
🎄•𝙴𝚕 𝚍𝚎𝚜𝚎𝚘•✨
Continuó perdido observando a aquel bello... lo que sea. Su cabello era rubio, era alto, delgado, fuerte, la vestimenta no le parecía tan navideña pero era bastante guapo, los jeans con estampados de ositos y demás, lo hacían parecer confiable.
—Quiero que él sea el novio de Gulf —dijo, señalando al sujeto. Sunan y Boat lo observaron incrédulos, incluso la mayor sintió pena por tener que desilusionarlo.
—Mild, pequeño, lamento... — La mujer rascó su cuello un poco frustrada por lo que diría —él no puede ser tu cuñado porq--
—Porque es un maniquí. — Finalizó Mild —Lo sé, por eso lo quiero a él. Véalo, es perfecto. — Sunan parpadeó.
—Claro, el maniquí tiene su gracia —dijo ella.
—Quiero que sea él, ¿cómo puedo hacer para que sea él?
—B-Bueno... sin duda alguna si Gulf viene y lo ve, se enamorará del maniquí —comentó Sunan.
—¿Podemos comprarlo? — Aquello paralizó a la mayor.
—¡¿Eh?!... n-no... me temo que no podemos. — Mild frunció el ceño. —Podemos entrar a la tienda para que lo veas más de cerca, te grabes sus características y le pidas a Santa a un chico como ese para tu hermano. — Mild asintió.
No por que se hubiera dado por vencido, claro que no, él tenía una mejor idea.
Los tres entraron a la tienda, él y Boat se adelantaron mientras que Sunan guardaba las cosas en el maletero de la tienda, ambos tomados de las manos lograron escabullirse por los pasillos.
—Mild, ¿estás seguro de esto? —susurró Boat, el pelinegro asintió. —Bien, entra ahí entonces.
Mild entró al vestidor más cercano y cerró sus ojitos, abrazó el pequeño Santa que Boat le había regalado hace unas horas.
—Querido Santa, prometo que todo este tiempo he sido un niño bueno, me he portado muy bien, obedezco y amo a mi hermano, soy un buen estudiante. Quería una patineta para navidad, pero prefiero la felicidad de mi hermano, sé que hace un momento te pedí una patineta, pero me retracto, por favor permíteme cambiar mi deseo, por favor. Verás... mi hermano ha sufrido mucho, yo solo quiero verlo sonreír, él también se porta muy bien, por favor Santa, por favor. — Suspiró y apretó más sus ojitos cerrados. —Deseo que ese maniquí de allá... —Señaló la dirección en la cual se encontraba el maniquí —sea el novio de mi hermano, que lo ame mucho más de lo que yo lo hago, por favor Santa, por favor. ¿Podrías darle un corazón a ese maniquí? Y no solo eso, pon en él muchos sentimientos hacia mi hermano, mucho amor para mi hermano, también para mí, que no le falle como Tharn lo hizo, que pueda hacer feliz a mi hermano, ya no quiero verlo triste, me duele mi corazoncito cuando él está triste, por favor, Santa, dale vida al maniquí perfecto. Por favor, solo quiero una navidad en la cual mi hermano pueda ser feliz, por favor, solo una navidad. —Abrió los ojos.
—Mild, mamá se está acercando. — Avisó Boat. Con dificultad el niño logró salir del vestidor y tomar la mano de Boat —¿Lo pediste? —preguntó emocionado.
Mild asintió, con la esperanza inundando su cuerpo, algo dentro de él le decía que no debía creer en que aquello se volvería realidad, que no podía ser posible que un maniquí cobrara vida. Caminó con Boat hacia donde se encontraba el maniquí y lo observó un momento, era muy lindo, indudablemente se vería bastante bien con Gulf.
—Por favor, Santa, —Pidió en un susurro —es mi deseo de navidad.
—¡Ahí están! Oigan, esta tienda es muy buena, tiene muchas cosas para ver, ¿podemos quedarnos un rato más? —habló emocionada Sunan.
Ambos niños rieron —¿Podemos ir a ver los juguetes? —Pidió Boat.
En ese momento un estruendo resonó no solo en aquel lugar, si no en todo el centro comercial en general, seguido del estruendo hubo una enorme y fuerte ventisca, aquel frío aire se colaba por cada orificio y erizaba la piel del que era abrazado por el mismo. Aquello alertó a muchos presentes, incluso asustó a muchos niños, pues el clima en Tailandia es conocido por su frescura incluso en Diciembre.
—Bien, pero no se alejen de ahí, ¿de acuerdo? Iré a buscarlos en ese pasillo. —Indicó Sunan —Tal parece que esta noche tendremos una tormenta y eso es algo bastante extraño e inusual.
Ambos niños sonrieron y asintieron, corrieron hacia el ala de los juguetes, Sunan se giró sobre sus tacones y se alejó también del lugar, sin poder percatarse de la reciente anomalía detrás de ella.
—Wow, hay muchos juguetes aquí —dijo Boat, Mild asintió —. ¿Qué sucede, Mild? — El castaño los hizo detenerse. El pelinegro lo observó, pero, no respondió. —¿Es por el deseo?
Mild asintió. —Es que y-yo...
—“Personal de la tienda, por favor se les solicita presentarse a una reunión inmediata, repito, reunión inmediata en el área de la vitrina" — Se escuchó por los parlantes de la tienda.
Ambos pequeños se miraron asombrados y corrieron en dirección a la vitrina, abriendo grandemente sus ojos al notar aquel detalle.
—No está, —susurró Boat. —¡el maniquí no está!
Mild sentía su corazón latir frenéticamente, la noche ya había caído. —¿Crees que?... — Ambos tragaron grueso.
—No lo sé, pero mejor vámonos de aquí, mamá nos buscará en el pasillo de los juguetes. — Mild asintió.
Ambos decidieron caminar en la dirección contraria pues algunos del personal de la tienda les cubrieron el camino por el cual habían vuelto. Estos susurraban cosas como:
—El maniquí no está.
—¿Cómo pudo haberse perdido?
—Estaba aquí hace unos segundos.
—El jefe va a matarnos.
—Se lo han robado con todo y prendas.
Los niños continuaban levantando muy alto su cuello a medida que avanzaban, para intentar observar el lugar de la vitrina. Llegaron al pasillo de los vestíbulos, en el cual había ropa por un lado y ropa por otro, estantes y hasta muebles metálicos que sostenían en perchas las distintas prendas de ropa.
—¡Pssst! ¡Pssst! — Mild se detuvo de inmediato.
—Boat, ¿e-escuchaste eso? —preguntó asustado.
—¿Qué cosa?
—Alguien... — Tragó grueso —alguien le hizo: Pssst — Imitó el menor
—Pero aquí no hay nadie, es más, creo que van a cerrar la tienda por que el maniquí se perdió —explicó Boat.
—Pero si yo no me he perdido, estoy aquí.
—¡¡AAAAAAAHHHHHH!! —gritó Boat. Grito que fue callado por la mano de Mild, sus ojos estaban a punto de salirse debido a que observaba a aquel peculiar maniquí frente a él. Escondido entre un mueble metálico, cubierto por la ropa que este sostenía —Pbebro bsi bes bel mabnibqubi —habló el castaño, con la mano de Mild aún cubriendo su boca. Mild la retiró estando seguro que su amigo ya no gritaría.
—¿Eres real? —preguntó al maniquí, quien lo observaba con sus ojos bien abiertos. Este asintió varias veces. —¿Pero, cómo? — El maniquí frunció el ceño.
—¡Claro! ¡Pero si yo soy tu cuñado!, tú me pediste para navidad. Cierto, ¿en dónde está tu hermano, eh? Lo extraño —expresó el maniquí, dando un largo e ilusionado suspiro.
—¡¿Qué?! Pero. Pero. Pero y-yo--
—Mild, ¿y si lo asimilamos luego? ¿Qué le diremos a mamá? —preguntó asustado.
—¿Mamá? ¿Qué es eso? ¿Se come? —cuestionó curioso el maniquí, ambos niños rieron.
—No, —respondió Mild —ahora debo pensar cómo sacarte de aquí. — Los dos restantes guardaron silencio esperando la respuesta del que parecía más maduro ahí: Mild —¡Ya sé!
Si un adulto es inteligente, un niño lo es el triple más, esa ocasión lo probaron perfectamente Mild y Boat.
—¿Listos? Voy a salir —anunció, pero antes de salir se golpeó la cabeza contra la superficie del vestíbulo y su peluca cayó —. O-Oh, oh, ¡Oh no! ¡Mi cabello! ¡Niños, mi cabello se perdió!
—¿Su cabello? —preguntó Boat.
—¡Su peluca, es su peluca!, busca su peluca. — El maniquí continuaba lamentándose por su cabello.
—¿Y si le buscamos otra?
—Buena idea —respondió Mild. Caminó un poco más hacia el pasillo de al lado y tomó una peluca de color castaño oscuro, la llevó hacia el otro pasillo y se la extendió al maniquí. —. Ten, aquí está tu cabello.
—No es este, el mío era rubio, soy un maniquí pero no soy tonto. — Berrinchéo.
—¡Usa ese! —reprendió Mild —Debemos irnos —
—¿Y podré ver a tu hermano? —preguntó, con emoción.
—Eh sí, sí. — El maniquí tomó la peluca y salió del vestidor —Boat, es hora de que vayas con tu mamá y le pidas el dinero.
—Bien — Boat comenzó a correr en dirección hacia su madre, y Mild comenzó a atender al maniquí.
—Está al revés, ven, agáchate. — El maniquí se puso de rodillas para permitirle al pequeño arreglar su peluca. La realidad era que se veía bastante gracioso con la peluca al revés.
—¿Por qué debemos escondernos? —preguntó.
—Bueno, porque... porque eres muy bonito y si te ven te querrán alejar de mi hermano.
El maniquí hizo un puchero. —Pero yo no quiero —dijo, con voz triste.
—Tampoco yo, por eso debes ser muy cuidadoso y hacer todo lo que yo te diga, ¿de acuerdo? — El maniquí asintió.
Mild lo observó aún con incredulidad, parecía bastante real, de no ser porque había un brillo bastante peculiar sobre la piel de este, aquel brillo que le recordaba que era un maniquí.
—Lo tengo —dijo Boat.
—Bien, debemos irnos.
Mientras que los niños caminaban de la forma más normal, el maniquí caminaba detrás de ellos de forma “recta y tensa".
— ¿Lo estoy haciendo bien? —preguntó, inclinándose a la altura de Mild.
—Sí, solo trata de parecer más normal, relajado.
—Relajado —repitió.
Las personas en el lugar observaban con atención al enorme chico que vestía de negro, con gafas de sol en pleno invierno y un gorro que cubría hasta su frente, pero no era aquello el motivo por el cual lo observaban con curiosidad.
—Son 45,000 bath, —dijo, la cajera de la tienda —¿tienen con qué pagar? — Esta no dejaba de observar al alto chico al lado de los dos niños, este estaba estático, con ambas manos dentro del suéter negro que portaba.
—Esta tarjeta es de mi mamá, — Boat le extendió la tarjeta de Sunan a la cajera —cobre todo de ahí, por favor.
—Bien. — La cajera tomó la tarjeta con duda —Oiga, — Le habló al maniquí —¿no sería mejor si le quita las etiquetas? — Pues el maniquí portaba la ropa con las etiquetas aún al descubierto, eso para él era normal, muy normal.
—Era por eso que toda la gente lo veía raro. — Le susurró Boat a Mild en el oído, este asintió.
—Así le gusta a él —respondió Mild.
—Niño, debo comprobar si esta tarjeta en verdad es de tu madre.
Pero entonces Sunan venía apareciendo por un pasillo y Boat sonrió. —Es ella, puede preguntarle si no me cree.
—Debo hacerlo —respondió la chica escéptica.
—¡Mamá! — Boat corrió hacia Sunan.
—Aquí están, pequeños —dijo ella. La cajera sonrió.
—Mamá, Mild y yo nos adelantaremos al auto, le he dado la tarjeta a la chica pero no me cree que seas mi madre. — Ambos niños observaron con disgusto a la cajera, el maniquí al notar esto también le dedicó una mala mirada a la chica, pero gracias a sus lentes, al suéter ajustado y al gorro que portaba, esta no fue visible para la chica.
—Es su trabajo. Yo soy su madre, puede cobrar ahí. — La cajera volvió a sonreír. —Más esto, por favor.
—Bien — Mild y Boat corrieron hacia la salida, el primero tirando de la mano de Mew. —Son 65,000 bath.
—¿Se-sesen-nta y cinco mil b-bath? — La cajera asintió —Wow, aquí todo es caro. — Sunan dejó pasar de largo la cantidad, imaginando que aquel era el costo de las cuatro prendas que ella había escogido, pues simplemente las tomó sin revisar su precio.
•
—¿Cómo convenceremos a tu mamá para que lo deje ir con nosotros? —preguntó Mild
—Yo lo hago.
—¿Ya veremos a tu hermano? —preguntó el maniquí.
—Esta tienda es bastante cara, ¿pueden recordarme no volver a comprar aquí? Me sacaron un ojo de la cara por cuatro prendas. — Se quejó, Mild y Boat rieron.
—Perdone, yo aún le veo sus dos ojos —comentó el maniquí, completamente sincero e inocente ante la situación. Aquello hizo reír a Sunan.
—Cariño, es solo un decir, ¿quién eres tú?
—¡Él es!... — Mild interrumpió en el momento en que el maniquí intentó hablar —es... —Observó por todas partes buscando algo que pudiera darle un nombre de imprevisto para el maniquí. Algo en la bolsa que sostenía Sunan llamó su atención, ladeó un poco su cabeza y leyó: Wew Holland Supermarket. —M-Mew... Sup...
—¡Suppasit! — Ayudó Boat.
—¡Sí, sí!, su nombre es Mew Suppasit — Sonrió Mild
—¿En serio? —preguntó el maniquí. Sunan los miró dudosa.
—¡Sí! Y no tiene como ir a casa, ¿podríamos llevarlo? —preguntó Boat.
—Depende de en dónde viva —respondió ella.
—Cerca de nuestra casa, ¡es amigo de Gulf! — Intervino Mild.
La sola mención del nombre del pelinegro, hizo sonreír a Sunan. —¡Vaya! No sabía que Gulf tuviese un amigo tan apuesto. — Mew Sonrió de labios. —Bien, vámonos entonces. — Sunan caminó hacia el auto.
—¿Quién es Gulf? — Le preguntó Mew.
—Es mi hermano — Le Susurró Mild.
—Ya quiero verlo —dijo emocionado.
—Será pronto, ahora debemos ir a casa.
•
—¿Seguro que tu casa queda cerca de aquí? —preguntó de nuevo Sunan. Mew asintió —. Bien, entonces, Mild te veré entrar, tu hermano ya está cerca, recuerda que debes cerrar con llave, ¿si? — Mild asintió. —Bien, entra entonces. — Tanto Mew, como Mild y Boat observaron la casa al mismo tiempo y tragaron grueso al mismo tiempo.
Mild observó a Mew y caminó lento hacia la puerta. —¿Qué hago yo? — Le Susurró Mew a Boat.
—Solo camina un poco y cuando mamá arranque el auto, regresa a la casa de Mild. — Le indicó también en un Susurro.
Mild cerró la puerta y se acercó a la ventana para despedirse de Sunan. — Bien, Mew, nos vemos entonces.
—¿Eh?... o-oh, sí —respondió Mew, sin moverse.
Sunan lo observó y parpadeando, le dijo: —¿No irás a tu casa?
—¡Ah, sí! ¡Sí! Mi casa está... —Observó a todos lados. Mild estaba oculto tras la ventana, observando todo aquello.
—¡En aquella dirección! —dijo Boat, señalando al frente.
—Sí, hacia allá. — Señaló Mew. —M-Me... me voy, yo, adiós. —Comenzó a caminar lento.
Sunan continuaba extrañada por aquello, regresó al auto aún dudosa, observaba como Mew caminaba de la forma más lenta posible. Encendió el auto y avanzando de la forma más lenta, alcanzó a Mew.
—¿Seguro que no quieres que te lleve a tu casa? — Le preguntó, luego de bajar el parabrisas.
—No, mi casa está cerca —respondió Mew de manera nerviosa.
—Mamá, tengo mucho sueño, hambre y quiero ir al baño —habló Boat, para ayudar a Mew.
—¡Vaya! Se te juntó todo —dijo la mayor, Boat asintió y apretó su estómago —. Bueno, en ese caso, nos vemos Mew, cuídate y feliz navidad. — Mew asintió varias veces, Sunan decidió avanzar con la duda aún en su interior, en un instante el auto avanzó una considerable distancia. —¿También viste que llevaba las etiquetas de la ropa? —preguntó a su hijo.
—Sí, así le gusta a él —respondió el castaño, encogiéndose de hombros.
Mild no tardó más y abriendo rápidamente la puerta corrió hacia Mew —¡Ven, vámonos!
—Me asusté mucho, no vuelvas a dejarme solo. — Mild rió por aquello.
Ambos entraron a la casa, Mew miraba asombrado todo a su alrededor. —¿Te gusta? — Sonreía mientras observaba al maniquí.
—Es mucho más pequeño que el centro comercial, pero me gusta mucho —respondió.
—Bien , siéntate aquí, debo ir a bañarme, mi hermano vendrá pronto y verás que es muy hermoso.
—Lo sé, lo amo —respondió Mew, Mild rió.
—Eres un milagro, en serio estoy muy feliz —dijo Mild, lleno de alegría.
—A tí también te amo —dijo Mew, abrazándolo.
—Gulf está a punto de llegar, iré a bañarme, recuerda que debes sonreír. — Mew asintió.
El niño subió las escaleras hacia su cuarto y Mew permaneció sentado en el sofá, esperando que Gulf llegase, golpeando sus dedos en su rodilla, parecía realmente una persona, a excepción de algunos detalles, como el estilo plástico de su piel y el hecho de que no podía sonreír ampliamente debido a que la dureza de su material no se lo permitía.
Observó a su alrededor intentando encontrar algo en qué entretenerse, aquella puerta de color caoba llamó su atención, se puso de pie y caminó hacia ahí, esta estaba sin llave. Ingresó poco a poco y aquel lugar le pareció bastante interesante, cada esquina completamente ordenada, un escritorio en el centro, sin un bolígrafo fuera de lugar, se acercó al escritorio y comenzó a recorrerlo con la palma de su mano, sintiendo la textura barnizada de la madera.
Encontró unos anteojos dorados, un tanto cuadrados, los tomó con delicadeza y se los puso, sonriendo porque aquellos cristales no provocaban nada en su vista.
De pronto escuchó el sonido de unas llaves y seguido de eso la puerta ser abierta, sintió el nerviosismo recorrer su interior. —Mild, ya llegué, ¿en dónde estás?
—Gulf —susurró, lleno de emoción.
—¿Mild? — El pelinegro comenzó a caminar lentamente —¿estás arriba?
Mew prácticamente corrió desde el lugar en el que estaba y se detuvo frente a Gulf, sonriendo embobado al observar lo hermoso que era.
—¡Hola!, ¿tú eres Gulf? —preguntó, con una amplia sonrisa y emoción desbordando de su ser.
Cortó la distancia con el pelinegro y lo envolvió en un abrazo, lleno de alegría y con movimientos un tanto torpes debido a los nervios que le causaba el bonito chico pelinegro.
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