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🌻|Capítulo 59.|🌻

𝓛𝓸𝓼 𝓖𝓮𝓶𝓮𝓵𝓸𝓼 𝓗𝔂𝓾𝓰𝓪
Capítulo 59.
“Maratón, pt 2”

Tan pronto salió el sol, Kai, Nami y Mei despertaron temprano, dispuestos a irse de una vez por todas de ese campamento, con tal de llegar lo más pronto posible a Konoha y cumplir la misión.

Se alistaron, empacaron un par de cosas y se aseguraron de alimentarse bien para tener las energías suficientes para el viaje, pues claro, nadie quería volver a cargar a un colega todo el camino de regreso, que era un día o incluso un poco más. Afortunadamente los pies de Kai ya estaban mucho mejor.

Aunque en la mañana al despertar, Nami y Mei ni siquiera se hablaron o saludaron, mucho menos se dirigían la mirada, la más orgullosa  tomó por sorpresa a todos, al decidir ofrecer sus sinceras disculpas para reconciliarse con la albina. Nami se llevaba bien con Meiko, sabía que a veces ella podía comportarse muy odiosa y en sí, todos sabemos que Nami es algo complicada, por lo que decidió dejar la discusión a un lado y disculparse, además, sería lo mejor para todos. De nada iba a servir que no se hablaran durante la misión, puesto que en esos momentos necesitaban aún más de el trabajo y unión de equipo. Meiko aceptó sus disculpas, pero también quizo disculparse ella por sus malas respuestas e insultos, en donde cuestionaba sus miedos, sabiendo que como todos era algo común en un ser humano, nadie era perfecto.

Kai estaba contento por ellas y por sus disculpas. Le alegraba mucho porque eso significaba que a lo mejor no habrían más problemas entre ellas y podrían completar la misión como siempre, trabajando en equipo.

Estuvieron caminando por un par de horas entre los bosques frondosos. Iban en diferentes lugares, aunque juntos. Meiko los guiaba, pues era la líder de esa misión, Kai iba detrás de ella junto con Sojiro y Wang, y Nami iba en la retaguardia, mientras Shiba descansaba sus alitas en la cabeza de Nami, posado en esta como si se tratara de su nido. Todos iban en silencio, alertas, sobre todo Nami, pues ella se llevaba todo el trabajo de la vigilancia gracias a su byakugan, aunque Shiba la ayudaba también.

—–¿Saben saltar árboles? Creo que podríamos ir más rápido, y seguros.—sugirió la albina, rompiendo el silencio tranquilo que a todos rodeaba.

Parecía una buena idea. Sería mejor que pudieran adelantar lo más que pudieran antes de que el sol se cayera y diera paso a la luna. Era más seguro.

—–Eso es buena idea.—admitió Wang, asintiendo levemente.—–Sí, descuida, Mei. Aunque no lo parezca, también sabemos algo de manejo del chakra.

—–Además ¿ya se te olvidó de que también tenemos entrenamiento samurái?—agregó Sojiro, antes de acomodar los brazos detrás de su nuca y bostezar con aburrimiento.—–Me parece bien.

—–Entonces no perdamos tiempo.—comentó Kai, dando unos pasos hacia el frente para tocar a Meiko, dejando su mano derecha en uno de sus hombros.—–Estás haciendo un buen trabajo como líder, Mei Mei. ¡Me enorgulleces!

Kai sabía que era la primera vez de Meiko siendo la líder de una misión importante. Estaban acostumbrados a que Nami diera las órdenes; por eso sabía que la albina, a lo mejor se sentía muy nerviosa y un tanto presionada. Él no quería verla así, mucho menos saber que quizá por eso Meiko la estaba pasando mal, por eso quería darle ánimos, y por eso dijo lo que dijo.

Además de claro, estar enamorado de ella, pero eso ya es otra historia.

Nami por su lado, dirigió su mirada hacia los árboles, desactivando su byakugan con cansancio y asintiendo en silencio, pues solo ella faltaba por dar su opinión referente al plan de Meiko. Sí, le daba la razón. Pero no podía dejar de pensar en un pequeño mal presentimiento. Se estaba esperando a que los tres bandidos que los atacaron en la noche se volvieran a aparecer, sin embargo, aún no había pasado nada y ya dentro de un par de horas sería medio día. Le molestaba que no se hubiesen aparecido, porque eso solo significaba que estaban esperando a emboscarlos. No era paranoica, pero sabía que esos sujetos no eran tontos, tan sólo era cuestión de tiempo para que se aparecieran, justo cuando ellos menos iban a esperarlo.

—–Nami, ¿que sucede?—cuestionó Kai, esperando a que ella respondiera.

—–¿Que?—cuestionó esta vez Meiko.—–¿Nami, pasa algo?

Tanto Wang como Sojiro también centraron su mirada en la castaña, quien aún estaba sin responder. Nami estaba concentrada, intentando disipar el mal presentimiento que sentía. Ella no se dejaba llevar por supersticiones ni nada por el estilo, sin embargo, confiaba plenamente en su instinto, por lo mismo de que este le ha salvado el pellejo muchas veces. Pero claro, no iba a concentrarse en eso ahora; Meiko tenía razón, adelantar el paso por los árboles podría darles más tiempo para escapar.

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La noche cayó y con ella llegó la oscuridad que entorpecía un poco el paso entre ellos y los árboles, pero gracias a las habilidades de todos, y aunque las de Sojiro no fueran tan avanzadas a comparación de los demás, podían seguir entre las ramas pero claro, con mucho cuidado, precaución y discreción. Iban con cuidado, aprovechando la tenue luz que apenas y entraba por las hojas de los árboles, concentrados en no pisar en falso y caer directo al abismo. Seguirían con el mismo ritmo un par de horas más, con tal de adelantar era la mejor opción.

Pero la paz y la tranquilidad de la noche, además del silencio que los rodeaba a los cinco en ese ambiente oscuro, con la excepción del sonido de sus pies tocando las ramas y tomando impulso para seguir saltando, les duraría muy poco.

No había nada por los alrededores, pero a Shiba se le habían erizado las plumas de la nuca, un poco de las alas y su espalda. Estaba claro, que tanta paz durante todo el día era muy extraño, y ahora eso para ellos, se convertiría en algo muy alarmante. Shiba comenzó a sobrevolar por sobre las cabezas de todos, ululando con fuerza para que los humanos que lo rodeaban se dieran cuenta de que algo no estaba bien, y de que él estaba percibiendo algo que los demás no percibían. Ante la alarma de su pequeño amigo de plumas blancas, Nami no vaciló en activar su byakugan para buscar al menos, alguna señal de que los acechaba algo desconocido, pero no había nada en los alrededores, al menos, hasta que entonces vio aproximarse hacia ellos, un objeto delgado y punzante, que se acercaba en dirección a Wang de forma peligrosa.

—–¡Flecha!—advirtió Nami con fuerza, para despertar a todos y que estuviesen alertas. Pero ahora ella era los ojos, era la única que podía ver desde donde, y hacia donde iba, por lo que, no vio más opción que interponerse en el camino de la flecha.

Acumuló un poco de chakra en su mano y justo antes de que la flecha interceptara a Wang y con facilidad la atrapó pese a la velocidad que llevaba. Quemó su piel por un instante, y ella asumió que era por la fricción, pero se alarmó un poco al sentir que el ardor no se iba. Al parecer la flecha que había sido disparada desde la dirección contraria a la que ellos iban, estaba bañada de un veneno que actuaba tan pronto tenía contacto con la piel. A lo mejor, mientras no se metiera a su torrente sanguíneo iba a estar bien, pero vaya que ese molesto ardor era fastidioso, como si su piel se estuviese quemando a fuego vivo y encima tuviera aceite para avivar más la llama.

Aún así, no podía quejarse ahora, no era el momento. Únicamente cerró los ojos por un momento y trató de suprimir el dolor, ignorarlo, para seguir concentrada en que nuevamente, venían detrás de ellos, no sólo una flecha, sino varias ahora.

—–¡Vienen más, a las seis!—insistió la Hyuga de nuevo.—–Esos idiotas nos encontraron.

—–¡Nami! ¿Logras verlos a los tres? Puede que busquen rodearnos para hacernos una emboscada.—cuestionó Mei, juntando las cejas con preocupación.

Ella se adelantó antes de que Nami siguiera hablando, sacando su fiel espada de el estuche, que llevaba en su espalda, blandiendo su arma con firmeza para saltar desde la rama y cortar las flechas que se aproximaban a ellos para afectarlos. Aterrizó sobre la tercera rama, alejada de ellos, suspirando a la espera de que llegaran más. No había logrado cortarlas todas, pero gracias a su velocidad pudo hacerlo con casi todas a excepción de una, que logró hacerle un corte superficial en su mejilla derecha. De inmediato sintió una fuerte irritación y ardor que casi logra desesperarla, pero antes de preocuparnos recordemos por favor que Meiko proviene de un clan que es inmune al veneno, porque ese es su kekeigenkai. Por lo tanto, ella no tenía porqué asustarse, pues esa molestia se le pasó en cuestión de segundos.

Claro está que no siempre fue así, puesto que cuando apenas el clan se había fundado, no eran inmunes, pero sí vivían experimentando con veneno todo el tiempo. Se sometían a un entrenamiento muy serio el cual consistía en beber gotas de veneno todos los días hasta alcanzar la inmunidad. Con el pasar del tiempo, ya no necesitaban de ese entrenamiento, puesto que de alguna forma la gente ya nacía con esa habilidad desarrollada, y así fue como se convirtió en un kekeigenkai ejemplar.

La albina notó que Nami no dejaba de rascar su mano izquierda, la cual fue la misma que usó para atajar la peligrosa flecha que iba a ser disparada a Wang. Quería preguntarle si se sentía bien, ese veneno no era letal en realidad, era algo al estilo de "hiedra venenosa", lo único que causaba era irritación y molestia, pero claro, pasar eso en plena lucha con molestos ladrones zánganos que no hacían nada más que aprovecharse de la situación, no iba a ser sencillo, incluso por mucha fuerza de voluntad que Nami tuviera. Quería preguntarle como estaba, pero también estaba segura de que ella no le respondería por ahora estar concentrada en aguantar, como ya conocía bien esa actitud testaruda en ella; mejor, le hablaría cuando la situación se calmara.

La albina se metió tanto en su mente que no notó que Kai estaba frente a ellos ahora con un escudo adhesivo que recién había fabricado, y que Sojiro y Nami estaban insistiendo a la chica para que diera la orden de moverse o quedarse a luchar. Se sonrojó un poquito por su desperfecto, pero después infló una de sus mejillas antes de dar una respuesta. Ahora mismo tenía que ponerse en los zapatos de un líder, los mismos zapatos en los que Nami se ponía en cada misión. Debía cargar con la presión de preservar con el bienestar de todos los implicados en la misma, con el deber de guiarlos por el camino más correcto, pero a la vez, con tomar una decisión arriesgada que podría si bien salvarles la vida a todos, también podría provocar la cava de la tumba de alguno de ellos. No podía imaginárselo, pero tampoco podía quedarse así de brazos cruzados cuando su equipo y los demás la necesitaban, necesitaban su respuesta.

Nunca había sido la líder de una misión, tampoco pensó que algún día tendría que hacerlo, pero ya no podía echarse para atrás. No estaba segura, pero sería capaz de sacrificar su cabeza por dejar al resto de sus amigos vivir.

—–Mei.

Sintió la mano de Nami posarse sobre uno de sus hombros, en señal de apoyo. Mei sabía que Nami ya se había imaginado la idea que a ella se le pasaba por la mente. Lo que le impedía darla a conocer, era que eso implicaba una posibilidad de sí o no, pues era arriesgado, pero a la vez algo que podría ayudarlos. Se animó a ver a Nami por un instante, aunque que el valor solo le alcanzó para poco, y luego se giró a ver a Kai, notando que también él la miraba de reojo.Ambls tenían puestas sus esperanzas en ella, ambos confiaban en ella, incluso con ojos cerrados.

—–Mei.—escuchó a Kai también murmurar, viendo que le sonreía como siempre, tan radiante, mientras al tiempo estaba concentrado en evitar que las flechas venenosas que seguian apareciendo.

Ambos la miraban con firmeza, ambos le sonreían, ambos esperaban que hablara, pero sin miradas de crítica o con ansias por juzgarla.

Eso sólo significaba una cosa, la apoyaban. Pudo sentir la seguridad que le hacía falta para pronunciar alguna palabra, y sin más, ella resopló antes de hablar.

—–No se puede hacer más. ¡Tenemos que dispersarnos!—exclamó entonces, con primera vez un tono de voz lejos de ser seco y somnoliento o casi audible, ahora Meiko podía pararse con la frente en alto al dar una orden.

Las flechas dejaron de aparecer, y Kai pudo finalmente soltar el escudo, suspirando con pesadez. Al escuchar a Mei, se giró a verle con una sonrisa ladina, mostrando lo orgullos que estaba de ella, por ver que estaba tomando una actitud diferente. Hasta podría decirse que le gustaba aún más. Nami también suspiró, alzando un poco el brazo para que su amigo Shiba se posara sobre este, y dejó descansar su brazo lastimado.

—–Ahora separarnos es la única opción. Ellos quieren los anillos ¿verdad? No podemos darles ese gusto... Dos de nosotros llevarán un anillo. El otro, llevará la caja y los escoltará a la aldea, nos encontraremos en la frontera.—murmuró la albina, guardando su espada.—–Wang, por favor no me veas así. Es la única forma. Si seguimos en grupo, entorpecemos el paso... Al parecer sólo atacan con la luna, así que debemos cortar aquí para asegurarnos de que no se complicarán las cosas. Tú no puedes llevar ambos anillos con ellos tras nosotros, sería suicidio...

Wang dejó que de sus labios se escapara un suspiro, con cansancio. Luego, dirigió sus ojos a Kai, para pedirle con la mirada que por favor lo ayudara. El único que sabía que solo él podría llevar el peso de ambos anillos era Kai, por todo lo que él le había confesado en la noche anterior y la historia de origen de esos dos anillos de casamiento. Eran pocas las personas que tenían una personalidad tan pacífica y positiva, con tanta paciencia además como para soportar el poder y la energía pesada que tenían los anillos, y Wang sabía que Kai era una de esas personas, tanto por su actitud como por su personalidad optimista.

Esperaba que con la mirada, Kai le pudiera entender lo suficiente. No podían permitir que Nami o Mei lo cargaran, chicas con personalidades tan explosivas o con carácter tan fuertes... Sería como apagar un incendio con aceite.

Exacto, causaría más estrago.

Wang, viendo que Kai dejaba de ver a Meiko para por fin verlo a él, pues sentía su mirada muy encima, aclaró su garganta y aún en silencio, llevó las manos detrás de su espalda. Seguía intentando hablarle a Kai con sus ojos. Pero Sojiro decidió meterse y hacerle una seña a Kai, gesticulando también con sus labios un “los anillos”. Kai finalmente mostró indicios de que había entendido lo que pasaba, y decidió hablar entonces para asegurarse de que él sería quien cargara con, al menos uno de los anillos.

—–Mei Mei tiene razón. La noche anterior nos libramos de ellos por un pelo, es lo mejor. Así que yo llevaré uno de los anillos. Wang puede llevar el otro.—se ofreció Kai con una pequeña sonrisa, acercándose unos pasos a la albina para posar las manos sobre sus hombros.—–Nami, ¿las flechas provenían de mucha distancia?

La Hyuga asintió en silencio, antes de hinchar sus pulmones con aire y sacar todo lo recogido por medio de un suspiro. Quería gritar y amputarse la mano por la cruel y maldita picazón que la fastidiaba, pero, tomaría eso como una prueba de fuerza de voluntad.

—–Si. Además, a juzgar por la apariencia desgastada que alcancé a notar, esas flechas fueron lanzadas desde mucha distancia, es decir, tienen un alcance muy extenso. Al menos tres kilómetros o más.—murmuró la Hyuga, mostrando un gesto pensativo—–... Mi byakugan no detectó las flechas hasta que entraron en un radio de dos mil metros, así que, nos vienen siguiendo por al menos un poco más de tres kilómetros.

Meiko se cruzó de brazos, soltando un pesado suspiro después. Ese número no le tranquilizaba para nada, aún los sentía muy cerca.

—–Quiere decir que vienen pisándonos los talones ¿verdad?—susurró la albina, llevando después sus manos a sus caderas.—–Bueno, no hay más que decir. Tenemos que separarnos. Kai se lleva un anillo, Wang otro. Kai irá c-

—–Ve con Kai.—interrumpió Wang, mostrando una sonrisa con suavidad.

—–¿Eh...?

Kai mostró una expresión de cierta sorpresa, dejando de mirar a Meiko -porque sí, estuvo mirándola todo este tiempo que hablaba y pensaba- para observar esta vez a Wang, con asombro, y con un fuerte sonrojo recorriéndole desde su nariz hasta sus orejas. ¿Él y Mei, solos? Ni en sueños se imaginaba eso, ya incluso se había puesto un poco nervioso. Pero no era el único en ese divertido estado, Meiko también se había sonrojado, pero en lugar de ponerse como Kai, seguía aún con esa expresión seria e inexpresiva que tanto la caracteriza, con la diferencia de ese ligero y bello carmín en sus pálidas mejillas. Ella estaba en silencio, porque claramente no le molestaba la idea, no obstante, tampoco quería mostrarse tan obvia.

Por su parte, Nami, nada más observaba con atención a los dos mencionados y pegaba sus labios para no decir o soltar alguna imprudencia. En estos momentos sentía tantas ganas de reírse que ya no sentía el dolor o la picazón por el veneno que había quedado impregnado en su piel. No podían culparla, quería distraerse un poco de esa incomodidad, además, ya sabemos como es Nami cuando se encuentra entre una escena penosa por esos dos.

—–Si Meiko. Ve con Kai.—murmuró Nami con una media sonrisa, mientras observaba a su querido amigo Shiba, quien se estaba peinando sus lindas plumas blancas.—–Yo cuidaré de Wang y Sojiro. Y debemos procurar irnos ya. No hay tiempo que perder. Mientras más estamos aquí parados, más cerca están esos sujetos.

—–Es verdad...

La albina no pudo retractarse de esa idea, porque aparte de que no quería lastimar a Kai, ya habían dos votantes. No quería mostrarse grosera con él ni hacerle pensar que no quería pasar tiempo a su lado, le avergonzaba un poco el hecho de que estarían solos, solines y solitos, pero, bueno, no pondría trabas. Iba a aceptarlo y también a aprovechar la situación.

Sin dejar de pensar en la misión tampoco, claro estaba.

—–Bueno, entonces está decidido.—comentó Nami.—–Meiko. Kai, nos encontraremos en la intersección. Iremos por este lado.—señaló la Hyuga, marcando el lugar hacia donde irían.—–Bueno. No hay tiempo que perder. ¡Vamos!

Dicho y hecho, los cinco decidieron separarse, ir por caminos diferentes para confundir y retrasar igualmente a los tres ladrones que los estaban persiguiendo. Podrían despistarlos de esa forma, y quizá conseguir tiempo para evitarlos de una vez por todas. Eran consientes de que a lo mejor, en algún momento esos sujetos los iban a encontrar y tendrían que luchar con ellos, pero, abrían más camino, ya que si ellos se separaban, el grupo de los tres bandidos también iría contra ellos, y se separarían.

Ahora era cuestión de esperar, ir con sigilo.

Esperaban no tener más problemas con ellos, al menos...

Por ahora...

BUENAS, BUENAS NALGAS SEÑORES 😎👌🏻✨

¿Como han estado, como se encuentran?
Yo no muy bien, ¿saben porqué? Para los niños responsables que leen mi tablero, bueno, ya lo sabrán XD

Me sacaron dos muelas 😭👍🏻
No, no son las del juicio, pero como yo uso frenos pues, me dijeron que tenía que sacarme como 4 muelas y yo como QUE QUEEEEEEEEEEEEEE

Y he nos aquí XD

Me duele mucho la cara, pero sacó fuerzas suficientes para publicar estas dos partes del maratón, PORQUE AÚN NO HA TERMINADO

Pero quería dejarselos publicado porque me retrasé más de lo que pensé y el maratón este me ha salido más largo de lo que yo imaginaba AJDJAJSJSJAJSJJASJJASJJAJWJQJDJWJSJ

Así que fuera de eso, espero que disfruten este inicio del maratón, más bien llamenlo comidilla de lo que se viene ^^

Espero que les haya gustado mucho, y espero que hayan disfrutado de los dos capítulos publicados ❤

Cuídense mucho, y les mando un abrazo. Un beso no porque tengo dos huecos enormes en la boca y literal me desangro cada que respiro AJSJHASJKASNJSJA

PERO

ESTOY BIEN ^^

Así que, quiero que se cuiden uwu

Nos vemos mis nalgones 🤧❤✨ cuídense bien, los quiero mucho, mucho, mucho

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