🌻|Capítulo 29.|🌻
|𝓛𝓸𝓼 𝓖𝓮𝓶𝓮𝓵𝓸𝓼 𝓗𝔂𝓾𝓰𝓪|
Capítulo 29.
“¿Ponerle fin? ¡Si lo haces, te mato!”
Un nuevo día en el clan Hyuga. Hinata no estaba, ella había salido temprano a reunirse con sus amigos, además de que ya había terminado su entrenamiento diario. Ahora mismo, dos hermanos gemelos se miraban fijamente y con seriedad, estando el uno en frente del otro a cierta distancia, mientras eran observados por la familia principal, aquellos que jugarían ciertas técnicas.
Hiashi les había pedido a los gemelos que hicieran el entrenamiento un poco diferente, que se atacaran a muerte o como si el otro era su enemigo; pese a que Neji y Nami estaban en contra de la orden, debían hacerlo, ya que serían observados por el resto de la familia principal, y en realidad tampoco les molestaba dar su mejor esfuerzo. Aunque, no eran conocedores de las verdaderas intenciones de Hiashi.
El líder del clan, hace un par de semanas, había tenido una pequeña reunión con Genma, el padrino de Nami y Rei, su sensei. Se habían reunido en el café preferido de la de cabello malva, pero eso ahora no importa. Ella había citado a los acudientes de Kai, Meiko y Nami, sus estudiantes, para revelarles las sospechas de que los tres estaban poseídos por los espíritus de los tres fantasmas heroicos, anteriormente protectores del mundo. Explicó que era un asunto serio el detectar las señales, actitudes diferentes en ellos. Terminada la reunión, ese mismo día, Hiashi al retornar a su hogar, encontró a Neji y a Nami entrenando nuevamente juntos como siempre, hasta que detectó entonces en los ojos de la hermana menor una chispa de poder que sólo había imaginado en sueños.
Necesitaba hacer que Nami volviera a mostrar aquella chispa en sus ojos.
—–Bien...—soltó él entre el silencio. Todos los adultos presentes miraban a la expectativa de un combate de que hablar, pues ambos eran prácticamente genios.
Neji y Nami tan sólo esperaban a la orden de su tío para poder finalmente comenzar con el combate. Una vez Hiashi dio el aviso, los gemelos empezaron con su entrenamiento, dando palmas tan fuertes que al mismo tiempo lograban esquivar, como si supieran prefectamente cómo iba a reaccionar el otro ante su ataque; podían leerse a la perfección. El Hyuga mayor, tío de ellos, observaba desde su lugar fijamente a la hija menor de su hermano. Su manera de esquivar era tan delicada y tan sutil que simplemente parecía una suave flor, pero con ataques tan fuertes y capaces como los de un gran shinobi. Cuando Nami iba a dar otro golpe hacia Neji, quien además estaba listo para bloquearlo, algo la detuvo, y causó que cayera al suelo de rodillas soltando un fuerte grito de dolor, sosteniendo su cabeza.
—–¡Onee-chan!—exclamó Neji preocupado, apresurandose a tomar a su hermana para levantarla.
Nami mordía su labio inferior hasta que éste sangró un poco, ella estaba intentando aguantar el fuerte dolor de cabeza que sentía. Sin embargo, aquel dolor no era causado por lo que ustedes creen, no era causado por la marca que llevaba en su frente, claro que no, pues Hiashi seguía inmóvil; él se acercó a sus sobrinos, antes de pedir a todos los demás que se retiraran, y ayudó a Nami a ponerse en pie con ayuda de Neji.
Nami abrió los ojos, sintiéndose mareada y observando a su tío quien también la observaba a sus ojos. En efecto, podía verse en aquellas perlas una leve señal de relámpago azul.
—–Neji, lleva a tu hermana a casa y que descanse. Procura que no use sus ojos durante las próximas doce horas.—pidió el mayor, a lo que Neji asintió.—–Enviaré un doctor pronto.
Nami negó, aludiendo que debía seguir entrenando, y que además tampoco podría vivir sin poder usar sus ojos. Pero, Neji le interrumpió como siempre cubriendo su boca. Ella bufó entonces, antes de suspirar con cansancio y tambaleándose levemente.
—–Vamos, Onee-chan...—tomó del brazo a su querida hermana y lo pasó por sobre sus hombros, para más comodidad, y bajando la banda de la Hyuga hacia sus ojos, comenzó a caminar en dirección a su casa, con lentitud para no agitar más a su querida hermana.
Hiaahi Hyuga suspiró con pesadez viendo como sus sobrinos se alejaban directamente hacia su hogar, luego, se metió dentro de su casa para sentarse en un sillón y observar una imagen que tenía de él con su difunto hermano de niños. Aún no podía creer bien lo que estaba sucediendo, pero de ahora en adelante, debía hacerse cargo de una Hyuga que tal vez podría despertar al dichoso “primer fantasma”
Es algo muy confuso, pero luego lo explicaré.
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Desde aquel suceso han pasado al menos una semana, Nami ha vuelto a presentar dolores de cabeza, cada vez haciéndose más frecuentes. Ha faltado a los entrenamientos del clan y tampoco ha visitado la biblioteca, Kai y Meiko se han estado preguntando por ella, pero hasta ahora, Genma simplemente les ha dicho que ella está enferma y necesita descansar un poco.
Ah, y tampoco podían entrar porque en el Clan Hyuga no miraban bien a los extraños.
—–Bien, Onee-chan . Traje tu medici... ¡Nami!—reprendió él, dejando la taza de té sobre una mesa para después apresurarse hacia la cama en donde su hermana se encontraba y quitarle el libro.
Nami lo observó con el ceño fruncido, estaba a punto de hablar y lanzarle un insulto pero Neji le interrumpió de nuevo, envolviendo la cabeza de Nami en una venda para cubrir sus ojos.
—–¡Oye, déjame!—gruñó su hermana, cruzandose de brazos.—–Onii-chan, ¡estoy bien, ya no me duele la cabeza!
—–Es la tercera vez en la mañana, Nami. Eso dijiste ayer y cuando intentaste levantarte de la cama casi te desmayas.—regañó el Hyuga mayor, cortando la venda al terminar. —–Si sigues así, no te llevaré a ver a Lee.
—–Se supone que no puedo usar mis ojos, ¿lo olvidas?—burló Nami con una sonrisa triunfal.
Neji entrecerro sus ojos mirando a su hermana, quien mantenía su sonrisa. ¿Entonces se creía muy lista? Veremos si sigue sonriendo cuando le diga que no irá a visitar a Lee al hospital.
—–Bien, decidido, no irás.—burló él, mostrando entonces una misma sonrisa a su hermana aunque ella no podía verlo. Nami bufó y apartó su cabeza hacia otro lado.—–Ya, sabes que en verdad no te iba a dejar ir en ese estado.
—–¡No eres nadie para decirme que hacer!
—–Si. Soy tu hermano mayor y ahora te ordeno que te bebas ésto, ¡ahora!—dijo antes de tomar el rostro de su hermana, obligándola a beber del té, Nami intentaba escupirlo pero Neji no la dejó. Era para su bien.
Pero si había algo que Nami odiaba era estar enferma y tomar medicamentos o incluso estar hospitalizada. Detestaba aquellos lugares, decía que le daban malos recuerdos y mala espina. Pero eso tampoco impediría el querer visitar a uno de sus más grandes amigos.
Sin embargo, Neji no se lo permitiría ni de broma. Ella necesitaba descansar... Se sentó a un lado del futon, observando a su hermana quien parecía molesta y algo desilusionada. Él suspiró, y tomó la mano de Nami como solía hacer de niño cuando la veía a ella en ese estado de frustración.
—–Saldré a comprar para hacerte la cena...—mencionó él, Nami se giró en su dirección.—–Te traeré Mochis de colores... Menos amarillos, como te gusta, Onee-chan.
—–Gracias...—ella susurró, recostado su cabeza en su hombro.—–Te quiero Neji... Perdona por ser tan terca... En serio gracias por cuidarme tanto.
—–Está bien.-el sonrió, levantándose y dejándola a ella recostada.—–Volveré pronto. Ni se te ocurra leer ese libro... Es más, me lo llevaré.—manifestó tomándolo, Nami no se quejó.
En lugar de eso, se acomodó entre la manta del futon y fingió estar dormida tan solo para después escuchar a su hermano irse. Se quedaría así por un par de minutos, hasta estar segura de que podría escalar de ahí sin que Neji se diera cuenta. Sus palabras de agradecimiento no fueron en vano, pero, Nami necesitaba visitar a Lee, y, si Neji quería impedirlo, ella tenía más de un plan de escape.
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Ya en las afueras, en la aldea corrían rumores de la llegada de una kunoichi de edad poco aparente, una mujer poderosa y además la única que hace parte del equipo de los tres ninjas legendarios. Muchos hablaban con bastante emoción, y otros agregaban que ella sería la quinta Hokage. Mientras tanto, Nami simplemente caminaba aún con la venda en sus ojos, pensando bien hacia dónde debía ir para llegar al hospital y visitar a Lee. Hasta que se encontró con un rubio chico de bigotes, con quien de hecho ella chocó.
—–Oh ¡Ah! ¿Nami-ch
Naruto buscaba acercarse para levantarla, pues ella había caído al suelo, pero ella levantó su mano indicando que todo estaba bien.
—–No uses el “chan”—interrumpe ella, levantándose con ayuda de sus manos, para después sacudirse.—–Hola, Naruto... Ya sé lo que vas a decir. No, no me quedé ciega, tampoco estoy jugando con Kai, tampoco estoy en una prueba. Y no, no es nada grave.
El rubio se quedó callado, pues ella había respondido todas las preguntas que él tenía para la Hyuga, sin más, la miró y asomó sus manos cerca a los ojos cubiertos de Nami. Ella no reaccionaba.
—–¿No puedes ver?
—–Ésta venda es para mantener mis ojos cerrados... Se supone que no puedo usarlos hasta que el doctor me dé el visto bueno.—sonrió ladina, emprendiendo su plan.—–Debo llegar al hospital, me gustaría ver a Lee... ¿podrías ayudarme?
—–¿Estás segura de eso?—aún así, el no se fiaba mucho en la Hyuga. Ella siempre estaba planeando algo, y tampoco quería problemas.—–Creo que sin tus ojos...
—–Está bien.—dijo ella, comenzando a caminar, sintiendo la mirada del Uzumaki en su espalda.—–Si no quieres ayudarme simplemente basta con un “no” . Puedo llegar al hospital por mi propia cuenta.
Y sin más, continuó caminando, alejándose poco a poco del rubio, quien aún la observaba con extrañes. Vaya que esa Hyuga era más extraña que Hinata. Aún así, tampoco debió hablale así, pero tenía cosas que hacer y ahora, debía hacer pagar a la abuela su deuda.
Nami sin embargo, continuó con su camino, estirando su mano hacia una serca. Pronto la recordó, significaba que el hospital estaba a corta distancia. Pero, no le sería sencillo llegar sin sus ojos...
"Un Hyuga sin sus ojos es como un pez sin aletas, no sirve para nada" , siempre lo ha dicho y siempre lo dirá.
—–Tal vez si... Solamente... Sólo será por un rato, nadie se dará cuenta...—murmuró para sí misma, llevando una de sus manos hacia su venda. Iba a quitarla para poder abrir los ojos, correría al hospital y llegaría en un parpadeo.
Nada podría salir mal.
O al menos, eso pensó hasta que sintió que alguien agarraba su mano con fuerza. Era una mano más grande que ella, como la de un adulto, pero no sintió pánico, simplemente suspiró. Al escuchar un chasqueo de lengua, reconoció enseguida de quién se trataba.
—–¿Tío Genma?
—–Nami. Deberías estar en casa y en cama, ¿qué se supone que haces aquí?—reprendió él, seriamente.—–¿Ibas a quitarte la venda?
La Hyuga no respondió, simplemente soltó su agarre y suspiró cruzada de brazos ahora. Continuó su camino, ignorando el hecho de que tal vez tendría problemas con su hermano después de aquello. Pero, Genma tampoco daba chance de dejarla ir sola.
—–¿Te dirijes al hospital? Eso es raro, sé que no te gusta ir... ¿Piensas visitar a Rock Lee?—preguntó él, mordiendo el senbon mientras observaba a su sobrina, quien aún estaba callada.
Genma simplemente sonrió ladino, y tomó a su sobrina del hombro para guiarle por el mejor camino hacia el hospital. Nami por otro lado, no se estaba sintiendo bien. Se sentía sosa. Porque como ya he dicho antes, el orgullo de esta Hyuga es tan grande que odia ser ayudada, la hace sentirse vulnerable.
—–¿Ya llegamos?—preguntó una vez, Genma se detuvo con ella, cosa que él respondió.—–Entonces puedes dejarme aquí.
—–Bueno, tengo trabajo que hacer. Pero te llevaré a la habitación de Lee sólo para asegurarme de que no estarás sola. Allá también está Guy.
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Una vez ya entre los pasillos del hospital, Nami seguía pensado mucho en aquello que le pasaba. ¿Genma sabría de su condición? No, quizá no. Si él supiera, no la dejaría seguir. O quizás, no se liberaría de él hasta que terminara de hablar con Lee y fuera regresada a casa. Bueno, ahora, eso no le importa a mucho. Tan sólo quería verificar que su buen amigo Lee estuviera bien, quería animarlo un poco y regresarle el favor de todas esas veces que la hizo reír cuando ella estaba triste. Él era una gran persona, y no se merecía nada de lo que le sucedió.
Pero el destino es como es.
—–Oh, ¿Nami?—escuchó la voz de Lee, quien al parecer estaba fuera de su habitación.—–¿Qu-Que te pasó, porque usas esa venda?
—–Estoy bien, Lee.—ella sonrió, acercándose hacia él, siguiendo el sonido de su voz.—–Es sólo... Temporal...
Nami estiró su brazo hacia Lee para tocar su hombro, y le sonrió esperando que él le dijera algo. Sólo buscaba darle un poco de apoyo.
Pará cuando ella se dio cuenta de que otros pasos se acercaban, escuchó la voz de Guy sensei hablar con ánimo, diciendo algo sobre una tal "Tsunade-sama" quién estaba ahí para ayudar a Lee, pues era una excelente Ninja médico. A Nami le sonó ese nombre, ¿"Tsunade-sama"? Le parecía haber escuchado sobre ella... ¡Claro! Ella era perteneciente a uno de los tres legendarios sanin, era la única mujer de su equipo, sin embargo era dueña de un gran poder y fuerza. Recordaba aquello gracias a todas esas conversaciones que tuvo con Tenten, ya que a la castaña de moños sentía hacia la mayor una fuerte admiración. Dejando eso de lado, ella se alegró un poco por ver que alguien podría ayudar a su amigo.
—–¿Y ella quién es? ¿Es otra de tus estudiantes, Guy?—escuchó la suave voz de la mujer preguntar. Ella negó, ahora escuchando la explicación de Guy.
—–No, ella es Nami Hyuga. Ella es una de los estudiantes de Rei-san...
Mientras el mayor le platicaba a la rubia detalles sobre Lee y su salud, ya dentro de la habitación del hospital, Lee y Nami escuchaban lo que él decía y de vez en cuando compartían palabras. Nami estaba a un lado de la camilla mientras Lee optaba por sentarse sobre ella, quitándose la parte superior del traje.
—–¿No deberías estar en casa, Nami? Se supone que tus dolores de cabeza pueden causar que te desmayes, no deberías estar aquí...
—–¿Ya podrías dejar de decir eso?—interrumpió ella, con disgusto.—–Ya sé que debería estar en casa, pero me importa un bledo la verdad. Quería saber cómo estabas, y esperé a que Neji se fuera.
—–Si me hubieras dejado terminar...—reprendió Lee, con un pequeño tono de risa mientras miraba a la Hyuga vendada.—–Ella... Podría ayudarte también, quizás podría decirte porqué tienes ese dolor.
Nami lo consideró. No sería mala idea, pero ahora, la prioridad de aquello era Lee nada más. Y, si seguía ahí, puede que Neji termine por ir a buscarla y ganarse un regaño.
—–Bien, Rock Lee, por favor no te muevas.—habló Tsunade, colocando suavemente su mano en la espalda de Lee.
La sala quedó en silencio, solamente estaban Guy sensei, la compañera de Tsunade y su cerdito Tonton, y Nami quien no podía ver nada y simplemente esperaba a que la médico diera una buena noticia.
Llevó su mano a su frente, y mordio su labio inferior comenzando entonces a sentir un ligero dolor que iba en aumento. Era un dolor parecido a un golpe en la cabeza con un martillo una y otra vez, pero, si quería quedarse, debía mantener compostura.
No iba a perderse eso, debía estar ahí para Lee.
—–Está bien si renuncias a tu vida de shinobi...
¿Cómo, que dijo? ¿Renunciar?
Tanto Nami, Lee y Guy quedaron pasmados ante las palabras de la médico. ¿Era un problema tan grave? Nami se acercó a la camilla, bajando la cabeza, intentaba comprender aquello. ¿En serio?
—–¿Es tan grave, Tsunade-sama?—preguntó finamente la Hyuga, hablando por primera vez.—–¿No estará exagerando?
La negación era compartida. Guy también comenzaba a pensar locuras, sobre que Tsunade era una impostor a nada más, pero de no haber estado Shizune, Guy no se hubiera callado.
El diagnóstico era preocupante. Lee tenía incrustado en su columna numerosos fragmentos de huesos por sus heridas, ella alegaba que era un milagro el poder moverse. Había una pequeña posibilidad de operarlo, pero, los números y las estadísticas no eran tan alentadoras.
Nami frunció el ceño, pero no dijo nada entonces, quería seguir escuchando. Aún así, podía sentir muy claro la tristeza de su amigo.
—–Nadie más que yo intentará la operación... Pero sólo hay un 50% de probabilidad de que tenga éxito... De lo contrario...
Lee podría morir...
Si Nami pudiera abrir sus ojos, estos se saldrían de sus cuencas. Intentaría darle un consejo, una palabra de ánimo, pero para cuando tocó la camilla, Lee no estaba. Él se había marchado, frustrado, triste.
—–Él debe tomar una decisión...
—–¡NO, NO PERMITIRÉ ESO!—anunció Nami, quien se rehusaba a creer. Tsunade la miró mal.—–Lee es un gran Ninja, una buena persona ¡Él no puede terminar así...!
Pero los números no metían.
Quizás los sueños de Lee estaban por terminarse...
—–Entiendo que te sientas así. Pero, siendo amiga de Lee, deberías darle un consejo en lugar de estar gritandome.—dijo Tsunade, mientras colocaba las manos en sus caderas.
Pensaba en lo insolente que era esa Hyuga.
—–¡Usted!....
Nami, levantó la mirada y negó. Pero, antes de que pudiera ella decir lo que pensaba, seguramente con mucha altanería, fue detenida por el fuerte dolor punzante en su cabeza, que de nuevo hizo que ella cayera al suelo, y apoyándose en sus manos se quejaba con mucho sufrir. No notó su vista nublarse, simplemente, dejó su cuerpo caer, escuchando de lejos las voces de quienes estaban en la habitación.
Se desmayó...
Hola HOLA HOLA
¿Y que tal? ¿Todo bien?
¿Extrañan a Reí?
XD
Gracias por leer.
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