🌻 |Capítulo 51.|🌻
|𝓛𝓸𝓼 𝓖𝓮𝓶𝓮𝓵𝓸𝓼 𝓗𝔂𝓾𝓰𝓪|
Capítulo 51.
“Dedo en la llaga. Todo para nada”
—–¿Me extrañaron muchachos?
Una sonrisa ladina y victoriosa se formó en el lindo rostro de la Hyuga, uqien observaba hacia la dirección en donde estaban los muchachos, quienes también la miraban, aliviados de que ella estuviera bien.
Shiba, el querido búho de Nami, se asomó también hacia el hueco, observando con curiosidad a los chicos que Nami estaba saludando. Él levantó la mirada hacia su dueña y se elevó en el aire para posarse en su cabeza, extendiendo sus alas de lado a lado para llamar la atención de los humanos. Nami soltó una ligera risa sin mirar a Shiba, y sólo empezó a desatar las vendas que reposaban en sus muñecas, para que los muchachos pudieran subir.
—–¡Bien muchachos, vamos, los subiré!—exclamó la Hyuga, apoyando sus talones en el suelo para tener soporte, así podría retroceder mientras los levantaba.—–¡Apresurense!
—–¿De verdad no crees que pesamos mucho los tres?—insistió el rubio.—–Pueden romperse las vendas.
Naruto tomó a Kiba, rodeandose a sí mismo con su brazo para que él pudiera apoyarse en el hombro. Él tomó una, mientras que Shino tomó otra, cargando a Akamaru con su mano libre, y ambos esperaron a que Nami empezara a alzarlos.
—–¡Descuida, Kai hizo estas vendas, no se rompen a menos que implementes un chakra filoso, así que no hay problema!—insistió Nami, comenzando a retroceder con sus muñecas estiradas, levantando poco a poco a los muchachos del suelo.
Shiba ayudaba a la Hyuga, usando su piquito para jalar de su ropa, retrocediendo también en su dirección, así podría ayudar a su dueña a liberar a sus amigos y que no hiciese tanta fuerza. Prácticamente ella estaría levantando más de cien kilos, así que, al menos esperaba que su querida ama no sufriese tanto por el gran peso. Nami se mordía la lengua, aún retrocediendo, hasta ver que se asomaban las cabezas de los tres muchachos.
—–¡Salgan rápido, rápido, rápido!—chilló Nami, cerrando los ojos con fuerza.
No podría aguantar más peso dentro de poco, por lo que los muchachos se apresuraron a salir de ese hoyo en el suelo y respirar aire fresco. Nami sólo se dejó caer al suelo, soltando un suspiro cansado. Su reserva de chakra había sido usada, y estaba casi al límite, además de que el forcejear y levantar el doble de su peso le fue complicado. Aún así, mantenía una sonrisa orgullosa de lo que había hecho.
—–¡Nami!—exclamó Naruto, dejando caer a un Inuzuka dormido y acercándose a ella, un poco preocupado.
Estaba por acercarse a tomar a la Hyuga del hombro, como muestra de apoyo, pero Nami lo detuvo levantando su mano y mostrando su dedo índice como señal de que hiciera silencio, y evitar también que se acercara.
—–¡No! ¡Estoy bien! Solo necesito un pequeño respiro...
Ella se levantó del suelo, sintiendo que se mareaba un poco. Casi se cae, pero afortunadamente el búho pudo ayudarla a mantener el equilibrio y seguir de pie; ella soltó un pequeño suspiro, observando al rubio después con una pequeña sonrisa, queriendo tranquilizar a los demás.
Caminó hacia Shino, quien tenía cargado a Akamaru, entre sus brazos, y se inclinó hacia el suelo, notando con curiosidad que Kiba se había recostado a dormir en el suelo. Aquello le hizo hacer una mueca confundida.
—–¿Qué le pasó?—preguntó al Aburame, levantando una ceja.
—–Las larvas que estaban ahí absorbieron mucho de su chakra, prácticamente, se desmayó.—explicó.
La Hyuga suspiró con cansancio, tomando a Kiba del brazo para levantarlo del suelo y colocarlo sobre su espalda. Antes, Shiba se alejó de Nami para darle espacio, y simplemente se quedó suspendido en el aire mientras sus alas se movían. La Hyuga soltó un ligero suspiro de confort una vez cubrió su espalda. El abrigo de Kiba era bastante caluroso, y de por sí la temperatura corporal de ese Inuzuka era alta. En parte fue algo reconfortante para ella, ya que aún seguía con la ropa y el cabello un poco húmeda , pero no tardó en espantar esos pensamientos. Ahora lo importante de la situación no era el frío que sentía, sino, rescatar a Hinata y huir todos de ahí con o sin bikochu.
—–Hay que buscar a Hinata. Ya sé donde están, así que vamos, no hay tiempo que perder.—comentó, dando un pequeño jalón a las vendas. Estas automáticamente se envolvieron en sus muñecas.—–Bien. Eso es. ¡Vamos!
Ella comenzó a caminar con Kiba en en su espalda, sin esperar a que Shino o Naruto la siguieran. Ellos debían hacerlo, no tenía que estar detrás de ellos como una madre detrás de su bebé.
—–¡Espera, Nami-chan! ¿Puedes decirnos qué demonios te pasó?—preguntó Naruto, llegando a su lado de brazos cruzados.—–¿Por qué tienes el cabello mojado?
—–Porque me caí al río.—habló sin decir más, ni tampoco mirarlo.
En parte debía admitir que le daba vergüenza decir algo que fue producto de su torpeza. Esperaba que Naruto se riera, dado lo burlón que era, pero en lugar de eso no escuchó nada más que una pregunta preocupada y unas palabras que indicaban admiración.
—–Caramba. ¿Y sobreviviste a esa caída? Oficialmente eres mi ídolo Nami-chan.—habló el rubio con una leve sonrisa.—–No sé cómo puedes seguir en pie.
—–Espero que no te hayas lastimado tanto, Nami. Odiaría que te pasara algo malo al estar bajo mi mando.—agregó Shino, caminando detrás del rubio y de la castaña.—–¿No prefieres que Naruto cargue a Kiba mejor?
—–Oigan, idiotas. Estoy bien.—insistió la Hyuga, antes de fruncir el ceño, sin molestarse en girar a ver a los otros dos.—–Los idiotas pesan menos cuando duermen ¿sabes? No me molesten. Si me siento mal se los haré saber, pero ya dejen de hacerme preguntas, es molesto.
¿Qué clase de pregunta tonta es? La muchacha se cayó de una cascada, chocando y estampado su cuerpo contra rocas, tierra, flotando en el agua por horas hasta que cayó la noche en la tarde, y aún así pudo sobrevivir para contarlo. ¡Por supuesto que le dolía algo! Se había dado un par de buenos golpes en su espalda y en su pecho, aún seguía preguntándose porqué no había caído desmayada, su agotamiento es más evidente de lo que parece. Pero claro que Nami no se atrevería a admitir tal cosa, menos en frente de un par de chicos que considera novatos aún. Ya conocemos el nivel del orgullo de Nami, no va a quejarse a menos que sea algo que realmente le duele y ya no pueda aguantar más.
—–¿Segura? Porque yo puedo cargar a Kiba por ti. Para mí no es problema.
Naruto se mostraba un poco animado por saber que ella estaba bien, no eran muy cercanos, pero esperaba que pronto se volvieran más amigos, Nami podría enseñarle muchas cosas, y él confiaba plenamente en su temple.
—–Oye.—insistió la Hyuga, deteniéndose de repente.—–Guarda tu preocupación para el momento en que me veas a punto de morir. No ahora. ¿Quieres? No lo repetiré, estoy bien. Soy más fuerte de lo que tú crees.
No necesitaba la preocupación de ninguno de los dos. Ella misma tenía que castigarse por haberse dejado caer y jvencer por el miedo a las abejas, se supone que no le temía a nada, que era osada, que era arriesgada, y sin embargo casi muere por culpa de un enjambre. Qué tontería.
—–Te picaron en las manos. ¿Cierto?Por eso fue que te caíste, tú no sueles ser torpe. Te lanzaron un enjambre y te intentaste liberar, pero te desesperaste.—cuestionó Shino, observando que pese a que Nami cargaba con esfuerzo a Kiba, ella hacía lo posible por no utilizar sus palmas y sólo sus dedos.—–Deberías dejar de ser tan terca, Nami. Somos un equipo, puedes admitir si te sientes mal, a la final eres humana también.
Nami detuvo su paso, levantando la mirada levemente, para después suspirar y aguantar un gruñido. Como quería que cerrara la boca, le había dado justo en lo que más le duele.
—–Tsk. Cállate. Este es mi maldito castigo, sólo yo puedo entenderlo, así que te pediré que hagas silencio.—insistió.—–Sí, caí porque me dio miedo y me vi desesperada, pero fin de la historia. ¿Podríamos cambiar de tema?
Shino no dijo nada más, simplemente se le acercó a la Hyuga, observandola fijamente, y quedándose a su lado. Estaba más cerca de lo que a la Hyuga le agradaba, si no se alejaba pronto ella iba a golpearlo. ¿Sabían que cuando le sacan en cara sus temores, Nami se siente como un cachorro intimidado? Y ni hablar de la cercanía. Nami no pudo evitar tragar saliva, ni siquiera sabía porque de pronto esa acción le hacía flaquear.
—–Aléjate.—insistió con el ceño fruncido.
—–Ser valiente no significa que no le tengas miedo a nada.—murmuró.—–Significa que, aunque tengas miedo de muchas cosas, aún así tengas la fuerza para enfrentar lo que venga. Eso es ser valiente.
Luego de ello, se alejó, y se adelantó, dejando a Nami y a Naruto atrás. La Hyuga sólo levantó una ceja, entrecerró un ojo y arrugó levemente la nariz, aguantando el impulso de solamente correr y darle una buena patada.
“Tsk. Que sujeto tan raro...”
—–Si, si. Como digas.—exclamó sin interés, caminando entonces detrás.—–Está bien, Naruto, puedes ayudarme a cargar al pulgoso.
—–¡Puaj! ¡Que asco!
Nami frunció el ceño al escucharlo, antes de girarse para reprocharle. ¿Entonces cuál era la maldita insistencia?
—–A ver, entonces ¿ahora te arrepientes, o qué?-
Al momento de girarse a ver al rubio, dispuesta a lanzarle a Kiba dormido como si se tratara de un saco de papas, notó entonces con preocupación y sorpresa como el rubio estaba envuelto en un capullo de cera de abeja hasta el cuello, tendido en el suelo. Aquello hizo que Nami de paralizara y dejara a Kiba caer al suelo, bueno, él tenía el sueño pesado, no se despertaría en un buen rato. Lo que más le importaba ahora era vencer a la nueva abeja gigante detrás de Naruto.
—–¡Demonios, debí haberte matado!—exclamó la Hyuga, posicionándose dispuesta a defenderse.
—–Eso te pasa por mostrar piedad, mocosa.
Resultó ser que la mujer a la que Nami había vencido, logró escapar casi ilesa antes de que Nami la dejara Inconsciente al atacar justamente a su red de chakra, utilizando un clon de cera como señuelo. Ahora estaba frente a Nami, montada sobre esa abej a gigante, que además también había atrapado a Shino en y a Akamaru en otro capullo. Y ni hablar del pobre Shiba quien intentó escapar volando.
Nami terminó sufriendo el mismo destino, pero al caer por no poder mantener su equilibrio, se golpeó en la cabeza desde atrás.
Y sus luces se apagaron entonces.
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Cuando despertó, observó desconcertada a un Naruto siendo atacado por un tipo de peinado extraño, rubio y con lentes, quien pisaba a la cabeza del rubio menor con esmero, provocándole seguramente una buena herida a su cráneo. Por otro lado, Kiba seguía inconsciente, y Shino estaba despierto, pero sólo observaba. No podía escuchar nada de lo que pasaba en el exterior, se sentía muy mareada y cansada, aparentemente su cuerpo ya no daba mucho abasto. Lo único que podía hacer, era observar e intentar leer los labios.
Como quisiera que Meiko estuviese presente, ella era experta en eso, aparte de que también sabía hablar lenguaje de señas. Parecía ser algo irrelevante, pero en situaciones así o parecidas, solía ser bastante útil en realidad.
De pronto, cuando el rubio estaba por terminar de aplastar la cabeza de Naruto, se interpuso en su camino un kunai con un papel bomba atado, el cual llegó en dirección contraria a la que ellos estaban. Después de una nube de humo, se apareció entonces una Hinata vivita y coleando. Le alegraba que estuviese bien.
Vio a una Hinata totalmente diferente. Se apareció ante los enemigos como si nada, con determinación y con fuerza, dispuesta a dar su vida por salvar a sus compañeros y por impresionar también a Naruto, ganar su respeto, esa era su meta, además de salvarlos claro.
Ella sola pudo enfrentarse y derrotar a esos tres enemigos en poco tiempo, que ellos cuatro no pudieron derrotar en todo ese día.
Siendo sincera, Nami pensó que Hinata escaparía corriendo después de que se aparecieran las abejas, o una abeja gigante que se dirigía peligrosamente a la menor, pero en lugar de eso mostró a la perfección un jutsu nuevo en el que ella estuvo secretamente trabajando. En ese instante, a Nami le carcomió un poco la envidia, aunque también, se sentía realmente orgullosa y contenta por Hinata. La débil chiquita a la que ella solía juzgar y cuidar como si fuese de porcelana no existía, al menos, ya no.
Fue sin dudas para ella una gran mezcla de sentimientos encontrados, lo cual, para alguien como Nami, fue demasiado molesto. Fue un golpe directo al orgullo. Fue como acertar un dedo en una llaga dolorosa.
Fue superada por quien menos lo esperó.
Vio entonces que Hinata logró lanzar al río a los tres enemigos del clan Kamizuru, sin piedad alguna, ni tampoco verla flaquear o preocuparse por su seguridad. Luego, que se acercó a Naruto y a Shino para liberarlos, y justo después su audición regresó a la normalidad.
—–Nami-nee-san. ¿Estás bien?
Escuchando su tierna voz, Nami levantó la mirada del suelo, encontrándose con los ojos de su prima. Su única reacción en ese instante fue sonreír de lado y con orgullo. Bueno, su prima ya merecía su momento de fama, además, debía admitir lo mucho que había evolucionado.
Pero no por esa sonrisa quería decir que estaba del todo feliz, porque muy adentro de su ser, se retorcía de dolor y rabia por su propio orgullo.
—–Estoy bien, Hinata-sama.—murmuró en respuesta, logrando entonces liberarse de ese capullo con su ayuda.—–Gracias...
Después de eso, prefirió no decir otra cosa, y sólo cruzarse de brazos y desviar la mirada hacia un lado en donde no viera sus rostros.
Necesitaba procesar muchas cosas.
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Realmente no sé si ya lo he mencionado antes, pero tras esa actitud arrogante y confiada, Nami esconde una inseguridad mucho más grande que su propia valentía. Más allá del miedo a los insectos, o de sus traumas infantiles causados por el acoso de otros niños, ella esconde un miedo y preocupación mucho más mayor, algo de lo que nunca ha hablado con nadie, ni siquiera con su propio hermano gemelo: miedo a ser débil. Miedo a no ser lo suficientemente capaz...
Miedo a ser rechazada...
Miedo a no ser lo suficientemente fuerte como para proteger a quienes ama, miedo a no ser lo suficientemente hábil como para cuidar su hogar, como para ser alguien reconocida, miedo a ser el centro de las burlas. Miedo a no poder proteger al único que la entiende completamente, o a perder a sus amigos. Tenía mucho miedo a fracasar. Por eso se esforzaba día a día, meditando, haciendo ejercicios, leyendo, recolectando sabiduría para tener entonces con qué defenderse en el campo de batalla. Ella vive plenamente, se divierte haciendo lo que ama, se ríe con sus amigos, pero muy en el fondo tiene tanto miedo a no poder dar la talla a la hora de la verdad, que cada día la molesta más y más, volviendola más vulnerable.
—–Nami...
Muchos la creen alguien bastante egoísta y malhumorada, alguien que no le importa nada más que ser el centro de atención; pero en realidad, Nami es alguien quien desea proteger antes que nada. Es alguien que no pone las vidas de un compañero antes que una misión, es alguien que pone a todos antes que ella a la hora de salvar.
Primero que nadie, está su hermano mayor. Luego, están sus amigos y mentora, incluyendo a Genma. Después están las demás personas, y por muy último en la lista, está ella. Sería capaz de dar su propia vida con tal de salvar a todos de un destino horrible.
No obstante, ahora no se sentía lo suficientemente fuerte como para poder hacerlo, y eso sólo implicaba que debía esforzarse y entrenar hasta llegar a desmayar.
A la mierda el dolor.
—–Nami...
Cuando regresaran a la aldea, estaría dispuesta a ejercer más presión sobre sí misma. Claramente, ver a Hinata en acción, aparte de agregarle un peso más a su inseguridad, también le había dado un poco más de motivación. Pero también tenía ahora que lidiar con un peso más a la envidia que tenía a Hinata.
Y es aquí, en donde volvemos al principio: “Hinata-sama es... Mucho más bonita que yo...” pero, ahora cambia un poco a “Hinata-sama... Es mucho más capaz... Que yo...”
—–¡NAMI!
—–¡...!
Escuchando el grito de su nombre, provocado por una voz masculina y ronca, ella se sobresaltó y observó en varias direcciones, mostrándose realmente confundida y perdida. Nuevamente, se había metido tanto en el mundo de sus inseguridades y preocupaciones que había perdido por completo la noción del tiempo y la realidad, causándole mucha confusión.
—–¿Qué? ¿Quién?—preguntó la Hyuga, observando aún en dirección contraria a la voz.
—–Tonta.—exclamó, haciendo que ella se girara a verlo.—–Últimamente haz estado muy perdida del mundo ¿no?—preguntó, mostrando una sonrisa, y dejando escapar un tierno colmillito.
—–¡Wau, wau!
Nami finalmente soltó una muestra de que estaba consciente, observando entonces al Inuzuka con una ceja alzada. En lugar de mostrar un ceño fruncido, o responderle con un insulto de vuelta por haberla llamado tonta, como el Inuzuka lo esperaba ella sólo soltó un pesado suspiro y volvió a desviar la mirada. Había olvidado que estaba recostada sobre un tronco, tronco en donde Shino había ocultado al bikochu en esa caja de cristal para que no se escapara, y que además había rociado con el repelente secreto de su clan para asegurarse de que las Abejas de los enemigos no pudiesen encontrarlo. Aunque tuvieron un ligero percance porque resultó que la única mujer del equipo de los enemigos estaba viva y quiso atacarlos para llevarse al bikochu, Naruto pudo contrarrestar con un Rasengan, todo volvió a la normalidad. Ahora solo estaban descansando simplemente, a la espera de que el huevo en el que reposaba el bikochu se abriera.
No obstante, durante ese lapso de tiempo, tanto Hinata como Kiba notaron que Nami no había dicho absolutamente nada, cosa que los hizo extrañarse, y preocuparse un poco.
—–Oye. ¿Te pasa algo? Te llamé “tonta”, y aún así ni siquiera quisiste golpearme.
—–¿Acaso eres masoquista?—preguntó Nami, sin girarse a ver al Inuzuka. Quería evitar preguntas.—–Estoy bien. ¿Eso qué te importa?
—–Y ahí está.—respondió, mostrando esta vez una sonrisa aliviada.—–Hmpf. Pensé que te pasaba algo, ya que nunca sueles pasar por alto un insulto.—dijo, cruzandose de brazos a su lado.—–Me preocupaste por un segundo.
Nami abrió los ojos más de lo normal, frunciendo después el ceño y mordiendo su labio inferior. Sentía en su interior una sensación extraña al escuchar eso, como... Si de repente las preocupaciones que la mantenían perdida del mundo se fueran desvaneciendo, dejándola ver la luz nuevamente.
Sentía un calor extraño en su pecho.
—–Tsk. ¿Y eso qué? Ni me conoces tan bien como crees.
—–Te conozco lo suficiente como para saber que nunca te quedas en silencio cuando alguien te insulta.—interrumpió, causando a propósito que a Nami se le montara una vena en su sien.
Ella estaba a punto de responderle más molesta, levantando su puño para golpearle, girandose a verlo con un aura de furia. Pero ver un objeto brillante descansando entre los dedos del contrario bastó para que cambiará su expresión a una un tanto desconcertada.
Era su anillo. El anillo que Rei, su maestra, le obsequió tanto a ella como a él resto de su equipo, en señal de que estaban unidos como más que compañeros de trabajo.
¿Qué demonios hacía él con eso?
—–Antes de que pienses algo incorrecto, no te lo quité.—insistió con tranquilidad.—–Esa mujer lo tenía. Dijo que fue lo único que quedó de ti cuando te creyeron “muerta” por caer de ese río. Pensaba regresártelo, pero me desmayé.
Nami sólo lo observó con impresión.
Okay. En primera, ¿cómo supo que ese anillo era de ella? ¿La miraba mucho, o qué? Y segundo, ¿¡PORQUÉ NO PUEDE SÓLO GOLPEARLO Y YA!?
¡Había perdido por completo las ganas de pegarle una patada en sus partes por haberla llamado tonta y burlarse de ella hace un momento!
—–Sé que debe ser importante para ti.—habló.—–Ten.
Nami bufó levemente, volviendo a desviar su mirada, para luego únicamente estirar su mano y abrirla, como señal de que le dejara el anillo ahí.
—–Pff... Como sea.—murmuró ella, mordiendose la lengua.—–Gracias, supongo.
—–¡Pff! ¿“Gracias”? ¿Quién eres y qué hiciste con Nami?-
—–¡Joder, cierra la boca maldito sarnoso cerebro de aire!—insistió la Hyuga, esta vez mostrándose verdaderamente fastidiada.
Ante su grito, todos de inmediato voltearon a ver a Nami, observandola con confusión, aunque Hinata mostraba más bien una señal de alivio. Al menos prefería ver a Nami gritando con molestia antes que sentir su aura triste y perdida del mundo. Era mucho mejor. Nami al ser el centro de atención, sorpresivamente para todos, chasqueó la lengua, manteniendo sus brazos cruzados y fingiendo que no había pasado nada.
Los latidos de su corazón volvían a calmarse, al menos hasta que Kiba soltó una risa burlona cerca de ella, haciendo que se girara a punto de golpearlo. Pero, un par de palabras por parte de él bastaron para detenerla.
—–Eso es. Esa es la Nami Hyuga que conozco. Prefiero verte actuar así antes que ver ese gesto triste de hace rato.
La Hyuga sintió algo raro en sus mejillas, causando que abriera los ojos más de lo normal. Soltó un gruñido, queriendo que se alejara, para después solamente apoyarse en el tronco del árbol y observar a la caja en donde descansaba el huevo del bikochu.
—–¿Uh? ¡El huevo, se está abriendo!—exclamó la Hyuga.
En eso agradeció que el bikochu estuviese naciendo, ya que quería acabar de esa situación nada más. Ahora tenía esa excusa.
—–¿Eh? ¡Cierto!
Naruto, Hinata, y todos se acercaron a la caja en donde reposaba el bikochu, observando con atención como el huevo se abría.
——¡Rápido Naruto-kun, la bandana de Sasuke-kun!—insistió Hinata ansiosa.
—–¡C-Claro!
El rubio con la misma ansia, intentó sacar la bandana de Sasuke de su bolsillo, pero en su propia torpeza sólo la hizo volar hacia un tronco algo lejano. Debían apurarse si querían que el bikochu aprendiera pronto el olor de Sasuke para que lo siguiera. Pero, bueno.
Él destino tenía otros planes.
Naruto, mostrando de forma inoportuna su incontinencia soltó un gas oloroso justo cuando Shino dejó salir al insecto. Al ser ese el olor que el bikochu detectó apenas nacer, lo que hizo el inocente insecto fue acercarse y posarse sobre el trasero del rubio. Todos quedaron perplejos, frustrados, ya que al final, ¡tanto trabajo se arruinó en tres segundos!
—–Ay... Naruto-kun...—se lamentó Hinata.
—–Agh...—se quejó Kiba.
—–...
Ya sabemos como es Shino. Pero claramente por dentro, sentía un impulso de golpear a Naruto. Nami por otro lado, soltó con molestia un suspiro, cerrando los puños, causando con esto que esos mismos crujieran por la fuerza que implementó.
—–Qué... Imbécil...—insistió la Hyuga, desviando la mirada después.
En ese instante, se apareció entonces Shiba, dispuesto a atacar a Naruto, utilizando sus garras para jalar el cabello rubio del pobre y torpe Uzumaki, el búho también tenía una vena de molestia pintada en su pequeña sien. Nami entonces pudo sonreír ladina y observar con gracia la escena, al igual que los demás.
—–¡GAAAAAGH! ¡NAMI, QUÍTAME A TU LECHUZA DE ENCIMA, AUXILIO!
—–Te lo mereces...
Y fue en este momento en donde el Anime se extendió quinientos episodios más JAJAJAJAJJAJAJA
Sinceramente, me hizo mucha gracia. Además, quería darle un pequeño enfoque agridulce al capítulo uwu
¿Qué tal les pareció?
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