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𝒞𝒶𝓅𝒾́𝓉𝓊𝓁𝑜 13;

𝒢𝓎𝑒𝑜𝓃𝑔-𝒽𝓊𝒾

Dos meses pasaron y las cosas con Jungkook seguían estancadas, seguía evitándome y cada vez que trataba de ir un poco más a fondo en su vida, me alejaba, de las maneras más terribles. Había días en los que me preguntaba si en realidad podía seguir aquí, si de verdad merecía la estupidez que rodeaba su cabeza, pero parecía que mi mente se había empecinado con él y con la manera en la que lo hacía, porque era eso, era por el sexo.

No me gustaba reconocerlo pero también esa parte movía nervios en mi interior que me impedían terminar. El sexo era bueno. No era un jodido caballero que primero te besaba la mano, no, él era de esos que te empujaban contra la puerta de la habitación y te lo hacen sin quitarte la ropa, y a pesar de que ya había dicho que quería que me tratara bien, a veces las discusiones verbales para mostrar quien mandaba en la habitación, hacían que mi cuerpo se calentara más.

Descubrí que no quería un caballero de manual, quería a alguien como él, que me mostrara lo duro que puede ir sin perder el encanto propio de un buen amante, pero conseguir eso con Jungkook era pedir mucho. No hablaba para nada y apenas me miraba luego que salía de mi.

Discutíamos constantemente, por cosas que según él yo provocaba, y tenía razón. Era yo quien pedía ir más allá y lo hacía por la simple razón de que se me hacía difícil aceptar la máscara que el se ponía conmigo, porque era imposible que un ser humano no quisiera contacto con otro. Me advirtió que no quería una novia, pero aún así yo quería más. ¿Qué había pasado conmigo? ¿Dejé que la separación con Jinhyuk me afectara al grado de moverme así de rápido?

Incluso eso, no he pensado den Jinhyuk desde que terminamos, por el contrario, he estado pensando en Jungkook desde el primer segundo en que me miró. ¿Qué tenía él? Era una mezcla de veneno y seducción que me daban lo justo para asustarme pero no lo suficientemente para decir adiós.

Quería ser su amiga, alguien a quien él mirara como un puerto de confianza, pero aún así intentándolo por dos meses no había conseguido nada.

Aún estaba en nada.

— Jungkook... ¿de verdad no tienes tiempo? Solo te tomará un par de horas. — mi cabeza descansaba sobre la suave almohada de la misma habitación de hotel.

— No te dije que no tenía tiempo, te dije que no quería ir — respondió seco y con cansancio en su voz.

— ¿Puedes ser un poco más considerado? — levanté la cabeza para observarlo con indignación — Es mi cumpleaños...

— Ya te dije que te deseo lo mejor, pero no voy a estar allí.

— No tengo a nadie más por invitar — sabía que cuanto más tratara de hablar con él o de acercarme, sus respuestas eran aún más duras y difíciles de escuchar.

— Entonces, no hagas una jodida fiesta si no tienes posibles invitados. No cuentes conmigo Gyeong-hui, y es mejor que dejes esto, o verás...

Sentí furia y decepción correr por mis venas.

— ¿Veré qué? — me levanté de la cama y empecé a ponerme la ropa.

— Verás como esta se va a convertir en la última noche que vamos a estar juntos.

— No hablas en serio — curve mis labios en una pequeña sonrisa.

— Jamás hago bromas... te recuerdo que es solo sexo y que puedo encontrarlo con cualquier otra persona. Puedo reemplazarte después del chasquido de mis dedos.

Planeaba responder algo más fuerte aún, pero en mi interior se desató la guerra de correr y dejar esto, porque no lo merecía.

— Que te den, Jungkook — no me puse nada de ropa interior, solo mi vestido y cogi los zapatos en mi mano — Ojalá y el pene se te caiga.

Salí de la habitación dando un portazo. Mientras caminaba por los pasillos hacia el ascensor sentí mi cara arder, los ojos también. Jungkook, con una frase había nublado toda la posibilidad de tener un cumpleaños feliz.

En aquel entonces, cuando vivía con papá, probablemente hubiera seguido la rutina de siempre. Comer un pastel casero, la receta que él solo preparaba para mi, después ir al lago a pescar y cenar fideos, solo nosotros dos. Después, cuando el murió, pasaba mis días con quien solía ser mi mejor amiga, ambas íbamos de compras. Cuando conocí a Jinhyuk siempre íbamos a cenar a un restaurante lujoso, en donde te miran mal si por accidente tus cubiertos chocan demasiado fuerte con el plato. Nunca he tenido a más personas en mi vida, y con Jungkook ahora era un menos uno.

Salí del hotel y cogi el primer taxi que pasó. El cuero de los asientos era tan duro que sentí como rozaba mis nalgas desnudas, provocando una extraña e incomoda situación, pero lo que más me hacía atragantarme, era el hecho de que habían lágrimas bajando por mis mejillas.

¿Quién era el idiota? ¿Jungkook o yo?

°
25 de agosto

Era oficialmente mi cumpleaños número veinticinco, la mitad de los terribles cincuenta y lo fantástico de los todavía no treintas.

Aunque el día era una burla para mi. Me sentía terrible por lo que habiabpasado la noche anterior en el hotel con Jungkook, pero aún así tenía que seguir ejecutando mis planes.

Había hecho una reservacion en un restaurante de muy buena calidad aquí en Seúl, un lugar donde servían comida italiana, era demasiado caro para mi pero dado que quería invitar a Jungkook supuse que valía la pena. Tenia planeado sentarme ahí hasta que fuera veintiséis de agosto y así seguir con mi vida, porque no era la gran cosa.

No me presente a trabajar y de verdad esperaba que esta mañana Jungkook me enviara un mensaje pidiendo disculpas y aceptando mi oferta, pero no, mi bandeja de entrada estaba vacía.

Dado que tenía tiempo de sobra me relajé en el baño, tenía un pequeño banco que usaba para poner productos de baño, pero los baje todos al suelo pata sentarme ahí t dejar que el agua caliente cayera sobre mi piel.

Cuando estuve tan arrugada como una pasa vieja, cerre la llave y me envolví en una toalla para salir a mi sala y buscar una taza de té.

En el piso junto a mi puerta, estaba una caja con el vestido que había comprado de segunda mano en línea. Era de marca y según la chica que lo vendía solo lo había usado una vez y quería deshacerse de él porque la noche que lo uso le traía malos recuerdos, aún siendo de segunda mano el precio del vestido fue un golpe para mi bolsillo, pero una vez más lo compré para sorprender a Jungkook.

Porque era obvio, el imbecil me gustaba.

Saqué el vestido y era bellísimo, tan corto que talvez y apenas llegaba a la mitad de mis glúteos, con un escote demasiado sugerente y que dejaba poco a la imaginación, era perfecto para ir sin ropa interior y al principio esa idea me pareció atractiva pero no tenía caso si esta noche no tenía acompañante.

De regreso en mi habitación, sequé bien mi cabello y puse cremas hidratantes en mi piel, el verano era terrible y mi piel sufría, me coloque ropa interior que no se marcará y un par de medias negras que me llegaban a medio muslo.

Con mucha paciencia me vestí y maquille, esperando a que la noche de verdad no terminara mal, porque me iba a emborrachar.

Una hora después de batallar para salir de casa llegué hasta el restaurante, una mesera me llevo hasta mi mesa y me preguntó si quería esperar a mi acompañante o si prefería ordenar. Me fui por la segunda opción.

Me sirvieron una copa de vino y cuando estaba por dar mi segundo trago alguien choco con mi silla provocando que me espantara y una porción de vino cayera sobre mi escote.

— ¡Ahaha! — puse la copa en la mesa y tomé la servilleta — ¡Maldita sea!

— Lo lamento tanto... — Una suave y apurada voz se acercó por completo a mi — No fue mi intención.

Con fuertes necesidades de asesinarlo lo miré, era un hombre angelical, ojos pequeños y barbilla afilada, tenía el cabello rubio y los labios carnosos.

Tras él había una mesera con la cara roja y preocupada, entonces entendí lo que había pasado. La mesera accidentalmente derramó comida sobre el hombre frente a mi y cuando se apartó me empujó a mi. No podía enojarme.

— No pasa nada... — respondí suspirando.

— Lo siento tanto de verdad, es mi primer día y estoy un tanto nerviosa — la mesera jugaba con sus dedos  y podía jurar que estaba a punto de llorar.

— No te preocupes, solo trae servilletas — le pedí amablemente.

Ella asintió y terminó de recoger todo lo que habia ensuciado y se fue.

— Bueno... dado que por los momentos no tengo mesa, ¿puedo sentarme contigo? — le di una mirada gélida a quien estaba frente a mi y después asentí, no muy segura — Soy Park Jimin.

Me quedé en silencio por unos momentos, pensando en qué responder.

— Un gusto, soy Jane — sonreí en su dirección, tratando de no hacer tan obvia mi mentira.

— ¿Esperabas a alguien? No quiero arruinar tu cita.

— ¿Qué te hace pensar que tengo una cita? — pregunté con diversión. La meseta se acercó y nos entrego un rollo de servilletas de papel y un tacho de basura.

— Bueno, si yo fuera mujer solo usaría ese tipo de vestidos si después tengo manos seguras para quitármelo — lo quedé viendo por unos instantes — ¿Fue inapropiado?

— Un poco — le di una pequeña sonrisa — ¿Y tú? ¿Esperas a tu novia?

— ¿Qué te hace pensar que tengo una novia? — preguntó devolviendo casi la misma pregunta.

— El hecho de que luces como un hombre que quita los vestidos después de cenar — sus labios se curvaron en una sonrisa y no pude evitar hacer lo mismo.

°

Unas horas más tarde Jimin me llevaba hasta mi casa, me sentía adormilada y demasiado tomada, oficialmente era la última hora de mi cumpleaños y nadie me había dicho la popular frase. No tenía a nadie, solo a un desconocido que había sido amable conmigo.

— ¿Sabes? —hablé en medio del silencio de la noche — Es mi cumpleaños...

Él no dijo nada, y después de unos segundos pude oírlo suspirar.

— Feliz cumpleaños, Jane — me sentí mal después de que el pronunciara mi falso nombre, decirle ya no era una opción.

— Fuiste mi cita hoy... de no ser por ti habría cenado sola. Se siente como un regalo de cumpleaños.

— Tómalo como tal...

Abrí la puerta de su auto para ir a mi casa.

— Fue un gusto, no te daré mi número de teléfono.

— No te lo he pedido...

— Por si acaso — guiñe un ojo y entré a mi edificio.

Me tomó más tiempo de lo normal llegar hasta mi puerta, y cuando la abrí no estaba lista para lo que había ahí dentro.

Toda mi sala estaba repleta de ramos de flores amarillas y rojas. Puse mis manos en mi boca llena de sorpresa y aturdida, además de confundida.

Sobre mi mesa había un único ramo con una nota, con prisa la tomé en mis manos.

"Esto nunca pasó, si lo mencionas lo voy a negar

Ps: feliz cumpleaños"

JJK.

Casi lloro de la felicidad, seguramente esta era su manera de disculparse y no podía haber escogido una mejor.

De repente todo lo mal que me había sentido durante la cena, se fue. Nada más importaba, tenia flores.

Seguramente de su boca no iban a salir disculpas pero podía al menos estar feliz con esta manera de hacerlo. Sentía que era el comienzo de algo, esperaba que fuera algo bueno.

El vestido que traía puesto, el mismo que la chica odiaba, era oficialmente mi vestido favorito.

°



HOolaaaaaa, espero y no hayan olvidado la historia:(












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