MI CASA! — Esta ocasión Gulf tiró del hombro de Mew y lo dirigió a la puerta
—¡No! ¡No! No, no, no, esto es un error, y-yo, yo le tengo miedo a la oscuridad, por favor. — Gulf parpadeó al observar las... ¿etiquetas? En la vestimenta de aquel tipo. —Por favor, en la oscuridad no, la oscuridad m-me d--
Sin importarle sus súplicas lo empujó fuera de la casa, ignorando los golpes en la puerta y los gritos de este.
—¡¡MILD KANAWUT, BAJA AHORA MISMO!!
El nombrado bajó corriendo por las escaleras, gritando el nombre de Mew —¡¿Dónde está?! ¡¿Dónde está?! — Gulf frunció el ceño y lo miró sorprendido porque su pequeño, adorable y -cabe recalcar- cariñoso hermano, lo había ignorado por completo pasando de largo a un costado —¡¿En dónde está Mew? ¡¿QUÉ LE HICISTE?! — Gulf pestañeó observando el ceño fruncido en el rostro de su hermano.
—Ni siquiera estás vestido, ¡¿estabas tomando un baño mientras un extraño estaba en nuestra casa?!
—¡Mew no es un extraño! —respondió a la defensiva.
—¿Pero, por qué me gritas? —preguntó con triste voz.
—¿Qué le has hecho a Mew? ¡Dímelo ahora! —Exigió el niño, quien apenas y estaba cubierto por una toalla en su cintura.
—Bu-Bueno... y-yo lo saqué a la call--
—¡¿QUÉ?! — Mild ni siquiera le permitió terminar y corrió hacia la puerta abriéndola de un solo tirón, encontrándose de impacto con la imágen de Mew sentado en una grada, con sus rodillas en su pecho y llorando. —Mew — Le Susurró el pequeño.
—¡Mild! — El maniquí corrió hacia el niño y lloró en sus... bueno, lloró mientras el niño acariciaba su espalda.
—Tranquilo, Mew, Gulf no volverá a hacerte daño — Le dijo. El nombrado lo miró estupefacto.
—¡Mild! ¡Explícame esto AHORA!
—¡Él es tu novio! — Redujo el tono de su voz luego de decir aquello. Mild estaba muy asustado, incluso para él aún era difícil asimilar que su deseo se había cumplido.
—Por favor, Mild, si esto es una broma no me parece nada gracioso.
—Gulf, no es una broma, no sé cómo o por qué, pero pedí un deseo en el centro comercial, lo ví tras la vitrina y me pareció el chico perfecto para tí, entonces le pedí a Santa que por favor le diera vida para que fuese tu novio y tú ya no estuvieras triste. —Explicó el pequeño, mientras el maniquí continuaba llorando en seco. (Porque no le salían lágrimas)
—Mild, entiendo que quieras que me sienta mejor y sé que es mi culpa por no poder esconder bien lo que he sentido, pero no es buena idea que metas a un extraño a la casa para que te ayude a hacerme una broma de este tipo. — Mild rodó los ojos.
—Gulf, no es un extraño, te lo juro que es un maniquí, es el maniquí de la tienda Wew Holland — Gulf atrapó las últimas palabras de su hermano, en su mente.
Recordando una de las muchas citas que había tenido con Krist, la cual tuvo como punto final el ir a parar a esa tienda, recordó que había dado una vaga mirada a aquel maniquí que en ese entonces vestía ropa veraniega y una cabellera rubia. Agrandó sus ojos y observó el rostro del maniquí.
—S-Su... su c-cabello e-era--
—Es una peluca, tuve que ponerle otra porque perdió la suya, además, me ayudó a sacarlo de la tienda sin que nadie sospechara.
—Mild, —susurró, casi hipnotizado —es... — Poco a poco deshizo el abrazo entre el maniquí y su hermanito y posó sus manos sobre el rostro del maniquí, el cual aparentaba llorar pues ninguna lágrima salía de sus ojos. —¡Oh Dios! — Expresó al sentir la plástica piel del maniquí frente a él, este le miró con el ceño fruncido y con resentimiento, aquello solo le pareció tierno a Gulf —Parece real, pero su textura aún es de plástico —comentó, más para él.
—Puesnosoycompletamentedeplásticoporquepuedomoverlosdedos —dijo, con la misma rapidez que una bala podía contener al salir disparada, Mild sonrió.
—Más despacio, Mew.
—Él no cree que estoy vivo. — Hizo un puchero. —Eres bastante escéptico, creí que mi Gulf era de otra forma, mi Gulf me ama y tú no me amas. —Bufó con resentimiento. Mild rió.
—Supongo que, el que él diga que me ama, tiene que ver con tu deseo. — Inquirió Gulf, Mild asintió.
—Entonces... ¿lo dejaremos quedarse? —preguntó emocionado el menor .
El mayor guardó silencio, observando cada detalle del muñeco -literal y característicamente- era hermoso. Aquella ocasión en la cual lo vió en la tienda, sonrió imaginando lo gracioso que sería que un hombre tan perfecto como ese maniquí pudiera existir. Pero ahora, lo tenía frente a él, a escasos centímetros, sus ojos que parecían tan reales lo observaban tan bobamente, haciéndolo sentir nervioso y tímido.
—Puede quedarse —respondió, Mild y Mew celebraron aquella respuesta —. Pero que nadie lo vea, y enséñale a quitarle las etiquetas a la ropa. — Su hermanito asintió.
—Gracias, Gulf. — El pequeño corrió a abrazar las piernas de su hermano mayor. —¡Vamos, Mew! — Llamó, el otro caminó de inmediato.
—¿Cómo que “vamos, Mew”? ¿Pues a dónde crees que lo llevas? —preguntó, con seriedad.
—Pero... dormirá en mi habitación. — Gulf negó de inmediato, Mew parpadeó
—Eres un niño, no puede haber nadie más que yo en tu habitación.
—Pues no puede dormir en el sofá —respondió Mild con seguridad.
—Ese será mi problema, pero no dormirá contigo, pequeño, entiende que eres un niño.
—Pero, Gulfie.
—Gulfie, nada. — El mayor los separó —No dormirá contigo y punto. — Sentenció.
Gulf sonrió al observar al maniquí de pie frente a la puerta. —Puedes pasar, yo no muerdo. —comentó, de forma burlesca.
—S-Sí, de hecho, eso s-sería c-canibal-lismo. —Levantó su índice.
Gulf lo tomó y continuó sintiendo su plástica textura, pero éste podía moverse como si estuviese hecho de carne, como si en realidad fuese una mano real.
—Es extraordinario. — Sonrió.
Mew sentía que algo palpitaba dentro de él, pero no tenía un corazón, sin embargo, aunque no lo tuviese, tenía todas las mismas emociones que un humano pudiera tener, y más aún si se encontraba cerca de Gulf.
—T-Tú e-eres... ex-traordinario —susurró.
Gulf lo observó fijamente, sus orbes clavados sobre los contrarios, posó su vista sobre aquellos labios brillosos y que daban la impresión de ser esponjosos, negó con la cabeza, es un maniquí, se recordó a sí mismo.
—Duerme en la cama, yo lo haré en el sofá. — Se alejó de él.
—P-Pero... yo no duermo, no tengo sueño, puedes dormir tú en la cama y yo cuidaré de tí. — Sugirió.
—Bien, pero hazlo desde el sofá, ¿entendido? — Mew asintió varias veces —Esos... ¿esos son mis anteojos? — Mew negó con temor —Se te ven muy bien. — Le sonrió. Provocando que por inercia el maniquí también le sonriera.
|×|🎄|×|
Su amanecer fué bastante hermoso, tal y como dijo la noche anterior, no había dormido absolutamente nada, pues sus ojos pesaban y no sentía sueño en absoluto.
Sonrió mientras sostenía su cabeza con su mano, apoyando su codo sobre la cama, Gulf se removió en su lado de la cama, estirando su cuerpo gracias al placentero descanso que había tenido esa noche -o tal vez pueda deberse también al masaje que Mew le proporcionó a media noche, el cual claro está que Gulf recuerda como un vago sueño,nada más-. Abrió lentamente sus ojos al haberse girado y lo primero que vio fue... fue...
—¡Buenos días! —Saludó muy animadamente, el castaño.
—¡Oh Dios!~ ¡Te dije que desde el sofá, desde el sofá! — Recordó
—Lo sé, pero, tú me pediste que durmiera contigo, me lo pediste a media noche mientras yo veía una película, ¿sabías que hay galletas en forma de pinos navideños? —comentó, con un asombro que podría ser similar al de si te enteras que la luna en realidad es de queso.
—¡Sí! S-Se, se hacen con moldes — Gulf tragó grueso, cubriendo su cuerpo con las cobijas, pues se encontraba únicamente en su ropa interior, la de estampados de gorritos navideños, para ser más exactos. —V-Vete... sal de la cama, ahora.
—Pero, Gulfie. — Se giró de inmediato para observar el rostro del castaño.
—¿Me llamaste, G-Gulfie? —preguntó, casi escupiendo las palabras.
Mew asintió. —En la noche me permitiste hacerlo, de hecho me confesaste que te parecía muy guapo, que la primera vez que me viste en el centro comercial te gusté mucho. — Sonrió lleno de amor mientras su mano descansaba sobre su pecho, podríamos decir que Gulf tenía el ojo cuadrado y su corazón latiendo desenfrenadamente por aquel... brusco despertar. —Tú me gustas mucho, Gulf, y sé que lograré hacer que gustes de mí, porque vales mucho y no quiero que llores más, Tharn te lastimó demasiado. — Aquello molestó a Gulf.
—¿Cómo sabes de Tharn?
—P-Pues... tú lo mencionaste — Mew comenzó a jugar con la etiqueta de su camisa.
—¡¿Cuándo?! ¡¿Cuándo pude haberlo mencionado?! ¡¿En qué momento?!
—Mientrastehacíaelmasaje — Mew cubrió su boca con ambas manos y abrió grandemente sus ojos.
—No hables tan rápido, no entendí — Mew Inclinó la cabeza —Repitelo.
—¡Mientras te hacía el masaje! — Gulf guardó silencio, procesando aún las palabras escuchadas. —Y-Yo... l-lo he pensado m-mejor, e... e... iré p-por M-Mild. — Se levantó de inmediato y casi corrió hacia la puerta.
—¡No! ¡Mew! ¡Mew, ven acá! ¡¿Cuál masaje?! — Se levantó de un salto de la cama, Mew miró hacia atrás, sonrojandose de inmediato al observar las hermosas y extendidas piernas canelas que nublaron sus sentidos de maniquí.
—¡Ni-ningún ma-masaje! —Corrió. Gulf corrió tras de él.
—Ahora dímelo. — Mew negaba mientras corría y cubría sus oídos con ambas manos. —¡Mew! — Gulf saltó y seguido de ello gritó al pisar uno de los juguetes de Mild, resbalándose en este y como auxilio tiró de los hombros de Mew.
Haciéndolos caer a ambos, él sobre Mew, pues el castaño fué astuto y los giró haciendo que Gulf cayera sobre su pecho. Sus manos con un tacto un tanto plástico se posaron sobre su cintura haciendo a Gulf estremecerse por aquello, Mew pestañeó y tragó grueso, teniendo los orbes de Gulf fijamente clavados sobre los suyos.
—¿E-Estás bien? — Le preguntó, en un susurro, Gulf asintió sin apartar su vista de los ojos de aquel castaño, jurando por un momento que se había perdido en ellos.
—Ejem — El pequeño Mild con su pijama aún puesta, aclaró su garganta y sonrió al observar tan graciosa escena.
Su hermano en plenos boxers navideños, sin nada más cubriéndolo, descansando sobre el pecho protector de Mew y este último con sus manos puestas sobre la cintura de su hermano, y el otro permitiendo sin rechistar aquel contacto.
—¡No es lo que parece! —gritaron ambos al mismo tiempo. Mild rió.
—¿Así que era por esto que no querías que durmiera conmigo? —siseó Mild, entre sonrisas cómplices, disfrutando en primera fila del sonrojo en las mejillas de su hermano mayor.
El primero en levantarse fue Mew, quien separó -con sumo cuidado- a Gulf de encima de él.
—Mild, pequeño, te prometo que no es lo que piensas. —dijo, con tanta rapidez.
—No importa, yo no he pensado nada — Sonrió el pequeño. Mew lo secundó —¿Me acompañas a elegir mi ropa? — El castaño asintió emocionado.
Gulf frunció el ceño, sintiéndose completamente abandonado al observar como estos se alejaron de él sin siquiera darle un último vistazo. Dejó caer su cabeza sobre el piso y suspiró observando al techo, llevó la mano a su pecho sintiendo como su corazón continuaba golpeteando con fuerza y sintiendo el picor del calor que se propagó por todo su rostro al recordar el momento en que sus labios y los del maniquí estuvieron a escasos centímetros de distancia.
Juró por un momento que había sentido el nerviosismo, que lo había leído en su mirada, sintió el pequeño temblor en sus manos al tomarlo de la cintura, el subir y bajar de su pecho. ¡Sí! Del pecho del maniquí. ¿Cómo diablos se supone que pueda ser aquello posible? Dirigió su vista a la habitación de Mild y sonrió, indudablemente aquella sería una interesante navidad.
•
12 de Diciembre de 2021
13 días para Navidad.
—No va a separarse de ahí, ¿cierto? —preguntó Gulf, observando a Mew.
—No, no lo hará —respondió el menor.
Mew se encontraba con su rostro, sus manos, bueno, en teoría con su cuerpo completo pegado al cristal de la tienda de helados, observando el BIG CREAM CHRISTMAS de chocolate, con chispitas de colores.
—Wow. — Sonrió ampliamente
—¡Ese! ¡Ese! ¡Por favor, Gulf! ¡Quiero ese! — Pidió, sin despegarse del cristal.
—Bien, te compraré ese, Mew, pero debes dejar respirar al cristal.
—¿El respira? ¡Por Dios! ¿Yo lo estaba asfixiando? —Cubrió de nuevo su boca con ambas manos, sintiendo en realidad muchísima pena por el cristal.
Gulf sonrió también ampliamente al observar aquello, Mild miró a Gulf y sintió felicidad al verlo por primera vez -luego de más de un año- sonreír de esa forma tan natural y sincera, no era una sonrisa fingida, era una sonrisa de verdad, una que mostraba su completa y perfecta dentadura, y había sido así desde estos últimos días en los cuales Mew había estado con ellos.
Incluso Gulf había tomado sus vacaciones muchísimo más antes, pues a Mild no se le hacía facil cuidar él solo de Mew, estos últimos cinco días con el maniquí en sus vidas habían sido tan animados y felices, Gulf sonreía por aquí y por allá. Ya sea porque Mew se sonrojaba cada que lo veía pasearse sin camisa por toda la casa, o porque la peluca de Mew se desprendía muy seguido de su cabeza.
Podría agregar también aquella ocasión en la cual Mew intentó cocinar y la punta de su dedo índice agarró fuego y ahora tenía una mancha negra en la punta de este mismo. Independientemente de la situación que fuese, Gulf sonreía sin medida siempre que se tratase de Mew, incluso ahora se lo veía mucho más alegre, cantando o tarareando por toda la casa, o también por la extraña costumbre de Mew de no quitarle las etiquetas a las prendas de ropa.
En esta ocasión se encontraban en el centro comercial, buscando los adornos para el arbolito de navidad, sí, ya era 12 de Diciembre y ellos ni siquiera habían puesto el árbol. Pero aún así, Mild se sentía muy feliz y agradecido con Santa por aquello, la sonrisa de su hermano y la grata compañía de Mew, eran el mejor regalo que pudo recibir en la vida. Esta sería la primera navidad en la cual pondría el arbolito de navidad junto a su hermano, y tomando como Bonus que lo haría junto a Mew también.
—No, Mew, tranquilo, el no tiene vida. Fue solo un decir, no llores. — Explicó Gulf. —Por favor, no llores.
Mild sonrió mientras los observaba a una corta distancia. En estos últimos días había compartido con Gulf mucho más tiempo del que había compartido en estos ocho años que llevaba de vida.
Rio con alegría al espectar como Mew parecía ser un niño y no un adulto, pero bueno, lo de adulto únicamente lo aparentaba por su altura y musculatura, dio el primer paso dispuesto a acercarse a ellos, pero, este se vio interrumpido gracias a una voz tan desagradable para él.
—¡Gulf! ¡Hola! —Saludó Krist, desde detrás de Mild.
—Oh, Krist. — El tono de voz de Gulf cambió de inmediato. El peli-plata caminó hacia el pelinegro sin despegar la vista de Mew, quien se encontraba muy pero muy apegado a Gulf.
—¿Quién es él? Nunca lo había visto. — Mild decidió acercarse a ellos.
—Es mi cuñado —dijo, imponente y seguro. Mew asintió apoyando al pequeño y Gulf sonrió mientras sus mejillas eran decoradas de un bello y pálido rosa.
Krist tensó su mandíbula mientras observaba a Mew fijamente, estudiándolo de pies a cabeza. Estaba furioso, sí, realmente furioso, más de ocho meses intentando obtener siquiera un beso de Gulf, pero nada, no conseguía ni siquiera una tomada de manos del pelinegro, se había desaparecido estos últimos seis días, ignorando sus mensajes y llamadas y ahora por casualidad lo encontraba en el centro comercial con un chico que dice ser SU NOVIO.
¡Vaya chiste!
Quería asesinar a ese entrometido que solamente vino a arruinar sus planes.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro