|𝓛𝓸𝓼 𝓖𝓮𝓶𝓮𝓵𝓸𝓼 𝓗𝔂𝓾𝓰𝓪|
Capítulo 28.
“Dulce y Ácida como limón”

—–¡Kiba! ¡Es hora de despertar!—habló su madre entrando a la habitación con una cesta vacía, pero que llenó con ropas del chico que iba recogiendo por el suelo.—–Ya es tiempo de que dejes de dormir y me ayudes, saca a pasear a los ninken.—ordenó antes de quitarle las sábanas al chico.

El castaño no tardó en resoplar y en quejarse bajamente. Prefería siempre dormir hasta tarde, pero su madre era una mujer con mucha energía y, aunque admiraba eso de ella, también se sentía como una maldición. Eso de estar levantándose temprano los sábados era demasiado tedioso, pero al fin y al cabo, era una orden y debía obedecer.

Para que no le echen agua caliente.

—–Ven Akamaru...—un bostezo escapó de su boca, estaba algo cansado. Pero, si se trataba de pasear a su querido amigo, podía hacerlo incluso por días.—–Vamos.

Siguió su rutina. Lo bañó, lo secó y le dio de comer y beber, él estaba a su lado como siempre, compartiendo cada momento con ese hermoso cachorro de ninken, quien también estaba feliz de tenerlo como su mejor amigo.

Mientras recogía los platos y los dejaba en el lavavajillas, su madre lo observó con una leve sonrisa divertida. Le ofertó que saliera con su amigo Shino o con su amiga Hinata, aunque sabía bien que de todas formas, él iba a hacerlo. El Inuzuka simolemente asintió en respuesta con leve emoción, y sin esperar más porque tal vez ella cambiaría de opinión, se fue de la casa junto con Akamaru para caminar por ahí y pasar el rato, respirando aire fresco y tranquilidad.

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Conforme caminaba, observaba con alivio como la aldea estaba volviendo a retomar su normalidad, su cotidianidad tan tranquila y buena de la que era dueña su gente; después de todo, muchos de los genin, jonin, chunin y los mismos civiles han estado trabajando en muchas cosas para volver a reparar lo dañado y mirar al futuro con un nuevo semblante. Aunque, ignoraban por el momento el hecho de que no había un Hockage, por lo que las misiones estaban estancadas y todo era manejado por el Consejo de ancianos.

Suspiró suavemente, con su ninken sobre su cabeza y manos dentro sus bolsillos. Estaba un poco aburrido, mientras pasaba por la plaza, observando las tiendas. Fue entonces que reconoció a su compañera, la joven y tímida princesa Hyuga, saliendo de la floristería Yamanaka, en donde otra de las genin de su generación trabajaba. Observó de lejos que Hinata llevaba cargados un ramo de preciosos girasoles, y debía admitirlo, olían muy bien.

-Oh, ¡Kiba-kun!-anunció la Hyuga de cabello corto, contenta de verlo. Se acercó pronto a él, sonriente.

-Hola Hinata.-saludó el Inuzuka, escuchando después los ladridos amistosos de Akamaru.

Hinata sonrió, acomodando los girasoles entonces, para después saludar y acariciar al pequeño y adorable ninken. Kiba la observó, pero miró más de cerca esos girasoles. No sabía bien para qué necesitaba flores, y le entró la curiosidad por lo que no aguantó mucho y preguntó.

-¿Pará qué las flores?

-Oh.-exclamó Hinata, notando su curiosidad. Luego sonrió con algo de timidez, típico en ella.-Son para Nami-nee-san... Son sus flores preferidas, como las de Neji-nii-san. Y... Bueno...

El Inuzuka alzó una ceja. ¡Claro! Nami Hyuga, la chica que sorpresivamente se dispuso a salir corriendo a socorrer a la Hyuga que tenía en frente, pero que además era una arrogante de primera y una odiosa sabionda. Bueno, tal vez esa vez ella fue amable, pero aún así, no dejaba de tenerla como una chica extraña y grosera.

-¿Y para qué se las darás?

-Bueno... La invité a que pasáramos un día juntas...-murmuró ella en respuesta, jugando entonces con sus dedos.-¡Y aceptó...! Eso me sorprendió mucho, pero no quiero dejarla plantada...

Kiba dejó de escuchar a Hinata hasta ese punto, dando lugar a sus confusos pensamientos en su interior. ¿Escuchó bien? ¿Hinata invitó a Nami Hyuga, la arrogancia a flor de piel, a que pasaran un día juntas y ella aceptó sin ningún problema? Comenzaba a pensar que tal vez había una ligera fuga de gas o algo por el estilo. Fue una noticia bastante impresionante. ¿Como era posible?

Quizá las cosas estén yendo mejor, y la tensión entre las familias principal y secundaria del clan Hyuga hayan disipado con el paso del tiempo. Eso le alegraba, además de que lo aliviaba. También, el hecho de tener a su compañera de equipo contenta por compartir más con su familia le agradaba de igual forma.

-Y debo encontrarme con ella en la biblioteca.-finalizó Hinata, con una leve sonrisa.-¿Que... Dices...?

-¿Eh?-el parpadeó dos veces. No la había escuchado, estaba ocupado metido en sus pensamientos, pero, como no quería quedar como tonto, simplemente asintió y sonrió esperando que fuera una pregunta de sí o no.

Casi pudo escuchar a Akamaru llorar y ladrar decepcionado de su dueño.

-¡Bien! Vamos... A Nami-nee-san no le gusta que lleguen tarde...

Rayos.

¿Habia dicho que sí a acompañarla a encontrarse con la Hyuga amargada como el limón? Que alguien lo envíe a hacer otra cosa. No es por el hecho de que no le agradara, tal vez era un factor. Pero, desde que conoció a la otra Hyuga, la relación de ambos ha sido más incómoda y vergonzosa que tener un pez metido entre tus pantalones. O bueno, al menos eso era para él, en realidad a Nami no parecía importarle mucho el tener un tema de conversación con el Inuzuka o incluso llegar a una amistad. Era tan misteriosa que aveces lo volvía loco.

(...)

El camino fue tan agradable como tranquilo. Tal vez no compartía mucho con Hinata, pero sí eran amigos cercanos. A pesar de las diferencias tan obvias, puesto que ella era más suave y él era más impulsivo; aún así, se ha demostrado que ambos se protegen el uno al otro como buenos compañeros. Y claro, se incluye a Shino en la lista también.

Cuando llegaron a la biblioteca, vieron la puerta abierta. Entraron. El lugar estaba completamente vacío, no había nadie por los alrededores. Y en el suelo de la entrada unas cuantas cajas estaban abiertas, con pocos libros dentro de ellas.

Él se inclinó para tomar uno, pero entonces una mano delicada, sin embargo con un agarre fuerte, tomó la suya sorpresivamente causando que él se sobresaltara del susto.

-No toques eso.

-¡AAAAHH!-gritó él, en reacción por la sorpresa vivida. Cuando levantó la mirada, se encontró pronto con los ojos aperlados y el ceño fruncido de la Hyuga mayor.

Tenía las manos sobre sus caderas, vestía de amarillo y no usaba su banda. Estaba al estilo casual.

-¡Oye, no vuelvas a hacer eso!-le reclama él, por haberlo asustado.

-¡Shhhh!-lo calló la Hyuga, colocando sus dedos sobre sus propios labios en señal de silencio.-¡Yakunitatanai! Es una biblioteca, guarda ya silencio.

Yakunitatanai: Inútil.

El Inuzuka suspiró y frunció el ceño por el apodo, pero, aunque a regañadientes debía adimir, la Hyuga tenía la completa razón. Era una biblioteca, fue su error haber gritado ¡Pero ella tampoco debió asustarlo así!

-Hinata-sama.-llamó Nami, con una media sonrisa, al ver a Hinata. Su semblante cambió por completo cuando observó a la otra Hyuga.

Que extraña chica.

-¡Hola, Nami-nee-san...! Ah... ¿Vas a tardar mucho? P-Puedo esperar.

-Podemos ayudar.-interrumpió Kiba, observando a la otra Hyuga, antes de volver a encontrarse con Nami.

La Hyuga mayor enmarcó una leve ceja, estaba algo impresionada, se veía en su rostro. Pero, no negó nada o afirmó algo. Simplemente se agachó y apiló unos libros para después darlos al Inuzuka, quien los recibió rápidamente por cuestiones de reflejo. Vio confuso cómo ella se agacha a de nuevo para apilar otra fila de libros, y una vez con ellos en mano, ella con un ademán y movimiento de su cabeza, señaló a dónde tenían que ir y que por favor la siguiera. El Inuzuka lo hizo, aún con Akamaru, quien movía la colita por ver a la Hyuga. Estaba en silencio, y se detuvo frente a una repisa con espacios vacíos, luego, dejó a un lado los libros y los organizó. Él estaba a punto de hacer lo mismo, de no ser porque ella lo detuvo mirándolo y negó en silencio, para después girarse otra vez a seguir ordenando.

-Esa pila es de la H a la M. Van en aquella repisa de allá.-habló, ya terminando de apilar.

Kiba no dijo nada, y simplemente le obedeció dejando a un lado los libros. Se sentía realmente Incómodo. Ella no decía nada, y sentía que sus manos temblaban con torpeza. Sólo Dios sabe porqué se sentía así.

-¿Que haces?-escuchó qué ella decía, con aparente disgusto detrás de él.

-Ah...-el se tensó un poco.-¿Acomodo los libros?

-No van así, van por orden alfabético.-la escuchó y la sintió acercarse. Ahora la tenía a su lado, acomodando los libros junto a él.

Vaya, con cada movimiento que hacía, se emanaba más fuerte ese olor a vainilla de su perfume. Era algo delicioso.

-Oye... ¿Que tanto pasas aquí? ¿Eres.. Voluntaria o...?

-Es mi lugar favorito después del bosque. Además, siempre vengo aquí cuando llega un nuevo cargamento de libros...-habló la Hyuga, observando un libro con cuidado.-¿Icha... Icha Paradise..?

Vio como ella abrió los ojos sorprendida, y también como un sonrojo grande hasta sus orejas se apoderaba de su rostro. Aguantó una risa, ¡que reacción tan tierna!

-Este libro debería estar en la sección para adultos.-la oyó murmurar con vergüenza, mientras lanzaba el libro a la caja de vuelta.-Vaya...

-¿Sabes que ese es el libro que lee Kakashi sensei, verdad?

-Lo sé.-respondio ella, esbozando una pequeña sonrisa.-Mi sensei, Rei, también lo ha leído. Ella no sabe que sabemos, pero no es exactamente una dama completa como lo aparenta...-burló ella, soltando entonces una risa.

Kiba escuchó cómo de la melodiosa voz de Nami se escapaban risas y carcajadas más fuertes. Tenía una linda sonrisa, una linda risa, un lindo rostro ¡y no lo aprovechaba!

-Oye, tienes una linda risa. Deberías mostrarla más ¿sabes?-admitió él entonces, causando que la risa de Nami cesara.

Diablos, quizás ahora le esperaba un insulto.

-Gracias... Lo tendré en cuenta...

¿Qué? ¿Acaso escuchó bien? ¿Le agradeció?

Al parecer los planetas se han alineado. O más bien, finalmente nuestra querida Hyuga estaba dejando atrás la frialdad y se volvía un poco más sensible y mejor persona. Quizás, por eso Hinata quizo aprovechar y acercarse más a su prima, y él debía tener en cuenta que sus actitudes, aunque todavía era excéntrica, ya no eran las mismas.

-Oye, reacciona.-la vio chasquear sus dedos frente a él, a lo que él parpadeó algo confundido. Tenía un rostro serio y algo impaciente.-Ya terminamos aquí, ¿vienes, o prefieres quedarte encerrado?-habló ella mostrando las llaves.

Él simplemente la vio girarse para irse, y la siguió a la salida encontrándose de nuevo con Hinata. Nami tomó el ramo de girasoles con una leve sonrisa, y sin más, los dejó en el escritorio de la bibliotecaria ausente, en un jarrón con agua. Empujó a la otra Hyuga y al perro de Kiba fuera del lugar y cerró con llave entonces, bajando las escaleras.

Sí que era una chica extraña. Era algo impredecible sin dudas.

-¿Vienen o qué?

Pero, ha cambiado, no es tan grosera como antes. Hay que reconocerle sus nuevas actitudes como persona. Tal vez sí siga siendo un poco arrogante, después de todo, el resto del día se la pasó corrigiendo y reprendiendo a Hinata por sus preguntas, actitudes o palabras, al parecer se le vía contenta cuando Akamaru se le acercaba para dejarse acariciar por ella; aveces también se atrevía a llamar "Yakunitatanai" a Kiba por sus quejas, y de vez en cuando a lo largo del día, ambos discutían por tonterías pero, como se esperaba, Nami ganaba con un irrefutable argumento. Bueno, eso ya hace parte de ella, no puede cambiar aquello.

Pero si hay que tomar en cuenta, que sin dudas ella siempre será tan dulce y ácida como un limón. Debes conocerla mejor, quizás te ganes a una amiga leal que te proteja de hasta la más mínima abeja que se acerque.

O que aconseje con su gran sabiduría, incluso me atrevería a decir, que te llegaría a regañar como si de una madre se tratase.

Ella era única, y bueno, ahora, él tal vez considere en que la Hyuga le agrada más.

¡Hola, hola! Ha terminado el capitulo especial. ¿Que tal les ha parecido? ¿Bien, mal? ¿Rico, asqueroso? ¿Quieren mas? :3

Gracias por sus lecturas, votos y por favor comenten ^^ me anima mucho a continuar con ésta labor.