Uno
—Ah... Dios, qué dolor de cabeza —dije frotándome la sien.
—¡Tzuyu! —escuché una voz aguda a mi derecha que me hizo saltar del susto. —¡Por fin! Llevas durmiendo todo el día, ¿estás bien?
—Kahei... Sí, estoy bien pero me duele la cabeza. ¿Qué ha pasado?
Antes de que pudiera responder la puerta de la habitación, al parecer de hospital, se abrió y vi cómo entraba Dahyun junto a mi madre.
—¡Ah hija! ¡Te has despertado! —gritó mi madre acercándose a mí a toda velocidad. Me dio un beso en la frente y entre la presión y el grito, mi dolor aumentó un poco más.
—Yo también me alegro de verlas pero no griten por favor, me va a explotar la cabeza.
—Siempre tan refunfuñona, Tzu—dijo Dahyun haciendo reír al resto.
—Lo que tú digas—sonreí— ¿Qué ha pasado?
—Te caíste del escenario de la facultad mientras colocábamos el atrezzo para la fiesta, te diste un golpe enorme...
—Sí, estábamos muy preocupadas hermanita —dijo Kahei. —Además, las idiotas esas... Encima se quedaron mirando sin hacer nada.
—No las soporto —adjuntó Dahyun.
No sabía muy bien de quién hablaban. Tenía recuerdos difusos, me costaba hasta recordar qué estaba haciendo ayer o la semana anterior. Era todo confuso, hasta que recordé algo.
—¿Y mi novia no ha venido?
De repente sentí todas las miradas en mí y mi madre comenzó a toser. La miré confusa y ellas me devolvieron exactamente la misma mirada.
—¿Qué dices Tzuyu? —Dahyun rio. —¿El golpe te ha dejado tonta o es que tenías una novia escondida y no lo sabíamos?
—Mejor voy a por un café y vuelvo después —dijo mi madre. No entendía nada. Vi cómo salía por la puerta y volví a preguntar.
—No, mi novia. Me acuerdo de ella. ¿Por qué no está con ustedes?
Tenía recuerdos difusos, la mente apunto de explotar, pero recordaba a una chica. Su olor, su pelo color negro, su sonrisa que me hacía sonreír nada más recordarla. Repito que era difuso, pero sabía que era mi novia. Lo tenía claro.
Kahei y Dahyun se miraron la una a la otra esta vez con cara de preocupación.
—Eh.... ¿Y cómo se llama tu supuesta novia? —preguntó Kahei.
—Sana.
—Ay Dios santo—Dahyun puso sus manos en la frente y justo entró el doctor a la habitación.
Esta vez estaba más confundida que antes. ¿Por qué tuvo esa reacción?
—Me alegro mucho de que ya estés despierta, Tzuyu. ¿Cómo te encuentras?
—Me... me duele un poco la cabeza, y estoy un poco aturdida.
—Es normal, te has dado un golpe muy fuerte, pero por suerte todo esta perfecto finalizó el doctor sonriendo.
—¡No, no está perfecto! ¡Mi amiga se piensa que está saliendo con la persona más estúpida de la universidad!
—¿Cómo que estúpida? ¡No la llames así! —respondí.
—¡Ves! ¡Que se supone que la odia!
—¡No la odio!
—¡Que sí lo haces, hazme caso! —gritó Dahyun.
—A ver jóvenes, tranquilícense—habló dirigiéndose a Dahyun y Kahei. —Su amiga ha sufrido un fuerte golpe, es normal que los primeros días o semanas sufra alguna pérdida de memoria o se le mezclen algunos recuerdos.
—¿Será temporal, no? —preguntó Kahei.
—Lo más probable.
—Lo más probable dice... —dijo Dahyun en voz baja pero pude escucharla.
—Yo no sé por qué tanto drama, simplemente déjenme ver a Sana o al menos déjenme llamarla.
—Sí, y su número lo sacas del bolsillo mágico.
—¡Dahyun, no le hables así! No ves que tiene la cabeza tonta —Kahei le dijo a mi amiga.
—¿Hola? Les recuerdo que estoy aquí —dije en voz alta.
—¿Mañana puede ir a clase?— le preguntó Kahei al doctor haciendo caso omiso a mi comentario.
—Sí, por supuesto. Iba a darle el alta ahora mismo así que tranquilidad, pero puedes continuar con tu vida diaria —sonrió y poco después salió por la puerta.
—Bueno, voy a vestirme chicas. ¿Pueden esperar fuera?
Ambas me miraron incrédulas. —Pero si siempre te has cambiado delante nuestra desde que éramos niñas.
—Y te recuerdo que yo soy tu hermana —añadió Kahei.
Simplemente me quedé en silencio con mis mejillas un poco ruborizados hasta que ellas entendieron el mensaje.
—Vale vale, salimos. —Avísanos.
Desaparecieron de la habitación y suspiré, me senté sobre la cama y comencé a cambiarme. Al terminar vi mi móvil sobre la mesa de la habitación.
Según ellas Sana y yo no tenemos nada, y también que nos odiamos o algo así, pero yo no recuerdo odiarla... Quizá sí que la odiaba y el golpe me hizo olvidarlo, o tal vez nunca la odié y en realidad estaba enamorada de ella, o quizá... No sé. Sí era cierto que no tenía su número de teléfono, tampoco podía recordar momentos con ella, ni siquiera tenía una foto que saliéramos juntas. Tiene sentido todo lo que ellas me dijeron pero aun así... Yo no la odio. El único sentimiento que tengo hacia ella en estos instantes es de querer verla, besarla y abrazarla muy fuerte, pero si de verdad ella me odia... Esto va a ser horrible.
♡
Ringggggggggg
Ringggggggggg
¿Qué mierda es eso? Que pare de sonar por favor.
Ringggggggggg
Alargué el brazo como pude y sujeté el móvil para apagar aquella alarma que no dejaba de sonar.
—¿Pero qué hora es? —dije en voz alta para mí misma con un ojo entrecerrado. —Joder, las 7 y cuarto.
¿Una alarma a las 7 y cuarto? ¿En qué momento decidí poner esa alarma? Oh mierda, las clases. Dios, la cabeza me iba a explotar.
Suspiré con pesadez para incorporarme de la cama, pero de pronto la recordé. Hoy vería a Sana. Una sonrisa se plasmó en mi rostro y a la vez muchísimos nervios.
Necesitaba estar guapa, que se sorprendiera al verme. Sí es cierto que ella ya me conoce y sabe quién soy, pero para mí es como si fuera la primera vez que la veía. Necesitaba causar buena impresión, aunque fuera algo contradictorio.
Abrí el armario y solo vi sudaderas. Sudaderas anchas, de distintos colores, ropa holgada, pantalones de chandal. Qué ropa tan... simple, pensé.
—¿En serio no tengo nada más?
Me agaché a mirar los cajones y vi ropa que nunca había visto. Supongo que serían antiguos, o de alguien. No sé. Cogí unos pitillos negros que estaban rotos por las rodillas, una camiseta de rayas blancas y negras y una chaqueta de cuero. La chaqueta llevaba anillas en las solapas del cuello, era bastante bonita, ¿por qué estaría esto aquí guardado?
Me puse las botas de siempre y fui hasta el baño. Me miré al espejo y acto seguido vi el neceser de maquillaje y me pregunté... ¿por qué no? No recuerdo haberme maquillado nunca pero por otro lado me apetecía mucho, y eso que no sé ni siquiera si sé cómo hacerlo.
Me recogí parte del pelo en un moño estilo samurai y dejé el resto del pelo suelto, incluidos los mechones del flequillo. No me puse mucho maquillaje, solo resalté mis ojos con sombra y me puse pintalabios color rojo granate. Algo bastante normal. Me miré al espejo y sonreí, ahora sí.
Bajé rápidamente las escaleras hasta la cocina. Kahei estaba terminando de desayunar y casi se atraganta cuando me vio entrar.
—¿Tzuyu?
—¿Qué pasa? —dije despreocupada mientras me comía un bollo de chocolate.
—¿Tú... cómo...? ¿Qué has hecho con mi hermana?
—Quería cambiar un poco.
—¿Un poco? ¡Ni siquiera sabía que sabías maquillarte! ¿Y esa ropa? —me encogí de hombros.
—Estaba en un cajón.
—Probablemente sería de mamá, porque esta chaqueta...
—¿A que está bonita? —sonreí.
—Sí, la verdad es que sí —Kahei seguía un poco incrédula.
—Oye... ¿Estás bien?
—Sí, es solo que me tengo que acostumbrar a esta... Tzuyu. Normalmente vas a clase en sudadera, con el pelo recogido e ignoras a todo el mundo. Ahora pareces sacada de una página tumblr —reí y negué con la cabeza.
—No sé, Vivi. Es sólo que me he despertado y quería algo nuevo, además, voy a ver a Sana. Quiero dar buena impresión.
—Ay Dios otra vez con eso. Tzuyu....
—Kahei...
—Escúchame, ¿sí? —suspiré y asentí―. Te has dado un golpe muy fuerte y crees que Sana es tu novia, pero no lo es.
—Ya lo sé, Kahei.
—¿Entonces por qué insistes?
—Porque siento algo por ella—Kahei negó con la cabeza.
—Tú no sabes cómo era contigo.... Ella se reía de ti, te llamaba friki, su grupo y ella te hacían la vida imposible. Aquel día, en la caída... Ella se rio, Tzuyu—suspiré y sentí cómo algo dentro de mí se entristecía. ¿De verdad se rio?
—No sabía eso.
—Mira Tzu, simplemente ten cuidado. Ahora mismo eres como un pollito recién salido del cascarón, así que ten cuidado.
—Lo tendré—sonreí.
¿Qué haría? Pues no sé. ¿Me gustaba Sana?
Muchísimo, o eso sentía. ¿Quizá jugaría un poco? Tal vez. Mi madre apareció de la nada, se notaba que llevaba prisa por si no llegaba al trabajo a tiempo. Cogió las llaves y dio una mirada rápida, pero al verme tan cambiada volvió a mirar esta vez más despacio.
—¿Tzuyu?
—Otra igual—reí.
—Estás muy cambiada... —me miraba de arriba abajo —¿Esa chaqueta es mía?
—Puede ser, la vi en el armario.
Mi madre se quedó observándome y le dio una pequeña mirada a Kahei, esta se encogió de hombros sin saber qué decir.
—Bueno, te queda muy bien mi vida —me dio un beso en la sien. —Me tengo que ir, cuídala Kahei—le dijo a mi hermana.
—Mamá, sé cuidarme sola...
—Seguro—sonrió.
Se hizo el silencio en cuanto salió por la puerta. Mi hermana se levantó para dejar los platos en el fregadero.
—¿Me llevas a clase?—preguntó.
—¡Claro! Va, prepárate. Voy a por los cascos.
—¿Vas a coger la moto? ¿No decías que lo odiabas?
—Tal vez he cambiado de opinión.
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