
🎄•𝙴𝚕 𝚖𝚎𝚓𝚘𝚛 𝚊𝚛𝚋𝚘𝚕𝚒𝚝𝚘 𝚍𝚎 𝙽𝚊𝚟𝚒𝚍𝚊𝚍•✨
Mew frunció el ceño y observó molesto al tipo frente a él, enderezó su espalda y ahogó una sonrisa en el momento en que Mild caminó hacia él y lo abrazó, provocando que ese tal Krist los mirase molesto a ambos.
—Gulf... ¿es eso cierto? — El pelinegro parpadeó y negó.
—No, Krist, él no es mi novio. — El mencionado sonrió, Mild y Mew lo miraron molesto.
—Bien, entonces vete con él, Mew y yo volveremos a casa —dijo, un muy enojado Mild.
—¡¿Qué?! ¡No, pero no pueden irse solos!
—¿Por qué no? Ese chico no es un niño, no necesita que aún lo cuides, Gulf. —Opinó Krist.
Mew y Mild estaban tomados de la mano, pero mientras el semblante de Mild era uno muy furioso, el de Mew era uno bastante triste.
—Perdón, Krist, pero no he pedido tu opinión, esto es un problema entre ellos y yo. — Krist frunció el ceño por las palabras de Gulf.
—Mild, escucha, hablaremos de esto en casa, pero no pueden regresar ustedes solos a casa, tú sabes muy bien porqué. — Mild le dedicó una furiosa mirada.
—¿Estás?... ¿por qué él está usando la ropa sin haberle quitado las etiquetas? —preguntó, un muy curioso Krist
—¡Así le gusta a él! —respondieron Mild y Gulf, exactamente al mismo tiempo. Krist parpadeó y decidió guardar silencio.
—¡Bien! ¡Estaremos esperando frente a la tienda de arbolitos y escogeremos uno, solo Mew y yo! — Gulf hizo un puchero.
—Está bien, vayan —respondió resignado.
Intentó dedicarle una última sonrisa a Mew antes de que este se fuese, pero ni siquiera lo volvió a ver, simplemente emprendió su camino con Mild de la mano, aquello causó una punzada en el corazón de Gulf, haciendo que su semblante decayera de inmediato.
—¿Gulf?, —llamó Krist —¿estás bien?
El pelinegro parpadeó para alejar las lágrimas que ni siquiera él supo en qué momento se habían acumulado en sus ojos, tragó grueso y giró su rostro hacia Krist.
—Estoy bien —respondió fríamente.
—No creo que lo estés, ¿de verdad no eres novio de ese chico? Me parece que nunca había visto a Mild tan molesto antes. — Gulf sonrió con tristeza.
—Creo que yo tampoco —dijo, más para él, que para el peli-plata. Krist lo invitó a sentarse en la banca que se encontraba a unos pasos de ellos.
—Sé que te he buscado por mucho tiempo, Gulf, te he insistido quizás más de lo que puede resultar cómodo para tí. — Krist comenzó a hablar en cuanto ambos tomaron asiento, Gulf continuó observando de forma fija al frente. —Pero de verdad me gustas, — El pelinegro ladeó su cabeza para ver a Krist —y también sé que tú no gustas de mí.
—Krist, y-yo-- El peli-plata negó.
—Llevo meses intentando hacerte sonreír de la forma en que el chico de las etiquetas lo ha hecho, meses intentando que me prestes tal atención como la que le has prestado a él, y no lo he logrado, Gulf. Incluso he trabajado mucho para que Mild me acepte, pero tampoco le agrado.
—Krist, en serio l-lo-- Volvió a negar.
—Solo quiero que seas sincero y me lo digas, que me digas si tengo alguna esperanza contigo, y si es así prometo seguirme esforzando para poder tenerte, Gulf. Si es así no me rendiré, lo prometo.
El pelinegro observó un maniquí en la boutique frente a él, y de inmediato su mente se llenó de todos los recuerdos que en tan pocos días ya había creado con Mew, suspiró y fijó su mirada en la de Krist.
—Lo siento, pero no... creo que él me gusta. — Krist asintió.
—Lo entiendo, Gulf, deseo que seas muy feliz. — El oyente sonrió.
—Gracias por todo, Krist, eres un gran chico y sin duda mereces a alguien tan genial como tú. — El peli-plata sonrió y se retiró dejando a Gulf de pie frente a la banca.
El pelinegro suspiró y sonrió tranquilo, acomodó su abrigo y caminó en dirección hacia donde sus muchachos se habían retirado.
Llegó por fin a la famosa tienda de arbolitos, en la cual gracias a las paredes de cristal pudo divisar a lo lejos a sus dos chicos favoritos, observando con emoción y brillo en los ojos todos los hermosos arbolitos navideños que se encontraban como muestra.
Sonrió enternecido en el momento en que Mild le colocó a Mew unas orejitas de reno en el cabello y por otro lado Mew le colocó a Mild la nariz de Rudolph el reno, luego de esto el maniquí tomó a Mild de la mano y caminaron hacia otro pasillo.
Frunció el ceño al notar la ladina sonrisa y coqueta mirada que una de las auxiliares de la tienda le dedicaba a Mew, claro que el castaño oscuro ni siquiera se daba cuenta de esto, él continuaba muy ocupado con Mild intentando escoger el mejor arbolito de navidad.
Sin pensarlo ni siquiera dos veces, se dirigió a pasos ligeros hacia la tienda, dejando sus pertenencias en el maletero de la misma y buscando con la vista a sus chicos, sonrió al divisarlos en el pasillo dieciséis, caminó hacia ellos, rápido, muy rápido. Pero bufó al notar como la misma auxiliar de la tienda se les acercó a Mew y a Mild, sonriendo con sus finos labios y su oscura cabellera, con aquella sonrisa horrible y coqueta que dejaba ver su colmillo natural.
—Disculpe, ¿en qué podría ayudarles? —preguntó, con una chillona y coqueta voz.
Gulf bufó y sintió incrementar su ira en su interior al contemplar la nerviosa sonrisa de Mew debido a la mujer.
—Muchas gracias por su ayuda, pero solo venimos a escoger un arbolito navideño para nuestra familia y para ello, como puede comprender, no necesitamos una cuarta opinión. — La de cabello oscuro parpadeó, desestabilizada por la intromisión de Gulf, incluso Mild y Mew estaban bastante asombrados al respecto.
—D-De... de acuerd-do, disculpen. — La chica se retiró y Gulf volvió a respirar tranquilo. Mew y Mild fingieron no estar asombrados por aquello, devolviendo ambos al mismo tiempo, sus miradas hacia el arbolito blanco frente a ellos.
—¿Ya han escogido uno? — Ambos negaron al mismo tiempo, sin responder —¡Vamos!, ¿realmente qué sucede con ustedes?
—Quiero mi helado —respondió Mild —. Pero también quiero escoger un gorro navideño, ¿podríamos ir al pasillo de las prendas navideñas? — Gulf asintió y Mew simplemente le sonrió a Mild, sin siquiera volver a ver a Gulf.
Caminaron ambos hombro con hombro mientras que Mild caminaba a unos pasos delante de ellos. —¿T-Te gusta algo de aquí? —preguntó Gulf, intentando entablar una conversación.
Mew negó. —Solo me gustas tú. — Aquello sonó más como un lamento, pero de igual manera Gulf se sonrojó.
—Mew... ¿estás molesto conmigo? — El maniquí volvió a negar.
—Jamás podría estarlo, me gustas demasiado, pero estoy consiente de lo que soy, y también sé que soy un maniquí que lo único que sabe es que te ama con locura, ni siquiera sé cómo es que sucedió, pero tu hermano me pidió para tí y lo único que hay en mi sistema es un inmenso amor por tí... y un inmenso amor por él, pero tampoco estás obligado a corresponderlo, Gulf. Después de todo, mi propósito aquí es hacerlos felices a ambos, no hacerme feliz a mí mismo y sin embargo... soy feliz estando con ustedes, riendo con ustedes, y eso es suficiente para mí. No quiero incomodarte ni obligarte a nada, tú solo sonríe, se muy feliz, y yo estaré bien. — Le dedicó una triste sonrisa y caminó hacia Mild. Gulf suspiró con tristeza —¿Ya escogiste uno, pequeño?
—Me gusta este, ¿qué te parece? —Escuchó como Mild le preguntó a Mew mientras le extendía un gorrito navideño.
—Me gusta el que te guste a tí, pequeño sol, por supuesto todos se te verán muy hermosos, eres un niño muy apuesto. — Sonrió al apreciar aquel momento.
Poder contemplar la sonrisa y la felicidad de Mild, era lo mejor que podía sucederle, y sin embargo, él se había encerrado tanto en su ruptura con Tharn que nunca supo prestar atención a lo mucho que aquello afectaba a Mild. Este continuaba riendo y colocando un gorro tras otro sobre la cabeza de Mew, ambos riendo en el momento en que la peluca de Mew volvió a zafarse de su sitio y cayó sobre las manos del maniquí, sus rostros primero fueron de espanto, pero Mild actuó de inmediato y volvió a colocarla en su lugar, luego de ambos mirarse a los ojos se echaron a reír. Y Gulf junto con ellos a la distancia
—¡¡YEEEIII!! — Los gritos de Mild hicieron sonreír tanto a Gulf como a Mew. —Traeré los adornos que están en el garage, nana me mostró donde estaban, los traeré ahora mismo. — Corrió sin esperar respuesta.
Mew continuó extendiendo las que serían las ramas del árbol y sonrió al haber extendido la última, el árbol ya estaba completo, solo faltaban sus decoraciones y la estrella.
—Me gusta mucho como luce —comentó Gulf.
—Sí, es muy bonito, Mild tiene buenos gustos. — Sonrió.
—Las luces están aquí, ¿te gustaría colocarlas junto conmigo, Mew? — Las plásticas mejillas de Mew se sonrojaron y algo en su pecho golpeteó con fuerza.
—Sabes que me encantaría hacerlo —respondió.
—Súper —susurró Gulf.
Gulf sonrió con emoción y alegria en su interior, caminó hacia Mew y colocó en el piso la caja que contenía las luces navideñas de varios colores, Mew se sentó en el suelo, cruzando ambas piernas en pose de Yoga, Gulf decidió imitarlo y ambos tomaron una guía de luces cada uno, la cual terminó siendo la misma.
—L-Lo siento... puedes, puedes tomarla tú. — Gulf asintió.
Ambos comenzaron a extender las luces y a comprobar si funcionaban mientras las conectaban al toma corriente cerca de ellos, hubo un pacífico silencio entre ellos, un silencio que Gulf se debatía en si romper o no.
—Krist no es mi novio. —Aquello hizo a Mew girar su rostro hacia él. —Tampoco... tampoco me gusta ni nada de eso. — Mew continuó trabajando con la guía de luces en sus manos. —Ha intentado estar conmigo desde alrededor de seis u ocho meses... — Pausó e inhaló para continuar —tengo miedo, tengo miedo de todo, me asusta que alguien vuelva a dañarme y yo indirectamente dañe a Mild. — Suspiró —Nunca lo había visto tan emocionado, tampoco me había detenido a pensar de lo completamente solo que él puede sentirse, tú lo has encantado desde el principio, lo has amado desde el principio, contigo se siente muy bien, se siente... feliz. —Parpadeó y suspiró —Al igual que yo. — Mew levantó de inmediato su rostro y clavó sus orbes sobre los orbes caramelo de Gulf —Yo también me siento feliz contigo, quisiera poder conservarte por siempre.
—No lo desees si es solamente porque hago feliz a Mild o porque él sonríe mucho estando conmigo, mi amor por él y mi amor por tí, son algo bastante diferente. A él quiero protegerlo, acompañarlo siempre, como un hermano mayor o como un padre... — Gulf observó como Mew sonreía lleno de amor.
—Lo sé —susurró.
—Sin embargo, a tí quiero amarte y hacerte entender que eres valioso, que el que una larga relación haya fallado, no significa que no puedas darte una nueva oportunidad, o que no mereces encontrar a alguien que te ame... él no supo valorarte y te falló, bien, todos cometemos errores, pero tú no debes dejar que las consecuencias de sus errores te alcancen. Me refiero a que solo porque él te falló no debes pensar o sentir que no vales nada, que no tienes un motivo para sonreír o que no pueda existir en el mundo alguien más que sí pueda valorarte... déjame decirte que sí tienes un motivo, tienes uno muy grande: Tú. Tú debes ser tu motivo para sonreír, debes amarte, Gulf, amate como yo te amo, si tan solo pudieras verte a través de mis ojos, te prometo que no te creerías lo magnífico que eres para mí. — Gulf sollozó y unas lágrimas se deslizaron por sus mejillas, presionó la guía entre sus manos y asintió. —Recuerda que Mild es feliz por tí, tú eres su felicidad, yo no estuviera aquí si no fuera así, él... es tu otro motivo y vale más que cualquier ruptura, su sonrisa vale mucho más que cualquier cosa.
—¡¡LOS ENCONTRÉ!! ¡Wow! Ya quiero poner la estrella! — Gulf limpió sus lágrimas y Parpadeó.
Mew se puso de pie y ayudó a Mild con la caja de los adornos. Ambos comenzaron a decorar el árbol y un momento después Gulf se les unió.
•
—Muy buen trabajo. — Halagó Gulf —Me gusta mucho como ha quedado.
—¡Y solo falta la estrella! —dijo Mew, sonriendo de lado y mirando de reojos al pequeño. —¿Quién?... ¿quién podría ponerla? — Gulf rio al observar el jugueteo de Mew con su hermanito.
—¡Yo! ¡Yo! ¡Por favor, yo quiero ponerla, por favor! —Pidió Mild, Mew y Gulf sonrieron.
—Por supuesto que lo harás tú, pequeño. ¿Quién más, si no? —contestó Mew. —¿Quieres levantarlo tú o lo levanto yo? —preguntó a Gulf.
—¿Y si lo hacemos juntos? —respondió, en voz baja, mientras miraba fijamente a Mew, el maniquí sonrió y asintió.
—¡Sí! ¡Sí! —gritó emocionado, el pequeño.
Ambos chicos levantaron al niño, el cual no paraba de dar saltitos aún cuando ambos lo levantaban.
—Hazlo rápido, Mild, acabo de comprobar que eres pesado. —Balbuceó Gulf.
—Pues que bueno que Mew te está ayudando a levantarme, —dijo entre risas. Estirando un poco su cuerpecito logró por fin alcanzar la punta del enorme arbolito navideño, y colocar la estrella —. ¡Listo! —gritó emocionado, dejándose caer sobre los brazos del maniquí, el cual soltó un pequeño quejido al sostenerlo.
—Es fantástico —susurró Mew.
Gulf se acercó a ambos y recostando su cabeza sobre el hombro de Mew, sonrió.
—Es, sin duda alguna, el mejor arbolito de navidad. — Mew sintió su cuerpo estremecer al sentir el toque de Gulf sobre su cintura, el cual pasó su mano alrededor de esta y tiró un poco hacia él.
Ambos sonrieron con sus vistas aún sobre el árbol, y con la calidez inundando su interior, con la alegre y hermosa sonrisa de Mild siendo su lucero, su motivo de alegría.
Tanto Gulf como Mild tenían muy presente que indudablemente, esa navidad sería incomparable, sería única, cálida y llena de amor, mucho amor.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro