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𝒞𝒶𝓅𝒾́𝓉𝓊𝓁𝑜 33;

𝒥𝑒𝑜𝓃 𝒥𝓊𝓃𝑔𝓀𝑜𝑜𝓀

No podía creerlo, ella estaba aquí frente a mi. Entre todas las cosas que imaginé que podían pasarme en mi estadia en la Isla, ver a Hui jamás había sido una de ellas. ¿Qué tenía esta mujer para nublar todos mis sentidos y hacerme desear el amor de esta manera? Aquí, frente a mi la estaba viendo y no podía creer lo mucho que necesitaba ver su rostro, lo mucho que anhelaba su presencia.

Tan pronto como la vi la envolví en mis brazos, sentir su cuerpo contra el mío era un placer que no quería volver a perder y me aseguraría de que cada vez que pudiera tenerla cerca poder estrecharla entre mis brazos. Entre mis brazos, sintiendo su cuerpo mojado y helado por la lluvia, mi rostro contra su cabello que apenas y olía a ese característico aroma a fresas que me encantaba y me volvía loco, ella seguía en silencio, sin mover su cuerpo, solo con su cabeza recostada a mi pecho.

Me alejé de ella para que pasara a mi habitación, puesto que algo me decía que pasaríamos la noche entera despiertos, hablando, por supuesto.

— De verdad no puedo creer que estas aquí — dije con tono anhelante — Pasa, ppr favor.

— No — dijo ella. Tenia una expresión indescriptible en el rostro y ya podía ver que sus ojos estaban listos para llorar — Quiero decirte algo primero.

— Hui, vamos a hablar pero necesitas ponerte ropa seca — le dije con paciencia — no quiero que te enfermes.

— Eres un imbécil — me dijo.  Asustado abrí mis ojos como platos, ¿no venía ella para perdonarme? — Y detesto que lo seas, porque bien podrías ser un hombre normal, pero no lo eres, por eso quiero decirte que te vayas al infierno... — me dijo casi llorando — pero si te vas, asegúrate de llevarme contigo...

No dije nada, me mantuve de pie sorprendido, tratando de  asimilar sus palabras ya que no estaba seguro  de cómo tomarlas.

— ¿Eso quiere decir qué...? — pregunté dudando. Ella me miró más fuerte.

— Que a pesar de que eres un imbécil y que alguna vez desee que se cayera tu pene, he decidido perdonarte — me dijo suavemente, se acercó a mi y puso sus manos sobre mis brazos — Y que no pienso decirte que te amo de vuelta, ya te lo dije una vez y espero que eso sea suficiente.

Aún confundido, ella pasó por mi lado directo hacia el interior de mi habitación. Yo estaba demasiado confundido, perplejo, casi inseguro de lo que acababa de pasar. Aún así, cerré la puerta tomando antes su pequeña maleta que estaba en la piso, completamente mojada. Puse seguro y me fui con ella. Dejé la maleta en una esquina y caminé a ella, hasta la pequeña sala que tenía mi habitación.

—¿Te gustaría darte un baño primero? — pregunté, porque la verdad no sabía con exactitud qué decir.

— Sí, eso me gustaría mucho — asentí y con la mano le pedí que me siguiera. La llevé hasta mi baño con la mano de ella entrelazada a la mía — ¿Me prestas ropa? Toda mi maleta está mojada.

La miré, aún dudando de que todo esto fuera real.

— Entra al baño, Hui — la empujé suavemente hasta que estuvo dentro por completo y cerré la puerta.

Segundos después escuché el agua de la ducha y me fui por ropa para ella. Dado que no esperaba su visita, ni la visita de ninguna otra mujer, solo tenía para ofrecerle camisetas limpias de color blanco y ropa interior masculina. Me senté en la cama y medite un poco mis próximas palabras, sentía que tenía mucho para decir, tanto que podía equivocarme y no quería eso, quería demostrarle que de verdad estaba arrepentido y asegurarle que no planeaba dejarla ir nunca.

Sabía que era por ella que me sentía mucho mejor, todos aquellos pensamientos nebulosos que tenía hace unas horas habían desaparecido y no es porque ella fuera una medicina o algo por el estilo, era simplemente porque su presencia era algo que amaba.

Salió del baño minutos después, envuelta en mi bata.

— ¿Mejor? — pregunté poniéndome de pie.

— Sí, el agua caliente calmó mi frío — dijo ella con una pequeña sonrisa — La ropa...

— Umm, puedes usar lo que está en la cama, mandaré a pedir cosas para ti — empecé a caminar lejos de ella oara que pudiera vestirse.

No quería alejarme pero sabía que no era bien momento para calentarme más, así que le di su espacio. Desesperado me senté en el sillón y contemplé la vista desde mi ventana. Había mucha luna y el cielo estaba despejado, parecía que en realidad no había llovido o algo así. Era raro, ya era invierno y se suponía que debía estar nevando, no lloviendo, pero aún así, el frío estaba presente indicando que pronto tendríamos una navidad blanca.

Hui apareció a mi lado minutos después, tenía el cabello recogido en una toalla y con mi camisa puesta se veía hermosa. En silencio se sentó a mi lado.

— De no haberme mojado, creería que no ha caído ni una gota de agua — dijo de la nada — Creo que llovió a propósito.

— ¿Por qué dices eso?

— Ya sabes, cuando una pareja va a hacer las pases siempre llueve. Supongo que es por eso.

— ¿Nos estamos reconciliando? — pregunté.

— Supongo. Aunque sería bueno si me dices todo eso que me dijiste en la carta. Quiero oírlo.

Me mordí el labio y me acerqué a ella hasta estar ambos muy juntos. Tomé su cara entre mis manos  y solté lo que tenía por decir.

— Te amo, Gyeong-hui. Perdón por todo lo que te hice, sin embargo agradezco que haya pasado, más no haberte lastimado. No quiero estar lejos de ti ni un momento más y espero que lo entiendas.

Ella empezó a llorar y no podía permitirlo. Limpié con mis dedos cada lágrima que caía.

— ¿No volverás a hacerme daño? — preguntó dudosa.

— No, juro por mi vida que me encargaré de que cada día sonrías y que no te arrepientas de haberme perdonado.

— Si me lastimas una vez más, prometo hacer que lo lamentes más profundamente — me dijo ella — No voy a tolerar ni una salida más.

— No pienses en eso, Hui — le besé la mejila suavemente — Ahora dime, ¿has venido solo a decirme eso o planeas quedarte un poco más?

— Me quedaré un poco más — dijo ella, tímidamente.

No pude resistir más y puse mis labios contra los de ella. Gemi profundamente ante el primer contacto y sentí estar en el paraíso. Sus labios eran deliciosamente suaves. Ella, sorprendida por el contacto tardó en reaccionar pero me devolvió el beso casi con la misma desesperación que yo. Su boca me invitó a explorar su cavidad, me dejó meter mi lengua y saborear lo que me había perdido por meses. Su dulce sabor inundó mis sentidos y me hizo sentir como un tigre enjaulado.

El beso se volvió más fuerte y aproxime mi cuerpo más al de ella hasta que quedó semi recostada en el sillón, dispuesta a todo, pero no quería apurar las cosas, quería algoma más que eso.

— Jungkook... — suspiró ella tan pornto como me aparté solo por unos segundos para verla — Te necesito.

— Y yo, pero no quiero apresurar las cosas — le dije.

Ella volvió a besarme tan profundo, incluso más desesperada y a pesar de que quería demostrar que no era necesario justo ahora, ella parecía más decidida que nunca. Empezó a tocarme por todos lados y a levantar sus caderas provocando que yo no pudiera de verdad resistirlo más.

— Hui, con calma... — pedí suavemente, porque de lo contrario no tendría autocontrol y luego las cosas se iban a decsontrolar.

— No puedo esperar, te necesito — me dijo ella — Quiero que hagamos el amor, Jungkook. Demuestra cuanto me amas.

Me lo tomé como un reto personal y todo lo que pensé en contenerme ahora ya no era importante.

— Bien — dije y me separé de ella. Hui me miró confundida — Vamos a la cama.

— Tú no eres el Jungkook que recuerdo — me dijo — el Jungkook de antes me tendría sometida aquí en el sillón.

Sonreí.

— Sin duda haría eso, pero te he dicho que he cambiado — le ayude a ponerse de pie — Además, en la cama hay más posibilidades.

La obligué a seguirme y ya dentro de la habitación dejé que se quedara de pie cerca de la orilla de la cama.

— ¿Qué debería hacer contigo?

— ¿No sabes lo que tienes que hacer con una mujer que está dispuesta a todo? — atacó ella.

— Claro que sé que es lo que debería hacer con una mujer, pero tu no eres cualquiera — me acerqué a ella y puse mis manos sobre sus hombros — Además te recuerdo que no te he visto desde hace mucho, tampoco te he tocado y no he tocado a nadie desde que tu entraste a mi vida.

— No puedo creer eso...

Empecé a bajar mis manos por la silueta de su cuerpo hasta llegar al borde de la camisa. Le subí las orillas hasta que miré su ropa interior.

— Mis cosas te quedan muy bien puestas — le dije — pero sin ellas te miras mejor.

— Continúa, por favor.

Seguí subiendo su camisa hasta que llegué al borde de sus pechos. Mire la vuelta que hacían estos y se me hizo agua la boca porque eso era precisamente lo que me volvía loco por ella. La naturalidad de cada curva de su cuerpo. Saqué la camisa por completo junto con la toalla que tenia en el cabello y las tiré al piso.

Con un dedo empecé a delinear el contorno de sus senos, me entretuve en ellos hasta que llegué a sus pezones, aparté el dedo y lo bajé hasta la cinturilla de la ropa interior.

— No sabes lo loco que me puse cuando me enteré que Jimin te había visto desnuda — le dije mientras bajaba el bóxer — quería asesinarlo, estaba muy celoso, casi muero cuando vi tu cuerpo en exhibición.

— Era solo un cuadro — dijo ella casi con dificultad.

— Un cuadro de la mujer que amo completamente desnuda.

Gyeong-hui quedó completamente desnuda frente a mi.

— ¿Sabes donde lo tengo? — pregunté acercando mis labios a su vientre. Le di un suave beso y escuche su agitada respiración — Está en mi oficina, la veía cada noche pensando en cuanto deseaba tocarte, imaginándome como se sentiría tu calor, tus besos y toda tu, pensando mil maneras de como debía hacértelo.

— ¿Cuál es el punto? — preguntó desesperada. Yo seguía dando besos por su cuerpo, ignorando la zonas más sensibles.

— Ninguno, solo quería decirte que por toda esta noche cumpliré mis fantasías y te haré saber a quien le perteneces. Que yo soy tuyo y tu eres mía.

No pude más y la besé fuertemente, ambos nos dejamos caer en la cama y yo tocaba cada parte de ella, Hui hacía lo mismo hasta que bajó mis pantalones. Ella adelantó sus caderas pidiendo más y no la defraude.

— Te amo, Gyeong-hui.

°

Era de madrugada, no sabía con exactitud la hora pero no pasaban las tres de la mañana. Talvez y con suerte había dormido solo dos horas puesto que Gyeong-hui y yo parecíamos insasiables después del primer orgasmo y fuimos por más.

Ella estaba en mi cama, su cuerpo desnudo estaba bajo las sábanas demasiado pegado al mío. La abracé por la espalda y mi corazón se conmovió al pensar en que si todo salía bien, esta sería nuestra vida de ahora en más. Quería esto, dormir con ella cada día, verla por las mañanas, verla después del trabajo, oír su voz, oír su risa. Lo deseaba, la deseaba a ella y a lo que podíamos ser.

Sonriendo, demasiado satisfecho cerré los ojos, seguro de que por la mañana, cuando el sol alumbrara ella iba a estar conmigo, justo como lo deseaba, y que por la tarde la llevaría de mi brazo a la inauguración de mu hotel, entonces me convertiría en el hombre más afortunado del mundo, sería la envidia de todos y por fin sentiría que mi vida tenía un sentido. Solo por ella, en eso se iba a convertir, en mi vida, en mi mujer por completo.

°
Holaaaaaaa! No dilate mucho en volver, jejeheheh. Seguro es la emoción porque ya la voy a terminar.

¡Ya casi 7k lecturas! Gracias!💗

Sin duda esta ha sido la historia que más apoyo ha tenido y eso lo agradezco mucho.

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