Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝒞𝒶𝓅𝒾́𝓉𝓊𝓁𝑜 28;

𝓙𝓲𝓶𝓲𝓷

Después de una noche larga y exhausta me había acostumbrado a salir, con mujeres específicamente. Pero justo ahora, el sentimiento era diferente. Me sentía exhausto, demasiado drenado después de estar al menos diez horas pintando, sin embargo a la única persona que quería ver era a Hui. No era bueno, sin duda no lo era. En mis días en París solía ser un alma libre, también le huía a los compromisos pero era contradictorio saber que justo ahora la libertad que antes solía tener no me gustaba para nada. No quería estar solo después de pintar, y era por ella.

El aburrimiento que sentía ahora era terrible, demasiado malo, demasiado consumidor, quería verla y escuchar su risa, talvez obtener un poco más. Por primera vez quería seducir a alguien, persuadirla para que viniera a mi, sin embargo algo me decía que Hui era diferente, demasiado cohibida como para ceder a la primera. Era demasiado romántica, demasiado soñadora, la sensibilidad iba con ella y su alma era pura, lo había visto en sus ojos, demasiado limpios.

A veces denotaba tristeza, habían momentos en los que sus ojos hermosos se tornaban vacíos. ¿Quién le había roto el corazón? La manera tan desconfiada en la que aceptaba cada acto de cariño por mi parte me demostraba que alguien alguna vez se lo había negado. ¿Quién fue capaz de hacerle eso? Especialmente a ella, una mujer que valía suficiente la pena como para ponerte de rodillas.

Pensativo y demasiado abstraído conduje hasta su casa. Yo no tenía intenciones de sucumbir a algo más hasta que ella me mostrara luz verde, sin embargo era demasiado difícil porque me llamaba a su terreno demasiado seguido y no podía resistirme. Nadie sería tan valiente como para huir de ella. De hecho, me preguntaba dónde había estado toda mi vida.

Unos minutos que me parecieron eternos me tomó llegar a su casa. Desde que bajé del auto el corazón se me calentó, palpitaba más rápido que en cualquier otro momento, ni siquiera cuando la tuve desnuda en mi casa, cuando ella me mostró su cuerpo con confianza y me hizo anhelar demasiado poder tocarlo, no como un artista, si no como un hombre que jamás estaría dispuesto a soltarla.

Toqué la puerta de su casa y la respuesta fue inmediata. La puerta se abrió y me bendijo con su sonrisa, condenando mi alma a estar atada a la suya para siempre. Como un hechizo, Hui era demasiado peligrosa para mi.

— ¿Te pasa algo? — preguntó cuando me quedé demasiado tiempo viéndola sin entrar — Pareces distraído.

— No es nada, solo que un destello me ha dejado aturdido — le dije. Ella me miró sin entender.

— Siempre dices cosas muy rebuscadas que no logro entender — me dio una pequeña sonrisa y se hizo a un lado de la puerta para que yo pudiera pasar — Entra de una vez, hace frío aquí afuera.

Tenía razón, sin embargo la calidez que su rostro transmitía no me dejaba sentir lo helado del clima.

— Huele exquisito, ¿qué haces? — le pregunté cuando sentí un particular aroma a comida casera.

Me dirigí hacia su pequeña cocina para descubrir de donde provenía el olor. Destape una olla y era un caldo que se veía demasiado bueno.

— Dado que es invierno creo que un caldo es lo mejor para hacer — me voltee a ella y sonreí — ¿No te gusta?

— Curiosamente todo lo que viene de ti me gusta — le dije. Me acerqué un poco hasta ella — Y eso no es bueno.

— ¿Por qué? — me preguntó inocentemente. Me acerqué más a ella hasta que la llevé a pegarse a la pared — ¿Qué te gusta de mi?

— Eso es mucho para responder, son tantas cosas que si empiezo pueda que mientras te las esté diciendo se me ocurran más — aprisione su cuerpo en mis brazos y baje mi rostro hasta el de ella — Por eso es más fácil deducir lo que no me gusta.

— ¿Y eso es? — ella cerró los ojos, poniéndome la situación más difícil, casi suplicando que hiciera lo que tenía en mente.

— Que me gustes tanto — le dije. Su nariz y la mía se tocaron — No es bueno.

— ¿Por qué?

— Porque se que no puedo tenerte.

Su respiración menguo igual que la mía, me dio una última mirada antes de volver a cerrar los ojos y pegarse a mi. Nuestros labios se tocaron y fue para mí como el cielo. Eran suaves, calientes y demasiado buenos, no quería alejarme de ellos nunca. Su boca se movió sobre la mía entonces me di cuenta que estaba pensando de más justo en el momento en que no debía. Mis labios también fueron hambrientos, demasiado expeditivos. Nuestras lenguas se mezclaron en una danza hipnotizante, mis manos encontraron camino hacia su cintura y la pegue por completo a mi, sin dejar una sola línea de espacio.

Fueron minutos que se sintieron como días, hasta que ella me pidió silenciosamente un espacio para respirar, así que deje sus labios. Inmediatamente la sensación de soledad se instaló en mi. La anhelaba.

Uní nuestras frentes en un acto íntimo, ella me sonrió y después negó.

— Eres malo — me dijo despacio — Muy malo.

— Tu eres peor.

Ambos reímos y después nos separamos lentamente, cuando el olor del caldo se hizo más fuerte. Me tambalee cuando perdí contacto, no estaba bien después de ese beso porque quería más. Un beso no era suficiente, no cuando tenía este sentimiento anhelante por ella.

— ¿Me prestas tu baño? — le pregunte cuando ya nos habíamos separado por completo.

— Por supuesto. Ve a mi habitación — dijo ella de espaldas hacia mi mientras meneaba el dichoso caldo.

Empecé a caminar mientras algunos escalofríos se cruzaban en mi cuerpo, cuando sentía que quería regresar a la cocina y arrinconar su cuerpo contra la pared y no detenerme hasta que el sol estuviera en lo alto, pero mi cordura era más sensata así que caminé hasta que llegué al servicio.

Me encargué de mi cuerpo y cuando procedí a lavarme las manos la pequeña papelera de color verde que estaba a un lado del lavabo me llamó la atención. En ella se exponía una foto. Curioso la levanté y dado que estaba doblada por la mitad la extendí hasta verla completa.

Hui con solo un sosten de color negro descansaba su cabeza sobre el pecho tonificado de mi hermano. Mi corazón tambaleó y talle mis ojos, inseguro de lo que acababa de ver. Una segunda vista me dio una mejor perspectiva. Eran ellos. Hui y Jungkook. ¿Cómo podía ser cierto?

El mundo era demasiado pequeño y sin duda la vida se encargaba de jugarme sucio. Ella estuvo con él. Él con ella. Yo le di un maldito cuadro de ella desnuda.

Los ojos me picaron producto de la vergüenza, no podía creerlo como siquiera podía pensar en que ellos alguna vez fueron algo. ¿Ella lo amaba? Una pregunta sin respuesta. ¿Era él la razón por la cual ella se mostraba tan esquiva? Jungkook la lastimó...

Guardé la foto en mi bolsillo del pantalón y salí de la habitación. Toda la felicidad que sentía minutos antes se había esfumado. Me sentía traicionado, herido. Hui me iba a odiar si se enteraba de donde había quedado su cuerpo expuesto, también si se enteraba de quien era mi hermano. No querría verme y el beso de esta noche sería el primero y último, pero no me parecía justo.

Hui sirvió la cena, habló demasiado como siempre. No es que me importara, sin embargo. Amaba escuchar el sonido de sí voz, lo suave que se reía o como imitaba a las personas. Como se burlaba de sus propios chistes.

Mi vida la necesitaba para esto, para que todas mis noches fueran mágicas, pero estaba luchando contra la corriente, primero debía ser honesto, de lo contrario ella se volvería un recuerdo.

°

Por la mañana, después de agarrar valor suficiente como para tomar una decisión, conduje hasta las oficinas de mi hermano, necesitaba hablar con él y dejarle claro que esta vez no me estaba retirando, que no sería fácil como antes.

Entre sin saludar pues la prisa me ganaba. Hasta su oficina sin titubear. Sin tocar entré y me detuve frente a él.

— Necesito hablar contigo — dije firme. El me sonrió — Ahora.

Jungkook levantó sus manos en defensa y después me indicó que tomara asiento.

— Te escucho.

— Quiero que me devuelvas el cuadro. Te daré el dinero que pagaste de vuelta — dije rápidamente.

— ¿Por qué?

— No te hagas el tonto. Sabes quien es ella para mi y yo se quien fuiste para ella.

— ¿Quién fui? — me reto con la mirada.

— El imbécil que la dejó. Dame el cuadro.

— No — respondió seguro — Ese cuadro se queda conmigo — dijo en modo de burla — Si sabes lo que ella y yo fuimos que te hace pensar que se quedara contigo.

— Me motiva lo mismo que a ti al pensar que ella si quiera quiere estar contigo de nuevo.

— Ella me ama — Jungkook apretó los dientes — Tu y yo sabemos como terminara esto. Justo como en el instituto.

— Te equivocas. Esta vez llegaré hasta el final, hasta que Hui me aleje, hasta que yo vea que de verdad no hay oportunidad — le dije retandolo — No me haré a un lado. Si alguna vez lo hice fue porque ninguna de esas chicas me gustaban lo suficiente, esta vez es diferente.

— Termina con ella, Jimin. Te lo advierto. Gyeong-hui es mía, yo la conocí primero, he recorrido todo su cuerpo y sus besos me pertenecen.

— Pues parece que no. Anoche demostró que está libre.

El me miró enojado, con rencor.

— Si la tocas, Jimin. Juro que te arrepentirás.

— Nunca te he tenido miedo.

— Ella no te va a elegir. Volverá conmigo — dijo muy seguro de si mismo.

— Te equivocas, porque parece que se te olvida una cosa...

— ¿Qué?

— Que tu ya le has roto el corazón, yo no — me puse de pie para salir de la oficina — Ah, y puedes quedarte con el cuadro para que puedas imaginartela. Yo tengo la versión real. Tengo a Mok Gyeong-hui.

Salí de su oficina dando un portazo, de muy mala leche, peor de lo que pude haber imaginado. Llegar hasta estos extremos con tu hermano no era cosa fácil, menos si se trataba de una mujer. Pero esta vez no iba a retirarme, no me iba a apartar. Yo quería a Gyeong-hui y si Jungkook la dejó fue por algo.

Una voz en mi cabeza me decía que aún estaba a tiempo de correr, pero no iba a hacerlo, era todo o nada. Si Gyeong-hui al final me decía que no podía, que lo quería a él estaba dispuesto a alejarme, a dejarla, pero si al final podía probar un poco de suerte y tratar de que se quede conmigo, no estaba de más. Jamas nadie me había apasionado como ella, y aunque sabía que era quien llevaba las de perder no pensaba dejarlo. Jungkook era un desgraciado que había sido demasiado tonto como para dejarla, y aunque no sabía los antecedentes estaba seguro de que se trataba de la nefasta personalidad de mi hermano.

Conduje a casa lleno de dudas, demasiado preocupado pero a la vez motivado por Gyeong-hui. El beso de la noche anterior seguía intacto en mi cabeza, aún podía sentirlo contra mis labios, era un recuerdo a fuego, de esos que no se olvidan jamás. Me sabía más dulce que la miel y mejor que el paraíso.


°

Hola, me tardé un día de más en subir el capítulo, perdón.

Disfrútenlo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro