🌻|Capítulo 50.|🌻
|𝓛𝓸𝓼 𝓖𝓮𝓶𝓮𝓵𝓸𝓼 𝓗𝔂𝓾𝓰𝓪|
Capítulo 50.
“¿Me extrañaron?”
—–¿A dónde crees que vas, niña?—habló una voz profunda, detrás de Nami.—–¿No piensas acompañar a tu amiguita?
Pertenecía a uno de los tres enemigos que desde que llegaron, los estaban acechando como buitres, con la esperanza de sólo quitarles el bikochu a los jóvenes. Un hombre grande, y bueno, también feo, con patillas enormes. Logró espantar a Nami por un segundo, pero ella no tardó en volver en sí y empezar a defenderse. No se dejaría llevar, tenía que avisarles a los demás que Hinata estaba en peligro.
Pero ahora, quizá ella también lo estaría.
—–¡No lo creo, anciano!
Nami no tardó en presionar su mano contra el abdomen del enemigo, queriendo bloquear su chakra y dejarlo fuera de combate momentáneamente, mientras ella escapaba, pero, el destino le tenía preparado algo mucho más difícil a nuestra querida Hyuga. ¿A qué me refiero? Actuó rápido, puede salir de esa situación, ¡es Nami! Pero también hay que recordar que nuestra querida Hyuga no es invencible, tiene debilidades con las que pelea cada día, y entre esas está una que casi siempre se lleva el premio mayor: su miedo por los insectos.
Además, no olvidemos de que su vista falla momentáneamente en distintas situaciones desde que forzó su byakugan a más no poder hace tiempo.
El hombre que estaba por atraparla gritó al recibir el golpe, pero de pronto se desvaneció en humo, mostrando que no era él en verdad, sino un clon, un jutsu de sustitución. Nami gruñó con frustración al verlo desvanecerse, detectando que los otros, reales, no estaban lejos de ella.
—–¡Vamos cobardes! ¡muestrense, adelante!
—–¡Cierra la boca, mocosa!
Escuchando esas palabras por parte de la suave voz de una mujer, Nami se percató de un zumbido, seguido de un olor dulce, un olor parecido a miel. Estaba algo asqueada al imaginarse que ese olor serían pertenecientes a las abejas que se habían encargado de debilitar a Hinata.
Tan pronto salió de los arbustos, se alejó desesperada de un fuerte enjambre que comenzaba a cegarla y aturdirla. Tenía miedo. Odiaba con su vida a los insectos. Ni siquiera podía reaccionar utilizando la rotación de ocho trigramas para protegerse, estaba sumergida en la oscuridad de su propia fobia a los insectos.
Ni siquiera se dio cuenta en cuando cayó al vacío.
Las abejas la habían dirigido hacia río abajo, en donde ella no se percató de que el borde de una cascada estaba peligrosamente cerca. Con algo de musgo tropezó y sólo sintió su cuerpo caer, con alivio de finalmente apartarse de ese molesto enjambre, el cual ya la había picoteado un poco, sobretodo en sus manos.
Los enemigos pensaron que se habían desecho de Nami como con basura, pero ella en realidad contaba con la confianza en sus vendas, las cuales enlazó a unas ramas que sobresalían de la cascada. Ahora estaba ahí, colgando sobre el vacío, estaba tan alto que ni siquiera veía el agua en la que podría haber aterrizado duramente si se dejaba caer. Sus manos dolían un poco, y además estaban algo hinchadas, quizá se debía a una reacción alérgica, pero al menos esperaba que no pudiera empeorar.
Tan sólo, se quedó en silencio, esperando pacientemente a que los enemigos se fueran.
“Debo avisarles a los demás... Aunque... Pensándolo bien...”
¿Porqué se llevarían a Hinata, para qué? Claramente no eran consientes del byakugan, de hecho parecía que ni siquiera conocían su clan. Esa no era una razón. ¿Quizá un intercambio?
—–Tsk... Por supuesto.—murmuró ella, para sí misma, levantando la mirada hacia el cielo.—–Planean un intercambio, ella por el bikochu. Malditos buitres...-
Estaba por subir, usando la fuerza de sus brazos para sostenerse de alguna piedra en el río y poder escapar de esa situación peligrosa, pero, notó que las ramas comenzaban a tambalearse conforme ella seguía moviéndose. Si hacía un movimiento más, estaba segura de que se rompería, y la dejaría caer. La tragedia seguía presente. Así que, como era de esperarse, la rama no tardó en romperse y sin reparos la dejó caer a su suerte. ¿Ahora qué podría hacer? ¿Decir sus oraciones? No había tiempo, estaba aún aturdida por el ruido fuerte del agua y la brisa que corría a su alrededor por caer, ¿Qué más podría hacer?
Ahora sólo debía contar con suerte para sobrevivir de esta.
Tranquilos, Nami la tiene. ¿Acaso ya olvidaron que dentro de ella hay un alma dormida?
Una vez su cuerpo chocó con el agua fría del río, sus luces se apagaron y quedó totalmente inconsciente mientras su cuerpo flotaba y seguía la corriente del río. No había nada ni nadie que pudiese ayudarla, ahora ella estaba completamente sola.
Los tres enemigos, los verdaderos, observaron todo ocultos, y salieron a la luz para observar en su esplendor la caída de la Hyuga.
—–¿Deberíamos revisar si sigue viva?
—–No lo creo. Esa caída debió acabar con ella. Y si no, la hipotermia lo hará. Tenemos a una mocosa menos de qué preocuparnos.
La mujer pelirroja, al parecer la que había tomado el liderazgo sobre esos dos hombres, observó un objeto brillar colgado sobre una rama, justamente esa parte de la rama rota adherida a la tierra, de la que Nami se había colgado sin éxito alguno antes de caer.
Con una sonrisa victoriosa, envió a sus abejas para que recogieran ese objeto que tanto le había causado curiosidad, y ellas obedecieron, dejándole un anillo brillante, sencillo, pero hermoso, sobre sus manos.
—–Hmpf.
Aquel amigos míos, es el anillo que Nami compartía... Con sus compañeros y mentora del equipo Rei...
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Regresemos un momento a ver que está pasando en Konoha. Apenas y la gente estaba por irse a dormir, aunque las hermosas luces decoraban toda la aldea.
Por momentos había paz, y la gente sabía como aprovechar eso a la perfección. Entre esas, estaba Rei, a quien no crean que he olvidado. Simplemente ha estado relajandose y disfrutando de sus días libres.
—–¿Qué estás leyendo, Rei?—preguntó a su lado una dulce voz ronca.
Ambos estaban envueltos en sábanas. Habían estado en cama todo el día, y sólo salían de ahí para comer las respectivas comidas; pero como ya era la noche, ambos habían tenido una jornada bastante movida pese a estar en cama. No entraré en detalles, la mayoría del público es menor de edad.
Aunque ya sé que entendieron.
—–¿Icha Icha Paradise?—preguntó de nuevo el peliblanco al no tener ninguna respuesta por parte de la contraria.
—–Creo que ya tuvimos demasiado de eso por hoy.—respondió Rei, mirando a Kakashi de reojo.—–Y sabes que no hablo de leer el libro.
Inmediatamente sintió que sus mejillas se sonrojaban fuertemente, causando que cerrara el libro que estaba leyendo. Ante esa reacción tan adorable, él solamente rió y se sentó, para después rodear su cintura suavemente y dejarle un pequeño beso sobre el hombro. Adoraba su piel suave y humectada, aunque sabía bien que ella se arreglaba más para sí misma que para él, no dejaba de encantarle.
—–No estoy seguro de entender la referencia.—dijo en tono bromista.—–¿Y bien, qué lees?
—–Sólo... Leía unas cosas de... Los Fantasmas Heroicos.—respondió, apoyando su cabeza sobre la del contrario.—–Aquí dice que los tres tenían mascotas. Pero que al morir se convirtieron en algo así como sus guías espirituales... Y en los de cada reencarnación. ¿Crees que esto sea verdad? Me parece algo improbable.
—–Bueno, tus tres alumnos tienen dentro de su cuerpo un alma demás. ¿Qué puede ser más improbable que eso?—preguntó en un tono tranquilo, cerrando los ojos mientras apoyaba la cabeza en su hombro.
Rei se mordió el labio inferior mientras seguía leyendo, queriendo saber más sobre esos dichos “guías espirituales”. Sabía bien que los clanes samurai como el de Meiko creían mucho en esas cosas, eran como espíritus de animales que eran enviados por el gran creador para ayudar a esas almas en desgracia y sin ningún rumbo a encontrar su camino en la vida. Consejeros y protectores, se hecho decían que cada ser humano tenía uno, pero que era muy difícil para muchos tener el nivel de conexión espiritual para encontrarse con ellos.
Era curioso. Quizá si eso llegaba a pasar con sus tres queridos pupilos, una de ellos entraría en negación absoluta.
—–El guía del tercer fantasma es un pequeño gekko, llamado Ryu. Pese a que es muy tierno, pequeño y agradable a la vista, en realidad puede darse a conocer si está enojado.—murmuró con una sonrisa.—–¿Ya te dormiste?
—–Mmm... No...~ sigo despier...to...
Rei soltó una pequeña risa, observando al peliblanco de reojo, para después solamente acariciar su cabello y dejar a un lado el libro. Ambos estaban cansados, estuvieron muy ocupados todo el día, ya se merecían una buena siesta. Por lo que sin más, sólo se acurrucaron juntos, quedándose dormidos pese a que apenas iban a ser las siete de la noche.
Y bueno, ya que Rei no terminó de leer, yo les contaré sobre los otros dos guías espirituales. Ya escuchamos un poco sobre el pequeño guía de el tercer fantasma. Ahora, les contaré sobre el segundo: El segundo guía espiritual es de hecho un gato. Un gato de color y pelaje tan negro como la noche, con ojos brillantes de color celeste. Este gato es muy callado y bastante difícil de tratar, pocas veces se muestra feliz, pero sólo hay que encontrarle su lado amable. Aunque da algo de miedo a simple vista, en realidad es un ser lleno de dulzura. Tiene por nombre Kuran.
¿Qué hay del primero? En realidad no se tiene mucho. Pese a que es de hecho el fantasma heroico del que más se ha hablado y más se sabe, poco se conoce sobre su guía espiritual difunto.
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Tendida en el suelo a la orilla del río, con el cuerpo frío y totalmente inconsciente, más que estar muerta del dolor parecía que dormía plácidamente, como si descansara finalmente de todos sus temores y horrores en vida. Pero tranquilos, Nami no está muerta, simplemente necesita un incentivo para despertar.
Y es para eso, que un pequeño amiguito se apareció desde los cielos nocturnos; cubriendo la luna, como si este fuera una extensión tangible de ella, extendía su par de alas blancas con imponencia un hermoso animal de plumas, ojos redondos y considerado por los cuentos como algo que cuenta con una gran sabiduría a lo largo de todas las décadas. Un hermoso búho de color blanco sobrevolaba el cielo, como si buscara algo con mucho esmero. No se sabía qué, pero parecía realmente importante para el animal.
De repente dejó de avanzar y se mantuvo suspendido en el aire, batiendo sus alas levemente, al parecer había hallado lo que buscaba.
O más bien, había hallado a quien estaba buscando con desespero.
No dudó en caer elegantemente, planeando sobre el aire en dirección hacia el suelo, más específicamente a aterrizar junto a un cuerpo, el cuerpo de alguien muy especial para ese lindo búho. Posó sus patitas lentamente, mientras revoloteaba sus alas para asegurarse de desencer suavemente sobre la espalda de una joven delgada y castaña. Con curiosidad comenzó a caminar sobre ella, bamboleandose, hasta llegar al hombro y dar un pequeño saltito hacia el suelo. Ya sobre la solidez de la tierra, usó su piquito para morder levemente la oreja de la castaña, quien no tardó en despertarse a causa de esa sensación.
Nami se despertó rápidamente de su estado Inconsciente, soltando un profundo jadeo de sorpresa. Se apoyó en sus manos aún mirando al suelo, y sin más empezó a toser con fuerza, hasta expulsar el agua que había tragado en la caída, sintiendo su estómago vacío, y sus pulmones pesados. Nuevamente, volvió a desplomarse en el suelo, respirando con dificultad y acostandose de lado en el suelo, observando al animal con una sonrisa bastante cansada.
—–... ¿Shi... Ba?—preguntó, tomando fuerzas para levantar su mano, queriendo acariciar al pequeño búho, quien tenía un lindo broche con dije de girasol al rededor de su cuello.—–Shiba... Que gusto verte...
El bonito búho blanco agachó su cabeza para que Nami pudiera acariciarlo, mostrándose bastante tierno. De verdad quería a su ama.
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Shiba es el nombre que ella le puso a ese búho, cuando lo encontró herido y tirado en el bosque. Seguramente había escapado de alguna pelea con un animal más grande, porque estaba realmente herido. Le faltaban algunas plumas de sus alas, y su pata izquierda estaba rota y mordisqueada. Ese pequeño búho blanco había sobrevivido de milagro, y escapado por pura suerte. Nami lo encontró por casualidad, pues se había adentrado en el bosque para leer envuelta en la tranquilidad que ofrece la soledad unas páginas más de un libro romántico que había encontrado en la biblioteca, apenas lo estaba empezando, pero tampoco podía darse el lujo de leer esos temas en frente de sus amigos o sería el hazme reír ya que, se supone, esas cosas no eran de su interés.
Se topó con él tirado en el suelo, y agonizando, se conmovió tanto por la tristeza y desolación del animal que decidió esconder el libro en un tronco, quería ayudarlo, y no tuvo otra opción más que cargar al ave en sus brazos y cubrirla con algo de ropa, para que no sintiera frío en sus heridas. Por experiencia propia sabía que ante una herida abierta el frío era lo peor, provocaba mucho dolor e incomodidad.
—–¿Estás solo, amiguito...? Vaya. Estás muy mal herido...—murmuró, observando con las cejas juntas al animal agonizar de dolor.—–Lo siento tanto...—susurró, acercándose con lentitud.
No tardó en acunarlo en sus brazos.
—–No te preocupes... Voy a cuidarte...
Lo llevó rápidamente a la casa de Kai, pidiéndole a su abuela, una curandera bastante experimentara, que la ayudara a salvar al pobre. Y con ayuda de Kai también, sanaron las heridas del animal lo suficiente como para poder regresarlo al bosque, pero había un ligero problema, y fue que cuando Nami se iba a regresar a casa, pues ya había caído la noche, el búho prefirió seguirla por aire. En el clan Hyuga no permiten animales, por lo que llevarlo con ella no era una opción viable.
Pero aún así prefirió desobedecer esa regla y arriesgarse a un castigo que dejar al pobre búho en la noche. Apenas estaba vendado, y parecía que quería más cuidados ¿como negarse a eso? Ya todos sabemos que Nami puede parecer ruda, fría y bastante enojona, pero nuestra Hyuga tiene un corazón muy grande, se enternece con facilidad. Sólo hay que saberla tratar.
Afortunadamente no la descubrieron, aunque Neji sí le aconsejó que sería mejor regresarlo al bosque, no podía quedarse en casa por más tiempo, de lo contrario ambos se meterían en problemas. Así que Nami no tuvo de otra, pero, no se olvidó del búho, y él tampoco de ella. Cada vez que podía lo visitaba en el bosque, le llevaba comida, e incluso leía los libros en voz alta porque sentía que él también disfrutaba de esas historias. Fue poco a poco que Nami supo cómo se sentía tener el amor de una mascota, o incluso más bien un amigo de plumas. Hasta le hizo un pequeño collar para diferenciarlo de los demás.
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Aún así, el búho tampoco se quedaba atrás. También había logrado sentir un cariño profundo por Nami, hasta el punto de irla a buscar cuando está aburrido y observarla, aunque ella no se de cuenta. Era una especie de guardián. Y, al momento en el que sintió en sus plumas que algo no estaba bien con su ama, emprendió vuelo, sin dudarlo, para encontrarla.
Ahora él sería su guía para ayudarla a salir de esa situación, y hacer que pudiera reencontrarse con sus compañeros de misión.
Nami sonreía con dulzura y cariño, acariciando con cuidado la cabeza emplumada de ese bello animal, quien cerraba los ojos al contacto.
—–¿Cómo me encontraste...? ¿Me seguiste todo este tiempo?—preguntó la Hyuga.—–¿Qué traes en tu pata...?
Shiba el búho, se alejó de la mano de Nami para mostrar lo que tenía agarrado en su patita izquierda, mostrándole entonces una pequeña bolsita, en donde estaba guardado algo, que para Nami fue de mucha agrado ver.
La Hyuga, forzandose a ser fuerte, se sentó y suspiró para dejar a sus pulmones descansar un poco, y abrir la bolsita que Shiba le había traído. Eran los mochis de edición limitada que ella aún no había comido. Viendo el regalo, mostró una sonrisa más larga, tomando uno de la bolsa para comenzar a comerlo. Sería bueno tener algo en el estómago, quizá así recuperaría un par de fuerzas.
—–Gracias Shiba.—agradeció la Hyuga.—–Pero no hay tiempo para descansar. Tengo que buscar a los otros y avisarles que Hinata-sama fue raptada.
El lindo búho levantó sus alas de par en par, para después acercarse a Nami y golpear su rostro con ambas mientras grasnaba, como diciéndole ¡que por favor, debe reaccionar y debe descansar al menos unos minutos!
—–¡Ay! ¡Shiba, qué carajos!—exclamó frunciendo levemente el ceño, escuchando que el ave se elevaba en el aire para posarse sobre su cabeza, y sentarse ahí.—–¡Oye, no me regañes! Hablo en serio. Tenemos que irnos. ¡Ya me siento bien, lo juro!
Shiba al escucharla, se inclinó aún posado en su cabeza, para observar a su ama al rostro con una mirada acusadora, ladeando levemente su linda cabecita. Aquello causó que Nami suspirara cansada, observando al búho con una sonrisa divertida.
—–De acuerdo, admito que me duele mucho el pecho y la espalda. Y creo que incluso tengo quemaduras, pero no puedo quejarme cuando Hinata-sama está en peligro, y de seguro el resto también puede estarlo.—espetó, cerrando la bolsa de mochis para después levantarse del suelo.
Sintió un poco de mareo, pero una sacudida de cabeza fue suficiente para ignorarlo. No podía quedarse de brazos cruzados cuando su prima estaba en peligro y el resto de seguro las estaba buscando ya, al menos debía aparecer y aliviarlos un poco, mostrándoles que está bien y ayudar a rescatar a Hinata y al bikochu, de ninguna manera permitiría que esos tres zánganos se llevaran lo que tanto les costó a ellos encontrar. Será sobre su cadáver.
Además, no quería perderse la diversión. Esos sujetos le debían una buena venganza.
—–Ahora no estoy sola, Shiba. Estás conmigo.—sonrió ladina, mientras se ajustaba la bandana en su frente.—–Además sabes que soy terca. Ni aunque me piques voy a desistir de mi idea. Y... La verdad quiero patear el trasero de esos tres imbéciles que querían deshacerse de mí.
Al escucharla Shiba solo soltó un pequeño suspiro, saltando de su cabeza para extender sus alas en el aire, y quedar suspendido mientras la miraba. Ululó levemente mientras observaba a su dueña, haciéndole saber que no importaba qué, él estaría ahí como su guardián. Y sin más, Nami no pudo evitar sonreír ladina.
Ya no importaba el dolor, se sentía recuperada. Y con ganas de dar unos buenos golpes a esos imbéciles.
—–Eso es lo que quería escuchar.—habló la Hyuga, estirando sus brazos y piernas, para comenzar a correr.—–¡Vamos por ellos!
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Mientras tanto, entre el bosque siguiendo el sendero, estaban tres muchachos, corriendo como locos detrás de un cachorro de ninken, con la esperanza de llegar con el paradero de Hinata y el posible paradero de Nami.
Ellos habían recibido una nota por parte de los secuestradores, los cuales les daban la opción de recuperar a su compañera con tal de que ellos les entregaran al preciado bikochu. Era un trueque perfecto. También pensaron que de seguro Nami había logrado escaparse u ocultarse, estando dispuesta a ir sola detrás de los enemigos con tal de recuperar a Hinata y no poner en riesgo la misión.
—–Bien. El aroma de Hinata termina aquí, y aún no siento el olor de Nami.—espetó el Inuzuka, quien lideraba la búsqueda en ese instante.—–Yo sigo pensando que ella y Hinata no están juntas.
—–¿Entonces que sugieres, Kiba? ¿Que se cayó rió abajo?—bromeó Naruto.—–Nami es como es. Seguramente se enteró del plan de esos tipos y decidió ir sola para no poner en riesgo la misión. Debió tomar algún otro camino.
Bueno, muchachos.
En una parte acertaron, pues eso Nami lo había pensado, pero por otra, desconocían todo por lo que la Hyuga había pasado, y también que literalmente ella estaba una colina debajo de ellos. Afortunadamente, Nami también pudo lograr predecir todo lo que he narrado anteriormente, así que no se preocupen, los cuatro se van a encontrar pronto.
Lo importante, y de alguna forma, la ventaja que tenían, es que pese a que no sabían en donde estaban esas dos Hyugas, al menos sí sabían en donde estarían en un futuro cercano: el lugar del intercambio. En la nota, los buitres les dieron la dirección a la cual llegar para hacer el trueque, no les quedaba de otra que ir hacia allá con la esperanza de encontrar a las dos sanas y salvas. Pero claro, eso tampoco significaba que entregarían al bikochu tan fácilmente.
Siendo Shino un entrenador de insectos, no podía llevar a un bicho tan delicado como lo es el Bikochu a un lugar en donde seguramente tendrían que pelear, por eso, prefiero hacer lo que explicaré a continuación: Tenían un plan, usarían a un escarabajo parecido al bikochu para engañarlos con ese señuelo mientras el verdadero estaba bien escondido. Así tendrían a Hinata de vuela, y podrían reunirse con Nami otra vez.
—–Bien. Andando. Tenemos que asegurarnos de que esas dos están bien.—dijo Kiba, mientras cargaba a Akamaru con una sonrisa.—–No hay tiempo que perder.
—–¡Si, vamos por ellas!—motivó el rubio, alzando el puño al aire, para sonreír grandemente y comenzar a correr con los otros hacia el risco en donde se encontrarían con los enemigos.
Se detuvieron en un lugar para repasar el plan que ya tenían, no dispuestos a rendirse ante nada, y sin más, prepararon sus mejores rostros serios y frívolos para encargarse de que el plan saliera a la perfección. Todo, mientras aún Nami estaba colinas abajo.
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Saltando por entre los árboles, Nami esperaba a la llegada de un nuevo reporte de su querido amigo Shiba. Necesitaba saber cómo estaban las cosas desde arriba, y necesitaba ahorrar chakra para una posible batalla; había enviado al búho que ya conocimos a analizar la zona, a buscar a sus compañeros. Nami le habló bien de las características de los muchachos, por lo que no había de que preocuparse, Shiba era un animal muy inteligente. Además, en la oscuridad de la noche se desempeñaba mejor por su increíble vista.
Escuchando un ulular de búho cercano, Nami dejó de correr por los árboles, deteniéndose en una rama y apoyándose sobre sus rodillas para recuperar el aliento. Quizá se había golpeado muy fuerte con rocas, a la hora de caer, era seguro, puesto que respirar se le volvía más y más pesado conforme se movía. Necesitaba descansar un rato, sino, sentía que podría incluso vomitar la hiel que queda en su estómago. Cuando sintió que su cuerpo se repuso, estiró su brazo derecho y recibió a la linda ave, que pronto se posó en su brazo y recogió sus alas.
—–Bien, Shiba... ¿Qué descubriste?—preguntó, esperando a que el búho ululara.
En realidad, no era como si pudiera entender su mente y leerlo, simplemente observaba los gestos de la ave, y si esta empezaba a volar en una dirección Nami sabía que tenía que seguirla hacia donde la guiara, sin chistar ni refutar. Ella confiaba plenamente en las aves, especialmente en ese búho.
Shiba ululó un par de cosas, levantando sus alas levemente, para después empezar a elevarse y revolotear cerca de Nami, para indicarle que ya sabía donde tenían que ir para encontrarse con sus compañeros. La Hyuga confió plenamente en Shiba, y sin más, soltó un suspiro cansada, empezando a andar a un ritmo lento para ella. Estaba cansada, pero no podía echarse atrás cuando seguramente el resto estaba en peligro, debía darlo todo, de lo contrario entonces ¿para qué eligió ser ninja? No hay éxito sin un poco de dolor antes. Y eso ella, lo tiene más que claro.
Shiba había descubierto el lugar hacia el que se dirigieron los compañeros que encajaban con las descripciones que Nami le había dado, ahora solo debía guiar a su dueña hacia el lugar.
Con sus alas extendidas, siguió guiando a Nami por sobre los árboles, aunque sin ir muy rápido, porque también sabía lo cansada que Nami se sentía, y lo golpeada que estaba. También debía ser cuidadoso.
—–Shiba, ¿ya estamos cerca?—preguntó la Hyuga, observando al búho revolotear en frente de ella.—–¡Espera!
Dicho eso, Nami detuvo su paso, y observó como Shiba se elevaba en el cielo, desapareciendo al aterrizar sobre una superficie de monte más alta a comparación de la que Nami estaba. La Hyuga entendió que debía ir ahí, pero había preferido quedarse por un momento, pues había escuchado un pequeño estruendo que además, notó con preocupación que había espantado a algunos pájaros negros. En ese instante Nami decidió hacer uso de su byakugan, para averiguar que estaba pasando. Sus ojos le mostraron una imagen que la dejó helada por un momento, una especie de panal gigante hueco en donde varias abejas revoloteaban libremente, y además, a Shino, Naruto y Kiba entrando ahí. Al parecer no había señal de algún enemigo cerca, pero sí hubo algo que no le agradó para nada.
—–No... Idiotas. Esa no es Hinata-sama.—susurró, desactivando su byakugan rápidamente, para después seguir corriendo.
Primero buscaría un atajo para llegar a ese lugar sin que una de esos tres buitres se diera cuenta de su presencia. Ahora lo que tenía a su favor era que ellos la creían muerta, y podría usar esa ventaja para aparecer de sorpresa y evitar una tragedia, ya que esos tres se habían metido ciegamente a la boca del lobo. Pero, sus ojos no sólo habían visto eso.
También supieron de inmediato informar, en dónde se encontraba Hinata cautiva, pendiendo de un hilo de cera de abeja, custodiada por Abejas con aguijones filosos, y cubierta de esa asquerosa cera hasta la boca. Bueno, Nami podría ir por ella, pero aún no podía aparecerse ante el par faltante de enemigos del clan Kamizuru, manipuladores de insectos de la aldea de la Roca.
«Esas abejas están ahí por una razón... Además, no la rodean. Sólo rodean el hilo del que cuelga... ¿Por qué? »—pensó Nami, mientras corría.—–«¡Claro! Así se aseguran de que no pueda escapar. Ya que si lo hace, será llevada por la corriente... Y las posibilidades de sobrevivir a esa caída son casi nulas.»
Ella gruñó brevemente, con cierta rabia. Se sentía muy impotente. Había visto a Hinata en una difícil situación, pero ella estaría bien, siempre y cuando no cometiera la estupidez de moverse o realizar un mínimo intento de escape, esos cobardes no la matarían, lo sabía bien, además Hinata iba a estar bien. No obstante, quienes corrían un verdadero peligro eran esos tres sopencos que ni siquiera podían diferenciar a Hinata por olor o su actuar, de seguro ya era tarde y estaban atrapados.
¡Su olor! Claro. Esa era la razón por la que aún no identificaban que la Hinata que estaba ahí, era una impostora, el enemigo disfrazado. Según Kiba el olfato de Akamaru nunca se equivoca, y aunque le costara confiar en las palabras de ese Inuzuka, tenía en cuenta que Akamaru era un ninken bien entrenado. Para confundirlo, esa mujer debió haber tomado algo de Hinata, camuflado de esa forma su olor.
—–Tsk... Que astutos.—susurró para sí misma.—–Pero se les olvidó que requieren mucho más para librarse de mí.
Debía apurarse si quería llegar a tiempo.
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Los muchachos ahora estaban metidos en un embrollo bastante gordo. Mientras Kiba utilizaba su chakra en sus garras para sostenerse y no caer sobre esos huevos de larva, Naruto y Shino golgaban de sus pies.
Todo lo reciente resultó ser como Nami lo imaginó. Esa mujer de parte de los enemigos había usado el abrigo de Hinata para mezclar su olor propio, y despistar el olfato de un niken, y también el de un Inuzuka. Rápidamente los había engañado, y aunque no pudo pegarle un papel bomba a Naruto en la espalda, disfrazada de Hinata, hizo una jugada maestra al derribarlo y empujarlos hacia un pozo de larvas de abeja, que además de pronto despertar, estas comían chakra. Aunque Kiba intentó defenderse con su “Katsuga”, sólo sirvió para dejarlos caer, siendo rodeados por las horrendas criaturas más cuales además tenían un tamaño descomunal.
Y también, como bonus extra para el villano, estaban hambrientas de chakra.
La mujer se quedó en la superficie, observando con una sonrisa ganadora a los tres niños, a quienes consideraba estúpidos por aún no decirles en donde estaba el estúpido bikochu, para poder liberarse. Eran obstinados, debía admitirlo.
—–¿Y ahora que harán, niños tontos? Solo tienen que decirme en donde está el bikochu y podrán salir.—sonrió la mujer.
Hizo un jutsu de invocación, en donde dejó liberar a una abeja gigante, bastante repugnante y horrenda. Parecía ser la reina abeja y madre de esas larvas asquerosas. Observaba sobre ese insecto gigante, el cansancio que rodeaba peligrosamente a los muchachos, en especial al Inuzuka, pues era al que más le habían quitado energía, y tanto él como Akamaru estaban exhaustos.
—–Nadie puede salvarlos ahora. Y el tiempo corre... Si no me dicen en donde está el bikochu, ni siquiera vivirán para reencontrarse con su amiga.
Akamaru ladró fuertemente al sentir cerca un aroma conocido, utilizando su poca energía para alertar a Naruto, Shino y a su amo Kiba, pero, ninguno de los tres le prestaban la suficiente atención.
—–¡Y qué pasó con Nami, ¿eh?!—exclamó, Naruto con pocas fuerzas.—¡Estoy seguro de que ella vendrá a darte tu merecido, anciana!
Aquel comentario logró ofender a la mujer, Suzumebachi, por nombre. Ella sólo frunció el ceño, pero aún así, soltó una macabra risa que dejó a los chicos helados por un instante.
—–¿¡Anciana!?—rió.—–Que adorable. Aún confías en que tus amigas están bien... Bueno, debo decirte que una de ellas sí lo está, pero no la tendrán hasta que me digan dónde está el bikochu.—habló, cruzada de brazos sobre la abeja.—–Y si te refieres a la de cabello largo, bueno, ¿qué te digo?... ¡Ella murió!
Tanto Shino, como Kiba, levantaron la mirada para observar a la mujer de elegante vestir y cabello rojizo, con un bonito maquillaje de ojos que combinaba con su vestuario. Estaban incrédulos, ella hablaba de Nami, era imposible que la hubieran eliminado tan fácil. Y no era por echarle flores a la Hyuga, pero sí reconocían lo fuerte que era, si no la eliminó un enemigo más fuerte que ella en la “misión de rescate”, mucho menos lo lograrían tres buitres que sólo buscan aprovecharse de cuatro genins, en vez de conseguir a su propio insecto. Ella era lista y astuta.
Pero, ¿y sí decía la verdad?
—–¡Mentira!—se negó de nuevo Naruto, observando con la nariz arrugada a la mujer.
La mujer con una ceja alzada, mostró una sonrisa más larga y macabra, mostrando su mano izquierda. Sobre los guantes que ella usaba, reposaba un lindo anillo en su dedo anular, el cual era sencillo, pero brillante. Inmediatamente Akamaru ladró con pánico, alertando a los tres genins, de que ese dichoso anillo significaba algo. La mujer no tardó en lanzarlo a las manos de Naruto.
—–¿Eh, un anillo?—se preguntó.
—–¡Déjame ver eso!—insistió Kiba, casi empujando al rubio para ver el anillo. El olor no mentía, además, pudo recordar las otras veces en las que le vio a Nami ese anillo.—–Esto es... Es de Nami...
Es suficiente ver a Nami hablar para mostrar aveces cómo mueve las manos dependiendo de las palabras que diga, o incluso cuando está cruzada de brazos, es imposible no notar ese objeto brillante que descansa siempre en su dedo anular de la mano izquierda. No había duda, quizá esa mujer sí decía la verdad.
—–¡No estarás diciendo qué...!
—–¿Aún no me creen, niños tontos?—interrumpió Suzumebachi, cruzada de brazos sobre la abeja, que empezaba a emprender vuelo hacia el cielo.—–Cuando capturamos a su querida amiga, esa niña entrometida intentó detenernos, pero no le fue de lo mejor. La muy torpe resbaló y cayó a la cascada.—explicó.—–Es más que obvio que esa niña no pudo sobrevivir a una caída de esa magnitud, además de que le esperaban rocas filosas en el suelo. Tendría que haber contado con mucha, mucha suerte... Pero, ahí tienen la prueba.
La abeja en donde ella estaba, se fue elevando, mientras soltaba una pequeña risa malvada, observando que los chicos estaban atónitos, y también conmocionados.
—–Se les acaba el tiempo, niños. Ahora, preguntaré por última vez, ¿en dónde demonios tienen al biko-? ¡AH, MI CABELLO!
—–¿Un búho...?
La mujer se interrumpió a sí misma en cuanto sintió un horrible tirón a su cabello corto, por parte de un búho blanco que no mostró piedad al aruñar y enredar las pelirrojas hebras de el pelo de la mujer, claramente era algo un tanto doloroso. Pero también, funcionaba como una perfecta distracción para lo siguiente.
—–¡Ocho trigramas!, ¡ESTOCADA!
Entre el poco silencio, gracias a los gritos de dolor de esa mujer manipuladora de abejas, se apareció una figura, de aspecto delicado pero rudo mirar entre la oscuridad de la noche, alumbrada por una energía de rato azul que rodeaba sus dos manos, corriendo para tomar impulso y dar un gran salto en el aire, en dirección a la gran abeja reina.
Lo afilado de la energía de su chakra, le sirvió de mucho a Nami para poder cortar en dos pedazos a la abeja madre, declarando ante la mujer que se burlaba de su presunta muerte, que ella era un “insecto” difícil de matar. Gracias a la energía liberada, Suzumebachi terminó por los aires, y cayendo metros muy lejos, golpeándose con el suelo. Shiba ya la había soltado.
—–¿¡QUÉ!? ¡Pero si deberías muerta!—exclamó Suzumebachi frustrada, sosteniéndose de sus manos para intentar levantarse del suelo. Pero había sido una dura caída, permanecería ahí por un rato.
Con la poca energía que adquirió al recuperarse, hizo una posición de manos que Nami reconoció al instante. La había visto justo antes de que ellos lanzaran su emjambre de abejas hacia ella, para hacerla resbalar, y no olvidemos que ella tiene una memoria exepcional. No obstante, esta vez habría un cambio, y sería que Nami no se acobardaría con un par o millar de abejas. No más.
Tuvo una rápida reacción al reconocer enseguida el jutsu que Suzumebachi estaba usando, por lo que sólo lo puso en marcha, esperando a que se le acercaran lo suficiente como para hacer una rotación especial. Quizá no lograría acabar con todas las abejas, pero sí con una buena cantidad para alcanzarle el tiempo suficiente como para atacar y paralizar a Suzumebachi.
—–¿Qué, qué demonios está pasando ahí arriba?
Ya te vas a dar cuenta Naruto, relájate. Ya vino la caballería.
Nami giró con esmero, logrando repeler a las abejas con eficiencia, pero no tardaron en salir más. Una de ellas, se acercó lo suficiente y con velocidad, como para picarle a Nami en el cuello, y causarle dolor. Por un instante, la mujer malvada pudo sonreír victoriosa de nuevo, pensando seas había ganado, pero esa sonrisa se le borró al momento vio que esa niña, la cual le estaba dando pelea, se desvaneció como humo.
—–¿Qué, UN CLON? -
—–¡Nock, nock! ¡SORPRESA!—exclamó la Hyuga, antes de darle un golpe fatal para sus nervios, justo en la espalda.
Usando su habilidad especial de puño suave para paralizar a la mujer, la dejó Inconsciente con ese golpe, por lo que pudo finalmente librarse de ese problema. Nami había ganado. Ella soltó un suspiro y acomodó un poco su cabello para evitar que le cayera en el rostro, dirigiéndose hacia el pozo, o hueco, o cueva, en el que Kiba, Shino y Naruto habían caído.
—–¡Qué demonios pasa! ¡Solo puedo escuchar ruido!—escuchó hablar la voz de Naruto, desesperado.
Aquello le sacó una ligera risa, ya estando lo suficientemente cerca como para asomar su cabeza hacia el hueco, y verlos, con su característica sonrisa ladina.
—–Me ofende que hayan creído todo lo que esa mujer dijo sobre mí.—habló finalmente Nami, revelando su estado, su posición, y mostrándoles a los tres que estaba bien.
Intentaba no respirar agitada, ya que para lo último había usado una cantidad de chakra considerable, sin mencionar que gastó también al usar el byakugan para ejercer más presión y lograr divisar mucho más allá para encontrarlos. Pero, lo bueno, era que finalmente parecía que la lucha estaba por acabar. Ahora sólo tenían que encontrar a Hinata.
—–¡Nami!
La voz de Naruto reflejaba emoción, mientras que Kiba, al borde de caer Inconsciente, sonreía ladino al observar que se preocupó por nada. Shino por otro lado, era Shino, estando serio, pero, internamente aliviado de que nada malo le hubiese pasado a la Hyuga. No podrían explicárselo jamás a su hermano o a Hinata.
La Hyuga simplemente ladeó la cabeza, alargando su sonrisa y mostrando los dientes, observando atenta desde arriba, el lugar en donde ellos estaban cautivos.
—–¿Me extrañaron muchachos?
SIENTO QUE ME QUEDÓ ÉPICO
:D
YA SABEN QUE NO SOY BUENA ESCRIBIENDO PELEAS, PERO HAGO MI MEJOR ESFUERZO PARA NARRARLO DE FORMA COHERENTE Y QUE TENGA SENTIDO TODO :'U
Espero que les haya gustado el capítulo, literalmente, no tenía inspiración para escribir esto y de repente me llegó al último momento :'3
Así que sin más, espero que les haya gustado. Disfruten, y cuídense ^^
Y tomen awita ✨
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