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🌻|Capítulo 55.|🌻

𝓛𝓸𝓼 𝓰𝓮𝓶𝓮𝓵𝓸𝓼 𝓗𝔂𝓾𝓰𝓪
Capítulo 55.
El comienzo de una discordia”

Después de su parada para comer, y también de lidiar con la impresión y curiosidad molesta de la mesera y algunos cocineros que consideraron impresionante el hecho de que Meiko pudiera comer tanto, los muchachos siguieron con su camino hasta que la noche calló y tuvieron que armar sus tiendas para descansar.

Como ellos acostumbraban, en el perímetro en el cual se habían posicionado para descansar, armaron trampas y demás para asegurarse de que nadie se acercara. Las chicas ayudaron a Kai con los detalles, pero mayormente el castaño fue el que más trabajó, al ser un experto en ello de las trampas invisibles y bueno, casi indetectables. Luego de ello, armaron sus tiendas y casa uno se fue a dormir después de un breve rezo y agradecimiento por vivir y comer un día más, además de pedir mucha suerte para esa misión. Claro que Meiko se encargó de esto.

Todos ya estaban metidos en sus tiendas, al día siguiente debían de estar despiertos muy temprano, para poder partir hacia el desierto. Quedaba poco camino por cortar, al menos, probablemente llegarían a la hora de él almuerzo o un poco tarde quizá.

Nami estaba en su tienda recostada sobre el colchón, con sus brazos estirados y piernas también. Estaba recostada al estilo “estrella de mar”, y observaba al techo de la misma tienda, completamente perdida en sus pensamientos. Comenzaba a preguntarse como le estaría yendo a su hermano mayor en la misión en la que él estaba. Quizá estaba bien, él era inteligente.

Pero además de preguntarse por su hermano, también quería pensar un poco en la cuestión que la mantiene despierta y pensativa la mayoría del tiempo. Y ahora, con más frecuencia después de haber llegado a la conclusión de esta tarde.

—–¿De verdad... Él me estaba... Coqueteando...?

Nuevamente se hacía la misma pregunta, pues aún ni se sentía del todo segura. ¿Como era posible que él le estuviese coqueteando? ¿Qué no se supone que no se llevaban bien? ¿Porqué de repente se había mostrado más amable con ella? Era extraño. Seguramente se traía algo entre manos.

No confiaba mucho en que aquella acción fuese genuina, pues pensaba firmemente en que todos hacían algo a alguien o por alguien con tal de conseguir también un poco para ellos, el ser humano es egoísta, y ella lo sabe porque lo es, sería imposible que de verdad Kiba le hubiera dicho un halago tan lindo porque sí nada más. Algo se traía entre manos.

—–Sí. Sin dudas... Algo se trae entre manos.

Seguido de eso, ella cerró sus ojos e intentó dormir, cambiando de la posición en la que estaba para cubrirse con sus sábanas por completo y descansar. No podía desvelar se tampoco, porque sabía bien que si este día había resultado cansado, el próximo lo sería aún más.

Ya dormida, su mente empezó a hacer de las suyas.

Comenzó a soñar, muchas cosas para ser solamente un simple sueño. Estaban en él personas conocidas pero sin rostro, y con ella, no había nadie más que Shiba. No había fondo, todo era neblina, y conforme ella caminaba siguiendo a Shiba con confianza, las personas sin rostro empezaban a desaparecer tan rápido como llegaron. Sentía que su respiración se estaba agitando poco a poco, y sentía que sus piernas empezaban a temblar. Tenía miedo.

Shiba, quien era ese hermoso buho blanco que ella adoraba, revoloteó cerca de un lugar, en donde le indico a Nami que por favor se detuviera. Cuando la Hyuga lo alcanzó , ella se detuvo en donde él le dijo, y vio con confusión que estaba posado sobre algo, pues no movía sus alas. De pronto la neblina se disperso y dejó ver que Shiba estaba pisado sobre una especie de lápida sobre el suelo. Nami ante esta escena frunció un poco el ceño, pero con confusión. Luego, cuando movió la boca para preguntarle a Shiba qué estaba pasando, levantó la mirada y notó que el búho ya no estaba. Y que la lápida de hecho tampoco estaba.

Luego, cuando escucho que su querido búho había ululado, se giró en dirección al sonido y observó entonces, que Shiba, ahora estaba posado sobre el brazo de una misteriosa mujer que estaba frente a ella. Ella era alta, era hermosa, su cabello era largo y atado en una coleta floja y caída, que estaba en la mitad de su cabello el cual le llegaba hasta los pies y era del mismo color que su piel, arrastraba por el suelo. Sostenía a Shiba con confianza, como si este le perteneciera. Nami ante esto miró con confusión, pero no dijo nada.

La mujer era de piel sumamente pálida. De hecho era literalmente como sus ojos, y tenía un par de cuernos sobre su cabeza. En su rostro, podía Nami evidenciar que la mujer tenía una sonrisa nostálgica, pero a la vez algo cariñosa dirigida hacia ella. En la tercera vez que Nami la vio parpadear, esa mujer cambió sus ojos a unos amarillos vivos, mientras que el lugar en donde estaban comenzaba a desmoronarse.

¿Qué significaba, qué demonios había comido?

Sin avisar, aquella mujer se acercó a Nami un poco más, hasta el punto en que tocó la mejilla de la menor, mostrando una sonrisa aún más enternecida, pero luego, esa sonrisa se fue extendiendo por su rostro, tomando entonces un porte algo más malvado. Nami quedó petrificada del miedo, cuando sintió que esta mujer alta y misteriosa se agachó y le susurró a su oído un “Falta poco” para después esfumarse en cuestión de segundos, junto con Shiba.

Justo después de eso, todo se volvió completamente negro y Nami despertó abriendo sus ojos de par en par, encontrándose con el techo de su tienda. A juzgar por la oscuridad del ambiente pudo especular que aún era de noche, tarde. Quizá había tomado una siesta de veinte minutos.

Demonios, no podía dormir.

Soltando un suspiro lleno de cansancio ella decidió salir de su tienda, y sentarse afuera, aún envuelta en sábanas, mientras observaba la luna. En eso, le llegó a la mente una fantasía, una fantasía hermosa que sirvió para provocar en ella realmente mucha paz, pero, a su vez también mucha incomodidad, pues esa fantasía rápida que evidenció se trató de ella en una especie de velada o cita, junto a alguien que empezó a llamarle mucho la atención últimamente, y ni ella misma sabía bien porqué.

Ella estaba sentada frente a un lago, mientras que él estaba sentado a su lado con ese bello cachorro de ninken blanco en su regazo. Ambos observaban la luna. Y aunque, esa fantasía a la Hyuga le causó una linda sensación, tan pronto su sentido común y también orgullo regresaron de las cortas vacaciones, ella negó fuertemente con la cabeza para segjrarse de espantar esa nube fantástica que le había causado un sonrojo. Luego llevó sus manos a sus mejillas, sintiendo estas calientes.

—–¡T-Tsk...! —insistió para sí misma.—–Joder. Ya deja de pensar en él... Por favor...

Demonios, últimamente su mente estaba demasiado hiperactiva ¿eh?

Decidió levantarse y volver a su tienda, pero tan pronto estaba por volver a acostarse, notó un par de alas golpeteando la tela de la tienda. Nami confusa, abrió esta y se encontró con Shiba, quien con sus patitas y bamboleandose por el suelo, usó su piquito para cerrar la tienda con la cremallera, y se acercó a Nami para acurrucarse en ella y dormir.

Nami ante ese gesto no pudo evitar reír.

—–Vaya. Es como si fueras mi guardián... No sé cómo lo haces, pero siempre me encuentras, Shiba.—murmuró la Hyuga, acariciando con suavidad el plumaje del lindo búho blanco.—–¿Sabes? Tuve un sueño muy extraño... —susurró.

El pequeño buhito le miró y ladeó su cabecita, simulando que estaba confundido, pero a la vez quería saber más sobre ese sueño del que había tenido su dueña. Sin embargo, Nami solamente le miró, con algo de cansancio.

—–Mejor te lo contaré más tarde...—susurró, volviendo a acomodarse para dormir.—–Estoy muy cansada... Buenas noches, Shiba...

No quería contar sus problemas ahora. Necesitaba descansar bien para asegurarse de que pronto, cuando el sol saliese, tuviera la suficiente energía como para caminar hasta el desierto.

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Nuevamente el sol salió. Tanto Kai, Mei y Nami se dispusieron a levantarse para recoger el campamento y poner en marcha sus pies para seguir con el viaje. Necesitarían al sol de su lado, por lo que era mejor empezar a caminar, debían llegar antes del almuerzo. Luego se quedarían en un pequeño hostal que dirige un familiar del prometido de Miku, y después, al día siguiente regresarían a la aldea. Claro estaba, que de todas formas también tendrían que acampar en el bosque al estar ya de regreso. Pero bueno, eso no importaba ahora, debían enfocarse en la misión nada más.

El camino estuvo lleno de cortas conversaciones. Si seguían el rumbo, llegarían incluso antes de la hora del almuerzo por lo que les serviría para descansar un poco los pies y darse un merecido baño, o al menos, era lo que Nami anhelaba con todas sus fuerzas. Se sabe que debes arriesgarte y estar dispuesto a todo cuando eres un ninja, pero, para Nami el aseo era algo sumamente importante fuese un ninja o no. El hecho de que fuese una chica fuerte no quería decir tampoco que le gustara la moda, o vestirse o mostrarse bien ante el resto, por mucho que le cueste admitirlo; pero eso ya era más que todo una conducta aprendida por la mismísima Rei. Así mismo eran Kai y Meiko, tenían muy arraigados el buen aseo.

Pero bueno, basta de hablar de ellos por un momento ¿quieren? Quisiera mostrarles primero que sucede en las calles de Konohagakure. Más específicamente, lo que sucedía y se escuchaba en una conversación de dos jóvenes. Un castaño caminaba junto a otro, era algo temprano en la aldea, por lo que apenas las tiendas estaban abriendo sus puertas al público, pero eso sólo traía una linda atmósfera de paz en la aldea, lo cual para Konohagakure era sumamente raro y a la vez perfecto. Esa pobre aldea siempre estaba a borde o en la mira de un ataque enemigo , ¿que cosas, no?

Entre los dos caminaba un bonito cachorro de pelaje blanco como las nubes, y suave como estas mismas también. Movía su colita de un lado a otro, mostrándose realmente feliz de dar un paseo, como acostumbraba hacer con su dueño cada mañana.

De los dos jóvenes uno soltó un bostezo algo cansado, pero seguido de esto, llevó la manga de su chaqueta a su nariz, olfanteandola un poco con disimulo y prudencia. Ante ese mismo gesto él no pudo evitar suspirar un poco, quizá con alivio, y quizá atontado, pero sin dudas lo que no logró disimular fue que de hecho disfrutaba el olor de su abrigo. Shino como buen joven inteligente y prudente, notó que desde el día anterior él ya había hecho esa misma acción varias veces, por lo que en esta ocasión no pudo evitarse más el hecho de preguntar porqué repetía lo mismo, la misma acción de vez en vez. No obstante, él después de analizarlo un poco, observó de nuevo a Kiba y frunció su ceño, al ya imaginarse porqué hacía eso.

Sí, sin dudas ya lo sabía.

—–Apuesto a que el aroma del suavizante que usa tu madre es bstante agradable , como para que cada cinco minutos estés haciendo lo mismo.—habló Shino, como siempre muy ingenioso en sus comentarios.

Kiba ante esto, no respondió con palabras, seguía con la vista ligeramente perdida hacia el cielo mientras asentía un poco, con la sonrisa aún atontada mientras que ahora soltaba un suspiro ligero. Shino no pudo evitar pensar que era gracioso, pero como él no se ríe, pues ni modo, sólo lo pensó y no lo demostró.

—–Es eso, o...—murmuró él, antes de acomodar sus lentes hábilmente. Se viene una súper frase de anime moment.—–El aroma de Nami aún sigue impregnado en tu abrigo.

Kiba al escuchar aquello, no pudo evitar dejar de hacer lo que hacia, para después mirar a Shino con el ceño ligeramente fruncido. En sus mejillas lo delataba un sonrojo breve. Pero por supuesto ante nada decidió negar la suposición de Shino.

—–Pff. ¿Que? Si siguiera impregnado en mi abrigo me hubiera dado náuseas. Ese perfume que usa es demasiado dulce. Es empalagoso...—murmuró, desviando la mirada de Shino, para después simplemente suspirar un poco, algo tonto —–Un dulce y empalagoso aroma a vainilla...

—–Me temo que ya te perdimos.—interrumpió el Aburame entonces, volviendo a girar su visita hacia el frente.—–Ya, admítelo. Te gusta Nami. ¿O no?

Ante esas palabras, Kiba casi de cae pues dio un paso en falso, y luego se quedó tiezo y pesado como roca. Podía jurar que sus mejillas estaban listas para poder fritar un huevo, porque vaya que estaban rojas y calientes. Mencionar eso tan de repente le hizo tener esa reacción, además no podía admitirlo, pero tampoco podía mentir, sus acciones y gestos, y también reacciones ante las preguntas de Shino hablaban por sí solas.

Sí le gusta Nami. ¿Y como no?

—–¡Pff, claro que no me gusta Nami!—exclamó en su defensa, tomando con sus manos la cabeza de su abrigo para cubrir su rostro, y de alguna forma protegerse de ese interrogatorio.—–Claro que no... Me desagrada. Es una persona horrible, es arrogante, y amargada... Y también una genio... Y es muy fuerte...

“Oh no, lo volvímos a perder”—pensó Shino, volteando a ver al Inuzuka otra vez. Apenas había dicho dos defectos de Nami y ya estaba enumerando lo que le gustaba de ella.

Solamente podía decir que estaba que le daba un golpe a Kiba para reaccionar, puesto que ya lo que estaba diciendo realmente le estaba incomodando.

—–Kiba.

—–Y sus brazos son lindos, musculosos y fuertes...—exclamó mientras sonreía un poco.

—–Kiba...

—–Pero sus ojos son más bonitos. Misteriosos, frívolos.—ni siquiera notaba el hecho de que habían sido interceptados por Hinata, quien los estuvo buscando toda la mañana para estar juntos.

—–¡Kiba...!

Shino seguía intentando hacer reaccionar al castaño, pero al oarecer este ya estaba sumergido en un mundo lleno de Namis, aquí y allá, quizá sonriendole o golpeándolo. Bueno, creo que a lo mejor sería la segunda, pero parecía disfrutarlo. Mientras tanto, Hinata observaba a su compañero con un rostro sorprendido y su boca ligeramente abierta. Si Nami de enterara de que Kiba habla de ella de esa forma seguramente lo mataría.

O peor. Si Neji de llega a enterar de eso.

Él SÍ lo mataría.

De solo escuchar lo que decía ella se sonrojaba de la pena, no podía entender como era posible que Kiba hablara de Nami de una forma que según ella era muy atrevida.

—–Me mata con esa mirada. ¡Y Dios, ¿haz visto esas piernas?! La forma de su pose al estar de pie es tan imponen-

—–¡KIBA-KUN!

Esta vez quien insistió su silencio por favor fue Hinata, revelando a Kiba finalmente su presencia. Ante ello, el Inuzuka de apartó de ella levemente mientras sentía que su frente se volvía azul. Gran idea Kiba, hablar así frente a la prima, buen trabajo maestro. Solo podía sentir la mirada decepcionada de Shino, y en parte, también sentía que muy en su interior, quien se supone que era su amigo se estaba burlando de él ahora mismo. Hinata estaba con las mejillas rojas, y no tardó en cubrirse la boca levemente, para después solamente suspirar un poco y disculparse por gritar, no fue su intención. Sin embargo, luego sonrió levemente con nerviosismo, mientras llevaba sus manos a sus mejillas otra vez, mostrándose un poco emocionada.

—–N... No sabía que Nami te gustaba... Vaya...—comentó la Hyuga, antes de soltar una breve risita.

—–Para empezar. No tienes oportunidad con ella. Primero, es como diez centímetros más alta que tu, y como un 100% más inteligente que tú.—agregó Shino. —–El día en que me entere de que Nami te corresponde, se me caerán las medias de la sorpresa. —bromeó, aunque claro, su tono era muy serio.

Ante esa broma, Kiba le miró fulminante, antes de suspirar un poco y cruzarse de brazos, mientras que en su rostro un pequeño sonrojo aún estaba vigente.

—–Ya verás... Se te caerán las medias.—exclamó en voz baja, para después darse la vuelta sobre sus talones y comenzar a caminar. —–¡Ahora caminen, que vamos tarde a casa de Kurenai sensei!

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Estaban exahustos. Buscaban con desesperación un lugar con sombra. Demonios, en Sunagakure sí que había sol. Habían caminado como locos durante muchas horas sin importar qué, sin detenerse a comer o a almorzar, realmente estaban decididos a llegar lo más pronto posible a la aldea de la arena, porque necesitaban completar su misión.

Meiko intentaba respirar con más tranquilidad, sentía que el calor por su ropa la quemaba viva, y cada suspiro era más pesado que el anterior; Nami por otro lado, se sentía más cansada que nunca, ya que además de cargar con el propio peso de sus  piernas, cargaba como con con cuenta más al tener a Kai sobre su espalda, porque el castaño se había “
torcido los dos tobillos. Había estado en esa situación antes, pero debía admitir que era más sencillo y cómodo cargar a Kiba que a Kai. Hablando de eso, no podía dejar de estornudar.

¿Tal vez sea la arena? ¿O acaso alguien estaba hablando de ella? ¡Pues por favor, que deje de hacerlo! ¿Tienen idea de lo fastidioso que es estar estornudando como gatito cada cinco minutos? Bueno, para ella lo es, y mucho.

De un momento a otro, Nami hinchó sus pulmones de aire y sintió que sus piernas temblaban del cansancio. No recordaba lo pesado que era Kai.

—–Tsk... Oye Kai, ¿acaso haz engordado?—preguntó Nami, mirando al castaño de reojo.—–Joder, estás tan putamente pesado.

—–¡Nami!—exclamó Meiko, frunciendo el ceño levemente.—–¡Lexico!

La Hyuga igualmente frunció el ceño, mirándole. Lo que importaba ahora era encontrar un maldito hostal para quedarse a descansar por la tarde y almorzar, no su estúpido lexico.

—–¿Por qué no intentas cargar a Kai por cuatro malditas horas, eh? Veremos después si el lexico importa.—murmuró Nami, claramente molesta por ello.

Kai levantó la mirada y observó a las chica con las cejas juntas un poco preocupado. Era extraño, ellas no solían discutir de esa forma, y normalmente Nami no solía responder tan hostil ante Meiko. Esperaba que la situación se quedara ahí nada más. Pero, afortunadamente, divisó entonces a un hombre que se acercó a ellos con una pequeña sonrisa. Este llamó la atención de los tres.

Estaba vestido con una túnica blanca con líneas azules en sus extremos, era de mangas cortas y abierta en el pecho. Bajo esta misma se podía apreciar ropa cubierta y de color negro. Vaya, era todo un az combinando colores. Él mostraba una sonrisa apacible, y su aura era realmente acogedora. Era un joven alto y bastante atractivo, de cabello negro y ojos azules verdosos. Y en su oreja izquierda tenía una perforación.

—–Que bueno que llegaron. Ya me estaba preocupando.—habló el pelinegro finalmente, demostrando una voz tranquila y un poco seca.—–Que gusto verte de nuevo, Meiko.

La albina tan pronto lo vio no pudo evitar sonreír grandemente, y eso que ella no suele sonreír. De hecho ese mismo gesto provocó tanto en Nami como en Kai un horrible escalofrío, y un avezado Kai le susurró algo a Nami la Hyuga se espantó a tal punto de optar y dejar caer al suelo el pesado cuerpo de Kai. Obviamente él soltó un quejido.

—–¡Wang!—ladró la albina fuertemente. Mostrándose bastante alegre de poder reencontrarse con su, ahora, futuro cuñado.

Mientras Nami ayudaba a Kai a subirse sobre su espalda otra vez, Meiko se acercaba al mayor para abrazarlo, y él corresponder suavemente a dicho abrazo, lindo saludo. También estaba contento de ver a la hermana menor de su primer amor, siempre se llevó bien con su familia.

—–Que gusto que finalmente tú y Miku decidieron estar juntos.—murmuró la joven albina, observando al más alto.—–Espero que “Padre” los bendiga y los llene de mucho amor en su matrimonio.

—–Oh, Meiko. Siempre eres tan adorable.—comentó, mostrando una tranquila sonrisa, después de dispuso a levantar la mirada y observar a los otros dos jóvenes.—–Asumo que ellos son tus amigos. Es un placer, mi nombre es Wang. Soy-

—–¡Si, si, el cuñado de Meiko, futuro esposo de Miku, portador del anillo del matrimonio ese y a quien tenemos que escoltar, lo sabemos, ahora necesito ayuda porque estoy a punto de recostarme sobre mi rostro!—insistió la Hyuga, claramente desesperada por quitarse a Kai de encima.

No mentía. Sus piernas estaban temblando, y seguramente sus siguentes cuatro pasos la dejarían en el suelo. Necesitaba con urgencia descansar.

Meiko miró a Nami con algo de molestia. No podía creer lo que estaba pensando, pero pensaba que la Hyuga de verdad ya era bastante odiosa. Al menos pudo dejarlo terminar. Y es aquí donde les digo que presten mucha atención y no olviden a Kousuke, porque al menos en esta misión será alguien de gran importancia. Ya lo verán.

El mayor de cabello negro no se molestó, ni mucho menos se enojó o hizo una mueca de desagrado. Sólo asintió y se acercó a la Hyuga y a Kai, para después acomodarse a la altura de la chica. Le pidió a Nami que le diera a Kai, la Hyuga no hizo nada más que una mueca incómoda, vaya. Era un sujeto extraño. Pero aún así, aceptó la oferta, y dejó a su amigo en manos de ese guapo extraño quien no dejaba de sonreír levemente ante todo.

—–Bueno. Ahora, siganme. Los llevaré a mi casa. Allá les espera un banquete. —comentó alegremente, comenzando a caminar.—–Mi familia dirige un hostal aquí, se quedarán ahí y partiremos mañana en la mañana como era el trato. Mientras tanto, descuiden. Serán tratados como Reyes por tan largo viaje. Sé que no debió haber sido fácil. Y no te preocupes Kai, te encontraremos asistencia médica.

Wang los llevó hacia el centro de la ciudad. Nami se sentía ya realmente muy mareada, le urgía sentarse y comer algo. Pero, por fortuna sus plegarias fueron escuchadas, viendo como el mayor se acercaba a un edificio de unos cuatro o cinco pisos de más, estaba bien decorado, y el color relación techo y la decoración era similar al de las casas del clan Dai. Se empezaba  a preguntar si tenía que ver como que pronto iba a casarse con una de ellos, pero al final decidió dejarlo de lado. Los cuatro ingresaron al lugar, notando un pequeño lobby, en donde en el mostrador, un muchacho como de la edad de los chicos, se encontraba leyendo una revista. Justo ahí, llegó Kousuke para avisarle al joven que por favor se tomara el trabajo de registrar los nombres de sus invitados. Ellos necesitaban darse un baño y estar cómodos, después todos se reunirían para desayunar finalmente. El muchacho no de miró muy contento de hacer el trabajo, pero de todos modos, pese a que giró los ojos, buscó la lista y una pluma para dársela a los nuevos invitados. Luego con un ademán, Wang pidió que se acercaran.

—–Bien, nombre y apellido por favor. —masculló con molestia el peligro joven, aún sin levantar la mirada del papel.

—–Kai Sakamoto.

—–... Meiko... Dai...—susurró la albina esta vez, antes de bostezar. Dios. Cuanto necesitaba dormir.

Nami estiró un poco sus brazos, y su espalda, causando que sus huesos crujieran un poco antes de responder. Primero necesitaba asegurarse de que cada hueso estuviese en su lugar. Por otro lado el joven muchacho comenzaba a impacientarse, por lo que, molesto, levantó la mirada dispuesto a reprender a la persona que estaba haciendo eso, quien por cierto creía que era un muchacho. Pero, grande fue la sorpresa que se llevó cuando descubrió que en realidad se trataba de una bella chica de su edad con ojos Perla, la cual con  su sola presencia y gesto imponente no tardó en hacerlo quedar boquiabierto.

—–¿Qué? Ah, si. Lo siento.—murmuró la Hyuga, acomodando levemente su cabello mientras levantaba un poco su mentón, cerrando los ojos.—–Nami Hyuga.

Se podían apreciar aún más sus largas pestañas de esa forma. El muchacho quedó pasmado.

—–A-Ah...

—–Sojiro.—reprendió el mayor de la Sala, aunque con un tono dulce y condescendiente.—–No hagas esperar a los invitados por favor.

—–¡Si, si! ¡Ya voy!—exclamó en su defensa, sacando de debajo del escritorio unas llaves , para dárselas en la mano a la albina. —–Tercer piso, pasillo a la izquierda.

—–Muchas gracias~—canturreó Kai, aún acomodado como koala en la espalda del mayor.

Meiko simplemente hizo un asentimiento con la cabeza, murmuró un suave “gracias” y se retiró después de hacer una leve venía hacia el chico. Nami por otro lado, solamente se volteó sobre sus talones y se fue de allí sin decir nada, mientras que su cabello se movía en sentido contrario a sus caderas. Ahora se sentía mucho más libre después de haber crujido sus huesos.

Y claro, ignoraba el hecho de que nuevamente tenía a otro babotas detrás de ella.

—–Bueno. Tercer piso, pasillo a la izquierda. Es este.

Después de decir eso y darles nuevamente la bienvenida, dejó a los chicos en la habitación donde se hospedarían. Los tres compartirían habitación, pero esta misma estaba dividida por una pared falsa. De un lado de la habitación estaban dos lindas camas, y del otro lado una sola. Kai se apoyó en los hombros de sus dos amigas, y Meiko decidió  quedarse con Kai para propinarle primeros auxilios, puesto que sus tobillos y pies estaban lastimados.

—–¿Estás seguro de que ya no te duele, Kai?

Nami se apoyó en la pared de la habitación, observando la tierna escena. Era extraño, claro, para ella, Kai se veía muy agusto al estar atendido por Meiko.

—–Estoy muy seguro, Mei. Gracias por tu preocupación, ¡pero yo soy fuerte! —exclamó él, ya bajando sus pies de la cama y comenzando a caminar, algo torpe y aguantando un poco el dolor. Pero, pronto se acostumbraría, y además, se sanaría solo.—–¿Lo ves? ¡Estoy perfecto!

Meiko llevó una mano a su boca mientras reía levemente, observando a Kai con algo de impresión y se sonrojaba un poco.

—–Si... Vaya que eres fuerte...

Nami, viendo que la escena entre ambos se empezaba a colocar algo “romántica”, carraspeó levemente la garganta y llevó una de sus manos a su cabello, para rascarse un poco. Claramente estaba bastante incómoda entre esos dos.

—–Si, bueno... Yo iré a tomar un baño. E iré a comprar algo de comida para el camino.—anunció, dejando la habitación sin esperar otra respuesta.

Ellos estaban bastante metidos en su burbuja, y Nami ya estaba harta de eso. Dios, podrían esperar a que estuviesen solos para comenzar a coquetearse ¡es más! ¿Porque no se casaban de una vez? Ah, claro, aun no eran mayores de edad.

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Tal y como dijo la Hyuga, se fue a dar un baño refrescante, mojando incluso su cabello, para asegurarse de mantenerlo limpio. Al menos, el baño le había sentado bien, ahora se sentía de mejor humor y descansada.

Ni siquiera se molestó en ver que estaban haciendo Kai y Meiko, pero seguramente ya no estaban en la habitación y se fueron a conversar con el prometido de la hermana mayor de los Dai. Y de hecho, confirmó sus sospechas cuando vio una nota en la mesita de noche de su parte de la habitación que ni siquiera se tomó el tiempo de leer. Quería salir a comprar mochis, así que, era lo único que le importaba ahora.

Sin más, salió de la habitación y del pequeño hotel en donde estaban hospedados, para buscar como siempre el mercado más cercano y disfrutar de su tiempo a solas. Claro, están acostumbrada, Kai y Meiko siempre fueron los más unidos, y aunque ella también era muy incluida en sus conversaciones, le gustaba más compartir tiempo consigo misma. Además, no quería terminar inmersa en una incómoda burbuja de romance.

Ahora mismo, ella se encontraba sentada en una mesa pequeña, en el interior de un lindo restaurante en donde mayormente vendían postres dulces. Para Nami era el paraíso. Ella amaba la comida dulce, pero en general, ya sabemos lo que había pedido, mochis.

Observaba con ilusión y un brillo en sus blancos ojos los mochis que descansaban en sus palillos, antes de comerlos , sonriendo e inflando las mejillas después mientras mascaba lentamente para sentir todo su sabor. Era perfecto, no podía pedir mejor cosa. Pero claro, el momento de paz estaba por acabarse.

No debía de olvidar que se encontraban en una misión, y que muy probablemente, los enemigos estarían al acecho.

Fue ese el caso, cuando Nami al levantar la mirada de encontró con que en la mesa vecina, se sentaba un grupo de tres adultos aparentemente, más exactamente, un hombre alto, fornido, uno más bajito y delgado. De hecho, era un enano de apariencia extraña, otra era una mujer esbelta y de cabello rubio cenizo, atado en una coleta  larga con trenza. Los tres vestían de color negro, y llevaban capas de ese mismo color cubriendo sus rostros. Nami no alcanzó a ver si tenían alguna banda de regularidad, pero por la forma en que su aura se emanaba, no podrían ser buenas personas. Aun así, trataron bien a la mesera que se les acercó para atenderlos. Era hora de afinar su buen oído.

Nami cubrió un poco su rostro, dejando su cabello caer levemente hacia adelante para cubrir sus ojos, y seguir comiendo los mochis mientras, no dejaba de escuchar en lo que ellos hablaban. Parecía algo bastante importante, y si sus instintos estaban bien claros, algo lo que entre manos ellos llevaban, no sería bueno, mucho menos para ella o sus amigos.

—–¿Creen que ya hayan llegado?

—–No sabemos. Lo único que nos dijo el jefe es que se hospedan en el hotel de la familia de ese tipo, Wang. Después de eso partirán mañana al amanecer hacia Konoha.—habló esta vez el enano, quien parecía ser el cerebro de la operación.

—–¿Deberiamos atacarlos mientras duermen?

—–¿Y arriesgarnos a que la Guardia de la arena se de cuenta de que seguimos vivos? Piensa un poco con la cabeza, Bodoque.—escupió la rubia, frunciendo el ceño.—–Lo ideal es esperar a salgan del territorio de Suna. Cuando menos lo esperen, los atacaremos y les quitaremos el anillo. Después, el jefe nos dará el dinero y podremos volver a ser el equipo de élite del clan Kobayashi.

¿Clan Kobayashi? Será mejor que la memoria de Nami se grave bien todo lo que está escuchando, pues ha de ser bien importante.

—–¿Y como sabremos quienes son? El jefe no nos dio apariencia ni nada.

—–No seas imbécil. Es obvio.—exclamó el enano en voz alta, antes de pegarle en la frente al más grande.—–Los ninjas de Konoha llevan siempre orgullosos su bandana, ya sea en la frente o como sea. Sólo tenemos que interceptarlos después de la frontera y ¡boi la!

¡Demonios, cierto! La bandana. De inmediato Nami se quitó la cinta de la hoja que descansaba en su frente, dejando solamente la cinta negra que siempre llevaba bajo esta para que no le diera comezón. Después de eso, la guardó en su bolsillo, y terminó de comerse todo el razón de mochis que tenía en frente, levantándose de rapidez para ir a pagar. No necesitaba quedarse más tiempo, si ellos conocían bien se la aldea de la arena probablemente se darían cuenta de que nadie en ese Santo desierto tiene ojos como ella, o cabello liso y bien manjeable. No necesitaba problemas, solo debía salir de ahí.

Fue a pagar su cuenta y sin más, pasó con rapidez junto a la mesa de esos tres extraños para llegar a la salida, siendo después detenida por una grave voz de orco, que le hizo chasquear la lengua, y tensar su cuerpo con algo de temor.

—–¡Oye, niña!—exclamó este.—–Alto ahí...

Demonios...

SOY UNA SERPIENTE QUE ANDA POR EL BOSQUE BUSCANDO UNA PARTE DE SU COOOOOOOLA

¿QUIERE SER USTED UNA PARTE DE MI COLA? ٩( ᐛ )( ᐖ )۶

*SOLO DE FLAUTA SERPENTEANTE*

BUEEEEEEEEEENAS TARDES BEBÉS, AQUÍ MISS CON UNA NUEVA ACTUALIZACIÓN UWU

¡ESPERO QUE LES GUSTE! LOS DEJÉ EN SUSPENSO (☞ ᐛ )☞

¿QUE CREEN QUE PASARÁ, HABRÁ UN ENFRENTAMIENTO, ACASO DESCUBRIERON QUE NAMI ES NINJA DE LA HOJA?

QUIERO LEERLOS (๑˃̵ ᴗ ˂̵)و

Les deseo a todos una feliz semana, un feliz martes, un feliz abril y recuerden que los quiero mucho uwu, les mando un beso y por cierto...

Que buenas nalgas 😎👍🏻✨ Miss las aprueba ᕦ( ͡° ͜ʖ ͡°)ᕤ

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