Capítulo 2
Jimin cerró la puerta con una sonrisa en su rostro, el chico "Agust" pensó que era muy raro pero bastante lindo y simpático.
No pudo evitar recordar lo lindo que se veía con sus mejillas de color rosa por la pena que evidentemente se le notaba, y pensar que hacía una hora atrás parecía un chico totalmente distinto.
Aunque pensándolo bien, la ropa que ahora llevaba era muy distinta a la de hace rato y lo hacía ver más sofisticado, como Un Nerd pero más Sexy que Nerd.
Quizá iba a salir y se cambió pensó el peli-rosa llevando la tarta de manzana que olía muy bien.
—¿Quién era Minnie? —Su madre asomó por la puerta de la sala para ver a su hijo y la tarta en la mesa.
Jimin sonrió a su madre dulcemente y ella pensó, —o deseo más bien— que ojalá esa sonrisa tan dulce jamás se apagara por nada del mundo.
—Un chico lindo Mami, trajo una tarta y nos dió la bienvenida.
—¿Chico lindo dices?
Jimin volteo hacía su hermana que venía con el cabello mojado, acababa de darse una ducha después de desempacar y abrir cajas y cajas de cosas.
—Es mío yo lo vi primero —exclamó poniendo sus brazos en la cintura a modo de "jarra".
Su hermana sonrió ladina, tenía 25 años, ella había conseguido un buen puesto de trabajo en el país como Gerente comercial en una empresa grande y por ello les habían dado la oportunidad de mudarse, el apartamento lo subsidiaba la empresa junto con la mayoría de los gastos así que por primera vez en la vida de esas tres personas presentes ahí el dinero no iba a faltarles nunca más.
Jimin y su familia eran de escasos recursos allá en Corea y su hermana siempre estudió y trabajó duro para darles estudio a él y a su hermano ya que su madre no podía trabajar debido a una lesión en la columna cuando acababa de tener a Jimin el menor de los 3 además que fue incapacitada mentalmente por un especialista debido a sus crisis grandes de depresión.
Jimin a veces se lamentaba el hecho de hacer daño a su madre al nacer y hasta se sentía culpable pero su madre nunca se lo permitió. "Es el sacrificio de una madre" le decía siempre que Jimin se martirizaba con ese tema.
En fin, ahora podían llevar esa vida que ellos como buenos hijos se merecían.
—¿Tan rápido olvidas a Jungkook hermanito?
Jimin ensombrecido su semblante de inmediato. Jungkook era su novio —o casi ex novio— y aún le dolía el hecho de tener que separarse de él. No terminaron pero tampoco era que pudieran estar juntos.
Era un chico muy dulce y tierno por no decir extremadamente fuerte y guapo, más un defecto debía tener tanta perfección, era muy celoso y posesivo tanto que Jimin y él siempre terminaban peleando aunque se querían bastante.
—Él está bien —susurró recordando la noche que se despidió de él en Corea. Jungkook lo había sujetado fuerte de los brazos rogando que se quedara con él. Las lágrimas caían en las mejillas redonditas de Jimin por la impotencia. Era lo mejor aunque lo quería mucho sentía que alejarse era la mejor solución para ambos además no había otra opción, debían irse por el trabajo de su hermana.
Su relación cada vez era pésima debido a la conducta posesiva de Jungkook así que se resignó a dejarlo allá aunque jamás se dijeron que la relación terminaría definitivamente, quedó en un acuerdo implícito.
Finalmente Jungkook aceptó que debían darse un tiempo para recapacitar y arreglar sus problemas emocionales.
—No vayan a pelear por chicos, Sunny deja a tu hermano en paz —Pidió la señora Park sacando unas porcelanas y un cuchillo para servir la tarta mientras Jimin preparaba chocolate.
Los tres Park se sentaron al rededor de la pequeña mesa de encino blanco a degustar de la deliciosa tarta. La tarde era cálida y agradable.
—Si Bogum estuviera aquí seguro se comía la tarta sólo para él —dijo Jimin de pronto, a lo cual la señora Park dió un fuerte golpe en la mesa provocando que Jimin se sobresalte.
El rostro antes angelical de la madre de Jimin ahora asomaba un atisbo de oscuridad mezclada con dolor.
—¡En esta casa no se habla de él, creí que todo había quedado claro ya...!
—¡Ma, tranquila! —Intervino Sunny tomando las manos de la señora entre las suyas—. Jimin no lo hizo con querer.
El muchacho lentamente se levantó de la silla —Permiso Mamá, iré a mi habitación.
Jimin se retiró dejando su tarta sin si quiera probarla sobre la mesa y se dirigió lentamente a su habitación bajo la mirada cargada de pena de Sunny.
Cerró la puerta tras él y de inmediato se dejó caer a la cama a llorar como siempre hacía cada vez que recordaba a su hermano mayor con tristeza.
"Toda la culpa es mía y solo mía" Pensaba el pobre Jimin. Su hermano, su querido hermano...
Se quedó ahí tumbado bocabajo con los ojos cerrados e hipando por el llanto. Luego de unos minutos que le parecieron horas se incorporó y caminó hasta el balcón en su habitación. Afuera había colocado una pequeña silla columpio de madera que Sunny le había regalado para colocarla específicamente ahí para ver el panorama.
Los balcones interiores del edificio daban hacia el enorme patio donde había una cancha con aros para jugar baloncesto y porterías para jugar balonpie. Habían jardineras al rededor y arbolitos sembrados ahí, también unas bancas para pasar afuera el momento de ocio.
Más allá se erguian dos edificios más que conectaban con pasarelas con los otros edificios, el edificio de enmedio contaba hasta con alberca. Por eso era un complejo un poco lujoso que en otros tiempos su familia no podría pagar.
Se sentó en su silla columpio aún con lagrimillas en sus lindos ojos miel. Tenía su vista fija hacia el patio y de vez en cuando se limpiaba con el dorso de su suéter.
Casi por instinto levantó la vista para la parte superior donde se encontraba el balcón de los vecinos de arriba y se sorprendió al ver una cabellera castaña y unos ojos rasgados con aire felino que lo habían estado observando.
Cuando el polizón se vio sorprendido desapareció de inmediato. Jimin quiso llamarlo pero en ese instante la puerta de su habitación se abrió y por ella entró su hermana con la tarta de manzana.
—Minnie, no lo tomes personal ¿si?... sabes como se pone ella cuando se habla de él porque aún no lo supera. —Entregó la tarta a Jimin quien la recibió con pocos ánimos.
—Se que en el fondo ella me culpa a mi por lo que sucedió —Sorbió su nariz y luego se limpio más lágrimas.
Sunny lo miraba con pena y de pronto lo abrazo muy fuerte.
—¡Jamás, óyeme bien Jimin... Jamás te culpes por eso, todo fue un accidente ¿está claro? Lo que pasó con él fue algo que ni tú ni nadie pudo evitar —Sunny dejó de abrazarlo para sujetar su tierna carita y dejarle un beso en la frente.
Jimin sonrió y se sintió más animado, por eso adoraba a su hermana. Ella siempre sabía que decir cuando sentía que su mundo se olvidaba de cómo girar sobre su órbita.
Así que más calmado se comió su pedazo de tarta.
≫────°❅•𝖄𝖔𝖔𝖓𝖒𝖎𝖓•❅°────≪
¡Lo vio! El chico Jimin lo había visto espiandolo, aunque en su defensa todo había sido por casualidad; Yoongi había salido a su balcón para ponerle comida a su Gatito el cual amaba comer ahí tomando los últimos rayos del sol de la tarde cuando en su campo de visión apareció el chico de cabello color rosa y estaba... ¿Llorando?
¿Pero... por que lloraba el lindo chico? Se veía completamente distinto sin esa sonrisa efusiva que salía sin permiso de sus rosados labios y le iluminaban su rostro.
Yoongi se olvidó por completo de la comida de Yiyum quien se restregaba en sus pies pidiendo atención mientras él veía como Jimin se limpiaba las lágrimas.
Quiso llamarlo desde arriba pero el pánico se apoderó de él. ¿Que iba a decirle? Divagaba en esos pensamientos mientras se perdía en el cabello rosa de Jimin ¿Que aroma tendría? Seguro a flores o a fresas...
Cuando Jimin miró hacia arriba no supo cómo reaccionar y se escondió rápidamente asustando a Yiyum.
—Lo siento Yiyum, no fue mi intención —Se disculpó con su minino.
La intriga sobre qué le pasaba a su vecino lo dejó desconectado un momento. Seguramente habría peleado con su novio... ¿Tenía novio?
—Eso no me importa —Susurró tomando su pijama para ir a la cama.
¿Al fin y al cabo que tenía él que ver con su vecino?
Cuando se asomó nuevamente había una chica a su lado abrazándolo. Sintió una opresión en el pecho así que mejor se entró y cerró la ventana.
Estaba cansado era Sábado y había pasado estudiando todo el día para un examen el Lunes.
Debía salir más temprano de su trabajo el día Lunes en la mañana como encargado del mini market donde trabajaba tres días a la semana. Le diría a su compañero que cubría el turno de la tarde que lo cubriera esa hora faltante.
Estaba seguro que Hoseok no se negaría, le debía favores.
Esa noche Yoongi durmió profundamente y en sus sueños había aparecido un lindo chico de cabello color rosa.
La claridad del día le iluminó sus ojos gatunos mientras despertaba. Yiyum estaba enroscado a su lado cerca de su cuello. Solo ronroneó cuando Yoongi con cuidado lo apartó para hacerlo a un lado así poder levantarse y siguió bien dormido como si nada. Ya era domingo así que no tenía planes.
El olor a la comida de su madre le llegaba flotando con la brisa de la mañana y decidió que tenía más hambre que ánimos de bañarse.
Su madre hacía wafles y huevos con jamón ahumado.
—Buen día señora Min —Saludó yendo directamente hacia la frutera para sacar unas naranjas y preparar un zumo fresco.
—Oh hijo buenos días ¿Dormiste bien?
Yoongi asintió, en ese momento Agust también entraba a la cocina y al igual que Yoongi llevaba aún ropa de dormir.
—Ya llegué.
—¿Se puede saber a que hora llegaste anoche jovencito?; —Su madre lo miraba con total seriedad. Su hijo era incorregible.
¿Por qué no podía comportarse como su hermano mayor?
—Yoongi nunca se mete en problemas y jamás dejó de venir a casa a dormir —Reclamó la mujer subiendo de a poco el tono de su voz.
—Mamá no me metas en sus asuntos —Yoongi desvío la mirada de su hermano el cual lo veía como si él tuviese la culpa.
—Mamá, eso es porque no tiene amigos, no lo humilles —Se quejó Agust encogiendo los hombros como si eso zanjara la situación.
La señora Min resopló molesta mientras seguía en el desayuno.
Yoongi trató de ignorar el esfuerzo de su hermano por tratar de dañarle el día desde temprano. El sueño con el peli-rosa —muy extraño por cierto— lo tenía de buen humor.
En ese momento entró el señor Min, con una rápida mirada recorrió la pequeña cocina y se sentó a leer el periódico.
—Buenos días, ¿tan temprano y ya van para la iglesia? —Habló con la voz llena de sarcasmo.
La señora Min no dijo nada y colocó el desayuno frente a él quien gruñó a modo de agradecimiento.
Como nadie respondió siguió hablando sólo.
—En mis tiempos los jóvenes iban a la iglesia los domingos, no andaban de vagos por ahí.
Yoongi colocó el zumo de naranja en la mesa y se sentó evitando mirar a su padre.
—¿Para que quieres que vayamos a la iglesia papá, si con la hipocresía diaria por aquí basta y sobra —Replicó Agust sirviéndose zumo.
Yoongi apretó los labios para evitar reír. Su padre estaba perplejo ante las palabras de su hijo menor.
—¡Insolente!
—Soy realista, en la iglesia solo hay gente hipócrita mostrando su cara de santurrona mientras que a la vuelta de la esquina se quita la máscara y habla de los vecinos, fuma, bebe y adultera... mmm pensándolo bien, ahí deberías estar tú vamos papá ponte tu mejor traje se te hace tarde —Agust se bebió su jugo y salió de ahí como siempre.
Yoongi en eso si estaba de acuerdo con su hermano, aunque él era más callado ya nunca decía lo que opinaba.
≫────°❅•𝖄𝖔𝖔𝖓𝖒𝖎𝖓•❅°────≪
Agust odiaba los sermones doble cara de su padre los domingos por la mañana así que era el día que prefería estar lejos de todos. Se duchó, se cambió de ropa y salió del edificio.
No quería faltarle el respeto a ese señor que casi no estuvo en su infancia y que predicaba de ejemplo cuando sabía perfectamente que era doble moral. Pero simplemente no podía evitarlo.
Desde pequeño vio como engañaba a su madre yendo a bares por mujeres y el dinero de la indemnización lo gastaba en bebida, sexo y más alcohol.
Cuando se fue a Corea de regreso fue un desahogo para él, su hermano y su madre. Pero para su desgracia solo duró unos cuantos años antes de lesionarse y volver con ellos.
Su madre no lo sacaba de la casa por la excusa de que era un viejo inservible —ya no podía movilizarse sin muletas— y era su padre debían cuidarlo.
—Es una mierda... —Dijo mientras caminaba para el parque cerca del complejo.
Tenia una cancha para baloncesto en su edificio pero él prefería usar la del parque así no lo fastidiaban los vecinos.
Tiró el balón de su hermano que llevaba consigo y éste rebotó en el aro y volvió a sus manos. Era malisimo para eso.
El bueno era Yoongi.
—El perfecto Yoongi —Refunfuñó sólo mientras volvía a tirar.
—¿Ahora hablas solo? Eres raro ¿sabías?
Una voz suave y casi dulce lo interrumpió de la perorata que discurría de su boca en contra de su hermano.
Sonrió al ver al dueño de la dulce voz.
—Jimin ¿Que haces por aquí?
El peli-rosa se sonrojó un poco
—La verdad es que te seguí —Jimin se encogió de hombros y arrebató el balón para lanzar.
Se posicionó y lanzó pero al igual que con Agust la pelota rebotó. Ambos sonrieron.
—También eres malo en esto —dijo Agust tomando de nuevo el balón y botandolo volvió a lanzar con menos suerte que Jimin.
El peli-rosa se llevó la mano a la boca para reír, ya que el castaño estaba frustrado y tenía en ceño fruncido.
Se veía adorable.
—Jamás he sido bueno con esto ni con ningun deporte que involucre pelotas y balones. Soy bueno bailando.
El castaño dejó de botar el balón para prestar atención a Jimin con mucho interés.
—¿Asi que bailas?
Jimin asintió con algo de vergüenza.
—Debería llevarte al club...
Jimin miró también prestando atención.
—Ya tengo mi credencial.
Agust soltó en carcajadas lo que confundió a Jimin.
Le gustaba ese chico raro, un día podía no hablar y salir corriendo y al otro reírse en su cara, podía ser tierno y luego agresivo. ¿Que más ocultaba?
—¿Cuál es la gracia? —Añadió queriendo parecer intimidante pero ese gesto sólo le pareció adorable al castaño.
—No Jimin, no es un club de esos, es un club de artes, se reúnen chicos con talentos distintos como bailarines y cantantes callejeros y raperos Underground, como yo.
Los ojos de Jimin brillaron de pronto con un brillo especial que hicieron parecer a Agust que estaban estallando fuegos artificial sobre su cabeza.
—Eres rapero entonces... llévame quiero conocer ese lugar. Debes ser muy bueno.
Agust sonrió y asintió.
Llevaría al chico lindo a su preciado club. Sentía que podía confiar en Jimin.
Su pasión era rapear, e incluso componía letras de canciones algunas de las cuales vendía a buen precio y llevaba algo de dinero a casa. Aunque eso no lo sabían ni su madre ni Yoongi.
—Si, lo hago bien ¿Quieres probar? —El castaño estaba un poco más cerca de él. Algo de lo cual el peli-rosa no se percató.
Jimin alzó una ceja, si quería escucharlo.
Pero lejos de que Agust se pusiera a rapear, este solo había pegado sus delgados labios contra los suyos, sorprendiendolo totalmente pero aún así no se apartó.
Al alejarse ambos simplemente se sonrieron. Al parecer Agust había engañado al pequeño peli-rosa para robarle un beso.
Pasaron el resto de la mañana juntos y al volver al edificio quedó con él de llevarlo por la tarde a su lugar favorito.
Jimin parecía encantado con la idea. Al fin tenía un amigo por así decirlo y pasaría la tarde con él y eso le agradaba mucho así que sonriendo entró en su apartamento donde su hermana veía una película mientras comía palomitas de maíz.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro