𝒞𝒶𝓅𝒾́𝓉𝓊𝓁𝑜 16;𝓤𝓷𝓪 𝓻𝓾𝓹𝓽𝓾𝓻𝓪 𝓲𝓷𝓮𝓿𝓲𝓽𝓪𝓫𝓵𝓮 1/2
𝒥𝑒𝑜𝓃 𝒥𝓊𝓃𝑔𝓀𝑜𝑜𝓀
Hoy era uno de esos días en los que él ser humano se pregunta "¿Qué diablos pasa?" Esa era lo que más cuestionaba en mi vida justo ahora. Los meses pasaban volando y la sensación de que estás completo pero no de la manera que quieres, me invade.
Se trata de Gyeong-hui. Todos los problemas que rodean mi vida son por ella, tiene una habilidad increíble de mezclarse en mis nervios y de alguna manera hacer que pequeñas pizcas de sentimientos vuelvan a mi ser y me hagan pensar de manera errónea. Yo no quiero sentirme así.
Siempre he mirado el amor como una debilidad. Te hace indulgente y terco, nubla tus sentidos y en cuestiones banales te hace pensar que la felicidad de tu otra "mitad" es prioridad. He visto eso con mamá y papá. Son un muy mal ejemplo.
Escuchar comentarios llenos de mierda por parte de Namjoon tampoco me ha ayudado mucho. Él sigue insistiendo con que ella y yo somos compatibles. Fuera del sexo no veo otra posibilidad. Sin embargo, Namjoon tenía un gran grado de convencimiento pues me ha hecho traer a Gyeong-hui a la pre-apertura del hotel en Jeju. Me vi obligado a hacerlo.
Desde mi cumpleaños, unos meses atrás, las cosas han estado un poco raras en cuanto a nuestro acuerdo. Ella insiste en hacer un tipo de ritual para que podamos conocernos mejor, ya le dije que no me interesa, se enojó conmigo y me dejó de hablar por una semana. También, me obligó a asistir a un tipo de teatro donde estuve sentado por una hora viendo a un montón de personas fingiendo ser actores en un escenario, después de eso le grité y le dije que me importaba una mierda su vida y sus preferencias. Ella contestó con un "solo trato de hacer que conozcas de mi mundo" entonces la dejé en el teatro y me marche a casa.
A pesar de eso ella seguía enojadose un día sí y un dia también, pero no dejaba de llegar a mis citas. En algún momento me llegué a sentir culpable, pero ese sentimiento no duraba más que unos pocos segundos, así que no tenía importancia.
Esta noche, cuando particularmente preferiría estar encerrado en mi habitación de hotel con Gyeong-hui, no precisamente hablando, la tengo a mi lado parloteando sobre como algunas cosas en el hotel se mirarían mejor. ¿Desde cuando era una maldita diseñadora?
He tenido que escucharla desde que di mi discurso de agradecimiento a todos los colaboradores del hotel. Solo hacían falta pocos arreglos para que estuviera abierto al público por completo, y puesto que esta fiesta era exclusiva solo para quienes habían puesto de su talento y dedicación, tenía fe en que no tardara más que un par de horas. La mayoría eran conocidos y amigos con los que había trabajado ya por muchos años, algunos eran nuevos en mi familia pero no menos merecedores del galardón.
Sin duda, dejando todo eso a un lado, lo qu esas llamaba la atención era que Gyeong-hui estaba pegada a mi como un chicle. Todos comentaban sobre esto y probablemente mañana la prensa estaría llena de fotos de nosotros.
— Jungkook, parece que no me estas prestando atención — me dijo a modo de reclamo — llevo horas tratando de que me escuches.
— Talvez ya debiste de haber captado la señal de que no quiero hablar.
— ¿Imcluso si te digo que estoy muy mojada?
La miré fijamente. Ella mentía.
— Gyeong-hui, basta — le advertí.
— Eres tan aburrido. No entiendo como eres tan codiciado en el mercado de solteros. Una vez que esto acabe crearé una página de calificaciones en Internet y no pienso darte una sola estrella — levanté una ceja, medio divertido y enojado por la manera tan fácil que tenía para envolverme en las más estúpidas conversaciones.
— Apuesto a que tu coño me daría cinco estrellas — parpadeó rápidamente y acalorada se alejó de mi.
— Iré por una copa.
Torcí los ojos aliviado de poder estar por unos momentos más a solas. De haber sabido le digo un comentario de ese tipo antes y así se va más rápido. Su presencia no me molestaba, solo que la prefería cuando estaba en silencio.
— ¡Jungkook, muchacho! — un hombre maduro de al menos cincuenta años se acercó a mi. Era el señor Han, ministro de la isla — Que gusto verte.
— Ministro Han — hice una reverencia — ¿Cómo así usted por aquí?
— No podía no asistir — me dijo sonriendo — No sabes lo mucho que estoy amando este proyecto. Jeju ya necesitaba un hotel de este calibre.
— Es un gusto que pueda confiar en mi y mi equipo — le dije sonriendo.
— Es más que eso, he visto la manera en la que te entregas al trabajo y debo decir que no he conocido a alguien más apasionado que tu en todos mis años. Eres muy bueno — comentó con admiración.
— Suena como algo que me diría mi padre — lo invite con la mirada a que me siguiera a una terraza que se había creado aprovechando el desnivel del terreno.
— Es algo que definitivamente le diría a mi hijo. Claro, si él fuera como tú — sonrió para amortiguar el incómodo momento que nos cubría — Me han dicho que estás saliendo con alguien.
— Yo no salgo con nadie — respondí seguro.
— Te daré un consejo.
— Ministro Han, lo respeto mucho, lo conozco desde que era muy joven pero no creo que usted pueda darme un consejo de como llevar una vida privada.
El sonrió.
— Tengo unos veinte años más que tu, te aseguro que se mucho — suspiré — Te conozco bien, Jungkook, a ti y a tu padre y puedo decir que no eres nada parecido a él.
— Eso es un cumplido.
— Si tu padre estuviera en tu lugar, él probablemente ya se hubiera casado con la pelinegra. Pero tu padre no es tan listo como tú, en definitiva él es más tonto que las mujeres.
— ¿A dónde quiere llegar? — Su mirada se dirigió a Gyeong-hui que venía con una copa en la mano.
— Las mujeres como ella no aceptan un no por respuesta, cuando se ven acorralados buscan todo lo necesario para hacer que te quedes. Ten cuidado, te lo dice alguien que todo el tiempo caminó sobre espinas y nunca se pinchó — le dio un sorbo a su copa — hasta que una mujer como la tuya escuchó un no.
— Sigo sin entender.
— Jungkook, cuando le digas que no, no va a ser el fin, será el comienzo — me mostró su mano izquierda donde portaba el anillo de matrimonio — En un suspiro me metió a un bebé y una boda.
Terminó su copa y se alejó, dejando que Gyeong-hui se acercara a mi.
— ¿Quién era? — preguntó ella, viéndome con sus grandes ojos.
Si la teoría del Ministro pudiera considerarse, ¿Gyeong-hui era capaz de hacer eso? La he escuchado murmurar algunas veces que espera un poco más de mi, pero no creo que sea tan tonta como para pensar que algo así pudiera retenerme a su lado.
— Nadie. Vamos — la tomé del brazo y la arrastré hasta el casino.
Observé a mi alrededor y cuando nos acercamos a la barra de las bebidas una rubia se acercó a mi. Ignorando por completo a Gyeong-hui.
— Buenas noches — dijo con voz seductora. Se me era fácil escucharla ya que apenas unas notas de piano estaban sonando.
— Buenas noches — la miré fijamente y me di cuenta de que era muy atractiva. Olvidé que Gyeong-hui estaba detrás de ella.
— ¿Me invitas a una copa?
Sonreí y llamé al barista.
— Un Martini para la dama — dije sonriendo.
— Supongo que eres el dueño — dijo ella.
— Supones bien.
Ella se mordía los labios, provocando que una parte de mi reaccionara, mientras la otra estaba pinchandome por sentir que estaba traicionando a Gyeong-hui. La miré a ella y me miraba de una manera distinta, estaba herida.
— ¿Estás solo esta noche? — las palabras de la rubia me desconcentraron y toda mi atención estuvo sobre ella — ¿Tienes una novia?
— No — respondí sin dudar — no tengo una novia.
Gyeong-hui se aproximó y la empujó.
— ¡¿Estás ciega?! — gritó la rubia.
— Ups, solo quería alcanzar mi bebida — dijo Gyeong-hui enojada — Jungkook.
— ¿Quién es esta? — preguntó la rubia. Enojado miré a Gyeong-hui. Ella no tenía el derecho de comportarse así.
— Eso solo una conocida.
La cara de Gyeong-hui se descompuso para luego sonreír.
— Pues que se largue — dijo la rubia.
— Sí, me voy. Hace unos minutos me encontré con un tipo bastante apuesto, talvez él quiera hacerse cargo de mi esta noche — dijo Gyeong-hui viéndome fijamente a los ojos — Compermiso.
Pasó por mi lado sin decir nada más. La sangre hervía en mis venas al escucharla decir eso.
— Ya que la loca se ha ido, deberíamos tu y yo...
— Nada. Disfruta la noche — le dije interrumpiendola.
— ¿A dónde vas? — preguntó desconcertada.
— A buscar a la loca.
Caminé enojado hasta salir por completo de la fiesta. Iba de prisa hasta que mire a Gyeong-hui recostada a un árbol casi al final del jardín. Estaba sola y con sus zapatos de tacón en la mano.
Me acerqué a ella despacio y con las manos metidas en los bolsillos.
— ¿Este era el hombre apuesto con el que ibas?
Ella me miró y me dio un papel. Había un número de teléfono escrito y el nombre.
— Solo es necesario hacer una llamada.
Rompí el papel.
— No voy a disculparme por lo que pasó allá. Sabes que nuestro trato no...
— Ya se, ya se. Lo repites cada vez que algo no sale a como tú quieres.
— Se trata de que tu no eres capaz de escuchar las reglas.
— ¿Por qué me trajiste aquí?
— Para que Namjoon me deje de fastidiar — ella suspiró— Gyeong-hui, necesito que lo entiendas de la mejor manera posible.
— ¿Te ibas a acostar con ella? — preguntó y hubo silencio.
Su pregunta sin duda no era algo que esperaba, pues me habia dejado sin una respuesta.
— Sí... — respondí. Eso era lo más cerca a mi moral y no necesitaba ocultarlo.
— Bien, regresa a la fiesta y búscala. Yo estaré en la habitación.
Despacio se fue caminando.
— ¿Segura que vas a la habitación? — pregunté cuando ella ya había avanzado unos metros.
— Puede, aunque en la habitación de al lado está el tipo apuesto que me encontré hace unos minutos.
— Gyeong-hui, no juegues con fuego.
— A mi me gusta arder.
°
La mañana ya había llegado. Gyeong-hui no estaba a mi lado y eso me enojaba increíblemente.
Anoche, después de que todo terminó, regresé a la habitación y ella estaba profundamente dormida en el lado izquierdo de la cama, su lado preferido. Esperaba que quisiera hablar pero no dijo nada, supongo que ya había superado su necesidad de querer explicaciones para todo, dado que nunca las tenía.
La puerta del baño se abrió y ella salió ya cambiada. Con un vestido veraniego de color verde y un sombrero con una cinta negra. Tenía zapatos blancos y un bolso en la mano.
— Buenos días — la saludé.
Ella solo me miró y se paseó delante de mi para recoger sus cosas.
— Estaré afuera esperando. — dijo cuando toda su maleta estaba lista. Salió de la habitación sin decir nada más que eso, dejándome desconcentrado.
Me importaba bien poco si ella decidía no hablarme. Era incluso mejor para mi y lo valoraba más que cuando ella decía un montón de palabras.
Me metí a bañar sin darle más importancia al asunto. No tenía caso pensar en su enojo puesto que no era justificado, no había ningún motivo para pensar en que necesitaba disculparme y a pesar de que me sentía culpable, eso no era suficiente. Gyeong-hui solo estaba de paso en mi vida, y era tan reemplazable como todo el resto de mujeres. No era la primera, por suerte tampoco sería la última, por ende su enojo no significaba nada para mi. De todas formas, siempre volvía a ser como antes, siempre estaba en mi cama al final del día.
°
Holaaaaa. Ha pasado un tiempo, apenas tenía tiempo para respirar, tengo un mes de vacaciones, espero terminarla.
Gracias a todas las que están leyendo. A las que me acompañan desde mis primeras historias y a las que se unieron por esta.
Psd: de mi parte para Jungkook:
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