🌻| Capítulo 43.|🌻
|𝓛𝓸𝓼 𝓖𝓮𝓶𝓮𝓵𝓸𝓼 𝓗𝔂𝓾𝓰𝓪|
Capítulo 43.
“Especial, Parte 2.”
En el mercado había poca gente, no era para menos, era de mañana aún. Muchos establecimientos recién estaban abriendo, y la clientela de siempre llegaba para comprar. Entre esas personas estaba Nami, quien se dirigiría como siempre a la misma tienda de siempre. Al llegar, el dueño de la tienda la saludó tranquilamente, ella correspondió al saludo y se adentró en el establecimiento para buscar las cosas que necesitaba comprar.
Terminando ya de haber comprado muchas cosas para llevar, regresó a la caja en donde el chico del que Neji tanto habla a Nami apareció, quitando a su hermano mayor para ser él quien atendiera a la Hyuga. Nami aún se mostraba muy esquiva ante ellos, y sólo miraba el dinero que tenía en su cartera para verificar que estuviera completo. No prestaba absoluta atención a lo que el chico le decía, estaba tan perdida en su mundo que ni siquiera notó que ya habían terminado de empacar sus compras.
—–Oye, Nami-chan.—llamó el muchacho sosteniendo sus bolsas.—–¿Nami...-chan...?
—–No uses el chan.—dijo, tomando sus bolsas con su rostro de siempre.—–Gracias.
—–¡E-Espera!—exclamó apurado, viendo que se iba se metió en su camino, impidiéndole salir.
Nami levantó una ceja y lo miró de pies a cabeza, como si lo estuviera evaluando. ¿Ahora qué quería? Estaba completamente segura de que había pagado todo y que nada se le había quedado, tampoco es que ella fuera tan despistada. Pero lo que Nami no sabía era que el chico tenía otros planes, planes de los que le habló a la chica sin darse cuenta que ella no le prestaba ni pizca de atención, y planes para los que necesita su respuesta pronto. Nami por otra parte, aguantaba las ganas de apartarlo, pues tenía prisa.
—–No me haz respondido nada.—dijo, mostrando una pequeña sonrisa nerviosa.
—–¿No te he respondido nada de qué?—repitió Nami, usando su semblante serio de siempre.—–Estoy segura de que todo lo que pagué está completo, no es mi culpa que tú hagas mal las cuentas.
Al castaño un poco más alto que ella le recorrió una gota de incomodidad por la sien, dándose cuenta finalmente de que Nami no le había escuchado por andar metida en su mundo. Él llevaba una coleta a un lado, y sonreía un poco, ahora estando más nervioso que antes. La Hyuga simplemente lo miraba temblar sin reconocer sus razones.
—–Te... Pregunté si querías salir conmigo... Mañana en la noche a... Caminar.
—–No tengo tiempo para eso.—respondió muy frívola, pero en un tono más tranquilo.—–Mañana tengo que hacer cosas importantes.
—–¿Y... Pasado?
—–También estoy ocupada.
Y el chico seguía y seguía... Todavía estaba insistiendo. No quería perder su oportunidad de salir con Nami, una chica de la que se habla no sólo por su carácter o por ser parte del clan Hyuga, sino también por ser ese tipo de chica difícil. Aunque eso pensaba él, Nami no lo rechazaba, de hecho sí tenía cosas importantes que hacer todos esos días, como por ejemplo retomar su entrenamiento cuanto antes, ya que el tiempo que pasó en el hospital le había quitado actividad física y necesitaba recuperar su fuerza perdida cuanto antes. El chico suspiró con pesadez viendo que no tenía caso, luego asintió y le dio el paso libre a la Hyuga para que pudiera irse. Nami cargó sus bolsas con un poco se esfuerzo y comenzó a caminar hasta cruzar la puerta de la tienda, escuchando mientras se alejaba que los amigos del muchacho al que rechazó sin saber, lo animaban diciendo que no era su culpa.
—–Ya hombre. Relájate. ¿De qué sirve? Es sólo una chica difícil, una marimacho.—dijo uno de ellos.—–Hay más bonitas que ella, ya verás.
—–...
“Marimacho”
¿Una “marimacho”? ¿De verdad escuchó bien? ¿Entonces, los chicos en general la consideraban una “marimacho”?
La Hyuga detuvo su caminar un momento, sintiendo que esas palabras retumbaban en su cabeza una y otra vez. Pero luego simplemente tomó aire y continuó con su camino, con la mirada ennegrecida, pero restándole menos lo que esos chicos decían. Al menos, por un instante. Reconocía que aquellas palabras dichas la habían afectado un poco, pero más que nada, ahora se encontraba entre un propio duelo, liberado en su mente. Nami cambió después de cierta edad, confiando más en sí misma y en sus propias habilidades, mostrándole al mundo cuan orgullosa estaba de ser ella, de ser como era. Desde entonces no le importaban para nada los comentarios de las otras personas. Cuando caminaba por la aldea, siempre escuchaba murmullos de gente como “esa chica tiene muy mal carácter, es mejor cuidarse” o “es demasiado odiosa, y pensar que es muy bonita”, pero nunca le afectaron o lograron importarle, los olvidaba unos cuantos segundos después. Sin embargo, esa palabra que escuchó, aquella que ese grupo de chicos utilizaron para definirla la hizo pensar, demasiado. Nunca se consideró una marimacho, pero tampoco una chica muy femenina que digamos. Es decir, se ponía en frente de un chico que la molestara, o se defendía a uñas y dientes si era necesario. Vestía con ropa cómoda en lugar de llamativa, pero siempre prefirió estar sentada bajo un árbol antes que reunirse con las otras niñas de la escuela a hablar de chicos o cosas así.
“No quise rechazarlo porque sí.”—pensó Nami, apresurando el paso para alejarse de ese lugar lo antes posible.—“Pero no tengo tiempo para eso, no sí quiero ser más fuerte...”
La imagen del terror que ella misma había vivido en carne propia al luchar hace unas semanas con el difunto Arashi, del sonido, recorrió su mente cómo una película. Sus palabras, su gesto tan sádico y sus expresiones tan misoginas la hicieron asquearse, llegando a comparar esa palabra “marimacho” con ese mismo momento vivido. La hizo gruñir con un poco de rabia, pero la paz volvió a regresar a su ser luego de considerar que esa pequeña molestia dentro de su interior, causada por personas que para ella eran insignificantes, no valía la pena ni su tiempo para seguir pensando en eso. Ya no le importó. Así que, se giró un poco, un momento para verlos hablar y con una sonrisa ladina volvió a batir su cabello para comenzar a alejarse con toda confianza.
—–Al diablo.—soltó para sí misma.—–Si ellos me ven como una “marimacho”, entonces que así sea. No me importa.
Ya no importa. Ya no le importa. Es decir, ¿porqué la opinión de un hombre que no sabe tus razones debe afectarte a ti que eres la creación más perfecta? Es hora de que todos sigamos el ejemplo de Nami, y sin importar qué, aferremonos a nuestros gustos sin tener en cuenta las opiniones de la gente mediocre.
Como adoro romper la cuarta pared, yo sé que les encanta.
Continuando con la narración, nuestra querida y adorada Nami se dirigía con las bolsas llenas de comestibles y otras cosas necesarias, de camino a su clan. Las llevaba todas acumuladas en los brazos y no veía muy bien el camino, pero por las tiendas que pasaba sabía que ya se estaba alejando del mercado. Entre tanto, mientras la Hyuga caminaba casi a ciegas como aquella vez en la que tuvo que soportar una venda sobre sus ojos, dos chicos y un adorable cachorro blanco paseaban tranquilamente por la aldea mientras conversaban sobre distintos temas. El pequeño cachorro jugaba con una mariposa amarilla que había seguido desde el pequeño campo de flores, y su dueño lo vigilaba de vez en cuando para asegurarse de que no se perdiera.
—–¡Akamaru, Akamaru! ¡No te alejes tanto!—insistió el chico con voz fuerte, viendo que el cachorro no le hacía mucho caso.
El pequeño cachorro ladró con alegría, aún concentrado en perseguir a la adorada mariposa amarilla, saltando con ella y siguiéndola hasta una intercepcion, la cuál unía dos caminos y llevaba a otro. El pequeño cachorro blanco no se dio cuenta de qué o quién era lo que estaba al frente, más que todo, estaba concentrado en la mariposa; así que cuando esa pequeña traviesa pasó por entre un par de pies, Akamaru se metió he hizo tropezar a la persona dueña de esos pies. Aquella cayó, y sobre ella, las bolsas y los comestibles también.
—–¡Tsk...!—soltó entonces, la Hyuga apoyando sus manos en el suelo, intentando levantarse.—–Rayos, mi espalda... Hey...—murmuró, abriendo los ojos para encontrarse con la carita de un pequeño cachorrito blanco, quien chillaba con tristeza.—–O-Oe.—de pronto el pequeño comenzó a lamer sus mejillas, haciéndola reír.—–¡Basta... Akamaru...! ¡Me haces cosquillas!
Al escuchar el estruendo y los quejidos, curiosos se acercaron a la escena el par de amigos y compañeros de equipo. Nami cargaba al cachorro aún en el suelo acostada, olvidándose por un momento de la comida ya que, estaba completamente enternecida con ese pequeño. ¿Quién no lo estaría con Akamaru?
—–¡Akamaru!—escuchó exclamar a una voz conocida, viendo que se acercaba con afán.—–¿Nami? ¿Qué te pasó?
La Hyuga al escuchar tal pregunta tan sencillamente estúpida, detuvo sus risas y miró a Kiba con un rostro de obviedad, levantando después una ceja con ironía. Estaba por responderle, pero alguien más se le adelantó.
—–Supongo que Nami-san quería verificar si la tierra estaba hecha de tierra.—habló Shino, con un claro tono de sarcasmo.—–Se cayó, idiota.
—–¡Ay por favor! ¿Me tratarás así porque no te incluimos en la misión?
—–Hasta dejaron que Nami fuera, ni siquiera esperaron.
—–¡Era de alto riesgo, no podíamos esperar hasta que tú y tu padre regresaran!
Después de ello, los dos comenzaron a discutir. Shino usaba su voz tranquila y calmada para responder a los gritos del impulsivo de Kiba. Nami por otro lado, reconoció que no la iban a ayudar así que se enfocó en levantarse y en recoger las cosas. Akamaru, como un buen cachorro, la ayudaba pasándole polsas. Una vez ya todo listo, Nami, viendo que ellos dos aún estaban metidos en su burbuja de discusión, suspiró viendo que no tenían más remedio, tomó sus bolsas y se acercó a los dos, interrumpiendo su pequeño desacuerdo.
—–Ejem...—dijo, llamando su atención con un par de bolsas sobre sus brazos.—–¿Van a buscar a Hinata-sama, verdad?—preguntó levantando una ceja, a lo que ellos asintieron aún confundidos.—–Entonces, ¡tú, llevarás las frutas y verduras! ¡Tú las carnes, esto también!... Y yo llevo a Akamaru.
Shino y Kibs se quedaron perplejos al notar que en un abrir y cerrar de ojos Nami los había hecho sostener las bolsas de compras que ella llevaba. La chica sonrió victoriosa al verlos así, cargó a Akamaru y comenzó a caminar hacia su clan, pasando por en medio de ellos.
—–Caminen señoritas.—insistió sin girarse, apurandolos a caminar.
Shino prefirió aceptar su destino, caminando detrás de Nami en silencio, mientras que Kiba aún estaba perplejo sobre lo que pasó. Recalculaba las cosas. ¿¡Porqué él sostenía la mayoría de bolsas y la Hyuga se llevaba a su perro!? ¡Había caído otra vez! Todo mientras que Nami caminaba cargando a Akamaru con una sonrisa triunfal, mimando al perrito con mucho cariño.
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—–Oye, ¿podrías dejar de hablarle así a Akamaru?—preguntó el Inuzuka, mirando con recelo a la Hyuga junto a él, quien cargaba al cachorro muy sonriente.
Kiba se quejaba porque Nami le hablaba a Akamaru como si se tratara de un bebé, pero al cachorro de ninken no se le veía quejándose. De hecho, Akamaru disfrutaba mucho de los cariños que le daba la Hyuga, le gustaba estar con ella. Y eso, Kiba, amigo mío, no lo puedes evitar.
—–Ya cállate. A Akamaru le gusta.—mencionó la Hyuga, acariciando la cabeza del perrito.—–¿Verdad que sí amiguito, verdad que sí? ¡Quién es un buen chico!
Él perrito ladró en su respuesta, sacándole una nueva risa a Nami. Tras esto, tanto Kiba como Shino se mostraron un tanto sorprendidos. Ya lo he dicho muchas veces, no es común que Nami se ría, pero cuando se siente cómoda y enternecida ella puede hacerlo, impresionando a muchos con su linda risa. El Inuzuka por un momento la miró por un momento más largo, analizando como la Hyuga trataba a su mascota y mejor amigo. Pese a casi siempre mostrar un rostro de amargada, Nami también tenía un lado amable, y este salía muy pocas veces. Ahora él se sentía afortunado de ver que al menos la castaña podía reír un poco y dejar de un lado su orgullo, por un momento aunque sea, aquello le recordó a ese día en que la ayudó en la biblioteca, también se había reído, y había pensado lo mismo.
—–¿Qué estás mirando, Inuzuka?
—–¿... ¡Eh!? ¿¡De qué hablas!?
—–Te quedaste mirando a Nami por un buen rato, ni te haz dado cuenta de que una serpiente te está rodeando la pierna.—dijo Shino, con un tono muy calmado.
En realidad no había ninguna serpiente, pero Shino estaba molesto con Kiba porque no lo esperaron para ir a la misión de rescate a Sasuke, así que se vengaría de él un rato. Nami estaba a punto de decir que no había ninguna serpiente, pero el Aburame le indicó con un gesto que por favor no dijera nada y esperaran juntos a ver la magia.
—–¿¡QUÉ, UNA SERPIENTE!?—gritó con temor, comenzando a sacudir sus piernas frenéticamente.
Como Shino es muy serio él no rió para nada, tan sólo disfrutaba ver a su amigo avergonzarse y actuar como un idiota frente a ellos. Nami comenzó a verlo confusa por un instante, pero luego giró la mirada e infló una mejilla, aguantandose una pequeña risa divertida, ya que la escena de hecho, era muy tonta y graciosa. Pero más gracioso era escuchar al chico pedirle ayuda a la Hyuga y al Aburame mostrándose muy desesperado, y frustrado al ver que los dos estaban tan sólo observándolo con diversión.
—–¿¡Qué harán, esperarán a que me muerda!?
—–No existe tal serpiente.—habló Shino, causando que él se detuviera.—–Fue una broma. ¿Te pareció divertida? Bueno, a mi y a Nami sí.
—–....
Nami solamente seguía aguantandose más carcajadas, cargando a Akamaru como un bebé. Tratándose sus ganas de explotar en risas, ella continuó caminando hacia su clan sin esperarlos. ¿Cómo sabía que ellos no iban a dejarle sus compras por ahí para irse? Fácil. Shino no era así, no se atrevería y mucho menos con alguien que no le ha hecho daño; y si hablamos de Kiba, ella tenía a Akamaru así que debía seguirla por obligación. Nuestra Hyuga pensó en todo, y así logró que esos dos actuaran de vasallos para llevarle sus montones de cosas hacia su casa. En el camino Kiba seguía reclamandole a Shino por semejante broma tan estúpida, pero Nami con una mirada lograba que ambos cerraran su boca y continuaran caminando en silencio hacia su destino.
Destino al que no tardaron en llegar.
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Cuando llegaron, Nami dejó al pequeño Akamaru sobre la cabeza del Inuzuka sin decir nada. Tomó y acomodó las bolsas tal y como las traía antes y silbó para llamar la atención de su tío y su gemelo, quienes estaban inmersos en su burbuja de entrenamiento. Hiashi como siempre, se mostró un poco agitado al terminar, y prefirió decirle a Neji que mejor tomaran un pequeño descanso. Hinata, que estaba sentada sola, al ver a los chicos se apresuró para llegar con ellos, no sin antes decirle a su padre que volvería pronto.
—–Nami-nee-san.—saludó la menor con una sonrisa, a su querida prima.—–¿Necesitas... Ayuda?
—–No gracias, Hinata-sama.—murmuró ella, con un gesto serio pero calmado.—–Estos dos me ayudaron demasiado, ya no la necesito.
—–Vaya que compraste muchas cosas.—dijo Neji, apareciendo para quitarle unas cuantas bolsas a su gemela.—–Vamos, te ayudaré a organizar todo esto en casa.
—–Sí.—asintió calmadamente, comenzando a caminar junto con su hermano sin decir nada más.
Hinata los observó irse con un gesto un tanto confuso pero tranquilo. Desde siempre los gemelos eran misteriosos, pero al menos pensaba que, por ser ese día, se mostrarían más animados. No obstante, actuaban como si sólo fuera un día más sin importancia alguna. La inquietud de Hinata terminó por notarse a tal punto en que a Shino y a Kiba les picó la curiosidad de querer preguntarle, pero, prefirieron ser más prudentes y esperar a alejarse del Clan Hyuga para poder hacerlo. Sin embargo, cuando estaban a punto de preguntarle a la Hyuga porqué se mostraba más incómoda y desanimada que de costumbre, aparecieron entonces dos conocidos dispuestos a aclarar sus dudas.
O bueno, más bien, ellos los buscaron.
—–¡Kiba, Shino, Hina-chan!—exclamó Kai, apareciendo de la nada y tomándo de los hombros al primero que vio.—–¡NECESITAMOS SU AYUDA!
—–Kai. —reprendió Meiko, notando que Hinata se comenzaba a colorear de azul.—–Estás asustando a Hinata-san. Sueltala...
Kai accedió a obedecer a Meiko, disculpándose inmediatamente con Hinata, haciendo una reverencia y tomando sus manos para sonreírle. Ese día Kai estaba realmente emocionado, pues tenía un plan maestro que quería ejecutar, pero para eso, necesitaba la ayuda de todos. Y principalmente, Hinata era una de las personas más importantes de esa lista.
—–Te vez más contento que de costumbre Kai.—habló Kiba, cruzado de brazos.—–¿Que pasó?—preguntó con una pequeña sonrisa divertida.
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Dejemos un momento a nuestros amigos, y vayamos a ver más bien que es lo que están haciendo los gemelos en su día especial: no hay mucho que contar en realidad. Ese día del año, los gemelos descansaban todo el día después de un arduo entrenamiento mañanero. Jugaban cartas y no salían de sus casas para nada, se quedaban encerrados ordenando y botando viejas cosas que ya no les servían. De vez en cuando salían al sementerio para rezarle a sus difuntos padres, pero, ese día más bien lo hicieron frente a una fotografía de los dos, supuestamente el día de la boda, en la que sus padres se mostraban realmente felices en la foto. Pese a la nostalgia, los gemelos no dejaron de sonreír al rezar, pues sabían que ellos estaban ahora en un mejor lugar. Así pasaron todo el día. Hablandose, limpiando, jugando juegos de mesa juntos, leyendo libros o incluso durmiendo, pero siempre encerrados, sin tener otro contacto con alguien más. Al menos, hasta que cayó la hora de la noche, en donde nuestros queridos hermanos se quedaron nuevamente dormidos sobre el suelo.
Es entonces, que alguien toca la puerta de la pequeña casa en donde residían Nami y Neji, llamando con voz cariñosa a los gemelos, preguntando si ambos estaban bien o despiertos. Desde fuera de la casa, una mujer hermosa, delgada, y de cabello malva casi rubio tocaba la puerta con prudencia, teniendo al lado al jefe del clan en el que ella era casi intrusa.
—–Este día para Nami y Neji es muy normal. Cuando estaban en la academia y llegaban a hoy, no iban.—explicó detrás de ella, el jefe del clan.—–Es como una especie de tradición para ambos.
—–Es una tradición muy aburrida.—agregó Rei haciendo una mueca con los labios.—–Pero estos dos no se mandan. Además. Necesitan celebrar este día, ya pronto serán oficialmente adolescentes.
Como cuando tu madre sabe que es la única que manda en la casa, así entró Rei al hogar de los gemelos importandole un reverendo pepino si el líder y dueño del clan le hacía caso o no. Ella entró como si fuera Pedro pasando por su casa, y se detuvi al ver que los gemelos se habían quedado dormidos en el suelo, el uno junto al otro, con sus manos tomadas. Para la Sarutobi fue una imagen muy tierna, y le llenaba de mucha felicidad ver semejante ternura en los hermanos, pero, no era momento para eso. Debía concentrarse en su objetivo. Con un ademán le indicó a su equipo —Que no se sabe de dónde carajo salió— que entrara a la casa, pero lo más sorprendente era que la Hija del tercero aún seguía sin pedirle el respectivo permiso a Hiashi-sama. Bueno, al menos el lord estaba de buen humor.
Tomaron a los gemelos del suelo y los cargaron tal saco de papas. Rei era fuerte, así que podía cargar a los dos sin problema, pero más bien le pasó al gemelo dormido a su respectivo sensei. Sí, Guy estaba ahí también. Ambos sacaron a los gemelos de la casa, llevándose los aún dormidos de ahí después de agradecer sus imprudencias a su tío. Hiashi no sabía exactamente a dónde se los llevarían, pero tenía otras cosas que hacer, así que confío de buena fe en los maestros de los gemelos.
—–No pensé que Nami y Neji tuvieran un sueño tan pesado.—murmuró Guy, yendo detrás de la cabello malva, quien sonreía orgullosa.—–Rei, ¿esto no es como un secuestro?
—–Hiashi-sama está enterado. No es un secuestro. Es más bien una sorpresa bien elaborada. Así que deja de quejarte y cállate, que ya casi llegamos.—sonrió la mujer, viendo que se acercaban a una cabaña iluminada.—–A los gemelos les encantará esta sorpresa. Estoy segura.
Si, quizá les guste la sorpresa, pero quizá no les guste el hecho de que te los haz llevado sin su permiso.
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Tras encontrarse en una habitación extraña, pero bien organizada y limpia, Nami despertó y abrió los ojos con lentitud para acostumbrarlos a la luz del foco que la alumbraba. Cuando se recuperó en sí, se sentó, notando que estaba recostada sobre un futon muy acolchado. No se asustó, pero sí quiso averiguar en dónde estaba. Pasó su mirada por toda la habitación, notando después que Neji estaba recostado en un futon frente al de ella. Él estaba vestido con un kimono azul, sin su marca, y además su cabello estaba atado en una cola alta. Su hermana estaba por acercarse a él, hasta que algo la detuvo. Colgando de la pared frente a los gemelos, había un espejo, ella se detuvo al mirarse en él, descubrió entonces que ella también estaba con la frente descubierta, su cabello estaba atado en una cola alta pero sus puntas estaban rizadas. Además de ello, llevaba un kimono de color amarillo, y a diferencia del de su hermano, el de ella era más corto.
—–¿Pero qué demonios...?
Las palabras de su gemela lograron entonces que Neji abriera los ojos y se sentara, observándose a sí mismo muy extrañado. Al mirar a su hermana, su extrañeza aumentó. Los dos se miraban completamente confundidos e impresionados.
—–¿Dónde estamos?—murmuró en pregunta, Neji.
—–No lo sé.—respondió la gemela.—–Pero voy a averiguarlo.
Nami pensaba en activar su byakugan para saber en dónde, porqué y quiénes más estaban cerca a esa habitación. Pero antes de que pudiera abrir y cerrar los ojos, Neji le tomó el hombro y negó, señalando a unas letras que estaban en el techo. En ella se escribía un “No se atrevan”, por lo que la Hyuga prefirió abstenerse. Pero, aún así, antes de que pudieran decir otra cosa Nami reconoció en esaetra algo muy particular.
—–Esa letra y esa tinta.—murmuró Nami levantándose.—–Esa letra es de Rei sensei.
—–¿Cómo lo sabes?—preguntó mirándole.
—–Sabes que tengo buena memoria.—murmuró acercándose a la puerta.—–Además, Rei sensei siempre escribe con tinta roja.
Neji se levantó y se acercó a su hermana, ambos observando la puerta. Pensaban que a lo mejor estaba cerrada, pero, ambos decidieron entonces derribarla. Cuando se prepararon para utilizar un poco del puño suave juntos y así arremeter contra la puerta, es entonces que entra un hombre que para ambos es conocido, más que conocido. Aquel hombre les recordaba a su padre, no sólo por su personalidad callada, también porque era altamente parecido. Ambos se detuvieron y observaron con impresión a Hiashi, quien suspiró con tranquilidad y les miró sonriendo. Luego, se apartó para que los gemelos pudieran tener una mejor vista de lo que había fuera de la habitación. En el momento en que Neji y Nami se acercaron a la puerta con timidez e inseguridad, miraron entonces a toda su gente conocida. Estaban todos sus amigos, su pequeña familia, y también su generación de genins. Hasta el momento, los gemelos no sabían exactamente de qué se trataba todo, pero para eso Rei apareció con una sonrisa agradable y dos cajas de regalo.
——¡Feliz cumpleaños, gemelos Hyuga!
Fue en ese entonces que los gemelos finalmente comprendieron de lo que se trataba todo. ¿Así que, sus amigos se la habían pasado todo el día planeando esa sorpresa para ellos?
Aunque esperaban verlos un tanto disgustados, ya que, ellos no solían decirle a nadie que cumplían en cierta fecha, Nami y Neji se mostraron más que todo muy contentos por esa agradable fiesta que Rei, Guy, y sus amigos les habían planeado. Fue así que los gemelos entendieron que quizá comenzar a celebrar de mejor manera esa fecha especial para ambos no sería tan malo, entendieron que ya no estaban solos.
—–¿Somos los únicos con kimono?
—–¿De donde lo sacaron, como sabían nuestras tallas?—preguntó Neji, también confuso.
Rei, quien estaba frente a ellos, les hizo recibir las cajas envueltas y sonrió encogiendose de hombros con diversión.
—–Los kimono son para ustedes, los hice yo misma. Así que espero que los cuiden.—guiñó un ojo sonriente.—–¿Que cómo sabía que ambos cumplían años hoy? Pues, eso sí es secreto.
—–¡Y además!
A su lado, se apareció Guy con su sonrisa típica y brillante, mostrándoles a ambos un pastel tanto para ellos como para sus invitados.
—–¡Vengan a saludar a los demás!—agregó sonriendo.—–¡Este es su día!
Si no puedes vencerlos, úneteles.
Los gemelos, aunque no eran muy empaticos a las fiestas grandes, apreciaron con una sonrisa los detalles y también el trabajo que se tomaron sus amigos en hacerles esa sorpresa. Hasta Naruto les llevó un regalo, uno muy especial para ambos, uno que ambos usarían para pasear con el rubio que ahora, tras esa pequeña aventura, se había vuelto un amigo más cercano para el par.
—–¡Un cupón en Ichiraku! ¡Para tres!—exclamó alegremente el rubio, dándole la tarjeta a Neji.
—–Wow.—murmuró Nami mirando la tarjeta en las manos de su hermano, pero luego soltó una leve risa y le dio un golpe amistoso al hombro del rubio.—–¡Gracias, ahora eres menos idiota!
—–¡OYE, NO ES DIVERTIDO!... ¡Sólo porque es tu cumpleaños te lo dejaré pasar!
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“Los Gemelos Hyuga es una historia de dos hermanos gemelos, que, si bien en un principio pensaron que su destino era sólo sufrir y servir, ahora confirman que es más que eso, disfrutar de su vida, sonreír y estar con sus amigos y familia en las buenas y malas.”
—–¡Hey todos, una foto!
Hace catorce años, nuestros pequeños hermanos nacieron y desde entonces, no soportan la idea de ser separados.
—–Ahora una con sólo los gemelos. Vamos.
“Los Gemelos Hyuga”
Así suelen llamarlos desde entonces, por ser el reflejo del otro. Por tenerse al otro a su lado.
Quizá la fiesta fue algo que los gemelos nunca pidieron, pero tampoco sabían que necesitaban. Sin dudas, fue la mejor y primera fiesta sorpresa que les dieron en sus catorce años de vida. Después de la gran fiesta, los gemelos se encontraban de vuelta en casa, preparándose para dormir y caer masa más en su cama, pues por tanto reír y bromear con sus amigos, estaban muy exhaustos. Neji peinaba el cabello de su hermana mientras ella abría los regalos, observando que a cada uno, Rei les había obsequiado un lindo diario con su propio candado y llave.
—–Genial.—sonrió la Hyuga.—–Podremos anotar nuestras técnicas aquí.
—–¿Pasarán de generaciones?—bromeó el mayor, terminando de darle una cepillada.—–Fue muy lindo de su parte. Y no olvidemos el show que hizo Guy sensei ebrio.
—–Ni lo menciones.—calló antes de reír.—–Hoy fue el mejor cumpleaños, no lo pensé así...
Dado que ambos querían pasarlo como siempre, nunca se imaginaron tal sorpresa, y es que por eso se llama sorpresa. Pero en sus caras, aquella sonrisa dibujada en ambos demostraba cuánto se habían divertido en esa noche.
—–Sí. Tienes razón.—Neji se acercó, abrazó a su hermana por la espalda y sonrió.—–Feliz cumpleaños, Onee-chan.
Nami tomó los brazos de su hermano, separándose del abrazo para sonreírle nuevamente. Volvió a abrazarlo, y esta vez ambos hermanos apretaron más su agarre, como si no quisieran que nada o nadie los apartara del otro.
—–Feliz cumpleaños... Onii-chan...
Sin dudas, el mejor cumpleaños....
“¿sabes algo, Neji? Ya no estamos solos...”
Hola mis Referencias preciosas y hermosas. Lo prometido es deuda y aquí finalmente les traigo un nuevo capítulo ^^
Espero que lo hayan disfrutado, lamento si no fue lo que esperaban, pero lo hice con mucho amor para ustedes :'3
Ahora, ¿que más esperan que pase? ¿Qué dicen si iniciamos ya con las misiones? ¿XD?
¿Si recuerdan la del bicochu? ¿Nami se pega o no? Ahre , bueno, no importa jsjs
Lo importante es que a ustedes les guste. Si no es así, haganmelo saber por favor, gracias ✨
Los quiero ^^
❤️
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