🌻|Capítulo 15.|🌻
|𝓛𝓸𝓼 𝓖𝓮𝓶𝓮𝓵𝓸𝓼 𝓗𝔂𝓾𝓰𝓪|
Capítulo 15.
“El Primer Combate”
La rotación celestial de los ocho trigramas.
Conocida también como, Hakkeshou Kaiten. Es un jutsu que requiere un exceso de control de chakra excelente, del que todos los miembros del Clan Hyuga son poseedores. De basa en proyectar severa parte del chakra por todos los puntos a lo largo del cuerpo simultáneamente.
—–No debe ser difícil para nosotros. Considerando nuestro control de chakra excepcional.—agregó Nami después de leer, mientras se llevaba un mochi a la boca con una leve sonrisa ladina.
Neji se acomodó su banda, y luego las vendas en sus manos. Estaba listo para ir a la competencia final. No tenía ni una pisca de nervios.
Nami por otra parte, tampoco se encontraba nerviosa. Ya lo he mencionado, ella no conoce el temor. Simultáneamente llevaba la libreta antigua que Hisashi había escrito hace mucho tiempo, incluso desde antes y después de que Neji y Nami nacieran. Además de entrenar, ella ha estado evaluando cada página de la libreta durante esos dos últimos meses. Es el único libro que no se ha terminado en menos de una semana, porque además de tener muchos Justus interesantes que ha puesto en práctica, también ha tenido datos sobre la difunta madre y padre de los gemelos que ni ellos conocían.
Ahora mismo, Nami y Neji se encontraban de camino hacia el punto de encuentro. En el trayecto, se encontraron con Tenten, y Neji y Nami se separaron. El Hyuga se fue con la castaña, y su gemela siguió su camino tranquilamente mientras leía el libro a cada paso que daba.
Su rostro lucía bastante sereno y relajado, pero había algo que lograba molestarla un poco. Los recuerdos de sus dos amigos se paseaban en su cabeza como una película. Ahora que lo piensa, se han visto muy poco entonces por estar entrenando cada uno por sus propios medios.
Bueno, preferían hacerlo. Para Nami y Meiko era bastante incómodo saber que se iban enfrentar. Y que de dos jóvenes poderosas solamente una pasaría a la final. La presión en ambas era grande, porque ninguna quería perder. Pero para la otra, también era difícil ganar.
Sus ojos aperlados se abrieron como platos al ver en frente a ella a la persona con la que menos esperaba encontrarse. La albina de ojos azules que tanto la conocía, y por ende, aquella que sería la única en igualarla —a parte de su gemelo— por conocer cada detalle de su historia, gustos, y su pasado por su puesto.
La reacción en Meiko fue parecida. Y ahora, ambas estaban mirándose la una a la otra sorprendidas por encontrarse de nuevo, después de dos meses de casi ni verse.
—–¿N... Nami...?—murmuró, la albina, con una mirada que más bien expresaba temor y ganas de correr lejos de ahí y escapar.
A ambas les afectaba el hecho de que tendrían que luchar la una contra la otra. ¿El destino no podía ser más cruel?
Nami cerró su libro, y dispuesta a darle un saludo amable a su amiga, sonrió levemente y se acercó a la albina para darle ánimos. No pensaba en comenzar el día con frialdad. Había despertado de buen humor, y no necesitaba aterrar a su oponente como para ganar una ventaja.
Quería a su amiga de vuelta.
—–Hola, Mei Mei...—sonrió levemente, y pronto su sonrisa se borró.—–Ha pasado un tiempo...—asintió, y la albina le correspondió.—¿Qué haces aquí?—preguntó.
Estaban detenidas en frente de una tienda de dulces y chucherías. Algo extraño, pues Mei Mei no solía comer mucho de eso; Nami sabía muy bien que ella prefería la comida caliente y preparada, además de la fruta y en especial melocotones frescos. Por eso se le hacía raro su presencia allí, pero prontamente su respuesta fue contestada por un joven de ojos verdes que salía de la tienda con una sonrisa ganadora.
—–¡Listo! Ya tengo todo. Ahora sí podré disfrutar de las finales.—sonrió Kai, antes de observar a la Hyuga que miraba a la pareja con una ceja levantada.—–¡N-Nami!—exclamó impresionado de verla de nuevo.
Nami por otra parte, giró los ojos y prontamente soltó una pequeña risa. Sin dudas, Kai seguía siendo el mismo de siempre.
—–Ya decía yo.—mencionó la Hyuga, mientras Kai se rascaba la nuca riendo avergonzado.—–Yo...—murmuró.
—–Por favor. Ven con nosotros.—sonrió la albina, tendiendo la mano a la Hyuga, indicando que se acercara al dúo para ir los tres juntos a la arena.—–Queremos a nuestra líder de vuelta.
Nami se sorprendió un poco por el gesto. Después de todo, había sido muy esquiva con ambos. No les hablaba mucho en la calle por estar ocupada leyendo, comprando comestibles, o yendo de camino a entrenar. Ella pensaba que Kai y Mei Mei la despreciaban ahora.
Pero parecía ser todo lo contrario.
—–Un tonto encuentro no dividirá nuestra amistad, Nami-san.—sonrió la albina.
—–¡Sí! Seguimos siendo los tres. ¡Ya deja de alejarte, y ven y dame un abrazo!—exclamó acercándose a la Hyuga y juntando sus cuerpos en un abrazo amistoso. Aquel que logró sorprender ligeramente a Nami, ella no estaba acostumbrada a ello.
Meiko después de unos segundos se unió al gesto, y posteriormente, Nami les correspondió dando unas leves palmadas a las espaldas de ambos, con lentitud, como si en realidad no supiera exactamente lo que estaba haciendo.
—–Nami...—llamó Kai, con una mirada de decepción, al observar la sequedad de las acciones de la Hyuga.
—–Ya les dije.—suspiró la Hyuga. Meiko y Kai se separaron y la observaron fijamente, y luego vieron que en las mejillas de ella se formó un pequeño sonrojo de vergüenza.–—No sé identificar muy bien los sentimientos ¿si? Tampoco sé cómo expresarlos.—admitió, girando la vista a otro lado, avergonzada.
A Mei y Kai les pareció bastante adorable ese gesto de una chica tan fría y callada como Nami es, por lo que enternecidos de acercaron de nuevo y la inundaron de mucho amor amistoso y abrazos llenos de alegría y comentarios fuera de lugar por parte del castaño.
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Luego de una pequeña y conmovedora reunión entre los tres mejores amigos a quienes les aclamaban el apodo de "virtuosos", arribaron a la arena. Fue cuando entonces, el equipo se separó. Kai ya no iba a competir por la desaparición de su oponente, y a todo esto, el castaño decidió que no competiría y que preferiría ver a sus dos mejores amigas demostrar cuanto trabajo han estado haciendo en estos últimos dos meses. Meiko y Nami se fueron hacia el centro de la arena, mientras que Kai, con comida y chucherías en bolsas, buscaba un asiento perfecto en las gradas para observar tranquilamente a sus amigas.
Animaría a las dos, no cabe duda.
—–D-Disculpa...—escuchó un murmullo. La voz era baja y suave, además de aguda y tierna.
Kai se giró a la voz, y sonrió a la dueña de tal melodía, además de al chico castaño que estaba junto a ella, y claro, no olvidemos al cachorro.
—–¡Hina-chan! ¡Kiba! ¡Hola Akamaru!—sonrió Kai, y se movió dos asientos para darles lugar.—–No, no está ocupado. Pueden sentarse.—ofreció sonriendo, a pesar de que aún no habían dicho nada.
Posteriormente los dos jóvenes de sentaron, y se acomodaron para ver el inicio de los encuentros.
—–Entonces... Nami y Meiko pelearán, ¿no?—preguntó el Inuzuka, colocando a su cachorro sobre su cabeza.
Kai asintió, observando a los competidores.—–Sí, es el primer encuentro.—suspiró.—Mei Mei ha estado entrenando como loca.
—–Nami-nee-san también.—interrumpió la callada Hinata.—–La he visto escabullirse muchas veces en las noches, para salir del Clan... Se va al bosque a entrenar mientras los demás duermen.—suspiró.—–Ella piensa que decepcionará a Neji y a su padre si no es fuerte.—se lamentó, mirando hacia el suelo.
Desde que recuerda, Hinata siempre ha visto a Nami entrenando solitariamente en el bosque. No sabe exactamente que es lo que ella hace ahí. Pero si conoce muy bien que ese estilo de vida que su prima carga es infeliz.
Todo por la muerte de su padre.
—–¿En serio?—preguntó Kiba, sin mucho interés y con poca sorpresa.—–Bueno, últimamente la he visto siempre cargando girasoles. A la misma hora siempre, caminando en dirección al cementerio.—dijo.—–Ella es algo extraña y hartante. No la soporto.—gruñó con molestia, y se cruzó de brazos observando hacia la arena.
Kai y Hinata abrieron los ojos lentamente, y luego bajaron la mirada con una leve sonrisa, y rostro de tristeza y pena. Tanto Kai como Hinata sabían perfectamente los motivos de Nami al cargar esas flores siempre a la misma hora. Sabían que, al igual que Neji, a su padre y a la Hyuga de la rama secundaria les gustaban mucho esas flores.
Era como una especie de símbolo familiar para esos tres.
Conocían muy bien a Nami. Incluso mucho más de lo que ella creía. —Lo mismo pasaba con Meiko, por parte de Kai—. Las situaciones y ademanes de Nami eran siempre por una razón; y el motivo de su ser tan arrogante y confiado se debe a una cosa. Y Hinata y Kai, eran muy conscientes de sus motivos para ser tan fría como ahora.
“Si no confías en tí mismo, ¿entonces, quién lo hará? Sólo tú puedes darte la fuerza para lograr tu objetivo... Nadie más...Es por eso que estamos solos...”
Solía ser su frase célebre.
—–Mejor observemos el combate, que está por comenzar.—sonrió el castaño de ojos verdes.
—–Sí.—Continuó Hinata.
Comenzarían con paso firme. Una batalla entre dos mejores amigas, las cuales querían ganar, pero eran conscientes de que solamente una de ellas pasaría a la final, mientras que la otra tendría que dedicarse a verla y a apoyarla desde la multitud. A pesar de ello, se les veía muy tranquilas y serenas ante la inminencia.
Nami observó a todos lados, evaluando a la multitud. Intentaba buscar con la mirada a su tío, y a su prima pequeña, Hanabi, a quienes había oído que asistirían a ver los encuentros. Sonrió ladinamemte, con severa arrogancia.
“Jeh... Sabía que estarían aquí.”—pensó al por fin encontrarlos.—“Les daré con qué entretenerse.”—
Faltaban al menos dos participantes más. Sasuke Uchiha y Naruto Uzumaki. No se les veía por ninguna parte, y el evento estaba a punto de empezar.
Nami sonrió y observó a su hermano.
—–Oye, Onii-chan.—llamó, haciendo que Neji volteara.—–¿tu crees que el rubio se haya acobardado?—preguntó aún con la sonrisa.
Neji cerró los ojos y descruzó los brazos, pensando en su respuesta.
—–No lo creo.—contestó, para sorpresa de Nami.—–Se oía bastante determinado en las preliminares. Yo creo que iba en serio.—abrió los ojos.
—–Bueno.—admitió Nami.—–Pero, no cabe duda de que tú vas a ganar. Se ve que no tiene ni una pizca de cerebro.—hizo una pausa.—–Y por favor, controlate. ¿Quieres? Sabes que me molesta que hables sobre “eso”—hizo comillas con los dedos.
Neji en cambio, no respondió ni comentó nada con respecto a “eso”. Pero su hermana lo conocía bien, y sabía que en cualquier momento a Neji le entrarían los. Impulsos de hablar nuevamente sobre el tema del que Nami más detesta mencionar.
—–Ahora. Todos menos las competidoras, vayan a esperar en su lugar por favor.—mencionó el hombre del zenbón en la boca.
Nami y Meiko se quedaron allí, esperando a que dieran la orden y los demás desalojaran el lugar. Neji le deseó buena suerte a su hermana, aunque en parte mencionó que tampoco la necesitaba.
Los chicos de la aldea de la arena le dedicaron por último una mirada a las dos chicas, sobre todo a la Hyuga que obseraba hacia la multitud con serenidad.
La poca tensión que estaba en el aire se había incrementado apenas los demás abandonaron el lugar, y dejaron a las dos jóvenes mirándose la una a la otra.
No se sabía muy bien que pensaban en ese momento.
Ambas eran muy impredecibles.
Tal vez darían un encuentro muy interesante.
–—No cabe duda de que verlas pelear será interesante.—comentó la rubia de cuatro coletas.
—–Bueno. Me pregunto, quien de las dos es más rápida.—agregó Kankuro, el joven del títere en su espalda, recordando el encuentro de la Hyuga contra la chica del martillo.—–Aún no sé cómo llegó ahí sin haberla visto o tener algún rasguño. Pero debe ser muy rápida.
Si tan sólo supieran, que no fue velocidad lo que implementó la Hyuga para escapar de allí.
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Nuevamemte, Nami y Meiko se encontraban frente a frente la una a la otra. Los espectadores esperaban ansiosos por el comienzo. Los kages presentes observaban. Todos atentos a ver una gran batalla.
Dos genins del equipo de tres de aquellos “novatos” que más han destacado antes de ingresar a los exámenes chūnin, y durante los exámenes chūnin.
No cabía duda de que sería una batalla llena de acción.
Para ambas era algo injusto pelear la una con la otra, posiblemente a muerte.
Pero era el “destino” que debían seguir, sin poder cambiarlo.
No había opción.
—–Muy bien... Meiko, Nami... ¡Que el primer encuentro, empiece!—anunció el hombre del zenbon, estirando los brazos a los lados para darles la señal a ambas de comenzar.
No hubo movimiento, pero era más que obvio en que tanto la albina como la Hyuga, pensaban en qué debilidad usarían en contra de la otra.
Las dos pensaban en ganar.
Pero sólo una lo haría.
Pero más que acción, se vendrían recuerdos y lágrimas.
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