🌻|Capítulo 44.|🌻
|𝓛𝓸𝓼 𝓖𝓮𝓶𝓮𝓵𝓸𝓼 𝓗𝔂𝓾𝓰𝓪|
Capítulo 44.
“Un niño pequeño siempre sueña en grande”
Conozcan a Los Sakamoto. Una familia divertida y amigable que nunca duda en dar una mano amiga a cualquier persona que los necesite, sea una tarea difícil, sea una tarea que pareciera imposible, para los Sakamoto ¡nada lo es! ¡Nada es imposible!
ೋ❀❀ೋ═══ • ═══ೋ❀❀ೋ
ೋ❀❀ೋ═══ • ═══ೋ❀❀ೋ
En un cuarto alejado de la casa, reposaba un altar que todos los días era admirado por un chiquillo con sueños de grandeza. Todos los días después de la escuela se iba a leer las palabras que quedaron grabadas sobre un papel, las cuales dictaban con mucha fuerza sobre un sueño, que quizá en un futuro, podría transformarse en una realidad.
“El apellido Sakamoto no es perteneciente a ningún clan prestigioso, o al menos, a ningún clan perteneciente a la aldea. Es sólo un apellido muy poco común que no tiene ningún prestigio, un apellido que no cuenta con renombre, un simple complemento. Al menos, eso es y será por ahora, porque cuando menos lo esperen el apellido Sakamoto será conocido por muchos, y será usado para nombrar al hombre más fuerte de toda una aldea.”—–Abuelo Kai Sakamoto.
—–Wow...
Como siempre, un pequeño y adorable niño de mejillas apretables, cabello castaño muy desordenado, y ojos azules verdoso como un precioso río de agua esmeralda azulada, con un brillo de júbilo en sus ojos, leía por quinta vez en el día un pergamino que reposaba en la pared de la sala principal de su acogedora casa. Un pergamino en el que, plasmado en su papel, estaba escrito con pluma y tinta desgastada el legado, la frase puesta a puño y letra, perteneciente al hombre más sabio y admirado fielmente por su nieto.
—–Kai.—lo llamó una voz.
Aquella pertenecía a una mujer mayor, pero aún por muy desgastada que se escuchara por la edad, el tono usado para nombrar al niño, era tan arrullador y tranquilo que lograría con una hermosa tonada a la luna, dormir a un ejército. Aquella voz, era perteneciente entonces a la matriarca y niñera del pequeño. La tutora, su heroína.
—–¡Abuela!—exclamó el dulce niño, girándose hacia ella para aproximarse y abrazarla fuertemente llenándola de amor en dicho acto.—¡Abuelita! Que bueno que volviste de la tienda.—soltó con ternura, aferrándose a la ropa de su abuela querida.
La más anciana y de cabello entre castaño y blanco, sonrió alegremente por ver a su pequeño y primer nieto saludarla de esa forma, con la emoción de alguien que la saluda como si no la hubiese visto en mucho tiempo, aunque solamente se ausentó de su casa unos cuantos minutos para comprar los ingredientes de la cena de hoy.
—–Oh, mi pequeñito.
La anciana de agachó, dejando la canasta en donde llevaba las cosas para estar un poco más cómoda, abrazando a su querido nieto con mucha fuerza así como el pequeño lo hacía, mostrando una blanca y gran sonrisa. Al separarse después de un tiempo abrazados, la mayor vio a los azulados verdosos ojos de su nieto, con ternura pellizcó una de sus coloradas mejillas y rió también al escucharlo a él, notando con orgullo lo emocionado y alegre que su pequeño y primer nieto vivía su vida.
—–¿Le rezabas a tu abuelo?—preguntó con curiosidad, viendo que el niño se separaba de ella.
Kai asintió repetidas veces, dándose la vuelta para acercarse al altar en donde estaba la imagen de su abuelo. Sobre esa foto colgaba un pergamino en donde sus últimas palabras antes de fallecer por causas de una enfermedad, inmortalizaban la creencia de una pequeña familia optimista que sin más creen que pueden hacer cualquier cosa, usando su poder de la perseverancia y optimismo.
—–Aveces me gusta venir aquí a visitar a mi abuelito Kai.—se atrevió a comentar el castaño con una sonrisa de oreja a oreja.—–Abuelita, ¿quién crees que sea ese “alguien” del que el abuelito Kai habló antes de dormirse?
La mayor se levantó de sus rodillas y tomó de nuevo la canasta, acercándose a su nieto para acariciar su cabeza muy amorosa, aún sin darle una respuesta.
—–De seguro cuando crezcas te vas a dar cuenta, Kai.—dijo sin más.—–No te tardes, ya va a estar la cena.
El niño en respuesta asintió muy lentamente, viendo a su abuela alejarse de la habitación en la que estaban. Entonces se giró y suspiró un poquito, observando de nuevo la imagen de su abuelo fallecido, recordando que cuando era más pequeño, él siempre lo divertía con cuentos e historias que él mismo vivió, pero que muchos de sus vecinos lo declaraban como locuras inventadas, ya que consideraban al viejo como alguien que estaba más que alejado de sus casillas. Aún así, para Kai, su abuelo era un modelo a seguir. Y no descansará hasta cumplir los sueños que el abuelo no pudo cumplir en vida.
—–Es tu legado abuelo.—dijo. Estirando su mano en un puño con fuerza.—–¡Y lo voy a seguir!
Con esa promesa, Kai se retiró de ahí para irse a cenar con su abuela y padres que recién llegaban de un viaje. Con emoción, cuando el niño llegó a la cocina y vio a su madre sentada, se acercó y la abrazó fuertemente al ver que esta tenía una pancita, a la que él llamó gordura. Sus padres habían estado fuera de la aldea por unos dos o tres meses, por lo que en su inocencia el castaño juró que habían comido muy bien porque su mami estaba panzona. Pero eso se desmintió, y su emoción se transformó en júbilo cuando sus padres le confesaron que estaba a punto de tener una hermana o hermano.
Pero claro, como la vida da muchas sorpresas, no era ni una hermana, ni un hermano.
Fueron tres pequeñas trillizas de cabello violeta, con ojos del mismo color quienes llegaron para traer más alegría a su familia, especialmente a su hermano mayor que contaba los días para poder verlas y jugar con ellas.
ೋ❀❀ೋ═══ • ═══ೋ❀❀ೋ
ೋ❀❀ೋ═══ • ═══ೋ❀❀ೋ
Una mañana de primavera, cuando las cosas en la casa Sakamoto iban más que bien, en la habitación de una pareja en ese mismo lugar se escuchó un grito femenino, seguidos de unos cuantos más que señalaban dolor. Tan pronto la abuela como el niño, que recogían la ropa y sábanas secas colgadas en el patio trasero de la casa, notaron que la mujer y madre que estaba en la cama, iba a serlo de nuevo por segunda vez. Había roto fuente, y su esposo no estaba cerca. El padre de Kai había salido a comprar un par de cosas a la plaza, y había dejado a su esposa dormida, pero el dolor de las contracciones en su parte baja la habían despertado al punto de dar alaridos.
—–¡Abuela, abuela! ¿¡Qué le sucede a mamá, qué le sucede!?
El pequeño Kai exigía una respuesta, mirando que la anciana se mostraba un tanto sería y concentrada en mirar a la nuera. No le dio respuesta, y tan solo se dignó a buscar un papel y anotar una dirección en él, seguido de una nota, dándosela al niño. Kai, que en ese entonces tenía ya unos cinco años miró a la mayor sin entenderle nada, hasta que ella palmeó su mano con suavidad y volvió en sí.
—–Ve al clan Dai. Entra y busca a la doctora Seiza, es un caso urgente.—habló con seriedad.
¿Al clan Dai? ¡Su madre estaba dando a luz, para qué necesitaba ir al clan Dai!
—–P... ¡Pero abuela! Mami está a punto de parir a mis hermanas...
—–¡No cuestiones, sólo ve!
Tras la presión provocada por su abuela, el niño asintió con cierta desesperación y sin más, partió de su casa en dirección al bosque, en donde encontró un sendero que lo guiaría directo a su destino: el clan Dai. Conocido por ser un clan de samurais muy devotos y religiosos a su “Dios” a quien le rezan varias veces al día y le rinden homenaje casi siempre, agradeciéndole por darles un año más completos y juntos en clan. Cuando el pequeño niño llegó, observó que dos guardias quienes estaban sobre la muralla que rodea el clan, le apuntaron con una flecha. El pequeño castaño tragó en seco algo nervioso, pero dijo su objetivo. Para su alivio, tras mencionar el nombre de su abuela y que buscaba a la doctora Seiza, los centinelas le dieron permiso para entrar y le guiaron hacia la casa principal. La casa de los líderes, grande, imponente y hermosa. El pequeño estaba un tanto anonadado, pero sin más, pidió permiso para entrar a buscar a la doctora.
¡Oh cierto! ¿Ya mencioné que en el clan Dai todos son albinos? Era un dato que para el castaño era muy impresionante.
Los centinelas le guiaron al despacho de la señora, la actual líder del clan, quien estaba tranquilamente meditando sobre la vida y, quizá también rezando a su señor Padre. Ellos tocaron a la puerta para no molestarla, y la albina de largo cabello hasta los tobillos les recibió con tranquilidad y mucha amabilidad.
—–Buenos días caballeros, ¿qué puedo hacer por ustedes?—preguntó, antes de bajar la mirada y encontrarse entonces con el niño.—Oh...
Con una sonrisa llena de gentileza, ella se arrodilló para estar más a la altura del pequeño castaño, quien aún seguía admirando un poco la belleza de esa señora.
—–Tú eres el nieto de Kana.—habló con una sonrisa.—–¿Puedo ayudarte en algo? ¿Tú abuela necesita algo?
El castaño asintió varias veces, antes de responderle. Pero cuando estaba a punto de decirle algo, una voz masculina, aunque no tan grave, irrumpió el lugar en compañía de una mujer un poco más alta que él. Ella tenía en sus brazos a una niña, como de su misma edad, también albina como sus hermanos. Pero a diferencia de los mayores, esta tenía una mirada muy sería y, hasta se podría decir espeluznante. Para Kai, por otro lado, no fue así. No pudo evitar sentir como sus mejillas regordetas se sonrojaban un poco, pues, para él, era la niña más bonita que había visto en su vida.
—–¡Madre! Encontramos a Meiko nadando con los patos otra vez... Pero esta vez uno de ellos la mordió en la pierna.—habló la mujer como de unos diecisiete años, con algo de preocupación por su hermana menor.
—–Le dijimos que saliera del agua pero no hizo caso.—agregó esta vez el chico, que tenía como unos doce o trece.
La mujer albina, la más mayor del lugar, observó a su hija con cierta preocupación, pero luego de ello sólo un largo suspiro lleno de frustración levantándose de sus rodillas.
—–Miku, en estos momentos estoy un poco ocupada.—murmuró con suavidad, acercándose a la pequeña que tenían en brazos.—–Dejame ver esa mordida...
La niña albina tenía en su pierna una fuerte mordida de pato. Puede a que sean muy tiernos, pero esos animales tienen una gran mandíbula, y la pequeña lo había experimentado en carne propia. Tenía en su rostro señales de que había llorado tan sólo un poco, pero tan pronto su madre levantó su piernita para ver mejor la herida, ella no se quejó y ni siquiera se movió.
—–Miku, tú y Momotaro ¿creen que puedan encargarse de Meiko?—preguntó a sus hijos, con una mirada más neutral.
¿Miku, Momotaro, Meiko? Para Kai era un trabalenguas algo complicado. Pero no le dio importancia, y siguió viendo atento a la escena, esperando pacientemente a que le atendieran.
—–Si madre. Nosotros podemos.—habló esta vez el joven, tomando a la pequeña niña, que tenía un pequeño y lindo peinado de dos trenzas a cada lado, unidas en dos listones azules como sus hermosos ojos.—–Vamos Miku.
—–Lamentamos interrumpir.—se disculpó la chica mayor, para después llevarse junto con su hermano, a la Pequeña.
La albina, de cabello atado en trenzas, se acomodó en el hombro de su hermano mayor para poner su cabeza en este y mirar hacia atrás, más específico al niño que parecía de su edad. Kai no pudo mantener su mirada fija en ella. Era intimidante pero, de alguna manera, le transmitía algo de paz.
—–¡Ojalá te mejores pronto!—exclamó el castaño, sorprendiendo a la niña callada, quien, por muy minúsculo que fue, le dedicó una sonrisa agradecida antes de desaparecer entre las puertas, acompañada de sus hermanos.
Viendo la escena, la madre de los chicos que recién aparecieron, no pudo evitar reírse un poco con suavidad, para llamar la atención del niño otra vez.
—–Bien, ¿qué necesitas pequeño?—habló gentilmente.
—–¡Oh, cierto! ¡Señora doctora Seiza, mi abuela me pidió que acudiera a usted porque mi mamita está a punto de tener a mis hermanitas!—exclamó con insistencia, inflando levemente las mejillas.—–¡Por favor, debe ir a ayudar a mi mamita, se lo ruego!
Y como un ángel caído del cielo, la doctora Seiza apenas el pequeño mencionó el problema, se apresuró junto con él a la casa de los Sakamoto para ayudarle a la abuela, y también maestra, en el parto de su nuera.
ೋ❀❀ೋ═══ • ═══ೋ❀❀ೋ
ೋ❀❀ೋ═══ • ═══ೋ❀❀ೋ
Sí, así es. La madre de nuestra queridisima Meiko fue alguna vez pupila de la abuela de Kai. Así que, básicamente, esos pequeños están conectados de alguna manera.
Esperando afuera de la habitación, el pequeño niño caminaba de un lado a otro, y a veces en círculos con mucho nerviosismo, esperando a que pronto le notificaran con buenas noticias sobre su madre y hermanas. Pasado un poco de tiempo, pareció que sus plegarias fueron escuchadas, por lo que el pequeño, quien ahora se encontraba con su padre pues él había llegado de una larga compra en la plaza, entraron a ver a la mujer que había dado a luz a tres preciosas bebes de cabello violeta, así como el de su madre. Esas tres niñas estaban sobre la mayor, y eran muy enérgicas al parecer.
—–¡No puede ser!—exclamó el castaño, observando con admiración a las bebés.—–¡Mami, me haz dado tres hermanitas!
—–Así es.—agregó la albina que también estaba ahí, con el cabello recogido y la frente algo sudada.—–Ahora eres un triple hermano mayor, Kai. Te felicito.
El castaño asintió repetidas veces, muy emocionado acariciando el cabello de cada una, con sumo cuidado de no lastimarlas o asustarlas.
—–Tú papá y yo aún no hemos pensado en un nombre, hijo.—mencionó la madre.—–¿quieres intentarlo tú?
—–¡Por supuesto!
Kai se lo pensó. Las tres eran idénticas, pero, tras mirar con detenimiento a cada una de las bebés, se encontró con una minúscula diferencia en ellas.
—–¡Sí, ya sé!—exclamó.—–¡Esta es Kora! Tiene un lunar en la mejilla izquierda, así como tú mami.—dijo emocionado, antes de tocar a la segunda bebé.—–¡Esta es Kori! Y tiene un lunar en la mejilla derecha... ¡Y esta, es Koro! Tiene un lunar en ambas mejillas y es la que más se ha reído de mi! —exclamó antes de aplaudir y saltar, observando que las bebes también lo miraban.
Esas pequeñas traviesas no tardaron en soltar risitas entre las tres, mirando al castaño, quien les había hecho sacar sus primeras sonrisas y risas al poco tiempo de nacer.
—–¡Hoy es un día especial para la familia Sakamoto!
ೋ❀❀ೋ═══ • ═══ೋ❀❀ೋ
ೋ❀❀ೋ═══ • ═══ೋ❀❀ೋ
El nacimiento de las tres hermanas menores de Kai fue un día muy especial, pero también un momento demasiado ajetreado. O al menos es así como suele recordarse en la casa de los Sakamoto.
Ha pasado ya un largo tiempo desde que eso ocurrió, y por largo me refiero, a largo. Al menos, han pasado ya ocho años desde entonces. El pequeño Kai ya no era tan pequeño, y se había convertido en un chico divertido que siempre, fuera a donde fuera, iba a todos lados con una sonrisa. Por eso mismo es que conocía a mucha gente a lo largo de la aldea.
—–¡Abuela, ya me voy!—exclamó el castaño terminando de acomodar su cabello un tanto mojado.—–¡Te veo después de la escuela!
Ese día, Kai estaba sonriente. Bueno, siempre lo estaba, pero esta vez, tenía una sonrisa mucho más brillante porque ese día, él sería nombrado genin junto con el resto de sus compañeros de clases. Ese día él se graduaba, preparándose así para una vida más emocionante en compañía de su futuro equipo y maestro, de quien aprendería muchísimo. Estaba seguro de que pondría todo su empeño en su futuro, así que, con una tostada en la boca, comenzó a correr en dirección a la academia. La emoción no lo dejaba masticar mucho, aparte de que, bueno ¿qué más decir? ¡Estaba que brincaba en una sola pierna!
Una vez llegó a su salón de clases, se encontró con entonces sus compañeros. La mayoría ya estaban ahí, cosa que lo hizo sonreír aún más, y sin más que hacer se metió y buscó su asiento libre al lado de un par de amigos que había hecho a lo largo de su estudio. Desde mu lugar podía observar a los que hacían falta por llegar.
—–¡Hey, Rock Lee!—exclamó levantando el brazo para llamar la atención de su amigo, quien también sonrió alegremente al verlo.—–¡Ven, aquí te guardé un lugar!
El joven Lee era amigo de Kai desde niños. De hecho fue el primer amigo que hizo, y por ende, era como su mejor amigo también. Ambos siempre solían entrenar juntos pese a que el primer mencionado nunca fue bueno en ninjutsu ni genjutsu, y en su lugar, agradece bien que por ello el castaño nunca se haya atrevido a discriminarlo como al resto.
—–¿Estás emocionado por saber en qué equipo quedaras?—preguntó esta vez el azabache al llegar a su lado, sentándose con una breve sonrisa.
—–Siempre estoy emocionado, mi buen amigo.—respondió Kai, levantando un poco las cejas al ver que llegaban un par de estudiantes más.—–¡Hey, mira! Ya llegaron los genios...
Lee también se volteó a ver como, en silencio y con un aura solitaria, llegaban juntos un par de gemelos. Ambos eran pertenecientes al clan Hyuga, y como siempre mantenían un aura muy distante, cara de pocos amigos y actitud ruda frente a todos. Sólo eran ellos dos contra el mundo; pero aún así, eran admirados por su clase al ser los mejores en ella, siendo el chico el mejor mientras que su hermana le pisaba los talones en cada una de las asignaturas y habilidades. Uno era conocido por ser extremadamente habilidoso, mientras que la otra era muy ingeniosa, con una memoria perfecta, capaz de memorizar varias páginas de un libro y dictarlas exactamente como están escritas.
—–¿Crees que ambos queden en el mismo equipo?—preguntó el castaño, recostandose en la mesa.
—–Pienso que sería muy injusto si eso sucede.
—–Hey.
La voz seca y áspera, pero femenina de una albina los espantó por un momento, pero luego sonrieron al darse cuenta de que le pertenecía a Meiko, la chica más silenciosa de toda el aula.
—–¡Mei Mei, que bueno que llegas! Ya me preocupabas.
—–Tuve que terminar de hacerle un par de favores a mi hermano. Lo siento.—se disculpó la religiosa, tomando lugar en los asientos de abajo.—–Y parece que llegué justo a tiempo.
Efectivamente. El sensei encargado de educarlos durante su época en la academia había llegado, llevando en sus manos un listado con las fotografías y datos personales de cada uno de los estudiantes, seguido de ellos el equipo en el que estarían y además, el sensei que se encargaría de educarlos.
Tan pronto dio el saludo comenzó a dictar el listado, mencionando primeramente a el mejor de la clase.
—–Equipo número uno. Estará compuesto por Neji Hyuga, Tenten y Rock Lee.—habló calmadamente, mientras ahora levantaba la mirada de las hojas para dirigirse a los estudiantes.
Kai desvió la mirada a la castaña de moños con puntería perfecta, y después al Hyuga que simplemente estaba con los ojos cerrados sin ninguna muestra de emoción o disgusto. Lee por otro lado, estaba rígido, pero emocionado.
—–Estoy con... El mejor de la clase. ¡Fantástico!—exclamó.
Kai lo felicitó por lo bajo, palmeando un poco los hombros del chico mostrando una sonrisa de apoyo y orgullo.
—–Bien. Equipo número 2...
Mientras el maestro seguía hablando, Kai se perdió en su mundo. Quizá recordando cosas o quizá más bien, recordando las palabras que estaban inmortalizada en el pergamino del santuario de su abuelo. No podía creer que el tiempo hubiese pasado muy rápido, ahora estaba graduado, y pronto tendría un equipo con el que compartiría muchísimas aventuras divertidas.
No podía esperar.
—–Kai Sakamoto.—llamó el maestro, sacando al castaño de su mundo.
—–¿E-Eh...?
—–¿No me oíste?—soltó un breve suspiro.—–Estás en el equipo nueve, con Nami Hyuga y Meiko Dai. Y esos serían ya todos los equipos.—hablo el maestro antes de sonreír.—–Pueden irse a esperar a que sus jefes de equipos los encuentren. Hasta entonces, muchas felicidades.
El castaño no pudo evitar hacer que sus ojos brillaran por tanta emoción que tenía. ¡Hey! Había quedado con dos compañeras muy habilidosas, ¡una genio y una samurai! Sin dudas estaría dispuesto a aprender muchísimo de ellas. ¡No podía esperar al momento de poder comenzar a conocerse entre los tres!
Aunque... Lástima que ambas chicas...
Eran muy asociales...
Por más que él intentara tratar un tema de conversación, la Dai le respondía a medias pues también andaba metida en su mundo, o la Hyuga le respondía muy cortamente, quitándole la oportunidad de que él siguiera con él tema.
“Vaya... Por primera vez me siento muy incomodo por estar rodeado de chicas...”—pensó él, algo nervioso.
La más distante de las dos era la Hyuga, y aunque Kai ya conociera mucho a Meiko, también aceptaba que la albina no era la mejor para una conversación. Sin embargo, el castaño las observaba con admiración, restándole al hecho de que incluso lo estuviesen ignorando.
Es decir, para él, estar con una habilidosas y veloz samurai, además de una inteligente e ingeniosa Hyuga era lo mejor que le podía haber pasado...
¿Y saben algo...?
No se equivocó al respecto...
ೋ❀❀ೋ═══ • ═══ೋ❀❀ೋ
ೋ❀❀ೋ═══ • ═══ೋ❀❀ೋ
Juntos, esa albina que en un principio andaba metida en su mundo, junto con esa Hyuga de actitud esquiva y poco amable, con también ese divertido castaño en compañía de una elegante sensei, se han convertido hasta ahora en un equipo de genins el cuál es de admirar totalmente.
—–¡Los tres grandes, eso somos!—exclamó el castaño con emoción, abrazando a las dos chicas con una sonrisa.
—–¡Ay! ¡Por favor, Kai!—se quejó la Hyuga, mirando mal al castaño.
—–... Los tres grandes... —repitió la albina en un murmullo, observando entonces a la cámara, que estaba por tomarles la fotografía.
Han vivido grandes aventuras juntos, y aunque saben bien que les espera mucho más éxito, ese equipo ahora declarado como “El equipo Rei”, se convertirá en un futuro en un gran ejemplo para las generaciones de ninjas que vienen de ahora en adelante. Con ayuda de las tres cualidades principales de esos tres: Paciencia, optimismo, y determinación. Esos tres chicos, que juraron ante todos convertirse en algo mucho más que sólo ninjas legendarios...
Esos tres chicos, serán los tres grandes de su aldea, y serán admirados y temidos por muchos...
—–Ya veras abuelo...
Un susurro lleno de sollozos se le escapó al castaño mientras que en esa hermosa noche admiraba la hermosa luna que tanto amaba ver cuando no podía dormir.
—–Yo... Junto con mis amigas...—agregó, señalándose a sí mismo.—–Seremos los tres grandes, y estarás orgulloso de mí... De nosotros...
Su promeza era quizá un delirio, pero, él, sabía bien que tenían lo necesario para lograrlo algún día, y no importaría lo que sucediese en el camino. Si era necesario, patearia las piedras para que no hagan estorbo...
.
“Abuelo... Yo conseguiré tu legado... Vas a ver...”
.
Quien diría que ese pequeño niño tan alegre y feliz, con sueños de grandeza y una gran sonrisa blanca tendría dentro de su gran corazón un objetivo propio por el que luchar... Un objetivo el cual será su razón de vivir...
Y no va a descansar hasta conseguirlo...
Porque él es Kai, y él nunca se rinde.
Pinchi final culero Alv xD
Está bien no :'3
Díganme que tal les ha parecido, pues tardé mucho tiempo para publicarlo Ajj....
En fin, ¿qué tal?
Debo declarar que oficialmente, amo a Kai...
Amo a Kai con mi alma🥺🥺🥺🥺
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro