🌻|Capítulo 45.|🌻
|𝓛𝓸𝓼 𝓖𝓮𝓶𝓮𝓵𝓸𝓼 𝓗𝔂𝓾𝓰𝓪|
Capítulo 45.
“Inevitable.”
—–Ugh, como odio el hospital.—se quejó la Hyuga cruzada de brazos, caminando a paso lento detrás de sus dos amigos.—–Me recuerda a que de alguna manera somos débiles y eso tiende a molestarme.
Ni siquiera sabía que estaba haciendo ahí, sólo sabía que debía de acompañar a sus amigos si es que no quería quedarse sola en el prado como casi siempre lo hace. Esta vez, quiso ir con ellos para saber que es lo que hacían después de entrenar. Se imaginaba muchas cosas, pero jamás una visita al hospital.
—–Por algo somos de carne y hueso.—agregó la abina, juntando sus manos mientras miraba de reojo a su amiga.—–Después de todo, somos la viva imagen carnal de un ser supremo inmortal, que todo lo ve.
—–Eso da algo de miedo.—interrumpió el castaño de sonrisa brillante, soltando una pequeña carcajada tan pronto su amiga la albina le dedicó una mala mirada.
El equipo Rei se había reunido desde temprano para practicar y entrenar un par de veces, mejorar sus técnicas y también aconsejarse entre sí, acompañados de su querida maestra que pronto por razones personales tuvo que separarse de sus alumnos para ir a otro lugar del que no les comentó nada. Para los tres no fue signo de preocupación, ya que su maestra siempre tiende a perderse para pasar un rato sola, o también en compañía de sus amigos o su enamorado, por lo que no le tomaron tanta importancia al asunto, y en lugar de eso escogieron pasear por ahí hasta que a la primitiva y divertida mente de Kai se le dio por recordarle que debía hacerle un par de preguntas a la mismísima Hokage, con tal de aclarar un par de dudas y saber cómo prepararse para la siguiente sección del entrenamiento médico. Fue por eso, que Nami, Kai y Meiko están en el hospital, buscando a la rubia.
—–Además, ¿Podrias repetirme como sabes que Hokage-sama está aquí? Creo que ya hemos cruzado por este pasillo.
—–Nami.—interrumpe Kai.—–Es un hospital. Todos los pasillos se parecen.—suspiró un poco.—–Te dije que no debías venir, sé que no te gusta estar en el hospital.
La Hyuga al escucharlo frunció un poco el ceño, mirándole con una pequeña molestia en su ojo izquierdo, mientras lo cerraba más que al derecho. Aquello que él había dicho ha logrado molestarla, y causó entonces que el ambiente se pusiera algo incómodo. Aveces Kai decía cosas que a Nami lograban molestarle, por lo que ella misma armaba una discusión mientras el castaño la observaba con miedo y asintiendo a todas las cosas que decía, por más que no entendiera, siempre le daba la razón.
Bueno, era de esperarse. Kai ha vivido rodeado de mujeres. Sus hermanas, su madre, su abuela; para él tras de ser mágicas y bellas criaturas con mucha fuerza dentro de sí, sin también tan impredecibles, que es mejor quedarse callado cuando una está enojada. Todavía recuerda esa vez en que sus tres hermanas le hicieron algo espantoso por no haberles prestado la suficiente atención cuando ellas le contaban algo sobre la escuela.
—–¿Entonces dices que no quieres pasar tiempo conmigo, es eso?—preguntó la Hyuga, apareciendo frente al castaño con las manos sobre su cadera y una mirada de sentencia a muerte.
—–¡Claro que no, Nami!—exclamó él, mientras sentía como por su espalda recorría un escalofrío.—–¡S-Solo digo que... No te gusta venir aquí porque tienes miedo, y te sugerimos varias veces que te quedaras!
—–Ah, entonces. ¿¡Me llamas cobarde!?
—–¡N-NO!
La albina entre tanto, viendo la escena se llevó una mano a su frente y suspiró. Kai sabía a la perfección que Nami era muy sensible con respecto al tema del miedo, y en una increíblemente inofensiva palabra había logrado hacer que a la Hyuga le hirviera algo la sangre. Pero bueno, para eso es que ella estaba en ese equipo, para calmar las aguas y velar por la paz y compañerismo entre sus amigos. Así que, hizo lo que aprendió todos estos años viendo como su querida madre arreglaba las discordias entre sus hermanos mayores.
A pellizcos...
—–Nami, Kai.—llamó con voz seca, a lo que la Hyuga dejó de reclamar y Kai la miró con las cejas alzadas.—–Antes de hacer lo que voy a hacer, no me juzguen, pero, es la mejor manera para ayudar a arreglar discusiones.
—–¿Eh...?
Estirando sus delgadas y frágiles manos hacia sus amigos, Meiko tomó un brazo de cada uno, y sin más se dispuso a tomar entre sus dedos un pedazo de carne y darle unas cuantas vueltas, pellizcando así a sus amigos quienes no tardaron en gritar por el horrible dolor. ¡Los pellizcos son horribles! ¡Son una tortura medieval!
—–¡AAAAAAAH, MEIKO QUE RAYOS TE PASA!
—–¡MEI MEI, CREO QUE YA DISTE TRES VUELTAS!
Pese a las quejas de sus amigos, la albina permaneció muy neutral como siempre, inexpresiva y muy ajena a su dolor. Así que esperó al momento indicado para hablar.
—–Nami, Kai se refería a que sabemos muy bien que no te gusta estar aquí, por eso te dijimos que mejor te quedaras, no te obligamos a venir. Eres muy quejumbrosa cuando estas aquí.—dijo mirando a la Hyuga, quien desvió la mirada lagrimeante, con el ceño fruncido como una niña pequeña.—–Y Kai, sabes bien que a Nami nunca debes mencionarle la palabra con “M”, ya sabes lo sensible que se pone. No es cobarde y así. Así que ahora, ambos, dense la mano y disculpense.
—–¡P-Pero es Nami la que está discutiendo, no yo!—insistió el castaño sacudiendo su mano libre, también con una mirada lagrimeante.
Meiko ante esto, hizo lo que su madre hacía apenas le contestaban. Dedicaba una mirada oscura mientras un aura de esa misma calaña comenzaba a rodearla, y después con voz profunda repitió la palabra “disculpense”, antes de dar una última vuelta a su piel, empeorando el pellizco que ambos torturaba de manera horrible.
—–¡AAAAAY, ESTÁ BIEN, ESTÁ BIEN! ¡LO SIENTO KAI, TENIAS RAZÓN!
—–¡Y YO NO QUISE HACERTE SENTIR COBARDE!
—–Perfecto.—soltó la albina, soltando después su piel y mostrando una agradable, dulce y tierna sonrisa, como si nada hubiera pasado en realidad.—–Listo, ahora ¿Podemos seguir buscando a Tsunade-sama?
Inmediatamente los dos procedieron a mirar la marca de los dedos y a acariciar sobre esta para calmar un poco ese fastidioso dolorsito, ¡dedos! ¡Ni siquiera los había pellizcado con las uñas, sólo usó sus dedos! ¿Como pudo dolerles tanto? Ahora tenían miedo de decir que no a todo lo que dijera la albina, y entre ambos se miraron con la promesa silenciosa de no volver a mostrar descontentos frente de ella.
—–Eh. Si.—murmuró la Hyuga, dejando de lado la pequeña marquita roja que estaba en su brazo.—–¿Vamos Kai?
—–¡Oh sí! ¡V-Vamos!
¿En serio así les trataba su madre, la mismísima Seiza Dai que es tan imperturbable como un rayo tranquilo de luna llena en una noche oscura? Si era así, no deseaban estar ahí pata cuando esta misma se enojara. Al parecer, Meiko había heredado el mismo carácter de su madre, y también, la misma fuerza en esos dedos ¡Auch!
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—–¡Oh, finalmente la encontramos!
Después de buscar y buscar, en silencio y sin discutir pues tenían ya mucho miedo de que la albina volviera a repetir ese pellizco supremo que les ha dado, dieron al fin con el paradero de la rubia y su mano derecha, quienes charlaban un poco en uno de los pasillos. Tan pronto las vieron, los tres se acercaron notando al tiempo que había otro equipo que al parecer la buscaba.
—–¡Tsunade-sama!—llamó el castaño desde lejos, causando que las miradas se centraran en él y su grupo.
—–Kai. ¿Qué sucede?—preguntó Tsunade mostrando una leve sonrisa al castaño. Su sonrisa era contagiosa, había de admitir.—–Oh. Traes el libro. Que te mandé a leer.
—–Así es.—asintió.—–Queria hacerle un par de preguntas, pero ya me aprendí todo lo que estaba aquí. Entonces... ¿Está ocupada?
—–En estos momentos iba a llevar al equipo ocho con Kurenai, quieren visitarla. Pero si me acompañas puedo aclarar tus dudas.—habló la hokage, observando después que el castaño no estaba solo.—–Oh, hola chicas.—saludó.—–Nami, ¿no te ha vuelto a doler la cabeza?
La Hyuga negó en respuesta a su pregunta, aún así permaneció silenciosa y nada más se cruzó de brazos desviando la mirada para no verla ni a ella ni a los demás. No era por esquivar, fue un simple reflejo. De todas formas no tenía nada más de qué hablar así que no le vio importancia alguna.
Tsunade lo entendió y aunque le molestó un poco su falta de modales la dejó pasar, debía enfocarse en guiar al equipo ocho a la habitación en donde su maestra se estaba recuperando, después de la fuga de un par de criminales de alto riesgo ayer. Kai, Meiko y Nami también se enteraron de que Rei participó igual, pero a diferencia no terminó herida, o al menos no gravemente. Ahora mismo debía estar dándose un baño de burbujas para relajarse y ayudar a sanar un poco su piel. Odiaba tener cicatrices.
Ya una vez frente a la puerta, fue la hokage quien se dispuso a abrirla. Hinata sostenía en sus brazos un ramo de flores para su querida sensei, y los demás estaban metidos en su mundo.
—–Bien, Hinata. Trata de no desmayarte esta vez.—habló Kiba rompiendo el silencio, con una sonrisa bromista.
Aquello le llamó la atención a Nami, quien levantó una ceja y en silencio miró a su prima menor. Se preguntaba ahora por qué se habrá desmayado. Suele hacerlo con casi todo, y aunque le resulta algo fastidioso y preocupante, también para ella es bastante divertido.
Quizá sea mala prima por pensar eso pero, ¿pueden culparla?
—–Ya chicos, no sigan con eso...—susurró la pobre Hyuga menor con vergüenza.
Al escuchar esto, el interés de la Hokage despertó también, por lo que miró a la joven frente a ella.
—–¿Hay algo de lo que deba enterarme?
—–Cierto.—habló Nami esta vez, por primera vez en todo el rato. Aquella conectó mirada con Hinata, quien desvió después la vista al sentirse intimidada.—–¿Paso algo Hinata-sama?
—–Relájate.—interrumpió Kiba, colocando las manos en sus bolsillos.—–La última vez que vinimos para visitar a Naruto, lo vio vendado hasta las narices y de pronto se desmayó.
—–Fue algo inesperado.—alegó también Shino.
Lo que sus amigos decían, logró sacarle una ligera risa a Nami, Meiko sólo sonrió levemente y Kai levantó una ceja confuso, para después reírse también en silencio. ¿Desmayarse por Naruto? Nunca la había visto haciendo eso, pero quizá era algo que le pasaba a menudo.
Quizá Nami no ha pasado mucho tiempo con ella. Quería preguntarle.
Apenas se abrió la puerta por parte de la Hyuga menor que quería escapar de esa conversación, de repente, el chico rubio gritón e insistente se apareció colgado del techo, sonriendo alegremente y alegando que tenía algo que hablar con Lady Tsunade, muy urgente. Sin embargo apenas vio a la joven Hyuga quedar a centímetros de su rostro, se calmó un poco y la observó fijamente. Hinata por otro lado no se lo tomó tan tranquilamente como el de bigotes. Ella soltó el ramo que le iban a dar a su querida maestra de ojos rojos, y pese a que Naruto le habló para calmarla, ella en un arranque de nervios dio hacia él un fuerte cabezazo de su parte, haciendo que el rubio cayera y ella se tambaleara con el rostro enrojecido. Después de esto y como se esperaba, ella se desmayó y Kiba la atrapó en sus brazos.
Al presenciar semejante acto de comedia, Nami fue la única que tuvo que aguantarse una risa. Afortunadamente pudo hacerlo, mientras que se limpiaba de sus ojos una pequeña lágrima que salió por su carcajada. Vaya, esa escena le había alegrado el día. ¡Es que le parecía ridículo! ¿Porqué desmayarse con alguien, y más si es alguien como Naruto?
Antes de que digan algo tenemos que recordar que Nami no es muy buena reconociendo sentimientos agenos, o incluso los propios. Solo suele identificar las emociones principales como son la felicidad, el miedo, la ira o la tristeza, pero nada más de ahí. Ella puede ser muy inteligente y todo lo que quiera o pueda ser, pero, dadas a sus “pobres” habilidades para entender a las otras personas, Nami es como es.
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—–¿Hinata-sama...? ¡Hinata-sama...!
Dadas las circunstancias, tuvieron que cargar a la joven Hyuga y recostarla en una camilla mientras esperaban a que ella pudiese abrir los ojos. Afortunadamente, no fue tanto tiempo. La Hyuga menor despertó tan pronto sintió la naricita de Akamaru olfatear su cuello y rostro, mostrándose sorprendida y asustada. Sin querer, lo hizo saltar de la camilla pero, por suerte Nami se agachó para recogerlo.
—–Hinata-sama. Que bueno que despierta.—dijo la Hyuga mayor, antes de reírse un poco, pues el cachorro comenzaba a lamerle la cara.
—–Si. Quisiera saber porqué siempre he ocurre eso cuando Naruto está cerca.—habló esta vez el Inuzuka, con las manos en los bolsillos y observando más bien la escena de su cachorro y aquella Hyuga.—–Gracias a ti está muy consentido.
Nami sin embargo, ignoró su comentario y abrazó al lindo cachorro con una sonrisa. Aveces parecía una niña pequeña emocionada cuando no mantenía ese frívolo e indiferente rostro lleno de seriedad y arrogancia. Pero, quizá le agradaba la vista. Era menos incómodo cuando Nami no estaba lanzando insultos por doquier.
—–Es adorable.—soltó la Hyuga, antes de regresarle el cachorro a su dueño.—–Ten.
—–Gracias.—agradeció el castaño, sosteniendo a su amigo entre sus brazos, levantando la mirada para encontrarse con los ojos perla de Nami.
Se quedaron observando por un rato, al menos hasta que Kai llegó para matar pasiones, tocando los hombros de la Hyuga para llamar su atención y hacerla mirarlo. Tan pronto Nami lo hizo, haciéndolo con un pequeño gesto de fastidio, Kai sonreía divertido mientras levantaba y bajaba las cejas; Nami al principio no lo entendió, y sólo levantó una ceja mientras lentamente quitaba las manos del mayor de sus hombros.
—–Ah... ¿Qué, tenemos que irnos?—preguntó comenzando a caminar hacia la puerta.
—–¡No, no te digo eso!—insistió el castaño.—–¡Ay, ¿Mei Mei, donde estás?! ¿Me ayudas a explicárselo a Nami?
Para desgracia de Kai, la albina ya estaba afuera de la habitación. Al escuchar su nombre asomó la cabeza a la puerta, para que pudiese ser vista por el castaño. Fue ahí que el Sakamoto suspiró frustrado, e ignorando el resto se acercó a sus compañeras para poder irse de ahí. Los tres pusieron marcha, olvidando despedirse, comenzando a caminar hacia las afueras del hospital.
Una vez ya afuera, Nami estiró sus brazos y espalda haciendo que esta crujuera, adelantando un poco el paso junto con la albina, hasta notar que el castaño no avanzaba con ellas. Gracias a eso, ambas se giraron en su dirección, deteniéndose y observándolo. Meiko llevaba su típico gesto neutral, pero Nami lo miraba cruzada de brazos y muy confundida.
—–¿Y ahora a ti que te dio?—se atrevió a preguntar, acercándose a él.
—–Luces molesto.—dijo Meiko.—–Aunque es difícil reconocerlo porque aún estas sonriendo.
Kai dirigió su mirada a Meiko, relajado su gesto para tranquilizarla, pero luego pasó su mirada por sobre Nami, frunciendo el ceño con una sonrisa. Esto sólo logró confundir más a la Hyuga.
—–¡YA TE VI!—exclamó el castaño, antes de lanzarse a abrazarla.—–¡No puedo creerlo, estás enamorada!
—–¿Enamo- QUÉ?—preguntó la Hyuga esquivando sus brazos, aún cruzada.—–¿Pero qué demonios te pasa? ¿Yo enamorada?—preguntó de nuevo, ya algo irritada.—–¿Aspiraste un hongo o algo así, Kai?
—–Te vi muy a gusto con “Ki-Ba-Kun~”
—–Ew. —soltó la Hyuga con seriedad, haciendo una leve mueca de asco.—–Para nada. No me atraen los salvajes, insolentes, presumidos, tontos, pulgosos como él.—soltó sin darle mucha importancia.—–¿A qué vino esa conclusión? ¿Porque lo miré? Estaba viendo a Akamaru, y segundo. Yo NUNCA, voy a enamorarme, eso sólo me distraerá de mi objetivo. ¡Así que deja de pensar tonterías y camina! Ya vámonos, Meiko.
La albina palmeó el hombro del castaño, diciéndole con la mirada que era una tontería lo que estaba pensando. ¿Nami, enamorada? Es como ver a Rei sensei desarreglada o desaliñada, ¡es imposible, realmente imposible! Hasta en las batallas, no importa que tanto le caiga a esa mujer, hasta se ve mejor con la arena o tierra en el rostro. Pero para el castaño esa larga mirada de interés tenía un significado, y por eso se dispondría a averiguarlo.
—– Ya verás que no estoy equivocado...
En ese instante pareció que el oído de Nami se movió, mostrando a su su molestia en cuanto lo escuchó susurrar aquello. Frunció el ceño y sin más habló, mirándole con seriedad y algo de enojo.
¿La estaba retando acaso?
—–¿Qué dijiste?—dijo Nami girandose, para mirarlo por sobre su hombro. Luego giró los ojos con molestia.—–Como sea. Voy a ir al mercado, ¿me acompañan o qué?
—–Yo voy.—Meiko levantó la mano para ser notada.
Luego ambas giraron para ver qué respondía Kai. Pero él negó, diciendo como excusa que tendría que estudiar un poco más para el próximo encuentro con Lady Hokage. Al principio Nami y Meiko no le vieron nada de malo, después de todo, desde que el castaño está entrenando con la Hokage en compañía de Sakura estaba bastante ocupado y ya no pasaba tanto tiempo con ellas. Eso les daba oportunidad a ambas para discutir “cosas” de chicas, claro, si es que con “cosas de chicas” nos referimos a “¿prefieres cortar cabezas o miembros primero?”, aunque claro, también hablaban de cosas más. El punto es, que querían mucho a Kai, pero también ya se acostumbraron a pasar más tiempo juntas. Siendo mejores amigas era de esperarse.
—–Está bien. Puedes irte.—murmuró Nami.
—–¡Buena suerte, Kai!—deseó la albina sonriente, para después, comenzar a caminar junto con la Hyuga.
El castaño se despidió con la mano de sus amigas y sin más, se fue de ahí desapareciendo. Para después subirse a los techos y seguir a sus amigas. Quería escuchar de qué hablaban y encontrar alguna pista de que él tenía razón.
Pero, le sería muy difícil descubrir lo que buscaba.
Y quizá lo descubran en el intento.
Pero, ¿todo sea por la ciencia no?
Nah, no presten atención. Kai ni siquiera sabe qué significa la ciencia, aunque quiera.
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—–¿Quieres hablar de chicos? Eso es nuevo.—habló la Hyuga con cierta confusión e impresión, llevándose un último mochi a la boca.
Ambas habían gastado todo el día sobre técnicas de pelea, o cosas sobre su familia, cosas que pasaban en su casa o incluso en un silencio mientras Meiko esperaba a que Nami terminara de comer sus mochis.
—–Quería contarte algo.—murmuró la albina en respuesta, abrazando sus rodillas y cubriendo su rostro con cierta pena.
Al ver un sonrojo crecer en sus mejillas, Nami levantó las cejas con mucha impresión. Era extraño ver a Meiko así, y eso sólo le decía una cosa. Y si sus sospechas eran ciertas, el afortunado estaría a punto de caer en pocos segundos.
—–Verás... Creo que me gusta...
—–Antes de que digas algo Meiko, tengo que decirte algo muy importante. Y es que, sinceramente, debo confesar algo que siento desde muy en el fondo de mi corazón. ¡Y es raro, porque...!
Por favor, ¿creen que Nami no se había dado cuenta de que Kai las estuvo siguiendo todo el día? Todos conocemos la percepción y sexto sentido de Nami Hyuga. Y al parecer, Kai se olvidó por completo de él. ¿Dónde está el castaño? Intentando mantenerse oculto entre las ramas y hojas, queriendo escuchar más sobre la conversación. Mientras tanto, Nami hablaba y daba mil y un rodeos para decir las palabras finales, señalaba hacia arriba con los ojos para hacer saber a Meiko que las estaban observando. Aunque al principio la albina no entendía bien, terminó por comprender y detectar al castaño. Estaba vestido de café y entre hojas y ramas, con algo de pintura para camuflarse entre ellas. A su parecer se veía bastante adorable, pero debía concentrarse en lo que su amiga le decía. Seguramente con un par de palabras ella haría caer al castaño de tanta sorpresa.
—–Y es que, me gusta Kai...—admitió, fingiendo recoger sus brazos a su pecho y encogerse un poco con pena, así como solía ver a Hinata apenarse con Naruto.
No obstante, ante las palabras finales de la Hyuga, el castaño sintió tanta sorpresa y asombro, que sin querer se cayó de las ramas cuando estaba a punto de acomodarse mejor. Pisó en falso y cayó al suelo, aterrizando a sólo un par de metros de las chicas que lo observaban con los brazos cruzados y el ceño algo fruncido. El castaño no estaba nervioso, bueno sí lo estaba, pero no por el hecho de que las chicas lo miraran con molestia, sino por lo que escuchó.
Así que solamente se esforzó en preguntar aquello a la Hyuga, causando que ella asintiera con lentitud y se acercara a él, dejando su rostro a tan sólo unos centímetros del Sakamoto.
¡Esto no podía ser! A Kai no le gustaba Nami, ¡es decir, ella es bonita! Pero él sólo tenía ojos para una, y esa no era la Hyuga. Además, ¡lo estaba haciendo enfrente de la chica! Él no quería lastimarla, ni tampoco querer tener que herirla.
Así que, la única solución era enfrentar el problema.
—–¡E-Espera! Me siento halagado pero...
—–¿Pero qué? ¿Acaso no sientes lo mismo?—preguntó la Hyuga, fingiendo tristeza.
Meiko sólo podía observar en silencio, intentando no reírse ya que la Hyuga, al parecer era muy buena fingiendo. En el rostro de Kai se podía ver que le creía totalmente.
—–¡L-Lo siento, pero, yo no puedo aceptar tus sentimientos, ammm! ¡Y-yo...!
El nerviosismo de Kai fue interrumpido por una fuerte carcajada, la cual provenía de Nami. Él la observaba sin entender, mientras que buscando una explicación en Meiko, la observó también soltando pequeñas carcajadas suaves al ver que él había caído totalmente redondito en la trampa de la Hyuga.
—–¡No puede ser! ¿En serio creíste eso? Por favor, Kai. Reacciona.—interrumpió Nami, calmando su risa, colocando una mano en su frente y otra en su rodilla para apoyarse.
El castaño siguió mirando a sus amigas sin entender. ¿Entonces, él había caído en una broma?
—–Caíste en un “genjutsu”—dijo Meiko, haciendo comillas con sus dedos antes de reír.
—–Ese fue un buen chiste.—agregó la Hyuga, negando entre risas también.—–Pero como sea. No puedo creer que de verdad te hayas creído eso de que yo sentía cosas por ti. ¿En serio? ¿Cuando me haz visto babear por un chico?
El castaño aún en el suelo, se levantó con un rostro aún anodadado y perplejo, observando después a la albina. Por un momento pensó que su amistad se vendría afectada y metida en algún tipo de “triángulo amoroso” pero, afortunadamente, no fue así. Así que solamente suspiró aliviado y sonrió, soltando después una risa más agradable, acercándose a sus amigas para darles a ambas un abrazo que las dejó también confundidas.
—–Está bien, está bien...—soltó el castaño, ahora con las chicas entre sus brazos.—–Me lo merezco. No debí espiarlas, pero, de verdad quería confirmar mis sospechas. Pensé que dirías que te gustaba alguien... Como...
—–¿Inuzuka Kiba?—preguntó Nami mirándolo, esta vez con seriedad.—–Ya te lo dije. ¿Cuando me haz visto babear por un chico?
Meiko asintió a lo que su amiga decía, mirando también a Kai con una sonrisa y en silencio.
—–Tienes razón. Ahora me siento tonto por haberlas espiado.—sonrió con vergüenza, mientras se rascaba la nuca.
—–Deberías.—murmuró la albina, mirando esta vez con ojos muy siniestros al castaño.—–Porque la próxima vez que te veamos en esas, Kai Sakamoto...
—–No nos importa qué seas nuestro mejor amigo, te mataremos.—advirtió la Hyuga, siguiendo el juego de la mirada siniestra.
Parecía que los ojos de ambas se volvían rojos, brillantes y muy, muy oscuros y malvados. Pero, el castaño sabía bien que se lo merecía. Así que no dijo nada más y sólo sonrió apenado, juntando las manos para pedir perdón.
—–¡SI, SI, YA ENTENDÍ! Pero, no puedes pretender que nunca te vayas a enamorar ¿sabes? Es algo que es inevitable, Nami-chan~
Al escuchar el “chan”, con tono retador y burlón, la Hyuga frunció el ceño y le dio un fuerte “zape” en la cabeza al castaño, reprendiendole por lo que dijo. Consideraba que, quizá él tenía razón, pero eso no importaba aún así, y si llegara a gustar de alguien ¿quién podría de ella? Con su mal carácter estaba obvio que no conseguiría novio, pero aún asi, eso tampoco le importaba mucho. Después de todo, ella siempre pensó que no necesariamente debes encontrar el amor para ser feliz, mucho menos necesitar de un hombre para ello, ¿porqué? Ella podía hacer muchas cosas por sí sola, además, si de verdad se enamorara de alguien, sería una gran distracción para alcanzar su meta de ser una ninja legendaria.
—–Hmpf.—soltó, mostrando después una sonrisa arrogante.—–Cuando me veas embobada por un chico, o incluso me veas un sonrojo, yo misma permitiré que me llames “Nami-chan”.
Se señaló a sí misma y sonrió con aires de arrogancia. Después de todo, ella siempre tenía la razón. Estaba tan segura de que nunca llegaría a gustar de nadie que, arriesgó algo que odia con tal de reforzar su seguridad en un reto tonto.
Kai al escucharla levantó las cejas y sonrió, asintiendo y mostrando los dientes en su sonrisa a modo de que aceptaba por completo la condición.
—–¿Eso es un reto, “Nami-chan”?
—–¡Kai!—insistió ya dando un zapatazo al suelo, empuñando sus manos con rabia.—–¿¡Quieres molestarme, o qué!?
—–¡Ya, está bien, perdón!
—–¡Porque si es así, Kai Sakamoto...!
La pobre Hyuga no pudo continuar su frase amenazadora, porque tan pronto sintió una delicada mano con suaves dedos tomar un pedacito de su piel y enroscarlo con fuerza dando dos vueltas, una lagrima de dolor salió por su ojo izquierdo mientras su frente se ponía azul y se aguantaba las ganas de gritar fuertemente. Kai estaba en las mismas, se habían olvidado por completo que Meiko estaba ahí escuchándolos y que odiaba con todas sus fuerzas que ambos discutieran.
Aunque bueno, era solamente Nami la que discutía, pero eso se ganaba Kai por estar metiéndose donde no le importa.
—–Adelante, sigan peleando.—desafió la albina, con el ceño ligeramente fruncido.—–Creí que les había advertido, odio verlos discutir.
—–¡AY, AY, AY, AY, MEI MEI POR FAVOR! ¿¡A MÍ PORQUEEEEE!?~
—–Te lo mereces por espiarnos...
Creo que esos pellizco van a dejar una fea marca en la Hyuga y el Sakamoto. Pero bueno, ya les queda de lección no volver a discutir cuando la albina está presente.
Y eso va para todos...
Porque los va a pellizcar, sin dudas.
Listo, he terminado este capítulo. Es hora de desaparecerme por un mes JAJAJAJAJAJAJAJAJA
Bueno, no.
Estaba inspirada, así que quise actualizar este bonito relleno para que se rían un rato mientras comienzo a escribir el siguiente y la misión. Además de que necesito pensar y crearles un par de misiones a los tres grandes.
Aparte de eso y ya que estamos en el tema:
¿Qué misión, mis queridos lectores, se les ocurre a ustedes para estos tres?
Ya tengo un par de misiones pensadas, pero lógicamente necesito más XDxD no puedo enviar a Nami sola a todas las misiones, Meiko y Kai también merecen algo de protagonismo ^^
Así que, ¿qué idea se les ocurre?
Pueden dejarla en comentarios ✨
Y ya con eso, me despido mis babys 🦋
¡Espero les haya gustado el Cap!
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