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𝒞𝒶𝓅𝒾́𝓉𝓊𝓁𝑜 21;

𝒥𝑒𝑜𝓃 𝒥𝓊𝓃𝑔𝓀𝑜𝑜𝓀

Por algo se decía que tomar entre semanas no era nada bueno. Mi cabeza palpitaba terriblemente, obligándome a cerrar los ojos cada ciertos minutos, además de eso, hace unos cuantos días que no podía dormir bien y he estado obligado a tomar medicina para al menos descansar unas horas, aunque claro eso era casi imposible porque me despertaba cada cincuenta minutos después de tener pesadillas terribles. No sabía porqué habían regresado.

La oficina parecía un lugar relajado y tranquilo, tenía mucho trabajo pero no estaba en intenciones de hacerlo e inconscientemente recordaba que el antiguo puesto de ella estaba solo a unos pisos bajo el mío, lo cual me atormentaba sin razón alguna.

Esta mañana esperaba recibir buenas noticias, el día de la apertura oficial ya se estaba acercando y mi mente deberia estar pensado solo en eso, eso era todo lo que importaba y por lo cual había trabajado muchos años. Todo mi imperio se reducía a los siete complejos hoteleros más influyentes del mundo, mi nombre era gigante y no había nadie que se comparara conmigo, sin embargo, sentía que faltaba algo, una pieza divina que me dijera que estaba en lo correcto, porque justo ahora sentía que estaba flaqueando y que el esfuerzo no valía la pena.

Mientras contemplaba la ocupada ciudad a través de mi ventana, viendo como la gente iba a venía, como todos estaban ocupados en sus propios asuntos, como cada uno de ellos parecía tener un afán. Igual que yo, sin embargo justo ahora eso se veía como apenas una ilusión. Definitivamente algo estaba mal conmigo.

En completa calma no pude despegar mi vista del ventanal, todo dentro de mi oficina estaba en silencio hasta que una voz chillona que ya conocía y que a veces aparecía en mis pesadillas, se escuchó dando voces.

— ¡Jungkook, querido! — Minha estaba aquí — He traído tu café favorito.

Ni siquiera me inmute, la vista por mi ventana me parecía más entretenida.

— Tiene leche de almendras, chocolate y sin azúcar — dijo cantarina aún. Sabía que su chillona voz no iba a cesar así que me di la vuelta — ¡Oh, pero mírate, luces terrible!

— Gracias, ese es mi propósito — contesté burlón, sin ánimos de alargar más la plática — ¿A qué has venido?

— Ya sabes, me dijeron que tú y ella ya han terminado — sonrió seductora y se acercó a mi a paso lento — Lo supuse, ella no parece ser de las que te gustan.

Quería decirle que cerrara la boca porque ella no sabía como malditamente habían sido las cosas, ella no tenía idea de cómo era la situación.

— No veo como eso es de tu interés — le dije.

— Intentas negarlo, pero aquí la única que sabe como eres y lo que te gusta, soy yo — Minha sabía mucho de mi y eso era un problema porque ella se sentía con derecho de reclamo — Por eso estoy aquí.

— Si te quisiera aquí te hubiera llamado. Tu número aún no se me ha perdido.

— Entonces dime que no me quieres aquí — se acercó más y más hasta que su cuerpo se pegó al mío — Dime que no me deseas — sus manos empezaron a recorrer mi pecho hasta llegar a mis pantalones.

Fue un recorrido terriblemente lento y cansino. Mi piel se erizo y respondió justo como ella quería. Lo digo otra vez, ella me conocía demasiado bien.

— Detente — le pedí en medio de el extasis y el odio — Minha...

— Me deseas — acercó su boca a la mía y lamio mis labios lentamente — El otro día estuvimos tan cerca de volver a conectar, pero esa lo arruinó todo.

— No la menciones...

Minha me mordió el labio y después los unió a los míos para besarme, haciendo que mi paciencia se desbordara, lo que me llevó a empujarla hasta un sillón que estaba cerca de la ventana. Ella cayó debajo de mi y gimió, así que la besé con más fuerzas.

— Lo sabía — murmuró entre beso y beso.

Empecé a besar su cuello y deslizarme por todo su cuerpo, tocando cada parte de este y sentía que la ropa estorbaba. Regresé a sus labios y los mordí con fuerza.

Desnudate, Hui — tan pronto como dije eso me detuve.

Ella me miraba ofendida pero sin perder la sonrisa cínica de su rostro. En ese mismo momento Namjoon entró, pero no me importó por la mierda que acaba de pasar.

¿Qué diablos fue eso? Sin duda había perdido la cabeza porque todo el tiempo creí que había sido Gyeong-hui. Olvidé Olvidé era Minha.

— ¿No hay hoteles disponibles a esta hora del día? — Hablo Namjoon con disgusto en su voz. Me aparte de Minha demasiado rápido y ajuste mi ropa.

Estaba confundido, aturdido. Eso no era normal. Jamás me había pasado antes y no tenía porqué empezar a ocurrir ahora.

— Kim Namjoon — dijo Minha. Yo aún no podía decir nada. Me quedé sin habla — Que alegría verte.

— Me gustaría decir lo mismo, pero hace un año dejé de mentir — contestó él con desagrado — Jungkook me gustaría hablar contigo — le miré y asentí en silencio — A solas.

— ¿Vas a decirle cosas malas de mi? — preguntó ella. Yo suspiré, por fin sintiendo que funcionaba bien.

— Jungkook ya sabe lo peor de ti. Dudo mucho que haya algo más cínico de lo cual hablar.

— Minha, vete — le exigí. Ella sonrió y de prisa pasó a darme un beso en los labios.

Se fue y nos dejó solos. La mirada de Namjoon era oscura y cargada de resentimiento. Ya sabía lo que iba a decir.

— No quiero tus regaños, Namjoon — le pedí. Me acerqué a mi escritorio y tomé mi lugar correspondiente.

— No te preocupes, ya te dije todo lo que debí decir. Ya estás grandecito — se acercó a mi mesa y tiró unos documentos — Revisa esos informes. Estamos teniendo problemas con los proveedores. Además, la seda que has ordenado para las sábanas está defectuosa.

— ¿Se perdió dinero? — Pregunté y abrí el primer archivo.

— No mucho. Han decidido regresar parte de ello, sin embargo tienes que tocar nuevas decisiones — asentí — Bien eso era todo.

Namjoon se levantó de la silla.

— Jimin me dijo que estuvo en tu casa anoche. ¿Le preparaste una cena de bienvenida?

— Sí. Es mi amigo.

— Yo también lo soy — le dije.

— Sol-i no te quiere cerca. Está teniendo problemas con sus hormonas.

Su excusa me parecía barata, sin embargo no podía profundizar.

— ¿Quién más estuvo allí? — pregunté recordando lo que Jimin había dicho.

— Una vieja amiga — respondió simplemente — Por cierto, no estaré por la tarde.

— ¿Tú esposa no quiere que trabajes?

— Iremos al hospital — aparté mi vista de los papeles.

— ¿Está enferma? — pregunté preocupado.

— No. Está embarazada — me sorprendí pero después sonreí. Yo más que nadie sabía los pensamientos de Namjoon con respecto a los bebes.

— Felicidades, futuro papá — le dije lleno e una pequeña euforia en mi pecho.

— Gracias.

— Namjoon, no quiero que estemos distanciados — le dije sincero. Namjoon era muy cercano a mi, no quería perderlo por razones tan pequeñas.

Sabía que a él no le agradaba la idea de mi y de todo lo que habia pasado, pero eso era privado, yo jamas me metería en su relación.

— No lo estamos. Pero me gustaría que entendieras que todo lo que te dije es porque te quiero y me preocupo por ti. Parecías feliz hace unas semanas — me dijo con voz dolida — Espero y no te toque la parte más dura, aunque parece que estas entrando a un pozo oscuro y no te importa.

— Namjoon... — gruñi.

— Consideralo. En todo caso sigo siendo tu amigo.

Salió de mi oficina dejándome otra vez en silencio. Nadie parecía entender mi forma de vivir. Yo no creía creía cuentos de hadas, tampoco en el final del arcoiris y no meinteresaba saber nada de ello.

Pero Namjoon y su faceta más feliz parecía que de momentos me deslumbraba, justo ahora sentía un poco de envidia porque Namjoon sí parecía tener un tesoro, el más brillante. Tendría un hijo. Yo jamás había considerado eso, por el contrario pensé tantas veces en hacerme el procedimiento de visectomia y así evitar cualquier accidente, pero era especialmente cuidadoso y sabía que eso era imposible.

°

Después de la visita de Namjoon no me quedé más tranquilo, por el contrario de ello pasé toda la tarde pensando en lo que ocurrió antes de que el entrase. ¿Por qué Hui? No debí acordarme de ella pero no podía negar que todo el tiempo estuve viendo su rostro y no el de Minha.

Recordaba cada parte de ella. Todos los lunares que tenía en su espalda, los hoyuelos que acompañaban su cadera, la línea de vello en su columna y la hermosa mancha en forma de nube que tenía en su pierna. No había olvidado nada y ahora cada noche que pasé con ella parecía más vívida que antes. Mas dolorosa y por momentos pensaba que talvez había cometido un error.

Después de un día tormentoso conduje a casa con desesperación y con deseos de encontrarla en la sala de mi ático, era ridículo y deplorable pero parecía que no había más. Todo se sentía vacío lo cual era estúpido porque siempre he estado solo. No iba a llamar a Jimin. No planeaba interrumpir sus planes ya que me dijo, en medio de nuestra borrachera del día anterior, que estaría en una cena con la amiga de Namjoon. El desgraciado siempre tuvo suerte.

Conseguía a las mujeres más hermosas, siempre fue así, en el instituto y la universidad. Muchas veces tuve envidia por lo cual hacía de todo para seducirlas y así molestarlo, pero en realidad nunca le importaba. Ir detrás de su conquista justo ahora me parecía inútil porque se suponía que yo era un adulto y que mis noches de locura ya habían pasado. Además, estaba bajo un tipo de mierda aún más terrible.

Sin poder estar tranquilo salí de nuevo de casa y condujo hasta el puente de Seúl. La idea de suicidarme había quedado atrás, sin embargo me relajaba poder ver lo calmo del agua. A pesar de lo frío que estaba, decidí quedarme por mucho rato.

Había muchas cosas en las que se suponía que debía pensar, unas me dolían más que otras. Por ejemplo la aparición de Minha de nuevo. Eso no era normal y lo manipuladora que era me llevó a casi tirarmela en el sillón de mi oficina. Debía odiarla y alejarla de mi, pero me daba igual.

Me prometí a mi mismo que después de la apertura del hotel me tomaría unas vacaciones de todo. No quería ver a nadie conocido, probablemente me perdería en Rumanía, para no ver a nadie y así esperaba que Gyeong-hui saliera de mi maldita cabeza, porque estaba empezando a pensar que echarla de mi vida había sido un error, y eso no era así, fue la decisión más consciente que había tomado en mi vida.

— ¿Planea tirarse? — me voltee a ver al dueño de la vieja voz que sonaba detrás de mí. Era una persona de la calle.

— Aún no, si me tiro ahora no saldré en las noticias — le dije sin ganas.

— Tirarse es de cobardes — me dijo mientras se acercaba más a mi — Yo casi lo hago, pero conocí a una mujer — comentó soñador — me salvó muchas veces de saltar, sin embargo yo no pude evitar que ella lo hiciera — capté el dolor de su voz.

— Talvez yo estoy aquí, a punto de saltar, por una mujer — le dije burlándome.

— Entonces ella no vale la pena — me dijo simplemente — Las personas deberían sumar a nuestra vida.

— Talvez. Pero puede que yo lo merezca — honestamente yo estaba hablando demasiadas estupideces pero aún así no pude evitarlo — Olvídalo.

Me aparté de la baranda del puente y caminé a mi auto.

— Déjame darte un consejo. El día que mi esposa saltó yo le grité y le dije que conocerla fue un error — puse atención a sus palabras — Cuando volví a casa para disculparme ya era demasiado tarde — le miré — Sí has decidido no saltar puede que sea bueno pedir disculpas.

— Las disculpas no arreglan nada. Si lo hicieran el mundo será mejor.

Me metí de nuevo a mi auto y arranqué. No necesitaba pensar en esto. Tenía un viaje a la isla Jeju por la mañana.

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