𝒞𝒶𝓅𝒾́𝓉𝓊𝓁𝑜 10;
𝒥𝑒𝑜𝓃 𝒥𝓊𝓃𝑔𝓀𝑜𝑜𝓀
Aún tenía el sabor de los labios de Gyeong-hui en mi boca. No había una explicación clara para lo que había hecho. Jamás había actuado de esa manera con ninguna otra mujer, pero es que ella me provocaba de manera sádica y de alguna forma quería tenerla cerca de mí. Vi la oportunidad y la tomé.
Ahora tenía que pensar en cómo proceder porque sin duda en algún punto podría resultar algún problema. Estaba pensando en ella de más y perdiendo el foco de lo que de verdad buscaba. Sexo puro y duro. Dado que iba a tenerla constantemente cerca y estando seguro de que ella respetaría las pequeñas reglas que he puesto, y se que fui egoísta, podía sentirme en un estado de tranquilidad total. Ella no era como las demás mujeres, confiaba en que esta vez pude toparme con alguien capaz de aceptar esto de la manera más natural, sin exigir más.
Hice los pensamientos sobre Gyeong-hui a un lado, no quería tener que llamarla para que viniera a mi oficina y sucumbir a mis deseos por segunda vez en el día. No quería tener otra interrupción, incluso si esta suponía placer.
Llamé a Lia y le pedí que viniera a explicarme las malditas notas de cálculo de balances que los internos habían desarrollado.
— ¿Sí, señor Jeon? — ese era un típico saludo de ella. Tan ejemplar y regularmente obediente. Si no se vistiera tan mal...
— Lia, explícame qué diablos es todo esto que han escrito — pasé los papeles a su lado, para que ella pudiera leerlos — ¿Puedes explicarme cómo es que tenemos perdidas?
— Yo también me he sorprendido, verá... — Lia empezó a explicar lo que me suponía.
Debido a la alta demanda en las reservaciones de todas las habitaciones, los que se encargaban de hacer pedidos para el mantenimiento del hotel, lo hacían demás. Pedían por cantidades exageradas y a la hora de menguar el gasto total, los números sobrepasaban el presupuesto que ya existía y eso nos elevaba a números rojos. Cosa que no podía permitir.
Ella me explicó que todas las notas eran correctas y que si no actuaba de manera pronta, iba a tener una perdida del diez por siento en todas mis ganancias. Y si un hotel se veía perjudicado por este fenómeno, el resto tomaría el mismo rumbo al tener que menguar todo el dinero. Obviamente eso me metería en problemas legales y mi reputación se vería en juego. No podía permitir eso porque esperaba que de verdad pudiera mantenerme en lo más alto de la cadena.
— ¿Los contadores ya lo están analizando? — pregunté.
— Sí, el señor Choi y Nam ya están trabajando en ello. También pidieron una reunión con usted — me dijo. La observé detenidamente mientras ellas agitaba sus pestañas.
— ¿Para qué diablos? — no tenía tiempo oara reuniones.
— ¿Cree usted que estamos en condiciones económicas para que instale una maldita cafetería abajo? — suspiré sin saber qué responder.
— Ese es un asunto privado. No tiene nada que ver con el desarrollo económico de los hoteles.
— Explíque eso frente a ellos dos. Yo solo soy su secretaria y cumplo con informar — empezó a mirar su libreta — También ya se hizo el pago a la su "asistente personal". La asistente falsa que contrató para ir y hacer esa estupidez.
— ¿Valoras tu trabajo, Lia? — entrecerre los ojos en su dirección.
— Lo hago, pero valoro más un jefe inteligente que no se deje llevar por un par de piernas bonitas — se puso en pie, caminando hacia la salida — Lo contadores vendrán a hablar con usted antes de que le traiga su próxima taza de café.
Ella se fue, dejándome aún con la última palabra en mi boca.
Entendía la preocupación de Lia pero mis actividades privadas no tenían nada que ver con mi desempeño como presidente, a nadie tenía porqué importarle lo que hacía en mi área.
Esperé por media hora hasta que los contadores entraron a mi oficina para tratar el tema de suma "importancia" y hacerme entrar en razón que esto no era una entidad amigable en la que todos nos sentábamos a tomar el té a la hora del almuerzo.
Mencionaron que entendía que lo hacía por una mujer, al parecer los anuncios se corrían rápido, pero mencionaron que no debía dejar que un "coño bonito" nublara mi mente y me hiciera tomar decisiones drásticas y que además era una pena la ausencia de Namjoon porque alegaron que él seguramente estaría impidiendo que yo hiciera esta estupidez.
Sí, la cafetería ya funcionaba desde mucho antes pero no había un area de "recreo" por decirlo de esa manera. Mi corporación tenía el beneplácito de ofrecer al rededor de veinte minutos de descanso entre las nueve y diez de la mañana, eso motivaba a que todos salieran de sus establecimientos a tomar los café y comer los panecillos de la tienda que estaba en frente, por ende pensé que era mejor traer esa área también a mi cuenta, aún más satisfactorio hacerlo con Gyeong-hui aquí.
Medité sus palabras por apenas unos minutos pero de nuevo llegué a la misma conclusión. Me importaba bien poco lo que ellos tenían que decir.
°
Sin pensar mucho en mi día, el trabajo consumió todas las horas de este. Estaba tratando de desarrollar una nueva lógica de ventas y ofertas para mi nuevo hotel, esperaba salir a la superficie con algo más significativo, sobre todo por el significado del número siete en mi vida. Representaba muchas cosas, a mamá, a papá, mis amigos, incluso a la parte de mi vida que me negaba a recordar.
Miré mi reloj de mano y eran exactamente las ocho de la noche. Decidí salir de mi oficina e ir a casa porque si hoy había sido terrible, el día siguiente sería aún más catastrófico. Tenía la primera reunión con el arquitecto para el diseño del mirador.
Bajé por el ascensor hasta llegar al piso de recepción principal. Aparentemente todos se habían marchado olvidando apagar las malditas luces del pasillo al cuarto de baño. Suspiré y caminé hasta donde estaba el interruptor pero los sonidos envolventes de un par de tacones llamaron mi atención.
Los sonidos se hacían cada vez más fuerte, quien los provocaba estaba acercándose a mi. Vi la silueta de Gyeong-hui aparecer por el pasillo. Traía en sus manos una toalla de papel, su cabello estaba completamente recogido y su camisa de vestir abierta de los primeros botones.
Sonreí y caminé hasta ella. No estaba en mis planes encontrarme con ella aquí, pero dada la ocasión...
— ¿Merodeando de noche? — pregunté. Ella se detuvo de repente y puso su mano en el pecho.
— ¡Que susto! — sonreí aún más — Pudiste haberme matado.
— Eso no responde a mi pregunta. ¿Qué haces aquí? — me acerqué aún más a ella hasta que nuestra distancia de separación era de solo unos pocos centímetros.
— Estuve retenida en recepción hasta la tarde y luego sentí curiosidad por el lugar — mi mirada cayó en la de ella y pude ver como sus pupilas se dilataban — ¿Estás yendo a casa?
— Lo estaba, pero dado que tú estas aquí, se me ocurrieron más cosas por hacer...
— ¿Darme un tour por todo tu edificio? — preguntó.
— No. Nada de tours por ningún lado, a menos que quieras hacerlo de una manera en específico.
— ¿Entonces?
— Sígueme...
Empecé a caminar en dirección contraria hasta que llegamos a los elevadores que nos llevaban a la parte más alta del edificio. En estas instalaciones no había un lugar adecuado para hacer ciertas actividades, sin embargo a esta hora podíamos correr con la tranquilidad de que nadie iba a merodear por aquí.
— ¿A dónde vamos? ¿Me llevas a un lugar especial? — preguntó insistentemente.
— Gyeong-hui, las reglas — le recordé. Apenas empezábamos y no quería que llegáramos a romperlas.
Parecía como si tenia intenciones de decir más pero mi cara debió ser suficiente para que ella entendiera que no iba a responder. Después de unos minutos eternos en el elevador, pudimos subir hasta el jardín de la azotea.
No era de mis lugares favoritos, pero mi mamá se había empeñado en agregarlo, porque según ella tener plantas alegra el ambiente, yo no lo veía de esa manera, eran una responsabilidad más de la que tenia que hacerme cargo.
— Este lugar es hermoso — dijo ella, con emoción en su voz.
Dejo mi lado y empezó a caminar en dirección a todas las rosas que habían, para olerlas. Yo aguarde en mi lugar, con las manos metidas en los bolsillos, observando cómo ella miraba con devoción a ese lugar que para mí no era más que una carga, puesto que no era amante de las plantas, tampoco de los animales. Sentía que si ponía mi mano sobre uno de ellos, morirían sin más.
— Estoy esperando a que me digas que es lo que hacemos aquí — me dijo ella, mirando como yo estaba inmóvil — ¿Jungkook?
— Siéntate en el banco y sube tu falda — Eso era todo lo que necesitaba decir.
Sus mejillas se encendieron de rojo, a pesar de que estaba parcialmente oscuro, pude verlas. Pareció que ella perdió el equilibrio por unos segundos y después hizo una mueca con la boca.
— Tuvimos sexo esta mañana — me dijo — Pensé que eso había sido suficiente.
— ¿Fue suficiente para ti? — pregunté, ya conocía la respuesta.
No dijo nada, solo me miró y volteó a ver al banco hasta que se acercó lo suficientemente para poder sentarse. Sonreí y me acerqué más. Observé como ella subía su falda hasta dejarla enrollada en su cintura, mostrándome los ligueros negros que estaban alrededor de su pierna y su ropa interior.
— ¿Necesito abrir las piernas? — preguntó.
— Dudo mucho que pueda hacer lo que tengo en mente si no las abres — con mis propias manos abrí sus piernas — Así está mucho mejor.
Me puse de rodillas ante ella, y no era porque necesitaba mostrar sumisión, a quien iba a someter era a ella. Toqué cuidadosamente sus piernas con mis dedos, disfrutando de su suavidad combinada con la textura del liguero. Sus piernas eran suaves y largas, tonificados y fuertes, hacia mucho que no apreciaba a una mujer de esta manera, y solo habían pasado pocas horas de que empecé con ella y aparentemente ya estaba rompiendo reglas.
Bajé las medias y besé sus rodillas, escuché como ella suspiró fuertemente, rindiendo su placer ante mí.
— No escondas tu voz de mi. Quiero oírte porque no me voy a detener hasta que me hayas dado lo que quiero — ella asintió y echó su cabeza hacia atrás.
Besé la parte interna de sus muslos y toqué ese punto correcto...
°
Después de estar com Gyeong-hui en la azotea del edificio, regresé a casa, necesitaba dormir.
Los días en la oficina estaban de lo peor y cuando parecía que nada más podia pasar, las cosas se salían de control.
Estaba empezando a recibir mensajes de Minha molestandome con sus actitud y personalidad toca pelotas. Había trabajado duro para sacarla de mi vida pero ella estaba de vuelta.
Llegué a mi ático, en la zona más cara de Seúl, alejada del ruido y de personas molestas, quería ducharme y comer algo, talvez, porque gracias a todo lo que se desarrollaba en mi vida, mi estómago empezaba a sufrir las consecuencias.
Me desnudé y metí a la ducha, observando todos los tatuajes que tenía en mi torso, los que alguna vez hice para cubrir marcas que me atormentaban. Había muchas frases, la que me repetía constantemente estaba bajo mi pectoral derecho. "Al que fallos comete, el fuego arremete"
No importaba cuántas veces me decía a mi mismo que esa parte de mi vida estaba sepultada, siempre regresaba porque aún vivía en castigo, porque todavía el fuego arremetia contra mí.
Sacudí mi cabeza, aislando todo eso porque si no lo hacía, mis horas de sueño serían un infierno.
Cuando terminé de bañarme salí sin nada alrededor de mi cuerpo, estaba en mi casa, a solas y podía disfrutar de ese gusto, así que fui a la cocina y busqué comida en el refrigerador. Había mucha, mamá siempre se encargaba de mantener mi cocina surtida porque ella sabía bien que odiaba a extraños en casa y que no tenía personal de servicio.
Mientras esperaba a que el plato calentara, fui a mi habitación a buscar un pantalón de dormir y mi teléfono.
Cuando lo tomé en mis manos tenía un mensaje de Gyeong-hui.
"Estoy mojada, Jungkook. Muy mojada"
También envío una foto de ella completamente desnuda frente al espejo de su cuarto de baño. Sonreí.
"Tendrás que esperar hasta mañana, o si lo prefieres, puedes solucionar el problema por ti misma"
Su respuesta fue inmediata.
"🖕🏻"
"Sí, puedes usar ese dedo"
Apagué el celular. No necesitaba sus mensajes justo ahora.
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