𝒞𝒶𝓅𝒾́𝓉𝓊𝓁𝑜 15;
𝒢𝓎𝑒𝑜𝓃𝑔-𝒽𝓊𝒾
Se suponía que era un sábado normal, el ambiente no predecía nada prometedor o algo que pudiera hacer que la emoción en el pecho creciera, bueno, eso era para el resto de las personas, para mi era diferente.
Era el aniversario de muerte de papá y coincidía con el cumpleaños de Jungkook. A quien por cierto no había visto desde el jueves.
Después de su "encantadora" disculpa, todo lo que habia recibido eran mensajes insignificantes con apenas monosílabos, algo que me ponía de nervios y que me provocaba llenarlo de mensajes sin razón alguna.
Por alguna razón él había estado más raro de lo común, porque sí, ese hombre era rarisimo hasta los huesos, pero ahora estaba peor, su mirada, que antes era como fuego ahora era un pozo vacío, y algunas veces podía compararlo con un niño que había sufrido mucho. Intenté preguntarle pero nunca respondió nada, solo me daba una mirada en blanco y me ignoraba después. Aún así, trataba de provocarlo.
Hoy era su cumpleaños y quería darle un regalo, pero según Namjoon había salido de Seúl y no regresaría hasta el lunes por la tarde, así que tendría que esperar, por lo tanto, dado que mi papá también cumplía aniversario de muerte, estaba preparando una ofrenda para él, hacía mucho que no iba a visitarlo al cementerio y sentía que había perdido un tipo de conexión, podía parecer ridículo pero eso era lo que sentía.
Desde que mamá nos dejó solo habíamos sido él y yo contra el mundo, y con sangre, sudor y lágrimas comprendí que para luchar muchas batallas no se necesitaba un escuadrón entero, mi papá me dijo que yo podía ser ese soldado valiente que venciera todo, pero justo ahora me sentía vacía y no había nada por lo cual luchar cuando no se tiene algo. Había un hueco en mi pecho que no podía ser llenado, pero que sin duda se alegraba cada vez que Jungkook me daba una mirada, incluso si esta era vacía.
Era inevitable, estaba completamente enamorada de él. Y eso no era bueno, no tuvo que haber pasado. Enamorarme me atemorizaba, sobre todo porque estar en ese estado hacia que todos tus sentidos se desconectaran de la realidad y frente a tus ojos solo aparecieran estragos de lo que puede llegar a ser si es correspondido, pero tenía la fuerte corazonada que estar enamorada de Jungkook era ir contra la corriente.
Conduje por las calles de Seúl hasta llegar al cementerio donde reposaba el cuerpo de papá. Mire las flores blancas en el asiento del copiloto y cuando aparqué me quedé por unos segundos con las manos en el volante. Era un día triste. La tradición Coreana dice que tienes que preparar una serie de platillos para el difunto, hacer ofrendas a él, pero solo era yo, y papá me pidió en una de esas largas conversaciones que tuvimos que nunca lo hiciera. Que no hay un purgatorio y que no eran necesarias las ofrendas, que por cuanto había sido bueno iría al descanso eterno, o si había sido malo sufriría por la eternidad. Así que, en un intento de respetar lo que me había dicho, solo traía flores.
Bajé del automóvil y me adentré al cementerio, caminando lentamente con el ramo de flores en una mano y mi corazón en la otra. Papá estaba casi en los últimos lugares, su lápida tenía un poco de moho demostrando cuanto tiempo había pasado desde que vine aquí.
Saqué unas toallas húmedas de mi bolso y empecé a limpiar.
— Hola padre... — sentía que mi garganta se quemaba — ...Ha pasado un tiempo.
Hice silencio por unos segundos.
— La pastelería va bien. Yo no tanto — dije con una sonrisa — Tenías razón, Jinhyuk es un imbécil.
Papá siempre lo había visto de muy malas ganas, siempre me dijo que no me convenía, que yo merecía algo mejor. Perdo dudo mucho que después de Jinhyuk vino "algo mejor".
— Me he enamorado también. Él hace que mi corazón se agite, y al igual que tú, he hecho un pastel especial en su nombre, sin embargo se negó a probarlo.
Esto era como una tradición de nuestra. Hacer pasteles especiales para aquellos que eran especiales. Papá tenía uno para mamá incluso si esta lo dejó.
Mientras iba acomodando las flores al rededor de la lápida, sentí que un agudo dolor se apoderaba de mi pecho y me llevaba al día en el que papá murió.
— Te echo de menos...
°
Después de la visita a papá en el cementerio, me encerré en mi pastelería. Probando nuevos sabores aquí y allá, haciendo mezclas y llenando de aromas la cocina, hice que el tiempo no se sintiera, y que ese humor extraño que tenía después de ir al cementerio, se acabara y me diera un poco de paz.
Mientras terminaba de sacar unas galletas que tenia para entregar por la noche, un mensaje apareció en la pantalla de mi celular.
"Tienes una hora para estar lista. Te voy a recoger en la puerta de tu edificio"
"Las preguntas están prohibidas y entre menos digas, mejor"
El mensaje era de Jungkook.
Mi corazón chispeo y me apuré a terminar todo lo que tenía por hacer. Metí las galletas en las cajas de la pastelería y le puse el destinatario, para que un repartidor las pasara llevando y las entregará por mi.
Después de terminar eso fui hasta mi casa para cambiarme. No sabía dónde iríamos exactamente pero aún era su cumpleaños, así que seguramente era un lugar diferente. Improvise con un vestido negro corto, con pequeños destellos en la parte de la cintura. Dejé mi cabello suelto y el maquillaje ligero, no tenía mucho tiempo, solo faltaban unos minutos para que Jungkook pasara por mi.
Bajé hasta la entrada faltando solo cinco minutos para que se cumpliera el tiempo. Cuando apareció el carro de Jungkook él no estaba adentro, estaba otro hombre que ni siquiera se atrevió a mirarme, solo me dijo un escuálido "buenas noches" mientras me subía.
— ¿Donde está Jungkook? — pregunté, dejando que la curiosidad se apoderara de mí.
— El señor Jeon la espera en el lugar — respondió fríamente.
— ¿Cuál es el lugar?
— No estoy autorizado para responder preguntas, después de esto guardaré silencio.
Abrí la boca un poco sorprendida y adado que sabía que él hablaba en serio, preferí recostarme en el asiento y relajarme durante el viaje. Después de al menos treinta minutos el auto se detuvo. Cuando el chófer abrió mi puerta el aire y la brisa fresca se apoderó de mi cuerpo, dado que el vestido que llevaba no tenía mangas, intente calentarme los brazos con mis propias manos.
Sentí que me empujaban para que caminara a un muelle que estaba a unos cien metros de donde yo estaba. Con cada paso que daba sentía que la euforia se apoderaba de mi, y que la emoción de saber que Jungkook se encontraba a escasos metros podía conmigo.
Me llevó hasta un yate, uno enorme y lleno de luces. La tranquilidad del mar y la belleza que irradiaba el yate producto de las luces, hizo que mi corazón se calentara. Cuando mis dos pies estaban en la cubierta, voltee, el chófer ya no estaba detrás de mi. Seguí caminando y en una esquina estaba Jungkook observándome. Vestía una camisa blanca con las mangas recogidas hasta los codos y abierta del pecho, sus piernas duras envueltas en su pantalón negro, estaban extendidas y abiertas, perfectas para sentarse sobre ellas, su mano sostenía un vaso de whisky, con el cabello desordenado y su tentadora mirada me di cuenta exactamente la razón por la cual él me gustaba.
Era dominante y yo sumisa. Tenía autoridad sin decir una sola palabra, su mirada hacia que incluso tú más fuerte sentido se arrodillara. Me tenía a sus pies.
Me acerqué a él y a pocos centímetros me tomó de la mano me sentó sobre sus piernas.
— Hola — dije con la voz baja.
— No leíste mi mensaje — sonrió de lado — Escribí claramente que esta noche no quería que hablaras.
— Algo me dice que esto noche quieres que salgan muchas palabras de mi boca.
— Talvez quiero que tu boca haga otra cosa — delineo con su dedo todo el contorno de mis labios — Necesito hacerte un par de preguntas.
Sonreí, era la primera vez que él se animaba a hacerme preguntas.
— Pensaré qué responder.
— ¿Alguna vez has probado algo diferente mientras follabas con tus antiguos novios?
— Solo he tenido un novio. Y antes de conocerte a ti, nunca había hecho un oral.
Me miró desconcertado.
— Si te digo que esta noche quiero hacerlo de manera diferente, ¿te asustaría?
No sabía que responder.
— Responde, Gyeong-hui. Sí aceptas, conocerás lo que soy un poco mejor.
Lo miré a los ojos y dudando acepté. No quería arruinar el aura tranquila que tenia su rostro, ni la manera tan suave en la que me hablaba esta noche.
— Bien — asintió satisfecho y apuró su bebida — Una cosa más. No digas una sola palabra, a menos que sea para gritar mi nombre, ¿entendido? — no respondí — ¿Entendido?
— Sí.
Me acercó a su boca para besarme, no como lo había hecho antes, esta vez sus labios iban bajo una lenta danza, donde no había mordidas ni prisa, solo la suave y tentadora caricia de nuestros labios, con nuestras respiraciones mezclándose y los sonidos más suaves escuchándose.
Después de besarnos me ayudó a levantarme y me llevó hasta una pequeña habitación. Sólo había una cama y una mesa con unas cuerdas sobre ella. Él se pego a mi espalda y después de darme un suave beso en el cuello habló a mi oído.
— Desnudate.
Sin esperar más, llevé mis manos hasta el cierre de mi vestido y lo dejé caer. Dejando mis pechos en el aire. Después me quité con mucho cuidado la única prenda que restaba. Sentía si mirada sobre mi cuerpo, nunca iba a acostumbrarme a ella. Cuando estaba por quitarme los zapatos, el me obligó a detenerme.
— Déjatelos puesto — dijo.
Me miró y me dio la espalda. Caminó hasta la mesa y tomó las cuerdas en sus manos.
— Necesito que estés muy quieta, Gyeong-hui. Si te mueves, te vas a lastimar.
Asentí. Con pasos sigilosos se acercó a mi y me obligó a voltearme hasta que encontré mi cuerpo reflejado en un espejo. Lo observé sacar del bolsillo de su pantalón una corbata y la amarró al rededor de mis ojos, privandome de la vista.
— Relájate. Suaviza tu cuerpo.
Hice lo que me pidió. Después sentí algo suave posarse sobre mi cuello. Era la cuerda que él tenia en la mano. La ató en mi cuello y después la pasó arriba de mis pechos, bajo mis axilas, tomó mi mano derecha y la puso sobre mi espalda, sentí que hizo otro nudo con ella y tiro la cuerda al rededor de mi estómago, me obligó a abrir las piernas y la paso en medio de la separación de mis nalgas, rosando mis labios vaginales y haciendo que gimiera fuertemente.
Después, tomó mi otra mano y la puso también en mi espalda para amarrarla con un nudo un poco más fuerte, me empujó y me tiró sobre el colchón, dejando mi trasero en el aire, después de que levanto mi trasero doblo mis piernas y las amarró con un nudo suave. Dejándome así a su merced, con manos y piernas atadas, en cuatro y con el trasero en popa.
Me quitó la venda y cuando mis ojos se acostumbraron otra vez a la luz, no pude reconocer a la mujer que estaba en el espejo.
— Respira, Gyeong-hui.
Liberé el aire que tenía en mi pecho después lo sentí pegado a mi espalda.
Iba a follarme. Y no podía estar más feliz que fuera de esa manera.
°
Sentía mi cuerpo exhausto y algunas partes donde Jungkook había anudado la cuerda estaban doliendo, pero eso no fue suficiente para detenerme de sonreír. Estaba con él en la cama, ambos satisfechos. Faltaban sólo unos pocos minutos para que acabara el día y yo aun no le había dicho lo que quería decirle desde hace horas.
— Jungkook, tengo algo que decirte.
El me daba la espalda y pensé que se voltearia pero no fue así.
— Pensé que habías entendido que no tenías que hablar.
— Tengo algo importante qué decir.
— ¿Qué cosa?
— Feliz cumpleaños.
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