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🌻|Capítulo 42.|🌻

|𝓛𝓸𝓼 𝓖𝓮𝓶𝓮𝓵𝓸𝓼 𝓗𝔂𝓾𝓰𝓪|
Capítulo 42.
Especial, Parte 1

Pasó suavemente la penúltima cepillada, deslizando el cepillo de cerdas delgadas por el cabello café y casi perfecto de su hermano gemelo, que ahora, era más largo que el suyo. El Hyuga mantenía la mirada gacha, sosteniendo sobre sus manos una bandana negra que su hermana le hizo quitar, para peinar su cabello con más facilidad. Mientras, en la habitación había mucho silencio, cosa que no era del todo extraña entre ambos hermanos mellizos, pues aveces, no necesitaban hablarse para saber lo que el otro pensaba. Cuando Nami dejó de peinarlo, Neji levantó la mirada y giró un poco su cabeza para encontrarse con su mirada. El rostro de su hermana era un tanto decaído, triste, y ya podía imaginar porqué.

—–¿Te sientes calva?—preguntó Neji, buscando bromear un poco con su hermana, pero Nami no respondió.—–Onee-chan...

La Hyuga soltó un pequeño suspiro y se sentó en el suelo, tomando las tijeras que tenía a un lado para comenzar a recortar las puntas disparejas del cabello de su hermano. Neji volvió a voltearse para así no arruinar el corte, suspirando después entre el silencio. Después de que les dieron de alta a ambos en el hospital, los Gemelos regresaron a su casa como era normal. Se instalaron otra vez en sus habitaciones y todo ocurrió con normalidad, pero una noche, día después de su regreso a casa, y después de un largo de entrenamiento, Nami no hizo nada más que quedarse frente a su espejo pequeño, observando su cabello y tomándolo entre sus manos. Lo peinaba, lo miraba, hasta llegó a jalarlo para provocarse un poco de dolor. Neji sólo podía observarla desde la puerta. Esa noche, Nami admitió estar un tanto abatida por su corte, pues como saben, su cabello era para ella, algo muy importante.

En su enfrentamiento con ya el difunto Kaneshike, Nami sufrió un corte que redujo su cabello de las rodillas hasta un poco más abajo de la cadera. Un gran corte. Pero, en el hospital, como necesitaban un poco de su cabello como conector para cerrar sus heridas, tuvieron que cortarselo un poco más y, ahora, lo lleva colgando hasta un poco más abajo de su cintura. Neji antes sospechaba que ella ocultaba su frustración por eso, pero nunca imaginó que fuera a obsesionarse tanto con su cabello. Él pensó que quizá por eso su hermana estaba más callada que de costumbre, pero, en realidad, Nami tenía otra respuesta para eso.

—–¿Onee-chan?

—–Estoy bien, Neji. No es eso lo que me tiene triste.—habló la Hyuga, dando un último corte. Dejó las tijeras de lado y suspiró.—–Es sólo que, mañana...

Oh. Claro. El día de mañana. Las palabras de Nami aclararon su mente, recordándole a Neji lo que intentó olvidar durante todo el día.

—–Cierto.—murmuró, apartándose de su hermana para ya no darle la espalda.—–Mañana... Cumplimos catorce.

—–Vaya. ¿Somos los mayores de nuestra generación de Genins?—preguntó Nami, acostandose en el suelo de madera, observando hacia el techo.—–Qué cosas.

Neji miró a su copia exacta por un instante, después hizo lo mismo y se acostó a su lado sobre el suelo de madera, observando el techo de la oscura habitación en donde solamente entraban pequeños rayos de luz de luna. Esa pequeña luz azul que hacía a ambos sentir una profunda y reconfortante paz, paz que los libraba de sus preocupaciones del día a día, y los calmaba del pequeño estrés de sus trabajos como genins y esas cosas. Nami estiró su mano hasta la de su gemelo y la tomó, gesto que Neji correspondió después.

—–¿Crees que... Nuestro padre lo sepa?—preguntó la gemela, sin dejar de ver al techo.

Neji lo pensó por un rato antes de responder. La pregunta que su hermana le había hecho tenía una obvia respuesta, pero, el tono con el que su gemela lo había dicho logró parecerle muy tierno. Le hizo recordar a cuando ambos eran niños, y Nami era esa pequeña insegura que no sabía bien como tomar una decisión y que dependía completamente de su hermano mayor para casi todo. Él sonrió, causando que Nami se girara a verlo, levantando una ceja confundida, pero eso sólo logró que Neji soltara una risa completamente enternecido.

—–Tal vez no lo muestres tanto como antes, pero sigues siendo esa niña inocente y dulce que miraba fascinada a las aves cantar por las mañanas.—comentó Neji, volteando a ver a su hermana.—–Aunque ahora seas más seria y tengas mal carácter.

—–¡Hey, no me parece divertido!—se quejó Nami, cruzandose de brazos.—–Y no tengo mal carácter... Sólo...

—–Dile eso al chico del mercado que te coquetea cada vez que vamos a comprar frutas.—interrumpió divertido, viendo como Nami ahora se mostraba muy confundida.

No sé si recuerden ya esa vez en la que narré y expliqué que de hecho, Nami puede ser una de las chicas más inteligentes de la aldea, pero, si se llega a tratar de sentimientos, del amor, o de un halago lindo o coqueto por parte de un chico hacia ella, Nami lo tomará como un simple comentario sin sentido y lo ignorará como siempre, pensando que solamente fue un cumplido sin otro sentido más que ese. Neji solía burlarse de ese pequeño defecto en su hermana, ya que, algunas veces cuando los Gemelos  salen al mercado para comprar comestibles y otras cosas de su gusto si es que les alcanza; se suelen encontrar en el puesto donde escogen las frutas y verduras con el hijo de un tendero que tiene su misma edad. Él no es un shinobi o ninja, solamente es un chico común y corriente que ayuda a su padre con las cosas en la tienda. Es inofensivo, pero, sí tiende mucho a prestarle demasiada atención a Nami. Intenta ayudarla a cargar las bolsas —cosa que ella no deja ya que “puede hacerlo sola”— también le recuerda y le dice que se ve muy bonita con el vestido amarillo se siempre, le recuerda que su cabello es muy bonito, y la despide con muy galante.

Aunque Neji, como un hermano mayor, debería ponerse celoso, en realidad disfruta ver las escenas del chico siguiendo a Nami por toda la tienda para ayudarla con algo, aunque ella lo ignore o solamente le diga que está bien. Le hace demasiada gracia presenciar cómo su hermana mata de un sólo golpe todas las esperanzas de ese niño, pero más gracia le hace saber que su hermana lo hace sin saberlo, ya que, como dije, no nota cuando hay una segunda intención.

—–¿Qué pasa con el chico del mercado?—preguntó Nami finalmente, causando en Neji una risa más fuerte.—–¡Oye, deja de reírte y dime!

—–¡Nada, nada!—expresó él, dejando de reír.—–Relájate amargada... Respondiendo a tu pregunta de antes: Estoy seguro de que nuestro padre nos felicita desde arriba.

La Hyuga notó como él cambiaba de tema para no responder a sus cuestiones, pero prefirió dejarlo hasta ahí cuando escuchó su respuesta. Suspiró y volvió a acomodarse en el suelo, cerrando los ojos esta vez.

—–Bueno, mañana es nuestro cumpleaños. ¿Quieres hacer algo especial, o haremos lo de todos los años?

—–Lo de todos los años está bien para mí. No me agradan mucho las fiestas grandes.—respondió el mayor, cerrando los ojos igual que su hermana.

—–Perfecto. Entonces, iré a hacer las compras mañana y cocinaremos nuestras comidas favoritas para cenar.—agregó Nami, soltando después un leve bostezo.

Mientras lo hacía, Neji abrió los ojos y esbozó una sonrisa ladina, muy burlona, se giró a ver a su hermana y aguantó la risa para no soltar una fuerte carcajada, ya que si lo hacía, sabía que Nami lo golpeará. Su hermana sin embargo, sintió que su hermano la miraba, sospechó entonces de qué se trataba y suspiró para después fruncir el ceño, sin molestarse por abrir los ojos.

—–No, Onii-chan. No voy porque quiero ver a ese chico del que no sé su nombre ni me interesa. ¡Sólo voy porque ya no hay frijoles, así que deja de mirarme así o voy a golpearte!—amenazó fastidiada, y su hermano se volteó riéndose un poco.

—–Tks... Amargada... ¡AUCH! ¡OYE!—se quejó al sentir un horrible pellizco en su brazo, separándose después para aplicar distancia a su hermana.—–¿¡Pero qué te pasa!? ¡Si no dije nada!

—–¡Cállate! ¡llorón!

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Luego de esa noche, los Gemelos sin saberlo, se quedaron dormidos en el suelo, el uno junto al otro y con cariño. No tenían frazada, pero afortunadamente su tío Hiashi, quien tarde en la noche se dignó a levantarse para ver como andaban, al verlos en el suelo fue a sus habitaciones y les llevó almohadas y una frazada, para que los dos no sufrieran frío después. Había descuidado a sus sobrinos por demasiados años, ya era tiempo de que él se sensibilizara un poco he intentara hacerlos sentirse más como partes importantes de una familia, sin interesar nada lo principal o secundario, por genética eran sus  sobrinos, y por ende, ya era el momento de que él se propusiera a cuidarlos más. Después de quedarse un rato en la casa secundaria para verificar que las cosas estuvieran bien con sus sobrinos, se regresó a su casa y se acostó a dormir.

Cuando salió el sol, él se despertó como de costumbre, temprano, y salió a la terraza sosteniendo una taza de té caliente, para despertarse. Como era habitual, los sirvientes y centinelas del clan comenzaban con las tareas de su día a día. Limpiaban, llevaban cosas de aquí a allá, y los centinelas se quedaban en ciertos lugares para vigilar y velar por la seguridad del clan.

Al escuchar unos pequeños y silenciosos pasos, Hiashi se giró hacia su espalda, notando que una de sus hijas se había levantado.

—–Hanabi.—murmuró el padre, observando que la menor bostezaba.—–Aún es muy temprano para que despiertes, vuelve a la cama.—ordenó en un tono tranquilo, notado que la pequeña se negaba.

—–No... No quiero.—murmuró, estirándose para sacarse la pereza.—–Quiero estar presente para cuando los gemelos se levanten...

Hiashi levantó una ceja un tanto confundido, ¿porqué razón ella querría eso? Normalmente Hanabi no se relaciona mucho con los gemelos, y muy rara vez se les ve, puesto que desde temprana edad, al demostrar estar más preparada para liderar el clan algún día, siempre está ocupada entrenando en privado con su padre o estudiando para ser una gran líder en el futuro.

—–Hija mía. Es de madrugada. A menos que quieras ir al mercado, no deberías levantarte todavía y menos descalza, te puede dar un resfriado.—dijo el mayor levantándose.—–Vamos, te acompañaré a la cama.

—–Es que...—bostezó un tanto somnolienta.—–Quiero felicitar a los gemelos.—murmuró, sorprendiendo un poco a su padre.—–Ellos están de cumpleaños hoy... Hinata-nee-sama me lo dijo.

Hiashi no reaccionó mucho, simplemente miró a su hija y sonrió con levedad, notando que ella aún estaba adormilada.

—–Te prometo que cuando los vea despiertos, te llamaré para que los saludes, ¿te parece bien?—dijo suavemente, guiando a su hija hacia su habitación.—–Ya te dije, es temprano. Los gemelos aún no han de despertar, pero cuando los vea, te avisaré.

Tal y como la pequeña Hanabi ha dicho, los Gemelos Hyuga están el día de hoy cumpliendo una meta de vida importante. Ese par de genios está de cumpleaños, completando en total hasta ahora, catorce. Muchos en clan sabían de esta fecha, saben bien que hoy Neji y Nami comparten esa especial fecha, y esperan ansiosos a que esos dos se despierten para darles sus buenos deseos entre familia secundaria. Pero aún así, entre la familia principal, por compartir un lazo con sanguíneo muy cercano con los hijos de Hizashi también lo saben y muy bien.

—–Natsu.—llamó Hiashi, a una de las criadas que se despertaba como siempre a limpiar la mansión principal. Ella se giró esperando a la orden de su líder.—–¿Podrías avisarme cuando Neji y Nami se despierten? Necesito hablar con ellos.

La mujer de cabello corto y verdoso asintió un poco, en un estado algo confuso por su petición.

—–Y podrías... Decirles que vengan.

—–Sí, Hiashi-sama.

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Una hora más tarde, rondando de entre las siete a las ocho, los Gemelos despertaron en la sala donde se habían quedado dormidos, sorprendiendose un poco por encontrarse con almohadas y frazadas encima, cuando en realidad ellos nunca se levantaron para buscar aquello. Nami se sentó y estiró su espalda y brazos soltando después un bostezo, mientras que Neji acomodaba su largo cabello detrás de sus orejas. Los dos soltaron un pequeño suspiro y se miraron, mostrándose una sonrisa agradable, felicitandose en silencio.

—–¿Qué día es hoy?

—–El día que naciste.—dijo Nami, sonriendo divertida.

—–Y el día que naciste.—agregó el mayor, pellizcandole una mejilla con dulzura.—–Feliz cumpleaños, Onee-chan.

—–Igualmente, Onii-chan.—dijo de la misma manera, pellizcandole la otra mejilla a su hermano.

Ambos soltaron una agradable risa y se levantaron del suelo con la ayuda del otro, siguiendo con unos pequeños estiramientos para quitarse los restos del sueño. Luego, Nami recogió las almohadas y Neji la frazada, se dirigieron a sus habitaciones y por consiguiente comenzaron a ordenar todo, se bañaron y se cambiaron como siempre. Nami fue a la habitación de Neji para que él la peinara, y después cambiaron de lugar. Jugaron una carrera de cepillos de dientes, discutieron un poco porque no se decidían quién había ganado, hicieron el desayuno juntos y luego, se quedaron en la sala para meditar un poco.

Hacían su rutina diaria, era monótona, pero no les aburría porque estaban juntos. Afortunadamente, su día estaba libre y solamente tendrían que hacer cosas en la mañana. Ya en la tarde comenzarían a hacer las cosas que hacen siempre en su día especial, que por cierto, tampoco es que fuera la gran cosa.

—–Mientras tú entrenas con Hiashi-sama, iré a hacer las compras para la cena.—dijo Nami, acomodándose el cabello en una cola baja, poniéndose una bandana negra en lugar de la de la Hoja.—–Después del almuerzo iremos a visitar a papá.

—–Sí. ¿Estás segura de que no quieres que vaya contigo? Si compras demasiadas cosas vas a necesitar ayuda.

—–Ayuda nada.—interrumpió Nami con el ceño fruncido.—–Además tengo que regresar unos cuantos libros a la biblioteca, estaré bien.

De repente en la casa se escuchó desde la puerta un toque, muy suave y tranquilo. Los dos se miraron los rostros sin saber quién sería, porque normalmente no reciben visitas tan temprano, pero aún así, Neji se levantó del sofá y fue a abrir. Cuando Nami dejó de mirarse en el espejo, se cruzó de brazos y esperó a ver quien estaba detrás de la puerta, para después encontrarse con una pequeña sorpresa.

—–Natsu.—murmuró Neji, sin sonreír. En cambio se apartó un poco y solamente esperó a que ella hablara.

Nami levantó una ceja, mostrando una pequeña sonrisa ladina por verla.

—–¿Qué hace una criada de la familia principal en la casa secundaria?—murmuró Nami para sí misma, acercándose a la dicha.—–Buenos días, Natsu.

—–Buenos días, Gemelos.—saludó ella, con un asentimiento de cabeza.—–Espero hayan dormido bien... Vine para informarles a ambos que Hiashi-sama los espera en su casa, quiere hablar con ustedes.

Neji se giró a ver a su hermana menor, frunciendo un poco el ceño y cruzandose de brazos, como si le echara la culpa por algo.

—–Nami. ¿Qué hiciste?

Nami abrió los ojos con sorpresa, pero luego frunció el ceño con molestia, comenzando a reclamarle a su hermano por culparla de cosas. ¿Acaso le llamaba problemática? ¡Bueno, él tampoco es un pan de Dios!

—–¿¡QUÉ!? ¡OYE!

—–Iremos en un momento, gracias Natsu.—agradeció Neji, volteandose a ver a la mayor, quien tenía una gota incómoda bajando por su sien.

—–Ammm... —murmuró, observando que Nami intentaba quitarse un zapato.—–Neji-san, no es por... Nada malo, ustedes nunca causan problemas. En realidad, Hiashi-sama no me dijo de qué se trataba.

—–¿No?—Neji levantó una ceja.—Bueno. Iremos en un momento, de nuevo, gracias Natsu.

Cuando la peliverde de cabello corto asintió y se retiró, Neji, quien estaba a punto de cerrar la puerta, fue interrumpido por un brutal zapato que impactó fuertemente con su cabeza. El castaño se quejó, y casi pierde su equilibrio, pero, no tardó en girarse con una mirada molesta hacia su hermana.

—–¡OYE, ESO DOLIÓ!

—–¡TÚ EMPEZASTE, ME HICISTE QUEDAR COMO UNA REVOLTOSA!

—–¿ACASO NO LO ERES, SEÑORITA “NO OBEDEZCO LAS REGLAS?

Nuevamente, los Gemelos comenzaron a discutir y a lanzarse cosas, como cojines o sus propios zapatos. Pese a que estaban algo molestos con el otro, terminaron riéndose entre sí, haciendo las pases y volviendo a organizar todo, ayudándose. Ya les he dicho que como hermanos que son, ellos tienden a discutir por desacuerdos, pero no duran más de tres minutos peleados. Su cariño y amor por el otro es tan grande que no soportan estar en pleitos.

—–Bien. Ordenemos todo y vayamos con Hiashi-sama, a ver que quiere.

—–Sí.

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Después de arreglar todo su desastre en la casa, los Gemelos se dirigieron a la mansión de la familia principal de clan, dispuestos a reunirse con Hiashi-sama, un poco curiosos de lo que él quería pedir o decir. Normalmente no los llama a ambos para una pequeña reunión, y su entrenamiento aún no estaba por empezar. Faltaban al menos veinte minutos antes de que la hora llegara, por lo que los dos se hacían preguntas a sí mismos, pensando en las razones de su tío. Nunca se imaginaron que en realidad, era para que ambos se sentaran en su mesa para desayunar en compañía de sus primas y su abuelo. Cuando recibieron la noticia y la invitación, Hiashi los llevó a su mesa en donde esperaban todos con una sonrisa a ese par de genios con los que no se relacionaban tanto en un pasado, pero ahora, los hacían sentir parte de la familia. En un principio, los Gemelos se mostraron un tanto tímidos e incómodos, pero en cuanto Hiashi comenzó a hablar de temas de política o cosas interesantes, Nami le siguió la conversación y seguidamente, Neji también se unió, estableciendo todos una conversación más animada y confiada.

Entre el desayuno, lleno de manjares y también las comidas favoritas de los Gemelos, Hiashi se levantó y se fue en busca de algo.

—–¿cómo pude ser tan tonto? Un desayuno familiar no está completo sin ustedes.—decía al regresar, con algo en sus brazos.

Los gemelos se inclinaron un poco, llenos de curiosidad por ver qué traía su tío. Hasta que al descubrir, en los ojos de ambos se mostró demasiada conmoción y una mezcla de entre alegría y tristeza vana que quería salir convertida en lágrimas. Aquello que su tío traía consigo, era un retrato de su padre, Hizashi, quien aparecía junto a una hermosa mujer de cabello castaño oscuro y mirada seria. Se veía como una Nami mayor. La mencionada se cubrió la boca y mordió su mejilla para aguantarse las lágrimas, juntando las cejas como reacción.

—–... ¿Son...?

—–Lo son.—asintió el mayor.—–Chiasa y Hizashi también quieren desearles feliz cumpleaños, gemelos.—mencionó, mostrando una genuina sonrisa.

Neji se mostró impresionado, tomó la mano de su hermana y la apretó un poco para mostrarle su apoyo, ya que, sabía bien que más que a él, aquello afectaba a Nami. Suspiró un poco y bajó la mirada, alargando una sonrisa más agradecida. Su gemela, quien se quedó un momento observando a la fotografía con una mano cubriendo su boca, soltó un suspiro pequeño y, para sorpresa de las hermanas, mostró una cálida sonrisa, alegre, contenta. Para todos no era normal verla haciendo ese gesto, pero, sin duda, traía una sensación más agradable a sus adentros.

—–Que lindo gesto, Hiashi-sama...—murmuró la Hyuga, soltando una risa melancólica.—–Muchas gracias...

—–No agradezcan. Más bien disfruten. Hoy es su día.

Puso la fotografía sobre un cojín, justo en frente de los Gemelos, y continuó comiendo con los demás, disfrutando de unas cuantas palabras divertidas y amistosas, transformando esa mesa en donde sólo comían en silencio, a una más amistosa y agradable para todos.

Luego de aquel desayuno en,“familia”, los Gemelos de sintieron más incluidos, sintiendo dentro de sí una calidez más abrazadora que les hacia querer sonreír. Sin dudas, fue un gesto que no esperaban por parte de su serio tío, pero, lo agradecían. No obstante, como todos los días debían entrenar, así que mientras Neji comenzaba con el dichoso entrenamiento contra su hábil tío, Nami se acomodaba los zapatos para salir al mercado y hacer la dichosa compra. Además, no tenía nada mejor que hacer.

Sin más, ella cargó sus libros y se fue de camino al mercado, despidiéndose de su familia.

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—–¡Ya me voy abuela, regresaré después de la cena, no me esperes despierta!—exclamó el castaño, cerrando detrás de él la puerta de su casa.

Suspiró un poco, y como siempre tan alegre, mostró una sonrisa al ver que había ya mucha gente moviéndose y comprando cosas en las tiendas. Saludó a sus vecinos tranquilamente, con emoción, luego comenzó a correr de camino a un clan cercano, que se ubicaba en un lugar pequeño y alejado de la ciudad. Llevaba consigo un recipiente lleno de postres de distintos sabores, con cuidado de no derramarlo, corría en dirección hacia una pequeña muralla. Se detuvo en frente de dos puertas rojas de madera que se encontraban en medio de la muralla, la cual encerraba un pequeño territorio, perteneciente a nada menos que al clan Dai.

El clan Dai es conocido por ser un pequeño, pero pacífico lugar en donde crecen las flores más hermosas de toda la aldea, además de ser el lugar en donde también se encuentran las plantas más venenosas de todas las naciones. Es un pequeño clan de samurais o comerciantes. No es un clan noble, pero sí guarda fortuna, por lo que son muy estrictos en su seguridad. Su gente  es extremadamente pacífica y religiosa, que además, son buenos guerreros y fieles creyentes de la religión. Está rodeado por una muralla no muy alta, de al menos, unos diez metros de altura. Los techos de sus casas son de un color verdoso desgastado, y en cada rincón te encuentras siempre con un árbol de cerezos o hermosas flores en el suelo, o bien, decorando el agua del arroyo.

Kai miró hacia arriba y suspiró, volviendo a mostrar una agradable sonrisa al centinela que lo veía y apuntaba con un arco bañado en veneno.

—–¡Hey, traigo un paquete!—exclama sonriente, levantando el recipiente para que uno de los centinelas pudiera verificar que era verdad.

Después de unos cuantos segundos, le abrieron la puerta al muchacho para dejarlo pasar, y fue entonces que Kai se adentró en ese pequeño clan lleno de árboles y flores, pétalos que caían con la brisa y además, decoraban también el pequeño arroyo que rodeaba todo el perímetro dentro de la muralla. Él, con toda confianza, saludaba alegremente a la gente del clan Dai, mientras mantenía su camino en ritmo hasta llegar a la casa más grande de todo el clan, la casa de los líderes más exactamente. Se acercó a la puerta y tocó con levedad, quitándose a sí mismo los zapatos para no ensuciar la casa al entrar.

La puerta se deslizó, dejando ver a un joven como de unos diecisiete años de cabello blanco, corto y ojos entre naranja y rojo, con una mirada frívola, rostro de pocos amigos. Aquel muchacho no era un extraño para Kai, de hecho, él era el hermano mayor de Meiko, Momotaro. El albino al bajar la mirada y ver al castaño, esbozó una sonrisa más calmada y saludó haciendo su mano un puño, para que Kai la chocara con total confianza.

—–¡Hola, Momo-chan!

—–Hey, Kai.—saludó.—–Qué bien, trajiste postres. ¿Los hizo tu abuela?—preguntó, haciéndolo pasar.

—–Sí. Estos postres fueron hechos con el amor de mi abuela, Kana Sarutobi.—dijo, entregándole el recipiente al mayor.—–Vine a buscar a Mei Mei, ¿aún no está despierta?

Kai observó que el mayor leía unas cuantas cartas y pergaminos con seriedad, manteniendo un semblante un tanto misterioso que hizo que el castaño se incomodara un poco, pero aún así, Kai prefirió esperar a que él le respondiera.

—–Oh. Ella debe estar saliendo del baño en este momento. Esperala un rato ¿si? Ven, siéntate.

El albino salió de la casa al patio trasero, invitando al castaño a seguirlo y sentarse juntos en el suelo. Entre tanto, Kai miraba al cielo a la espera de que su querida amiga Mei apareciera, distrayendo su mente con las nubes blancas; el hermano mayor de la esperada chica dejó de leer y sacó de su bolsillo una pluma, para firmar en unos cuantos pergaminos. Kai al verlo, se imaginaba lo atareado que estaría el pobre Momo, pues él, al ser el mayor de sus hermanos, era el sucesor de su padre y por lo tanto heredará todo el clan, incluyendo su administración y liderazgo.

—–¿Qué sucede, Kai, porqué me miras tanto?—preguntó Momo, desviando la mirada de los papeles hacia el Sakamoto.

Kai sonrió un poco y negó, moviendo los pies en el aire mientras pensaba bien como responderle.

—–Nada. Es sólo que, debe ser demasiado trabajo ¿verdad?

—–Bueno. Algún día, cuando mi padre fallezca, yo tendré que encargarme del clan Dai.—dijo.—–Sí, bueno, de hecho es mucho trabajo pero, en realidad me gusta mucho.

Ambos interrumpieron su conversación para voltearse en dirección a la puerta. Escucharon unos pasos apresurados acercarse, así que esperaron con ansias a ver a la dueña o dueño de esos pasos. No tardó entonces en  aparecerse la dichosa dueña de esos pasos: con un rostro somnoliento y el cabello peinado y mojado, Meiko se apareció sacudiendo un poco su corto kimono de color azul. La albina se sorprendió un poco al abrir los ojos y ver a Kai mostrándole una sonrisa, pero luego relajó su gesto y se acercó al par para sentarse junto al castaño, saludarlo y quedarse mirando al cielo en silencio.

—–Oye, te recuerdo que yo aún sigo vivo.—mencionó el hermano mayor con una ceja enarcada y una sonrisa divertida.—–¿Qué tal, Meiko, cómo dormiste?

—–Estoy bien.—murmuró con el ceño relajado.—–Kai, debemos irnos.

—–Es cierto. No podemos tardarnos.... Debemos reunirnos con Rei sensei.

Sin más que dentro de esas cuatro murallas, Kai y Meiko se retiraron para irse en busca de su querida maestra y poner entonces su plan en marcha. Debían hacer una sorpresa muy bien elaborada, así que no había tiempo que perder.


¡Hola hola hola mis vidas!
¿Como están nenes? Yo recién saliendo de un resfriado. Tengo los ojos hinchados, pero aquí les traigo un nuevo capítulo y la parte 1 del especial.

Como quedaba demasiado largo, casi 9000 palabras, decidí dividirlo. Así que, muy pronto tendrán la parte dos. Ya casi la termino :'3 así que tal vez hoy en la tarde o mañana en la mañana puedan terminar de leer este especial.

Díganme, ¿les gustó? Los gemelos tendrán más sorpresas que la de Hiashi, créanme XD

Sólo esperenlo. Les agradezco la paciencia ^^

Gracias ¡GRACIAAAAAAAAS!

Si tienen dudas, ya saben que son libres de preguntar en mi tab, para mí es más cómodo y además siempre respondo ^^

Si te gustó, regalame una estrella, un comentario si quieres y te mando un bechito✨

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