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🌻|Capítulo 61.|🌻

𝓛𝓸𝓼 𝓖𝓮𝓶𝓮𝓵𝓸𝓼 𝓗𝔂𝓾𝓰𝓪
Capítulo 61.
“Maratón pt 5”

Aún de noche pero cerca de llegar a la madrugada, el dúo de amigos —pero por ahora diría yo que son amigos— seguía saltando de árbol en árbol, muy concentrados en no dormirse. Quedaba al menos un par de horas para que el ocaso se hiciera presente en aquella parte del mundo, y además le diera al sol la bienvenida a su trabajo de alumbrar, con colores cálidos y a dulces en el cielo y nubes.

Increíblemente Kai y Meiko no estaban cansados, pero estaban seguros de que pronto iban a caer rendidos. Quizá ya era hora de que dejarán de correr, de que dejaran de andar; pero bien dice el dicho que no hay que dejar para el día siguiente lo que se puede hacer en ese mismo día, y esos dos se lo tomaban tan en serio. Ksi le había sugerido y prácticamente rogado a Meiko que se  dejará llevar por él, él podría  cargarla y llevarla sobre su espalda, pero Meiko no quería molestarlo, ni mucho menos ser una carga, así que  en varias ocasiones  se negó, pero sí aceptó la idea por al menos unos pocos minutos, fingiendo que dormía para hacerle creer a Kai que cuando despertaba estaba descansada, pese a que fuera lo contrario. A ambos  les motivaba a seguir moviendo los pies y flexionando las rodillas para saltar pese a que no las sintieran ya. De alguna forma, el hecho de  estar al lado del otro también les brindaba la suficiente fuerza como para seguir con el camino.

—–Ya deberíamos detenernos... No siento las piernas, realmente lo siento, Mei.—se lamentó Kai, deteniéndose de repente para posarse sobre sus propias rodillas.

—–No te preocupes, Kai.—clamó la dulce y suave voz de Meiko, soltando un suspiro.—–Estaba por decirte lo mismo... Es mejor que descansemos cuanto antes, sé que pronto tendremos que luchar.

Luego de andar aproximadamente una hora más a pie, decidieron finalmente darse un respiro y detenerse. Estaban tan cansados que no armaron tiendas, en su lugar sólo se acomodaron en los sacos de dormir, luego de calentarse un poco al estar sentados frente a una fogata que Kai armó para descansar sus pies, y recuperar un poco el aliento.

El cielo estaba lleno de estrellas, y junto con la Luna, ambos no tenían miedo a la oscuridad, además de que, por supuesto, se tomaron el tiempo de armar un par de trampas al rededor, aunque como siempre Kai se encargó de eso, pues, él era el mejor trampero, era su oficio en el equipo. Al rededor de ellos él había armado una red de hilos de chakra que estaban conectados a sus dedos, sabía que si algún animal o una persona de acercaba, no habría problema alguno en que se despertaría para verificar de qué se trataba. Meiko por su lado, dormía abrazada a su espada, metida en el saco pero a la vez estando pendiente de los alrededores, un sonido o algún movimiento.

Como ya sabemos, Meiko era descendiente de una familia de samurái, además de que su clan seguía fielmente esas costumbres de los guerreros con la espada; a ella la enseñaron a dormir, pero a la vez estar despierta, así en caso de que se encontrara en peligro, podría detectar hasta a una ardilla acercarse y atacar estando dormida, de ser necesario claeo, con sólo "oler" una mala intención. Los dos hacían un buen dúo, sí, hacia falta Nami, y estaban preocupados por ella, pero como consuelo tenían el conocimiento de que la Hyuga era inteligente, sabían que ella iba a estar bien.

¿Verdad?

Bueno, nada es seguro en esta vida ¿no es así?

En la oscuridad de la noche, las criaturas nocturnas salían a cazar. Los elegantes animales de las sombras aprovechaban como siempre estas ocasiones para cometer sus actos violentos y mordaces, guiados por su confiable instinto, cediendo a sus impulsos por la sed de sangre y hambre, con tal de sobrevivir siempre a cualquier cosa que la violenta naturaleza tenía preparado para ellos.

Uno de esos animales, estaba posado sobre la copa de un árbol. Gracias a su gran vista, la cuál es mucho mejor en la basta oscuridad, podía detectar movimientos de insectos incluso, cercanos o levemente lejanos a él. Tenía sus alas recogidas a lo largo de su tierno y emplumado cuerpo, y sus orejas estaban listas y al pendiente de cualquier ruido amenazador que osara acercarsele. Él estaba listo para enfrentar cualquier situación, estaba preparado para todo,  puesto que había sido muy bien entrenado  hace ya mucho tiempo. Sus garras, las garras de sus patas estaban muy bien afiladas j dispuestas a arrancar la carne de cualquier enemigo; ese frío búho, astuto, era capaz de quitarle los ojos a cualquiera que osara atentar contra él, y por supuesto, contra su dueña. 

Hablando de eso, ¿Porqué no estaba sobre el hombro de aquella chica de ojos perla que lo adoptó y lo aceptó como suyo, que lo curó y ayudó cuando más lo necesitaba? Casi siempre estaba sobre su cabeza, o sobre su hombro en su defecto, acompañándola como un perro fiel; entonces ¿Qué sucedió, porqué no estaba con ella?

¿Algo malo le había ocurrido? Si quieres la respuesta, lastimosamente debo decirte, que sí, ocurrió algo malo con su dueña. Nami está en aprietos porqe tuvo la mala fortuna de encontrarse con los tres ladrones que lograron predecir su plan y alcanzarla, capturandola tanto a ella como a sus acompañantes. Shiba pudo observarlo todo, y como es muy leal, partió en busca de ayuda, prometiendo a Nami que volvería lo más rápido posible.

Es por eso, que este pequeño búho se encuentra solo. Decidió aventurarse al frondoso bosque que separaba a Suna de Konoha, y esperó a la llegada de una buena amiga, dela cual ya sabía que iba a llegar en cualquier momento. Aquel búho de plumaje como el color de la luna no estaba ahí posado en la copa del árbol para buscar comida, estaba ahí, para esperar a alguien, que sabía que podía ayudarlo a traer de vuelta a su ama, y a sus acompañantes, sana y salva.

De hecho, ya debería estar por llegar aquella mujer que sabía podría a ayudarlos.

Ululó un poco mientras comenzaba a estirar sus alas, sus ojos grandes y hermosos de color gris brillaban cual luz tenue de luna, sin pensarlo dos veces emprendió el vuelo para usar su vista agudizada y encontrar lo más pronto posible a la maestra responsable de su ama, esperando poder verla pronto. Sabía que ella era la única mujer que podía ayudarlos, además, dada la condición en la que se encuentran los amigos de su ama Nami, además de que, si las cosas se complicaban, ella era la indicada para contrarrestar la situación.

Se lanzó a volar por los aires, y dando un majestuoso y delicado giro en el aire hacia atrás, descendió hacia el bosque, sobrevolando por en medio de todos esos árboles con precisión y facilidad, usando su poderosa vista para buscar aunque sea el indicio de aquella mujer a la que necesitaba ver y alertar.

Ahora, a lo mejor te preguntas porqué Shiba sabe que esa mujer llegará. Bueno, te lo responderé recordandote que, quizá Shiba no es un búho muy normal como él lo quiere hacer ver ¿o si? 

No hace falta que lo explique.

Regresando a la escena, aquella mujer que el búho buscaba estaba más cerca de lo que pensaba, posada sobre la rama de un árbol mientras observaba a sus alrededores. Estaba ahí, porque evaluaba la corteza del árbol en donde estaba. Le resultaba interesante que tuviera una mancha muy extraña. No era ácido, pero simulaba serlo al evaluarse de cerca la mancha. No tenía un color muy llamativo, parecía casi transparente, pero podía verse la mancha pegajosa gracias a los tenues rayos de la luna. Se preguntaba que podría ser, pero no se atrevería a tocarlo para averiguarlo, al menos no teniendo las manos desnudas. 

Sacó de su bolsa atada a la cintura un par de guantes de látex, comenzando a colocarselos de una vez. Quería analizar un poco lo que estaba viendo, y sabía que iba a confirmarlo tan pronto pasara la textura de los guantes sobre esa mancha.

No obstante, escuchó un tierno ulular cerca de ella, por lo que sonriendo algo ladina acomodó su brazo un poco extendido, para que el pájaro que estaba acercándose a ella tuviera dónde aterrizar. Efectivamente se trataba de Shiba, pero no le sorprendió verlo, quería permanecer calmada aún sabiendo que sus tres pupilos estaban en aprietos, porque de nada serviría si ella entraba en pánico, tenía que estar serena para pensar con claridad y tomar la mejor decisión.

—–Shiba.—saludó con voz calmada, aunque luego frunció un poco su entre cejo. Lógicamente estaba preocupada por sus niños, la llegada de Shiba le hacia entender eso.—–Por favor, dime que no es lo que pienso.

El pequeño búho de plumaje blanco erizó un poco las plumas de su lomo hasta llegar a su cabeza, sacudiendo después esta para tratar de peinarse. Con este lenguaje corporal Rei ya podía entender lo que estaba sucediendo.

—–Ya veo. Así que Nami está en problemas ¿es verdad?—murmuró, luego suspiró llena de alivio al ver que el búho asentía.—–Por eso vine. Aunque menos mal, no es la razón que esperaba...

Levantó y acercó su brazo hacia su hombro izquierdo, para que Shiba se posara ahí. Dejó de evaluar la mancha que estaba en el árbol, ya imaginando de qué podría tratarse.

Era de esperarse que ese paquete que les pidieron a sus pupilos recoger atraería a personas despreciables, seguramente eran usuarios de veneno, no era ningún secreto. Quizá, o más bien podía asegurar que se trataba de algunas personas del clan enemigo de los Dai, directamente sus enemigos por años. Así como el clan Hyuga tenía cierta rivalidad y rencor aún no olvidada con la Tierra del Relámpago, por el intento de secuestro de su princesa y por la respuesta del líder del clan de tomar represalias y asesinar al jefe ninja. La enemistad de el clan Dai con ese clan de los más horribles y despreciables ladrones era parecida, sólo que tenía más años, y nacía de la envidia de esos delincuentes por la honorable vida de los samuráis.

La de cabello malva suspiró con pesadez, quitándose los guantes de sus manos, notando una mancha violeta, causaba que empezaran a carmomerse.

—–Entonces... Déjame ver si entiendo ¿de acuerdo?—habló la mayor, observando al lindo búho posado sobre su hombro.—–¿Vienes nada más por un SOS de Nami, o Kai y Mei Mei están en aprietos?

—–Orru...~—respondió el búho, recogiendo sus alas mientras la miraba.

Él sabía que Rei podía entenderlo, ella tenía contrato con aves, eran los animales que respondían a su jutsu de invocación, y aunque este no hablaba como la mayoría de esas aves especiales, se expresaba y sabía que ella lo comprendía a la perfección. Él no estaba ahí para saludarla, por eso Rei entendía que su presencia era indicio de una emergencia.

—Orru~ uulu... ~—agregó Shiba, mirándole aún.

Rei reaccionó con calma, soplando las pequeñas cenizas, restos que quedaron de los guantes que se había puesto para tocar ese extraño líquido. Luego acarició ligeramente una de las alas del lindo animal, queriendo decirle con eso que todo iba a estar bien; podía sentir como el pequeño intentaba mantenerse tranquilo, pero el temblor en sus plumas evitaba que pudiera dar a entender por completo ese mensaje.

—–Ya, ya. No te preocupes Shiba.—clamó la mayor, queriendo calmarlo.—–Me alivia que Mei y Kai estén bien... Necesito que los busques y les avises. Enviaré a uno de mis amigos a que te busque para que me encuentres. Yo iré a rescatar a Nami, imagino que ella debe tener uno de los anillos, así que es lo mejor que nos separemos.

El búho bajó la cabeza a modo de aceptación, esperando a que la mujer lo acariciara, así se daba a entender de que se despedían. Nami había entrenado bien a este búho, le había enseñado ciertos comandos para comunicarse con él, y este era uno de ellos.

Rei no pudo evitar mostrar una sonrisa llena de ternura, dispuesta a acariciar la cabeza del búho con mucha suavidad y cariño. Era realmente un  compañero muy fiel y amigable, sin dudas era el mejor amigo de Nami.

El día llegó, y con él, a la frontera llegaron Kai y Meiko, estando en la intersección de caminos de Suna y Konoha. Ambos estaban ahí, habían esperando por un buen tiempo a que Nami y los demás aparecieran, y sin embargo, aún no había señal de alguno de ellos. Comenzaban a pensar que algo malo les había pasado, ¿podría ser que se encontraron con esos malhechores que no dudaron en hacerles daño?

Las posibilidades eran tan altas que eso,  los dejaba completamente ansiosos.

—–¿Crees que algo malo les haya ocurrido?—preguntó Kai, tenía un tono nervioso y preocupado en su voz.

Meiko estaba de pie, caminando de un lado a otro por el lugar. Sus pies ya habían cavado un nivel más bajo por tanta caminata frenética que ella tenía, en búsqueda de calmar así su preocupación. No podía responderle, porque no sabía exactamente cómo. Normalmente cuando Kai le hacia preguntas preocupado, ella siempre le daba una respuesta que le traía alivio, pero ahora no podía pensar bien, y por eso se sentía culpable, porque no podía tranquilizarlo.

—–Yo... —tenía miedo de decir que en realidad no lo sabía, y también miedo de afirmar que estaban bien, porque era imposible asegurarlo.

Se interrumpió a sí misma, cuando se le dio por levantar la mirada hacia el cielo. Actuó por impulso y colocó su brazo para recibir al ave que se acercaba eufórica a ellos. El pequeño búho se veía cansado, y podía imaginarlo, él era activo de noche porque en el día acostumbraba a dormir, teniendo eso en cuenta, se veía cansado aunque podía disimularlo bien, y volviendo a tener eso en cuenta, era lógico que se sentiría cansado, era un ser vivo y común y corriente como todos.

—–Se ve que haz volado mucho. ¿Te sientes cansado, amiguito?—preguntó la albina al ave, ovservandola con atención. Luego comenzó a acariciar y peinar un poco las hermosas plumas del animal.

Shiba ladeó levemente su cabeza para ser acariciado, saludando a la albina de esa forma, cualquier amigo de su querida ama era también su amigo,y con Kai y Meiko, Shiba era también especial.

No obstante Kai no pudo evitar sentir la llegada de Shiba como una mala señal, no porque no le agradara el lindo búho; incluso había arriesgado su vida por él por si ya no lo recuerdan, pero, si no estaba con Nami significaba que algo malo había pasado con ella.

El castaño se levantó y se acercó al búho, teniendo las manos apoyadas en sus caderas. Quería sonreír aunque sea un poco, pero Shiba giró su cabeza en su dirección, sin mover su cuerpo porque, bueno, es un búho, puede girar su cabeza completamente, lo que le da una mejor visión. El castaño dejó escapar de sus labios un suspiro, pero luego acarició con cuidado la cabecita del animal.

Meiko notó con tristeza el gesto de Kai, y se acercó a él para quedarse a su lado, manteniendo al búho en su brazo. Luego tocó uno de sus hombros, ya entendiendo de que se trataba todo. Quería pensar que todo estaba bien, pero como los estaban siguiendo estaba claro que esos rufianes no iban a desistir hasta conseguir lo que querían, y no se iban a detener por enfrentarse a menores. El mundo shinobi era un mundo difícil, y a la vez algo triste, solo funcionaba para pocos.

—–¿Nami está en problemas, verdad?

El búho no podía responder, porque, lógicamente es un animal.  Solo extendió sus alas y se fue volando, con lentitud para asegurase de que los jóvenes lo siguieran.

Kai bajó la mirada y tomó la mano de la albina, atreviendose a eso, luego le sonrió de forma dulce para hacerle entender de que todo estaría bien. Meiko hizo lo mismo en realidad, le sonrió dulcemente y entrelazó sus dedos, aunque sus manos se quedaron juntas por solo un momento, ya que necesitaban ir separados por la practicidad para correr, y sin más, siguieron al ave, adentrándose al bosque y yendo por los árboles de rama en rama.

—–¡Te seguimos, Shiba!

A todas estas, ¿donde están Nami, Sojiro y Wang? ¿Están en problemas?

¿Cómo les explico, que básicamente su vida pende de un hilo? No estoy bromeando, literalmente lo hace. 

Los tres estaban colgados de cabeza, separados, sobre un precipicio, en el que además de una fea y mortal caída, los esperaba agua electrificada que paralizaría su corazón con sólo rozarlo con la yema de los dedos. Los malvados que les habían dejado así como si fueran carne de cerdo en una carnicería ya no estaban, los tres habían partido a encontrar el anillo faltante. A Wang ya le habían quitado el suyo, ahora sólo hacía falta el que Kai tenía en uno de sus dedos; estaban tan ansiosos porque tenían la victoria asegurada, que serían capaces de cortarle un dedo de ser necesario. 

Los habían interceptado después de predecir hábilmente el plan de nuestros amigos, eran enemigos formidables, sin dudas eran incluso más despiadados de lo que Sojiro había dicho. Pero, dejarlos colgados con la garantía de muerte segura, realmente era ridículo. 

Nami miraba fijamente hacia un punto, sintiéndose bastante frustrada consigo misma. A ella no le interesaba morir, sabía cuando aceptar su destino, pero también sabía cuando luchar para no tener que hacerlo. No iba a rendirse fácilmente, ¿entonces, quien viviría para cuidar de Shiba, o quién se encargaría de proteger a su hermano mayor? Nadie, sólo ella, ese era su deber y no iba a permitir que sólo simples y estúpidos ladrones que no respetaban a nadie le quitaran esa tarea. 

—–¿Alguna idea?  Ese búho se fue de aquí hace horas, primero nos ataron, nos interrogaron ¡Y ahora esto! Lo peor de todo, es que ¿¡cómo puedes estar tan tranquila, Nami!? 

—–Sojiro. De nada sirve que te sigas quejando ahora.—interrumpió Wang, aunque luego soltó un suspiro.—–Kai y Meiko vendrán dentro de poco ¿verdad, Nami? 

La Hyuga ni siquiera se molestó en dirigir su mirada hacia ellos. Ambos hermanos le habían estado dirigiendo palabra durante horas, desde que estaban colgados, pero en cuánto Shiba se fue, ella no ha vuelto a pronunciar o a soltar siquiera un suspiro, seguía con la mirada hacia un punto fijo; quería guardar las suficientes energías para una posible batalla. Aparte de confiar en sus habilidades propias y ser consciente de que era buena, también confiaba en Shiba y en sus amigos, estaba segura de que ellos se aparecerían pronto, y tan sólo esperaba, con impaciencia, pues ya se estaba aburriendo de estar escuchando a esos dos hermanos discutir. 

“Juro que si salgo viva de aquí, voy a patear a Sojiro.”—pensó para sí misma, apenas parpadeando para demostrar que estaba viva.—–“Qué estoy diciendo... Estoy dejando que el estrés me perturbe... Necesito salir viva de aquí... Y también necesito que ellos salgan vivos...”

Levantó la mirada hacia el suelo, el vacío que la esperaba. Necesitaba pensar y no podía hacerlo bien por el ruido de esos idiotas, pero era mejor comenzar a hacer un plan para que ellos pudieran escapar al menos, ahora, no podía permitirse un número de victimas. Suspiró cruzando después sus brazos bajo su pecho. Sus cejas se alzaron y levantó la mirada hacia sus pies, observando que tan riesgoso era para ella moverse.

No tardó en activar su byakugan y observar los hilos. Eran resistentes, bastante, pero para su sorpresa, no parecían tener rastro de chakra, eran solo hilos, objeto común y corriente. Cortaba su piel, pero si era únicamente algo sencillo, significaba que podría intentar conducir su chakra por ahí para hacerlo más resistente, así podría moverse.

Escapar ahora era la única opción.

“Bien... Si estoy en lo correcto... Eso significa que debo concentrar mi chakra en mis pies, conducirlo al menos al rededor de la atadura para impregnar todo el hilo con chakra.”—pensó, luego llevó su mano a su labio inferior, casi sonriendo levemente.—–“Esperemos a que funcione.”

La Hyuga dejó caer sus brazos gracias a la gravedad, y seguido de eso cerró sus ojos. Iba a concentrarse en conducir una gran parte de su chakra a los hilos, así podría reforzarlo y moverse, luego iba a balancearse un poco de lado a lado para llegar a la orilla, así podrían salir, y solo era cuestión de ella lanzar sus vendas para que ellos pudieran sostenerse. Ese era su plan, ahora solo tenía que hacerlo funcionar para salir de ahí vivos.

Tan solo esperaba tener la fuerza física suficiente como para poder cargar con el peso de esos dos.

—–Oigan, ustedes.—murmuró finalmente hablando en voz alta, desviando la mirada hacia los hermanos.—–¿Que tan bueno es su control de chakra...?

Nami tiene algo en mente, pero ¿sera que podrán escapar tan fácil de esa?

Solo yo se la respuesta AJAJAJ JAJAJAJAJAJAJAJA AJAJ JAJAJAJAJAJAJA

Buenas nalgas gente, ¿como están? Tomen awa uwu

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