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🌻|Capitulo 5.|🌻

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Capítulo 5.
“Ibiki Morino. ¿Peor pesadilla?”

Aquel hombre de piel canela, fornido y de un porte muy intimidante y serio terminó de una vez con el pleito que se había formado entre Kabuto y los otros ninja pertenecientes a la aldea del sonido. Les explicó a los presentes que él sería el censor de la primera parte del exámen chunin, por lo tanto, ahora él manda. Ordenó que todos debían salir para comenzar a entrar según los números de sus nombres en la lista, organizándose según estos en los asientos respectivos, separando a todos los equipos de sus otros compañeros. El examen sería escrito y por lo tanto cualquier copia o sospecha de fraude será castigada. La gente no tuvo opción, y nuestros queridos amigos Kai, Meiko y Nami terminaron separados los unos de los otros sin otra posibilidad. La Hyuga quedó ubicada en la primera banca, mientras que Kai en una de las últimas y Meiko quedó central. Al rededor del salón se centraron los otros jonins que venían con Ibiki, después de repartir las hojas de los exámenes.

Lo anterior a muchos se les hizo extraño, pero sólo unos pocos eligieron pensar más allá para buscarle una respuesta a lo que estaba sucediendo. Entre esos, Nami, quien juzgaba a su alrededor todo lo que ocurría, encontrando su mirada también con la del jonin que vigilará a su fila en el trascurso del exámen. Mientras lo miraba, comenzó a pensar en el sospechoso de la situación. Estaba claro que no era un examen común como cualquier otro que les habían hecho al estar en la academia, este era diferente. Era muy obvio. Pero lo que más despertaba la curiosidad de la Hyuga no era el hecho de los jonins o el distanciamiento de otros equipos; era ese sujeto. 

Ibiki Morino.

Nami lo miraba con seriedad sin siquiera disimular. Tanto el nombre como el rostro de ese sujeto se le hacía a la Hyuga muy conocido. ¿Tal vez Rei sensei les habrá hablado de él? Es lo más probable, después de todo su maestra tenía muchísimos contactos en toda la aldea y quizá les habría platicado de él en unas de sus muchas fiestas de té. Aún así, eso no lograba convencer a Nami de nada. Lo que él se traía entre manos no era bueno, eso era más que seguro.

El hombre fornido y moreno con cicatrices cruzándole el rostro yacía con mirada divertida y algo perversa. Él fijó unos momentos la mirada en la Hyuga que lo observaba sin necesidad de disimular. Incluso cuando éste la miró, Nami siguió con su mirada fija hacia Él. Ante ésto, Ibiki esbozó una baja sonrisa recordando cuando Rei le había presumido que sus queridos retoños iban a participar este año, pidiéndole también que no fuera gentil con ninguno. Sin dudas los tres eran como ella decía: uno no se dejaba desmotivar pese a todo, la otra era más tranquila que un rayo de luna en la noche, y la última era simplemente más perceptiva de lo que parece.

—–Bien... Ahora, todos vista al frente. Hay varias reglas que tengo que advertirles. No contestaré preguntas, así que todos atención.

Él podía observar como más de uno estaba confuso y asustado, ¿que clase de prueba era esa? Nami sin embargo, trató de mantener la calma. Indaló tranquilamente y exhaló con la misma tranquilidad. No necesitaba suerte. Ella desde siempre confió en sí misma y nunca dudó de sus habilidades. Ella sabía que era una genio, así que no había nada de qué preocuparse.

Oh, pero Morino tenía algo bajo la manga. Una sorpresa que a más de uno le iba a ddesfavorecer.

—–La parte escrita del exámen será manejada con un sistema de reducción de puntos. A diferencia de lo que algunos acostumbran, todos empezarán el exámen con una calificación perfecta de 10.

Kai suspiró algo aliviado. Pero reconoció también que quizás no era buena idea confiarse. Mei Mei no prestaba mucha atención, ella seguía rezando por suerte en el exámen y por sus amigos, muy atenta a pedirle a su “padre” que los ayudara a los tres a superar el reto. Por sobretodo Kai. Después de todo, en su equipo estaba la mejor de la clase, pero también el más irresponsable, aunque, cabe reconocer que el Sakamoto no es tonto, sólo muy distraído. Ésto Meiko lo sabía mejor que nadie, por lo que sus oraciones principalmente iban dirigidas a Kai.

Por cada pregunta mal respondida, a los estudiantes se les restaría un punto. Hasta ahora no era tan complicado.

—–Regla número 2. Los equipos aprobarán o no partiendo de los resultados de los tres integrantes.

Los presentes en toda el aula mostraron sorpresa y también temor ante esa segunda regla. Aquella significaba prácticamente que los exámenes no eran completamente independientes, las calificaciones de los tres integrantes del equipo debían ser aprobatorias o de lo contrario, por más mínimo e injusto que fuera, el equipo reprueba. Nami frunció el ceño con mucha molestia, Kai ya comenzaba a morderse las uñas y Meiko, quien escuchó eso último, abrió los ojos, poco a poco y lentamente, hasta quedar completamente sorprendida, sintiendo temor por sus otros compañeros.

—–Ésto es... Muy... malo.

La albina se apresuró a volver a juntar sus manos a modo de oración, volviendo a orar con más potencia hacia su “Padre poderoso”, rogándole clemencia y piedad por sus amigos. La Hyuga, quién prefirió ver qué hacían sus compañeros ante aquello mencionado, notó compadecida al castaño que mordía sus uñas con más nerviosismo. Ella decidió quedarse mirándolo hasta que ambos conectaran sus ojos. Cuando ésto ocurrió, la Hyuga le mostró una sonrisa de seguridad a Kai, cosa que aparte de reconfortar a su tierno amigo también lo motivó a tranquilizarse.

El castaño suspiró ya buscando calmar su temor, revolviendo su cabello rebelde hasta relajar su pulso. Él sabía que no debía fallar, no podía echar a perder los sueños de sus amigas. Así que, se propuso a buscar una estrategia propia y ver cómo podría copiarse de alguien.

—–Bien... Primer paso para copiar: Ubica al nerd más cercano...

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Nami estaba enfocada en su alrededor. Se encargó de buscar a su hermano entre la multitud, luego a Tenten y luego a Lee. No estaban tan lejos de ella, tampoco estaban tan distanciados de sus amigos. Parece que la suerte les sonreía a todos; al menos esos seis sabían que ya contaban con ellos para pasarse las respuestas entre sí. Nami se tomó la cabeza y cerró los ojos para comenzar a pensar. Ella sabía que Kai podría copiarse, después de todo, él es un az en las trampas no importa de qué o para qué sea, además él no era tan tonto como lo parece. Meiko también tenía presaberes. Todos ellos habían aprendido cosas con su maestra, tenían con qué defenderse. No obstante, la presión y el estrés eran un obstáculo muy grande... Aunque, eso no significa que “Los tres Grandes” no puedan superarlo.

Entre tanto, levantándose muy molesta para mostrar su descontento, Haruno Sakura, una joven chica de cabello rosado y largo, con ojos verdosos muy lindos, exclamaba a voz alta su objeción. Logró sacar a Nami de sus pensamientos, distraer a Meiko de su oración y a Kai de su leve trance de estrés.

Ella se mostraba muy alarmada por la noticia.

—–¡Qué!? ¡UN SEGUNDO! ¿¡O sea que nos calificarán por equipo!?

No era para menos. Su sentir tenía mucha justificación. Tenía a un desatento rubio en su equipo, que justo apenas dijeron que el examen sería escrito chilló fuertemente como un cachorro asustado. Era obvio que ni ella ni el Uchiha querrían perder por su culpa.

—–¡A callar! ¡Yo tengo mis razones!Ahora, ¡callense y escuchen!—la pelirosada volvió a quedar en silencio, intimidada por la voz del más grande. No tuvo otra opción que sentarse.—–Regla número tres: Los sentinelas que ven al rededor del salón están ahí para observar cualquier indicio de trampa. Por cada incidente que detecten, se le restará dos puntos al causante de la trampa; y si los sorprenden cinco veces, serán descalificados antes de que su exámen sea calificado.

Nuevamente, Nami observó al censor mostrando una sonrisa divertida. Ya había caído en cuenta de sus intenciones, ya lo sabía, por lo tanto fuera lo que dijera Ibiki no lograría asustarla. Estaba confiada. Su sensei les advirtió sobre algo similar. Rei les había dicho que sucediera lo que fuese en el exámen, en ningún momento se atrevieron a dudar se sus habilidades. Después de todo, la duda hace la diferencia en una batalla y eso nuestra querida Hyuga lo sabía perfectamente.

Pero su expresión cambió radicalmente cuando el censor volvió a tomar la palabra para declarar otra y una última regla. Aquella que haría que todos los presentes comenzaran a entrar en un muy fuerte pánico.

—–Una cosita más.

La albina se giró a ver a su amigo, quien estaba sentado unos puestos más adelante que ella, compadeciendose de él al percibir que el censor saldría con otras más malas noticias.

—–Aquel que saque cero en el examen... El equipo entero reprueba...

Meiko pudo ver como Kai se tensó horriblemente al escucharlo. Podía sentir su temor viajar por el aire hasta donde ella. Ojalá pudiera darle palabras de aliento y/o abrazarlo para calmar su temor, pero por ahora, Kai tendría que encontrar la forma de calmarse. Ella tan sólo deseaba que él pudiera recordar las palabras que su sensei les dijo antes de presentarse.

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Tras haberlos asustado demasiado, Ibiki declaró que oficialmente el examen comienza desde ya, escuchando casi de inmediato cuántos lápices comenzaban a moverse. Ahora, el equipo Rei junto con los demás equipos tienen una hora completa para realizar el examen, la pregunta final será dada quince minutos antes de terminar. Deben tener muy en cuenta las reglas dichas, y problablemente la ansiedad en el aire force a algunos a renunciar, pero, ésto último para el equipo Rei no sería opción alguna.

Nami giró la hoja de su examen, leyendo rápidamente las preguntas. Notó con cierta incomodidad lo complejas que estas eran, preocupándose más por sus compañeros que por ella misma. Tomó un poco de aire y exhaló lentamente para calmar los posibles nervios que comenzarían a acumularse y sin más, tomó su lápiz firmemente al esbozar una sonrisa ladina.

Ibiki, no la lograrás intimidar.

Conforme iba leyendo, notaba con cierto pánico cómo cada ejercicio se volvía más complejo que el anterior. Aquello casi dejaba que la Hyuga se volviera como un cero a la izquierda, pero la fuerza de voluntad y serenidad que eran parte de ella lograban amortiguar su pequeño sufrimiento. Aún así, no podría decir lo mismo de los otros; apuesto a que muchos ahora mismo sólo querían renunciar.

—–Umm... Es raro... Me siento como cuando Rei sensei nos hizo esa prueba para recopilar nuestros niveles de ansiedad en distintas situaciones...—murmuró Nami sin darse cuenta. Logrando entonces una idea.—–¡Ansiedad!—exclamó ella en voz baja, levantando la mirada de nuevo.

Hace tiempo, su maestra les había hecho a esos tres distintas pruebas individuales a cada uno. Pruebas psicológicas, un juego mental. De esa manera, la Sarutobi podría conocer la fuerza de voluntad y de mente de sus estudiantes, sometiendolos a varias situaciones hipotéticas, muy reales, para medir entonces sus niveles de ansiedad, su modo de actuar y reaccionar en caso de aquello. Claro que ninguno de los tres notaron que era una prueba hasta que su maestra se los dijo, cuando ella obtuvo sus resultados. Nami mientras pensaba en la respuesta se imaginó ese recuerdo, hasta que logró relacionar ambas situaciones.

Todos ellos estaban siendo torturados de la peor forma: su mente y voluntad estaba poniéndose a prueba.

Ya comprendo... Esto es una fachada...”—concluyó su hipótesis, mirando a Ibiki mientras mordía la punta de su lápiz.—–“Hace rato dijo que aquel tonto que se dejara descubrir copiandose no merecía estar aquí... Con que... Intenta probar nuestro sijismo. ¡Claro! Su trampa no es que nos copiemos. Su trampa es que nos descubran copiando...”—Al ver que Ibiki la estaba viendo le sonrió, con cierta mofa, de forma ladina.—–“Qué plan tan astuto

Notando ya la mirada de Nami, Ibiki reconoció que tanto ella como algunos otros ya se habían dado cuenta de sus intenciones con ese examen. Lo habían descubierto, pero aún así, si no eran todos, no tenía tanta relevancia. El sonrió y cerró sus ojos, algo frustrado porque quería divertirse y ver que muchos otros entraran en pánico. Pero en particular, el equipo de su amiga Rei se mostraba casi inerte ante la situación, incluso Kai para sorpresas.

Hablando de Kai. ¿Qué hace nuestro guapo amigo? Lo que todos están haciendo. Copiandose, aprovechando que Tenten y Lee se ayudaban mutuamente para pasarse respuestas con ayuda de las lámparas de luz en el techo. Meiko por otro lado, se copiaba de su compañero de atrás usando la hoja de su espada para reflejar sus respuestas y ella poder verlas. Todos ellos trabajaban muy bien bajo aquello, pero lo que más les aliviaba a la Hyuga y a la albina, era que Kai se mostraba más confiado y escribía sin importar qué. Ninguno de ellos se dejó intimidar por el ambiente, ni mucho menos por los múltiples gritos de piedad por parte de otros que iban siendo eliminados de uno a tres, soltando llantos e intentando forcejear con los otros jonins para poder quedarse.

Quedaban cerca de veinte minutos para que el censor diera a conocer la pregunta final y ya iban cerca de trece equipos eliminados. Lo único que relajaba al equipo Rei es que Meiko ya había acabado, Nami jugaba con su lápiz y Kai terminaba de escribir la respuesta final de la hoja.

—–Uff...—suspiró la Hyuga, notando una leve luz asomarse por su hoja. Pertenecía al reflejo de la espada de Meiko, quien lo usaba para demostrar que ya habían acabado.—–Bien hecho, muchachos.

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En algún otro lugar de la academia, algunos jefes de equipo se encontraban sentados charlando y discutiendo, compartiendo cómo fue su proceso y crecimiento con los genins que tienen a cargo, y pensando también en cómo les estará yendo a todos ellos en el exámen. Entre esos estaban: Asuma Sarutobi, Kurenai Yuuhi y Kakashi Hatake. Los tres eran jefes de equipo de precisamente los equipos de los novatos. A ellos, se acercó la hermosa mujer de cabello malva, quien al ver con un brillo en sus ojos al amor de su vida se lanzó a sus brazos para darle cariño y amor.

—–¡Kakashi~!—sonrió Rei llegando, a abrazar al peli plata como si su vida dependiera de ello. Además comenzó a dar besos a toda su cara.

Al fin había encontrado a aquel que tanto buscaba. Su amor de la infancia, aquel del que siempre estuvo enamorada.

—–Hola Rei...—saludó de forma muy relajada, sin reclamar por sus tratos.

Entre tanto, el hermano mayor de Rei se mostró con vergüenza, cubriéndose el rostro por ver a su hermana en esas andanzas. Sí, estaba celoso. Algo normal en todo hermano mayor.

—–Rei, ya sueltalo.

Buscando molestarlo más, Rei simplemente le sacó la lengua infantilmente a su hermano mayor, tal y como hacía de niña cada vez que él la regañaba, recostando su cabeza en el pecho del Hatake.

—–Que aburrido eres.—dijo sonriendo mofan te, para luego sentarse al lado de su caballero plateado.

Apoyó su cabeza en el hombro de él y cerró los ojos abrazando su brazo contra su pecho. Confortandose con la presencia.

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De vuelta con los genins, finalmente llegó el momento de que el censor diera a conocer la última pregunta, la del millón.

—–Antes de la pregunta número diez, debo hacerles saber otras reglas más que no mencioné.—habló Ibiki con firmeza.—–No se asusten...

¿Que demonios quieres decir con eso Ibiki? No, claro que no se asustaran. Ya lo estaban, gracias por haber preguntado querido jonin. Nami observó con una ceja levantada, esperando con ansias la pregunta, golpeteando con sus dedos su escritorio. Nuevamente, Ibiki comenzaba a decir otras reglas que sólo aumentaban el estrés de los demás, sus reglas sólo significaban más decisiones que tomar.

—–Bien. Regla número uno: Tienen la opción de participar o no en ésta última pregunta.—habló, provocando murmullos entre la gente.

Entre eso, Nami se motivó finalmente a hablar.

—–¿Y cuál es la trampa?—habló Nami, enarcando más la ceja y entrecerrando los ojos. Observando a Ibiki con mucho recelo.

A ella, se le sumó la rubia de cuatro coletas, proveniente de la aldea de la arena. Ella también tenía motivos para cuestionar.

—–Sí. Digamos que decidimos no participar, ¿que pasa entonces?

Ibiki cerró los ojos y colocó las manos en sus bolsillo. La respuesta para él era obvia, pero aún así, las cartas jugaban a su favor. Su respuesta sólo se prestaría para causar más murmullos.

—–Reprueban.

—–¿Qué? Olviden eso. ¡Por supuesto que seguiremos!

Se escuchó entre la sala, una voz masculina que intentaba animar al resto a continuar también. Pero, para esto Ibiki tenía sus propios planes.

—–No tan rápido. No he terminado. Aquí va la segunda regla: aquellos que decidan participar pero respondan la pregunta incorrectamente, no sólo reprobarán. ¡Perderán la oportunidad de volver a presentar el exámen chūnin por siempre jamás!—exclamó finalmente.

De entre todos, un rostro conocido por Nami y Meiko se levantó molesto, observando a Ibiki con mucha hostilidad e indignación. Sí, ya lo saben. Kai eligió también exclamar su objeción, mostrando su descontento ante las reglas del corrupto censor.

—–¿¡QUÉ!? ¡ESO ES MUY INJUSTO!

A él también se le sumó el Inuzuka, mostrándose aún más insolente.

—–¡No se vale viejo, es ridículo!—señaló el perro sar- digo, el Inuzuka bastante molesto.—–¿¡ que clase de regla Mugrosa es esa!? ¡Aquí hay gente que ya ha presentado el exámen antes!—bramó, seguido de los ladridos afirmantes de su ninken.

Nami observó al chico. El sólo echo de ser amigo de Hinata ya le desagradaba pero por más que odiar admitirlo, él tenía razón. Aún así, la Hyuga no dejó pasar esa oportunidad para soltar un ingenioso insulto.

—–Sí, concuerdo con el pulgoso.—dijo con una sonrisa ladina, lo más parecido a un tono normal para que sólo el censor lo escuchara, sin enbargo Kiba también la escuchó, además de toda el aula.

—–¿¡Qué!?

A Nami se le estaba haciendo entretenido molestarlo.

No se imaginó que la escena habría dado tanta gracia, al menos no aún hasta escuchar las risas del sádico y cuestionable  censor con cicatrices en el rostro, quién había cumplido la promesa inicial dicha por su parte. Ahora se había convertido en la peor pesadilla de muchos de ahí.

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—–Ustedes escogen. O se van, teniendo la oportunidad el próximo año.—condiciona.—–O se quedan y se arriesgan a ser genins por siempre. En caso tal de que se equivoquen.

Kai estaba a punto de retirarse, arriesgandose también al odio futuro de sus camaradas, pero, al imaginarse victorioso, sonrió ladino y bajó la mano. No más. Era todo o nada. Podía copiarse, pero no iba a escapar de ahí como un cachorro asustado así como los otros que se estaban retirando. Él no iba a desertar. De tan sólo imaginarse la hermosa sonrisa orgullosa de su sensei, y sus dos compañeras, felicitandolo por su valentía, lo motivaba a seguir adelante sin importar qué. No iba a decepcionarlas. No señor. Tal vez otros se retirarían. Pero no él.

Viendo con orgullo cuántos estudiantes eligieron quedarse, él decidió mirar a sus subordinados compañeros, los cuales asintieron también estando de acuerdo con acabar ya con la fachada y la sesión de “tortura”. Soltando una breve risa, Ibiki llamó más la atención de los presentes y sin más, habló con satisfacción sobre las buenas noticias.

—–Bien hecho, muchachos, lograron pasar el exámen. Han aprobado.

Esperen. ¿Qué es lo que ha dicho? ¿Aprobaron? Muchos quedaron perplejos. A qué demonios se refería con eso. ¿Quiere decir que tanto esfuerzo fue para nada? Nami se molestó un poco, pero suprimió sus emociones soltando un Suspiró y relajando sus puños sin más que hacer. Meiko murmuró un “amén” y Kai soltó todo su estrés acumulado en un largo suspiro, que terminó por darle ganas de ir a hacer del uno.

Necesitaba ya liberarse. Si me comprenden.

—–¡Un segundo. A qué se refiere con que pasamos! ¿¡Donde está la décima pregunta!?

—Nunca existió. Al menos no escrita. De echo su decisión de quedarse fue la respuesta a la última pregunta.—mencionó.

—–¡Aguarde un instante!—exigió la rubia de la arena.—–¿O sea que las otras nueve preguntas sirvieron únicamente para perder el tiempo, eso es lo que está diciendo?

—–No, no. Claro que no.—dijo sonriendo.—–Todo lo contrario. Esas nueve preguntas tuvieron un objetivo muy importante: probar su habilidad para rastrear inteligente y furtivamente información ante las condiciones más adversas. Me explico: mi objetivo era probarlos no sólo individualmente sino también como equipo, además de como trabajan como parte del equipo. Es por eso que el examen era evaluado a base de su equipo, y cómo se enteran de lo que hacen o no y si fallan o no. Quería ver como manejaban la presión.

Mientras muchos sonreían por su valor, Kai esperaba al momento de irse mordiendo su lengua.

“Blah, blah, equipo equipo. ¡Quiero ir al baño!”—pensaba Kai desesperado.

Meiko agradecía a su “Padre” y Nami apoyaba su rostro en sus manos. Al menos había acertado en sus hipótesis. Pero, bueno, debía de admitir que por un instante lograron engañarla.

—–Las preguntas eran demasiado difíciles como para que cualquier genin las contestara. E imagino que cualquiera de ustedes llegó a la conclusión de que tenían que copiar para poder salvarse. El hecho es que el exámen estaba diseñado para que tuvieran que copiar, casi por obligación.—llevó sus manos hacia su cabeza, deshaciendo el nudo de su banda.

Todos observaron su calva. Realmente lucía mal. Quemaduras, piquetes, cicatrices, rasguños, definitivamente ese tipo había pasado por misiones terribles. Su mensaje estaba claro: mostrarles a todos que debían ser capaces de actuar con sigilo y estrategia, seleccionando lo correcto y sin lugar para algún error. Pensando como un equipo y no como uno sólo.

—–Han demostrado que son capaces de pensar en su bien y en el de su equipo.

La felicidad en todos los valientes que soportaron la tortura psicológica de Ibiki era superior a los antiguos sentires de miedo. Habiendo dudas, todos lograron superar el problema y finalmente, pudieron decir al salir a sus maestros que pasaron a la siguiente ronda. Nami, Kai y Meiko no fueron la excepción. Ya deseaban ver la sonrisa orgullosa de su querida maestra.

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Fuera del sitio, Rei esperaba a los chicos cargando sobre sus brazos tres cajas de regalo. Su sonrisa daba señales de que ya sabía los resultados que sus chicos habían logrado. Su felicidad no podía ser explicada. Los tres se acercaron a ella orgullosos, curiosos también por ver que había dentro de esas dichosas cajas.

—–Felicidades muchachos.—habló sonriente.—–Sabía que lo lograrían.

Dejando de lado las cajas, ella abrió los brazos sonriente para recibirlos con un fuerte abrazo.

—–Ahora, mis niños, ¡vengan a darle un abrazo a su querida sensei!—exclamó alegre. Kai obligó a Nami a acercarse, y posteriormente, los tres abrazaron a su sensei con calidez.

Después del abrazo, se sentaron sobre las bancas por orden de Rei. Ella les tenía una pequeña sorpresa. Algo que les enseñaría cuánto los quería.

—–¿Anillos?

—–¡Muchas gracias, Rei-sensei!—dijo Kai sorprendido, en seguida se lo colocó.

—–Qué... lindo.

Rei asintió. Después de todo, era un regalo perfecto. Ella lo consideraba hermoso, y a los chicos les quedaba muy bien.

—–El anillo está en su dedo que conduce al corazón. De esa forma...—mostró el suyo también con una sonrisa.—–Los cuatro, mis pequeños Dientes de León, estamos conectados.—rió un poco.—–No dudé de ustedes, ni un segundo. Y sé que la Prueba de mañana será difícil, pero también se que ustedes lo podrán lograr...

Tal vez podría ser una mujer estricta, pero ella también tenía un lado dulce y simpático. Era muy sensible. Y en todo ese año que ha pasado enseñando a esos jóvenes genin lo ha apreciado con cada parte de su alma, y siempre lo apreciará.

«

—–¿Quieres ese equipo, Rei?—preguntó su Lord, con seriedad.

—–Sí, padre. Esos tres niños serán mis alumnos. Y no quiero que nadie más vaya a enseñarles, sino soy yo.

»

Amaba a esos tres. Como los hijos que aún no planeaba tener. Después de todo, se comportaba como una madre para ellos. Se enojaba por no masticar bien la comida o porque no comieras, que durmieras mucho o poco, o incluso que le contestaras o alzaras la voz. Definitivamente, Rei es una de las jōnins más admirables de Konoha, pero también ahora, era aquella mujer que era el ídolo de “Los tres Grandes”

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